Uno
La música se encontraba un poco alta para su gusto, a pesar de que aún se encontraba al otro lado de la puerta pudo deducir que quien se encontraba a cargo de la música era Nino, y estaba seguro que no tardaría mucho en ser reprimido por parte de Alya.
Suspiró ante eso, preparándose mentalmente para lo que vendría después de que alguien fuera a abrir la puerta, lo más seguro es que Nino se abalanzara contra él y comenzará a hacer comentarios sarcásticos en torno a su situación actual, el deber del mejor amigo decía él.
Y en cierta manera lo agradecía, le ayudaba a ver su situación con toques de humor, de una manera no muy sana, pero al fin y al cabo le hacia reír y disfrutar un poco de su vida de soltero nuevamente, aunque tampoco sabía cómo vivirla a decir verdad.
La puerta se abrió de golpe y no le sorprendió para nada ver a su amigo ahí, sonriendo de manera maliciosa, denotando que quizás ya habia comenzado a beber.
― ¡Miren quien está aquí! ― Comentó con emoción, atrayéndolo con su brazo por el cuello a su vez que revolvía su cabello en señal de camaradería ― Pensaba que el abogado de tu ex no te dejaba venir a divertirte, Adrien ― Su nombre casi sonaba como un chiste, y si lo pensaba bien, sí que lo era.
¿Qué hombre se puede creer el dolor de cabeza como excusa para no tener intimidad durante más de dos años de los tres que llevaban casados? ¿Qué hombre no sospecharía de esas salidas al yoga? Él no, habia sido un chiste por dos años aquella situación para él, e incluso para sus allegados que, por más que intentaban hacerle abrir sus ojos, él seguía cegado.
― Necesitaba un descanso de todo el papeleo, dame un respiro ― Golpeo de forma amistosa el hombro de su amigo, comenzando a caminar donde se encontraban todos.
No pudo evitar reír cuando, al fondo y colgado entre las cortinas se encontraba un gran letrero que originalmente decía "Es un niño", solo que en esta ocasión la palabra niño se encontraba tachada, y encima de esta se encontraba "divorcio".
― ¿Sorpresa? ― La voz divertida de Alya no se hizo esperar, otorgándole unas palmaditas en su espalda ― Me alegra que hayas podido venir Adrien, de lo contrario la manta hubiese sido inútil ― Atinó a decir, mostrando una gran sonrisa de oreja a oreja.
― Estoy feliz que les preocupo tanto a mis amigos ― Comentó de manera irónica, Alya rodó los ojos ― ¿Dónde dejo esto? ― Preguntó, refiriéndose al six pack de Heineken que cargaba en sus manos.
― En la cocina por favor, no dejes que Nino tome más, no quiero que te de armas para seguir con sus bromas ― Comentó, haciendo un ademán para que pasara.
Alya pasó de largo, dirigiéndose hacia donde se encontraba el sistema de sonido para desconectarlo de una vez por todas y a su vez reñir a Nino por subir el sonido de una manera abrupta, y agradeció eso pues no soportaba sus oídos. Aunque sabía que no era por aquello que lo habia hecho, sino más bien por su pequeño hijo, quien a pesar de tener el sueño más pesado que su padre, no estaba de más prevenir.
Pasó a un lado de la sala de estar, saludando con la mano a quienes se encontraban ahí. Recibió unas pequeñas palmadas de consuelo por parte de Kim quien quiso explicarle como no debía perder la fe, al igual que un deprimente comentario por parte de Max sobre las estadísticas sobre volver a contraer nupcias, cosa que ya sabía de antemano.
Al pasar el umbral de la puerta que daba hacia la cocina, pudo reconocer de inmediato a Marinette, quien parecía buscar en algo de una de las gavetas.
Quiso ser silencioso, pues parecía concentrada, además de que le parecía divertido como refunfuñaba por lo bajo al no encontrar lo que buscaba.
La vio doblarse levemente, como si de un dolor intenso se tratara. No dudó en dejar las cervezas en la barra, acercándose hasta ella y provocando así que respingara al verlo llegar de repente.
― ¡Dios mío, Adrien! Ponte un cascabel ― Bramó, levemente molesta al ser asustada de esa manera. Él rodó los ojos, pues no era la primera vez que ella le comentaba algo al respecto; tenía la mala manía de ser sumamente silencioso, cuando quería, claro está.
― Eso le quitaría el chiste a la situación ¿No crees? ― Observó como ella estaba a punto de reír, pero se detuvo mientras su rostro se deformaba en una mueca de dolor intensa, llevando así sus manos hasta su vientre bajo. Esa acción le preocupo ― Hey ¿Todo bien? ― Preguntó, esperando una respuesta de ella.
Pero Marinette parecía intentar sobrellevar el dolor, asintiendo mientras fruncía sus labios.
― Son cólicos, estos últimos meses he tenido este tipo de problemas, no te preocupes― Pauso unos segundos, esperando que la segunda punzada de dolor que le atravesaba se fuera suavizando ― Solo buscaba las pastillas de Alya que guarda aquí, pero están hasta el fondo ― Agregó, señalando el lugar.
Y no es que Marinette fuese de la estatura de un Hobbit o algo por el estilo, él prefería llamarle Amiga de bolsillo, y era algo por lo cual desde el instituto usaba contra ella, pues siempre que ella crecía unos centímetros, él lo hacia el doble.
Sin dudarlo mucho comenzó a hurgar entre los casi cientos de frascos de medicamento que tenía Alya en la pequeña gaveta, encontrando por fin una de color rosa pastel que supuso por el color era la que buscaba.
El rostro de Marinette cambió a uno de alivió en cuando Adrien le tendió el frasco con el medicamento, agradeciéndole de manera breve para después tomar su vaso de agua y tomar una de las pequeñas pastillas, quedándose recargada sobre la barra unos instantes a la espera de que el dolor cesara.
― Nunca me habia alegrado tanto de verte, a decir verdad ― Sonrió de manera sincera, realmente le habia salvado de sufrir un poco más con aquel intenso dolor y la desesperación de no ser capaz de encontrar la dichosa medicina ― ¿Todo bien? ― Preguntó, intentando distraer su mente del dolor que ahora sufría.
― Sí, ya finalmente quedaron resultas unas cosas con los abogados, oficialmente soy hombre libre ― Anunció mientras sacaba el pecho con una galantería fingida, haciendo reír un poco a Marinette ante aquella acción.
― Lamento que las cosas salieran así ―.
― No es culpa de nadie, las cosas simplemente pasaron ― Se encogió de hombros, intentando parecer un poco más despreocupado de lo que se encontraba con esa situación ― Aunque Chloé me lo advirtió en repetidas ocasiones, parece una especie de bruja cuando se trata de adivinar cosas ―.
Ambos soltaron una gran carcajada a costa del inocente comentario de Adrien, pues si algo tenía las palabras de Chloé, era la verdad de los hechos. Difícilmente se equivocaba y ambos lo sabían por experiencia propia.
Adrien sabía que, al igual que él, Marinette se encontraba pasando por un momento complicado de su vida, el cual también habia sido parte de una de las famosas premoniciones de Chloé, quien era increíblemente habilidosa a la hora de leer a las personas, desde sus intenciones hasta sus verdaderos sentimientos, era algo pan comido para ella.
Habia pasado parte de su juventud viendo a su padre entablar reuniones con accionistas o políticos, fue fácil aprender los ademanes de un mentiroso o de alguien que oculta algo, fue fácil leerlos a cada uno de ellos ¿Por qué no sería fácil hacerlo con personas que no llegaban a ese estrato social?
De todos modos, ambos sabían que lamentarse no serviría de mucho, las cosas tomarían un nuevo rumbo, pero seguían de pie y con sus propios sueños.
Marinette se encontraba cada vez más arriba referente a sus sueños, habia trabajado una temporada para Gabriel's cuando su padre aun la manejaba, después se habia querido aventurar, abriendo así su propia Boutique, que en pocos años se habia comenzado a ganar gran renombre, incluso grandes casas de moda le buscaban para diseños exclusivos, no solo limitándose a su propia marca.
Adrien por su parte ahora ejercía una profesión que disfrutaba al cien por ciento, si bien apenas habia ascendido a Sous Chef, se sentía bastante cómodo con su nueva posición y responsabilidades, pues poco a poco comenzaba a escalar en aquella amplia rama de trabajo que, en ocasiones muchos consideraban como algo sumamente fácil de sobrellevar pero era muy diferente a la imagen que se tiene, pues estaba seguro que habia más estrés en una cocina que estar atascado en el tráfico de en la gran rotonda de La plaza Charles de Gaulle.
Aunque, un sueño que compartían en común se habia evaporado, o más bien, se habia alejado de ellos con las complicaciones amorosas que habían azotado en su vida.
― Marinette, Alya pregunta si no tuviste problemas al encontrar las píldoras ― La suave voz de Rose logró que la carcajada algo amarga que ambos compartían fuese perdiendo fuerza, pronto comenzaron a tomar un poco de aire para poder controlarse ― Bien, creo que las cosas están controladas por ahora ― Atinó a decir, observando que el semblante de su amiga habia cambiado a uno más relajado ― Pero seguiré insistiendo en que vayas a mi consultorio para hacerte un chequeo ― Su tono no sonaba molesto, pero su mano la señalaba de forma acusadora.
Ella negó con la cabeza, cosa que hizo a Adrien enarcar una ceja, Marinette parecía no cambiar, pues se preocupaba más en otros aspectos de la vida que en si misma.
― Rose, son solo cólicos, cualquier mujer tiene cólicos ― Intentó calmar a su amiga con aquellas palabras, pero pudo notar que por su ceño fruncido, sus palabras no habían hecho efecto.
― Hay una diferencia entre los cólicos que muchas mujeres presentan, a los que tú estás presentando ― Insistió, tomando el six pack de cervezas que se encontraban sobre la barra, llevándolo hasta el refrigerador donde los colocó ― Adrien, ¿Algo de ayuda? ―.
Si bien, tal como decía Marinette aquella situación se podía considerar un tanto común, incluso en su situación pues se encontraba con más estrés del promedio sobre ella, pero a Rose aquello no le dejaba tranquila. Marinette le había comentado sobre sus síntomas y como el medicamento para aliviar el dolor de manera efectiva solo le ayudaban un periodo de dos horas como máximo. Rose como ginecóloga podía pensar en muchas posibilidades, pero solo podía estar segura si hacia una revisión.
El problema era que Marinette en ocasiones poseía aun aquella etapa donde se abochornaba por cosas tan simples como esas, alegando que le resultaría incomodo que ella como su amiga viera ahí, cuando para ella en su profesión era completamente normal.
― Rose tiene razón, en ti no es muy normal padecer eso, Alya siempre ha sido la que ha sufrido de ello ― Atinó a decir, sorprendiendo a Rose de sobre manera pues no esperaba que Adrien estuviese atento a aquellas cuestiones, aunque de cierto modo era inteligente, se podía proteger de ciertos cambios de humor de las mujeres a su alrededor ― Además ¿No quieres en un futuro ser la madre de mis tres sobrinos? No quiero que por un descuido tengas ya sabes, problemas, sé que eso es algo delicado ―.
Rose no pudo evitar sonreír, lanzándose sobre el cuello del rubio para abrazarlo con alegría.
― ¿Por qué no existen hombres más sensatos como tú? ― Exclamó con la extrema efusividad, característica de ella mientras lo zarandeaba un poco quitándole el aliento, para después dirigirse hacia Marinette ― Si Adrien lo entiende, deberías hacerlo tú ―.
Un pequeño tic nervioso apareció sobre los ojos de Adrien, no muy seguro si aquello ultimo habia sido un cumplido o simplemente habia sido una degradación a su intelecto.
― Esta bien, ambos quizás tengan un poco de razón ― Admitió por fin, encogiéndose de hombros ― Gracias por preocuparte por mí, Rose ―.
La rubia sonrió satisfecha por su respuesta, soltando por fin el agarre que tenía sobre Adrien para permitirle respirar.
No entendía muchos aspectos del cuerpo femenino, en todo caso, tampoco es que entendiera por completo su propio cuerpo en ocasiones, pero sabía bien que se debía tener un mayor cuidado en ese aspecto. Además, conocía bien aquel sueño de Marinette, uno más personal que se guardaba para ella y que tenían en común.
El formar una familia era una de las aspiraciones de ambos, con diferentes motivos quizás, pero lo tenían bien definido desde jóvenes.
Era curioso como quienes por muchos años se empeñaban en no pensar en formar una familia habían sido los primeros en hacerlo; Mientras que ellos habían aplazado esa pequeña meta por varios motivos. Ahora más que antes.
[...]
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Primero que nada, me gustaría agradecer todo el apoyo que recibió el primer pedacito de esta historia ¡Sin duda son increíbles! Realmente casi me hacen llorar, por lo cual me motive a no tardar con la primera parte.
Aquí podemos apreciar ciertos personajes que serán recurrentes en esta obra, personajes que quiero mucho además. Además de un poco de las vidas sobre los chicos en los que gira esta trama. Y sí, tengo un fetiche con un Adrien divorciado, pero al contrario de una serie OS de un AU que tengo, esta vez no es a quien usualmente he puesto (Ya saben, el chiste de Adrien divorciado por que su mujer era lesbiana...) De hecho, su ex esposa no es importante. Solo es un detalle que esta ahí por que es necesario, más ella no.
Quiero añadir algo que se mencionará en el siguiente capitulo si mal no recuerdo, que es la edad de los muchachos. Quiero ser realista en tanto a los logros y maduración personal de ellos, así que se encuentran entre los 30 y 31 años de edad, algo grandecitos a decir verdad.
Quiero agregar que, de medicina y síntomas sé muy poco, pero tengo una gran amiga que esta estudiando eso a la cual le he preguntado mis dudas para poder armar parte de la trama de este fanfic, así que espero ser razonable con eso. Si ven ciertos errores, por favor no duden en decírmelo.
Por otra parte ¡Muchas gracias por seguir leyendo! El próximo capitulo veremos un poco más de las motivaciones de Adrien sobre ciertos aspectos ¡No se lo pierdan!
¡Los amo mucho!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro