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6 Sus visitas

Tener a Ava en la misma universidad es verla a casi a diario, claro que no me desagrada, aunque claro que eso no es algo que le hago saber, no puedo dejar que ella se acerque demasiado, solo sería romperle el corazón de nuevo.

—Un plato de fideos con salsa bechamel por favor, más una copa de vino blanco.

—Para mí dos platos de lo mismo, pero uno con salsa de limón, el otro con bolognesa y mucho, de verdad mucho queso y en vez de la copa de vino, tráiganos la botella —dice Ava sentándose frente a mí—. Te fui a buscar —me dice.

—Bueno al fin de cuentas me encontraste igual.

—Sí, toma —me extiende una bolsa de papel con un moño—. Es por tu cumpleaños que es en dos días —cierro los ojos despacio, lo había olvidado. Mis padres no han dejado de insistir en que nos veamos y yo no he querido verlos, seguro que en parte era por mi próximo cumpleaños—. Lorelei ¿olvidaste tu propio cumpleaños? —no le respondo y abro la bolsa de regalo— ¿te gusta?

Saco la taza con forma de un gatito atigrado naranja y tiene una orejita cortada. La miro y sin saber porque mis ojos se llenan de lágrimas, es Garfield el gato que ambas alguna vez adoptamos y como no nos lo podíamos llevar a casa lo dejamos a cargo de nuestro refugio dónde nos reuníamos, ya era viejo cuando lo encontramos y murió un año después, ella siempre decía que le dimos el último mejor año de su vida y en eso estoy totalmente de acuerdo.

—¿Garfield?

—Sí —dice en un suspiro—, perdón no quise ponerte triste —me saca la taza de las manos y la guarda en la bolsa—, si quieres me la llevo y...

—Ava, dame mi regalo que me ha encantado —le digo secándome las lágrimas. Nunca se lo dije, pero me encantaba ese gato porque me recordaba a ella, no solo por su color de pelo sino porque también era muy parecido a ella—. Me la quedo —la abrazo contra mi pecho—, gracias. 

—Todavía tienes esas actitudes adorables —sonríe de medio lado y mira su teléfono—. Invite a alguien que estaba cerca, espero que no te importe.

Entra Gabrielle con su traje negro con el saco abierto, camisa y zapatos, el cabello suelto y yo me quedo boquiabierta.

—A mí también me gusta lo que veo —comenta Ava—, te sugiero que disimules un poco más, no es muy hetero de tu parte eso —me aclaro la garganta y bajo la mirada.

—Hola —dice ella seca— ¿qué era lo urgente? —le pregunta a Ava.

—Que frío tu saludo, agente Lovejoy, nada que ver con lo que significa tu apellido —amor alegre—, creo que tal vez te estás contagiando de Lorelei —hace un gesto de burla—, siéntate.

—Estoy trabajando, Ava.

—¿Y acaso cuando trabajas no comes, ni meas, ni cagas? —le dice seria mirándola.

—Bien, pero termino de comer y me voy —se sienta entre nosotras y no sé cómo de venir a almorzar sola se convirtió en un almuerzo comunitario.

Gabrielle se sienta y me mira, luego mira la bolsa de regalo que olvidé de bajar de arriba de la mesa y frunce el ceño mirándome.

—¿Cómo es que eres agente? pensé que eras policía.

—Lo fui —dice en un suspiro—, ahora trabajo para la interpol —abro los ojos grandes y Ava sonríe— ¿El idiota de tu ex ha vuelto a molestarte? —niego con la cabeza y ella asiente—. Si se te acerca llámame siempre atiendo —asiento sin decir nada— ¿la bolsa de regalo por qué es?

—Por nada —me apresuro a decir antes de que Ava abra la boca— ¿Ya sabes dónde y cuando quieres tomar tu turno? —intento cambiar de tema y ella sonríe.

Terminamos de almorzar las tres, veo como ellas se llevan muy bien, bueno Ava se lleva bien con cualquiera es parte de su encanto natural, algo que lo que yo carezco completamente, siempre me ha costado socializar soy como me han tildado, apática y carente de carisma, según mi ex, así que converso lo menos posible.

—¿Tú qué opinas? —me pregunta Gabrielle mientras come— Tienes opiniones bastante interesantes, según lo que recuerdo que hablamos en el aeropuerto.

—Creo que la moral es relativa según la cultura, la religión, el tiempo en el que vivas y la parte del mundo dónde te encuentres, por ejemplo, para un judío es inmoral comer cerdo, recuerdo que a una pareja en Kuwait fue arrestada cuando fue su esposo fue pillado peinando el cabello de su esposa por ser considerado inmoral, eso por ejemplo en otra parte del mundo es visto como algo normal, por eso la moral es relativa.

—Y yo que pensé que ni siquiera nos estabas escuchando —dice la pelirroja.

—No doy opiniones a menos que me pregunten directamente, suele ser molesto que saque a relucir mi... —antes de seguir con el discurso que muchas veces escuché de mi familia, algunos amigos y mi ex, la castaña a mi lado toma mi mano.

—Jamás permitas que otros te callen, tu voz es importante Lorelei y lo que tienes que decir también, cuando estés con nosotras conversa y da tu opinión queremos oírte ¿está bien? —miro a Ava que me sonríe y asiente.

—Sí.

—Tengo que irme —deja el dinero de su comida en la mesa, pero Ava se lo guarda en el bolsillo de su traje— ¿qué haces?

—Yo te invité a comer, yo pago. Adiós que te vaya a bien —se para y le da un sonoro beso en la mejilla—. No se ruborice agente ¿acaso nunca le han dado un beso así?

—Eres insoportable, Ava —se coloca los anteojos—. Nos vemos este fin de semana, no me falles Lorelei, quiero cobrarme lo del Walmart y por cierto 10 minutos.

Ella se marcha dejándonos a solas, despidiéndose de mí con un adiós, simple y seco. 

El domingo llega y estoy en el lugar que eligió Gabrielle, es ahora cuando comienzo a replantearme si seguir con esto o no. Las manos me sudan horrores, siento la garganta seca y ya estoy comenzando a sudar a pesar de que no hace mucho calor, entro al lugar que eligió, para venir me puse una falda de tubo larga y una blusa.

—Pareces una de esas estiradas ricachonas —me dice Ava cuando llego a su lado—, cierto que lo eres —me sonríe dejando un beso en mi mejilla—, toma asiento por favor, esto va a ser tan divertido.

Esto es todo menos divertido, ya esta vez me toca sufrir a mí.

Respiro profundo y cierro los ojos rogando poder soportar esto, a solas lo probé y no tarde en tener un gran orgasmo bastante ruidoso, espero que pueda contenerme hoy y que Gabrielle tenga piedad —la miro y sonríe con malicia—. Estoy tan jodida.

—Queridos hermanos vamos a empezar con la sagrada misa, por favor tomen asiento —exclama el cura y de repente soy creyente de Dios al que le rezan, tragando despacio.

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