33 Enojada y herida
Han pasado tres días desde que Lori volvió y desde que las eché de mi casa, ellas no han vuelto y en cuánto comencé a recibir llamadas y mensajes de Gabrielle la bloquee de todos lados ¿Es tan difícil de entender que necesito tiempo y espacio?
Por otra parte en el consultorio me topo con mi amiga y socia Alma Antonopoulos, ella es psicóloga en la clínica y como psicóloga hace días me anda persiguiendo cual perro faldero y yo la vengo esquivando como si tuviera una enfermedad infecciosa.
—¿Ava, podemos hablar?
Tomo la tablet y chequeo que no tengo pacientes hasta dentro de hora y media, pero claramente voy a mentir.
—No puedo tengo un paciente en 15 minutos.
—Bien, solo necesito 10 —suspiro hastiada—. Y por cierto, idiota, yo también tengo acceso al sistema y ya ví que no tienes pacientes. Hablemos.
—¿De qué? —le respondo cortante y seca.
—De tu actitud, de como estás, de esto que eres ahora —me rasco una ceja tratando de entenderla y juntar paciencia de la que última ando algo escasa—. Ven a mi consultorio —Alma me hace pasar.
Veo como comienza a caminar mientras su cabello castaño con ondas se mueve con cada paso y al darse cuenta de que no la sigo, sino que me quedo apoyada sobre un brazo en la pared, voltea a verme clavando sus ojos cafés en mí entrecerrandolos.
—¿Ahora me harás terapia? —levanto una ceja.
—¿Por qué estás tan a la defensiva? Solo quiero hablar con mi amiga y saber que le pasa —trato de relajarme y entro mirando el sofá, ella prepara dos cafés y me da uno.
—¿Cogiste ahí con tu novia? Porque sino prefiero quedarme parada.
—Está muy bien desinfectado —da un trago a su café, me ofrece uno y se sienta palmeando el lugar frente a ella—. No sabía que eras tan tímida —la miro mal y ella ríe. Finalmente opto por sentarme sin sacarme la bata —. No eres la misma de siempre —me quedo callada—, ya no sonríes y esta semana te dejé la bandeja de plata para hacerme tus chistes sugerentes y no los hiciste, ni siquiera una mueca, no eres ni la sombra de lo que eras.
Cansada de escucharla hablar de cómo y cuánto he cambiado, prefiero largarle la noticia y que se calle de una vez. Aparte creo que es obvio que desde hace un tiempo no sería la misma, si mi primer amor había "muerto" en un atentado, mi otro amor, la otra mujer a la cuál amo y jamás dejé de amar como a Lori, se alejaba de mí y no solo eso sino que se iría para siempre una vez que cerrara el caso de nuestra ex muerta ¿Qué se supone que hiciera? ¿Festejarlo con amigos y familia que al final luego de haber amado tanto y sufrido tanto ninguna de las chicas se quedaría conmigo? Que idiotez, vamos a ver si ella estaría igual si algo así le pasara a Daliah.
—Lorelei está viva —ella me ve compasiva y sonríe con compresión— ¿Te parezco tierna o loca? Quita esa cara de estúpida comprensiva, deja eso para tus pacientes, no estoy delirando. Te digo que está viva.
—Eso es imposible.
—Bueno que Jesús o algún fan religioso no te escuche, si él resucitó luego del tercer día ¿Por qué ella no puede hacerlo luego de dos meses? —suelto con una risa amarga y un nudo en la garganta— No subió a ese avión y las cosas son mucho más complicadas que eso, tampoco quiero entrar mucho en detalle, ella está viva.
—¿Y qué haces aquí con esa cara de amargada y ese humor de perros? Tu primer amor está viva, tu otro amor también las tienes a ambas, tienen una segunda oportunidad ¡¿Qué carajo haces acá?!
Sobo mis sienes intentando no estallar porque la verdad no tengo ganas de hacerlo en el consultorio, porque somos dos terapeutas de la clínica y porque la cantidad de cosas hirientes para decirle en un segundo que se me han ocurrido, la dejarían enterrada directamente.
—¿Y qué hago? Finjo demencia, borro todo el dolor por el que pasé, borro como su muerte nos rompió a Gabrielle y a mí —entonces el enojo brota en mí— ¡Sería la tercera oportunidad que me doy con ambas y cada vez me duele más! ¡Imbécil! —la insulto demasiado enojada— ¡¿Por qué les cuesta tanto ponerse en mi lugar y entender por lo que yo pasé?! —ella ma observa conservando la calma sim decir nada, a veces odio que haya nacido para su profesión, lo hace de manera innata y es muy buena en ello—. Creo que lo mejor es que me vaya...
—Ava...
Me mira y se levanta abrazándome y solo eso es necesario para que comience a llorar, para que saque todo el enojo y dolor con el que me he estado atragantado desde hace días, siento mi cuerpo cada vez más flojo y ella me ayuda a sentarme, ni siquiera puedo parar de llorar, y aunque intento formar palabras tampoco puedo. Luego de un momento logro calmar el llanto para quedar con un sollozo horrible.
—Estoy harta de que me duela, harta de ser yo quién va, quién las busca, quién las entiende, quién termina siendo carne de cañón. Dos meses muerta, más de dos meses de su partida. Las amo nos dijo la última vez que la vimos ¿y luego de eso se va? ¿Te parece bien que esa sea su manera de amarnos?
—Ava, quizás sus razones —la miro y se calla, pero vuelve a hablar cuando se lo pido— fueron de peso y por eso tomó esa decisión, no creo que Lorelei con lo que me has contado de ella, de lo racional y cuadrada que puede ser, haya decidido algo así a la ligera. Yo creo que las tres necesitan un tiempo, sanar y si aún queda algo por salvar darse la oportunidad, sino despedirse y seguir adelante —todo esto me lo decía sin dejar de acariciar mi espalda—. Vete a casa, te ves como la mierda.
—Eres una terapeuta terrible, no le puedes decir eso a tus pacientes.
—No eres mi paciente —besa mi frente y sonrío—, aparte tú me dijiste idiota.
—Lo eres.
—También te ves como la mierda —comienzo a reír y la empujo suavemente.
—Hubiera sido más fácil si nos enamorábamos entre nosotras —le digo dejando de reír y ella me mira compasiva, sentándose hacía atrás.
—Llegas unos años tardes, Ava, yo ya me enamoré de Daliah, nunca concretamos nada para no perder la amistad y aunque ahora te pese sabes que no odias haberte enamorado de ellas —«No, lo hago, no lo odio, solo odio que a veces me duele tanto amarlas».
—¿Sabes que si odio? —ella sonríe antes de que hable— que seas tan buena en tu profesión —y su risa que me contagia y también me río, aunque no fue tan gracioso. Luego las risas se cortan y me sonríe. Porque ella y yo fuimos ese casi algo que a la final no fue.
—Vete a casa —palmea mi rodilla.
—¿Tus mamás siguen juntas? —volte haciéndome mala cara.
—Muy graciosa, se te olvida que mi novia es militar, mi hermanita y su novia abogadas y yo soy psicóloga, un homicidio no es difícil de cometer.
—Se te olvida que Gabs es federal y Lori una duquesa bastante buena con la tecnología —sonreímos mientras ambas nos la medimos con nuestras mujeres—. Tu hermanita no está de novia, por cierto, está casada —Alme se ríe y niega—, no está casada ¿verdad? —niega— Como les gusta a las Antonopoulos que las controlen —sonrío la abrazo y me voy dejando un beso en su mejilla.
Alma tiene razón en algo, ella sigue vive, ellas siguen viva y tengo quizás la última oportunidad de poder vivir nuestra historia de amor, pero ¿Es lo que quiero?
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