F O U R T Y S E V E N
AHHHH. Ya necesito acabar esto, sin pensarlo me puse la meta de terminar esto en 50 capítulos y ahora sólo se me ocurren estas cosas para llenar el espacio (Sí, es relleno. Pero del que sí cuenta xd) Ya tengo el final, de hecho creo que ustedes notaron cuando esto se hizo más lento y dejó el flujo que tenía antes y por eso me disculpo. Tendrán el final pronto, y espero no decepcionarlos y aburrirlos como hasta ahora. SIn más, a leer se ha dicho <'3
Luego de la petición de Feliciano, nos dio una dirección y llegamos a un parque, en donde encontramos al tal Anthony –que juro haber visto antes- alimentando palomas. "Amablemente" Arthur llamó su atención asustando a las pobres aves, luego tuvieron una especie de saludo no verbal y comenzó todo.
—Entonces otra vez, ¿cómo es que tú, el presumido Kirkland, le pide un favor a mí, el rey de la pasión?
No sé por qué, pero algo me dice que Arthur no se lleva bien con nadie más que su gato, y yo, obviamente.
—Porque tú, rey de la estupidez, me debes un favor. No creo que hayas olvidado aquella vez en la que te salvé el trasero en tu examen de titulación.
— ¿De verdad? Uh, tengo mala memoria, no recuerdo la clase de cosas que tengan que ver contigo. ¡JAJA! Mira qué tarde es, olvidé apagarle a la paella—dicho eso, trató de irse. Y digo que trató, porque un salvaje se le echó encima y comenzaron a golpearse.
¿Quién iba a creer que Arthur Kirkland, el tipo que usa pañuelos y teje servilletas, se iba a ensuciar las manos en una pelea?
No es como que quisiera salir lastimado, pero debo proteger a mi caballero.
—¡No te metas Alfred, no sabes cuánto tiempo soñé con este día! — Me gritó mientras me miraba con una de esas sonrisas que pone un lunático y no hice más que retroceder y esperar a que no llegara la policía, como suele sucedernos siempre.
Y mientras se golpeaban, la camisa de Arthur se levantó un poco, dejando al aire libre su abdomen. Ahora entiendo por qué existen esos videos tan populares de gente peleando con poca ropa. Aunque si soy sincero, a mí sólo me dieron ganar de tomar a mi hombre y llevármelo lejos en dónde sólo diosito pueda encontrarnos...
Whatever.
Pasaban los minutos, hasta que en algún punto de la pelea dejaron de darse con los puños y comenzaron a jalarse el cabello y a darse cachetadas. Como las señoras que se ponen locas contra otras señoras en las rebajas de ropa.
—¡Ya basta, acepto!—Anthony gritó y luego le dio una bofetada a Arthur.
— Así se habla, perra—Arthur respondió y también lo abofeteó.
Oh sorpresa, me enamoré de un ex pandillero.
Ambos se pusieron de pie, se miraron y sonrieron de una forma demasiado... ¿anormal? No lo sé, y tampoco estoy entendiendo nada.
—Sabías que iba a aceptar de todas formas, bastardo. Y aun así te lanzaste como un perro...como siempre.
—Sí, lo que sea—Arthur hizo ademán de restarle importancia al asunto y se sacudió el pantalón—. Ya sabes lo que debes hacer, pervertido. Ahora largo, ver tu cara tanto tiempo me va a provocar cáncer.
Dijo eso y se dio la vuelta para irse, totalmente opuesto a lo que dice. ¿Cómo es que no me ha explotado la cabeza? Ah, como sea, me sentí fuera de lugar todo este tiempo.
—¡¿Por cierto, es tu sobrino Arthur? Creí que ya no te gustaba ser una Baby sister! —gritó cuando ya estábamos un poco alejados. ¿Arthur tiene un sobrino? ¡Nunca me habló de eso!
—Ignóralo Alfred, a él también lo tiraron de bebé—. Me dio la mano y caminamos hasta llegar a mi motocicleta. La cual no estaba.
—Arthur, ¿cómo que también?
—Estados Unidos es asombroso, dijeron. Pura gente civilizada, decían. No vas a extrañar Inglaterra, Arthur...
—¿Estás bien, Arthur?
—Esos bastardos me mintieron—miró al horizonte, luego a la calle y al final a mí—. ¿A qué edad comienza la autodestrucción neuronal americana? ¡Se llevaron la motocicleta, tarado! Ve a pedir un taxi, y no te tardes o vas a conocer la cara del mismo demonio.
—¡P-pero, ¿ahora qué fue lo que-...!
—Uno.
—Arthur, arreglemos esto como gente normal y-
—Dos.
—¡SÓLO LO HAGO PORQUE TE AMO, NO PORQUE TE TENGA MIEDO!
.
.
.
Y como si la desaparición de mi motocicleta no fuera suficiente, fui obligado a acompañar a Arthur hasta su casa. Y, es que a pesar de anhelar esto mucho tiempo, ahora me atormenta gracias a la indeseable presencia de ciertos individuos que seguro no quieren ni es su propio país. Esperen un momento, ahora todo tiene sentido, ¿por qué otra razón vendrían aquí? ¡Por supuesto!
Son aliens.
—Ya reporté el robo Alfred, los del seguro dicen que mientras pueden prestarte un sustituto... ¿Por qué me miras así?
Todo este tiempo...
— ¡ME ENAMORÉ DE UN MARCIANO! —grité, más fascinado que asustado. Esto lo tiene que saber el mundo, es un descubrimiento milenario. ¡La NASA se arrepentirá de haber rechazado a Alfred F. Jones!
—¿Qué? Oh my god, ¿No me digas Allistor de nuevo te dio uno de esos cupcakes...?—Arthur, el viajero del espacio, se tomó del puente de la nariz y frunció el ceño. Luego, poco a poco comenzaron a reunirse todos los sujetos...
¡Me van a meter una sonda!
—¡No los voy a delatar, no me usen de experimento por favor!
—Arthur, creo que tu juguete se descompuso. Qué lástima, vamos a tener que tirarlo—Allistor, el terrorista alienígena, dijo muy sonriente, jalándome del pie y provocando que cayera al suelo para luego comenzar a arrastrarme, seguramente a su nave escondida debajo de la casa.
Mientras, los más pequeños me observaban y reían. Peter, el enano galáctico, me enseñó el pulgar cuando mi cuerpo ya estaba hasta la entrada de la casa.
—Voy a comprar un sostén y te lo voy a obsequiar para que mantengas ese par de cosas en su lugar. Aunque con lo que obtuve de tu chatarra, seguro y te regalo dos—susurró de repente Allistor, burlón mientras le daba un pellizco a mis frágiles pezones.
Por inercia, aparté su mano y me puse de pie como pude, ya afuera de la casa. Creo que me equivoqué, este desgraciado no es un alien, ¡es un bastardo que se pinta el cabello como señora!
—Déjalo en paz idiota, sólo yo puedo hacer eso—Arthur atravesó la entrada y le dio un golpe al pelirrojo en la cabeza, como una mamá agresiva—La próxima semana regresas a Inglaterra, inmigración amenazó con encerrarte si no lo haces. ¿Cómo pudiste traicionar mi confianza? Nuestros padres estarían muy decepcionados...—y ahora, esto se había vuelto una escena llena de drama y tensión. Y yo fuera de lugar, otra vez.
Pero hey, Allistor ya no me va a joder los días.
—Te odio, a ti, a ese imbécil y a este país—contestó el men, caminando furioso hacia la cochera y saliendo sobre una motocicleta... MI MOTOCICLETA.
—Déjalo, sabe lo que le conviene—Arthur me miró inexpresivo un momento pero luego sonrió y se sonrojó un poco. Carraspeó y recargó una mano en su pecho—tenemos una despedida de soltero esta noche, ¿estás listo, niño?
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