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yoon + kook = 003

003. happy ending

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min yoongi, un hombre casi de treinta años, profesor de literatura y poesía en una escuela media, por lo que siempre lo encontrabas con un libro en manos y sus gafas sobre el punta de su nariz. un hombre que desafortunadamente solo conocía el amor por medio de sus hojas de papel, pues las dos decepciones amorosas que tuvo lo dejaron sin ánimos de buscar una tercera. entonces, lo dejó pasar y ahora no estaba interesado en nadie.

¿un poco triste su vida?

quizá, pero él estaba bien, hacía lo que le gustaba y era libre. aunque había -muchas- veces en las que se ponía a pensar que le gustaría hacer su vida, tener una familia, amar y ser amado; porque no era como que evitara el amor, simplemente éste no llegaba a él, porque tal vez aún no era el momento.

porque yoongi no era como su amigo kim namjoon -un profesor de historia en la misma escuela donde trabajaba-. kim rechazaba y negaba rotundamente que se enamoraría de alguien, porque él solo vivía para su trabajo. y cualquier persona que lo hubiera escuchado, le habría creído, pues lo decía con tanta seguridad que hoy en día a yoongi aún le costaba creer que él, kim namjoon, ahora estuviera casado y esperando a su primera hija.

qué giros daba la vida, ¿cierto?

pero, a decir verdad, yoongi estaba un poco celoso -pero solo un poco-, de ellos y de todas aquellas parejas que luego se encontraba en el parque que frecuentaba, haciéndole recordar la solitaria y triste vida que llevaba. aunque, ¿qué podría hacer él? un hombre que tenía pocos amigos, sin conocimiento ni intenciones del coqueteo y, sobre todo, un poco gruñón con personas desconocidas, además de siempre tener la nariz metida en un libro, sin tener conocimiento de su alrededor.

porque era completamente un desafío para la vida colocarle alguien en frente y que conectaran de aquella forma que yoongi tanto deseaba; porque él creía en el amor, aunque no lo conociera, sabía que existían aquellos finales felices para las personas que encontraban a su pareja perfecta. él quería eso, quería su final feliz, que, aunque fuera tarde o temprano, lo tendría.

y quizá, de verdad que lo tomó desprevenido cuando llegó frente a él, el que sería el amor de su vida, con su mirada parecida a la de bambi, pero con una linda sonrisa similar a la de un conejito. que cuando lo vio, le quitó el aliento.

-¿puedo tomar su orden? -en la pequeña cafetería que siempre frecuentaba, siempre había sido atendido por hoseok -un mesero de ahí- pero ahora -frente a su mesa- se encontraba un chico castaño, alto y de aura cálida.

-y-yo... -se quedó por algunos segundos viendo aquel muchacho, preguntándose si ese no era un sueño. que cuando cayó en cuenta que lo estaba mirando mucho, desvío la mirada, avergonzado-. q-quisiera un americano, gracias.

-bien, un americano. enseguida vuelo -y se fue con una sonrisa, dejando como loco al corazón de yoongi.

min lo vio irse, persiguiendo con su mirada a aquel joven que lo había hecho tartamudear y que por un momento le robó el aliento, preguntándose quién era aquel muchacho de ojos marrones y sonrisa tierna. curiosidad que persistió hasta que de nuevo regresó con su pedido.

-aquí tiene. espero lo disfrute

con una sonrisa le entregó su taza de café a Yoongi, quien seguía embobado, viendo a tan hermoso chico.

pronto el chico son sonrisa de conejito se fue, pero aun así yoongi no fue capaz de apartar la mirada de él, hasta que se dio cuenta que lo que hacía era sumamente extraño de sí mismo y dejó de hacerlo. mejor tomó el libro que comenzó a leer durante esa mañana; orgullo y prejuicio, uno de sus libros favoritos al ser un romántico empedernido desde siempre.

pasó una hora leyendo y tomando su café, aislándose de su alrededor, no notando que el chico que lo atendió anteriormente ahora lo observaba en pequeñas ocasiones. quien parecía cautivado por aquel hombre de lentes y cabello azabache.

sin duda era muy guapo, pero en sí no fue su atractivo lo que le llamó la atención, sino el aura que transmitía. un aura de calidez, seguridad e inteligencia, que sin dudar era muy atrayente.

-jeongguk -el llamado de su abuela -y dueña de la pequeña cafetería-, lo sacó de sus pensamiento-, necesito que me ayudes con algunas cosas en la cocina.

jeongguk asintió, siguiendo a la dulce anciana y viendo por última vez aquella mesa, con aquel hombre con aura atrayente.

por otro lado, yoongi puso un separador dentro del libro antes de cerrarlo y suspirar. leyó cuatro capítulos sin pausa y ya creía que era suficiente por el día de hoy; además de que debería ir a casa y calificar los ensayos de sus alumnos si no quería desvelarse durante toda la noche.

tomó el ultimó trago -frío- de su taza de café, acomodó sus cosas y fue a la caja a pagar. cuando salió del lugar, un pensamiento lo siguió y es que le encantaría poder ver a ese hermoso chico y -quizá- saber su nombre.

los día pasaron y yoongi pudo ir de nuevo a la cafetería hasta el fin de semana, por lo cual encontró el lugar lleno de gente. pero no le tomó importancia, en realidad el bullicio no es algo que le molestara.

tomó asiento en una pequeña mesa al fondo, a un lado de la puerta de servicio donde entraban y salían los meseros con los pedidos. y fue ahí donde de nuevo encontró al chico alto y hermoso de la otra vez. salió de la puerta de servicio con su charola llena de pastel y dos malteadas. lo vio caminar hasta una mesa en el centro de la cafetería donde había una pareja. lo siguió con la mirada, encantándole la bella forma en como sonríe y su delicada forma de caminar.

pronto el hermoso chico se retiró de la mesa de la pareja, pero solo al dar media vuelta se encontró con aquel hombre que en ningún momento ha abandonado sus pensamientos. sus miradas chocaron y un ligero rubor se formó en ambos. yoongi bajó la mirada y fingió que fue por accidente. aunque, en realidad, las miradas no se encuentran por accidente.

jeongguk apretó sus puños y se dio valor, caminó hacía la mesa de aquel hombre y puso en sus labios la mejor sonrisa que pudo dar.

-disculpe -yoongi levantó su mirada y vio al hermoso chico frente a él, provocando que sus piernas temblaran y su corazón se agitara-. ¿ya han tomado su pedido?

yoongi negó con la cabeza y tosió un poco, intentado que la sequedad de su garganta se fuera y no fuera un impedimento al hablar.

-me gustaría un té de durazno y galletas de vainilla -dijo lo primero que pensó, viendo fijamente como el chico frente a él escribía en su pequeña libreta.

-perfecto, en un momento traigo su pedido -jeongguk se despidió con otra linda sonrisa, que provocó otro gran salto al agitado corazón de yoongi.

quien hasta ahora se dio cuenta de lo que pidió; un té de durazno y galletas de vainilla. mierda, sin duda era amor a primera vista lo que tuvo con aquel muchacho, porque no encontraba otra razón como para haber ordenado cosas dulce. ¡yoongi no come cosas dulces!

y entró a una pequeña crisis de si en verdad existía el amor a primera vista, porque -a lo que había leído de sus libros de romance- era una gran posibilidad. atracción y enamoramiento eran cosas muy distintas, pero él sabía que no era simple atracción por aquel joven -y sí, era un chico muy hermoso-; sin embargo, yoongi estaba -casi- completamente seguro de que su afición a verlo iba más allá por su rostro bonito.

suspiró un poco cansado y dirigió su mirada al chico bonito que ahora estaba en otra mesa tomado el pedido. pensó en qué era realmente lo que le llamaba la atención de aquel joven. ¿sus bonitos ojos? ¿su sonrisa? ¿la ternura en su aura? ¡en verdad que no sabía qué era!

pero... aun así, le fascinaría conocerlo, para saber por qué le llamaba tanto la atención.

aportó la mirada cuando se dio cuenta que jeongguk iba hacia su mesa con su pedido. tomó un libro de su bolso y se dispuso a leer, fingiendo no prestar atención cuando el chico puso su pedido en la mesa.

-espero disfrute de su té y galletas.

yoongi levantó la mirada y le sonrió como agradecimiento, tomando desprevenido al chico, ya que se sonrojó y bajó la mirada nervioso. a yoongi le encantó su reacción, pareciéndole de lo más hermosa y dulce.

jeongguk ya no lo pudo ver a causa de la vergüenza y solo le dio una pequeña reverencia antes de irse. caminó hacia la puerta de servicio, pero tomó valor y volvió sus pasos, quedando de nueva cuenta frente a yoongi.

el mayor dejó de tomar de su taza de té y lo vio con curiosidad, pareciéndole un poco irreal el momento.

-disculpe que lo interrumpa, pero... -su voz salió baja y un poco temblorosa, lo cual yoongi notó- ¿podría saber su nombre?

y lo miró con aquellos ojos marrones y brillantes que poseía. yoongi se congeló por un segundo y sintió como el calor subía por sus mejillas.

-yoongi... min yoongi -ambos se miraron fijamente, observando detenidamente el sonrojo contrario.

-jeon jeongguk, un placer -se presentó con una pequeña sonrisa, sintiendo un cosquilleo en su estómago.

-el placer es mío, jeongguk.

ambos sonrieron con sinceridad y se tomaron otros segundos para verse a los ojos, antes de que jeongguk se fuera de nuevo.

yoongi se quedó embobado en su mesa, suspirando como un tonto enamorado y comiendo sus galletas de vainilla, pensando en el bonito jeongguk. porque tal vez, sí fue amor a primera vista.

.

.

.

el tiempo pasó y yoongi no lo desaprovecho en lo absoluto, es más, se puso como meta que, al finalizar el año, jeongguk fuera su novio.

al comienzo, después de saber sus nombres, yoongi tomó la iniciativa de hablar con jeongguk de cualquier cosa, solo con la intención de escuchar su voz. después, se animó por dejarle pequeños obsequios cuando se iba de la cafetería, como flores, poemas que él escribía y sus caramelos favoritos.

casi todos los días pasaba por la cafetería solo con la intención de poder verlo, al menos, un segundo en el día.

por otro lado, jeongguk se sentía cada vez más enamorado de yoongi, pareciéndole el hombre más brillante y romántico del mundo. para él, min yoongi era sin duda, su primer amor, porque al ser un joven de 26 años realmente no tuvo una relación seria con nadie. pero con yoongi, esperaba el tan famoso amor real de los cuentos de hadas.

se han conocido durante siete largos meses, sabiendo ahora sus gustos, pasiones y tristezas. y eran tan compatibles, que ellos mismos se sorprendieron de lo rápido que conectaron entre sí. porque aquellas llamadas durante las noches que se alargaban por horas eran suficientes para saber que nunca se aburrirían del contrario.

como ahora, ambos estaban limpiando las mesas de la cafetería mientras hablaban sobre algunas anécdotas de su niñez. reían mientras acomodaban mesas y sillas, ya que el lugar estaba cerrado y jeongguk fue el encargado de esa noche de limpiar, por lo que yoongi con gusto le ayudó, solo con el fin de estar con el menor.

-¡¿en serio?! -jeongguk dejó de limpiar y se tomó la barriga, riendo tanto que algunas lágrimas cayeron por sus ojos-. no te creo, hyung.

-te digo la verdad -yoongi lo vio de reojo, aun limpiando la mesa-. en serio me caí, pero en ningún momento solté mi helado. y tal vez mi rodilla se raspó y mi cara se golpeó, pero aun llorando, me comí mi helado.

jeongguk de nuevo soltó una gran carcajada y cerró los ojos, teniendo la imagen mental de un yoongi de ocho años cayéndose, pero sosteniendo con fuerza su helado. mientras que yoongi se enternecía con la imagen que tenía en frente, enamorándose cada vez más de la risa del menor.

el mayor sonrió y dejó de limpiar, caminado hasta jeongguk y tomándolo por la cintura, aprovechando que aún tenía sus ojos cerrados. jeongguk se sorprendió por tan repentino toque, pero, aun así -cuando abrió sus ojos-, le sonrió a yoongi, sintiendo el abrazo cada vez más fuerte.

ambos de miraron fijamente por varios segundos, perdiéndose completamente en ellos.

-eres tan hermoso, jeongguk -yoongi subió su mano hasta la mejilla del menor, donde dejó una caricia con su pulgar.

jeongguk se sonrojó con fuerza y desvió la mirada hacia las ventanas del lugar, dándose cuenta de que estaba comenzando a nevar.

-la primera nevada -murmuró para sí mismo, maravillado con que el momento se estaba convirtiendo en algo especial.

yoongi también volteó hacia las ventanas -sin aun quitar su mano del rostro del menor- y observó los copos de nieve caer. ambos se quedaron por un largo tiempo viendo el exterior y dándose cuenta de que quizá era una señal.

-jeongguk...

-yoongi...

hablaron los dos al mismo tiempo, que, al darse cuenta de su coincidencia, se vieron a los ojos y rieron.

-habla tú primero, kookie -dijo con ternura el mayor, volviendo a acariciar su mejilla.

-huh... -pasó un poco de saliva y pensó durante un segundo sus palabras, sintiendo como su corazón se agitaba y sus mejillas adquirían con color más intenso-. lo amo, hyung.

yoongi quedó estupefacto ante la atenta mirada del menor.

-y-yo... -parpadeó un par de veces, sintiendo como su corazón comenzaba a bombear más sangre al mismo tiempo que entendía las palabras de jeongguk-. mierda... yo también te amo, jeongguk.

al menor se le iluminó la mirada y lo primero que atacó fueron los labios del mayor, teniendo así su primer beso. mientras que yoongi lo recibía gustoso y los acercaba más en un abrazo.

el beso fue lento y con muchos sentimientos; ambos sintiendo que hacían lo correcto al juntar sus labios una y otra vez.

pero llegaron a un punto en donde juntaron sus frentes y se miraron con un amor infinito, mientras que los copos de nieve caían.

-jeongguk, ¿me permitirías pasar esta primer nevado contigo, así como las siguientes que vengan?

jeongguk quiso llorar ahí mismo, pero se contuvo y mejor abrazó al mayor por el cuello, afirmando repetidas veces con la cabeza.

yoongi sonrió y abrazó al menor por la cintura, regalándole un beso en la mejilla izquierda, sintiendo en su pecho una tranquilidad y felicidad tan enormes que quería gritar a los cuatro vientos que estaba muy enamorado de jeon jeongguk.

mierda, ahora sí podía decir que conocía el amor y que tendría un final feliz con el amor de su vida.

.

fin :3

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¡he regresadooooooo! ¿me extrañaron?

espero les haya gustado este pequeño one-shot, hecho con la canción de mon laferte <3

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