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Capítulo VI: La pelea y el jarabe (Parte Final)

Esperó pacientemente y trató de alejar los pensamientos de ese momento: cuando Chaeyoung tomara de ese líquido, solo una cucharada y el mismo hiciera efecto. Oía a la perfección desde allí la ducha y se mordió el labio, imaginando a su esposa bajo el agua caliente y las gotas golpear contra su cuerpo.

Mina se removió, sobre el tocador donde estaba recostada y tamborileó los dedos en su muslo, ahuyentando la tersa y morena piel desnuda de Chaeyoung de su mente. La extrañaba en la intimidad tanto como la extrañó por tenerla ausente dos días. Sin estar en su casa, en la cama ni para ella.

Y ahora estaba a solo unos pasos y nadie podía juzgarla si tenía que apretar sus piernas para calmar la ola de excitación que comenzaba a crecer en su interior.

La ducha se cerró y pasaron apenas segundos en que Chaeyoung apareció con una toalla envuelta en todo su cuerpo. Su cabello, húmedo y despeinado, dejaba un camino de gotas a cada paso que avanzaba.

Le sonrió, con esfuerzo, cuando pasó frente a ella y Chaeyoung se detuvo un momento, a dejarle un beso en la frente antes de dirigirse al armario.

— Olivia me dijo que salieron a cenar anoche.

— Así es —carraspeó, quitando su tono grave por el deseo y la castaña la miró por sobre su hombro así es. Querían cenar afuera y me pareció buena idea. Heejin comió bastante helado.

— Eso también me dijo. Pero no hay problema en ello, al contrario, la doctora lo recomienda ¿pudiste hablar con Eunbi?

— Sí, si, llamaré luego de la cena a su madre, cuando esté en casa luego del trabajo... ¿necesitas que te ayude?

— No, está bien, Mina. Creo que solo me pondré el pijama y dormiré. El viaje fue agotador.

— Lo imagino... ¿quieres contarme lo de Tzuyu y Dahyun? —Chaeyoung se quitó la toalla y la arrojó a un lado. Mina tragó saliva, quizá estaba haciéndoselo a propósito. Negó. No, era normal que una se cambiara frente a la otra y no siempre acababan en relaciones. Mucho menos si sus hijos estaban cerca. Pero la castaña desnuda, a unos pasos y luego de semanas sin tocarla con deseo, era suficiente imagen para que sus pensamientos descarrilaran y no continuara hilando las ideas.

De repente fantaseó caminando hacia ella, despojándose de su ropa mientras se acercaba y volvía a sentir sus cuerpos desnudos juntos, unidos acompasadamente mientras se arrojaban a la cama.

Su respiración se alteró y señal de eso era su pecho, que subía y bajaba con violencia ni vergüenza.

— ¿Me estás oyendo —parpadeo, regresando bruscamente a la realidad y negó sonrojada.

— Lo siento, estaba pensando en algo de Heejin —mintió— ¿qué decías?

—Ven, siéntate conmigo así hablamos tranquilas-la castaña ya se había colocado un pantalón gris, apenas holgado y la camiseta del mismo color combinada con blanco. Era su pijama más antiguo pero ella misma se lo había regalado, en uno de los aniversarios de boda.

Chaeyoung se acostó contra el respaldar de la cama y Mina se sentó a su lado, mirándola expectante a que comenzara. La dejaría hablar lo suficiente, todo lo que la castaña quisiera y luego le serviría aquella cucharada, obligándola a beberla si era necesario.

Una mano de Chaeyoung se enredó con la suya y sonrió, mientras su pulgar dibujaba caricias en ella.

— Tzuyu dice que está cansada de los cambios de Dubu, que ya no es como antes. Que con su nuevo trabajo apenas llega a casa solo duerme, come y regresa a la oficina. Dice que eso matará el poco amor que les queda —Mina tragó saliva con fuerzas. Ellas no podían dejar de amarse de un día a otro. No las conocía con detalle como Chaeyoung pero las veía una o dos veces al mes cuando llegaban de visita y siempre se comportaban como dos adolescentes, derrochando amor para la otra. Simplemente no podía creer lo que su esposa le decía— Y Dubu cree que lo mejor, entonces, es que se tomen un tiempo.

— No pueden hacer eso. Se aman y de esos estúpidos tiempos no se vuelve, ya no serán las mismas de antes. Chaeyoung, no podemos permitirlo.

— Eso mismo les dije, Mina pero ambas son bastantes orgullosas. Dahyun tiene este nuevo caso bajo su custodia y está trabajando más de doce horas diarias en el, dice que si lo gana se hará millonaria.

— ¿Y le importa eso? ¿El dinero antes que su esposa? ¿Hace cuánto tiene este caso? —la vió lanzar un suspiro. Chaeyoung soltó una bocanada de aire pesado y se pasó la mano por la frente, asustada de lo que iba a responderle.

— Dos meses, ya —Mina echó su cabeza hacia atrás, en un contundente movimiento de sorpresa.

— ¿Dos meses? ¿Llevan así dos meses y recién el fin de semana nos lo dicen?

— Yo...ya lo sabía, Mina. Desde el principio alzó las cejas, más atónita y desvió su vista un momento; a la toalla que reposaba hecha un bulto sobre la silla con ropa limpia. En otro tiempo, Chaeyoung hubiese puesto el grito en el cielo si lo veía. Ahora simplemente no y ella lo había causado. Prueba de que las cosas cambian, las personas cambian y los sentimientos también.

Prueba aún más dura era la situación de Dahyun y Tzuyu ¿Iba a atravesar ella ese cambio en un futuro? Apretó su otra mano contra el contacto que mantenía con Chaeyoung y lo miró, negando para sus adentros el avance de esas posibles imágenes.

— Solo que no quería preocuparte. Demasiado tenías con los chequeos de Heejin, el orden de la casa y cuidar de Beom-gyu y Olivia. No era justo para ti otra carga.

— Está bien, Chaeyoung ―aseguró en un murmuro pero están pasando por esto sola, amor. Eso es mucho tiempo.

— Sí, lo sé y ellas también. Supongo que por eso Dahyun tomó esa decisión. Dice que si se queda en la casa que comparten, sería como no estar porque solo la ocupa a la madrugada y Tzuyu ya está durmiendo.

— ¿Y tú que opinas? Sé que no te gustaría que llevaran a cabo esa idea, pero a fin de cuentas ellas deciden.

— Llevan juntas desde antes del Instituto, Mina. Lo que muestra de amor fuerte y verdadero son tus padres para ti, para mí lo son ellas. Jamás había visto llorar a Tzuyu y ayer lo hizo conmigo, cuando me contaba cada situación. Se sintió horrible, asqueroso oír llorar a alguien por amor. Porque ella aún ama a Dubu y lo va a hacer por mucho tiempo.

Mina movió ligeramente la cabeza, entendiendo cada una de sus palabras y oyendo la seguridad en su voz. Había un tono especial, duro tras Chaeyoung como una flecha indirecta que le decía que no permitiría eso en ellas. Y sonrió, estirándose hasta su rostro para juntar sus frentes un momento.

— Haremos todo lo que podamos para que nada malo ocurra entre ellas ¿de acuerdo? —la castaña murmuró una pequeña afirmación y enredó una mano en su cabello. Chaeyoung la golpeó contra su boca y la besó con firmeza, con ansias y ganas por haberla tenido lejos durante dos días.

Ella separó el agarre y perdió una mano dentro de su camiseta, arañándola y sintiéndola removerse. Quiso sentarse sobre Chaeyoung, moverse sobre ella y desnudarla cuánto antes. Pero quería esperar un poco más y, con el mayor esfuerzo y frustración para ambas, rompió el beso y se irguió nuevamente.

— Entonces... ¿por eso has estado algo distante?

— ¿Distante? —preguntó Chaeyoung confundida— No he estado distante contigo, Mina.

— No me refiero a ese tipo de distancia. Sino más bien a...que llevamos semanas sin...ya sabes, Chaeyoung. Sin tener relaciones —la castaña sonrió, de medio lado y con burla. Ella se cruzó de brazos.

— ¿Estás exigiéndome hacer el amor cada vez que tú quieras o lleves el conteo?

— No. Por supuesto que no es eso pero...no lo sé. No voy a estar tomando de esas pastillas anticonceptivas en vano. Aumentan de peso ¿lo sabías?

— No es cierto, al menos no contigo —Le aseguró Chaeyoung rodeando su cadera y acercándola a ella. Mina se mordió el labio, antes de que sus bocas volvieran a juntarse y, como una explosión, algo arremetió contra su pecho.

El nerviosismo de un primer beso y el frío en la espalda por la persona que amas, golpearon contra ella mientras correspondía la intensidad de la castaña, la fiereza con que la manejaba y le ordenaba que siguiera el ritmo.

— Chaeyoung —le reclamó mordiéndole el labio inferior. Apenas un sonido salió de la castaña y ella continuó— ¿era solo por eso? ¿por tus amigas? —Chaeyoung se detuvo y el beso se desprendió con pocas ganas.

La castaña acomodó un mechón de su cabello y pasó el pulgar por su mejilla, asintiendo y sonriéndole con confianza.

— Lamento mucho si mi preocupación hacia ellas influyó en nosotras. Pero de verdad me preocupan —no hizo ni dijo más nada, la sinceridad en los ojos y en la voz de su esposa la tranquilizaron. Reclamó sus labios otra vez y, cuando Chaeyoung intentó quitarle la camiseta, recordó cómo había comenzado todo aquello— ¿y ahora qué?

— Olivia y Heejin están abajo —se excusó― y Giselle con ellas. Y Beom-gyu... ¿dónde está Beom-gyu?

— Supongo que en su cuarto y solo, porque si está con esa niñita tendrá muchos problemas ―rodó los ojos pero una celebración bailó en su interior: Chaeyoung había regresado.

— ¿A dónde vas? —le preguntó deteniéndola por los hombros cuando intentó levantarse.

— A ver dónde está nuestro hijo.

— Yo iré y prepararé la cena cuando baje ¿por qué no descansas un poco? Te ves algo agotada y fueron muchas horas de viaje.

— Está bien, pero si necesitas algo me avisas —Asintió, con diversión y volvió a besarla, atrapándola con brusquedad entre sus brazos porque la amaba y no quería volver a sentir esa distancia otra vez— ¿me das algo de esas vitaminas? Cuando despierte me sentiré mejor.

Mina se puso de pie y tomó la botella. La observó y luego a Chaeyoung, que la miraba con una sonrisa esperándola. Y regresó a ver el líquido y un pequeño debate mental se generó en ella.

Si había aclarado la preocupación con su esposa y minutos atrás había intentado desnudarla, ya no precisaría de ese supuesto jarabe. Pero, si le daba aunque sea media cucharada, aquella fuerza con que Chaeyoung solía tomarla y ese dominio en sus brazos, se incrementaría. Y no es como si le gustara o fuese algún tipo de sus fantasías más locas, solo necesitaba de esa pasión en su máximo esplendor.

— ¿Mina? —miró a Chaeyoung y una delicada sonrisa se formó en su rostro. De esas que solo brotan cuando miras a la persona que amas y ella te mira de la misma manera.

— Lo siento, esta no es la botella. Duerme un poco y luego te las traeré ¿de acuerdo?

No necesitaba de ninguna pelea ni mucho menos algún raro líquido para regresar todo a la normalidad. Con su cuerpo y el de Chaeyoung expresando el mismo deseo, era más que suficiente.

Mina sirvió cada uno de los platos y esperó a un lado de la mesa por Chaeyoung, para acompañarlos a la cena pero no hubo señales de ella. Olivia apuntó el plato, pidiéndole permiso para comenzar a comer y ella asintió, cediéndoselo a todos.

Quiso sentarse junto a Heejin, como cada comida y ayudarla a cortar sus vegetales; pero la niña arrastró su silla al lado de Giselle, que había recibido la invitación de Mina para que se quedara a cenar. Incluso la pelirroja, mejor amiga de Somi, cortó con dulzura y una muestra de cariño lo que Heejin le pedía.

Guardando un poco de sus verduras al horno junto a un trozo de pollo en un plato, Mina los dejó solo para que continuara su cena y ella se perdió escaleras arriba, en busca de su cuarto.

Abrió la puerta y no pudo evitar sonreír, al encontrar a Chaeyoung durmiendo plácidamente boca abajo en medio de la cama y abrazando su almohada. Dejó el plato sobre el mueble y se acercó a ella. Se arrodilló sobre el colchón y se arrastró de esa manera hasta su esposa. Chaeyoung podía estar dormida, su respiración lo aseguraba pero cuando acarició su mejilla, una sonrisa se dibujó en su rostro y un murmullo se oyó cuando le dejó un beso.

— ¿A dónde vas? —Mina enterró los dientes en su labio inferior. La voz de Chaeyoung sonaba grave, ronca por la corta hora que había dormida y su mano pálida sostenía su muñeca, impidiéndole que se alejara.

— Creí que dormías.

— Sí, dormía pero dejaré de hacerlo si te quedas.

— Te traje algo para que cenes ¿te has alimentado bien estos días? —una risa enamorada de Chaeyoung y finalmente giró, pegando su espalda a la cama para observarla.

— Por supuesto. Pizza en el desayuno, pizza en el almuerzo y más pizza en la cena. Pizza con café, pizza con agua, pizza con sodas.

— Que graciosa... ¿quieres que te traiga el plato? Preparé algo de verduras y pollo.

— ¿No hay pizza? —golpeó su hombro, de manera juguetona e intentó ponerse de pie cuando Chaeyoung la sujetó y la arrojó a la cama. El cuerpo de la castaña se aprisionó sobre el de ella y sus manos se entrelazaron a la altura de su cabeza.

Hubo una mirada, unos segundos en que sus ojos no se cerraron ni se despegaron de la otra. Hasta que Chaeyoung se estiró hasta ella y la besó. Gimió sorprendida, contra sus labios por volver a sentir esa combinación entre la rudeza y docilidad de su esposa.

Su boca se movía sin torpeza ni lentitud y Mina se acopló a su ritmo. Desesperado y ansioso por ir más allá. La lengua de Chaeyoung se coló en ella al momento en que sus caderas comenzaron a moverse. Meciéndose como el inicio de un baile romántico: suave, delicado y aumentando solo por momentos.

— ¿Mina? —Le susurró bajando por su mentón con besos. Ella alzó su pelvis, necesitaba más contacto y que Tzuyu lo notara, que comenzara a desnudarla como sabía hacerlo y le hiciera el amor cuánto antes.

— ¿Uhg?

— Muero de hambre —tan rápido como un fuego artificial se enciende y explota en el cielo, la mano de Chaeyoung se deslizó dentro de su pantalón y acarició su braga. Su ropa interior algo húmeda, testigo de lo que en su mente vagaba. Oyó una resoplido de burla, victorioso de la castaña al encontrarla de esa manera― y veo que tú también.

Todo pasó rápido. Quizá porque ambas se miraron una última vez y se recordaron que abajo estaban sus hijos y una jovencita más cenando; y que solo era cuestión de minutos para que terminaran.

Chaeyoung se arrodilló entre sus piernas y le quitó el pantalón deportivo, bajando luego el de ella hasta sus glúteos. La castaña separó sus rodillas y se acomodó entre ellas, embistiéndola de una sola vez pero manteniéndose quieta un segundo.

— Chaeyoung, olvidé cerrar con llave —Chaeyoung apretó los ojos. Agitó su cabeza y volvió a mirarla.

— Entonces no grites y escucha si alguien se acerca —sus caderas se movieron. La castaña comenzó un bombeo rápido, frenético y no pudieron callar el sonido de sus pieles chocando con deseo.

Mina se mordió el labio, rogando por poder cumplir su orden pero, cuando la castaña la volteó y la penetración fue más profunda, más brusca y satisfactoria para ambas, apretó los dientes contra la sábana y aguantó las mordidas de Chaeyoung en su hombro. O de lo contrario iban a descubrirlas.

Esa era la sonrisa con la que no había amanecido el día anterior. Mina se acercó más al espejo del baño y acarició su rostro, palpando las secuelas de los encuentros con Chaeyoung durante toda la noche.

Alzó los hombros con superioridad y modeló una vez más antes de correr a la cama y arrojarse sobre una aún dormida Chaeyoung.

— Despierta, mi amor. Vamos, Chaeyoung, levántate, tenemos que llevar a Heejin con la doctora —la castaña solo estiró su brazo y tapó su boca con una mano. Mina la alejó de un golpe y se subió a su espalda, la costumbre de su esposa de dormir boca abajo le facilitaba esas cosas— Son Chaeyoung, que te levantes ahora —pasó las manos por su torso, a sus costados y, cuando acarició sus pechos, la castaña dio un respingo.

— Si haces eso me quedaré aquí le dejó un ruidoso beso en su hombro y una pequeña mordida, antes de abandonar la cama y dirigirse al armario.

— Ve a ducharte, aquí te dejaré la ropa alistada... ¡Chaeyoung!

— Estoy despierta, Mina, deja de gritar.

— Solo...ve a cambiar a Heejin, largo de aquí.

Caminó a la puerta, iba a dejarla sola a que terminara de desperezarse pero, con una sonrisa divertida, regresó a la ventana y abrió las cortinas ampliamente.

Abandonó el cuarto cuando esta vez fueron los gritos de Chaeyoung los que se oyeron.

— Entonces, Heejin ¿cómo has estado estos días? —Chaeyoung miró a su pequeña hija, sentada en la falda de Mina y oyendo a su doctora, del otro lado del escritorio. Eunbi era una mujer que solía trabajar solo con niños, en su desarrollo pero no era pediatra para los casos como Heejin. Sin embargo, por la confianza adquirida debido a la amistad de sus hijas, ella misma le había pedido que revisara a Heejin en las consultas.

— Bien —respondió tímidamente la pequeña castaña, con su acostumbrado dedo pulgar dentro de boca y mirando a la mujer con una sonrisa.

— Mamá me dijo que estos días no has querido ir al preescolar —Heejin negó con la cabeza— ¿y por qué no? —las tres la vieron alzar los hombros, con su mirada recorriendo toda la habitación para evitar más preguntas― ¿mañana irás?

— Ma me lleva.

— Sí, mamá te lleva ¿pero quieres ir? — nuevamente dudó y la mujer le sonrió. Ella solo debía ocuparse de los chequeos médicos, pero no podía evitar indagar en la personalidad de la niña. Así como sus madres, ella era consciente también de que Heejin necesitaría apoyo profesional para aceptar su condición al pasar los años— ¿te gustan los juegos en el jardín de infantes? —esta vez no hubo dudas. La pequeña asintió entusiasmada y la doctora dio por terminada ese día su cuestionario— está muy bien. Es normal que a los niños no les agrade separarse de sus padres y pasar horas fuera de casa con alguien desconocido, como lo es su maestra por ahora. Sería aconsejable que se acercaran a hablar con ella también. Debe ser precavida no solo por la condición de su hija, si no que además por su desarrollo prematuro.

Chaeyoung asintió, ese momento en que la mujer terminaba de hablar, pasaba a ser el turno de Mina para hacerle preguntas y consultar dudas. Ella paseaba a su hija en el parque y la cargaba para jugar, pero la rubia era quien la cuidaba intensamente y no quitaba sus ojos de ella cuando la tenia cerca.

Las oyó hablar y sus ojos se dirigieron a Heejin, que bajó de las piernas de Mina y caminó hasta una de las puntas del escritorio. Allí, había un portarretratos de Eunbi acompañada de sus dos hijos: Giselle, la mayor y el pequeño de apenas 12 pero que desconocía su nombre.

La mirada de las tres se posó en la niña, que les señaló a la mejor amiga de Somi y luego tomó la fotografía, sonriéndole al papel mientras lo analizaba detenidamente.

Mina y Eunbi rieron, antes de continuar conversando. Chaeyoung en cambio frunció el ceño y, tras notar que su hija no tenía intenciones de dejar el portarretratos, abandonó la silla y llegó a ella. La tomó entre sus brazos y dejó la fotografía en su lugar.

— Son 10 años, Heejin —Le dijo como si le entendiera y abandonó el cuarto cuando Mina saludaba a la mujer, en una despedida hasta el próximo mes.

Mina rodó los ojos, cansada de oír lo mismo todo el camino y arrojó las llaves en la mesa ratona. Chaeyoung entró detrás, cargando a una Minju dormida y la acomodó sobre el sillón suavemente para que continuara su siesta.

— Voy a quitarme estas botas, no las aguantó más ―le dijo a Chaeyoung subiendo las escaleras y la castaña caminó a la cocina. Con sus hijos en el Instituto, tenía la heladera para ella sola y elegir algún chocolate o postre que no le reclamarían luego.

Se encorvó frente al frío que lanzaba el electrodoméstico y buscó algo dulce que comer rápido. Sin embargo no había nada, era muy probable que Jihoon se hubiese devorado todo la noche anterior.

Iba a cerrar, prepararse una simple tostada con algo de mermelada cuando una pequeña caja al final llamó su atención. Nunca la había visto y ninguno de sus hijos estaba enfermo como para que Mina adquiriera algún jarabe.

La tomó y abrió, descubriendo una botella oscura y en completo estado. Posiblemente eran las vitaminas que la rubia iba a darle y luego lo olvidaron. Sonrió, no las había necesitado porque estuvo en su interior hasta pasada las 3 a.m a pesar del cansancio.

Pero en ese momento lo sentía otra vez y un poco de eso la ayudaría a alejarlo. No le gustaba estar o parecer agotada cuando tenía una casa y una familia que atender. Lo destapó y llevó su nariz a ella, olía a vainilla. Su sabor favorito.

Llegó a la mesada y tomó una cuchara. La llenó y finalmente tomó un poco. Parpadeó, pareció agrio cuando bajó por su garganta pero todo el gusto dulce quedó pegado a su paladar.

— Chaeyoung, amor ¿puedes ir tú hoy por Olivia y Beom-gyu al Instituto? Estoy algo... qué demonios, Chaeyoung ¿tomaste eso?—tan pronto como la vió con la caja en mano, Mima se acercó y se la arrebató.

— Nuestra hija está durmiendo a unos pasos, cuida ese vocabulario.

— ¿Tomaste de esto sí o no?

— Si ¿no es acaso la dichosa vitamina que ibas a darme?

— ¡No! Chaeyoung, no, esto...olvídalo. No vuelvas a tomar de esto.

— ¿Y por qué no? —preguntó la castaña cuando Mina lo arrojó a la basura.

— Porque es un jarabe para Heejin, cuando le da tos a medianoche le doy un poco.

— ¿Y por qué lo tiras? —La rubia balbuceó, pensando con rapidez una excusa y bajo la atenta mirada de su esposa.

— Porque está vencido, había olvidado tirarlo. Como sea ¿qué quieres almorzar? Ya son más de las 12, prepararé algo rápido —Chaeyoung asintió, quitándose la chaqueta y ocupando una silla.

Mina se colocó el delantal y remangó su camiseta. Corrió su pelo a un lado y comenzó a buscar entre las alacenas un paquete de harina. Había decidido hacer pizza a pesar de la locura de su esposa después de haberla comido todo el fin de semana.

Estaba llenando una jarra con agua cuando el cuerpo de Chaeyoung se pegó al de ella. Se mordió el labio, ahogando un jadeo cuando su erección tocó sus glúteos.

— ¿Es mi idea o cuándo estás agotada te ves hermosa? —Empujó sus caderas hacia atrás, para alejarla, pero logró lo contrario. Chaeyoung atrapó su cintura con firmeza y comenzó a tirar hacia arriba su camiseta.

— Chaeyoung... —susurró cuando caminaba por su cuello con decenas de besos— Heejin está a unos pasos, tú lo dijiste.

— Una vez me buscaste con Beom-gyu y Olivia en el living, a menos metros que ahora y ni lo notaron ¿o ya lo olvidaste?

— Pero estaba embarazada —de repente se silenciaron y los movimientos de la castaña se detuvieron. Con la respiración en su nuca, Mina empuñó sus manos y volvió a moverse contra su bulto, alejándola del pensamiento que invadió a ambas.

La castaña desanudó el delantal y se lo quitó. Sin girarla, tomó la base de la camiseta y ella alzó los brazos. Semidesnuda contra la mesada, oyó el cinturón de Chaeyoung desprenderse y la cremallera bajarse. Se mordió el labio, estaban deseándose en ese momento y la puerta corrediza de la cocina las cubriría mientras tanto.

— ¿Has cerrado con seguridad? —le preguntó y la castaña gruñó. Como una ráfaga se alejó y desde allí se escuchó el pestillo.

Cuando regresó, volteó a verla y sus ojos ahora negros, le señalaron la mesa. Se quitó el pantalón y se sentó sobre ella.

— ¿Esto es lo rápido que estabas preparando para mí? —se burló Chaeyoung abriendo sus piernas y acomodándose entre ellas. Mina la tomó de la camisa y explotó sus bocas, en un beso sexual, anticipándose a lo que sucedería.

Una mano de la castaña en su entrepierna las separó. Rompió el beso y tiró su cabeza atrás, el dedo de Chaeyoung en su clítoris, jugando en círculos con el estaba martirizándola.

— Esto es lo que pienso almorzar —Y sin avisar hundió su rostro en ella. mina se golpeó contra la mesa y gimió. La lengua de su esposa sabía lo que tenía que hacer y cómo lo tenía que hacer.

Con una mano en su pecho, estrujándolo y la otra sobre la cabellera castaña, Mima se dejó hacer hasta que el efecto de esa brebaje desapareciera.

— Y es lo que pienso cenar y desayunar mañana —Cerró los ojos y jadeó: quizá no tendría que haber tirado la botella tan rápido.

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