Siete
Esa noche, además de formular su pequeño plan, ambos acordaron ciertas reglas para poder seguir con aquello como un par de adultos responsables.
La primera, era simplemente que harían aquello solo en los días fértiles de Marinette, así tendrían más probabilidades de lograr su cometido y por el otro lado, tampoco desgastaría a Adrien, así su producción de espermas seria de calidad, según internet. Pero claro, eso no prohibía no disfrutar lo que sucediera entre ellos, después de todo eran humanos.
La segunda dictaba que no podrían tener relaciones sexuales con terceros, pues podría implicar riesgo de infecciones de transmisión sexual. Y aunque ambos tenían esto en mente, no estuvo de más el comentarla.
En tercer lugar, acordaron la sinceridad. Si en algún momento se sentían incómodos, debían hablarlo. Si en algún momento deseaban tener una pareja o relación, se debía hablar aquello para detener su plan y dejar que cualquiera de los dos siguiera su vida. Adrien habia sido el que habia propuesto aquello, pues sabía bien que muchos admiraban la belleza de Marinette, y realmente no la iba a privar de tener una relación de verdad. Aunque claro, esta vez no permitiría que fuese como su ex prometido.
Marinette por su parte aseguro que aquello ya no le interesaba, pero lo aceptaba en caso que aquello pasara por la mente de Adrien, aunque el aseguro lo mismo.
Ellos sabían que todo lo que habían dicho aquella noche era una locura, que seguramente se habían dejado llevar por la desesperación dentro de ellos y de aquel reloj biológico que cada día parecía avanzar más rápido, además de que sabían bien que su familia y sus amigos dirían lo que ellos ya pensaban, que todo aquello era muy extraño.
Pero, a medida que pasaban los minutos mientras ambos llegaban a ciertos acuerdos, aquello cada vez importaba menos.
Y así, ambos decidieron que lo mejor sería guardar el secreto, esto hasta que ya no pudieran ocultarlo.
La historia oficial para todos sus amigos de lo que habia ocurrido aquella noche en el departamento de Marinette fue simple; Se quedó dormida con su teléfono móvil sin batería, dejando a Adrien tocando en la puerta del lugar alrededor de media hora hasta que el casero del lugar le explico que habia llegado, y prácticamente lo habia corrido por hacer demasiado escándalo a tales horas.
Todo mundo creyó aquella mentira por su simpleza, además que era algo que su amiga le solía suceder a menudo. Adrien se alegró de que todo haya salido bien y que su pequeña mentira hubiese funcionado, pues cuando leyó los mensajes de Rose, pudo deducir que ya se encontraba más tranquila.
Después de todo, era inevitable que la pequeña rubia estuviese preocupada, después de todo era la única que sabía aquel problema de Marinette, supuestamente.
Y ahí, no pudo evitar pensar en la expectativa; Él y Marinette de una u otra manera, en algún momento, terminarían uno sobre el otro, haciendo algo que nunca imaginó que sucediera con ella.
— ¡Demonios! — Bramó con pesadez, envolviendo su mano con el delantal que colgaba de su cadera, oprimiendo un poco para detener aquel ardor. Tragó duro al sentir el leve ardor en la palma de su mano, producto de tratar de tomar el sartén por la orilla.
Si su memoria no le fallaba, aquel incidente habia ocurrido por lo menos unas seis veces a lo largo de la semana ¡A pesar de que apenas era miércoles, aquellos pensamientos parecían nublar su mente! Se sentía como si fuese un niño, perdiendo la cabeza por aquel tema, tal como los adolescentes.
— Alguien te tiene nervioso ¿Me equivoco? — Y como si no fuese suficiente sufrimiento con aquella quemadura, la voz de uno de sus compañeros llego a sus oídos; Cantarina y algo molesta en ocasiones, con un tono burlón que rápidamente supo identificar.
Estaba seguro que si él pudiera leer su mente, añadiría la palabra amigo a sus calificativos. Y, a decir verdad no estaba lejos de que aquella palabra fuese verdad.
— Para serte sincero, no — Agregó, encarando la perspicaz sonrisa del joven hombre moreno a su lado.
— Vamos, Adrien ¡Soy tu amigo! ¡Tu preparador de salsas oficial! — Tomó aliento mientras agitaba un gran cucharon de madera frente a su rostro — ¡Tu ex fanático obsesivo, además! ¿Realmente crees que no sé cuando piensas en una dama, amigo? Sé todo de ti desde hace años — Añadió, inflando su pecho demostrando orgullo.
Pero en ocasiones, más que admitir que era amigos, prefería esconderse en una roca cuando él hacia ese tipo de comentarios.
Más cuando sus compañeros en la cocina soltaban una alegre carcajada, y él solo esperaba no estar completamente rojo de vergüenza.
— Lo sé, lo sé, pero podrías mantener más bajo mi perfil y cuando yo pienso en alguna dama, Wayhem — Replicó, tomando el cucharon de la mano de él para después propiciarle un ligero golpe en la cabeza.
El moreno no dudó en dramatizar un poco la escena, fingiendo que aquel golpe habia sido más duro de lo aparentado.
Las risas en el lugar no se hicieron esperar por parte de aquellos que contemplaban la escena.
Y es que, usualmente así era la interacción de ambos.
Wayhem leyendo el semblante de Adrien, y cuando podía notar que se encontraba angustiado, intentaba sacarle una sonrisa con un poco de bobería entre ambos.
— ¡Aja, lo has admitido! — Exclamó, en pose de victoria, logrando que Adrien sudara frió por unos instantes.
Y es que lo conocía bien. Lo habia seguido por años durante la carrera de modelaje del rubio, se habia vuelto su pequeña obsesión, e incluso cuando él dejó aquello, Wayhem no dudó en seguirlo al nuevo sueño que Adrien buscaba; La cocina.
Claro, todo aquello era un poco psicópata de parte de él, lo aceptaba. Después pudo conocerlo mejor cuando sus caminos laborales se cruzaron por accidente (Como a él le gustaba llamarle), y descubrió todos sus defectos, así como todas las valías de aquel que admiraba como a un ídolo.
Además, aunque sonara algo absurdo, gracias a ello habia descubierto aquello que amaba hacer; Cocinar. Tenía una estrella siguiéndolo, después de todo.
— Señores ¿Hay algo más interesante que terminar las comandas a tiempo? — La voz calmada y rígida que pudieron escuchar a sus espaldas logró que ambos se pusieran tensos, negando con la cabeza en reiteradas ocasiones — ¿Entonces? ¿Pueden seguir trabajando en ello, verdad? — Agregó, formando una sonrisa algo rígida en su rostro.
— ¡A la orden, Chef Césaire! — Exclamaron ambos al unisonó, girándose a sus respectivos puestos esperando que partiera.
Marlena Césaire era una mujer de temer, y parecía que todo lo que la hacía una mujer tan temeraria y respetada había sido heredado a Alya. A pesar de ser una mujer dulce fuera de sus horas de trabajo, parecía convertirse en otra persona cuando entraba a la cocina, y realmente compadecía un poco a Nino en ese sentido.
— Y bien ¿Me dirás? — Susurró Wayhem, bajando la intensidad de la flama que daba a la plancha — Y por favor no intentes cambiar de tema, si sigues pensando en ello sin sacarlo de tu cabeza terminaras con quemaduras graves — Añadió, recalcando su falta de concentración.
— No es nada ¿Sabes? Bueno, aún — Intentó explicarse, esperando poder volver a trabajar con tranquilidad. Aunque, sabía bien que las palabras de él tenían razón.
Era distraído, más cuando tenía algo en su cabeza, y por ahora solo se encontraba pensando en lo que llegara a pasar, y de cierta manera era algo normal ¡Diablos! Llevaba más de dos años sin acción ¿Alguien podía culparlo?
No, más que él mismo. Pues de cierta manera se sentía culpable al darle demasiada importancia a eso, estaba seguro que Marinette no le daba tantas vueltas al asunto.
Estaba seguro de que Marinette no se encontraba tan ansiosa como él por aquel acto, ella no se encontraría nerviosa ante cualquier tono de llamada o mensaje que llegara a su móvil, esperando que el momento llegara, tal como él lo hacía.
— Adrien — A su lado, Wayhem llamó su atención.
— ¿Eh? — Respondió, tragando fuerte ante sus abrumadores pensamientos.
— ¿No piensas responder? Tú móvil se está volviendo loco con tanta notificación de mensajes, amigo —.
— ¡Ah! Pensé que lo había puesto en silencio, disculpa — Murmuró, buscando su móvil en el bolsillo de su filipina.
Con cuidado de ser descubierto, desbloqueo la pantalla del aparato, revelando ahí varios mensajes de texto de Marinette.
En otro contexto de su situación actual, estaba seguro que se hubiese preocupado, estaba seguro que abriría de manera inmediata los mensajes para asegurarse que todo se encontraba bien. Pero ahora no podía.
Su rostro se encontraba enrojecido, mientras sus manos temblaban.
Se sentía nervioso, pero aun así debía hacerlo. Debía tomar una bocanada de valor y hacerlo, debía abrir los mensajes.
Y cuando lo hizo, pensó que quizás se habia olvidado de cómo respirar durante unos instantes.
"Marinette: Hola, Adrien.
Sé que es temprano y que acabas de llegar al trabajo.
Pero, bueno, quede en avisarte y eso hago.
La cosa es que, hoy estoy ovulando.
Y como todo lo que habíamos hablado quedo en que intentaríamos durante estos días.
Te estaré esperando en mi departamento, estaré todo el día aquí. Si puedes venir pronto sería lo mejor."
— ¡Chef Césaire, necesito salir por una emergencia! —.
[...]
Observó con atención el mensaje que había enviado hacia no más de un par de minutos, para después bloquear su móvil y dejarlo en su mesa de noche, donde a su lado descansaba una pequeña tira plástica.
Era una prueba de ovulación casera, aquella que hacía no más de unos minutos acababa de usar. Y es que ¿De qué otra manera saber cuándo sería el momento más adecuado si ella tenía un ciclo irregular?
Sería más fácil si tuviera el ciclo normal de los veintiocho días, pero que remedio tenia si incluso para tener el periodo tenían que transcurrir en ocasiones hasta cuarenta días.
Su pierna se movió ansiosa, preguntándose si su amigo habrá leído ya su mensaje.
Se sintió algo tonta debido a su pequeña petición, quizás no debió decirle que llegara pronto, después de todo se encontraba trabajando. Ella tenía el lujo de descansar los domingos, Adrien debía estar desde temprano para preparar los finos desayunos de aquel restaurant.
De cualquier manera, sabía que tarde o temprano se presentaría.
Casi de forma instantánea se preguntó a si misma si tenía condones, para después estallar en carcajadas debido a su propio pensamiento; Era en lo que menos debía pensar en aquel momento, pues no serían necesarios.
Quizás solo se sentía nerviosa, pues a pesar de la seguridad de ambos en aquel asunto, no dejaba de ser algo íntimo con alguien a quien conocía de muchos años atrás.
La palabra extraño rondó su mente durante unos instantes, prácticamente era un concepto que ya había adoptado como propio en las últimas semanas desde que habían elaborado aquel plan como un par de adolescentes cómplices en una travesura.
— Estas pensando de más, Marinette — Se dijo a sí misma, tomando de un extremo la pequeña prueba, para después caminar hacia el baño y depositarla en el cesto de basura.
Era curioso como aquello se parecía demasiado tanto a una prueba de embarazo, tanto que al comprar las pruebas de ovulación casi se equivoca de no ser por el dependiente de la farmacia.
Y ahora que lo pensaba, debía comprar de ahora en adelante pruebas de embarazo también.
De solo pensarlo un escalofrió recorrió su columna. Se podía vislumbrar a ella misma sosteniendo una prueba con resultado positivo.
También se podía imaginar a Adrien a su lado, preguntándole si no estaba bromeando con él, emocionado también.
Sabía que para que eso ocurriera las cosas serian un poco más difíciles que en algún caso regular, lo tenía en cuenta. Aun así, se preguntó cuantas veces tendría que ocurrir aquello.
También se pregunto cómo seria, si existiría algo diferente a sus anteriores experiencias.
Al cerrar sus ojos, su mente trajo de vuelta un vago recuerdo de hacia unos años atrás, justo antes de la boda de Nino y Alya. Adrien habia pedido su ayuda para lo que usaría ese día, era el padrino y definitivamente debía elegir con cuidado su atuendo. Marinette apreció ese gesto, pues ambos sabían que el aún seguía bajo el foco de las cámaras a pesar de haber dejado el modelaje algunos años atrás y aquello le podría traer algún benefició a ella.
Recordó como tuvo que recorrer el cuerpo de su amigo con sus manos y una cinta de medir. Recordó cómo se sorprendió al darse cuenta como él había cambiado con el paso del tiempo, que ya no eran unos adolescentes.
Volvió a sentir la tela de la camisa de él mientras media su ancha espalda, y aquello simplemente la hizo estremecer.
No debía sentirse culpable por aquellos pensamientos, después de todo ya era una mujer, y él era un hombre.
Su amigo, a final de cuentas, pero no era tonta para nunca admitir el atractivo físico que Adrien poseía.
Y bueno, terminaría apreciando todo eso de mejor manera, así que no era pecadora en ningún sentido.
Simplemente sentía la expectativa crecer un poco más de lo esperado.
Después de todo ¿Quién podía culparla? Llevaba ya un buen tiempo sin tener acción con todo lo que había suscitado en su vida. Desde su trabajo, hasta la separación.
El sonido de varios golpeteos sobre una puerta sonó a lo lejos y ella respingo al escucharlo. Por unos momentos se preguntó si podría ser Adrien, para después desechar la idea, pues no estaba seguro si Madam Césaire le otorgaría permiso para salir antes, además, dudaba que él fuese capaz de ver los mensajes en un día tan ajetreado.
Al llegar a la puerta, se acomodó su pequeño short, bajándolo un poco más sobre sus muslos, pues este tendía a subir un poco al caminar.
Cuando la puerta estuvo abierta por fin, pudo jurar que casi se ahoga con su propia respiración debido a la impresión.
Adrien lucia levemente agitado, como si hubiese subido las escaleras en lugar de esperar por el ascensor. Además, llevaba una sudadera al revés, pues debajo de su cuello podía notar la etiqueta sobresalir de la prenda.
— Estas aquí — Murmuró ella, intentando mantener su ritmo cardíaco.
Marinette hizo un ademán con su mano para que Adrien pasara.
— Estoy aquí — Concluyó él, pasando saliva a través de su garganta.
Y, después de un tiempo de espera, de pensamientos que iban y venían en ambas mentes, por fin pondrían en marcha aquel plan que surgió una noche que parecía desoladora.
Después de esperar amor. De intentar buscarlo e incluso pensar en la ciencia, para incluso llegar a pensar en desistir.
Era su extraño plan, su plan e.
[...]
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WEY POR FIN LLEGUE A LA PARTE DONDE PONEN UN PLAN EN MARCHA. DESPUES DE 7 CAPITULOS SE LLEGA A LA IDEA PRINCIPAL DE ESTE FANFIC QUE TENDRA LEMMON.
No es mi primera vez escribiendo de estos temas, pero si que es la primera vez que escribo un fanfic con esta tematica.
¡ANYWAY! Les dije que el capitulo estaría para el lunes. Pero quizás mentí. Realmente me sentí bien de la buena reacogida que tuvo este pedacito de mi corazon y me sentí mal por no apresurar el paso, así que, hermosos, aquí esta.
¡YA SABEN LO QUE SE VIENE EN EL SIGUIENTE ¿VERDAD?!
Y:
¡No me culpen! Me enamoré de Wayhem en cuando el wey mostro su lado fangirl. Así que ¿Por qué no que fuese amigo de Adrien? Osea, amo a Nino, pero un hombre casado tiene mas asuntos que resolver que la vida sexual de su bestie. Los compañeros de trabajo son personas que cuando se convierten en tus amigos son como tus complices.
Tambien, quisiera añadir que me gusta tener a Adrien de Chef en este fanfic. Sé que en el fandom siempre se juega con su amor a la comida, y como es un gloton de primera, pero siempre sigue con su carrera de modelo, y me frustra un poquito eso, por que el nene no lo disfruta. En la cocina puede probar las cosas, además tengo algo de conocimiento, pues mi novio es Chef, so, sus historias siempre son hilarantes. Añadire una acá de hecho, me da risa, por que tuvo que acompañar a sus amigos del trabajo por las pertenencias que les habian robado unas chicas de un "bar".
Pero eso es para otra ocasión.
Un besote.
EL LUNES LLEGA LA PARTE PUERCA.
A no ser que la suba el domingo...
DEPENDE. ¿De qué?
DE QUE QUIERAN LA PARTE PUERCA.
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