F I F T Y
El día estaba en extremo soleado, tanto que Alfred juró que podría cocinar huevos sobre su motocicleta. Y no es que no quisiera corroborar su idea, sino que tenía algo mucho más interesante frente a sus ojos pizpiretos.
—Alfred, si me sigues mirando así ni siquiera los anteojos podrán ayudarte a ver.
Como ya era usual, Alfred respondió a la amenaza con una resplandeciente y nada preocupada sonrisa.
—¡Es un país libre! —gritó antes de tomar una rápida fotografía con la cámara de su celular—. No entiendo por qué te avergüenza Arthur, te he visto miles de veces, incluso en mis sueños más perver....¡AUCH!
La razón de esta escena era, que justo en sólo un par de horas, se celebraría la boda de su mejor amigo y estaban preparándose para la ceremonia. Ambos con un traje, uno hecho a la medida y el otro, comprado en una oferta tan irresistible que Alfred seguía sin creer.
—¿Era necesario que compraras ese traje horrible en rojo?
—Arthur, querido Arthur...—respondió suspirando, descansando su mano en su frente ahora descubierta luego de acomodar su cabello en un peinado 'decente', según la recomendación de Arthur—, ¡un tipo como yo jamás rechazaría un 2X1 tan increíble!
Y es que Arthur no podía creer que Alfred fuera tan... ingenuo (por no decir estúpido) al caer en los trucos de mercadotecnia que tanto amaban los americanos. Sea como sea, al menos el que llevaba puesto era el traje azul rey que venía en "oferta" con el rojo.
—Whatever, es hora de irnos antes de que nos alcance el sapo y quiera irse con nosotros— Arthur acomodó sus mangas y se estiró el saco. Era una imagen tan exquisita que Alfred quedó nuevamente embelesado y su cerebro se negó enfocarse en otra cosa que no fuera un conjunto de pensamientos variados, inocentes y otros no tanto—. Lo estás haciendo de nuevo y esta vez, me largo.
Dicho y hecho, miró con fastidio mientras sus mejillas cambiaban de color y se dio la vuelta decidido a irse antes de ver cómo Alfred tenía otro de sus bloqueos mentales. Sin embargo, últimamente era más difícil mantenerse lejos de ese mocoso americano, imbécil pero encantador. Le detuvo desde atrás, tomándolo de la cintura y arrimándolo muy cerca, para hablarle con soltura.
—¿Y si le decimos a Feli que me dio diarrea y llegaremos tarde?
A veces más imbécil que encantador.
Luego de recibir una buena patada por el trasero, ambos salieron de la casa de Arthur, en camino a ver cómo dos tipos tan extravagantes se unirían en matrimonio.
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La ceremonia era exactamente lo que esperaba, de un lado estaban él, Arthur, Frogy, el tipo que le robó el culo a alguna Kardashian y el tipo gritón que tenía cabello de abuelito. Del otro lado no sabía qué era lo que estaba sucediendo, con el Feliciano malvado y muchos tipos que parecía que podrían reventarte la cabeza con la mano. Otros lucían más normales, pero definitivamente esa era una zona con la palabra PELIGRO por todos lados.
Claro que eso Alfred no lo notó, como si su instinto de supervivencia se basara fervientemente sólo en cosas como comer y hablar con su madre cuando algún problema lo superaba.
—Mira Arthur, las cejas de ese tipo parecen un bigote ¡HAHAHAHAHA!
—Tarado, estamos en medio de una ceremonia— Arthur trató de explicarle con paciencia pero, Alfred ya estaba en proceso de hacer un meme al respecto. Lo envió a todos sus contactos, que por supuesto incluían al inglés. Éste tomó su celular pensando que era estaba siendo irrespetuoso hasta que, al ver la imagen en su pantalla casi se va para atrás.
Si había algo que Arthur no sabía disimular, era su risa cuando algo realmente le causaba diversión.
Se cubrió la boca con fuerza, cerró los ojos y trató, en serio trató de aguantar pero, Alfred a su lado no ayudó pues ahora también había capturado la cara de múltiples personas que estaban distraídas y haciendo imágenes con frases absurdas como "Peace was never an option" o a un señor con la palabra "obvio".
Arthur se levantó discretamente, haciendo sonidos como si fuera a ahogarse, uno pensaría que quería vomitar y sólo unos cuantos voltearon a mirarle. La ceremonia estaba concluyendo y se apresuró a alejarse lo suficiente.
—Arthur, no puedo creer que eso te de tanta risa. ¿Eres de los tipos que mandan imágenes de Tweety* dando los buenos días? C'mon, en serio que te falta conocer el gran mundo de los memes... ¿Oye, estás bien? —se acercó un poco al cuerpo semi arqueado de Arthur, entre preocupado y burlón.
Estaba a punto de poner su mano sobre la espalda del inglés cuando fue sometido salvajemente a un beso apasionado, ahí, detrás de un arreglo floral, al lado de la recepción.
Alfred no era nadie para rechazar el gesto, si eso era una especie de regaño entonces procuraría portarse mal con más empeño, a ver qué pasaba. Como ahora, que Arthur succionaba su labio inferior con tanto ahínco que por el cerebro de Alfred se atravesó unos de sus casuales pensamientos perturbadores. "¿Podría ser que el subconsiente de Arthur le hiciera regresar a sus momentos cuando su madre lo amantaba...?"
Estaba tan inmerso en ideas parecidas que no notó cuando Arthur ya le había desajustado la corbata y colado sus manos dentro de su camisa.
—Arthur...oye, Arthur....— le llamó para comprobar que seguía en sus cinco sentidos, puso sus manos sobre cada hombro del susodicho para tomar un poco de distancia—. No quiero sonar como un matapasiones pero creo que esa señora nos está viendo.
Al terminar de hablar, Arthur se quedó estático y empujó un poco agresivamente a Alfred, que casi cae del impulso. Arthur se fue y él se quedó ahí, sosteniéndose de algo que apareció de repente, se sentía como algo alcochonado...
—¡¿QUÉ HACES TOCÁNDOLE LAS PECHUGAS A MI HERMANA, GRINGO?!
—¿Qué...?—ya con el equilibrio en orden, volteó hacia un lado y, aquello que le salvó de caer era un escote—, Uh...disculpa por-
No terminó de hablar, pues una mano se estampó en su cara, enchuecándole los anteojos.
—No soy una señora, pendejo— dijo con indignación la joven, que parecía ir vestida como mesera, al igual que el tipo que seguía diciéndole cosas que él no se esforzaría en entender.
Ahora que miraba bien, ¿No eran los mismos tipos del juego de Gotcha?
—Alfred, ya terminó la ceremonia, por qué no estás en la mesa... ¿Ve, qué pasa?
Ah, estaba salvado. Pensó, ocultándose detrás del ahora esposo de su amigo.
—Nada, simplemente es Alfred siendo Alfred—interrumpió una cuarta voz, la del alemán —, causando problemas sin siquiera esforzarse. Yo contraté a estos meseros como disculpa por la última vez.
Alfred ni siquiera estaba dispuesto a permanecer más tiempo ahí, se alejó cautelosamente volteando fugazmente sólo para encontrarse con la mirada vengativa del tipo que aparentemente era hermano del escote, es decir, de la chica con la que chocó antes.
Sólo esperaba que no le escupieran a su comida, aunque eso es muy extremo ¿No es cierto?
Apresuradamente fue a buscar la mesa en donde se sentaría e hizo contacto visual con Arthur que ya estaba sentado propiamente, junto a la rana parlante.
—Me pregunto a quién fastidiaste esta vez, mon cherie~
Alfred hizo caso omiso del comentario y se sentó con pesadumbre—, tienes abierta la camisa, por cierto.
Cortesía de Arthur, que le miró con burla al ver cómo se sonrojaba. Quién sabe cuánta gente lo vio así, se acomodó la ropa tan rápido como pudo y le dirigió una mirada afligida a Arthur.
—Tú empezaste siendo un irrespetuoso en la ceremonia, wanker.
Dijo y sin más, la fiesta estaba por comenzar.
El discurso de Feliciano fue épicamente gay, conmovedor, hermoso y muy gay. Por otro lado, su esposo era más que reservado y simplemente agradeció a la gente presente por apoyarlos. Alfred seguía sin entender como era que alguien tan vivaz y descuidado como Feliciano se casaría con alguien que parecía odiar la convivencia y que estaba tan obsesionado con el orden que incluso las mesas habían sido medidas para tener la misma distancia entre ellas. SIMPLEMENTE IMCOMPRENSIBLE.
En fin, todo estaba saliendo bien, la gente comía, bebía, platicaba y bailaba. Incluso había hecho una video llamada con Iván para que no se perdiera la fiesta.
"Esos podríamos ser tu yo, Alf-red, pero le temes al éxito" bromeó con él.
"Aunque eso no sucede en la madre Rusia, da" comentó antes de despedirse, pues estaba a punto de abordar su avión para regresar a su país. Antes se habían despedido, Iván le aseguró que regresaría pronto, y Alfred alegre le dijo que cuando regresaran definitivamente crecería más. Una pena que Alfred fuera inconsciente de la herencia genética de cada país.
—Sigo creyendo que debiste darle una oportunidad a Iván, uno nunca sabe cuándo vas a necesitar la ayuda de un ruso~
—¿No tienes a otro virgen al cuál molestar, rana? Recuerdo que hay una pecera por ahí, tal vez los peces quieran hablar contigo— Arthur interrumpió con voz fastidiada y luego le dio un último sorbo a su bebida. Alfred observando en silencio—, ¿Qué no piensas ir a traerme otro vaso, mocoso?
Alfred observaba atentamente sus manos, pues llegado a este punto había encontrado una hormiga y esta caminaba de un lado a otro mientras él hacía barreras con sus dedos. Un silencio incómodo se formó antes de que su mente lograra funcionar como debía y se diera cuenta.
—¿Me hablas a mi?— preguntó auto señalándose—, pero los meseros pueden hacer eso si se los pides...
—Te lo estoy pidiendo a ti, anda— barrió polvo imaginario con los la mano y entonces Alfred se levantó confuso con un vaso en su mano.
Cuando regresó no había un Arthur al cual entregarle su bebida.
—Siéntate y observa bastardo, es el vals de mi estúpido hermano.
Iba a preguntar por Arthur hasta que después de sentarse y observar, como le había dicho el ahora aparente hermano de Feliciano (y no su clon malvado como había estado pensando), vio que a un costado de la pista de baile estaba Arthur con un violín en las manos y a su lado el profesor de francés sentado frente a un piano que mágicamente había aparecido.
Comenzaron a tocar una vez que en el centro, se abrazaron cariñosamente Feliciano y Ludwig, los recién casados.
Alfred había comenzado mirando a la pareja mientras danzaban al compás lento y armonioso de la música, inmersos en ellos dos solamente, inmortalizando ese momento en sus mentes, mirando a través del otro. Entonces Alfred comprendió, verlos a ellos le encaminó a buscar la mirada de su persona anhelada, de quien deseaba ver a través de él e inmortalizar cada momento que compartían. De nada servía seguir observando a la pareja, ese momento no era suyo.
Arrastró su mirada lentamente hacia Arthur, miró desde abajo, subiendo lentamente, recorriendo cada contorno, apreciando cómo grácilmente movía sus dedos sobre las cuerdas del violín, hasta encontrarse con aquello ojos verdes que también habían buscado encontrarse con él. Era como hablar sin decir nada, incluso a la distancia a la que estaban entre sí, sentía que lo podía decir todo y nada a la vez, era frustrante para él.
No supo cuánto tiempo se estuvieron mirando, sino hasta que escuchó aplausos y se vio obligado a salir de su breve transe.
Arthur regresó a su asiento y ninguno habló. Les comenzaron a servir su respectiva comida, aún quedaba un largo tiempo antes de que la boda acabara.
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El momento favorito de las damas había llegado, ¿el problema? Sólo había una única dama presente, aquella compañera de clase que lo había persuadido para unirse al equipo de natación.
Pasaron unos minutos antes de que Feliciano convenciera a la mitad de los presentes de participar en el lanzamiento del ramo, Alfred amaba las competencias así que no tuvo que pensarlo dos veces. Por otro lado, Arthur prefirió quedarse sentado en su lugar mientras veía el espectáculo, incluso Francis se había animado a participar.
— ¿Estás seguro de esto?, podrías romperte la columna, a tu edad no es buena idea—Alfred consideró gracioso provocar al vejestorio—, además las ranas no se pueden casar, ¡Nahahahahahah!
—Deja que la gente que tiene con quien casarse participe mon cherie~
Alfred frunció la frente, luego buscó a Arthur con la mirada y éste al descubrirlo, se volteó avergonzado.
—Observe.
Feliciano se subió a una silla y de espaldas a la gente, tomó el ramo de flores con ambas manos, ni siquiera contó hasta tres y se abalanzó al mismo tiempo que las flores, siendo atrapado por el alemán y el ramo volando tan lejos que nadie creería que el debilucho italiano lo había lanzado.
Las flores atravesaron el grupo de gente preparada para atraparlas, nadie sería capaz de atraparlas desde su lugar así que comenzaron a correr en dirección a las flores. Lo que Alfred no había notado era que éstas iban dirigidas a Arthur, que cada vez miraba con más y más pánico a la gente rabiosa detrás del ramo.
Pero, el ramo finalmente calló, y por inercia él las atrapó, Sin embargo la estampida de gente no se detuvo y como quien le lanza un hueso a un perro, las volvió a lanzar lejos de él.
Alfred se detuvo frente a él, sonriendo como si acabaran de decirle que ganó la lotería. Miró a Arthur firmemente a los ojos, su sonrisa lentamente disminuyendo pero sin desvanecerse por completo. Él de pie y Arthur sentado, con confusión y quizá nerviosismo en la mirada. Sus corazones latiendo con ímpetu.
Ahora que Alfred pensaba con lucidez, de repente sentía una paz en su interior, dijo como recordando algo con casualidad.
—Arthur, perdón por no habértelo dicho como se debía todo este tiempo.
Arthur no habló, al menos no con palabras. Sus ojos se abrieron más, reflejando un brillo anhelante en su mirada. Alfred se sentó a su lado, acercando sus rostros hasta casi rozar sus narices, sin dejar de mirarse.
—Arthur, por favor sé mi novio— susurró sólo para que ellos dos escucharan, con voz grave y su vez suave, amable y cariñosa.
Arthur no podía apartar la mirada, sus labios temblaban como si no tuviera la suficiente consciencia para hablar, inmerso en la mirada celeste de Alfred.
—¡Ya bésense! —escucharon gritar a algunas personas, aparentemente ese momento no había sido tan discreto y ahora estaban siendo observados.
—Imbécil, no montes un espectáculo...—Arthur finalmente había espabilado y se alejó, sonrojado hasta las orejas por la vergüenza de ser visto en tal momento por tanta gente—, ¿¡Qué miran, metiches!?
Alfred sonrió ladino y suspiró con rendición, se había enamorado de un gruñón penoso. Era adorable si lo pensaba, muy adorable y problemático.
La noche había llegado, la gente había comenzado a irse, sólo quedaban los más cercanos, como era costumbre en las fiestas. Los novios habían desaparecido hacía un par de horas y era más que obvio que no regresarían. Alfred estaba un poco decaído, más no dejó de ser activo y alegre en la pista de baile, bromeando con todos y comiendo bocadillos por montones hasta que sintió que había sido suficiente, incluso había aceptado jugar con shots de tequila y ahora no sabía si estaba flotando o si simplemente el suelo había desaparecido.
Cuando volvió a tener un poco de lucidez, se encontró a sí mismo en un carro junto a Arthur, quien observaba hacia la ventana. Quiso sentirse más cómodo, disimuladamente se dejó caer pesadamente el regazo del inglés, quien dio un brinco por el repentino movimiento del americano. Alfred no dijo nada, sólo se quejó un poco, su estómago dolía.
Arthur posó su mano sobre la cabeza del menor, acariciando cariñoso su cabello, su mejilla. Suspiró, sonriendo, como si aceptara una derrota que de hecho lo hacía admitir hechos que quizá nunca se atrevería a decir en voz alta.
—No tenías que preguntarlo, pero ya que lo hiciste...—susurró, sin dejar de acariciar a Alfred como si fuese un cachorro, creyendo que dormía—, sí quiero, Alfred.
Hubo un momento de silencio, Alfred sentía que su corazón saldría por su boca en cualquier momento.
Y sucedió, aunque no fue su corazón lo que salió.
-THE END-
AH, NO SABEN LO BIEN QUE ME SIENTO AL ACABAR ESTO. Creo que pude hacerlo mejo pero estoy satisfecha, creo JAJA. Ay, perdón si no es lo que esperaban, y gracias por haber apoyado este fic hasta este momento, su final. En serio gracias.
Les deseo salud a todos, y espero que si están pasando por momentos adversos puedan superarlos, todo esto va a pasar, ¡Ánimo!
Sí, recién acabé de escribirlo jajaja. Pero si no aprovechaba este ataque de inspiración quién sabe hasta cuando lo hubiera hecho xd
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