Capítulo XV: Sueños
Flashback.
A Chaeyoung no le pareció raro despertar más temprano de lo habitual, llevaba haciéndolo por los últimos cuatro días. Ni oír los ruidos en la cocina en plena madrugada por los movimientos de ollas, la heladera o sonidos que sus hijos no debían escuchar. Mucho menos se extrañó del desorden que cambiaba a su living y que ya le hacía imaginar los gritos de Mina imponiendo orden.
Lo que llamó la atención de Chaeyoung fue ver a su mejor amiga sentada frente a ella, por más de media hora, sin articular palabra. Ella estaba desayunando tranquila, luego de cortar unas frutas y sostenía a Jeonghan, ayudándolo con su biberón y acomodado en sus piernas. Era cuestión de minutos para que el resto abandonara las camas y se sumaran a ellas, por lo que decidió beber algo de su licuado antes de preguntarle.
— Dahyun —murmuró pero la coreana continuaba con la cabeza entre sus manos, preocupada y con sus ojos los abiertos en demostración a ello. Ella y Tzuyu, junto a su hija Sooyoung, llevaban desde el fin de semana en su casa, como un adelanto a las vacaciones que tomarían luego las dos familias juntas. Y era raro, más de lo habitual, ver a Dahyun en ese estado, alejada, distante y que no soltara palabras— Dahyun ¿estás bien?
La coreana parpadeó, removiéndose apenas y finalmente alejó sus brazos de la mesa para mirarla. Chaeyoung movió su cabeza, esperando una explicación pero su mejor amiga se hundió contra la silla, lanzando un suspiro de angustia.
— ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? —Dahyun negó ligeramente, preocupada y mordiendo su labio con nervios— ¿dormiste mal?
— Tengo que contarte algo —Chaeyoung juntó las cejas. Su tono de voz era extraño, serio pero le generaba algo de diversión— y...es grave. Debes prometerme que no te molestarás.
— ¿Tuviste sexo con Tzuyu y alguno de mis hijos te vió?
— ¿Qué? ¡No! Nada de eso. Es decir, sí tuvimos sexo con Tzu pero nadie nos vió...creo. Como sea ¿vas a escucharme?
— No me has contado nada aún —Dahyun se irguió, regresando contra la mesa y arrastró la silla más hacia ella. Chaeyoung la siguió con la vista, las dos manos de su amiga atraparon la suya y la palmeó suavemente— ¿qué te pasa?
— ¿No te molestarás?
— Estás asustándome.
— ¿No te molestarás? —Chaeyoung negó apenas, una vez y Dahyun juntó aire, inflando su pecho y arrojándolo antes de continuar— Mina y yo nos besamos. Te engañamos —Permanecieron en silencio, unos segundos pero ningún tipo de tensión se generó. Sin embargo ella deslizó su mano y la alejó, acomodándola sobre el biberón de su hijo que estaba terminando su leche.
— Mina y Tzuyu, quizá, podría ser porque se llevan muy bien, parecen mejores amigas ¿pero tú y ella? ¿de qué estás hablando?
— Anoche, bueno, en realidad a la madrugada —Chaeyoung movió sus ojos hacia todos lados, intentando recordar en qué momento Mina dejó la cama y luego la habitación. Pero nunca lo hacía. La rubia solo la abandonaba si alguno de sus hijos la necesitaba. Nada más.
— ¿En la madrugada? —Dahyun cerró los ojos y asintió.
— Yo estaba bajando las escaleras y ella estaba aquí, tomando algo de agua y simplemente sucedió. La abracé, Chaeyoung, la abracé tan fuerte que la golpeé contra la mesada —la castaña observó el mueble, donde tantas otras veces había atrapado a su esposa para arrebatarle caricias y recordó cuán alto jadeaba Mina cuando la aprisionaba allí― y la toqué y no se opuso y...no sé como pasó pero pasó y todo continuó.
— ¿Continuó? ¿Continuó cómo? ¿Tuvieron sexo? &Dahyun alzó los hombros y gesticuló con sus manos, confundida y curvando sus labios hacia abajo.
— No lo recuerdo porque en ese momento desperté. Pero demonios, Chaeyoung fue el sueño más raro que tuve en mi jodida vida. Y luego tuve sexo con Tzu, como te lo dije porque necesitaba sacarme esa imagen de la cabeza —y ahora reía. Chaeyoung reía y ella la empujó por uno de sus hombros, imitándola y volviendo a pinchar el tenedor en un trozo de manzana. Lo llevó a su boca y, tras tragarlo, señaló a su amiga por más cuestionamiento.
— ¿Soñaste con mi esposa? —La coreana exageró un escalofrió y llevó un dedo a su boca, en señal de que vomitaría eres una idiota.
— Es decir, es Mina ¿por qué no la golpeé fuerte en el rostro antes de besarla?
— Si la hubieses golpeado, estaría golpeándote yo misma justo ahora.
— Eres una exagerada... ¿de verdad crees que entre ella y Tzu hay una buena química? —Chaeyoung alzó los hombros.
— Se llevan bien y me gusta verla así, como ella me ve contigo.
— Sí, a Tzu le hace bien tener sus salidas y comprar cosas para los niños —Agregó, señalando velozmente a Jeonghan, que observaba a su madre con una sonrisa y fascinación cual fan a su ídolo. Chaeyoung bajó la vista y arrugó su nariz, haciéndolo reír y voltear avergonzado— pero definitivamente no tienen la química como con nosotras. tzu no tiene con nadie lo que tiene conmigo —la castaña resopló, divertida y asintiendo al mirarla.
— Ni Mina con alguien más. Somos como la pareja con más piel, puedo jurártelo.
— ¿Qué? ¿Con más piel? —Dahyun rió con ironía— por favor Chae the pooh, Tzu y yo tenemos sexo cuatro veces al día —Chaeyoung carraspeó al instante y su semblante serio regresó.
— No te gustaría saber cuántas Mina y yo. Nos vemos y es como si nos dijéramos, sí, vamos a nuestro cuarto, quiero sexo por unos minutos. Todo el tiempo.
— No es cierto —aseguró Dahyun— ¿desde cuándo te gusta tanto el sexo a ti?
— Desde que estoy casada con ella. O antes. Pero por ella, básicamente. Tzuyu y tú no podrían superarnos. Nunca la desafio, de reojo y Dahyun emitió un sonido de sorpresa, incrédula frente a esas palabras.
— ¿Cuándo salimos de vacaciones? ¿El fin de semana?
— El viernes.
— Bien, tenemos un poco más de dos días aún en tu casa —comenzó la coreana con la voz competitiva y poniéndose de pie — ¿quieres probarlo? ¿probar que soy mejor en la cama que tú?
— ¿Qué? Por supuesto que no, te dejaría en ridículo.
— Ya, cierra la boca ¿O acaso tienes miedo?
— Nunca tengo miedo si de tener sexo con mi esposa se trata. Bueno, solo a incendiar la casa &Chaeyoung alzó el mentón, satisfecha cuando la oyó gruñir entre dientes— ¿qué propones?
— Anotaremos las veces que hemos oído la pareja de la otra gemir. A menos que Mina se masturbe, eso sería trampa.
— ¿Estando casada conmigo? ¡Por favor! Solo debe llamarme y nuestra cama temblará por miedo a romperse.
— Bien, tenemos hasta el viernes, antes de partir a la playa ¿es un trato? —Chaeyoung estiró su brazo y sus manos se estrecharon, como en el Instituto, cuando Dahyun competía con su equipo de porrista y ella con el club de música que en realidad nunca le prestaba atención. Solo se le obligaba a asistir pero sonrió, porque terminaría ganándole como en el último año, antes de la graduación.
— Es un trato.
— ¿Qué cosa es un trato? —con su voz adormilada, Mina ingresó con su cabello despeinado, su corto pijama y Dahyun alzó el pulgar cuando pasó a su lado. Chaeyoung le enseñó el dedo medio y cargó a Jeonghan para abandonar la silla y caminar hacia la rubia.
— Si, justo ahí fue anoche, Myoui —la señaló la coreana, donde Mina descansaba para tomar un vaso de agua. La rubia la miró confundida y Dahyun le alzó ambas cejas, sugestiva antes de desaparecer escaleras arriba.
— ¿De qué habla?
— Nada, ya sabes que solo le gusta molestar —aseguró pegándose a ella y besándola rápidamente— Buen día.
— Hoy sí que es buen día —Sonrió Mina, antes de morderse el labio al recordar lo ocurrido la noche anterior en la ducha— creo que aún me duelen las piernas. Me duelen, en realidad.
— ¿Quieres un masaje?
— Pero como los que suelo darte. A cuerpo completo.
— Y todo lo que quieras —murmuró roncamente, intentando estirarse a su cuello cuando Jeonghan las separó y fue él quien abrazó su delgado y pálido cuello. Así como Heejin no se despegaba de Sana cuando era pequeña, Jeonghan lo hacía ahora con Chaeyoung, acaparando su tiempo y llamando su atención a su gusto.
— ¿Tú sabías que mamá es mía, hijo? —preguntó la rubia y el pequeño rubio se aferró más a Chaeyoung, negando bajo su mentón y cerrando sus ojos en tranquilidad— pues lo es.
— No —Insistió él y, a pesar de que sabía decir algunas otras palabras, optó por permanecer en silencio.
— Entre otras cosas, tengo un reclamo por hacerte —Continuó la rubia— o bueno, a tus amigas ¿Las has oído anoche? No paran de tener relaciones y no sé cuánto más Heejin pueda dormir con algodón en sus oídos.
— No, no las he oído, Mina —mintió— porque tus gemidos son más fuertes que los de ellas —la rubia se sonrojó pero sonrió, tomándola de su camiseta y jalándola para besarla— de verdad —susurró, tirando de su labio inferior— anoche, bajo la ducha caliente y tú contra la pared...tenemos que repetirlo...ahora.
— ¿Ahora? —Chaeyoung se separó y volteó, mostrándole a Jeonghan dormido abrazado a ella— déjalo en su cama. Te espero en nuestro cuarto.
Chaeyoung sonrió de medio lado, al verla subir casi a trote y deseó que Dahyun estuviese en su cuarto, pegado al de ellas para oírlo todo.
Y comenzar a perder su infantil trato.
11 a 10 iba el tablero y ella no iba a dejarlo como resultado final. En cinco horas saldrían de viaje, todos y para eso entonces debía dar vuelta los números si quería ganar. Debía admitirlo, Dahyun era una contrincante difícil de vencer pero no iba a bajar los brazos.
Así que terminando de bañar a su hijo, puso manos a la obra. Mina volvería de su caminata junto a c y sabía, por mucho que no lo acostumbraran, que a su esposa le gustaba verla ejercitarse también. Por lo que se colocó un pantalón deportivo, un top color negro y sacudió su cabello aún con sus manos húmedas.
Desde el centro de la cama, Jeonghan la observaba prepararse frente al espejo y ella volteó a verlo, pretendiendo acercarse cuando la puerta se abrió.
— Necesito que la cuides —como un rayo, Dahyun ingresó con Sooyoung en brazos y la dejó lejos del pequeño, en otra punta de la cama.
— ¿Qué? No, no puedo ahora.
— Pues Tzu está por llegar y tendremos sexo mientras nos duchamos. Y tus hijos andan de calenturientos en la piscina. Por cierto, la novia de Beom-gyu, esa chiquita parece una modelo.
— Cállate, Dahyun, podría ser tu hija —pero la coreana no la oía, estaba dejándose tocar el rostro por su pequeña de dos años, que la miraba y le respondía con caricias a los gestos que le hacía— Como sea, no puedo cuidarlos ahora. Llevaré a Jeonghan con Olivia, abajo.
— Hasta luego, morena —fue lo único que oyó luego de que Dahyun dejara la habitación y con Sooyoung intentando ponerse de pie y caminar hacia Jeonghan luego.
Chaeyoung los observó, uno frente al otro y oyéndolos reír sin siquiera decirse algo. Jeonghan tocaba el moño en la cinta que atrapaba el cabello de la pequeña y ella jugaba con los abrojos de las zapatillas del niño.
Se miraban, reían y continuaban jugando como si lo hicieran a diario.
Rascó su cabeza y oyó la puerta principal abrirse. Y recordó el por qué de estar esperando a la rubia.
— Bajaré solo unos segundos-les dijo y ambos niños la miraron un momento —Nada de más risitas ni jueguitos— ¿de acuerdo? Voy por Mina y regresamos, los estoy cuidando eh.
Dejó la puerta abierta y corrió escaleras abajo, deteniéndose bruscamente cuando solo vió a Chaeyoung y aprisionada en el sillón por una desesperada Dahyun.
— ¿Y Mina? —preguntó pero no recibió respuesta— ¿Dónde está Mina está sola arriba, Tzu —Escondió una risa, tras oír el cuerpo de Dahyun caer al piso y se encaminó a la puerta. Aún con el picaporte en mano, volteó y le sonrió con burla a la coreana, mientras la rubia desaparecía en el segundo piso.
— 15 a 10...Felicidades, Son —Chaeyoung gesticuló orgullosa, recibiendo un trozo de papel que Dahyun le tendía con los números que ambas acordaron.
Tras salir en busca de Sana horas atrás, la encontró hablando cómodamente con Yuta, el joven vecino que odiaba ver cerca de su esposa porque siempre le coqueteaba sin vergüenza ni pudor. Y estaban de acuerdo con Mina que, alguna de las dos celosas, era el momento justo para tener sexo, porque todo se expandía más. Mucho más placentero.
Llegó a ella y la besó frente a él, con violencia y hambre que sació minutos después, ambas en sus cuartos porque Tzuyu jugaba con los niños en el living. Desde allí que no habían salido hasta ahora, que dejaban la casa para comenzar las vacaciones familiares.
— ¿Qué es eso? —le preguntó Mina parándose a su lado.
— Una prueba más de que no hay pareja más insuperable que nosotras ―aseguró sacudiendo el papel.
— No entiendo... ¡Olivia debes desinflar ese salvavidas!
— ¿Notaste que estos días estuvimos más pasional que nunca? —La rubia la miró dubitativa y negó ligeramente exacto, porque no hay días límites para nosotras. Si queremos sexo, lo tenemos. Todo el tiempo.
— ¿Has estado bebiendo, mi amor? —Chaeyoung la abrazó, estrechándola contra ella y ambas vieron desde allí, bajo la puerta de su casa, a sus hijos esperarlas dentro del coche. Olivia, desde el auto de Dahyun y Tzuyu, incluso las miraba expectantes.
— No. Solo son parte de mis sueños diarios.
— ¿Y estoy en ellos?
— Siempre. Siempre estás en ellos, Mina —Inclinándose suavemente, la besó otra vez y abrió su boca cuando la mano de zy su esposa atrapó su nuca. Sus lenguas, juntas y exaltadas, hicieron gemir a la otra cuando una bocina se oyó a lo lejos.
— Por cierto —murmuró la rubia contra su frente— estuve hablando con Tzuyu y...ella cree que con Dahyun son como la pareja más fogosa... ¿te molestaría que le demostremos lo contrario? —rió, divertida y volvió a unir sus labios.
— Para nada.
Ocho años no pasan rápido, ni lento. Ocho años simplemente pasan y, si la cotidianeidad para nada hace valer su nombre, entonces pueden pasar otros ocho más. Y transformarse en dieciséis, veinte. En mucho tiempo, que no notas si se viven a la par de los ocho primeros, cuando comenzó el conteo.
Mina pasó el plumero por la fotografía que llevaba mirando y sonrió, acostumbrada a hacerlo porque recordaba cómo se plasmó allí y de esa manera, con toda su familia en ella.
Estaba por tomar el portarretratos cuando el reloj del living sonó, tras llegar a la hora en punto y recordó que Heejin llevaba encerrada en su cuarto por casi 45 minutos y debía estar rumbo a la clínica ya.
Era la segunda consulta en esa semana y a Mina no debió sorprenderle. Heejin estaba asistiendo con mayor insistencia a su doctora aún cuando no había necesidad. Con un último repaso al mueble, lo abandonó y caminó hasta las escaleras.
— ¡Heejin! —la llamó desde el primer escalón se te hace tarde, baja ya—sin embargo no recibió respuesta. Suspiró, cansada y se tomó del barandal. Avanzó apenas dos pasos cuando debió detenerse, bruscamente y abrir su boca sorprendida.
Su hija se acercaba, se había parado a unos metros frente a ella pero ya no lucía como dos horas atrás. Llevaba su jean, sí, su camisa enrollada a su delgada cintura y sus zapatillas sin acordonar. Pero su largo y lacio cabello castaño, ya no era largo. Cortado como cuando conoció a Tzuyu, Heejin enredó una mano en el y lo sacudió. Exactamente de la misma forma como la mejor amiga de su madre lo hacía.
Mina retrocedió un paso y su hija le sonrió, bajando un poco más hasta tenerla cerca.
— ¿Qué tal me veo?
— Heejin qué...tu cabello... ¿por qué lo has cortado?
— Porque cuando cumpliera los 15, ustedes me habían dado permiso a hacerlo.
— Sí pero...pero, hija no...
— Me gusta como se ve. Debo irme mamá, debería estar en la clínica ya.
— Heejin —La detuvo ella por el brazo. Conocía esa felicidad que siempre la invadía cuando de cumplir los turnos médicos se trataba. Después de todo, Giselle era su doctora y nada había cambiado estaré controlándote el tiempo. En menos de una hora te quiero aquí.
— Claro —le dejó un besó en la mejilla y luego oyó la puerta.
— Y si no regresa, iré por ella —Mina terminó de subir las escaleras, tras oír a Chaeyoung y abrazó su cader— no puedo creer que insista aún con Giselle.
— Pues le gusta...no quiero pensar en eso ahora ¿has visto su cabello?
— Ajá. Pero me gusta como lo dejó. Es algo del gen Son, parece.
— ¿Cortarlo?
— No. Ser irresistible e insistente —Mina se separó, para mirarla a los ojos y alzó ambas cejas por favor, superé los 40 y aún parezco menor ¿o lo niegas?
— Eres una engreída.
— Pero no miento...de hecho, estaba pensando. Ahora que Beom-gyu y Olivia ya no viven aquí ¿por qué nuestros encuentros han disminuido?
— ¿Te refieres a tener sexo una vez al día? —ironizó y Chaeyoung sonrió, pegándola a ella y besándola sin espera.
Besar a la misma persona, a través de los años, se sentía como esa gravedad que te rodea cuando en tus sueños corres, estiras tus brazos y nunca llegas a destino. Como si en realidad, nada pasara, nada avanzara y necesitas despertar para que todo acabe.
Pero, si de eso se trataba, si de estar en sueños con Chaeyoung era su realidad, esta vez no abriría los ojos. No despertaría ni esfumaría todo con un parpadeo.
Cuatro hijos y casadas por años, no iban a desaparecer nunca porque no era un sueño. No de esa clase de sueños en la que debes despertar.
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