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F O U R T Y F O U R


Miss me? :'D


—Entonces, ¿qué es eso que ibas a pedirme, Arthur?—pregunté, observando con miedo mi taza de "infusión inglesa". Al final, me dijo que se trataba de tisana y que sólo estaba bromeando. Yo no sé qué creer así que no pienso terminar de beberlo.

Arthur ahora estaba sentado en el sillón de la sala, leyendo unos papeles como si buscara algo. No me contestó y decidí entonces que tal vez no me quería allí con él. Es hora de regresar a casa antes de que descubra que tiene uno de esos muñecos con una foto mía pegada.

Tenebroso.

¿Será por eso que me siento tan estúpido cuando estoy con él? Vaya vaya...

Tiré el contenido de la taza en una vasija que había por ahí y comencé a caminar lentamente hacia la salida, mandándole un beso imaginario a Arthur.

— ¿A dónde crees que vas, Alfred?—dijo de repente, sin siquiera voltear a verme.

Ay mi corazoncito, a este paso me va a dar diabetes.

—Yo, yo... uh, yo iba a orinar ¡sí, eso! Ya sabes, tanta agua de boxers y esas cosas, ¡Nahahahhaha!

—El baño está arriba—señaló mientras se quitaba los anteojos, se ve intelectualmente sexi—, ¿es mi imaginación o eres más estúpido de noche?

—Es mi don, mi maldición.

Levantó una de sus cejas, como siempre hace cuando quiere lucir superior. Aunque después soltó una risilla que me hizo sentir muy feliz y afortunado.

—Ven aquí­—dijo y desvió la vista de los papeles para mirarme al fin, extendió su mano con unos pequeños boletos, o eso parecían—. Sal conmigo mañana.

¿Escuché bien? ¿Arthur me está invitando a salir y yo no tengo que rogar? ¡Ja! Pues no lo tendrá tan fácil, tiene que pasar por el mismo sufrimiento que yo.

—No lo sé Arthur, estoy algo ocupado con la universidad y...

—Bien, invitaré a alguien más entonces.

¿¡QUÉ!?

Arthur se puso de pie y comenzó a subir las escaleras, yo lo seguí detrás ¿Cómo se atreve a jugar así conmigo?

— ¡A quién le importa la universidad! ¡Iré contigo Arthur, iré a donde quieras pero no me digas esas cosas como si pudieras remplazarme!

Le alcancé y tomé del antebrazo, me volteó a ver y sonrió con demasiada burla. Volví a caer en la trampa y mi dignidad se fue a la basura, otra vez.

—Mañana temprano pasaré por ti a las seis—dijo simplemente y siguió subiendo, yo me quedé en mi lugar y cuando planeaba darme la vuelta para irme, volvió a hablar, aunque sin mirarme—. Y Alfred, nadie podría remplazarte, imbécil.

¿Soy yo o esos insultos le dan un toque de ensueño a sus palabras? Sonreí y miré un rato más su espalda, y tal vez su trasero. Mis días siempre son absurdamente malos y hoy de verdad me siento muy aliviado y contento, definitivamente nada va a arruinar mi cita con Arthur.


Una vez de vuelta en casa, me pregunté ¿a dónde demonios planea que vayamos a las seis de la mañana?


— ¿No crees que es muy temprano? Es decir, no hay nada abierto a esta hora...—pregunté un poco curioso, también asustado para ser sinceros.

Ambos estamos sentados en la parte trasera del automóvil, al parecer contrató uno de esos taxis modernos que no aceptan efectivo y que te ofrecen agüita y dulces.

—Estoy seguro de que aprendiste geografía básica en la escuela elemental, Idaho queda a dos o tres horas aproximadamente.

Ah, con que iremos a Idaho...

— ¡Nunca mencionaste salir del estado! ¿Qué tiene Idaho que no tenga Washington?

—Treinta kilómetros entre mis hermanos y yo—contestó muy satisfecho de su respuesta y suspiró tranquilo, observando por la ventana del automóvil—. Relájate Alfred, no me digas que te da miedo viajar solo. Ve el lado bueno, aquí nadie nos molestará.

—Lo que me da miedo es no regresar...—susurré, aunque apuesto a que me escuchó porque soltó una risilla. ¿En serio era tan urgente ir tan lejos? A no ser que...—, los olvidé—. Dije con seriedad, haciendo que él me viera con rostro confundido.

— ¿Qué olvidaste? Si te refieres al dinero no tienes que preocuparte porque...

—Los condones, Arthur.


Lo siguiente fue una escena con el chofer gritando preocupado mientras Arthur abría la puerta y me tomaba de la nuca impulsándome hacia afuera en la carretera.


Una vez que llegamos, todo fue más normal de lo que alguna vez hubiera podido imaginar. El clima es fresco, caminamos un rato hasta llegar a un pequeño restaurante familiar y ahí almorzamos. Arthur llevaba marcando su celular desde que llegamos ya al parecer no tenía éxito, lucía algo preocupado, y enojado.

— ¿Pasa algo? Ya sabes, si tienes que regresar por un asunto importante no hay problema. ¡Siempre puedes venir a mi departamento, babe! —arrugó la frente y comenzó a mover su mano como si espantara una mosca.

—Olvídalo, no es nada. Además, ¿cómo te atreves a insinuar algo tan inapropiado en un lugar como este? —dio un sorbo su taza e hizo una mueca de disgusto. ¿Es que nada en el mundo es suficiente para él? —este té es tan terrible como el gobierno de este país.

—Lo dice quién viene de un lugar estancado en la época medieval—respondí y también le di un sorbo a mi taza, más que nada para escapar de su mirada asesina—. Como sea, ¿cuáles son los planes? Recuerdo que ayer me mostraste unos boletos o algo así.

—Parecido, son Daypass para un parque de trampolines.

— ¿Trampolines? Creí que odiabas cualquier cosa relacionada con la diversión.

—Gracioso—viró los ojos y se puso de pie. Ya tenía tiempo desde que terminamos la comida—. ¿Te vas a quedar? Creo que allá atrás leí que necesitaban un bufón.

¡Nadie le dice bufón al futuro de América!

Me levanté del asiento y salí corriendo tras alcanzarlo y darle una nalgada. Ojalá haya hamburguesas en el cielo.

Cuando llegamos, todo el lugar estaba repleto de niños. ¿Cómo se supone que me ponga cariñoso con Arthur bajo tantas miradas entrometidas? Arthur pareció pensar lo mismo que yo porque frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—Ni hablar—dijo resignado y comenzó a quitarse los zapatos. Me extendió un par de calcetines especiales y fue a guardar nuestras chaquetas en un locker. Sin siquiera esperarme, se fue y entró al área de trampolines. Había una especie de zona de tiro de canastas, una pared para escalar, un ring de pelea con bastones, una alberca de pelotas y un espacio para saltar libremente. ¿Cómo es que no sabía de la existencia de un lugar tan perfecto como este?

— ¡Qué esperas Alfred! —escuché el amoroso grito de Arthur y corrí hacia donde estaba, en la parte de trampolines individuales.

Cada quien estaba en su espacio y fui el primero de los dos en comenzar a saltar. Había algunos niños regados por ahí, la mayoría estaba en un domo, aventándose pelotas a la cara y atacando como salvajes. ¡QUEMADOS!

— ¡Arthur, vayamos allá! —sugerí señalando el sitio, con una de mis sonrisas para convencer perras difíciles. Digo, a Arthur.

—Son niños, no nos dejarán participar, bruto—dijo con desdén y se alejó para ir a otro trampolín. Como sea, iré a divertirme un poco.

Me alejé y fue al área del ring. Arthur se quedó y cada quién comenzó a hacer algo por su parte. Tal vez en un rato se relaje y quiera hacer algo conmigo.

Minutos más tarde, yo estaba demasiado emocionado porque un niño me enseñó a dar una marometa en el aire. ¡Debo mostrarle esto a Arthur!

Corrí para regresar a donde lo había dejado pero no lo encontraba, había un grupo de niños y adolescentes rodeando uno de los trampolines grandes. Seguro alguien se había roto un brazo o algo pues murmuraban sorprendidos.

Yo seguí buscando, le di dos vueltas a todo el lugar, entré a los baños y nada. ¿Me habrá abandonado...? ¿y si pensó que me alejé porque no me gustaba el lugar? NONONO. ¡Agh! Ni siquiera puedo hablarle por teléfono porque él tenía la llave.

De repente escuché gritos. ¿Abría un espectáculo? AY NO, ¿Y SI ERA ARTHUR EL QUE SE ROMPIÓ ALGO? Corrí de vuelta al grupo de gente, que ahora era más grande, y me asomé. Vi a alguien dar saltos mortales, piruetas y acrobacias como un profesional. Pero no había rastros de Arthur. Tal vez sólo salió a tomar algo. Me quedaré a observar un rato más, éste tipo sabe lo que hace.

Un momento... ¿por qué trae puesta la misma ropa que Arthur? Más importante, ¿por qué luce idénticamente a él?

.

.

.

Seguía haciendo piruetas, como un maldito acróbata de circo. Es más, como uno de esas presentaciones de los juegos olímpicos. Era imposible, ¿Cómo un profesor de literatura, amante del té y el sarcasmo, podía hacer esas cosas?


Aliens.


—Escuché que me hablabas, ¿todo en orden? —me pregunta mientras se limpia el sudor de la frente con una toalla (que le dio una señorita demasiado cariñosa) y respira agitado, sonriendo gentilmente, satisfecho. Esto es nuevo, me gusta.

Aunque no me gusta que los demás también lo vean, no tienen derecho ¡ellos no agonizaron por tener su atención y yo sí!

—Iba a mostrarte algo, pero creo que ya olvidé— ¿cómo voy a hacer frente a él algo tan absurdo después de todo lo que ya hizo? Ah, ah. Alfred Jones tiene una reputación qué mantener.

—Está bien, ¿quieres irte ya? Podemos comer hamburguesa antes de volver a casa—sugirió amable, poniendo su mano sobre mi hombro.

PAREN TODO.

¿Está siendo amable conmigo? Creo que estoy muerto, porque me asignaron un ángel piadoso.

Al final, todo mi sufrimiento valió la pena, creo que puedo llorar de felicidad.

—Alfred, ¿acaso te diste un golpe en la cabeza? Porque creo que la última de tus neuronas se dio por vencida contigo.

Olvídenlo, era demasiado bueno para ser cierto.

Al final aceptó acompañarme a las demás atracciones del parque y luego de que me golpeara varias veces con los bastones de esponja fuimos por hamburguesas. Creo que estoy a punto de reventar de felicidad. Todo ha sido muy divertido y hermoso, nadie nos ha molestado y el viaje de regreso es tranquilo y romántico. Yo vengo recargado en su hombro, aunque él debe ser el más cansado después de todo lo que hizo. Jamás imaginé de debajo de todas esas capaz de amargura y sarcasmo hubiese un chico tan activo y tierno. Me muero.

¿Será igual en la cama?

—Deja de pensar cosas raras mientras me ves con esa cara, sucio—me descubrieron.

—Arthur, ¿Eres una bruja o algo así? A veces haces cosas muy sospechosas y estoy comenzando a creer que estoy bajo un hechizo.

—Idiota—dijo y se volteó, dejando su cuello descubierto y mis sentimientos a flor de piel. Me enderecé lo suficiente para dejar un par de besos, lentos y silenciosos.

Es un alivio que ya haya anochecido y que la carretera esté oscura. El chofer no se enterará de nada y le pondremos cinco estrellitas por el viaje.

Arthur suspiró, tapándose la boca con una de sus manos y pellizcándome el abdomen con la otra. Yo reí aún cerca de su cuello y le tomé del rostro para hacerlo voltear. Comencé a besarlo lentamente, sólo con los labios. Acariciando los suyos y olvidándome del mundo alrededor. Sólo estábamos Arthur y yo, ah, y Alfred Jr. también.

Sin embargo, las cosas buenas no suelen durar en mi vida y esta no era la excepción.

El celular de Arthur comenzó a sonar y de la impresión tuve que alejarme para sentarme bien. Vi la pantalla y me reí al ver cómo tenía registrada a esa persona.

— ¿Por qué no contestabas el teléfono, Allistor? —comenzó a hablar y apenas podía oír unos murmullos—¿Y los chicos? Te pedí una sola cosa, ¿cómo pudiste dejarlos solos? Sabes cómo se pone Dylan cuando Peter lo molesta. ¿Quieres que los den en adopción? Eso voy a hacer, y me aseguraré de que sea una de esas familias en contra del internet. ¿Cómo que una niñera? Dame el teléfono...—en este punto yo escuchaba atento y lo miraba hablar furioso y preocupado hasta la punta de los pies. Comenzó a registrar el teléfono y entonces lo reconocí.

¿Por qué Allistor le daría el número de Iván?





¿Qué tal, criaturas?  ¿Están pasando buen 2019? Espero que sí <'3

Espero que les haya gustado, el final está cerca y tengo muchas ideas que espero les agraden. 

¿Sionó está bien bUENO este fanart? akgdjasfdkjsgdk

¡Buen fin de semana!

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