loveshot
Todos los años Soo era presentado como heredero de la compañía de su padre en el evento de año nuevo. Pero nadie sabía quién era él en realidad, ya que siempre se mostraba con su media máscara en público. Todos esos años siempre se escondía detrás de esa máscara, con miedo a mostrarse ante los ojos de decenas de colegas de su padre.
De alguna forma heredó el lado conservador de su padre, y la gracia de bailarín de su madre a la vez. Soo tenía la habilidad de intimidar con su auténtica seriedad profesional, sin embargo cuando dejaba los trajes y papeles se volvía una versión más encantadora de si mismo. Se volvía accesible y una gran compañía. Sus suaves labios fruncidos no eran más que una mentira a lo que realmente guardaba para sí mismo.
Ese solía ser Soo. Pero desde que que Chanyeol rompió su pequeño corazón, incluso después de que Soo se permitiera abrirse y confiar en el gigante, recordó lo que su padre le advirtió una vez: En los asuntos de la compañía como en la vida no puedes andar confiando a ciegas en los que te venden un buen trato. Esos que estrechan tu mano para cerrar un negocio contigo solo buscan algo de ti, pero recuerda que tu también de ellos. Es un pacto hipócrita, pero justo para que ambas partes obtengan lo que necesitan.
De cierta manera su padre tuvo razón. Soo encontró comodidad en Yeol, creyó encontrar un buen lugar donde depositar sus sentimientos y dejar libres sus emociones. Y él encontró famila en Soo, una persona en que confiar, un cálido lugar al cuál siempre volver. Al final todo salió muy mal y Soo aprendió que su padre estaba en lo cierto a la mala. Sim embargo, su padre no era el único que lo aconsejaba.
Por otro lado, cuando Soo cumplió sus 21 años, su madre lo llevó al jardín y tomándolo de las manos le dijo: Mi pequeño Soosie, ya eres todo un hombre. Ya no sé si podré seguir llamándote Soosie más. ㅡSoo deja escapar una sonrisaㅡ. Aún así lo haré, para mi siempre serás mi niño risueño y alegre. No dejes que la vida dura que llevó y sigue llevando tu padre te consuma a ti también. Tu padre siempre ha sido un gran hombre y nunca me faltó nada, excepto una cosa que dejó pasar con el tiempo. Estaba tan envuelto en sus negocios que dejó de vivir para él mismo y comenzó a vivir para trabajar. Siempre piensa en la vida como tu única gran oportunidad, no la dejes escapar.
Eso fue lo que llevó a su Soo de estar ahogándose en su propio mar de lágrimas, a conocer a Jongin. El impulso lo tomó por sorpresa, fue a beber algo y medio ebrió entró al club nocturno.
Soo seguía siendo el mismo. Pero ahora había comenzado a vivir su vida realmente. En aquel baile de año nuevo se quitó la máscara por primera vez, tanto retórica como literalmente. Bailó nuevamente frente a todos los altos mandos de diferentes empresas, sin pudor y con orgullo de mostrar su pasión por la danza. Mirando a los ojos de su amante cada vez que sus caminos se cruzaban Soo se dejó llevar finalmente y los aplausos del público presente fueron aún mayores que antes.
* * * * *
Como Jongin se volvió dueño de un club nocturno no es un misterio. Se rumoreaba que estaba en quiebra. El una vez millonario Kim Jongin estaba al borde de perderlo todo. Pero en cuanto vio una puerta de escape la tomó sin mirar a atrás. Compró un lugar viejo y en decadencia, para convertirlo en la nueva sensación de la cuadra. Usó todos los recursos que le quedaban y apostó todo a un solo caballo.
Si se preguntan como un millonario pierde todo, la respuesta está en los juegos de azar y las apuestas. Jongin era un ludópata, estaba obsesionado y sumergido por ese deseo de conseguir más y más. Entre trago y trago algo se removía dentro de él, un deseo aún mayor al juego. Un sentimiento de lujuria lo invadía. Dejaba los casinos de renombre por los bares y clubs de segunda. Dejaba de ser un empresario de alta categoría, y con alcohol en las venas se subía al escenario a convertirse en un playboy. Cosa que se le daba muy bien, desnudarse frente a los ojos de desconocidos, dejar que observen su muy bien trabajado pero maltratado cuerpo. Todo eso le daba satisfacción, a la vez que llenaba su copa de ambición y sed de más.
Por la mañana tendría una jaqueca terrible y cientos de miles menos en su cuenta bancaria. Asi fue como poco a poco Jongin se autodestruyó. Cayó en la pobreza y miseria. Pero uno no tiene que quedarse sin dinero necesariamente para llamarse pobre. Él carecía de vida. Era víctima de su arrogancia y se hundía en la tumba que el mismo había cabado.
Para su suerte, las pocas veces que lograba manejar su camino de vuelta a la oficina, era una persona totalmente opuesta. Siempre supo guardar las apariencias dentro de todo. Iba galante, con el traje bien puesto y oliendo a la colonia más cara que el dinero pudiese comprar. Lo más importante: iba sobrio y cuerdo. Fue en una de esas ocasiones que su fiel amigo y socio Kim Jumnyeon le advirtió que se irían a la ruina si continuaba despilfarrando de esa maners. Y en otra oportunidad tiempo después dio por terminada su alianza, y como efecto secundario su amistad de muchos años también. Jumnyeon se alejó y tomó su parte para recuperar los millones que Jongin perdió. No sin antes aconsejar al moreno: Jongin, una vez estuviste en lo alto. Y ¿sabes? Solía admirarte por haber llegado hasta ahí por tu cuenta. Sólo, tú lo hiciste posible, y confío en que lo volverás a hacer. Pero primero tú mismo debes sacarte del abismo donde haz ido a parar.
Sin más, su único amigo se fue. Y en aquel momento Jongin finalmente aceptó que estaba en la ruina. Para un adicto la peor parte no es admitirlo, ni el proceso de desintoxicación que puede hasta llegar ser doloroso físicamente. Ni hablar que la mente ya está destruida para entonces. Lo más difícil es sanar y darse cuenta de todo el daño que ha hecho. Sobre todo a las personas que recibieron las balas perdidas de tus muchos tiroteos. Vivir con ello y hacer todo lo posible para encontrar redención. El tiempo venidero fue muy difícil para un solitario Jongin. Pero finalmente lo logró, resurgió como el ave fénix. Cayó para volver a subir a la cima, solo que esta vez era distinta. Era una que mezclaba sus distintas personalidades. Necesitaba ser fuerte y manejar bien su dinero. Y convivir con su lado más libertino. No podía dejar ni uno ni el otro, por que eso era lo que lo hacía quién era.
En ese momento decidió separar ambos lados, sin realmente dejar uno fuera del otro totalmente. En el escenario sería Kai, un gran bailarín y striptease. Mientras que Jongin manejaría únicamente los negocios del local . Rápidamente ganó popularidad, obtuvo su propio Burlesque y prosperó. Mientras Jongin se hundía nuevamente en dinero, Kai lo hacía en aplausos.
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▪ KYUNGSOO ▪
Corro hacia él como si hubiesen sido años los que separasen nuestro reencuentro, ciertamente fueron apenas menos de dos meses.
Unos pasos más, dos y uno último antes de brincar con todas mis fuerzas. Salgo disparado con los brazos abiertos, mi mejilla derecha impacta en su cálido pecho y lo abrazo tan fuerte que juro que jamás lo volveré a dejar ir por tanto tiempo. Jongin me envuelve y me atrae hacia él doblándose un poco hacia atrás, me levanta y alzo el rostro para verlo fijamente a los ojos, justo en el momento que mis pies vuelven a tocar el suelo. Su sonrisa es contagiosa, es todo lo que necesito. Es exactamente la misma persona que he echado de menos desde la mañana de Año Nuevo, cuando tomó un vuelo al otro lado del mundo.
—Perdóname por hacerte esperar tanto Soo —dice casi susurrando, con una ligera pena en su voz.
—¿Qué son dos meses contra el resto de tiempo que nos queda? —No puedo borrar la sonrisa de mi rostro, y honestamente es sincera, pura y natural. Estoy feliz. Pero por dentro, esos dos meses fueron la mayor condena a la que Jongin me pudo someter. Asquerosos viajes de negocios.
—Como me gustaría plantarte un beso aquí y ahora. —Esta vez si susurró, tanto que casi no lo entendí. Esto es algo aún en lo que ambos estamos trabajando, más aún estando presente en un lugar público con lo es un aeropuerto. No pude resistirme el correr directamente a él cuando lo vi salir de aquellas puertas corredizas. Mis pies tomaron conciencia por sí mismos y mi corazón me jaló en su dirección. Así como la Tierra mantiene en órbita a la Luna, él me atrae con una gravedad tan fuerte que incluso los planetas más pesados quedarían en ridículo.
Eso no quita que aún sigo siendo parte de una gran compañía, su nombre la precede. Un acto pequeño e inocente como lo es un beso entre dos hombres podría enojar no solo a mi padre, si no a todos sus socios. Como me gustaría mandarlos seriamente al diablo.
Nos separamos, dejando un pie de distancia entre nosotros, toma su equipaje, el cual no había notado que dejó caer al atraparme. Apariencias que guardar, es una estupidez, pronto se terminará. La gran pantalla, que muestra los horarios de despegue y aterrizaje, marca que son exactamente las diez y treinta de la noche.
—Dudo que sea lo único en lo que quieres ponerte al día. —Jongin alza una ceja y me lanza un risilla coqueta. Si me preguntasen si pienso antes de hablar, diría que si. Por lo general lo hago, pero en la presencia de Jongin me permito ignorar la razón y actuar por instinto. Me dejo llevar por lo que siento y por lo que quiero. Olvido la educación básica que me dieron por un momento, se siente liberador. Cuando estoy con él, la energía que era drenada por tantas preocupaciones laborales y el estrés de estar siempre a la altura, se detiene. Recupero fuerza y puedo sonreír. Me concentro y puedo sentir la calidez fluir en mi pecho. Puedo enfocarme en correr a la meta y obtener el premio mayor: Tranquilidad.
—Vamos por algo de cenar, tendremos mucho tiempo para ponernos al día. —No tiene idea cuánto lo extrañé, o quizás si y solo se contiene. Es agotador guardar apariencias, por ello debo decirle lo que he estado planeando todo este tiempo que no ha estado a mi lado. Es hora de mostrar al nuevo Soo al mundo.
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Un corazón roto fue todo lo que Soo necesitó para darle un giro a su vida. Darle la vuelta a la pagina y seguir adelante es doloroso. Tenía en una mano, deslizándose entre sus dedos, mil emociones colapsando y luchando la una con la otra. Mientras que en la otra sostenía el corazón de su mejor amigo y la decisión de devolverlo a su dueño o mantenerlo y cuidarlo. Una guerra se libraba en su interior, pero dentro de todo ello un sentimiento sobresalía, ligeramente más fuerte que los otros. Lo llamó cariño, amor, afecto e incluso esperanza.
Rompió el corazón que tenía en una mano y lo devolvió echó añicos. Fue algo que tuve que afrontar solo, después de tanta agonía, decidió que tenía que ponerse a él por encima de todo. Cualquier decisión que tomase iba a tener efectos colaterales, por donde lo viese alguien iba a salir herido. Tuvo que plantearse frente a un espejo, mirarse a los ojos fijamente y decirse así mismo: "esto lo hago por nosotros". Se bebió lo que le quedó en la otra mano a duras penas. La emoción más fuerte, pudo rescatarla, volverla concebir dentro de él y logró que que el sentimiento naciera y viviera nuevamente.
De esta forma Soo sanó y creció. En dos meses hizo más por si mismo que el resto de su vida, y es algo de lo que en realidad no estaba orgulloso. Le tomó tanto dolor poder aceptarlo y cambiar su forma de ver al mundo. Antes era monocromático, apenas si veía el color que rodeaba a cada persona. ¿Cómo podría haber previsto lo que los verdaderos sentimientos de Yeol significarían? No tenía forma de hacerlo. Yeol lo quería, como un amigo podría querer a un hermano. Su corazón palpitaba, pero no latía por Soo. Para alguien que recién está conociendo los colores de la vida, es muy difícil asimilar las pequeñas diferencias y semejanzas. Kyungsoo solo fue víctima de si mismo, de su falta de experiencia.
Un corazón roto fue todo lo que necesitó para abrir los ojos, empezar a ver los colores reales de todo cambió algo en él. Se encendió con un click y finalmente empezó a vivir para si mismo.
Ahora, él es feliz al lado de Jongin. No guarda resentimientos, pero si algunas palabras para el gigante. Hace una semana lo vio por última vez, no pudo decírselo. Le devolvió su roto corazón, pero no fue capaz de pronunciar palabra alguna luego de que Yeol rompiera a llorar. Se dio la vuelta y se marchó del café. Esas palabras siguen atoradas en su garganta. Te perdono, permítete sanar y ser feliz. En otro lugar, en esa mis ciudad, Yeol desea oír esas palabras, el está en medio de su propia guerra.
Muy diferente a la de Soo, Yeol no solo dejó que Soo se enamorara de él para luego romperle el corazón. Algo que aún le pesa y le cuesta arrastrar. Al mismo tiempo le abría las puertas al amor verdadero, a sentimientos honestos y recíprocos. Por un lado no sabía hasta que punto podría llegar con Soo, y su nueva relación con Baek le daba la fuerza para no romper tan frágil corazón sepultado en toneladas de concreto.
Al final lo logró, destrozó a las dos personas que más le importaban. Explotó y comenzó una batalla de proporciones descomunales, Yeol perdió, pero no se rindió. Decidió combatir nuevamente y ofrecer la piezas rotas de su corazón a Baekhyun. Libraría una lucha a la vez, se tendería a los pies de su futuro y rogaría por piedad. Y una vez terminada y con sus heridas cicatrizadas, volvería al campo por el combate pendiente con su pasado.
Kyungsoo es consiente que Yeol nunca quiso hacerle daño, luego de un tiempo lo descifró. El gigante tan solo no sabía cómo evitar dañarlo cuando supiera la verdad, aún así, sin quererlo, aquello aconteció. Ahora ese dolor son rocas en el fondo de un profundo océano. Perdidas e irreconocibles. En la superficie Soo navega con su amado en bote hacia el atardecer.
—Vamos, tengo mucha hambre. —Soo sale de sus pensamientos y regresa al presente, al aquí y el ahora.
Jongin se cuelga la mochila que había dejado caer al hombro, y coge la maleta que trajo con él por la manija. Al mismo tiempo, Soo se pone a su lado e intenta tomar la maleta de igual forma para ayudarlo. Sus dedos meñiques se juntan por un segundo, y una corriente es enviada al corazón de cada uno. Kyungsoo finalmente retira su mano y Jongin toma la maleta para arrastrarla de vuelta a casa.
—Yo me encargo Soo, tú solo camina a mi lado y ponme al día. ¿Qué haz hecho durante mi ausencia?
* * * * *
—Soo, es increíble. ¡Eres increíble! —Acto seguido Jongin se levanta de su asiento y se sienta en la butaca al lado de Soo.— Entonces, ¿está bien si hago esto ahora?
Son exactamente las once y dos minutos, cuando, Jongin lo besa. A Soo lo toma por sorpresa, si bien están dentro de un restaurante y las butacas casi impiden que cualquiera los observe, aún siguen en un lugar público. Soo coloca las manos en el cuello de la camisa de Jongin, con la intención de alejarlo. La mirada de Jongin se enciende, sus ojos brillan e iluminan los de Kyungsoo. Sus puños se cierran en la tela y aprietan, quiere hacerlo para atrás, pero no puede. Hasta ahí llega, la acción se queda en intención y no puede hacer más que disfrutar del dulce sabor de Jongin. Es tierno y seductor, no lo presiona ni fuerza. Los labios suaves como duraznos y carnosos de Kyungsoo rozan con los gruesos y fuertes de Jongin. Se desean, si por ellos fuera, se despojarían de sus prendas ahí mismo y lo harían sobre la mesa. Es lo que está imaginando justamente Soo en este momento, su mente se vuelve salvaje cuando su piel está en contacto con la del moreno.
Se separan y recuperan el aliento, Jongin le da un fuerte abrazo antes de volver a su lugar previo al otro lado de la mesa. —Eres un atrevido Kim Jongin —dice Soo, simulando estar enojado.
—Me aseguré que nadie nos vea, es lunes por la noche. Además, ¿por qué crees que te traje aquí? No podía aguantar un segundo más de tenerte cerca y no besarte. —Soo se sonroja, cosa que usualmente no sucede.
—Eres todo un Romeo.
—Él único e indicado.
Continúan charlando, comiendo y riendo. Kyungsoo le cuenta todo sobre sus planes, como planea tomar todo lo que ha ahorrado estos años e invertirlo en su futuro. Jongin creyó haber oído mal, y estaba preocupado por que Soo arruinase su vida, aún más por que creía que lo haría por culpa de él. Pero cuando Kyungsoo continuó y le contó con emoción todo lo que había estado haciendo estas semanas, no pudo evitar sentirse feliz por él. Dejó sus preocupaciones de lado y escuchó atentamente cada palabra de la persona que lo había cautivado como ninguna otra. Incluso cuando Kyungsoo le volvió a repetir que renunciaría a heredar la compañía de su padre, que renunciaría a seguir trabajando para él, dejó de sentir miedo.
Se había visto a él mismo en el lugar de Soo, Sin nada ni nadie que lo respalde, empezando de cero. Pero las circunstancias eran diferente. Soo no estaba en la quiebra, tampoco estaba solo ni hundido en la miseria, él era la persona más visionaria que pudo haber conocido. Kuyngsoo es centrado, organizado y sabe lo que quiere, cuando es así va por ello sin miedo al fracaso. Y eso es algo que de lo cuál Jongin recién está aprendiendo sobre su compañero.
Kyungsoo le contó cómo dejaría todo atrás e iniciaría su propia academia de baile. No era un secreto para su familia las clases en institutos de arte, e incluso el rol que tomó en Bellas Artes durante su estadía en Nueva York ya hace años. Lo que era sabido dentro de su círculo más íntimo, cualquier persona externa lo ignoraba. Así que Soo no era nuevo en esto, sabe lo que hace y cómo llevarlo acabo. Llevaba unos años fantaseando, permitiéndose imaginar un universo alterno, donde deja los trajes y papeleo, por la libertad que siente al pararse en un escenario.
Kyungsoo no deja ningún detalle fuera, le cuenta sus sueños y abre su corazón al moreno. Y quizás él no pueda sentirlo en ese momento, pero un fuego muy difícil de apagar arde dentro de Jongin justo ahora. Ya para el final de la velada, no pueden evitar tomarse de las manos sobre la mesa, sus dedos se entrelazan y lazo rojo que los une los ata definitivamente a sus corazones. Se dese lo mejor el uno al otro y prometen que este será el primero de muchos recuerdos que compartirán juntos.
* * * * *
—Buenos días, mi valentín.
Kyungsoo parpadea. Los párpados aún los siente pesados y en su lagrimal algo le escuece. Se arrastra por las sábanas y reposa su mejilla sobre le pectoral desnudó de Jongin. Uno de su brazos permanece a su lado y el otro lo cruza alrededor de la cintura de su amante. Suelta un quejido y se acomoda para seguir durmiendo. Después de todo, fue una noche muy larga junto a Jongin, no era de esperarse menos luego de tanto tiempo. Sus cuerpos se extrañaban tanto como sus corazones lo hacían.
El moreno juguetea con el cabello de Soo entre sus dedos. Es de un negro no muy oscuro, sedoso y lo suficientemente largo para darle la vuelta a su dedo índice. Traza y recorre un camino con su dedos por la espalda de Soo. Su piel no es perfecta; tiene una marca de nacimiento, una cicatriz y no es tan tersa como su rostro. Sus manos están caliente, sus dedos son delgados y casi frágiles; aunque en realidad no hay nada frágil en Do Kyungsoo.
—¿Qué hora es? — pregunta Soo, aún adormilado y con el rostro hundido en el pecho de Jongin.
—Casi las diez de la mañana del catorce de Febrero.
Como por instinto, Soo pega un salto y se sienta al lado de Jongin, con el cabello hecho una maraña y las sábanas enredadas en sus piernas.—Mi padre me va a matar.
—Creo que ya me haz concedido el honor a mi— dice el moreno entre risas.
—Tú —le responde Soo, colocando una mano sobre el pecho y corazón de Jongin—, me vas a matar, pero de un infarto. —Ambos sonríen. Soo recorre el camino del pectoral a la boca, trazando con un dedo, acariciando con sus yemas el cuello y terminando en la comisura de sus labios. Toma entre sus manos el rostro de su amado, en dos movimientos se posa sobre él, pasando una pierna sobre su cadera y lo besa, fuertemente presionando sus labios y frotando su cuerpo con el del moreno. —Pero mi padre, literalmente va a matarme, se supone que la presentación con los inversionistas Europeos es en treinta minutos.
Soo rodea a Jongin con sus brazos, sosteniéndose de él para no caerse, mientras Jongin se acomoda y lo sostiene por los muslos; levantando su cuerpo e irguiendo su espalda.— Bueno, dile que estabas en tu propia presentación con un inversionista coreano. Muy interesado, por cierto. —Vuelven a reír. La felicidad genuina que les provoca la calidez del otro es algo que siempre van a disfrutar. Pero el amor que empieza a nacer dentro de sus corazones, es algo con lo que van a aprender a vivir a partir de ahora. Conocer a alguien, que una vez fue un completo extraño, y dejarlo entrar de pronto en tu mundo es difícil. El sentimiento podrá cambiar y transformase con el tiempo, pero mantendrá su núcleo. Al final, se abrirá paso y caminarán juntos de la mano por la misma senda.
—Jongin —Soo sabe que quizás se esté precipitando en este momento, pero no puede evitarlo. Es lo que siente justo ahora, es real y está aquí—, puede que sea muy pronto para decir esto, y hasta quizás exagerado, pero creo que me estoy enamorando de ti. —Acto seguido Soo cierra los ojos, respira profundamente y desea no despertar de este sueño.
—Do Kyungsoo. —Jongin sopla en su rostro, provocando que Soo abra mucho los ojos y lo mire atentamente. Soo lo puede ver, tan claro como un día soleado. No es un sueño, no tiene por qué despertar. Jongin roza sus labios y posa un tierno beso en él—. Temo que yo ya me he enamorado de ti.
—Feliz día de San Valentín a nosotros. —Responde Soo, seguido con un beso en la frente del moreno.
Las palabras sobran, se besan y acarician. Jongin lo sostiene fuertemente mientras le hace el amor. Kyungsoo se aferra a sus sentimientos y susurra al oído de Jongin su nombre, pidiéndole que no se detenga. Que este sueño nunca termine.
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