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Diecinueve

Su corazón se encontraba realmente acelerado mientras esperaba en la puerta del apartamento de ella y sobre su oreja podía escuchar como la llamada entraba directamente al buzón de voz.

Tocó la puerta de manera insistente un par de veces más sin recibir ninguna respuesta alguna, sin saber cómo describir a sí mismo la sensación que comenzaba a recorrerle.

Se dijo a si mismo que quizás Marinette había salido de emergencia a algún lugar, simplemente ella no tenia por que esperar su llegada debido a que cuando había podido leer el mensaje de texto de ella ya había sido varias horas después de que lo enviara.

Una respuesta lógica ante sus propios ojos podía ser que seguramente había salido a hacer las compras, o simplemente a cenar, después de todo era su día libre.

Y con aquel pensamiento en mente, se tranquilizo un poco. Después de todo, la ultima vez que no había tenido noticias de ella, Marinette se encontraba en un estado de ánimo bastante deprimente y para él recordar el rostro de Marinette en aquel estado no era una experiencia realmente agradable.

A pesar de todo lo que esa noche terminaría desencadenando entre ellos.

Estuvo a punto de darse por vencido mientras esperaba que las puertas del elevador se abrieran, después de todo sabia bien que ambos tenían sus vidas respectivamente y que su mundo no debería parar por aquello, además, siempre existirían más oportunidades.

Aunque él mismo se contradecía ante aquel pensamiento, pues estaba seguro que podría frenar su mundo en cuando ella necesitara de él. Y no es que dudara de que Marinette no pudiese hacer lo mismo por él ¡Claro que no! Ella siempre demostraba que en cualquier momento ella se encontraría para estar a su lado, y la noche anterior lo había demostrado.

Simplemente no quería parecer demasiado ansioso ante eso. Agregando que, realmente las palabras de Kagami seguían haciendo mella en él.

Cuando entró al elevador, se recargo en la pared de este después de marcar el piso de la planta baja.

Decidido a despejar su mente sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón, encontrándose con un par de mensajes que no había leído.

Se encontraban por encima de los de Marinette y por la hora pudo ver que habían sido enviados varias horas después, pero no había caído en cuenta en ellos porque el simple nombre de Marinette reflejado en la pantalla de su teléfono parecía nublarlo por completo.

Eran de Chloé, y por un momento se sintió como un pésimo amigo por pasarlos de alto.

Para después no saber si arrepentirse ante aquel pensamiento debido a las palabras que ella usaba en contra de él.

"Eres un completo idiota"

Alzó una ceja, levemente ofendido por las palabras del primer mensaje. Chloé era directa como siempre, pero en esa ocasión parecía darle muchas vueltas al asunto. Como si escribiese cada mensaje por partes antes de decidir enviarlo.

"¡¿Qué ha pasado entre Marinette y tú?!"

Por un momento sudo frio, preguntándose qué quería decir con ello, o si en algún momento tendría que explicarlo con peras y manzanas a su excéntrica amiga. De algún modo no se sintió sorprendido que la respuesta de aquella pregunta Chloé ya la supiera.

Antes de continuar leyendo, se percato que las puertas del ascensor se habían abierto de par en par dejando ver el interior de la planta baja. En cuanto bajo del ascensor, camino unos cuantos pasos hasta la salida, apreciando como los tonos oscuros de la noche se comenzaban a mezclar con el cielo carmesí de la tarde.

No podía pensar muy claro, pues en su interior sentía como su ser se agitaba.

Tomó el móvil de nueva cuenta, para observar el ultimo mensaje que Chloé le había enviado.

" Más bien, ¿Qué le has hecho a Marinette? Sé que no es de mi incumbencia, y que no debería meter mi nariz como siempre termino haciéndolo, pero ambos son mis amigos y no puedo pasar de alto esto. Estúpido."

Y sin pensarlo un poco más, debido al creciente temor que había nacido en él ante las primeras palabras de Chloé, pulso el botón de llamada mientras se colocaba el teléfono en su oído.

De repente comenzó a sentir frio en sus extremidades, preguntándose qué demonios había hecho.

¿Tendría que ver el que tardara demasiado en responder? No, era imposible. Marinette no era una persona que se desesperara con algo como eso, tenia más paciencia de la que aparentaba.

Más que él incluso.

El tono de llamada terminó por fin y antes de que Chloé bramara algo en su contra, se atrevió a hablar primero.

— Explícame por favor que sucede, Chloé — Su voz salió entrecortada por su respiración que se comenzaba a acelerar, haciéndolo sentir como si de un adolescente nervioso con un problema romántico se tratara — ¿Qué le hice a Marinette? — Pidió en un suspiro.

Para su sorpresa, Chloé guardó silencio durante unos segundos. Adrien solo pudo escuchar la respiración de ella, como si se encontrara uniendo algunos puntos en su cabeza.

Eso fue lo que yo te pregunte. Quizás no de la mejor manera, pero estoy segura que esto tiene que ver contigo — Aseguró ella. Adrien la pudo imaginar frunciendo su ceño al otro lado de la línea, y estaba en lo correcto — Vino de sorpresa conmigo a tomarme unas medidas para un atuendo que le pedí, pero ella y su estúpido sentido del humor ya me habían confirmado que lo haría el lunes, así que me encontró en mi mejor momento. Y bueno, eso no es algo agradable para nadie — Se explicó, intentando ahogar una risa coqueta en sus labios.

Adrien entendió de inmediato a lo que se refería en su mejor momento, y realmente agradecía que su amiga no fuese alguien detallista en ese tipo de asuntos.

Chloé era una mujer con un ideal de vida muy diferente al suyo, y aunque no compartían sus mismos objetivos, respetaba que ella hiciera lo que le viniera en gana sin depender de la aprobación de terceros. Quizás, era algo que podían tener en común en aquellos instantes, pero claro, de formas muy diferentes.

— No entiendo como tu mejor momento tiene que ver con algo que posiblemente hice o no hice — Refutó, ansioso.

Pues, tanto como hacer algo era un aspecto que podría traerle consecuencias, el no hacerlo también. Era un asunto complicado que en ocasiones como hombre no lograba entender.

Solo sé que estaba algo decaída, algo que pocas veces veo en ella — Explicó con calma, Adrien volvió a mirar hacia el cielo, la noche ya lo había alcanzado — Sé que algo ocurre entre ustedes dos, y no es necesario que me lo expliques, son un par de idiotas que juegan con fuego, pero es su vida. Aun así, pensé que molestarla contigo le sacaría una sonrisa, tu nombre usualmente causa ese efecto en ella, pero — Hizo una pausa, y él pensó que pudieron pasar horas sin que Chloé dijera algo.

El tiempo comenzaba a perder sentido.

— ¿Pero? ¿Jugar con fuego? Chloé, siempre eres clara, este es un mal momento para dejar de serlo — Insistió apretando su mandíbula.

Al mencionarle tu nombre, pude ver en su rostro miedo, y no pude saber el por qué, ella no iba a hablar de eso, lo supe al ver como sus hombros se cerraban sobre su cuerpo, por eso sé que es tu culpa o algo así, y que eres un idiota, aunque lo ultimo ya lo sabia de antemano — Chloé guardó silencio en cuando escuchó pequeños rechinidos provenientes de la dentadura de Adrien, sintiéndose levemente mal, pues, esperaba que él supiera que le ocurría a Marinette — Y Adrien, estoy segura que tu mismo sabes a lo que me refiero con lo de jugar con fuego — Acotó.

— No lo sé — Ella pudo sentir la duda en sus palabras, y no pudo evitar suspirar.

Adrien sabia perfectamente que estaba jugando con fuego, o simplemente no le importaba quemarse.

Entonces, sintió curiosidad. Y también un poco de pena, pues esperaba que las cosas no salieran mal entre ese par de idiotas; Después de todo, tenían la mala costumbre de no escucharla.

Oh, querido, sí que lo sabes, y a mi forma de ver, te estas rostizando al igual que ella — Bromeó con sarcasmo, esperando que aquello aligerara el humor de Adrien. Resopló al ver que no fue así — Vamos, es un juego de palabras con comida, eres Chef ¡Ten algo de humor, Agreste! Argh, sabes que, olvídalo. Marinette esta en su Boutique, probablemente trabajando en mi atuendo. Ve y arregla las cosas antes de que me arrepienta — Finalizó con un suspiro.

Los ojos de Adrien se iluminaron al escuchar la ubicación de ella y por fin pudo respirar con algo de tranquilidad, pues si realmente había hecho algo (o no), ahora sabia donde buscarla.

— Gracias, Chloé — Atinó a decir, estirando sus labios en una pequeña sonrisa — Pero ¿De que te podrías arrepentir tú? —.

Ella guardó silencio unos segundos, meditando su respuesta.

De confiar en que ustedes estarán bien, eso es todo. Son mis amigos, los conozco, y sé que eso de "pasar el rato" para ustedes no es algo que busquen, no quiero que se lastimen —.

— Chloé, Marinette no es algo para pasar el rato — Se atrevió a decir, recordando de manera breve las palabras de Kagami, sintiendo algo realmente extraño en su interior — Hay más de lo que piensas de por medio — Y aunque se quiso referir a su extraño plan, su mente no dejaba de maquinar pensamientos diferentes.

Como lo bien que se sentía compartir un pequeño secreto con Marinette, así como compartir el calor de una cama con ella.

Como los besos que compartían para hacerse saber que estaban ahí.

Como las miradas cómplices y las risas. Cosas que siempre estuvieron ahí entre ellos, pero que ahora podían cobrar más fuerza, más significado.

Y el cómo ahora su mente se negaba a etiquetarla como una amiga.

Tenía miedo de sus propios pensamientos, pero realmente no le importaba sentirlo.

Oh, dios. Estas más que rostizado — Fue lo ultimó que escuchó de Chloé antes de colgar la llamada y levantar su mano al aire.

Lo que le aterraba en realidad, era que la actitud que Chloé describía sobre ella se debía a que deseaba parar eso que ocurría entre ellos; Su plan, su complicidad, su futuro.

Lo aceptaría si aquel fuese el caso, pero eso no le quitaría lo doloroso, no le quitaría el temor.

— ¡Taxi! —.

No lo admitía, pero Kagami tenia razón. Alguien le había enseñado un nuevo significado de aquella palabra que por mucho tiempo temió, y que, si bien aún lo hacía, el concepto de esta era diferente.

Y algo le decía que, si aquel extraño plan lo hubiese pactado con alguien más, ninguna de esas ideas aparecería como fantasmas en su cabeza.

Todo era porque él la conocía tan bien, porque había estado ahí para recoger sus lagrimas y compartir sus alegrías a lo largo de su vida.

Por que era su amiga de bolsillo, la que lo había defendido innumerables veces de la conducta de su padre hacía muchos años atrás y había recogido sus lagrimas en la soledad durante muchas ocasiones sin que sus demás amistades supiesen siquiera que las derramaba.

Su mente era un caos simplemente por que todo se trataba de Marinette.

Y sí, quizás Chloé tenia razón.

Estaba más que rostizado.

[...]

Pudo escuchar a sus espaldas como el taxi que había tomado para llegar hasta donde se encontraba.

La fachada del lugar siempre le había parecido espectacular y realmente ahora que lo pensaba, todo el tiempo que su amiga se había enfrascado en ello mientras aun trabajaba para Gabriel's mientras trabajaba en todo aquello, había valido la pena.

El color de la estructura era de un impecable color blanco que, acompañado de las bombillas que había conectado en hilera sobre ambos escaparates simplemente hacían que el lugar brillara de manera descomunal, incluso opacando los locales a su lado.

Dupain-Cheng era lo que se podía leer con una tipografía delgada, pero con aquel color rojo que ella había elegido, resaltaba a ojos de cualquiera que pasara por ahí.

Él podía jurar que la calle Rue Bonaparte nunca había tenido más vida desde que Marinette había instalado su boutique.

Además, los jardines de Luxemburgo estaban a unas cuantas calles. A pesar de todo pensamiento negativo que muchas personas le habían expresado sobre la ubicación, a final de cuentas Marinette había tenido toda la razón. Los turistas eran curiosos por naturaleza, aventurándose por las pequeñas calles adyacentes, llegando hasta su boutique.

Sin esperar mucho más, camino hacia la puerta de entrada del lugar. Pasaban las ocho de la noche, un poco más, y para él no era sorpresa que el lugar se encontrara repleto de personas buscando entre las prendas de diseñador.

Al principio se sintió fuera de lugar, después de todo, no encontraba a ningún empleado de Marinette que conociera.

Sintió un gran alivió al dirigir su vista hacia donde se encontraba la caja registradora, encontrando por fin un rostro familiar y sintiendo como la repentina sensación de sofocación desaparecía.

Cuando se acercó al lugar, pudo observar los ojos ámbar de la chica brillar, sonriéndole ampliamente.

— ¡Adrien! Es una sorpresa tenerte aquí — Saludo energéticamente, y él no pudo evitar sonreír.

— Lo mismo digo Manon, pensé que esto era solo un trabajo temporal de vacaciones — Argumentó, pasando de largo el taburete donde la caja registradora descansaba, revolviendo el cabello suelto de la morena.

— Durante la semana estudio, los fines de semana vengo a trabajar, Marinette me dio la oportunidad y realmente me siento muy feliz, después de todo la moda es algo que se me da — Se jactó, con una sonrisa altanera — Estoy a punto de graduarme, así que el dinero extra me servirá bien para la universidad — Agregó.

Adrien negó con su cabeza sonriendo amablemente. Manon, a pesar de los años, seguía siendo increíblemente energética.

Aun recordaba cuando Marinette era su niñera en ciertas ocasiones.

Y como en una de esas ambos habían perdido a la pequeña niña de cinco años en el parque frente a la casa de los padres de Marinette.

El tiempo no pasa en vano, pensó. Manon se estaba convirtiendo poco a poco en una mujer adulta y eso le hizo sentir algo de nostalgia.

— Me alegró que hagas algo de provecho, pero recuerda que trabajar no lo es todo ¿De acuerdo? — Le aconsejó, revolviendo de nueva cuenta el cabello de quien aun consideraba como una niña — Y bien, sobre el por qué estoy aquí, estoy buscando a Marinette — Explicó, llevando su mano derecha hasta su nuca, levemente nervioso.

Manon alzó las cejas, sin disimular una sonrisa inquisidora.

— Ya era hora — Susurró disimuladamente. Adrien de igual manera le observó confundido, ella suspiró y señalo una cortina de gasa, donde se podían apreciar claramente unas escaleras que daban al segundo piso — Esta en el taller, entendí que esta haciendo algo para la señorita bruja —.

— Manon, su nombre es Chloé — Le corrigió en forma de regaño, a lo que ella rodó los ojos.

— No quita el hecho de que me quitara mis dulces — Agregó, cruzándose de brazos.

Adrien intentó no reír recordando aquella faceta de Chloé durante el instituto.

— Bien, no discutiré eso por que en ocasiones pienso que quizás lo es — Agregó, sintiendo como sus manos comenzaban a sudar — Voy a subir a hablar con ella de unas cosas importantes ¿Te importaría que nadie suba a molestarnos? Es un asunto delicado — Finalizó, observando como ella le hacia una seña para que subiera.

— De acuerdo, solo espero que ese asunto delicado no sea escuchado por los clientes — Adrien le dirigió una mirada acusadora, para lo que ella soltó una carcajada — Ya, era una broma. En media hora estaremos cerrando la boutique, Marinette ya sabe, pero no olvides recordarle —.

— Se lo diré, gracias — Y sin añadir más, cruzo la delgada cortina de gaza.

Manon suspiró observando por donde se había ido, para después negar con su cabeza.

Era algo estúpido pensar que esos dos podían tener algo más que amistad a pesar de que a ella le parecía todo lo contrario. Siempre imaginó que, eventualmente, ambos comenzarían a salir durante su adolescencia.

Quizás solo se equivocaba, incluso ahora.

¡Pero a quien engañaba! A ella le encantaba pensar que en algún momento ambos realmente verían más allá de sus narices.

No era la única que lo llegó a pensar, o que lo seguía pensando a pesar del tiempo.

Sonrió de forma audaz, tomando de la pequeña caja la copia extra que Marinette siempre dejaba para salir de la boutique cuando se quedaba trabajando horas de más en el taller de la segunda planta, colocando la copia en el bolsillo delantero de su pantalón.

No era como si dejándolos encerrados los sentimientos entre ellos florecerían como en cualquier novela que hubiese leído antes, pero una pequeña broma no estaba de más.

Aunque, a decir verdad, esperaba de todo corazón que esas ridículas novelas adolescentes si tuviesen algo de razón en cuanto a los confinamientos.

Ya lo descubriría después.

[...]

Frente a ella se encontraba la gran mesa que ocupaba para comenzar a recortar los patrones de la tela, y aunque estaba ya algo adelantada con aquel trabajo, sentía que su cabeza no daba para más.

Se maldijo pues sentía que el diseño no había quedado bien, razón por la cual no se animaba a continuar con el patrón en la tela.

Su mente estaba inundada de sentimientos que no le hacían avanzar; el miedo era uno de ellos.

Y se sentía realmente estúpida e irracional.

Dejo caer el pequeño marcador de tela sobre la mesa para después mover de forma abrupta el patrón que había trazado sobre papel, dejando que este callera al suelo de forma grácil.

— Intenta de nuevo — Se dijo a sí misma, levantándose de la silla de forma perezosa.

Se recargó levemente sobre la mesa de trabajo haciendo una curvatura en su espalda mientras tiraba su cabeza hacia atrás, intentando pensar con claridad.

Cosa que, no había logrado en todo el maldito día.

Pero no existía culpable alguno de aquello, y si tuviera que existir, seria ella en todo caso.

Ansiosa, atrevida y quizás demasiado confiada de que él estaría a su disposición, sin tener en cuenta que quizás tenia otros planes durante ese día. Y eso estaba bien, pero era ella quien se hacia sentir miserable por aquello.

Después de todo, no podía controlar el miedo que había sentido al verlo charlar con una mujer con esa familiaridad, e incluso con aquella estúpida sonrisa sínica en su rostro.

Pero ¿Quién era ella para poder decir algo? Solo una amiga. Y, extrañamente aquel pensamiento se sintió como una pequeña daga atravesando su pecho, dejándole un sabor amargo en la boca.

— Y aunque fueses algo más, no tendrías el derecho, estas actuando como una paranoica, estas sintiendo celos — Paro en seco al escuchar sus últimas palabras, irguiéndose por completo por la sorpresa.

Aquello había salido de su boca sin haberlo meditado, sin pensarlo, pero ¡Demonios! Que la partiera un rayo si no era precisamente como se sentía.

Los celos eran algo que para ella le parecían ser el sentimiento más peligroso que una persona pudiese presentar, pues podían llegar a representar un sentimiento de posición sobre alguien más.

Pero mientras más lo pensaba, no se sentían de esa manera.

Tenia miedo de estar deteniendo a Adrien de alguna manera, y aunque al principio habían aclarado que, si algo se interponía entre sus planes, como el sentimiento hacia alguien más las cosas quedarían como en un principio; No podía dejar de dar vueltas la idea de que quizás el tenia una clase de oportunidad.

Y ese miedo le crispaba los nervios, un sentimiento de perdida de algo que quizás nunca pudo existir. El sentimiento se convertía en algo peor cuando se daba cuenta de que no solo se refería a un posible bebé.

Esa tarde cuando había decidido buscarlo al final de la jornada de trabajo, no pudo evitar volver a pensar todo aquello, claro, llevándolo a la tercera potencia.

No se quedó, tampoco hizo lo necesario para llamar la atención. Marinette no se sintió con el derecho de interrumpir, razón por la cual busco de inmediato a Chloé para poder tener la cabeza ocupada con el atuendo que su amiga le había pedido.

Cosa que parecía no funcionar.

— ¿Qué es lo que pasa por tu cabeza, Marinette? — Soltó al aire, cerrando sus ojos con fuerza.

— Es lo mismo que me estoy preguntando — La voz de ronca a su espalda le hizo dar un pequeño brinco en su lugar, abriendo sus ojos de forma abrupta para poder girarse y toparse con una figura conocida en el marco de la puerta.

Era Adrien.

[...]

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Casi dos días tarde, pero hey, tengo una explicación para ello, no me linchen por favor.

Resulta que estoy de viaje, salí de la ciudad con mi novio y pues mientras instalábamos las computadoras, pues me di cuenta que ninguna de las de escritorio tenía Word para poder escribir a mis anchas, solo la laptop. Dije va, puedo trabajar en ella, pero tenia el maldito office vencido y tuve que hacer muchas maromas para arreglar eso. Al final, ayer pude arreglarlo, pero ya era demasiado tarde así que fui a dormir. De ahí en fuera, fue hoy terminar esto antes de salir a cenar con una amigue (Cof cof Naye, se que estabas esperando esto, iloveu)

En fin, el recorrido de estos dos emocionalmente se va complicando. Gracias a Dios tenemos varias personitas a su alrededor que no son tontas, y han dado sus pequeños empujones.

Ambos admiten que, de una u otra manera tienen sus propios miedos. Adrien difícilmente puede llamarla amiga al pie de la letra, y Chloé tiene toda la razón, se va a rostizar ahí. Además, las palabras de Kagami están bien grabadas en su mente.

Por otra parte; No, Marinette no malinterpretó nada, simplemente no se sintió con el derecho de interrumpir lo que sucedía. Y siendo sinceros, amigo o en una relación, no hubiese sido correcto, pues cada quien tiene su vida. A pesar de eso, el ver a Adrien interactuando con alguien más, aunque fuese algo breve, le hizo pensar algo que se encontraba en lo más profundo de su cabeza ¿Y si le quita oportunidades para ser feliz o amar? Algo que claramente no es verdad, pero vamos; Ella de una u otra manera lo quiere y se preocupa por él, es justo que tenga este tipo de sentimientos encontrados.

Así como el sentimiento egoísta que son los celos y el miedo de perder aquello que han formado en poco tiempo.

Miedo que ambos comparten.

Ya es hora que ambos hablen un poco más claro, y venga un intento más.

Y sí ¡Manon es empleada a medio tiempo de Marinette! Pienso que esa niña (ya casi adulta) es alguien increíblemente energética, y que, al convivir tanto tiempo con ambos, podría pensar que algo debió pasar entre ellos. Se me hace algo lindo que trabaje para sus estudios, y más aún que Adrien le recuerde que no todo en la vida es trabajo, lo sabe bien pues la mayor parte de su adolescencia fue así.

Ahora sí estos dos van a hablar, y bueno; Porquería. Están advertidos. Lamentablemente el próximo capitulo no podrá ser uno que se puedan saltar si no quieren leer las porquerías, porque, bueno, ya verán.

En fin ¡Disculpen la demora! Un gran beso. Nos vemos la próxima semana. (Que, probablemente, actualice hasta el día Martes)

¡Gracias por todo su apoyo!

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