Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Treinta

Después de una breve llamada por parte de Luka a Marc comentándole lo sucedido, ambos comenzaron a caminar a paso calmado hacia la plaza Saint Pierre que se encontraba al cruzar la calle. Ella, por su parte, le escribió un breve mensaje a Théo explicándole que se retrasaría un poco.

Al avanzar ninguno de los dos se atrevió a decir palabra alguna, sumidos en lo que finalmente podrían decir y en todo lo que terminarían por escuchar.

No demoraron más que unos cuantos minutos en llegar a la plaza tan popular, vislumbrando frente a sus ojos como el carrusel que era una de las atracciones principales del lugar tanto para los que vivían en la ciudad como para los turistas, se encontraba completamente lleno por infantes que tiraban de las manos de sus padres, rogándoles el poder subir.

Quizás se quedó más de lo planeado observando con una amplia sonrisa hacia donde se encontraba el carrusel, deteniendo su caminar.

Había visitado muchas veces ese lugar en el pasado; con su abuela, con sus padres, con sus amigos. Incluso recordó haber paseado por aquel extenso parque en más de una ocasión con quien ahora le acompañaba. Pero a pesar de todo eso, a ojos de Marinette era como visitar un lugar completamente nuevo.

Ahora tenía otro significado para ella.

― Ya sabes. La primera vez subiendo a nuestro bebé al carrusel ― era lo que Adrien le habia dicho en aquella ocasión mientras buscaba su mirada con sus ojos, con una chispa de alegría reluciendo en todo su esplendor.

No pudo evitar llevar su mano hasta su vientre que comenzaba a abultarse un poco, ciñéndose levemente al pantalón.

Aquel lugar era nuevo para ella porque en ese momento, quizás sin que ella misma se hubiese dado cuenta, había comenzado a escribir un nuevo capítulo de su vida.

Uno donde Adrien se encontraba a su lado sin esperar nada a cambio.

Y quizás, en aquel momento con sus comentarios absurdos sobre su bebé vomitándolo, quizás se había dado cuenta de que en definitiva sentía algo más por él.

― ¿Marinette? ― la voz confundida de Luka le hizo levantar su mirada hacia él, quien se encontraba unos pasos frente a ella.

Algo que, si lo veía en retrospectiva, siempre había sido así.

― No es nada ― respondió con seguridad, reanudando su camino para poder pasar de largo de él, ahora dejándolo tras su espalda mientras seguía caminando hacia el frente.

No miraba atrás insegura.

Como si de un golpe de suerte se tratara, una banca frente al carrusel fue desocupada por un par de amigos que se estaban tomando selfies, probablemente turistas, y no tardaron en tomar asiento en el lugar.

Marinette observó de reojo la banca que se encontraba a unos metros de ellos, esta se encontraba ocupada por una pareja de la tercera edad que mantenían sus manos entrelazadas.

A sus ojos lucían completamente diferentes el uno del otro, pero al escuchar reír a la mujer con intensidad por algun comentario hecho por su contrario, no pudo más que sonreír al saber que quizás esas diferencias eran lo que los mantenían unidos.

― ¿Te puedo preguntar algo antes de que comiences a hablar? ― susurró con una media sonrisa, dirigiéndose a su acompañante quien al instante asintió ― ¿Alguna vez nos imaginaste así? ― cuestionó, volviendo su mirada hacia la pareja de abuelos a su costado.

Luka guardo silencio, sin saber que responder realmente ante aquella pregunta. No quería que sus palabras fuesen una clase de veneno que terminara por dañarla más. Ya había hecho lo suficiente en ese ámbito.

Entendía a la perfección la pregunta astuta de ella, y se mordió el labio debido a los nervios.

Porque sí, de cierta forma en el pasado se había imaginado pasar el resto de su vida con Marinette; pero no así, como ella implicaba en aquella pregunta, ninguno de los dos estarían así de felices como la adorable pareja.

Se habría llevado la felicidad de ella junto con la suya. Y, quizás por la mirada pacifica que ella ahora le otorgaba (una que no había podido ver en mucho tiempo) supo que si en ese momento ella no lo odiaba, en ese futuro quizás si lo hacía.

― No ― contestó por fin, recordando las palabras de Marinette sobre la sinceridad del asunto ― Te hubiera lastimado aún más ― soltó a modo de confesión mientras llevaba sus manos hasta su cabello, revolviéndolo con una creciente ansiedad.

Debía ser sincero con ella. Pero temía que aquella sinceridad terminara dañando su corazón; cosa que, en realidad era todo lo contrario.

― Yo tampoco ― afirmó ella con una sonrisa de medio lado mientras bajaba un poco la mirada ― Es extraño, porque hasta ahora nunca me lo había planteado, y mientras más lo pienso, nada de ello viene a mi mente ― Quizás ya entendía que era un querer unilateral, sólo que estaba tan centrada en tantas cosas a la vez, que olvide pensar en mi misma ― añadió con una sonrisa tímida, logrando despertar una innata curiosidad en Luka.

Después de todo, no había usado la palabra amor.

― Yo de verdad lo intenté, Marinette, yo ― hizo una pausa, dejando caer sus hombros y para encorvarse en su posición, observándola de reojo ― No tengo excusas para lo que te hice, para lo que le hice a todos, incluyendo el recuerdo de mi hermana, todo lo que hice fue por miedo, y es realmente estúpido ― su cuerpo se exalto en cuanto sintió la pequeña mano de ella apoyarse sobre su hombro.

Él se estaba quebrando frente a ella por la culpabilidad mientras ella parecía florecer, cosas del destino, se atrevió a pensar.

― He escuchado muchas excusas estúpidas de tu boca durante más de un año, creo que puedo escuchar una más si esta es la verdadera ― atinó a decir con un pequeño titubeo.

Preguntándose que hubiese hecho ella misma en esa situación un par de meses atrás.

Pero ahora, a pesar de que los dolorosos recuerdos seguían en su memoria, simplemente se remitían a lo que debían ser; recuerdos.

Luka la miró extrañado por la actitud ligeramente cínica de su ex prometida, intentando no reír ante su comentario.

Era algo que estaba seguro nunca habia escuchado salir de boca de ella.

Tomó una bocanada de aire, maldiciéndose mentalmente, pues las palabras no eran lo suyo. Una y otra vez al hablar (o intentarlo) con ella al respecto, él terminaba logrando que la furia se demostrara en sus grandes ojos y el desprecio se marcara en sus facciones.

Pero al verla ahí a su costado, quizás levemente incomoda pero con la mirada en alto a afrontar cualquier situación entendió lo que Marc llevaba mucho tiempo diciéndole.

Las mentiras simplemente terminarían por herirla en lugar de repararla, y por ende, también lo lastimaría a él.

¿Quién estaba cuidando tan bien de él para tener increíbles personas a su alrededor?

― Después de Rose, eras la persona más preciada para Juleka, pues habías logrado sacar lo mejor de ella para enfrentarse al mundo por amor ― comenzó a relatar, sintiendo de repente su garganta completamente seca. Carraspeó un poco para poder continuar, dirigiendo su mirada hacia ella para que Marinette se asegurara que le decía la verdad, pues como ella, había aprendido que las mentiras no eran su fuerte ― Me aferré a ti como el recuerdo de que el amor podía nacer en cualquier forma, siendo tú un catalizador de este; recordándome la felicidad de mi hermana. Pero, terminé por tomar más de lo que debía, termine tomando más de lo que deseaba sin pensarlo por el simple hecho de que tú lo entregabas todo por mí, tal como Juleka lo hacía al cuidarme e intentar aconsejarme ― sus palabras poco a poco comenzaron ser un débil hilo de voz que comenzaba a quebrantarse debido al remordimiento.

Marinette lo había visto sufrir por la pérdida de la persona que él había jurado proteger desde el momento en el que la habia conocido en la sala del hospital donde su madre se la presentaba ante sus ojos ansiosos. Era un niño apenas, pero ese tipo de recuerdo nunca podría salir de su memoria.

El como aquella pequeña bebé habia tomado entre sus pequeñas manos uno de sus dedos, mientras la emoción crecía en su pecho por ser el hermano mayor, porque no estaría solo nunca más y se encargaría de que ella tampoco.

Juleka no era solo su hermana, había sido su mejor amiga, su compañera de travesuras en abordo del Liberty. Era su confidente.

Quien sabía todo de él, y que al morir, todo lo que ella sabía de Luka se había terminado yendo con ella.

― No me estoy justificando, así como tampoco deseo que sientas pena por la persona que te hizo sentir miserable por su propia miseria ― agregó rápidamente, suspirando ― Pero en el momento, pensé que eras la respuesta correcta, pensé que en realidad podía amarte como querías que lo hiciera, como tus ojos anhelaban que te viera ― una sonrisa amarga se asomó por sus labios, desviando su mirada hacia el frente ― Porque tú me veías así, porque me apoyaste; lo correcto era corresponderte, lo correcto era no lastimar a mi madre aún más, ella esperaba cosas muy diferentes de mi a comparación de Juleka.

Ella jugó un momento con sus dedos buscando comprender sus últimas palabras, mientras el murmullo de las voces a su alrededor se colaban por sus oídos.

Exclamaciones de los niños emocionados, sus cortos pasos resonando por el lugar mientras corrían alrededor de la plaza.

― Una familia ― alcanzó a murmurar Marinette para sí misma, entendiendo ahora las expectativas a las que Luka se refería.

Unas que Juleka no podría cumplir en toda la extensión de la palabra.

No con Rose, por lo menos.

Luka asintió ante las palabras de Marinette, sintiéndose levemente cohibido.

― Mi madre siempre fue un alma libre, eso lo sabes bien; Nunca se casó con mi padre, pues para ellos era suficiente el amor que se tenían. Cuando el murió, para ella éramos aun parte de él, por ello siempre tuvo la gran ilusión del momento en el que Juleka y yo formáramos nuestra propia familia ― tragó saliva, sintiendo como sus manos temblaban ― Al crecer, ambos supimos que eso sería más que complicado, y no podíamos evitar sentirnos culpables ¿Quiénes éramos nosotros para romperle el corazón a nuestra madre? Sus dos hijos compartiendo más en común que el amor por la cultura rock punk ― Marinette observó que sus labios temblaron, como si de un miedo latente se tratara ― Ambos hijos atraídos por su mismo sexo ― finalizó, soltando una suave carcajada cargada de amargura e ironia.

Una culpa que no debía existir, fue lo primero que pudo pensar Marinette al escuchar sus palabras.

Recordando como su amiga al principio se rehusaba a aceptarse a sí misma al igual que a sus sentimientos, como para ella era difícil anteponerse ante todo aquello.

Entendió entonces que no solo era cuestión de prejuicios, incluso el pensamiento que en su momento se formó en su mente sobre el miedo al rechazo de su propia familia fue desechado.

Todo recaía en el punto de las expectativas; Que Juleka sabía que su hermano pasaba por su misma situación.

El silencio entre ellos se rompió de forma abrupta con un estruendoso golpe; Marinette había golpeado con la palma de su mano la mejilla de Luka, quien a pesar de que esperaba eso en algun punto, mantenía sus ojos abiertos por la sorpresa.

― ¿Quiénes son ustedes para ello? Luka, ustedes tenían el derecho de ser quien en realidad deseaban ser ― soltó con confianza, frunciendo el ceño ― ¿Recuerdas lo que me decías sobre las reglas y que estas estaban para romperse, al igual que las cadenas? Que solo existían para romperse ― Marinette alejó su mano de la mejilla de él, formando en esta un puño al recordar su inusual forma de animarle a hacer algo completamente fuera de los estándares ― Las expectativas también están para romperse ― finalizó con voz firme, al igual que su mirar.

No solo las que las personas cercanas solían poner sobre uno mismo, sino también las propias que logran que uno se detenga ante un camino inexplorado.

Romper las expectativas de sus padres, las suyas propias sobre su deseo de formar una familia y el modo en el que esta ocurriría.

No habia cumplido sus expectativas que se había planteado desde la adolescencia: Trabajar para su diseñador favorito, casarse y formar una familia cuando su vida laboral estuviese asentada.

Quizás, muy en el fondo se sentía furiosa con Luka, y aun deseaba dejarle la otra mejilla igual de colorada.

Pero a pesar de todo, de alguna u otra forma gracias a esos errores ambos se encontraban en paz de alguna forma.

Pues para ella no pasó desapercibida aquella mirada de anhelo cuando habló por teléfono con Marc, una que ella nunca había recibido por parte de él.

No pudo evitar recordar como Adrien la miraba; no solo en el presente que estaban compartiendo, sino también en el pasado.

― No tenías que guardártelo, no tenías que intentar nada a cambio por los brazos que te abrí, Luka ― continuo ella, sintiendo como las palabras en su garganta se atoraban ― Me lastimaste, así como también te lastimaste a ti ocultando el verdadero tú ― Luka no entendió el matiz de las palabras de Marinette, pues a pesar de que sonaban cargadas de melancolía, ella se encontraba sonriéndole ― Fuiste un imbécil ― agregó en seco.

― Lo soy ― fue lo que pudo contestar, confundido por la actitud de ella ― Me gustaría cambiar las cosas, por qué sé que con una simple disculpa no basta para todo el daño que te hice. Por qué Marinette, quizás no te amaba como querías que lo hiciera, pero creeme cuando te digo que lo que más deseaba era hacerte feliz, que en verdad mi cariño era sincero y que a pesar de todo, lo sigue siendo.

Ella negó con su cabeza, dirigiendo su vista hacia el frente mientras sentía la suave brisa del viento mover sus cortos cabellos.

― A mí no me gustaría que las cosas cambiaran y en eso tienes razón, una disculpa no basta ― se atrevió a comentar, dejando escapar un suspiro de alivio ― Tienes que seguir adelante, siendo y quizás te podamos perdonar ― Luka la observó confundido ante sus últimas palabras, pero antes de que pudiera cuestionarle, ella continuo ― No solo yo debo hacerlo, tú también tienes que perdonarte ― añadió con una sonrisa, detectando al otro lado del parque unos ojos verdes que parecían buscarlos a ambos.

Le era inconfundible, a pesar de estar frente a él en una sola ocasión con una gran ola de confusión azotando en su cabeza.

Marinette se levantó del lugar, seguida de Luka quien seguía pensando en sus palabras.

― ¿Puedo preguntar dónde lo conociste? Si no es mucha indiscreción ― aquella pregunta descolocó a Luka durante unos instantes, siguiendo la mirada de Marinette, encontrándose a lo lejos con Marc.

Su corazón comenzó a latir rápidamente, y a pesar de las palabras afables de Marinette, la culpa aún se arremolinaba en su garganta.

― En el trabajo. Él es profesor de literatura, y en más de una ocasión trabajamos juntos en la composición de versos para el alumnado ― Luka se preguntó si era correcto o incluso normal hablar de ello con Marinette.

Pero ella lucia realmente tranquila, levemente incomoda ante su presencia, pero eso lo atribuyo como algo normal.

― Sí te acepta con todos tus errores y defectos, creo que es alguien increíblemente valiente, porque tienes muchos ― comentó disimulando una suave risa, y como si un poco de la antigua complicidad que tenían en el pasado se viese recuperada, él le imitó.

Ella levantó su mano, agitándola con vehemencia en el aire para llamar la atención de Marc, quien al ver el semblante tranquilo de ambos, sonrió aliviado, caminando con paso cauteloso hasta donde se encontraban.

Luka observó a Marinette de reojo, confirmando su pensamiento anterior; en definitiva, seguía siendo la mujer que conocía, pero en definitiva algo había cambiado en ella.

Y quizás, como había previsto, el perdón de Marinette era algo difícil de ganar, incluso estaba seguro de que realmente no era merecedor de ello. Pero el hecho de hablar con ella y poder ver que ya no era la mujer que él se habia encargado de derribar, era suficiente para él.

― Marinette ¿Eres feliz? ― él no sabía de donde había salido esa pregunta de sus labios.

Quizás era la culpabilidad que el recuerdo de ella huyendo de él provocaba en su pecho.

Quizás era una genuina preocupación por quien siempre había estado para él. Por qué tenía miedo de hacerle más daño de lo que ya le había causado. Le había engañado, la había usado, pensando que lo que hacía podía ser lo correcto.

― Lo soy, rompí muchas expectativas ― atinó a decir ella mientras llevaba ambas manos hasta su abdomen, acunándolo con ellas de forma maternal ― Nunca deje de serlo, pero ahora tengo más de un motivo para estarlo además de mi éxito laboral.

Luka parpadeó sorprendido luego de entender aquello después de procesarlo en su mente aquello unos segundos.

― Espero que quien originó eso no sea un imbécil como yo ― comentó con atrevimiento, haciéndola rodar los ojos ― Y espero que piense que los nombres de prestigiosos diseñadores queden descartados para él bebé si es varón.

― No lo es, solo en ocasiones es un idiota al igual que yo, así que no los descartó ― se limitó a contestar, levantando sus hombros para restarle importancia a su comentario intentando no soltar una risa entre dientes.

Ella había cubierto su boca con una de sus manos, y fue cuando Luka pudo recordar algo muy particular de Marinette.

En cada ocasión que ella hacia algo idiota en compañía de un alguien en específico y ella le relataba la anécdota, aquella era su reacción. Una sutil risa de complicidad.

Un alguien del cual siempre había temido que le arrebatara la estabilidad que tenía con Marinette siendo su soporte, a pesar de que este en algun punto se había casado.

Con una tenue sonrisa le dio la razón; sin duda Adrien Agreste era un idiota, pero ella tenía razón, no era un imbécil.

Antes de que pudiese agregar algo más, observó como Marinette comenzaba a emprender su rumbo de regreso, mientras ella balanceaba su mano en señal de despedida.

Ya no existía nada más que hablar entre ellos.

Marinette no le había perdonado, pero lo había escuchado. Y ella había seguido adelante.

Aquello fue más que suficiente para él.

Estaba seguro que el aprecio entre ambos era mutuo, pero estaba completamente quebrado.

― No te golpeó, así que creo que es una buena señal ― la voz aterciopelada de Marc resonó a su lado.

Él habia dejado un par de bolsas sobre la banca donde anteriormente se encontraban sentados, y solo pudo negar con una sonrisa en su boca.

― Mi mejilla no piensa lo contrario ¿Sabes? ― comentó con un tono de burla mientras señalaba la mejilla que aún se encontraba levemente enrojecida, a lo cual Marc respondió con un suspiro de alivio.

― Más que merecido esta ― atinó a decir con tranquilidad, para después sobresaltarse al sentir como la mano de Luka se entrelazaba con la de él, dejándolo perplejo.

Pues él no era de ese tipo de muestras de afecto en público, por más mínima que fuese.

Marc entendía que él aun temía a sus propios sentimientos, y aunque eso en ocasiones lograba desanimarlo y pensar si el amor era lo suficiente para permanecer con él a pesar de sus errores, aquel simple gesto logró que sus mejillas comenzaran a arder.

― No voy a cometer más errores ― le susurró, acariciando su mano con el pulgar anclado a esta.

Y antes de que Marc pudiese reaccionar o siquiera preguntar qué era lo que había ocurrido durante esa breve charla, Luka se inclinó sobre él.

No iba a perder a más personas importantes para él debido a sus inseguridades, así como tampoco el no ser capaz de terminar de aceptarse.

Marinette lo había entendido, había aceptado lo que él tenía que decir y lo había aconsejado.

Entonces, él podía hacerlo.

Sus acciones quizás no merecían un perdón, pero así como ella no se lamentaba de todo lo ocurrido, él tampoco podía seguir haciéndolo.

Tenía que comenzar a ser el apoyo de Marc, y no dejar que él cargara con toda su pena.

Tenía que dejar de lado sus miedos de una vez por todas.

Y no dejar que él recuerdo que Juleka tenía de él, así como los secretos que le había guardado hasta el día que había dejado el mundo terminaran por desaparecer.

[...]

Observó el pequeño dije de oro que mantenía sobre la palma de su mano, sonriendo de lado para después colocarlo de nueva cuenta en una pequeña cajita de terciopelo, dejando esta sobre su escritorio mientras suspiraba.

Había escuchado los pasos de Nathalie desde que ella había dado vuelta en el corredor que llegaba hasta su oficina, por lo cual supo que no tardaría en abrir las grandes puertas de la habitación.

Se puso de pie con dificultad, apoyándose en el borde de su asiento para erguirse por completo en cuando Nathalie entró al lugar.

No necesito palabras de ella para saber a lo que venía, por lo cual comenzó a caminar con paso firme a través del lugar. Nathalie, lejos de quedarse estática en el marco de la entrada se dirigió hacia él, tendiéndole un brazo para que se apoyara de ella.

Gabriel le dedicó una sonrisa ante su acción como un agradecimiento silencioso mientras ambos salían del lugar, dirigiéndose a la gran sala de estar.

Cuando llegaron a la entrada de la habitación, las personas que le esperaban se hicieron notar rápidamente, más bien, Tom se levantó como si de un resorte se tratara dando grandes zancadas hasta llegar donde él, ofreciéndose a ser su apoyo para llevarlo a tomar asiento.

Nathalie de inmediato se excusó para retirarse del lugar, a pesar que la mirada de Gabriel era levemente severa, pues sus deseos era que ella se encontrara presente en la charla con el matrimonio Dupain-Cheng, pero ella daba grandes evasivas, argumentando que debía organizar lo pedido para la cena.

Aunque, en el fondo él sabía bien que aquello era simplemente porque no quería verse emocionalmente alterada como la última vez. Nathalie era una mujer orgullosa, de eso no había duda.

― Tom, Sabine; sé que quizás el que les pidiese que vinieran a charlar conmigo les parecerá algo repentino y ― no pudo continuar al ser detenido en secó por un gesto de la mujer, quien le indicaba que no había necesidad de continuar.

― La verdad es que pensamos que tarde o temprano querrías hablar de la situación de nuestros impulsivos hijos ― comentó ella, intentando no reír ante el rostro de sorpresa del hombre frente a ambos.

Tom le dio la razón asintiendo con su cabeza.

― Fue más repentino la noticia que recibimos, y creo que no solo a nosotros nos tomó por sorpresa ― añadió con tranquilidad.

Gabriel solamente pudo suspirar ante sus respuestas; sintiéndose aliviado de que, tal como esperaba, la noticia a pesar de lo sorpresiva que era habia sido bien recibida por ambos.

No esperaba menos, después de todo en el carácter noble de ambos se encontraba la cualidad de ser realmente padres comprensivos, a pesar de la situación extraña.

― Antes que nada, creo que es mi deber como padre de Adrien el disculparme con ustedes por ser tan impulsivo y no hacer las cosas de forma apropiada con Marinette, es decir, saltándose un paso importante a lo que ambos ahora enfrentan ― atinó a decir sobando el puente de su nariz.

A pesar de saber las razones que los habían llevado a ambos a tomar aquella elección, tenía un deber moral con aquellos que consideraba sus amigos.

Después de todo, recordaba que ambos se encontraban bastante entusiasmados con el compromiso de su hija en el pasado.

― Me parece que ambos no quieren saber de matrimonio, al menos no por un largo periodo de tiempo y no es para menos ― argumentó Sabine con una media sonrisa, recordando cómo tanto Adrien y Marinette habían entrado en un lapsus de pánico en cuanto Tom había mencionado la dichosa palabra ― Creo que lo más importante es que estén felices ¿No es así?

― Exactamente no hay nada que disculpar, más porque no son unos niños ya. Todo lo que los envuelve referente a como ocurrió, no es algo en lo que podamos interferir pero por el contrario, si podemos apoyarlos ― la voz de Tom sonaba relajada mientras se cruzaba de brazos, esperando una respuesta positiva por parte de Gabriel. Estaba seguro que, debajo de esa serenidad existía emoción debido a los acontecimientos, y realmente le emocionaba el hecho de ver que tan lejos podía llegar con esa seriedad.

Gabriel solo pudo asentir ante sus palabras, después de todo estaba enterado de que tanto como Tom y Sabine no tenían idea de las razones iniciales de aquel asunto, y debía respetar la decisión de Marinette.

Además de que, precisamente aunque lo supiesen no podían interferir en ningún aspecto; ambos eran igual de necios, si se lo preguntaban.

La expresión del rostro de Gabriel se relajó por completo, mostrando una sonrisa a la pareja.

De algun modo, estaba más tranquilo.

Estaba completamente consciente de que quizás su esperanza de vida no era tan larga como hubiese creído en el pasado. Y, realmente tenía miedo.

No por él, pues había vivido una vida plena. Pero a pesar de saber que su hijo ya no era un niño, tal como Tom decía, el temor de dejarlo solo persistía en él. Después de todo, antes de que aquella extraña pero maravillosa noticia le explotara en la cara estaba consciente de que él era la única familia que le quedaba además de Nathalie quien quería como si de una madre se tratase a Adrien, pero este a pesar de su relativamente corta edad parecía rendirse ante el hecho de buscar a alguien a quien amar.

Su hijo entendía el concepto de la soledad incluso mejor que él, pues estaba seguro que la razón por la cual deseaba tener una pequeña parte de él consigo no era por temor a este sentimiento, si no por que albergaba tanto amor en un sueño que veía ahora imposible, que buscaba hacerlo realidad; alineándose a la perfección con los sentimientos de Marinette.

Y ahora no solamente estaba esperando al nacimiento de quien sería su todo, si no que ahora estaba seguro de que Marinette se encontraría a su lado para apoyarlo sin importar la decisión que tomaran al final, de la cual muy en el fondo, estaba seguro que esta ya había sido tomada.

Además de que estaba seguro de que Tom y Sabine estarían para él, como siempre lo habían estado en el pasado.

De repente, la familia de Adrien había crecido de manera exponencial.

Por consecuente, también se trataba de su familia, aunque no existiese ningún acuerdo nupcial, así como una respuesta final; ¿Pero que importaba cuando sus sentimientos estaban presentes?

― ¿Te imaginas lo lindo que será nuestro nieto o nieta? ― la voz de Tom logró reconectarlo con la realidad, Gabriel tuvo que usar todo su autocontrol para no reír a todo pulmón ante la visión de su amigo con las manos hechas puños mientras sus brazos se encontraban encogidos, demostrando que realmente aquel imponente hombre era más un oso de felpa por su forma de actuar ― Estoy seguro que será el bebé más lindo que podamos ver.

― Si me lo preguntas, pienso exactamente lo mismo que tú ― comentó con una sonrisa divertida ― Pero espero que tenga la sensatez de Marinette, mi hijo heredo la cualidad más desastrosa de Emilie; ser dramáticos es lo suyo ― aquel comentario logro que Sabine rodara los ojos al escuchar la estrepitosa risa de su marido.

― Gabriel, creo que la sensatez de mi hija siempre ha tenido un punto débil y ese es Adrien, recuerda que en el instituto ella terminaba apoyándolo para burlar a su guardaespaldas, terminando contigo completamente furioso y ella balbuceando si su carrera como diseñadora estaba acabada sin siquiera haberla iniciado ― interrumpió Sabine, recordando uno de los primeros encuentros con el ahora retirado diseñador.

Donde los reclamos por ambas partes no se hicieron esperar.

Tom reclamándole la poca libertad que le otorgaba a su hijo mientras Gabriel le reclamaba la osadía de su hija al desafiarlo.

A pesar de que todo parecía seguir un curso natural, a la mujer se le hacía curioso el cambio radical de los hechos y que ahora se encontraran frente a frente discutiendo sobre sus hijos y, sobre su futuro nieto.

Logrando que las preocupaciones de Gabriel se desvanecieran por completo aquella tarde. Pues, estaba seguro que en cuanto su tiempo se agotara, su hijo estaría rodeado por una familia que lo apreciaba por lo que era.

Y que, de forma irónica, esa misma familia había logrado un gran cambio en ellos en el pasado.

Por todo aquello; a pesar de que habia sido una completa sorpresa, lo que había resultado entre Adrien y Marinette se sentía real.

Algo que quizás solo era cuestión de tiempo para que ocurriera.

― Tendrás que pensar en algo si quieres ser el abuelo favorito, Gabriel, porque los postres son mi especialidad ― argumentó Tom con una ceja alzada, poniendo un pequeño reto de forma implícita.

― Ya lo veremos, Tom. Quizás herede mi falta de gusto por los sabores dulces y prefiera comer un poco de roquefort.

[...]

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Sinceramente, creo que la conversación con Luka me ha salido un poco más extensa de lo que tenia planeado en un principio, aun así estoy feliz con ello. Ya era hora que fuese sincero.

Marinette por fin estuvo dispuesta a escucharlo, más no perdonarlo. ¿Recuerdan la charla con Kagami? (Que, siento que para mi fue más fácil de procesar, pues ella no tenia nada que ver con Adrien), ahí mismo Adrien sabe que perdonarla no sera algo que ocurra al instante, lo mismo en este caso. Marinette agradece el levantarse de su pasado y lo que sufrió, pero eso no elimina todo lo hecho, no de la noche a la mañana. Más, por que para mi un engaño a alguien que nos proclamaba "querer" es algo sumamente difícil, que nunca se olvida y que prueba que ese querer no era suficiente, de no ser así, las cosas hubiesen sido distintas.

Y no, el asunto de Luka siendo gay ni todo lo que tenia que cargar con esto junto con Juleka no excusan nada; pero si es una realidad. Muchas personas, dejan que las expectativas controlen su vida, aunque estas no sean "ordenes directas", el miedo a decepcionar a las personas que nos quieren en ocasiones es muy grande y cosas así pasan. He visto relaciones (Viví una), matrimonios e incluso familias quebrándose por esto mismo; por las expectativas. "Que mi hijo/hija se va a casar y me dará nietos" suele ser la más nombrada, una carga que se pone en los hombros de muchas personas desde pequeños, cuando en realidad no saben si este va a ser su deseo para el futuro. De hecho, en un momento en el pasado en el que recuerdo haberle dicho a mi madre y abuela que si no encontraba el amor, de igual forma quería tener un bebé y si para mi no era posible tenerlo, iba a buscar adoptar; Obviamente las expectativas de ellas me explotaron en la cara: Que si iba a ser madre debía tener una persona a mi lado, que un bebé adoptado no es lo mismo y demás. Expectativas ajenas que luego se vuelven propias no son sanas, para nada, pues ponen responsabilidades o deseos que no van con la realidad de uno mismo.

Eso fue lo que le pasó a Luka y su conflicto interno. No fue culpa de Anarka, más bien fueron las expectativas que tenia de sus dos hijos.

Marinette por su parte sabe que ya no hay más que hablar entre ellos, el perdón toma tiempo y le ha dado el mejor consejo; Que se perdone a sí mismo. Por que si bien, sus acciones fueron desagradables, Luka realmente tenia problemas con quien era realmente.

Y Marc, realmente pienso que es una persona realmente noble y que ha sido muy comprensivo con Luka y sus errores, ahora él tiene que serlo con Marc y aceptarse completamente.

Ahora bien, la ultima parte fue realmente breve por que deseaba poner un poco de interacción entre los futuros abuelos, y el como Gabriel se siente aliviado de que ahora la familia de Adrien (así como la suya) ha crecido. Y sí, Adrien ya no es un niño, es un hombre de 31 años, pero Gabriel sigue siendo un padre que se preocupa por el momento de dejar en soledad a su hijo, cosa que le da de alguna manera miedo, pues Emilie ya no esta y la única persona para él hubiese sido Nathalie.

Y vamos, Tom es un maldito oso de felpa emocionado por su nieto y dispuesto a competir por ser el favorito con el Gabriel don gustos raros.

QUIERO AGREGAR ALGO rápido sobre el comentario de Luka sobre los "Nombres de  prestigiosos diseñadores"; ambos estuvieron comprometidos, no es de extrañar que Marinette le dijera los nombres que ella había pensado en el instituto para los tres hijos que planeaba tener (Me imagino a Luka con los testículos en la garganta por un comentario así jajaja), y luego de un rato caí en cuenta que dos de esos nombres (Hugo y Louis) podrían hacer referencia a Hugo Ferdinand Boss y Louis Vuitton Malletier, dos de los fundadores de dos casas de modas aun populares hoy en día y se me hizo algo que realmente Marinette haría JAJAJAJA. Esto más que nada lo veo como un Headcanon curioso.

En fin; Este es el capitulo 30, y solo me resta decirles que a decir verdad no se cuantos capítulos más restan. La próxima semana estaré dándole de llenó a escribir los capítulos restantes, pero prácticamente es la ronda final, pues los hechos que tengo en segmento lineal para este fanfic están por terminar. Ahora mismo no puedo decirles con exactitud cuanto resta, pero ha sido un gran honor recorrer tantas emociones con ustedes y que aprecien este torbellino de sucesos.

Un gran beso, les mando un enorme abrazo a todos y, de nueva cuenta, agradezco todo su apoyo. Ustedes me dan bastante motor para escribir con mucho más amor. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro