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Capítulo X: Lo que tú quieras

Lo habían organizado todo. Mina y ella habían preparado una cena distinta, exclusiva. Personal. En unos minutos, sus dos hijos atravesarían la puerta y, mientras comían animadamente y le comentaban de sus vacaciones, ellas le dirían la nueva noticia.

Olivia ya estaba en casa de Giselle y las llamó por teléfono minutos atrás, para pedirle si su amiga podía llevarla a casa. Le cedieron el permiso y lo mismo pasaría con Beom-gyu, que estaba terminando de ingresar a la ciudad en la camioneta de su abuelo.

Mina estaba terminando de ordenar detalles en la mesa, como una innecesaria, para ella, vela en el centro y un pequeño y delgado florero a su lado. Quería que todo se viera especial, porque quería hacer sentir especial a sus hijos a pesar de que estaban esperando otro ahora. No quería que ninguno se sintiera excluido y, por el contrario, quería los tres participaran por igual en esta nueva etapa.

Chaeyoung la vió moverse nerviosa, entre la cocina de un lado a otro. Abriendo la puerta del horno, destapando la olla y abriendo la heladera para controlar que nada le pasara al preciado postre por el que había trabajado parte de la tarde. Se cruzó de brazos, echándose contra la pared y rió, oyéndola quejarse por una botella que no encontraba.

— Está todo bien, Mina. Cálmate. Lo has hecho perfecto.

— ¿Haz visto la botella que mi padre nos regaló el año pasado?

— ¿Cuál? —Mina se detuvo y la fulminó con la mirada.

— Solo nos ha regalado una ¿ya lo olvidaste?

— Oh, si, si, cierto. Esa... ¿has buscado en...

— He buscado en cada rincón, Chaeyoung, no me ayudas. Ve a ver si Heejin necesita algo —Rodó los ojos, sin sorprenderse de los arranques de su esposa y se impulsó caminó a la escalera.

— ¿Heejin? —la llamó, tomada del barandal y subiendo los escalones—  Heejin ¿dónde estás?

— ¡Aquí! —estaba yendo al final del pasillo, tras los cuartos pero regresó al oírla en el de ella. Abrió la puerta y continuó llamándola, al no verla dentro en el baño, ma.

— ¿Qué haces aquí? ¿Necesitas que te ayude?

— No, ya hice —la cortó con un gesto de superioridad y abandonando el baño, mientras intentaba acomodar su pantalón. Chaeyoung la siguió con la mirada y la vió detenerse frente a la cama, refunfuñando porque no podía subir la cremallera y terminaba agarrándola con la camiseta— ¡esto está roto!

— No, Heejin, no lo estás haciendo bien —Se acercó a ella, hasta agacharse a su altura y acomodó prolijamente la camiseta fuera del pantalón. Cerró su botón y luego subió el cierre, con el mayor de los cuidados y la vió sonreír— ¿lo ves? Pero tienes que tener cuidado, a veces puedes agarrarte un dedo.

— ¿Y me dolerá?

— Mucho, hija.

— Ah ¿ma?

— ¿Qué sucede?

— ¿Tengo que agarrar...eso cuando vaya al baño?b—Le preguntó, señalando con su dedo hacia abajo, su entrepierna. Chaeyoung se mordió la mejilla interna, era Mina la que solía explicarles las cosas y enseñarles otra. No por que ella no quisiera o pudiera, simplemente porque creía que su esposa lo hacía mejor. Rascó tras su oreja, pensativa y gesticuló de la misma manera.

— Bueno, sí, cariño o podrías mojarte la ropa ¿te molesta? —Heejin negó como si de un juego se tratara, como cuando le preguntan a un niño si ese juguete les gusta y no dudan en responder con sinceridad— ¿entonces por qué lo preguntas? ¿te duele?

— No, pero a veces moja mis dedos —Chaeyoung tomó sus manos, palpándolas con la suya y confirmó esas palabras.

Eso es porque luego debes lavarte las manos. Mamá te lo dice siempre.

— No, mami las lava.

— Mami hace el trabajo por ti ¿eh? Eso es trampa, pero no importa. Mamá te las lavará ahora. Ven aquí —la tomó bajo sus axilas y la cargó entre sus brazos, caminando hacia el baño y sentándola un momento en el lavabo.

— Quiero pañales.

— ¿De vuelta? Ya estás grande para los pañales.

— ¿Y el biberón? —Chaeyoung rió, mientras terminaba de formar espuma entre los dedos de su hija.

— Tampoco, eso es para los más pequeños. Tú ya estás yendo al preescolar, Heejin. Eres toda una niña grande.

— ¿Grande? —preguntó, ilusionada y ella la vió de reojo.

Claro, ya no eres una pequeña que necesita de mamá todo el tiempo. Ahora puedes hacer ciertas cosas por ti misma.

— ¿Cuáles?

— Mmm, no sé ¿qué te gustaría hacer?

— ¡Vacaciones!

— ¿Quieres vacaciones como tus hermanos? —le preguntó confundida, tomando una toalla y secando sus manos. Heejin asintió— ¿todos juntos?

— ¡Sí! Lejos, en el lago del abuelo.

— ¿Quieres ir a nadar? —continuó, cargándola nuevamente y apagando la luz para abandonar el baño.

— Si, mucho.

— Lo hablaremos con mamá, aún tenemos tiempo. Las vacaciones recién comienzan —cerró la puerta de su cuarto y, mientras bajaba las escaleras, oyó dos bocinazos fuera.

— Llegaron —le dijo Mina quitándose el delantal y ella dejó a su hija en el piso. La rubia se acomodó el cabello y volteó a verla con el picaporte en la mano, señalándola casi con amenaza— recuerda todo lo que hablamos. Luego de que ellos nos cuenten todo, se lo diremos. No antes y con cuidado ¿de acuerdo? No quiero que se sientan mal.

— No, Mina, ya me lo dijiste millones de veces. No haré nada de eso. Antes del postre se lo diremos.

— Bien —el timbre sonó y finalmente ?Mina abrió. Chaeyoung alzó lo brazos, viendo a sus dos hijos acercarse a su madre y no pudo contener la emoción.

— ¡Mamá está embarazada! ―y de repente todo se silenció. Olivia a medio camino de llegar a la rubia y Beom-gyu con el brazo tras su espalda y el mentón en su hombro, mirándola sorprendido― tendrán un hermano. O una hermana.

— Un hermano, definitivamente tiene que ser un hermano —rompió el hielo Beom-gyu, sujetando a Mina y alejándola del piso. A pesar de que a su castaña hija nada le gustaba demostrar, estaba dando pequeños saltos, moviendo sus manos emocionada por la noticia— por eso me regalaste tus condones, quién te viera, mamá —bromeó él, regresando a la rubia y caminando a ella, estrellándose en un abrazo emotivo.

— Felicidades, mamá ¡dios! ¡Otro bebé! —continuó Olivia, abrazando a una seria Mina y sacudiéndola en un abrazo tiene que ser otra niña y saldremos las tres de shopping.

— Puaj, eso es horrible —Se quejó Heejin, arrojada en el sillón y viéndolos festejar.

— Claro que no ¡es lo mejor del mundo! —insistió, acercándose a su hermana y tomándola entre sus brazos— te extrañé mucho, peque ¿tú no? —la niña negó con diversión. Olivia alzó las cejas, fingiendo enfado y le dejó decenas de cosquillas en su abdomen.

— ¿Y cuándo se enteraron? ¿De cuánto meses estás? ¡Yo quiero ser su padrino! —mientras Beom-gyu festejaba y tomaba a Heejin entre sus brazos, Chaeyoung observó a Mina, con la mirada seria. Fija y dura sobre ella. Tragó saliva y se acercó a sus hijos, sumándose a su abrazo para cubrirse de su esposa.

— Todo se lo contaremos en la cena. Vamos a la cocina ―les ordenó la rubia y ella fue la primera en obedecerle, temerosa aún de la molestia en su voz.

— ¿Es en serio, Chaeyoung? No puedo creer que hayas hecho todo a tu antojo —la rubia lanzó un suspiro, cansada y se arrojó de espalda a la cama. Mina ingresaba a la habitación luego de ayudar a Heejin con el pijama y sabía que ahora iban a llegar las quejas, las que omitió en la cena tras intentar controlarse— se supone que sería sorpresa ¡Sorpresa!

—;Lo siento ¿qué quieres que te diga? Estaba ansiosa y...

— ¡Yo también lo estaba! Llevaba días sin ver a mis hijos y cuando estuviésemos tranquilos, cenando como la familia que somos, íbamos a contarle todo. No antes, señora arruina planes —Chaeyoung se puso de pie al instante.

— ¿Arruina planes? ¡Por favor! Solo se me escaparon unas palabras, no seas tan infantil y acepta mis disculpas.

— Claro que no, no las aceptaré. No te perdono ni quiero...ni quiero que me abraces esta noche. Estoy furiosa ¡furiosa contigo! —y la vió encerrarse dentro del baño, con un portazo y la oyó mover con violencia algunas cosas.

Chaeyoung chocó sus manos, agitándolas incrédula ante lo que escuchaba. Bien, quizá algo de culpa ella tenía, pero la habían ganados las emociones de que sus hijos mayores lo supieran cuánto antes ¿acaso no podía hacer eso?

Hostigada como ya estaba, se quitó las zapatillas y se acomodó en su lado, sin importarle la ropa que aún llevaba. Estaba por taparse, acomodarse contra la almohada cuando Sana regresó y nuevamente oyó su voz irritante.

— Ni se te ocurra dormir sin pijama — alzó los hombros, consciente de que estaba viéndola y se cubrió con la frazada— Chaeyoung —fingió un ronquido y balbuceó algunas palabras cual dormida desde horas atrás, solo para escuchar sus quejas— bien, haz lo quieres, siempre terminas haciendo lo que quieres.

— Tú.

— No, tú lo haces.

— No, tú eres la caprichosa ―insistió, sintiendo el colchón hundirse a su lado—  nunca estás conforme con las cosas que hago.

— Chaeyoung, por dios, no seas tan exagerada.

— ¿Yo? ¿Yo exagero? —ironizó, irguiéndose y arrodillándose a un lado de Mina— no soy yo la que está enojada por decirle a mis hijos que esperan un hermano.

— ¡Y por supuesto que estoy enojada! ¿Con qué derecho te has creído que tú sola podías decírselo? Además, la embarazada soy yo. Mis derechos son mayores —ella lanzó un resoplido con burla.

— Estás embarazada porque yo te embaracé. Hay embarazo gracias a mí, también. De hecho, hay embarazo por mí.

— No seas ridícula. Hay embarazo por mí, mi cuerpo lo condiciona y lo desarrollará por meses —Chaeyoung alzó las cejas, incrédula ante tal suposición.

— Claro que no.

— Claro que sí ¿o crees que todas las mujeres soportan un embarazo? Y ya duérmete, no quiero oírte más.

— No voy a dormirme solo porque me lo digas. No tengo sueño y no eres mi madre.

— Por supuesto que no soy tu madre. Tus modales serían otros si lo fuera.

— Ya mejor duérmete tú. Tú estás insoportable.

— Me dormiría si te callaras.

— ¡Bien! —exclamó abriendo sus brazos. Ella no estaba cansada aún y, por mucho que lo intentara, no iba a conciliar el sueño tan rápido. Por lo que permaneció inmóvil, con sus ojos sobre la rubia y viéndola pretender dormir.

Ella no estaba enojada y, quizá, había elevado la voz porque Mina irritable no era lo mismo que molesta y esa no le agradaba. Así que, por mucho que no terminara de convencerla en su mente, era su razón suficiente por su comportamiento.

Infló su pecho, descargando luego todo el aire molesto y con obviedad, para que su esposa la oyera.

— ¿Qué? —Le preguntó Mina al sentirse observada y mirándola.

— ¿Aún sigues molesta?

— Sí

— ¿Aun?... ¿Todavia estas enojada?

— Sí, todavía estoy enojada, Chaeyoung —ella se pasó las manos a lo largo de sus muslos y luego se estiró hasta ella, acomodando medio cuerpo sobre Mina y atacando directo su cuello para besar— no, estoy cansada, Chaeyoung. Quiero dormir.

— Y duérmete.

— No puedo si me respiras en el oído y haces ruidos con los besos. Hazte a un lado —Mina la empujó por los hombros, quiso alejarla en un intento inútil porque ella ejerció fuerza y no se dejó mover— haz lo quieras pero allá, de tu lado.

— Allá no es divertido. Sola es aburrido —insistió, metiendo una mano bajo la camiseta de la rubia y tocando su abdomen— aquí crecerá nuestro otro bebé, tenemos razones para estar felices, no discutiendo —cuando acarició entre sus muslos, dirigiéndose a su entrepierna, Chaeyoung sonrió victoriosa cuando la rubia las cerró, encerrando sus dedos en ellas para que continuara moviéndose— ¿sigues enojada? —repitió y se sorprendió cuando Mina giró, mirándola un momento con un gesto distinto, victorioso. Burlón para ella.

— ¿Sabes lo que me dijo el médico?

— ¿Sobre el bebé? —la rubia asintió— ¿qué?

— Que los antojos cambian según los embarazos. Que no se repiten y siempre la mujer embarazada desea otras cosas conforme los avances —Chaeyoung juntó las cejas, no entendía aún el punto— ¿te acuerdas cuál era mi antojo mientras esperábamos por Heejin?

— ¿Chocolates?

— No...sexo —abrió los ojos violentamente, Mina no podía no querer sexo esta vez ¡estaba casada con ella! Y podía satisfacerla incluso con un embarazo de por medio- así que seguramente ahora, no sé, querré otras cosas. Tal vez mucha fruta o más pizzas. O verduras al horno, no lo sé, hay tantas cosas.

— Bueno pero eso es comida. El sexo es otra cosa.

— Si eso mantiene viva tu ilusión, intenta convencerte —eludió la rubia, sentándose frente a ella al ver su rostro preocupado— pero no te inquietes, amor. Tienes una mano, bueno dos, ellas harán el trabajo por mi.

— Eso no es lo mismo —aseguró Chaeyoung, defendiendo sus ideas cual presidente a su discurso. La rubia alzó los hombros, divertida y tomó una de sus manos.

— Claro que sí lo es —murmuró, abriendo su pantalón y bajándolo apenas. Chaeyoung la siguió con la vista, bajó también su ropa interior, lo que la posición le permitía y sus cinco dedos derechos rodearon su pene, aún intacto, sin muestras de excitación— muévela —Le ordenó señalando la mano.

— ¿Qué?

— Si te corres, significa que no me necesitas y estoy en lo correcto. Así que muévela, ahora.

— Mina, no voy a mastur...

— Ahora ―gruñó, ahora ella molesta y se arrastró unos centímetros hacia atrás. Sana no quitó la mirada de su orden y, por el contrario, estaba encantada con lo que veía. La vió lamerse los labios, antes de que ella cerrara los ojos y comenzó a moverse.

Con su mano rodeando su pene, movió sus caderas una y otra vez. Lento, pausado y aumentando al tiempo que su respiración lo hacía también. Apretó la punta, alzando la cabeza para jadear y su mano continuó por si sola, masajeando con rapidez su miembro, erecto y casi tan claro como su piel.

— Mírame —lo hizo, sus ojos se cruzaron con los de Mina y solo un segundo le bastó para intensificar los movimientos y sentir su liquido pre seminal escurrirse entre sus dedos.

Con ayuda de sus rodillas, la rubia llegó frente a ella y abrió su camisa de un solo tirón.

— ¿Ya? —sacudió la cabeza, en negación pero el orgasmo la golpearía en cualquier momento— ¿necesitas un incentivo? —sin esperarla, Mina se quitó la camiseta y desprendió su brassier. Gimió, con la garganta seca, dolorosa y con la presión en su miembro, a punto de explotar— ¿más? —asintió, echándose contra su hombro cuando los dedos de la rubia jugaron con sus pezones.

La boca de Mina atrapó uno y lo succionó, mucho mejor incluso que otras veces. Con la punta de su pene contra el abdomen de su esposa, sacudió su miembro y su eyaculación apuntó allí, sobre el vientre plano aún de Mina y cual cascada que no iba a secarse.

— ¿Ma? —Mina la empujó al instante, cuando la puerta se abrió y su espalda soportó el ruido y dolor del golpe. Era Heejin, con sus manos refregando sus ojos y su cabello revuelto, señal de que acababa de despertar.

— ¿Qué sucede mi amor? —la rubia se colocó la camiseta con rapidez y caminó a ella.

— ¿Puedes dormir conmigo? Está oscuro todo —Chaeyoung golpeó su cabeza hacia atrás, su frustración iba a acabar al día siguiente si se marchaba. Se asomó apenas, mirando a Mina cargar a la niña mientras volvía dormirse en sus brazos.

Cuando estaba por salir, antes de cerrar la puerta, volteó a verla y sus ojos volvieron a encontrarse. Mina coló una mano bajo su camiseta y junto de su semen, llevándolo a la boca y haciéndole una seña luego:

— Delicioso —susurró, alejándose finalmente y ella regresó contra el piso.

Posiblemente debería dormir allí. El frío del lugar iba a calmarla un poco.

El "haz lo que tú quieras" no incluía esto, eso estaba más que seguro. Sana acercó el vaso de limonada a su boca y bebió observando el exterior, desde la ventana del living y tragar algo nunca le había dolido tanto.

Estaba en su octavo mes de embarazo ¿cómo se atrevía Chaeyoung a montar semejante espectáculo sin siquiera considerar su estado? Cerró la cortina y bufó por lo bajo, unas dedicadas palabras a una vecina que se acercaba a su vereda.

Si contaba hasta 10 y su esposa no aparecía, iría a buscarla y tendrían problemas. Esta vez los tendrían y no iba ser una simple discusión que se solucionaría con besos y un poco de sexo.

— 4, 5, 6, 7... —desde allí oyó la risa de Chaeyeon, una rubia que vivía en la cuadra del frente y no entendía por qué demonios se acercó. Y escuchó la voz de Chaeyoung también, respondiéndole y logrando otra risa. Dejó el vaso y caminó a la puerta, abriendo con violencia y sorprendiendo los ojos de la mujer en el abdomen de su esposa.

Chaeyoung estaba bajo su coche, con una musculosa blanca, levantada por la posición y algunas manchas de aceite se juntaban en el. En su pantalón y, cuando la viera a la cara, posiblemente allí también.

— Buenas tardes —la saludó, quemándola con la mirada y viendo el nudo en su garganta que le costó tragar. Chaeyoung se deslizó hacia ella pero estiró su pie y de un empujón la regresó bajó el auto— ¿puedo ayudarte en algo, Chaeyeon?

— No, gracias, Mina. Solo...mi auto tampoco encendió esta mañana y...

— Hay muy buenos mecánicos en el vecindario —Chaeyoung no es una de ellos no le importaba que tan desagradable sonaran sus palabras, estaba furiosa con esa mujer y, si no se largaba en el próximo minuto, la tomaría del cabello y la obligaría a hacerlo.

— Sí, lo sé pero como la vi...

— Ni siquiera sabe lo que está haciendo —la cortó, volviendo a deslizar a su esposa cuando pretendía salir para defenderse— ¿así que por qué mejor no vas con Wonwoo? Él si sabe usar sus llaves —murmuró entre dientes, refiriéndose al hombre que tenía un taller a menos de quinientos metros de su casa.

— Sí, gracias. Eso haré. Bien, hasta lue...

— Adiós...maldita zorra —agregó cuando la vió cruzar la calle, casi a trote.

— Eso, es no ser servicial con los vecinos —la apuntó Chaeyoung, saliendo con su tabla y apuntándola con una herramienta.

— ¿Qué demonios haces tanto ahí abajo? Solo debías cambiar una manguera.

— Y eso hago. Pero las cosas no se hacen rápido, Mina. A menos que lo quieras mal hecho —dijo Chaeyoung, volviendo a su trabajo.

— ¿Y desde cuándo sabes de mecánica? Beom-gyu lo hubiese resuelto ya.

— Claro, si dejara de estar dos minutos sin su novia y estuviera por aquí. Ya termino, solo le faltan unos ajustes. Además, tú me dijiste que hiciera lo que quisiera, si mandarlo al taller o arreglarlo por mi cuenta. Bueno, soy lo suficientemente buena como para hacerlo yo misma.

— Tu globo de ego solo lo inflas tú misma. Acaba con eso ya, tenemos que ir al doctor. Es el último chequeo —la castaña volvió a asomarse, luego de unos minutos y se puso de pie.

— No puedo creer que ya vaya a nacer. Solo unos días más —murmuró con una sonrisa, acercando su mano al abdomen de su esposa pero Mina le dio un manotazo, alejándola con molestia.

— Estás llena de aceite. Ve a ducharte que Heejin está lista también.

— Solo si me das un beso ¿tienes idea de cuánto ha pasado desde el último? —quizá exageraba un poco. Había pasado solo unas horas. Era en la intimidad que ya no se encontraban. Mina tenía razón, en este embarazo solo comió postres y dulces, pero se pasaron desde el tercer mes sin sexo. Y eso era bastante agotador también.

Mina tironeó de su remera y juntó sus bocas, separándola al instante al sentir el sudor y las manchas pasarse a su rostro.

Eso no es un beso.

— No —apareció Heejin tras ellas, llegando a la rubia y estirando sus brazos en una petición por que bajara a ella. Mina lo hizo, se agachó a su altura y la niña le dejó un sonoro beso en la mejilla— mamá dice que eres de ella —Chaeyoung rodó los ojos, igual que Mina, Heejin estaba creciendo algo caprichosa y mandona.

— No es cierto, mi amor —La sorprendió la rubia. La castaña alzó las cejas al instante— ustedes cuatro tienen un poco más de mí y encima se daba el lujo de sacarle la lengua, su propia hija en un gesto infantil le mostraba la lengua con burla.

— Ya quiero ver cuando Jeonghan nazca y vuelvas a nuestra cama diciendo todo lo contrario —Le señaló en referencia a su hijo. Habían escogido el nombre entre todos luego de que las radiografías le confirmaran que sería niño. Mina enrojeció, esquivando la mirada de su hija que la observaba sin entender.

Chaeyoung le rodeó el rostro y la apretó en un beso ruidoso al separarse. Ella rió, girando al verla ingresar y perderse escaleras arriba.

Definitivamente eso si entraba en "lo que tú quieras". Que Chaeyoung hiciera con ella lo que quisiera.

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