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4 El juego de Ava

—No empieces —le digo tajante.

—Ni siquiera sabes de que va, no me has escuchado —se defiende fingiendo inocencia.

—No me hace falta saberlo, te conozco demasiado bien.

—Amargada —dice haciendo puchero— ¿Gabs tú si quiere escuchar mi propuesta? —le guiña un ojo sonriendo.

—A ver de que va la idea —sonríe y parece cheshire, el gato de Alicia en el país de las maravillas.

—Ustedes dicen que han tenido el peor sexo de sus vidas entre ustedes y a mí me consta que lo hacen bien, digo no tengo quejas con ninguna la verdad —Gabrielle sonríe satisfecha y yo me sonrojo aclarándome la garganta incómoda—. Les propongo que se hagan llegar al orgasmo sin tocarse —la miro levantando una ceja y ella se ríe como una neurótica—, 3 rondas cada una, bueno si alguna gana dos de tres sería claramente la ganadora suprema, pueden elegir el lugar y el tiempo que la otra deberá aguantar el juguetito puesto, no más de 20 minutos, se maneja por control remoto, si alguna dice basta antes del tiempo el punto lo gana la otra —Elena termina su llamada y está por entrar.

—¿Tú que ganas con todo esto? —la miro achicando los ojos.

—Nada soy un alma noble que lo hará pro-bono —dice con una gran sonrisa— ¿Entran al juego? va a ser divertido.

Lena llega y toma lugar junto a nosotras, mira extrañada la sonrisa de Ava, cuando ella sonríe así es porque algo se trae entre manos, ambas la cocemos desde que éramos unas niñas, yo un poco más que ella y sabemos que esa expresión no trae nada bueno.

—¿Aún no traen el pedido? —negamos con la cabeza— iré a ver qué pasa con nuestra orden, me tengo que ir.

Se va y nos deja nuevamente a las tres mirándonos las caras, por la expresión de Gabrielle, sé que ella va a aceptar y Ava sabe muy bien que si me presiona un poco más yo también aceptaré, después de todo es lo más interesante que me ha pasado en mi aburrida vida, bueno después de todo cuando ella está cerca las cosas siempre son interesantes. 

—Yo...

—Yo estoy dentro —dice Gabrielle a mi lado y Ava sonríe aplaudiendo, entonces ambas me miran.

—Yo también.

—Genial. Por cierto, Lori, no te preocupes por cuándo o como haremos para coincidir porque tu universidad me ha elegido para llevar a cabo un estudio por seis hermosos meses —hago un gesto de desagrado que trato de ocultar con una sonrisa— y Gabs ha sido trasladada a Boston para colaborar en un caso ¿No es así? señorita policía —la ahora castaña sonríe asintiendo. Estoy tan jodida.

Lena vuelva a la mesa y detrás de ella viene un camarero con lo que habíamos ordenado, se sienta con cara de pocos amigos, al parecer esa llamada no fue exactamente de cortesía y tiene que tomar el primer avión para volver a la granja en la cual cumple su "sentencia" como le dice ella, pero esas son las consecuencias de acostarse con la hija del primer ministro y la esposa del canciller, siento atrapada en fotos por paparazis entrando a un hotel con ambas.

—Yo me voy —exclama Lena—. Vamos, prima te dejo en tu departamento —veo mi posibilidad de huir, pero la demonio roja interviene.

—En realidad, ya quedé con ella en llevarla yo, como hace mucho que no nos vemos quiero ponerme al día con ella y ver los detalles —dibuja una de esas sonrisas suyas. Mi prima me mira esperando mi aprobación—. Es cierto, palabra de niña exploradora —dibuja una cruz en su corazón.

—Sí, ve —al irse Lena, saco la mano que tiene detrás de su espalda Ava y veo los dedos cruzados—. Embustera y ¿niña exploradora? jamás te gustó eso, pero bien que usabas el traje de tu hermana para vender galletas y te quedabas con las ganancias —ella se ríe escandalosamente.

—La gente confía más en alguien con uniforme —me guiña un ojo—, ahora uso una bata blanca ¿Confiarías más mí entonces?

Suspiro hastiada y vuelvo a sentarme, afinamos los detalles y luego del café salimos a comprar los elementos que necesitaremos cada una para el juego de Ava. Entramos a la tienda de juguetes de adultos y yo voy completamente roja. Cuando he venido a comprar, siempre lo he hecho sola, con mucho cuidado de que nadie me vea y siempre pagando en efectivo para no dejar rastros, ellas entraron como si fueran a comprar un helado. Ava elige uno que va pegado con un imán a las bragas y se maneja desde una app, pero en el último momento a punto de pagar nos hace comprar uno más que va adentro y también se maneja por una app también.

—Muy bien ya tienen lo necesario para encontrarnos.

—Como sea —dice Gabrielle desinteresada—, tengo que irme, luego nos vemos —con su bolsa en la mano se marcha sin despedirse.

—No siempre es así de gruñona —la pelirroja me guiña un ojo y sonríe—. Vamos te llevo a tu departamento.

—No, gracias, prefiero que me rapte un ovni.

—¿Tienes miedo? Si quieres me pongo mi bata blanca o prefiere algún otro uniforme, duquesa de Cambridge —hace una reverencia y la obligo a enderezarse, demasiado llamamos la atención vestidas de fiesta, para que ella este con sus payasadas—. Entonces vamos —me toma la mano—, mi auto está por allá —señala hacia algún punto y me arrastra con ella, me suelto conservando una distancia, lo que le saca un gesto de dolor—. No tengo ninguna enfermedad contagiosa ¿Sabes?

Jamás tuve el valor para aclarar lo nuestro, por eso terminé con nuestra relación y luego me puse de novia con Terrence para acallar las sospechas, ella se fue a terminar de estudiar para graduarse, luego de eso no volvimos a hablarnos de nuevo, hasta hoy, y ella regresa de esta manera, más hermosa que la última vez que la vi, siendo aparte una mujer de la podría volver a enamorarme, aunque creo que jamás dejé de hacerlo y sigue causando estragos en mí.

En el auto le doy indicaciones sin dejarlo en el GPS, no quiero que ella tenga mi dirección guardada, sé cómo es Ava y de seguro viene a verme cuando le plazca la gana, y la verdad que no tengo ganas de eso, no sino quiero volver a caer.

—¿Cómo conoces a Gabrielle? —es la pregunta que lanzo para cortar el espeso aire entre nosotras.

—La versión corta es que estuvimos trabajando juntas en un caso en el que ella y su compañero estaban a cargo. Comenzamos a quedar fuera del horario laboral y el resto como suelen decir es historia —me sonríe—. Supongo que fue un poco más romántico su encuentro hasta que llegaron a la prueba de fuego —me quedo callada mirando al frente—. Estás tan hermosa como la última vez que nos vimos, quizás más, Lori —sigo sin decir nada. 

—Es aquí —se estaciona—. Gracias por traerme —abro la puerta y me sostiene del brazo.

—¿No me vas a invitar un café al menos?

—Acabamos de salir de una cafetería, tanto café te va a hacer mal, eres médica, deberías saberlo —se ríe y no puedo evitar ver ese lunar sobre su labio que tantas veces besé, en el cual un instinto de costumbre, me llama a besarlo de nuevo, pero sería cometer un error.

—¿Un vaso de agua al menos? por los viejos tiempos. Digo después de todo nos somos unas completas desconocidas y te juro que muero de sed.

—Ava.

—Está bien —levanta ambas manos—, será la próxima vez —se acerca rápidamente dejando un beso en mi mejilla que dura mucho más de lo que tiene que durar un beso en la mejilla—. Me ha encantado verte de nuevo, Lori —me acaricia el rostro, por instinto cierro los ojos y mi pierna baja del carro, antes de que haga lo que tengo ganas de hacer desde que la vi.

Bajo siendo incapaz de formar alguna oración coherente sin quedar como una idiota, como la idiota que aún se derrite por ella. Subo a mi departamento y tomo la camiseta que era de ella y siempre uso para dormir, la huelo como si aún quedaran rastros de su olor y me acuesto colocándola sobre mi almohada.

Estuvimos saliendo desde que yo tenía 17 y ella 19, por tres años mantuvimos todo en secreto, hasta que ella quiso más de lo nuestro, como cualquiera querría en su lugar y yo no pude dárselo, no podía blanquear nuestra relación. Yo sé que ella hubiera aceptado seguir en las sombras con lo nuestro, pero mi familia me presionaba para formalizar con un novio cuando supieron lo nuestro, y yo no podría haber llevado una doble vida, ni estar con otra persona en la luz, mientras seguía con ella en las sombras, por eso decidí terminar todo y así fue como pasaron 5 años desde entonces. 

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