Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo VIII: De dragones y princesas

— ¿Otro hijo? —fue lo primero que salió de la boca de Mina. Chaeyoung volteó, para mirar su gesto y la notó algo sorprendida, como si estuviese repitiéndose mentalmente la pregunta-¿ahora?

— Bueno, no he dicho que quiero agrandar la familia. Solo quería saber si te lo has planteado alguna vez ―Mina dio un paso atrás, rascándose tras su cabeza, confusa y ella notó que aún no se había duchado. Llevaba su conjunto deportivo solo que sin sus zapatillas.

— Bueno, desde que hemos tenido a Heejin, solo lo he pensado algunas veces. Quizá cuando ella aún era pequeña.

— Es nuestra pequeña aún.

— Más pequeña —Se corrigió la rubia— vamos a cumplir 37, Chaeyoung. Beom-gyu ya tiene 16 y no sé que tan bueno sea esa diferencia de edad. Más la nuestra.

— Entiendo —Suspiró ella, tragando saliva con fuerzas y sintiendo esa presión, esa bola dentro de su garganta querer expulsarse por sus ojos. Estimaba que nada de malo tenía la edad y aún estaban ambas, y sus hijos, considerables en recibir otro integrante a la familia.

Heejin crecía, iba a seguir creciendo y no se trataba de reemplazarla, ni a Olivia ni a Beom-gyu. Solo que sentía algo de ese amor maternal que disfrutaba en más cantidad y, así como vió y disfrutó ver el embarazo desarrollarse por una niña, quería apostar toda su suerte por un niño. Saber si se sentía diferente, si Mina actuaría distinta y los caprichos que le cumplirían no serían iguales.

Pero al parecer su esposa ya tenía todo limitado, estructurado y organizado como lo hacía con la casa, la medicación de Heejin tiempo atrás y la responsabilidad de sus hijos adolescentes. Quizá había contentado suficiente el embarazo por aquellos siete meses pasados con Heejin. O no. No lo había pasado nada bien y por eso no quería repetirlo. Y si eso era, la entendía. No iba a obligarla a un sufrimiento del que no tenía idea cómo se sentía ni cuándo superarlo.

Se pasó parte de la mano por su frente, quitando algo de sudor que el vapor al lado le generaba y giró, para continuar cocinando.

— Los doctores nos han dicho que Minju necesitará mucho de nuestro cuidado hasta sus 10, Chaeyoung. Creo que nos necesita lo suficiente como para pensar en algo más —asintió, aún de espalda a ella y mordió su labio para contenerse de responderle. Ella cuidaría Heejin más que a sí misma, siempre lo haría, y no creía que otro hijo le quitaría de su tiempo con ella. Ni con ninguno de sus otros dos hijos— ¿tú quieres que lo intentemos? —negó al instante. Agitó la cabeza por el enojo, sin pensar ni darse tiempo a cambiar la respuesta.

Si Mina no compartía su idea o ilusión desde el inicio, no tenía sentido exponerse sola.

— Bien...voy a ducharme y cuando baje te ayudaré con el postre.

— Está bien, puedo sola ―oyó el último murmullo de la rubia y sus pasos alejarse. Alzó el cuchillo y con brusquedad cortó una calabaza. La cortaría en cientos de pedazos, como a Mina nunca le gustaba que lo hiciera, y la dejaría hervir por más de media hora, por mucho que su esposa siempre lo dejara unos quince minutos.

Se limpió las manos cuando sintió el celular vibrar dentro de su pantalón y lo tomó, abriendo el mensaje con una sonrisa.

"Si, definitivamente dedicate a la psicología morena dominada. Con Chae lo intentaremos, buscaremos un hijo. O dos. Quizá tres. La amo. Envíale saludos a tu familia"

Se recostó contra la mesada y dejó caer sus brazos. Estaba feliz por Dahyun y Tzuyu, tendrían sus propios hijos ahora y Heejin con quién jugar en un tiempo. Y tendría nueve meses que ver a Tzuyu o a Dahyun desarrollar su embarazo.

Y no se trataba de envidiarlas o molestarse por su alegría. Se trataba solo de querer volver a ocupar ese lugar. De sentir la emoción y la adrenalina de que, tantos minutos como se avancen, luego jugarán en tu contra. Como cuando cargó a Mina en sus brazos, después de que rompiera bolsa.

Heejin entró a la cocina y dejó el móvil a un lado, para agacharse a su altura mientras le hablaba:

— Para ti —le entregó un hoja, grande y con un dibujo. Lo tomó y sonrió, esperando que le contara de qué se trataba— eres tú —le dijo señalando en la parte superior, lo que parecía una persona sosteniendo un palo— Ma —continuó bajando su dedo, hasta un retrato similar solo que pintado el cabello de otro color— y nosotros — debajo de todo, atravesados por el largo y desalineado color verde, varios intentos de círculos que parecían niños, quizá, en su imaginación.

— ¿Tú y tus hermanos? —Heejin asintió, sonrojada y llevando el dedo pulgar a su boca aquí hay muchos la niña alzó los hombros.

— La maest...la maest...

— La maestra.

— Sí, dijo que los hermanos —Chaeyoung ocultó una sonrisa, la letra R era algo que Heejin directamente no pronunciaba aún— son sorpresas. Para mamá ―asintio, intentando unir la idea y le rodeó su pequeño cuerpo, acercándola a ella para abrazarla.

— ¿Está gustándote el preescolar? —en su hombro, sintió el movimiento afirmativo de su hija y le dejó un beso en la cabeza justo a tiempo, antes de que saliera corriendo rumbo a la puerta al oír el timbre.

— ¡Giselle!

— ¿No se está tardando mucho? Muero de hambre.

— Tú morirías con solo pasar una hora sin comer. Sin ver tus series o quedarte dormida mientras estudias —Chaeyoung apretó los labios, divertida ante la respuesta de Giselle al reclamo de su hija y arrastró su silla más contra la mesa. Estaban todos sentados, esperando impacientemente por Beom-gyu que hablaba por teléfono desde hacía casi media hora.

Ella tuvo que alzar su brazo y golpear con un dedo su muñeca, impaciente del tiempo que estaba derrochando. Pasaron otros minutos más hasta que regresó y se unió a ellos, a un lado de Hanna.

Esta vez con Mina en la punta, ella a su derecha y al lado de Heejin, le sonrió en agradecimiento con algo de ironía. Se estiró hasta su pequeña hija y le preguntó si quería que cortara sus verduras, recibiendo un vergonzoso no que la sorprendió.

— ¿Puedes cortar las mías, entonces? — bromeó Olivia frente a ella, alcanzando su plato y logrando la risa de su hermana.

— Que graciosa ¿no morías de hambre?... ¿Quieres entonces que le alcance el plato a mamá y ella las cortes, Heejin? —le insistió y la niña volvió a negar. Ella frunció el ceño, si bien Heejin usabas cubiertos acorde a su edad, más pequeños, aún le costaba un poco cortar sus alimentos. Sobre todo las verduras y la carne que tenía ahora a un lado— ¿no quieres comer? —esta vez asintió, riendo cual niña la descubren en una travesura y extendió su plato a un costado, donde Giselle estaba acomodada a su lado—No, cariño, no puedes molestar a...

— Está bien por mí, señora Son. Yo lo hago —y las observó: Giselle lo hacía cual hermana mayor, sin inconvenientes ni problema y Heejin no quitaba los ojos de ella. Abrió la boca, para reclamar sutilmente cuando una patada bajo la mesa se lo impidió.

— La sal, mi amor —le murmuró Mina entre dientes y ella la tomó, mirando de reojo aún a su pequeña hija— ¿qué tanto hablabas con tu abuelo, Beom-gyu?

— Iremos de vacaciones a la casa de uno de sus amigos, dice que tiene un taller de tecnología antigua y hablará con él para que pueda traerme algo que quiera.

— ¿Qué amigo? ¿Te dijo su nombre? —preguntó Chaeyoung, hablaba de Seobin después de todo y, más allá de Wooseok, el único cercano con que ella había conversado de pequeña, los demás no le generaban confianza.

— Sí, un tal Wooseok —Sonrió: su padre realmente estaba esforzándose en hacer bien las cosas— es un taller a unos kilómetros, al borde del río y alejado de la ciudad porque el tipo recolecta cosas que van a parar a un descampado de allí. Y arma cualquier tipo de objeto que se proponga ¿Loco, no?

— ¿Quiénes serían los que van? ¿Por qué a mi no me dijo nada? —reclamó Olivia.

— Seremos todos hombres, genia. Puedo ir mamá ¿cierto?

— Claro que sí, hijo —se le adelantó Mina con una sonrisa y ella volteó a verla ¿Desde cuándo Mina tomaba decisiones sin consultárselo?— ¿Cuántos días serían?

— Posiblemente un fin de semana —La rubia llevó el tenedor a su boca y ella continuó observándola. Sin embargo Mina no le devolvió la mirada y, por el contrario, sus ojos se fueron a Hanna para comenzar una conversación.

— ¿Qué harás en vacaciones, Hanna? Son las últimas antes de que se gradúen el año entrante.

— Iremos con unas amigas a una acampada, también fuera de la ciudad y la primera semana. Será divertido, dos madres nos acompañarán y son más adolescentes que nosotras si de vacaciones se trata.

— ¿Lo ven? —se coló Olivia— ella si irá de vacaciones con sus amigas.

— Hanna tiene 16 —le recordó Chaeyoung— tú apenas cumpliste 15 ¿y no oíste? Algunas madres las acompañarán.

— Pero mamá...

— Ya lo discutimos, Olivia. Y mi respuesta sigue siendo la misma.

— Luego lo discutiremos bien —intervino nuevamente Mina y ella giró a verla con lentitud. La rubia la miró con sus cejas alzadas, desafiándola a que la contradijera pero ella cerró la boca― quizá si no van tan lejos, hija y a un lugar seguro, para nosotros sería de gran alivio.

— Lo haremos —Respondió de inmediato Olivia, con su tono ilusionado y mirando a su mejor amiga— podemos hacerlo ¿cierto Giselle?

— Por supuesto, no creo que nadie se interponga.

— Bien, y a ver tú, Yohan ―ironizó Chaeyoung arrojándose contra la silla y señalándolo— también te irás solo con tus amigos ¿cierto?

— No, señora. Mis padres son bastante rigurosos y hasta el último año de preparatoria no lo tengo permitido. Iré con ellos, a la casa de mis abuelos en el sur —Chaeyoung entrecerró los ojos, un rubor cubrió todo el rostro del chico y su voz temblaba al hablarle, así como su mirada se desviaba hacia otro lado luego de que no podía mirarla por más de dos segundos. Olivia le palmeó el muslo, sonriéndole cual novia orgullosa y su vergüenza aumentó. Y se sorprendió a sí misma, porque esta vez no le había molestado el contacto.

— ¿Cuál es tu promedio en el Instituo, Yohan? —insistió y él se aclaró la garganta.

— Es el mejor del salón —informó Olivia abrazándolo y ella no lo demostró, pero interiormente estaba comenzando a relajarse toca el piano, hace deporte y es el capitán del equipo de soccer.

— Co capitán ―se coló Giselle— Dohyon lo es junto a él.

— No hay dos capitanes, Giselle —murmuró Olivia— tu novio es el arquero —aseguró y un sonido retumbó en toda la cocina. Dirigieron su vista a Heejin, que había lanzado su tenedor contra el plato y aún conservaba su mano en lo alto— como sea, si me dan permiso para ir con mis amigas a esas vacaciones, les prometo cumplir cada orden al pie de la letra. Sus órdenes.

— Podarás el césped, arreglarás las rosas del patio delantero, lavarás el auto, sacarás la basura cada noche y, mi favorito, limpiarás todos los cuartos.

— ¡Qué! No exageres, mamá ―Cortó la ilusión de Chaeyoung— me refería cosas como, no sé, lavar mi plato en cada comida o guardarlo.

— Eres tan servicial, hija... ¿y tú? —le preguntó a Heejin y dejándole unas cosquillas— ¿a dónde irás de vacaciones?

— Con mami —Respondió por lo bajo, con timidez y hundiéndose en su silla.

— Que pena, Heejin—la molestó Beom-gyu mientras le servía algo de agua a su novia— mami es mía y se irá conmigo.

— ¡No! Conmigo —tan rápido como lo gritó, abandonó su silla y corrió hasta Mina, subiéndose sobre ella sin importarle que aún estaba comiendo—  ¿ma? —cubriendo su boca para terminar de masticar, la rubia asintió para que continuara— tonto —le dijo a su hermano volteando a verlo y luego se quedó allí, contra el pecho de su madre y recibiendo de su tenedor de vez en cuando con algo de verduras.

— Que pena para ambos, en realidad — dijo Chaeyoung en un victorioso carraspeo— ¿y cómo estuvo mi cena?

Todos pegaron su pulgar a sus dedos índice y la sonrisa de que había estado deliciosa, respondieron su pregunta.

Chaeyoung arrastró su silla hacia su esposa, cuando los jóvenes se cerraron en un pequeño círculo para continuar hablando y se estiró hasta Heejin, que jugaba animadamente con un mechón de Mina.

— Mami se irá de vacaciones con mamá. Porque mami es de mamá —la niña estiró su brazo, alejándola con la mano en su rostro y ella rió, antes de volver a su lugar y terminar la cena.

— Y si tú eres ese ¿cuál es mamá? — preguntó Chaeyoung divertida. Estaba en el cuarto de su hija, sentada junto a Heejin mientras la niña, ya alistada para dormir, le mostraba distintos osos de felpas.

— Mamá...es...em —La oyó balbucear y buscar con sus ojos en los pies de la cama, donde descansaban sus muñecos y tomó uno. Chaeyoung frunció el ceño.

— ¿Un dragón? —la niña asintió— ¿Por qué un dragón? No quiero ser un dragón, Heejin. Cámbialo.

— Por eso eres un dragón —aseguró Olivia al pasar por el pasillo.

— Ni se te ocurra irte a dormir sin haber lavado los platos —una risa, corta e irónica, se oyó desde el cuarto de al lado— A menos que no quieras ir con tus amigas de vacaciones, claro —como si de una maratón se tratara, su hija mayor regresó corriendo por sus pasos y desde allí pudo escucharla bajar las escaleras— entonces, Heejin ¿puede mamá ser otra cosa? Los dragones son...algo malos.

— No.

— ¿No puedo serlo o no son malos?

— No son malos. Ellos cuidan. Señor Chaeyo me cuida —alzó una ceja al instante.

— ¿Señor Chaeyo es él? —le preguntó señalando el dragón color celeste que sostenía entre sus manos. Heejin asintió, antes de entregárselo y dejarle un beso en la mejilla— ¿quieres que mamá te cuente un cuento? —entusiasmada, la niña dio un salto y se acomodó contra el respaldar, asintiendo emocionada— ¿Señor Chaeyo es malo? —Heejin negó con la cabeza— pero antes lo era.

— Pero ma...

— Antes, hija, tienes que dejarme terminar. Escucha por qué lo era y ya no...Señor Chaeyo vivía solo, en su cueva, siempre estaba solo y salía de ella únicamente para buscar comida —continuó sacudiendo apenas el dragón— Entonces tanto estar solo se aburría. No tenía amigos, ni mamá o papá y eso lo ponía malo. Señor Chaeyo lanzaba fuego cada vez que abría la boca y eso asustaba a algunos, cuando se querían acercar a el. Y eso lo ponía triste, también. Hasta que un día, mientras agarraba su comida...

— ¿En dónde?

— ¿En un bosque? En un bosque —repitió al ver la sonrisa aprobadora de su hija ese día, mientras agarraba unas hojas de un árbol, el conoció a alguien agregó girando y observando cada muñeco. Tomó uno y lo sacudió en su otra mano, ilusionando a Heejin en un diálogo entre ellos era la princesa. Conoció a una princesa y le gustó mucho. Se enamoró de ella pero sabía que la princesa era muy buena, entonces tenía que cambiar. Y cambió.

— ¿Ya no era malo?

— Ya no era malo. La princesa y el se hicieron amigos y todos los días salían a buscar comidas. Hasta que señor Chaeyo un día la besó —Chaeyoung se detuvo un momento, a reír por el gesto de su hija al cubrirse la cara avergonzada— la besó y le dijo que le gustaba mucho. Entonces ¿qué pasó?

— ¿Qué pasó?

— Se hicieron novios. Señor Chaeyo llevaba a pasear a la hermosa princesa cada día al río, le regalaba las manzanas que caían de los árboles y vivieron felices en el bosque. Con muchos amigos y el señor Chaeyo bueno ahora.

— ¿Hijos? —Chaeyoung le sonrió dulcemente. A pesar del desarrollo prematuro que algunos médicos le habían anticipado para su hija, Heejin era muy inteligente para su edad.

— Y tuvieron muchos hijos —agregó, poniéndose de pie y tomando todos los peluches entre sus brazos y arrojándolos sobre la cama. No importaba cuán desordenado había quedado, la risa de su hija lo compensaba todo— duérmete ya, mi amor —la cubrió con la frazada y se inclinó a dejarle un beso en la frente.

Apagó la lámpara de la mesa a un lado y caminó hasta la puerta. Volteó y la miró ya dormida, abrazada a señor yo y su dulce princesa. Apagó la luz y ladeó apenas la puerta, antes de caminar a su cuarto.

— Ese niñito, Yohan, me está cayendo mejor ¿Crees que de verdad irá de vacaciones con sus padres? ¿O solo lo dijo y se irá tras Olivia?

Mina asomó su cabeza y, desde la puerta del baño, observó con diversión la cama, donde su esposa le hablaba y miraba detenidamente el techo.

— No seas paranoica, Chaeyoung. Los días ni siquiera coinciden.

— Cierto, cierto ¿entonces qué? ¿Le daremos el permiso?

— Si se lo dimos a Beom-gyu, sería injusto no dárselo a ella también.

— Error —la corrigió, apoyándose en sus codos y viéndola— tú se lo diste —Mina mordió su labio con costumbre y regresó contra el lavabo, para terminar de enjuagar sus dientes.

Irá con tu padre. Se llevan muy bien y me gusta esa relación que tienen. Jihoon se divierte con él.

— Eso parece...cuando era pequeña, papá era un tanto más retraído. Quizá por Kyla —Mina sonrió, después de tanto tiempo, Chaeyoung lo había llamado "papá". Y siempre era Seobin para ella— ¿cuánto hace que se acostaron?

— ¿Los niños? —preguntó ella, abriendo el botiquín y quitando una pequeña caja de medicamentos.

— Ajá.

— No lo sé, media hora. Más —Chaeyoung continuó hablando y ella dejó de escucharla por un momento. Quitó la tira del interior y la notó completa. Era el primer día, luego de la semana que no tomaba las píldoras anticonceptivas por llegar al día 21, y, si iba a tener relaciones con su esposa, debía retomarlas. Como siempre, desde su día de ovulación.

Sin embargo, cuando iba a retirar una, algo la detuvo.

Alzó la vista y se miró en el espejo. Se veía, lo aparentaba y sobre todo, se sentía joven. O quizá no tan adulta, y lista para cualquier otro reto en su vida. Podía con Beom-gyu, que era como el hijo que toda madre querría: buen estudiante, responsable y protector con sus hermanas.

Podía con Olivia, que era el reflejo rudo de Chaeyoung y parecía que nada la detenía. Y, si podía manejar el carácter de su hija, podía manejar el de cualquiera. Olivia era liberal, segura y no se dejaba pisotear por nadie. Y cualquier madre querría eso en su hija.

Y podía con Heejin. La tuvo en su interior por siete meses y la tenía con ella, entre sus brazos, desde hacía cuatro años. Nunca olvidó el horario de su medicación ni el del turno para un nuevo chequeo. Y si podía contra cualquier pronóstico que algún médico prevenía, entonces podía con todo.

Pero podía además porque tenía su apoyo, su pared firme que nunca la dejaba caer y ni siquiera resbalar. Tenía a Chaeyoung, su esposa, la mujer de su vida y su familia continuaba amurallada gracias a ella, por ella y no podía imaginarse en la misma situación con alguien más. O sola.

Y no era dependencia ni vulnerabilidad. Era amor, el que sentía por Chaeyoung y la sensación de seguridad que la castaña generaba en ella.

Podían tener desde una nueva mascota a la nueva ilusión de su esposa, otro hijo, que Chaeyoung continuaría cuidándolos a todos y a más eso. por igual. Lo sabía, no tenía duda de

Quiso golpearse en ese momento: aún era joven ¿por qué le había soltado todas esas excusas a Chaeyoung horas atrás? No lo sabía, quizá algo de miedo o algo de sorpresa por la repentina pregunta.

Tamborileó sus dedos y se mordió el labio.

— Mina ¿te falta mucho? —volvió a asomarse y la castaña ya la esperaba desnuda, cubierta apenas por la sábana. Regresó contra el grifo y lo abrió, para juntar algo de agua con su mano.

Se mojó la cara y le sonrió al reflejo húmedo que mostraba de ella. Alzó los hombros con firmeza, cualquier figura podía recuperarse luego de otro embarazo.

Guardó la caja de pastillas nuevamente y apagó la luz, regresando a su esposa casi a trote. Se arrojó sobre ella y le dejó que le quitara el brassier, lo único que llevaba junto a su braga.

Cuando Chaeyoung las rodó y se acomodó sobre ella, besando su cuello y entre sus pechos, echó su cabeza hacia atrás, recordando todo lo que había disfrutado con Heejin dentro de ella.

Todo lo que vivió durante el embarazo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro