Capítulo IV: Niños
Sin importar cómo sonara: no quería a Jungkook cerca de su familia. No importaba cuán intentara y se esforzara él en sonreírle, en continuar haciéndolo como desde que llegó. Había sido una de esas personas infelices que rondan en el mundo, en su propia vida, mientras compartió techo con él. Y había sido totalmente lo opuesto, mientras estuvieron lejos.
Desde entonces había ido creando su felicidad. Hasta que la verdadera felicidad llegó a tiempo, de la mano de Mina y, ahora, de aquella adolescente temerosa, no quedaba ni rastros. De la persona que había sido junto a Jungkook, ni el más mínimo recuerdo vagaba en ella.
Sin embargo continuaba conociéndolo. Y sabía que ciertas cosas le molestaban y estaba segura que aún lo hacían. Como los niños, por ejemplo y ella tenía tres. Y no iba a incomodar a ninguno, mucho menos a Mina o hacerla enojar con la presencia de su padre.
Chaeyoung pasó frente a ella, siguiendo los pasos de Dahyun, y Jungkook intentó ingresar. Tzuyu se hizo a un lado, estorbándole el paso e impidiéndoselo.
— Es una gran sorpresa que estés aquí -sin titubeos, sin miedo ni vergüenza le habló. Aquella Son Chaeyoung que había florecido cuando comenzó en el negocio de la estafa y había desaparecido ya, regresó por él ―ni en sueños me lo hubiese imaginado.
— Si, lo sé, y en parte es mi culpa haber desaparecido todos estos años.
— ¿En parte? —él rascó su nuca y gesticuló nervioso. Chaeyoung echó un resoplido irónico ¿dónde había quedado el Son Jungkook que cada viernes se embriagaba y le había sido infiel a su madre en más de una ocasión? No era más que un poco de papel arrojado y ahora ella lo estaba soplando. Le parecía ridículamente inversa la situación ahora.
— Dahyun me dijo que te habías casado. Que tienes tres hijos. Que habías formado una familia.
— Tengo mi familia, sí. Y están adentro, aquí vivo con ellos.
— Sí, lo supuse... ¿puedo conocerlos? —entrecerró los ojos y, tras aquella intensa mirada, él dio un paso atrás. No, no quería que los conociera. No quería que Beom-gyu y Olivia lo llamaran abuelo ni quería verlo tomar entre sus brazos a Heejin.
Él era su padre y hasta allí quería que esa relación se estancara. Estaba viendo en partes, quizá, las cosas cómo deberían pasar pero su mente siempre la dominaba y en ese momento le exigía aquel pensamiento.
Y su cuerpo iba a obedecerla. Alzó el mentón y abrió su boca, dispuesta a decírselo con la sinceridad brusca que la caracterizaba.
— ¿Chaeyoung? —de repente la puerta se abrió más y Mina, algo confundida, apareció y se detuvo a su lado. La observó y luego a Jungkook. Hubo un cruce de miradas entre ambos y a la rubia pareció no impacientarla. Y a él pareció agradarle— hay dos mujeres dentro y dicen ser tus mejores amigas. Bueno, una tiene medio cuerpo dentro de la heladera y la rubia cargando a Heejin.
— Sí, son Tzuyu y Dahyun. Te hablé de ellas una vez ¿lo recuerdas? —Mina le sonrió, con total seguridad y estiró una mano hasta resguardarla bajo su mejilla. Chaeyoung cerró los ojos un momento, su esposa la conocía y sabía cuánto estaba necesitando de ese gesto. Ese contacto que le recordaba de que estaba allí para ella, más que solo en cuerpo.
— Por supuesto que lo recuerdo, mi amor.
— Y él es mi padre —tomó aquella mano entre sus dos y la acercó más. Mina se detuvo frente a ella y Chaeyoung miró a Jungkook. No esperaba nada de él, solo que la tratara con respeto.
Con una caricia en la unión de ambas, Sana se soltó y se alzó a dejarle un beso en la mejilla. Y él le respondió con un agradable abrazo, un brazo tras su espalda y descansando el mentón un momento en su hombro.
Pasaron apenas unos segundos y ella carraspeó, recibiendo a la rubia nuevamente entre sus brazos.
— Es un gusto, señor —la oyó decirle con aquella voz dulce, suave y sincera. Seobin asintió levemente, sonriéndole apenas pero sin esfuerzo.
— Puedo entender por qué mi hija te ha elegido como su mujer y la madre de sus hijos. Eres muy guapa.
— Y puedo ver que ella ha heredado la misma característica de usted —Tzuyu rodó los ojos y tiró más de Sana contra ella.
— ¿Van a coquetear en mis narices?
— Tienes razón. Continuaremos luego —bromeó la rubia— ¿por qué no pasa? Tenemos un almuerzo que preparar y luego un pastel que cortar.
Jungkook la miró y ella suspiró. Pero asintió, transmitiéndole de que podía hacerlo y lo hizo. Pasó al lado de ambos y se detuvo junto a Mina:
— Son Jungkook.
— Myoui Mina —Un apretón de mano y él finalmente se perdió dentro de la casa.
Chaeyoung lo siguió con la mirada, hasta verlo desaparecer y luego vagó su vista en la rubia.
— Vaya, los años que yo iba a tardarme en perdonarlo, tú lo has reducido a minutos.
Qué minutos, segundos.
— Nunca me has hablado de él totalmente ¿de qué debes perdonarlo? Solo sé que tenían una relación distante, nada más.
— Pero lo haz hecho pasar como si nada.
— Lo siento, no pensé que iba a molestarte tanto —la voz de Mina sonaba culpable de verdad, cohibida de haber hecho algo contra su voluntad. Chaeyoung rodeó su cuello y tiró, apretándola contra su pecho.
— No es eso. Discúlpame a mí. Solo que muchas veces me había imaginado el día en que lo volvería a ver y...todo pasó tan rápido y todos mis reclamos quedaron atorados en algún lado. Nada es cómo me lo imaginé.
— ¿Lo quieres? —le preguntó Mina acariciando su espalda.
— No...o bueno, quizá sí. Un poco...ni siquiera sé por qué no ha venido con mi madre.
— Creo que se merece una oportunidad.
— ¿Y por qué lo crees? Yo creo que no se la merece —La rubia se alejó, apenas de su pecho y alzó la vista a ella. Se miraron, entendiéndose pero sin compartir la opinión.
— Todos nos merecemos una oportunidad con alguna persona alguna vez.
— Él no. No la merece.
— ¿Quién lo dice? ¿Tú? ¿La que odiaba enamorarse, no le gustaba ser romántica y detestaba convivir con niños? ¿La qué que no quería darle una oportunidad al amor y ahora no puede vivir sin el? ¿Tú lo dices? —Chaeyoung se mordió el labio, derrotada y evitó mirarla un momento. Porque Mina estaría festejando internamente y hasta iba a sentirlo si lo hacía.
— Sí, mi yo del pasado lo dice.
— Pues que pena, porque como a tu tú del pasado, no pienso obedecerle —Atrapó su cuello y la empujó hacia abajo, obligándola a responder el beso que con tantas ansías comenzó.
Iba a intensificarlo, colar su lengua y separarse cuando el aire les faltara. Pero la rubia se zafó, se alejó y le dejó unas palmadas en sus hombros mientras hablaba.
— Los niños están adentro, tenemos visita y debes ponerte algo de ropa. Vamos —Mina tomó su mano y tiró de ella. Jalándola como siempre en una orden y Chaeyoung caminaba detrás. Como siempre, obedeciéndole.
Cuatro horas con su suegro fueron agradables para Mina. Él se comportó adecuadamente y pasó mucho tiempo hablando de tecnología con Beom-gyu; parecía que habían congeniado en esos temas y sobre Hanna, la niña que tanto le gustaba al pequeño.
Y Tzuyu y Dahyun la hicieron pasar una tarde divertida. Sobre todo Dahyun, aquella chica que reveló cientos de secretos de Chaeyoung y tanto ella como los niños reían al oírlas. Incluso tomó una fotografía, de cuando Tzuyu se quedó dormida en el sillón junto a Heejin y se abrazaba a su cadera como cuando dormía sobre Oliver en la alfombra.
Habían llegado por indicaciones de Namjoon, la única persona después de sus padres que conocía la dirección de su nuevo hogar. Y ahora ya estaban en la puerta, despidiéndose con una aclaración de que regresarían. Dahyun y Olivia habían lanzado una química cual tía y sobrina de manera instantánea y la chica le había prometido volver para pasar horas en algún shopping.
Mina entendía el por qué del alejamiento entre su esposa y sus padres: Jungkook había hablado de Kyla frente a la pregunta de Chaeyoung y su respuesta fue segura, escueta pero avergonzada. Ella no quiso acompañarlo y, por el contrario, le había advertido que poco hablara de sí misma también. A la castaña pareció no inquietarle ni sorprenderla aquellas palabras. Pero sus horas con su propio padre fueron algo tensas, como dos desconocidos que nada tiene en común en una primera conversación.
Pero no podía evitar sonreír y acariciar su mano, en apoyo y cuando la veía esforzarse por mantener una cordial comunicación con Jungkook. Él socializó casi a la perfección con sus tres hijos y cargó también a Heejin, que le sonreía y tomó su rostro más de una vez.
A Mina le parecía un buen comienzo para que esas relaciones crecieran. Porque creía que los niños lo necesitarían en un futuro y aquellas tres personas, extrañas hasta horas atrás para ellos, eran un gran apoyo emocional para Chaeyoung. Le gustó verla relacionarse y mantener charlas con alguien fuera de su ámbito familiar.
Dahyun y Tzuyu esperaban por Jungkook dentro del auto. Él hablaba con Chaeyoung a un costado de la vereda, luego de que la llamara porque necesitaba unos minutos a solas para contarle algo más. Olivia y Beom-gyu estaban colgados sobre la puerta de acompañante, que ocupaba Tzuyu y terminaban de hablar con ellas un poco más.
Bajo la puerta principal, Mina sostenía a su pequeña hija que se había quedado dormida y respiraba con calma contra su cuello. Pasaron minutos, en que cada tanto Chaeyoung volteaba a verlas y le sonreía antes de regresar la vista a su padre. Antes de que volviera a hacerlo, el aroma característico de su hija en necesidad de un pañal nuevo, llegó a su nariz.
— Mamá le puso mucho chocolate a ese pastel ¿cierto, mi amor? —le preguntó en un susurro y con la voz que siempre utilizaba para ella: aniñada, infantil y divertida mientras acariciaba su espalda. Se perdió escaleras arriba e ingresó a su cuarto, el único de la casa que tenía su baño propio y caminó directo a el.
Acostó con cuidado a su hija sobre el mueble acostumbrado a usar en esos casos y quitó de la misma manera su pequeño short. Estaban en verano, bajo unos sofocantes grados arriba de lo normal y el médico le había recomendado cuidarla del sol, del sudor y mantener su cuerpo a temperatura normal. Retiró su pañal sin inconvenientes y lo lanzó al cesto de basura, antes de tomar una toalla húmeda de uno de los cajones.
— ¿Qué pasa, Heejin? —Le preguntó al verla otra vez despierta y mirándola fijamente. La niña gesticuló media sonrisa, quizá inconsciente y comenzó a mover sus brazos, de arriba hacia abajo junto a sus pies— ¿te gusta que mami te cambie? Mamá lo hace mal ¿cierto? —La risa de la niña dibujó la de ella. Rieron, en complicidad mientras buscaba el talco— mamá es un poco...no torpe, ella te ama pero aún tiene algunas cosas que aprender. Y debemos ayudarla porque quiere saberlo todo. Y ahora que lo pienso, te robas mucho de mi tiempo con ella, cariño —agregó rociándola cuidadosamente con el polvo.
Con total experiencia, Mina le colocó un nuevo paño limpio y volvió a vestirla. La puso de pie, aún sobre el mueble y tomó sus manos, algo alejada, incentivándola a que diera unos cortos pasos hasta ella.
Y Heejin lo hizo. Le dedicó una mirada con sus ojos brillando y luego se lanzó a la orden de su madre. Fue cuando el mueble se terminaba que la sujeto y la felicitó con cientos de besos en su cabeza.
— Acabas de ocultarme su primera caminata. Cuando diga sus primeras palabras, al menos grábala —un grito sorprendido de la pequeña y ella volteó, donde su hija señalaba entre risas: Chaeyoung estaba recostada en la pared y con los brazos cruzados, con su mirada fija en ambas.
— Nos asustaste —Se quejó la rubia fingiendo seriedad y la castaña se impulsó hacia adelante, acercándose a ellas— ¿haz visto lo atlética que podría ser nuestra hija cuando crezca?
— Seguro, saldría a ti y a tus locur.... gustos. A tus gustos por salir a correr cada mañana. Amo eso.
— ¿Qué salga a correr?-la castaña negó ligeramente, rodeándole la cintura y atrapando a Minju en un abrazo de las tres.
— No. Que digas nuestra hija ―descansó un momento el mentón en la cabeza de su esposa y Mina sonrió; cada vez que Chaeyoung hacía eso, unas palabras de agradecimiento y demostrándole cariño saldrían luego de su boca gracias por haberme ayudado con lo de Jungkook.
— Se merecían un momento solo para ustedes ¿Está todo bien?
— Un poco, sí. Preguntó si podía volver, no sé cómo o desde cuándo pero esto de enterarse que es abuelo, es algo nuevo y no quiere alejarse de eso. Dije que le avisaría —ella se separó, hasta verla a la cara y Chaeyoung humedeció sus labios, adelantándole que iba a continuar— no iba a darle el permiso sin consultártelo.
— Es tu padre.
— No realmente. Sabes que nuestra relación no se ha forjado en base a esa palabra y mucho menos a su amor.
— ¿Tú quieres que continúe viendo a los niños?
— No lo sé. Si ellos quieren. Pero de igual manera no quiero que sea rápido —iba a protestar, abrió su boca para hacerlo pero la castaña juntó sus labios y la calló. Le correspondió, sin espera y pasó su pulgar en el labio inferior, quitándole algo de su brillo labial— ¿qué me dices de Dahyun y Tzuyu? Son como un caos juntas.
— Entiendo por qué son tus mejores amigas. Me agradaron mucho, Chaeyoung y a nuestros hijos también. Pueden regresar cuando quieran ―volvieron a besarse, en un leve roce y tacto que Heejin separó mientras tomaba la piel de su castaña madre, bajo su mentón y llamaba su atención— creo que podrías llevarla a la piscina. Olivia invitó algunos amigos y llegarán en cualquier momento. Saldré por unos víveres y prepararles la cena.
— ¿La cena? ¿A quiénes? —preguntó confundida, recibiendo a la niña en brazos y caminando tras Mina, fuera del cuarto.
— Pues a los niños. Es la primera vez que vienen a casa y Olivia quieres darle buena impresión y estoy de acuerdo.
— Ese niños ¿a cuántos abarca realmente?
— No lo sé, Chaeyoung. Unos cinco o seis. Mañana no tienen colegio y aprovecharán el fin de semana largo.
— ¿Cinco o seis? —alzó la voz exagerada. Tenía dos ojos ¿cómo se supone que iba a cuidar tantos niños?
— Y dos niñas se quedarán a dormir, como una pijamada. Usarán el cuarto de abajo, lo acomodaré un poco cuando regrese —tomó su cartera, del armario cerca de las escaleras y luego las bajo, mientras buscaba algo en su interior—¿las llaves del auto?
— En mi bolsillo —Chaeyoung se detuvo a mitad de escaleras, cuando la rubia regresó y hurgó en su pantalón. Apretó los dientes, ahogando un jadeo cuando acarició con sorna su miembro— recuérdame nunca quitarlas de allí.
Bajaron y se encaminaron a la puerta. Mina abrió y volteó a verla: los ojos de Chaeyoung estaban abiertos, con brusquedad y sus cejas alzadas, pasmada al ver la cantidad de niños que Olivia estaba recibiendo en la vereda. Allí no había cinco o seis. Había unos quince o más y recordó si había correas en algún rincón de la casa, para cuidarlos y que ninguno se le escape de su límite.
— Regresaré luego —Le susurró sobre su boca pero la castaña continuaba viendo tras su esposa— cuídalos bien a todos. Te amo —un fugaz beso y finalmente la morena desapareció.
Y decenas de niños pasaron a su lado, haciéndola tambalear y generando en ella algo de impaciencia.
Sacudió su cuello y movió su mandíbula: iba a ser una larga tarde.
— Si sigues así, estropearás todo ¿puedes calmarte? O irte a tu habitación, lo que quieres primero —Chaeyoung alejó un momento a Heejin de su pecho, ambas sobre la silla plástica para tomar sol pero bajo una frondosa sombra ahora y miró a Olivia. De pie, a su lado y con su cabello húmedo, producto de que acababa de salir de la piscina.
— ¿Y ahora qué hice?
— Ahora nada. Pero cinco minutos atrás sí. No bajes la música, no les llames la atención a mis amigos ni les prohíbas entrar a casa mojados —Chaeyoung echó un resoplido y regresó a su pequeña hija contra su pecho.
— Si tu madre ve una sola gota adentro, me matará.
— Como sea, solo...haz de cuenta que nos miras pero no lo hagas.
— ¿Qué no lo haga? ¿O qué no mire a ese niñito...Yohan? —ironizó cuando la castaña intentó alejarse y la obligó a regresar— ¿te gusta ese niño? Tiene cara de que no sabe sumar.
— ¿Y qué con eso? Hace deporte y también le gusto —Chaeyoung se sentó con rapidez y la observó sorprendida, incrédula al oír esas palabras.
— ¿Él te lo dijo?
— Tenemos 10 años ¿qué esperas? ¿Que nos enviemos cartitas?
— ¡Hey, Olivia! —rodó los ojos, allí estaba ese niño llamándola desde la piscina y ella gesticuló al ver la sonrisa de su hija—ven, haremos equipos para jugar.
— Oye, oye —La detuvo del brazo cuando pretendió obedecerle estoy vigilándote.
— ¿Y a Beom-gyu?
— ¿Qué con él? —Olivia le señaló del otro lado, lejos del patio, su hijo hablaba por lo bajo y entre risas con una niña. Ella entrecerró los ojos, era Hanna, su compañera de la que tanto hablaba y al parecer se llevaban muy bien y tenían cosas en común, de las que se susurraban seguramente en ese momento.
Soltó a Olivia sin notarlo y se dedicó a mirarlo; ya le pediría explicaciones luego también.
— Veo que todo está bien por aqui —volteo enseguida y Mina estaba sentada a su lado, recibiendo a Heejin que estiraba los brazos hacia ella.
— ¿Tú sabías que nuestros hijos ya empezaron con eso de la mariposita en el estómago y de los gustos hacia otros niños?
— No lo sabía ¿cuál es el problema? —Chaeyoung frunció el ceño ¡todo era el problema! Eran unos niños, sus niños y les faltaba muchos años por delante para pensar en eso.
— No lo sé ¿quizá de que no han terminado el colegio primario aún? —Mina rió, llamando la atención de algunos que levantaron sus manos sin dudarlo y la saludaron a lo lejos. Ella les respondió con una sonrisa y nuevamente volvieron a la privacidad de ellas dos.
— Debemos hablar con ellos pero más allá de eso, no le veo el problema.
— Esa niña, Hanna ¿no es más grande que Beom-gyu?
— Beom-gyu es más grande que ella.
— ¿Y qué me dices de ese tal Yohan? ¿No abraza demasiado a Olivia?
— Olivia está abrazándolo justo ahora... Chaeyoung, amor, no importa eso — aseguró tomando el mentón de la castaña y obligarla a verla cuando intentó mirar la piscina— si los cuidamos, sin estorbo —Agregó con obviedad— todo estará bien.
— Mmm...insisto, son muy pequeños para eso. Y ese niñito, Yohan, no me cae bien —Mina rió, antes de rodearle el rostro con una mano y besarla. Quitándola de la burbuja preocupada que por el momento no era necesaria.
— Ese niñito no me cae nada bien —Mina rodó los ojos. Escuchaba al menos una vez al día esa frase. Sacudió el cojín que estaba limpiando y miró por sobre su hombro a Chaeyoung, que miraba por la ventana con la cortina apenas abierta.
— ¿Puedes dejar de observarlos?
— No.
— Y ya no son unos niñitos. Llevas diciendo eso de Yohan desde que lo conoces. Ha pasado tiempo, Charly, supéralo.
— Mi hija tiene 15, es una señorita y no quiero a ningún niño tonto rondándola.
— Como quieras. Iré por Beom-gyu, se está tardando demasiado y debe estar listo para... Chaqué.
— ¿Qué?
— Mira este niño hermoso —murmuró orgullosa al llegar al primer escalón y ver a Beom-gyu bajándolos. Vestía una camisa rosada, prolijamente guardada dentro de su pantalón gris de traje y su cabello se peinaba a un lado, con su ligero movimiento de dedos a cada instante enredándolos en el te ves muy bien, hijo agregó acomodando el cuello de su camisa con rapidez.
— Gracias mamá —incluso su voz ya no sonaba igual y fruto de su adolescencia también era su barba clara, del color de su cabello afeitada al ras de su rostro— Tengo que irme, la fiesta empieza en media hora ¿me prestas el auto o...
— Ni lo sueñes —Lo cortó Chaeyoung señalándole la puerta, de que ella lo llevaría— cuando vuelva no quiero a ese niñito afuera —le advirtió a Mina, acercándose a dejarle un beso rápido en los labios.
— Yohan, Chaeyoung. Se llama Yohan —sin embargo la castaña y su hijo ya habían desaparecido. Mina suspiró resignada y estaba por arrojarse al sillón cuando un grito la llamó desde el segundo piso.
— ¡Ma!
— ¿Qué sucede? —murmuró subiendo las escaleras.
— ¿Puedes cambiar el canal? —abrió la primera puerta, a la izquierda y le sonrió a la niña que ocupaba la cama y señalaba el televisor a metros de ella.
— Creo que ya es hora de dormir, Heejin.
— Pero ma —Suspiró, derrotada frente a la petición de su pequeña y se acercó a ella.
— Está bien, solo hasta que tu madre vuelva ¿de acuerdo? No te despiertas ni con los gritos de Chaeyoung y ya no podemos volver a llegar tarde a jardín otra vez. Hazme lugar.
Se acostó, a su lado y Heejin la abrazó mientras un nuevo dibujo animado aparecía en la pantalla.
Mina cerró los ojos, al oír que el automóvil de Yohan se alejaba y la puerta principal se abría, con Olivia seguramente y sonrió: Tan rápido como una estación cambiaba a la otra, dos de sus niños ya no eran tan niños y era cuestión de otro verano, otro invierno quizá, para que pasara lo mismo con Heejin.
La apretó contra ella y la oyó respirar con tranquilidad, al conciliar el sueño y miró al techo nuevamente: No, con ella no pasaría eso. Con Olivia y Beom-gyu ni siquiera había pasado en realidad, al menos no en su mente de madre.
Ellos nunca dejarían de ser sus niños.
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