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8 Mi cumpleaños

Logré que mi familia no viniera para mi cumpleaños, no hice nada especial tampoco, me la pasé trabajando y no le dije a nadie sobre que fecha era, ellos me llamaron y la que se tomó un avión fue mi prima Lena para presentarse en mi puerta con una bandeja de desayuno y obligarme a comer de lo que trajo, para luego tomarse un avión de vuelta a la granja donde está confinada.

Nunca mis padres pusieron tanto empeño por celebrarlo, era más un día normal con un detalle, el regalo, tampoco le di mucha importancia y yo lo celebré solo tres veces en mi vida, el tiempo que estuve con Ava. Ella definitivamente hace todo especial, lo que no esperaba es que mi puerta sonara y son exactamente las 9 p.m. atiendo, quizás algún vecino necesite algo.

—Hola cumpleañera —dice Ava con un pequeño pastel apenas abro y a su lado está Gabrielle.

—¿Qué hacen aquí? —les digo sin dejarlas pasar.

—¿Nos vas a dejar entrar o quieres que hagamos un allanamiento de morada? y no hace falta llamar a la policía, traigo a una —dice con una gran sonrisa—. Trajimos pastel, amargada, déjanos pasar —las dejo entrar y ambas se fijan en mis piernas sobre las que traigo solo un pantalón corto y gracias a Dios no me puse la camiseta que uso siempre para dormir que me regalo Ava, sino que ando con otra para no ensuciarla mientras me cepillaba los dientes—. Que aburrida, ya te ibas a dormir en tu cumpleaños. Vamos a cenar y no te preocupes traje para preparar la cena. Voy haciendol...

—¿Cómo sabes dónde vivo?

—Te seguí —dice casual, la miro seria y comienza a reír—. Eres tan fácil de leer, Lori, hasta de manera literal. Resulta que quizás me hice amiga de la secretaria y en un café que tomé en la secretaria tenía tu expediente y le estaba colocando la dirección nueva en la que vives, y casualmente lo leí y como algo recordaba de donde te traje una vez, solo memorice el departamento y ya. No sé porque guardabas con tanto recelo la dirección ¿acaso no quieres que vengamos a visitarte? —blanqueo los ojos— Ven dame una olla grande sino empiezo a revisar —suspiro hastiada y miro a la castaña que se encoje de hombros riendo.

—A mí no me mires, ella me arrastró aquí, literal me subió a su auto en la puerta de la agencia de FBI.

Suspiro y le doy todo lo que me pide para que luego me eche de mi propia cocina. Me acerco a Gabrielle que me da la espalda mientras mira mi biblioteca.

—Dicen que puedes conocer mucho de una persona por lo que lee —exclama mientras llego a su lado.

—Bueno, dime entonces que acabas de conocer de mí —me devuelve una sonrisa ladina y admiro su perfil, le queda mucho mejor ese color de cabello a juego con sus ojos cafés.

—Conozco un poco más sobre ti que por tu biblioteca, no sería objetiva.

—No lo seas —acomodo un libro que había terminado de leer y dejé sobre la mesita del centro del living. Volteo y ella se me ha quedado viendo—. Ahora estás en mi departamento solo para cenar —sonrío.

—¿Crees que fue un error habernos apresurado aquella vez? —asiento con una sonrisa triste— Yo también, siento que la cagué de alguna manera, pero es que me sentí tan... no sé —se encoje de hombros—, fue una linda conexión.

—Lo fue, lo es —digo intentando arreglarlo—. Sigue siendo cómodo hablar contigo —dejo el libro y toco la planta en la punta si saber que hacer, mientras ella sonríe y asiente—. Así que te arrastró hasta aquí, Ava es así.

Asiente sonriendo, aún no sé hay entre ellas, pero me intriga saber, necesito saber que tan juntas están. No es como si fuera a estar con Ava o como si pudiera brindarle algo más, pero tampoco quiero interferir entre ellas, aunque siga amando a la pelirroja, quiero que ella sea feliz y conmigo sé que ciertamente no lo será ¿qué le ofrecí yo a cambio de todo ese amor que me dio en el pasado? clandestinidad en nuestra relación, amistad en público, amor en privado y cobardía, porque no tuve el valor de enfrentarme a mis padres por ella.

—Veo que este departamento parece ser algo de paso, pero eres una persona pulcra que mantiene todo en orden y quizás con un leve toc de la limpieza y la simetría, porque hasta ambas plantas están casi iguales en los extremos de la biblioteca y porque, aunque estás descalza —mira mis piernas— e ibas a acostarte, el cabello que podría parecer desordenado esta simétrico de ambos lados, también deduzco que vives sola, que no pasas mucho tiempo aquí y que elegiste quizás un edificio con más apartamentos para no sentirte completamente sola, intuyo que quizás tiene que ver con tu ex.

—Vaya, ¿todo eso solo viendo mi biblioteca? —sonrío— supongo que tendré que ir a ver la biblioteca de tu departamento para ver si me perdí de algo —ella levanta una ceja y sonríe. Le acabo de coquetear y no me di cuenta—. Solo digo que... ósea que —juego con mis anillos, siempre recurro a este objeto cuando estoy nerviosa y ella me toma la mano.

—Tranquila, sé lo que quisiste decir. Ahora iré a supervisar a Ava, quizás quieras ponerte algo más cómodo para cenar —vuelve a ver mis piernas. Asiento y voy a la única habitación que tengo.

Entro a mi habitación, y lo primero que hago es tomar la camiseta debajo de la almohada y esconderla, Ava es impredecible y si descubre que aún la tengo, no me va a dejar en paz. Me cambio y coloco un pantalón largo de jean, más una camiseta informal y zapatillas, me suelto el cabello y cuando me estoy arreglando frente al espejo caigo en la cuenta que no es necesario que me arregle tanto, no para ellas, y no para cenar en mi propio departamento, así que me tomo de nuevo el cabello en una cola alta y salgo. Llego a la cocina y me encuentro con algo que no esperaba Gabrielle está apoyada a la espalda de Ava y le besa el cuello, me aclaro la garganta y se separan, pero no lo suficiente, ahora me queda claro su relación, ellas están juntas. Entonces siento algo que no había sentido desde hace mucho, celos.

—¿Necesitas ayuda en algo?

—No, tengo todo resuelto, esto va a estar en 30 minutos quizás.

—¿Qué cocinas? —le pregunto algo seca.

—¿Acaso no lo hueles? —me mantengo seria sin decir nada— risotto de hongos, con verduras salteadas en reducción de caldo, tu favorito —me dice con una sonrisa, pero yo no sonrío— ¿Qué, ya no te gusta?

—Está bien lo comeré, te has esforzado en cocinarlo.

—No, no. Lori es tu cumpleaños, sino te gusta podemos pedir algo a domicilio —algo en su intento por complacerme me irrita—, o salir a comer, vamos a tu restaurante favorito.

—Ava, dije que está bien, comeré lo que estás haciendo, aparte estoy cansada y quiero irme a acostar temprano.

Ellas se miran y la pelirroja borra su sonrisa asintiendo para terminar de cocinar, yo exhalo por la forma tan brusca en la que dije las cosas, así que aprovecho que Gabrielle me pide entrar al baño para acercarme a la pelirroja.

—Perdón, no debí hablarte así —le digo tocando su brazo colocándome al lado de ella—. Sigue siendo mi favorito, pero solo el que tú cocinas, no he vuelto a probarlo.

—¿No pruebas mi risotto hace 5 años, 3 meses y 2 días?

—Vaya alguien a menos lleva la cuenta —me río y se sonroja—. Hice sonrojar a la que no le tiene vergüenza ni miedo a nada, que lindo regalo de cumpleaños —se acerca y me besa en la mejilla de forma inesperada y la sonrojada ahora soy yo, entonces ella ríe—. Idiota —me devuelve la sonrisa— ¿estás saliendo con Gabrielle? —la pregunta se escurre entre mis labios y ella voltea a verme, temo que la respuesta sea sí.

—Estamos en eso... creo —siento mi corazón apretujarse y una puntada en el pecho, trago con dificultad, acaricio su brazo y ella me mira.

—Si te hace feliz, Ava, quédate con ella, yo quiero que seas feliz, te lo mereces.

Me separo de ella un poco y paso detrás al escuchar que la castaña está por salir del baño, le paso por al lado y es cuando larga una pregunta que queda floteando en el aire, que se colará en mi corteza cerebral durante un tiempo y que me hará poner todo mi mundo patas arriba, porque es algo que jamás había considerado.

—¿Por qué no podría tenerla a ambas o ser las tres? —volteo a verla y veo que su pregunta es seria.

—Te traje tu regalo de cumplea... ¿pasó algo? —pregunta al ver el clima extraño entre ambas.

—No, ¿qué decías sobre un regalo? —le digo con una sonrisa forzada.

Alterna su mirada entre ambas, Ava suspira y baja la cabeza a la comida apagando el fuego, ella se irá con una pregunta que responder y yo no dormiré con una respuesta que pensar, porque si algo sé de Ava es que va a querer una respuesta y a esta altura no se me ocurre nada para que lo que acaba de decirme no se pueda realizar, pero no sé si estoy lista para esto, no estaba lista hace unos años para blanquear la relación con una mujer, no creo estar lista para hacerlo con dos. Aparte no solo sería perder el apoyo de mis padres, sino también el de la única familia que tengo que es mi prima, porque ella odia las relaciones poliamorosas, irónicamente está de acuerdo con meterse con gente con pareja, pero no en formar parte de una trieja, no entiende como pueden gustarte o amar a dos personas al mismo tiempo, y yo no lo entendía hasta que ambas ahora están en mi vida, porque definitivamente lo estoy considerando.

—Te compré algo y espero que te guste, sino puedes devolverlo tengo el ticket de cambio, Ava me ayudo a elegirlo, no creo que sea de tu gusto, pero ella dijo que te encantaría.

Me pasa la bolsa y veo una camiseta de pink floyd la negra de la que sale un arcoíris de un triángulo y me río, me encanta, ya tengo una nueva camiseta para dormir.

—La verdad que si sabe, porque me encanta, gracias —le digo con una gran sonrisa y ella respira.

—Te lo dije —le dice la pelirroja con una gran sonrisa—. Ya está la comida, siéntense. 

Las tres nos sentamos a cenar y confieso que tener a ambas en al intimidad de mi hogar al que no invito a nadie, y que nadie ha conocido, tenerlas a ellas cenando conmigo es reconfortante, por primera vez desde años no me siento tan sola en mi propio cumpleaños. Luego de cenar Gabrielle trae el pastel que me trajeron con una vela y el número 26 en ella, lo deja frente a mí y ambas me cantan el feliz cumpleaños. Sonrío genuinamente por primera vez en mucho tiempo. El canto termina y ambas se acercan a dejarme al mismo tiempo un beso sonoro en cada mejilla.

—¿Pediste bien tus tres deseos?

—Sí.

Le respondo con una sonrisa, siendo incapaz de decirle que eso es algo absurdo e infantil y nunca jamás deseo nada, excepto en mi último cumpleaños que desee permanecer con Ava, pero eso no se cumplió y por eso ya no me arriesgo.

Corto una rebanada de pastel para cada una, ya es algo tarde, bastante diría yo, ya que es de madrugada. Antes de irse dejaron todo limpio, miro mi departamento y todo está pulcramente ordenado y limpio, ahora que se han ido se siente vacío y frío. Me coloco mi nueva camiseta para dormir y la que tengo desde siempre se la pongo a la almohada, de alguna manera de esta manera con dos pedazos de tela, no me siento tan sola.

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