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Treintaicinco

La sala de espera del hospital para él se encontraba en silencio aunque fuese algo redundante, pues los murmullos de las personas charlando de cualquier tema en específico seguían ahí en el ambiente, pero para Adrien era algo que no podía entrar en su cabeza, pues esta simplemente se encontraba pensando en lo que ocurría en aquellos instantes en el quirófano.

Pudo sentir una palmada en señal de apoyo en su espalda por parte de Nino, pero no supo cómo contestar a eso más que con un asentimiento de cabeza.

Cuando durante la madrugada cayó en cuenta que Marinette había roto fuente dormida, sus emociones estaban completamente mezcladas entre la preocupación y la alegría, diciéndose a sí mismo que debía permanecer fuerte por ella y no dejarse llevar por el pánico, que todo estaría bien si mantenía su cabeza en orden tal como Kagami le intentó enseñar.

No tardaron mucho en llegar al hospital Saint Louis, así como Rose rápidamente apareció unos minutos después para poder corroborar el estado de Marinette en la sala de urgencias, donde posteriormente ordenó que la enviaran a una habitación.

Una que compartió con tres mujeres más que estaban cerca de entrar en labor de parto, una de ellas había llegado incluso horas después que ellos.

Pero nada pasaba.

Las horas comenzaron a pasar y pronto la mañana llegó. Sus amigos, así como sus familiares llegaron lo más rápido que pudieron al ver los mensajes que les habían enviado por la madrugada, esperando que el parto ya hubiese ocurrido.

Pero no había siquiera iniciado.

La expresión de Rose tampoco ayudaba mucho, así como el que Chloé pudiese leer a la perfección las inseguridades que su amiga tenia ante lo prolongado que todo aquello se hacía.

Marinette simplemente se encontraba recostada, intentando practicar los ejercicios de respiración que había aprendido de Ondine en sus prácticas en la piscina, esperando que estos fuesen de ayuda, así como distraerse de forma momentánea mientras Alya o su madre relevaban a Adrien para charlar con ella y mantener su mente ocupada, lejos de preocupaciones. Aunque Adrien sabía mejor que nadie que Marinette no sabía mentir, pero que estaba haciendo todo en su poder para intentar mostrarse serena.

Algo que él supo de inmediato.

Me desespera esta situación ¿No puedes solo aplanar el gran estómago y forzar a la bebé a salir si tanto te preocupa que tarde tanto? Que, para empezar, no entiendo el problema o todo tu semblante nervioso ― atinó a decir Chloé en ese momento, quien se encontraba a un lado de Adrien esperando información de Rose acerca de lo que sucedía.

Él simplemente estaba en silencio, sosteniendo un vaso de café que para ese punto ya se encontraba frio.

No Chloé, no puedo hacer eso ― contestó lo primero, llevándose una mano hasta el puente de su nariz, intentando encontrar un balance en su mente respecto al tema ― No hay problema que tarde en iniciar el parto, hay mujeres que incluso tardan en entrar en labor incluso veinticuatro horas o algo más, pero ― hizo una pausa, tomando una bocanada de aire que, tanto para Chloé como para Adrien, no era una buena señal ― Marinette perdió casi todo el líquido amniótico, cosa que me preocupa. Preferiría en este momento llevarme a Marinette para proceder con una cesárea para que no existan riesgos, pero esto es algo que tú y ella deben decidir, Adrien.

Él recordaba haber respondido con un simple , antes de caminar como si de forma automática se tratara hacia donde Marinette se encontraba. No sabía cómo sentirse al respecto.

Las cosas estaban bien, pero no estaban excelentes. Las cosas no estaban saliendo como ambos habían esperado ese momento.

Y en cuanto entró a la habitación y deslizo la cortina que dividía la camilla de Marinette con el resto, sintió como ella lo escudriñaba en la mirada, observándolo como si lamentara el hecho de que estuviese cargando con tanto en esos momentos por ella.

Adrien le sonrió, esperando que entendiera con aquel gesto que no era algo por lo cual debía preocuparse, y luego de un cambio de palabras con Alya y la madre de Marinette, Sabine, ambos se quedaron solos.

Rose te ha comentado que las cosas no están del todo bien ¿No es así? ― atino a decir Marinette en cuanto él se sentó a su lado, tomando la mano de ella entre la suya.

Ser amiga de Chloé te ha traído malas manías, Nette ― arremetió con una sincera sonrisa mientras acariciaba el brazo de ella.

Sabes que es solamente porque te conozco. Así como yo no soy buena mintiendo, tú eres pésimo ocultando tus emociones cuando te comportas como un gato asustado ― la voz de Marinette en ese instante sonaba increíblemente tranquila, pero podía notar como esta se apagaba entre frases, presa del temor ― Confió en la decisión que Rose te dijera que es mejor para mí en estos momentos, puedo asegurar de primera mano que tiene un buen criterio, así como tú. Si me niego, sé que ambos presionaran hasta que ceda ― aquella última oración simplemente habia tenido un tono de humor que le caracterizaba cuando ambos estaban inmiscuidos en algun problema.

Adrien pudo entender que ella se refería al criterio de Rose era debido a la insistencia de su amiga para revisarla debido a sus síntomas y constantes dolores impropios de ella, así como la pequeña insistencia de él para que hiciera caso al consejo de Rose, siendo la pauta para encontrarse en ese lugar.

Sólo que estaba vez estaba seguro que Marinette no necesitaba que nadie insistiera, pues estaba consciente de lo que se encontraba en juego.

Ya no era la misma Marinette que deseaba perderse en el trabajo para intentar olvidar, ahora ella era consiente de sí misma así como de que alguien más dependía de sus decisiones.

Se encontraban en un punto similar al de aquella noche, de la cual había pasado prácticamente un año o poco más, no lo sabía con exactitud. Solo que realmente nada era lo mismo.

Adrien besó su mano antes de acercarse hasta el rostro de Marinette, donde deposito un pequeño beso en sus labios. Ambos se sonrieron, como una promesa silenciosa de que todo estaría bien.

No pasó mucho tiempo para que él se encontrara despidiéndose de ella mientras los camilleros se la llevaban hacia el quirófano, donde en un gesto de esperanza se atrevió a tomar a Rose de las manos.

Rose, yo ― no supo expresarse correctamente, por lo cual Rose atinó a asentir con su cabeza.

Todo saldrá bien, la cuidaré ― estrujo las manos de su amigo contra las suyas, escuchando a su espalda la voz de una mujer mayor llamándole para que no demorara mucho ― Pero no te preocupes, no tan bien ― añadió con gesto de complicidad, esperando disipar los temores de su amigo antes de emprender su camino a un lado de la mujer de la tercera edad que le llamaba.

― Todo saldrá bien ― repitió en voz alta, intentando que esas palabras se quedaran con él durante lo que durara la cirugía.

Ninguno de los dos había planeado que su bebé naciera de esa forma, pues si bien no tenía nada de malo, las recomendaciones por parte de Rose indicaban que era de cierta forma más saludable que fuese por parto natural, tanto como para la pequeña bebé como para Marinette quien no tendría que pasar por una recuperación tan larga.

Y si bien confiaba plenamente en su amiga, así como sabía que la tecnología era increíblemente avanzada para que no existieran fallos, el temor estaba ahí.

― Sabes, Adrien, es normal tener miedo ― la voz de Alya logró que levantara la vista. Ella se encontraba frente a él de pie, con un semblante serio ― Recuerdo que cuando Ella y Etta nacieron, mi padre estaba muerto de miedo porque su nacimiento tendría que ser por cesárea debido a como venían las gemelas posicionadas; nunca creí verlo con miedo hasta ese día ― agregó, con una media sonrisa evocando aquel recuerdo ― Pero como vez, mi madre es tu dolor de cabeza continuo y mis hermanas están perfectas de salud ― ante esto último, hizo una mueca, recordando lo insufribles que podían llegar a ser esas dos en ocasiones, deseando añadir que quizás mentalmente no, pero ese era un asunto de hermanas.

― Es difícil imaginarme a tu padre en este mismo estado que yo, sabiendo lo duro que puede ser ― aquel comentario por parte de Adrien logró que Alya contuviera una carcajada, sentándose a su lado, dejándolo entre ella y Nino.

Ella se inclinó sobre él, rodeando su espalda en un abrazo en el cual Nino no tardo en unirse.

― Uno cuando se convierte en padre cambia, te lo digo por experiencia ― Nino dirigió su mirada hacia donde se encontraba el matrimonio Dupain-Cheng jugando a caras y gestos con Joseph para mantenerlo entretenido ― Tú aun no eres padre, pero has cambiado al enfrentarte a situaciones a las cuales en el pasado sinceramente no te sería fácil.

Adrien sonrió ante las palabras de Nino, pues definitivamente tenía razón, había cambiado un poco desde que esa posibilidad se habia abierto ante él. Pero no sólo era eso; Marinette tenía mucho que ver.

Cada cambio en su vida, ella estaba involucrada. Ya fuese para bien, o para mal. Esa ocasión no era la excepción.

Tenía mucho miedo como un futuro padre ante la posibilidad de perder algo que amaba sin siquiera conocerlo. Pero como hombre, tenía miedo de perder a quien siempre habia estado ahí, a la persona que le había enseñado como se podía sentir un enamoramiento aunque todo lo de ellos iba más allá de esas simples palabras.

Estaba bien tener miedo, pensó, cayendo en cuenta que en su situación era algo completamente normal y que no era el único que seguramente había experimentado aquello.

Podía recordar a Nino comiéndose las uñas en el hospital años atrás, preso del pánico al no saber que podía ocurrir al escuchar los gritos de dolor de Alya antes de que el parto iniciara, en el cual tuvo que ser espectador detrás de una puerta al ver a Alya con un par de agujas enterradas en el brazo.

― Supongo que no será la única vez que llegue a sentir miedo ― atinó a decir, sonriéndole agradecido a sus amigos, quienes asintieron con su cabeza.

― No, tendrás una hija amigo, así que ve preparándote para un par de ataques de pánico en el futuro ― comentó Nino, golpeando con camarería el brazo de Adrien ― Imagina los gastos en ropa, maquillaje, zapatos, además de que cuando crezca tendrá a más de un chico intentando algo con ella ― y ante esas motivadoras imágenes en su cabeza, Adrien suspiró, llevando sus manos hasta su rostro.

― ¡Un paso a la vez, Nino! ― exclamó Alya, alcanzando a tomar una de las orejas de su marido para que este guardara silencio.

Y si bien, no era la forma para que sus pensamientos tomaran otro rumbo, agradeció mentalmente las palabras de Nino. Pues ahora en su mente se formaban millones de posibilidades de lo que pudiese ocurrir en el futuro, y de cierta forma era un gran catalizador en ese momento.

Deseando que ese miedo desapareciera pronto, y de cierta forma añorando los nuevos miedos que tendría que afrontar junto a Marinette.

Que, siendo justos, seguramente ella tenía sus propios miedos al respecto, pero ninguno de ellos tenía que ver con ropa o chicos, sino más bien en los gustos que podría adquirir de su padre y formar una alianza malvada, justo como se lo habia comentado ella hacia no mucho tiempo atrás.

Y sin saber por qué, una risa sincera brotó de su garganta con el simple hecho de tener eso en mente.

No se percató que en esos momentos su padre había ingresado a la sala de espera, apoyándose para caminar con un bastón y con Nathalie a su lado.

Adrien le había comentado la situación, al igual de los cambios de esta al respecto, por eso en cuanto supo que Marinette entraría en quirófano, no dudo en aparecer en el hospital aunque esto significara sentirse algo débil por el movimiento tan repentino después de la primera diálisis del día.

Pero el ver a Adrien ser reconfortado por sus amigos alivió su alma, haciéndole sonreír.

Como padre, siempre temía por su hijo, aunque este fuese un adulto ya, uno que había cometido errores y habia aprendido de ellos. Este caso no era la excepción.

― ¿Pasa algo? ― preguntó Nathalie a su lado cuando Gabriel se detuvo de repente en la entrada.

Él negó con la cabeza, tomando una bocanada de aire.

― Nada, Nathalie. Simplemente estoy nostálgico, y algo preocupado ― contestó de buena gana, comenzando su lento camino nuevamente hacia la sala de espera, con Nathalie a su costado.

Pronto Tom lo divisó, levantándose estrepitosamente para llegar hasta él y ayudarle a continuar su camino.

Gabriel pudo notar que al igual que él, Tom temía por su hija y nieta.

Pero era algo que todos los padres hacen, no importa que tan grandes sean sus hijos o si estos ya no eran unos niños. Era algo aterrador al principio, así como abrumador.

Pero era algo que simplemente valía la pena afrontar, pensó al mismo tiempo que llevaba su mano de forma inconsciente al bolsillo de su pantalón, verificando que cierta cajita se encontraba ahí.

[...]

Frunció su ceño al sentirse mareada de forma tan repentina, le era imposible abrir sus parpados como hubiese querido en ese instante, se sentían más pesados de lo que estos acostumbraban estar durante las mañanas después de ignorar un par de alarmas para levantarse por fin.

Comenzó a hacer memoria de lo último que habia percibido antes de caer dormida en el quirófano, intentando mantenerse tranquila ante los posibles efectos de la anestesia.

Marinette, sabes que en este momento la cirugía se está realizando prácticamente de emergencia ¿Verdad? ― En esos momentos, la voz de Rose a su lado le tranquilizó un poco a pesar del temor que comenzaba a recorrerle, escuchando como su ritmo cardiaco se aceleraba gracias al aparato en el cual se encontraba conectada. Marinette se limitó a asentir, sintiendo una caricia sobre su frente de una mano ajena a la de su amiga ― En los partos por cesárea, lo más común es usar un tipo de anestesia que solo entumece tu cuerpo de la cintura hacia abajo para que estés consiente en el momento, pero al ser una operación de emergencia he optado por dormirte completamente, no quiero que cualquier cosa que se pueda considerar ante tus ojos como complicación te altere, en otras palabras no quiero que tu presión arterial se dispare y tenerte en peligro ― Rose intentaba ser clara con ella, y Marinette apreciaba lo paciente que podía ser su amiga en ese aspecto, así como comprensiva.

No se imaginaba estar en mejores manos que alguien como Rose, quien se preocupaba genuinamente por ella y por su bebé.

Recordó que el asunto de la presión arterial ya lo habían hablado; preclamsia, algo que llegaba a suscitar en muchas mujeres embarazadas durante el parto debido a muchos factores y normalmente el resultado no era bueno, razón por la cual Rose seguía insistiendo en las clases de natación a las cual finalmente terminó asistiendo, así como teniendo a Nathalie como su apoyo en la boutique más tiempo del que esperaba.

Lo que consideres que es mejor, confió en ti, tiendes a tener la razón en estas cosas ― habían sido sus palabras antes de ver como un joven hombre se acercó a Rose para colocarle un cubre bocas del mismo color azul que la bata que llevaba puesta, antes de que se alejara para escucharle dar un par de órdenes a las personas que se encontraban en el lugar.

No pudo evitar sonreír al recordar el rostro de quien estaba infundiéndole ánimos de una manera casi maternal, acariciando su frente estando en la cabecea de la camilla. Una mujer que parecía ser de edad avanzada, pero sin duda se veía la vitalidad en sus ojos verdes que brillaban de forma intensa.

Haces bien en confiar en la Doctora Levitan, sin duda es la mujer con más vocación que he conocido en todos mis años como anestesióloga ― se atrevió a decir, colocando a un lado de su rostro una mascarilla. Marinette sintió un escalofrió en ese momento, cosa que la mujer notó de inmediato ― Tranquila, Marinette ¿Verdad? ― preguntó, recibiendo un asentimiento por parte de ella ― Sentirás que te da mucho sueño, y cuando despiertes el tiempo no habrá pasado para ti, así que no tardaras en ver a tu bebé. Yo te cuidaré mientras tanto, eso te lo aseguro.

La suave voz de la mujer en aquel momento le trajo calma, entendiendo que era alguien con mucha experiencia en el campo.

Fue entonces cuando a su mente vino el recuerdo del momento exacto en que la mascarilla fue colocada en su rostro, cubriendo su boca y nariz.

Escuchó la voz de la mujer pidiéndole que contara en voz alta desde el diez hasta el uno, así como un consejo por parte de un hombre mayor de ojos rasgados; qué pensará algo realmente lindo.

Pensó en sus padres; en todo el cariño que le brindaron mientras crecía a lo largo de los años, así como en sus logros

Pensó en sus amigos; en como a pesar del tiempo de cierta forma seguían comportándose como unos niños, haciéndole sentir que a pesar de todas las responsabilidades que había adquirido aun podía seguir riendo como lo hacían en antaño.

Pensó en Adrien; en todo lo que habían vivido, en como todo parecía ser parte de un rompecabezas imperfecto que a pesar de todo encajaba de la mejor manera con él, haciéndola sonreír al pensar que estaba feliz por sus errores pues eso la había llevado a descubrir ese algo que existía entre ellos, por más egoísta que pudiese sonar.

Y sobre todo, pensó en Emma; en como deseaba tenerla entre sus brazos.

De ahí, todo se había desvanecido. Y como si fuesen simples segundos ahora se encontraba luchando contra sus parpados para poder ver en donde se encontraba.

En su interior algo le decía que todo estaba bien, pero pronto la desesperación comenzó a invadirla, deseaba escuchar algo más que sus propios pensamientos.

Se removió, intentando levantar la parte superior de su cuerpo, pero le fue inútil al sentir una dolorosa punzada debajo de su vientre haciéndola emitir un quejido.

― Marinette ― sintió su corazón acelerarse al reconocer la voz de Adrien, estaba a su lado y eso logró que su desesperación se aminorara levemente, comenzando a entreabrir sus ojos.

La luz que se colaba por la ventana le hizo saber que estaba atardeciendo, y pronto pudo sentirse aún más tranquila al distinguir la sonrisa que Adrien le brindaba.

Él estaba tranquilo, cosa que logró que ese sentimiento se esparciera por su pecho.

― ¿Dónde está Emma? ― preguntó aun algo adormilada, sintiéndose completamente extraña al sentir como una parte faltara en ella. Realmente se sentía extraño, se sentía incompleta de cierta forma.

Marinette pudo sentir los labios de Adrien sobre su frente, quien luego de este gestó dejó descansar su mejilla contra la cabeza de ella.

― Emma está bien, fue llevada a la incubadora luego de ser revisada por el pediatra que estuvo durante la cirugía ― aquellas palabras dichas por Adrien se encontraban cargadas de una alegría que era realmente palpable, logrando que su corazón pudiese sentirse más tranquilo ― Pesa dos kilos con cincuenta y siete gramos, según me dijo Rose. La operación no tardó mucho, así como el que despertaras ― agregó con un tono aliviado, sintiéndose por fin capaz de respirar con calma.

Pues si bien, desde el momento en el que se le permitió entrar a la habitación donde Marinette se encontraba descansando y sabía que su hija estaba bien, el hecho de que Marinette no abriese los ojos realmente lo comenzaba a desesperar, haciéndose mil preguntas en la cabeza.

Pero al verla ahí, escuchando sus palabras con un semblante adormilado pudo sentirse tranquilo; realmente todo estaba bien.

Y el sentir la mano de Marinette buscar la suya, supo la razón de todo.

Él era conocido por sus amigos por tener mala suerte, y era algo que nunca se había atrevido a refutar. Pero de forma curiosa, esto parecía anularse casi siempre estando a un lado de Marinette, como si ella fuese la buena suerte que necesitaba en su vida para no terminar con dudas existenciales o en algun otro país por un despiste suyo.

Nada malo podía ocurrir si estaba con Marinette; y si sucedía, siempre encontraban el modo de resolver las cosas.

Su hija era una gran prueba de ello.

― ¿Ya la has visto? ― preguntó curiosa a la par que él se despegaba un poco de ella para poder observarla, negando con su cabeza.

― No, no he podido verla. Pero ahora el ser padre me ha dado paciencia, saber que está bien es suficiente por ahora ― presumió, inflando falsamente su pecho haciéndola reír un poco, para después quejarse por lo bajo ante el dolor que sentía al reír ― Lo siento, mi padre me advirtió de no hacerte reír debido a la operación ― se disculpó con una mueca levemente triste en sus ojos.

― Hey, está bien, además creo que es imposible que evites que me ría de tus comentarios bobos ― palmeó su mejilla, intentando que aquello no le incomodara ― Además, la risa siempre es la mejor medicina, o eso es lo que dicen muchos ― añadió con entusiasmo, observando como la expresión de Adrien poco a poco se recomponía, para comenzar acercar su rostro de forma peligrosa al suyo.

Ambos guardaron silencio unos instantes, pues bien durante todas esas horas no habían tenido el momento para encontrarse tranquilos.

― Yo conozco una mejor, y tiene que ver con tus labios junto a los míos ¿Sabes de cuál hablo? ― inquirió con algo de picardía, logrando que las mejillas de Marinette se encendieran ante aquel cínico comentario.

Pues, era imposible no pensar en lo que estuvo a punto de ocurrir antes de que todo eso se suscitara de forma espontánea.

Ambos respingaron de forma automática al escuchar un carraspeo, haciéndoles separarse de esa corta distancia como si fuesen dos adolescentes encontrados infraganti en una acción poco pudorosa, lo cual no tenía nada que ver, pero de cierta forma se sentían así al ser examinados por la mirada de Rose, quien habia entrado a la habitación de forma sigilosa.

― Creo que tengo que hablar con ustedes sobre la llamada cuarentena en relación al sexo, por lo que veo, así como recordarles que hay más alternativas además de la penetración y, si Adrien realmente no puede con ello creo que va a existir una respuesta al porque tanto tiempo soltero ― soltó Rose con los brazos cruzados, observando como el rostro de sus amigos comenzaba a enrojecerse gracias a sus comentarios algo subidos de tono.

― ¡Rose! ― exclamó Adrien levemente apenado, haciendo reír a ambas mujeres, aunque Marinette intentó no hacer mucho esfuerzo debido a la herida fresca que tenía ahora debajo de su abdomen.

― Tengo que ser clara y directa sobre estos temas, Adrien ― y antes de dejarlo replicar, hizo un ademán para que quien se encontraba esperando detrás de ella en la puerta se adentrara en la pequeña habitación ― Pero antes de tocar ese tema, creo que hay alguien que quieren conocer desde hace bastante tiempo ― atinó a decir, haciéndose levemente a un lado para que una de las enfermeras del pabellón neonatal pasara a su lado con una pequeña cuna de cristal con unas sábanas blancas, seguida de otra enfermera más que llevaba en sus brazos al catalizador de muchas cosas en esa habitación.

Rose no pudo evitar sonreír al ver como ambos perdieron el aliento al ver caminar a la mujer que llevaba a su bebé en brazos hacia ellos, sintiendo como todo su interior de cierta forma se removía.

Pues, de una u otra manera esa existencia se debía indirectamente a ella.

La enfermera estando a pies de la camilla, extendió con cuidado al bebé para colocarla en brazos de su madre, que simplemente miraba sin habla aquello que había estado en su interior durante muchos meses.

Marinette sintió de repente un cumulo de emociones que no supo cómo describir; sentía alegría, así como felicidad de poder conocer a esa personita que no le dejaba dormir correctamente por las noches. También se sorprendió a si misma al reconocer que tenía miedo de no ser capaz de cargarla correctamente a pesar de que ya había cargado bebés en el pasado, tenía realmente miedo de lastimarla.

Era tan pequeñita, se sentía tan frágil en sus brazos que temía no ser suficiente para ella.

Entonces fue cuando sintió el brazo de Adrien rodearla por los hombros, se había recostado levemente en la camilla para estar a la altura de ella y estar cerca para observar a su bebé, entendiendo que no importaba el miedo que sentía, podría con ello.

― Hola, Emma ― la voz quebrada de Adrien logró sentir su corazón estrujarse ante la emoción ― Somos el lío de padres que te ha tocado, pero creeme cuando te digo que eres la mejor elección de nuestras vidas ― Marinette asintió, guardando silencio para grabar aquella imagen su cabeza; su pequeña hija frente a ella, mientras las palabras de Adrien sonaban con intensidad ― Un pequeño plan, algo extraño, pero que sin duda nos dio la oportunidad de crear nuestro plan siguiente, y tiene que ver con la felicidad que nos das y con la que encontramos ¿No es así, Nette? ― y durante un instante, Marinette pudo sentir las lágrimas de Adrien empapar su mejilla.

Antes, ella lo hubiese parado ante tales divagaciones. Adrien era bueno para crear planes, pero al principio pensaba que realmente se le iba de las manos. Pero ahora no podía estar más de acuerdo con él, por lo que sintió que un par de lágrimas se escaparon de sus ojos al observar como la pequeña que sostenia con delicadeza entre sus brazos, levantaba una de sus manitas al aire, como si reaccionara a la voz que estaba escuchando.

― Sí ― se limitó a contestar, sintiendo como algo se expandía en su pecho ― Bienvenida con tus extraños padres, Emma ― añadió en un hilo de voz, sintiendo como Adrien besaba con vehemencia su mejilla.

Rose, por su parte, le hizo señas a ambas enfermeras que veían la escena con ojos de ternura para que se retiraran momentáneamente, pues como era de esperarse ambos se encontraban perdidos en su propia burbuja.

Pero no los podía culpar. Habían sido horas bastante estresantes para todos, en especial para ambos, que sí bien ella conocía la fortaleza de esos dos, era de esperarse que tuviesen miedo, era algo natural.

Esperaría un momento para comentarles lo que procedería a partir de ahí después de lo acordado con el pediatra que le asistió en el parto, uno lo bastante experimentado en el campo. El Doctor Fu le había recomendado que la bebé permaneciera durante vigilancia en la incubadora durante lo que restaba de la noche para descartar complicaciones y monitorearle, algo completamente normal en la situación en la que se encontraba.

No eran malas noticias, excepto para Adrien, quien tendría que conformarse con dormir esa noche en el pequeño sofá al fondo de la habitación, pues estaba seguro que no se iría del lado de Marinette.

En el pasado, aquello era difícil en situaciones completamente diferentes. Estaba segura que no sería la excepción a la regla en esta ocasión.

[...]

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¿Cómo expresarme ante tantos sentimientos que sentí al escribir esta parte? Es realmente difícil.

La decisión de que el parto fuese por cesárea fue meramente personal, al igual que el tipo de anestesia que ocuparon para Marinette pues así fue como mi mamá vivió su parto, entonces estoy guiada por la experiencia de mi madre ante esta situación.

Este capítulo al ser el penúltimo quería que abarcara todo lo que un padre o madre siente, especialmente el miedo; saben que todo está bien, que todo saldrá bien, pero aun así el miedo está presente y es algo natural temer por tus hijos, aunque estos sean adultos.

El miedo es algo que ha marcado esta historia a lo largo de todo. Desde el inicio, el miedo de Adrien a estar solo y no poder tener un hijo al cual darle todo el amor, hasta el miedo de Marinette de no tener oportunidades claras para poder concebir debido a lo que le ocurría y como sentía que el tiempo comenzaba a irse de las manos. Incluso está el miedo de Gabriel, quien siempre buscó proteger a Adrien de salir lastimado nuevamente ante su idea de "rentar un vientre". Un padre, no importa que tan grande sea su hijo, siempre experimentara esto. Y no es algo que sepa por experiencia propia, aun no soy madre, pero es algo que la mía siempre me dejo en claro, que siempre se va a preocupar por mí no importa cuánto crezca.

También, no sé si se notó o lo hice como quería, pero este capítulo tiene muchas referencias a los primeros capítulos de este fanfic. Desde Adrien, hablando con ella sobre lo que debe hacer (diferentes contextos) pero dejando todo a su elección, así como una charla entre amigos referente a sus vidas (Nino y Alya) pero ya en diferentes contextos, y con Rose como alguien que interfirió indirectamente para que la elección se llevara a cabo, esta vez siendo quien recibe a Emma al mundo.

Hay muchas cosas que quiero decir, mucho que agradecer pero creo que en esta ocasión no me quiero extender o poner más sentimental. Aprecio que una historia algo simple, pero cargada de mucho amor sea de su agrado, así como espero que a lo largo de todo haya sido un bálsamo azucarado para todos aquellos que necesitan algo de amor bien empalagoso de este par.

Me resta decir que el siguiente capítulo es el final. Posterior a ello, estoy preparando un pequeño epilogo que espero subir la semana que el capítulo 36 este arriba.

Emma llegó, y le tocaron unos extraños padres, que gracias a los errores vividos pudieron encontrar algo de esperanza, así como sentimientos más grandes de lo que pueden procesar, y eso lo saben bien.

Muchas gracias, de todo corazón.

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