Veintidós
Le supo mal lo que acaba de realizar antes de encontrarse con Alya y el pequeño Joey, pero sentía un poco de ansiedad y no había podido evitarlo.
La situación aún le daba vueltas en la cabeza, y sinceramente no se encontraba prestando la atención debida a Alya mientras hablaba a rienda suelta en el asiento del copiloto, mientras que en el asiento infantil que su amiga había colocado se encontraba Joey completamente dormido.
Un mes había transcurrido, quizás un poco más si se ponía a contar con exactitud los días, desde la ocasión en la que tanto ella como Adrien se habían abierto de forma sincera ante sus miedos, y habían terminado saltando del segundo piso de su boutique para poder salir del lugar y que Adrien cumpliera con sus obligaciones en el trabajo al día siguiente, aunque esto significara que luciera más como un zombie en vida gracias a la falta de sueño.
Sus intentos continuaron con normalidad mientras la ventana de la fertilidad se encontraba abierta de par en par.
Aunque claro, las cosas habían parecido cambiar entre ambos. Situación que pasaba desapercibida por las personas de su alrededor, a excepción de Chloé, quien hacía unos días de forma imprevista había abandonado el mes debido a un problema con la embajada de Suiza, portando el elegante conjunto que ella misma había diseñado.
Claramente, había terminado reemplazando la tela amarilla que un principio planeaba usar debido a lo que se había suscitado sobre esta, sustituyéndola por un conjunto completamente blanco, diciéndole que resaltaba sus ojos, además de su figura.
Las salidas entre ellos se habían comenzado a habituar, así como el pasar algunas noches juntos sin la necesidad de que algo más ocurriera, simplemente buscando la compañía del otro.
Para ambos aquel cambio de rutina había sido por demás agradable, pues en cierta manera sentían que su vida se encontraba un poco solitaria. Era agradable tener de vez en cuanto con quien charlar acerca de los sucesos ocurridos en el trabajo, reír por boberías que llegaban a hacer o simplemente cocinar juntos para la cena (La cual, al final terminaba por preparar Adrien).
Se sentía mal consigo mismo al haber realizado una prueba de embarazo sin estar el presente. Aunque el resultado no había sido positivo, estaba segura de que Adrien deseaba estar ahí en cada oportunidad.
Una chispa de esperanza brillo entre sus nervios, decidiendo enviarle un mensaje a Adrien de que haría la prueba, que simplemente no se podía quedar tranquila.
Él al cabo de unos minutos contesto que no había problema alguno, que cualquier cosa que ocurriera él podría ir de inmediato con ella, sin importar que Marlena Césaire buscase ponerle doble turno en la semana.
― Negativo ― Se dijo a sí misma, observando con resignación la prueba de embarazo casera. Después de todo, simplemente se estaba haciendo ideas.
Quizás todo se debía a que seguramente había leído más artículos sobre el embarazo de lo que le gustaría admitir, quizás simplemente había tenido esas sensaciones de acidez debido y fatiga simplemente porque lo había leído en internet.
Añadiendo que su ansiedad había rebasado el golpe crítico al ver, como nuevamente, su periodo se había retrasado, más de la cuenta a decir verdad.
Pero, a pesar de la respuesta de él y el resultado arrojado en la prueba, no podía evitar sentirse un poco mal al haber hecho aquello sola. Sin duda, en el momento de ver la pantalla de la prueba casera, hubiese deseado recibir un abrazo confortante de Adrien.
― ¿Entonces es un sí, Marinette? ― La voz de Alya sonó un poco más fuerte, como si supiera que en algun punto de la plática se hubiese perdido entre divagaciones.
― Ah, sí, claro ― Atinó a decir, parpadeando repetidas veces para observar de reojo a su amiga, quien sonreía aliviada.
― Realmente te lo agradezco mucho, temía que fueses a decir que no ― Confesó, acomodándose las gafas mientras observaba por el retrovisor a su hijo, quien seguía completamente dormido.
Agradecía que tuviese el sueño pesado, era una gran bendición.
― Sabes que cuentas conmigo para lo que sea ― Reafirmó, estacionando la camioneta frente al lugar donde se habían dirigido aprovechando el momento en el que Joey había quedado dormido en su siesta del medio día ― Pero ¿Me recuerdas a que acabo de aceptar? ― Cuestionó, quitándose el cinturón de seguridad.
Alya reprimió una carcajada en su boca, cubriendo su boca con ambas manos mientras sus piernas se movían de forma frenética, haciendo sentir nerviosa a Marinette.
Preguntándose en qué demonios se había metido.
― Sí, en definitiva no estabas escuchando nada ― Afirmó para sí misma, para después abrir su puerta, sin quitar esa sonrisa divertida de su rostro.
A ojos de Alya, Marinette había cambiado mucho a lo largo de los años, como ella misma lo había hecho, pero sin duda existían cosas que nunca cambiarían.
Como por ejemplo, el tener que bajar a Marinette de las nubes.
― Alya, no me dejes así ― Pidió ella, bajándose a su vez de la camioneta.
Su amiga llego hasta su lado, abriendo la puerta de la parte trasera donde Joey seguía completamente dormido. Marinette no pudo evitar sentir como su corazón se aceleraba al verlo de forma tan pacífica.
Joey había sido una sorpresa para todos, pero sin duda era una que atesoraban con todo el corazón. Y ella simplemente habia aprendido a quererlo quizás más de la cuenta.
― Conozco a mi hijo, es igual de cobarde que su padre cuando a las agujas se refiere ― Susurró ella, observando por el rabillo del ojo a Marinette ― Te pedí si podías hacer que te saquen sangre para unos estudios simples, él te adora Marinette, estoy segura que no habrá mucho problema si te sacan un poquito de sangre junto con él ― Repitió con cautela, mientras comenzaba a mover el pequeño brazo de su hijo.
Marinette se cruzó de brazos, bufando.
Ya la cosa le comenzaba a parecer extraña cuando Alya le habia pedido que le acompañara a que le tomaran unas muestras de sangre a Joey para el médico, puesto que uno pensaría que Nino sería quien tomara ese papel.
Pero en algo tenía razón; Nino no podía ver las agujas. Era un hombre adulto, con un pavor increíblemente ridículo.
― Sabes que adoró a Joey ¿Pero por qué no lo harías tú? Estoy segura que se animara más si su mamá lo acompaña en su travesía de las agujas ― Cuestionó, poniendo sus manos en sus caderas.
― Soy su mamá ¿Realmente crees que va a creer que algo que hago es cool? ― Rebatió, negando con su cabeza ― Tú eres su tía Marinette, la mujer más bonita que existe después de mi ― Agregó sonriendo triunfante al observar el rostro de resignación de su amiga ― Excepto cuando Chloé está presente, ya sabe que le va mal si dice eso ― Marinette asintió ante su ultimo comentario, pues su amiga usualmente buscaba acaparar el centro de atención del pequeño.
― Tienes un punto, no eres una mamá cool ― Afirmó, recibiendo un codazo por parte de su amiga.
― No eres graciosa ― Sentenció, girándose de nuevo hacia su hijo quien se removía entre sueños, rehusándose a despertar ― Sabes que si el pediatra no ordenara análisis de sangre no estaríamos aquí, suficiente problema es cuando lo vacunan ―.
Marinette se acercó, comenzando a mover el brazo de su autonombrado sobrino, logrando que este apartara su mano de él con un pequeño manotazo.
Joey era un niño completamente saludable, por eso el hecho de que el pediatra le ordenara unos exámenes de sangre los habia tomado por sorpresa, incluso a Marinette quien no tardó en enterarse por boca de Alya, quien le pedía le acompañara durante la toma de la muestra de sangre.
Según Alya, Joey estaba por debajo del peso promedio de un niño de su edad y estatura, y quería descartar cualquier posibilidad de anemia o descompensación alimenticia y que simplemente se tratara de la complexión del niño.
― Mamá, no me dejas dormir ― Reclamó el infante levemente confundido, llevando sus brazos hasta su rostro para cubrirse de la luz que entraba por la puerta de la camioneta ― ¿Ya llegamos con los papás de la tía Marinette? ― Preguntó, entrecerrando sus ojitos.
A Marinette se le encogió el corazón, pues Joey no tardaría mucho en darse cuenta de que aquello habia sido una mentira para que estuviese tranquilo durante el trayecto, pues él adoraba ir a visitar a sus padres.
Ellos mismos se ofrecían a cuidarlo cuando Alya y Nino tenían problemas con sus horarios de trabajo, que chocaban con los padres de la pareja y no podían tenderles la mano con el pequeño, cosa que habia logrado que se encariñaran rápidamente de él.
Ambos lo consentían incluso como si de su propio nieto se tratara, y no podía culparlos, pues consideraban a Alya casi como una hija más para ellos debido a que, durante su adolescencia, pasaba más tiempo en casa de la familia Dupain-Cheng que en la propia.
Además ¿Quién no caería ante los encantos de ese niño?
― Hicimos una pequeña parada antes, después te quedaras con ellos porque mamá debe ir a trabajar, y podrás jugar todo lo que puedas con el señor Tom, pero por ahora necesito que ayudes a tu tía ¿Verdad, Marinette? ― Inquirió la morena, desabrochando el cinturón de seguridad del asiento infantil, ayudándolo a bajar de este.
El niño la miro confuso, preguntándose en que necesitarían de su ayuda.
― Eh, sí, necesito tu ayuda ― Comentó, levemente confundida, buscando que más decir en los ojos de Alya.
― Marinette es igual que tu papá, muy miedosa ― Relató la mujer, señalando a su amiga ― Tiene que hacerse unos exámenes médicos, pero odia las agujas ― El niño hizo una mueca al escuchar la última palabra, observando con precaución a ambas mujeres ― Y yo le digo que tiene que hacerlo porque es por su salud, que incluso tú puedes con un pequeño piquete, entonces ella solo aceptó hacerlo si lo haces con ella ― Agregó, intentando imitar un rostro de preocupación.
Marinette rodó los ojos, intentando no reír ante la excusa de su amiga. ¿Y se preguntaba por qué su hijo no la consideraba cool?
― ¿Eso es cierto tía? ― Preguntó él, genuinamente preocupado.
Se tuvo que morder la lengua al momento, maldiciendo a Alya por lo bajo, pues la habia terminado arrastrando para mentirle piadosamente al pequeño, aunque fuese por su propio bien.
― Sí es cierto, me refiero, si tú puedes soportarlo ¿Por qué yo no habría? De no ser así, quedaría peor de cobarde que tu tío Adrien cuando se trata de las alturas ― Se burló ella, guiñándole el ojo al infante ― ¿Recuerdas cuando fuimos a la rueda de la fortuna en la plaza de la concordia? No abrió los ojos en todo el trayecto ―.
Alya rió por lo bajo, siendo seguida por Joey.
― Si es por ayudarte, está bien ― Aceptó de forma valiente, suspirando para sí mismo. Alya pensó que esa parte dramática sin duda había salido gracias a Nino ― ¿Pero solo es un piquete pequeño verdad? ―.
― Así es, no sentirás nada cariño. Además, te prometo que te puedes reír de tú tía si ella llora ― Agregó con burla, tomándolo de la mano para que bajara
Después de unos cuantos intercambios de palabras más para terminar de convencer al menor, ambas mujeres comenzaron a caminar hacia el pequeño laboratorio que se encontraba cruzando la calle de donde se habían estacionado.
― Dime por favor que mi muestra de sangre no estará etiquetada para búsqueda de enfermedades de transmisión sexual ― Le susurró Marinette al momento que cruzaron el umbral del edificio.
Pues aunque era un estudio bastante importante, ya veía el panorama de las personas a su alrededor si eso llegaba a ocurrir. Incluso al pequeño Joey preguntando qué era eso.
― No, ese es un estudio muy caro, y no me malentiendas, por ti lo pagaría, pero tu racha es tan seca ahora mismo que sería mucho dinero perdido ― Le contestó en un susurró, caminando a través de la recepción ― El más barato es el de la hormona hCG, y aunque también es un desperdicio de dinero, es mínimo ― Añadió, guiñando su ojo.
Marinette no supo que decir en aquellos instantes, pues su amiga estaba muy equivocada en el aspecto de la racha seca, pero no la contradijo.
Después de todo, ya sabía el resultado del examen de sangre antes de que siquiera los pasaran a un cubículo donde comenzaron con la toma de sangre.
[...]
Observó enternecida el panorama que tenía frente a ella mientras se encontraba sentada en uno de los bancos de la barra de la cocina de sus padres.
Su padre se encontraba sobre el sofá, apretando con eficiencia los botones del mando de la consola, mientras que Joey estaba tendido en el piso, intentando seguirle el piso.
― ¡Así no creas que me vas a vencer muchacho! ― Exclamó con diversión el adulto, mientras ella negaba con la cabeza.
Aquella escena le recordaba mucho su infancia, cuando después de la comida él y su padre pasaban varias horas de diversión jugando Mecha Strike.
Y, mientras sonreía, se preguntó cómo sería la escena con su propio hijo a un lado de ambos varones.
Seguramente Joey por su naturaleza amable buscaría ayudarle, mientras su padre no dejaría la competencia por nada del mundo.
― Tu padre debería entender que juega con un niño pequeño ― La voz de su madre a sus espaldas la hizo respingar, a lo que la mujer soltó una pequeña risita ― Me recuerda un poco a cuando eras una niña ― Confesó, depositando un beso sobre la frente de Marinette.
― Sí, a mí también. Creo que el que siempre jugara enserio contra mí fue lo que me hizo habilidosa en el juego, nunca me vio como alguien inferior a pesar de ser pequeña ―.
Sabine negó con la cabeza, no cabía duda que Marinette tenía más de Tom de lo que muchos podían apreciar.
Era igual de obstinada que él, por ejemplo.
― Estoy feliz de que hoy pudieras comer con nosotros, habia pasado un tiempo desde la última vez que comiste aquí ― Comentó al aire, con un aire de curiosidad que Marinette pudo notar rápidamente.
― Lo sé, lo lamentó mamá, han sido días bastante ajetreados en la Boutique, sin contar que debía terminar un pedido exclusivo para Chloé ― Se excusó, sintiendo la mirada de su progenitora sobre ella, escudriñando en su ser.
― Sinceramente pensé que me ibas a decir que estabas saliendo con alguien ― Suspiró derrotada ― Hija, sé que el trabajo es algo importante para ti, más ahora que estas alcanzando tus metas ¿Pero no crees que sería bueno darte un tiempo para ti? ― Cuestionó la mujer, visiblemente preocupada.
Marinette se sintió rápidamente apenada por las palabras de su mamá, pues vaya que se daba tiempo para ella misma, pero eso era algo que no era necesario decirle.
― Hoy no fui a trabajar y estoy aquí con ustedes ― Atinó a decir, volviendo su atención hacia su padre, quien ahora lucia preocupado, pues aparentemente Joey comenzaba a ganar en la pelea.
― Sí Alya no te hubiese encomendado pasar por los estudios de Joey por la tarde porque ella no podría y Nino ni llevándolo a cuesta entraría al laboratorio de análisis clínicos, después de la comida te hubieras marchado a la Boutique ― Replicó, levantando su dedo de forma acusadora.
― Mamá, es mi responsabilidad ― Respondió ella, suspirando.
Entendía la preocupación de su madre, sinceramente lo hacía. Después de todo, cuando el incidente de Luka le había explotado en la cara, su escapatoria a ello había sido el trabajo, llegando a trabajar incluso periodos de veinticuatro horas, pues necesitaba mantener su mente ocupada.
Pero las cosas ya eran diferentes, solo que no encontraba la manera de explicárselo a su madre sin sonar como una adolescente o quizás como una loca. Simplemente estaba intentando dejar la mayor parte del trabajo terminado, incluso avanzar en proyectos futuros que habían estado colgados para la próxima temporada.
Quería terminar todo ello, para cuando ella estuviese embarazada, pudiera disfrutar los últimos meses de aquella etapa con tranquilidad.
Sabine suspiró, resignada al no lograr algo al respecto.
Las ojeras en el rostro de su hija eran marca notable de cansancio y fatiga, probablemente falta de sueño, y lo único que venía a su mente que explicara aquello era el trabajo, aunque no podía estar más equivocada.
Lo único que la tranquilizaba era que lucía genuinamente feliz. Su sonrisa había vuelto a iluminar el lugar, y eso era algo que agradecía.
Marinette observó su reloj de muñeca, observando que faltaban poco menos de veinte minutos para las cinco de la tarde, hora a la cual le habían mencionado que estarían listos los resultados de los análisis.
Se despidió de sus padres con un beso en la mejilla para cada uno, prometiendo volver el fin de semana, al igual que intentaría trabajar un poco menos para dejar de preocuparlos.
Un sonoro beso le fue propiciado en su mejilla por parte de Joey, quien se despidió de ella, no sin antes comentarle que no le diría a nadie sobre su temor a las agujas, que le guardaría el secreto así como lo hacía con su papá, pues tenía el mismo temor.
Marinette intentó no reír ante sus palabras, poniendo su rostro completamente serio para después agradecerle por su ayuda.
Salió por la entrada principal de la panadería, despidiéndose del encargado de la caja, un chico que trabajaba medio tiempo durante las tardes desde hacía un par de años.
Comenzó a caminar hacia donde habia estacionado su camioneta, a la vuelta de la calle.
Entonces sonrió, observando como a unos metros de donde ella habia dejado estacionada su camioneta, alguien muy familiar para ella bajaba de un coche y comenzaba a caminar hacia ella.
― Bien, la señorita responsabilidad no está en el trabajo, esto me sorprende ― Bromeó a lo lejos, caminando hacia Marinette.
― ¿Cómo que señorita responsabilidad? ― Replicó ella, señalando el pecho del varón en cuanto estuvo frente a él, intentando lucir ofendida.
Adrien era malo con los apodos, además de los juegos de palabras, así que esperaba escuchar con que salía en esta ocasión.
― Oh vamos, me hiciste lanzarme de un segundo piso para poder ir al trabajo al día siguiente, eso te convierte en alguien perfecto para ese apodo ― Contestó en tono bromista, a lo cual Marinette lo golpeo con delicadeza en el estómago para que guardara silencio.
― Ya es tiempo que olvides eso, tampoco fue para tanto ― Respondió, evadiendo los ojos de él, pues aún se sentía levemente culpable de sus acciones por la mañana ― ¿Cómo me encontraste? O, más bien ¿Por qué estás aquí? ― Cuestionó, arqueando una ceja.
Adrien se alzó de hombros, notando como de forma repentina Marinette se había vuelto a la defensiva.
Su turno había terminado temprano por suerte ese día, era miércoles, y para él era el mejor día de la semana pues el trabajo disminuía considerablemente, y dados los hechos que habían ocurrido en la mañana con un resultado negativo, presentía que necesitaba estar a su lado.
Quería reconfortarla, así como él también necesitaba sentirse reconfortado con ella; Que olvidaran esa prueba, y que cuando fuese necesario volvieran a intentarlo.
En ese aspecto se necesitaban mutuamente, pues no había nadie más en el mundo con quien hablar sobre esa situación.
Observó el labio de ella tambalearse, como si estuviese reprimiendo algo.
Su cuerpo actuó por inercia, atrayéndola hacia él en un abrazo. Marinette se permitió esconder su rostro en su pecho, aspirando la fragancia de él.
Había salido recién de la ducha, pudo deducir al percibir el olor a jabón en él. Se avergonzaba un poco, pues comenzaba a reconocer los diferentes aromas que Adrien desprendía en diferentes situaciones.
Después de la ducha, después del trabajo, y después de intentarlo.
Reprimió un quejido en su garganta, sintiéndose finalmente segura de sacar la frustración que habia guardado a lo largo del día gracias a otro resultado negativo en su plan.
― Fui a la Boutique y pregunte por ti, Théo me comentó que habías llamado para avisar que no irías debido a que estarías con tus padres y tenías un pendiente que hacer ― Confesó, atrayéndola un poco más hacia él, afianzando el abrazo que compartían ― Y estoy aquí porque se quería estarlo, o más bien, necesitaba estar a tu lado en este momento, y tú también, Nette ―.
― Lo siento ― Alcanzó a decir, en un hilo de voz ― Por algun motivo pensé que esta vez iba a ser diferente, me entusiasme demasiado quizás, es malo leer tantos artículos tontos en internet ― Se culpó, separándose levemente de él, limpiando un par de lágrimas que salían de sus ojos.
Adrien negó con la cabeza, dedicándole una cálida sonrisa.
― Todo está bien, podemos intentarlo de nuevo ¿De acuerdo? ― Alentó él, observándola con atención ― Todo estará bien ― Repitió, esta vez, para ambos.
Adrien tuvo que hacer un gran uso de su fuerza de voluntad para no besarla en ese momento y calmar sus afligidos corazones, pero no podía en esos momentos. No era una acción muy inteligente de su parte hacerlo en la misma acera donde se encontraban los padres de ella.
Se quedaron un momento en silencio, esperando que la compañía del otro aminorara el nudo en la garganta que llevaban cargando durante gran parte del día.
― Adrien ― Habló por fin ella, llamando su atención ― Debo ir a recoger unos resultados de Joey, Alya me lo pidió de favor, hoy saldrá algo tarde y Nino, bueno ―.
― Ni loco entraría, lo sé ― Una genuina risa salió de sus labios, que pronto contagió a Marinette ― Te acompaño, después de todo venia para ver si querías salir a algun lado, para levantar los ánimos ―.
Ella asintió, comenzando a caminar hacia su camioneta.
― Sígueme, no es muy lejos de aquí ― Le dijo, abriendo la puerta del conductor ― Espero que la batería de tu auto no muera en el camino ― Agregó, sonriendo con burla.
Adrien se limitó a rodar los ojos, asintiendo como si de un soldado se tratase, para después dirigirse a su propio auto.
Ninguno de los dos se percató que habían sido observados desde la ventana del hogar Dupain-Cheng.
Sabine tenía una sonrisa plasmada en su rostro debido a la escena que había presenciado, y entonces comprendió que quizás el trabajo no era lo único que consumía el tiempo de su hija.
No pudo evitar sentir felicidad, pues aunque no habia visto nada fuera de lo normal, el cariño con el cual se trataban era más que evidente, e incluso podría asegurar que existía mucho más que cariño.
Ya tendría Marinette sus motivos por no mencionar nada al respecto, después de todo, Adrien era alguien a quien ella le guardaba mucho aprecio al igual que su marido. Quizás solo se estaba haciendo ideas erróneas, pero no cabía duda de algo.
Ambos parecían estar seguros en los brazos del otro.
Y eso fue algo que para Sabine valía más que mil palabras.
[...]
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SABINE; LO QUE SE VE NO SE PREGUNTA.
Bien. Una vez más, otra semana con ustedes compartiendo este fanfic que poco a poco siento yo que va tomando más forma, y me siento satisfecha con ello.
Marinette toma demasiado en cuenta a Adrien, tal como debe de ser, y la comunicación existe, cosa bastante importante. Aunque en esta ocasión no vimos mucha interacción entre ambos, pienso yo que las cosas están bien sentadas con ellos por el momento. Ambos saben que se necesitan para pasar los tragos amargos como esos, aunque sean mínimos, pienso yo que en una situación así, debe ser bastante doloroso.
Y bien, Alya; No es cool mentirle a tu hijo, pero bueno, si es por su salud y darle ánimos de valentía para que no termine como su padre con un temor irracional a las agujas, supongo que está bien. Después de todo, siempre tendrás de cómplice a Marinette.
El pequeño Joseph/Joey es un niño muy adorable, que tiene encantados a todos. Es como la situación inesperada que toma por sorpresa a todos, pero al final es lo mejor que les ha pasado.
Pero, como todo niño, debe ser cuidado mejor en su alimentación y las consultas periódicas con el pediatra. Para una madre estas situaciones son bastante difíciles, pues no saben que esperar en cuanto a los resultados. Afortunadamente, Alya no se encuentra sola.
En fin, espero que este capítulo ligero haya sido de su agrado. A mí me ha divertido mucho escribir la interacción de Joey con su mamá y Marinette, tragándose su miedo para quedar bien con ella y "ayudarla" jajaja.
Quiero agregar tambien que me hace muy feliz que la pequeña parte especial que publique el fin de semana fue de su agrado. Muchos de sus comentarios me llegaron al corazón, en especial el de una lectora (Que, por su privacidad no dire su nombre, jeje, tú sabes quien eres) me hizo el comentario de que estaba a nada de ser mami, y eso vale cada minuto que me la paso sentada escribiendo este sencillo fanfic, pues, así como yo intento transmitir emociones hacia ustedes, esto se vuelve reciproco, y realmente nunca me había sentido tan conectada con un fanfic y quienes lo leen gracias a sus comentarios y todo. No sé, ya me puse chipi y emocional jajaja.
Pidan un deseo por que subí el capitulo temprano.
Ahora sí ¡Los leo la próxima semana! Pónganle muchas ganas a sus tareas y a la escuela. Un besototote y mil grecas por todo su apoyo, realmente me hace sentir muy feliz.
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