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28 Intentando olvidarlas

Han pasado dos semanas desde mi casamiento, al parecer la información que le di a Maddy logró algo porque Terrence ha andado cargando un humor peor que lo usual. Solo le pedí una única cosa a Maddy, que la operación y el mérito lo obtuviera Gabrielle, porque esta era su operación. De hecho me enteré de eso por el idiota de mi ahora esposo, que me tiró la bomba un día enojado.

—¿Acaso sabes lo que tus mujeres han hecho? ¿lo qué esa agente federal hacía? Ella te estuvo investigando, Lori, piensa por un puto segundo ¿Nunca se intereso demasiado en tu trabajo y lo que hacías? ¿jamás insinuó entre líneas que podrías estar haciendo algo ilegal? —me quedé callada—. Ves esa es tu agente a la que tanto amor y memoria le guardas. 

Hubieron varias veces que ella me preguntaba por mi trabajo y lo que hacía, pensé y quise creer que era genuino interés, pero al parecer eso era por algo más y también recuerdo una frase que dijo entre risas "pensé que eras como una Robin Hood de la tecnología". Fue entonces cuando todo se puso en duda ¿acaso entonces algo de lo que vivimos fue real o fue parte de su investigación de infiltrada?  ¿acaso nos dijo que nos amaba solo para seguir investigando? Pero por qué me investigaba, si yo jamás he hecho nada ilegal o fuera de la ley, bueno solo meterme al circuito de cámaras de vigilancia y extraer información de la computadora y teléfono del idiota.

—Un trago por favor —le pido al cantinero y escucho hablar a unas chicas de una tal Daliah, dueña del bar en el que estoy y de lo buena que es en la cama— ¿Tu jefa vino hoy? —Le pregunto al joven barman, él me observa por unos segundos.

—Sí, acaba de llegar —mira hacía el salón—, es la castaña de cabello largo y cicatriz en el rostro.

Vaya parece que salió de una guerra, veo que esa cicatriz tiene algunas cirugías encima, pero no han logrado borrarla, me acerco para probar mi suerte, quizás lo que necesito para sacarlas de mi mente es tener otro cuerpo con el cual desquitarme un rato, ya que desde que Terrence me tiene entre sus garras, no he dejado que me ponga un solo dedo encima y cuando quiso intentarlo se lo quebré y amanece con hacerle eso a su brazo, por eso al momento de casarnos, llevaba un pequeño cabestrillo en su dedo.

—¿Sola? —me mira un momento— ¿tomamos algo?

—No, gracias —me rechaza— tengo cosas que hacer —no insisto, me alejo de nuevo a la barra, creo que es mejor irme, hasta que siento su voz a mi lado— ¿Piensas que soy desagradable? —me pregunta de pronto y me sorprendo.

—¿Qué? No. Eres y haces muchas cosas, pero para nada eres desagradable —me atrevo a decir como si la conociera. Me apresuro y uso la información que escuché— ¿Sigues teniendo la habitación allí arriba? —me mira intrigada, definitivamente tengo su atención.

—Sí ¿vamos?

Tenemos el sexo maratónico más salvaje que he tenido en mi vida, pero ella es insaciable, aunque si he notado que todo el tiempo ha estado algo dispersa ¿podría culparla? yo solo pensaba en ellas y en como de verdad me hacían el amor como me decía Ava con tanto cuidado y cariño. De pronto se levanta de la cama y comienza a vestirse, me dice que soy una buena chica y que ella no es buena compañía, al menos es honesta, si yo también lo soy, yo tampoco soy buena compañía. 

Finalmente, luego de haber cogido nos presentamos con nuestros nombres y le confieso que la use para solo para tener sexo y sacar inútilmente a mis mujeres de mi cabeza, entre mi honestidad le confieso una mentira que estuve tratando de creerme para hacer mi situación actual más liviana.

—Las odio tanto por hacerme sentir así de vulnerable y por amarlas...

Entonces me levanto para vestirme e irme, se porta bastante decente o empatiza conmigo porque me acompaña afuera a tomar un Uber, estrechamos las manos y me voy rumbo a casa, una casa que si odio, tal vez no vuelva a verla jamás, ni a Daliah, ni a ellas, no creo que quieran verme después de todo, aunque todo lo que hice fue y es para mantenerlas a salvo a ellas, pero también a mi familia.

Cuando llego a la casa, gracias a Dios él no está y que bueno, porque no tengo ganas de verlo. Me encierro en mi habitación y saco las camisetas que tengo siempre en mi escondite, ya les queda poco de sus olores y muchas de mis lágrimas, no sé cuántas veces he llorado abrazada a este pedazo de tela y cuantas veces más les pedí perdón, sin que ellas pudieran escucharme.

Me acuesto y en madrugada la puerta de mi habitación es golpeada con fuerza logrando que me despierte de un respingo, sé que es él y por lo que siento está demasiado ebrio, esta es mi oportunidad para sacarle información y aunque Gabrielle me entrenó, aun así la adrenalina me recorre el cuerpo a mil por hora y el corazón me late acelerado, le mando un mensaje a la única persona en la que confío lo suficiente y que quedó a mi lado en este momento, mi chofer, Norman, ya que si mi prima sabe de esto es capaz de hacerle algo y él me dijo que si ella volvía a ponerle una mano encima, la princesa rebelde, va a terminar a una fosa común en el medio del bosque de su tierra y le creo porque en sus palabras no había dudas, solo maldad.

—Abre, mojigata puta —me dice a través de la puerta y abro.

—¿Qué quieres?

—Llego el día de consumar —me toma fuerte de la muñeca y me tira al suelo intentando caer sobre mí, sus pasos son torpes y lentos, lo que me da una gran ventaja— ¿Te vas a poner en escapista ahora? Vas a ver como termino de domarte, duquesa de Cambridge. No solo me te voy a hacer mía, todo lo tuyo será mío —escupe con rabia intentando alcanzarme— ¡Quédate quieta! 

—Muérete, antes de que me toques prefiero morir.

—Eso lo puedo arreglar también, lo que quieras esposa, te lo daré —dice tambaleándose— seré un buen marido para ti, su majestad —hace una reverencia. Intento salir de la habitación, pero me atrapa y solo llego a arañar el marco de la puerta arrancándome una uña, me desespero, pero recuerdo las palabras de Gabrielle de conservar la calma  buscar puntos débiles—. Cuando mi padre dijo que tendría que estar y casarme con una desabrida como tú, me enojé muchísimo —dice agitado sobre mí—. Siempre he tenido que hacer un esfuerzo para mantenerla dura, no me provocabas ni siquiera ganas de mirarte. Follé con toda mujer que se me presentaba. Pero todo sea por el negocio familiar y esos terrenos que ni siquiera sabías que tenías —comienza a reírse mientras lucho por quitármelo de encima, pero mientras más lo intento más fuerza hace para apretarme contra él.

—¿De qué hablas? —logro darle una bofetada, lo que logra que se quite.

Se quita me levanta tomándome el cabello, me da un puñetazo en el estómago que me deja sin aire y me tira sobre la cama, mientras se arranca los botones de la camisa y se desprende el pantalón, cierra la puerta con llave y vuelve tambaleándose con una sonrisa siniestra hacía a mí.

—No tienes escapatoria, Lori.

Queda en ropa interior, mi respiración es agitada y una frase se repite en mi mente que me dijo Gabrielle y hacía que me empoderada. «Maldita sea ¿dónde estás ahora que te necesito?» Pero a veces la princesa y damisela en peligro tiene que salvarse sola y eso haré. «¡NO SERÉ UNA VÍCTIMA NUNCA MÁS!»

Se acerca y le encesto un puñetazo en el rostro que lo tambalea parpadeando, para tocarse el labio y ver sangre, lo que lo enfurece aún más.

—Tus putos padres tenían la misma alma combativa, gentil y piadosa. Ellos compraron las tierras que mi padre quería y por eso terminaron como terminaron —mis padres habían muerto en un accidente de auto cayendo por un barranco cuando venían por mí a la casa de Lena, cuando tenía 4 años. Esa era la historia que me habían contado siempre—. Los accidentes pasan, Lori —dice con una expresión siniestra—, incluso podría pasarte a ti o, a esas mujeres que tanto amas, maldita desviada —intenta tomar mi muñeca.

—No seré una víctima —le digo tranquila encestándole otro puñetazo en el ojo—, no vas a lastimarme ni a ellas —ahora uno a la nariz que lo hace sangrar, pero no me suelta, más se enfurece.

—Una víctima —suelta irónico— ¿Tienes alguna idea de la cantidad de víctimas con las que están manchadas tus tierras? No, ni siquiera sabes las propiedades que tienes, ni siquiera sabes que mi padre tiene los títulos de esas tierras que ellos le quitaron, que figuran en el registro público y que son nuestras, que comerciamos trata de personas por ellas y que serán definitivamente mías, cuando te haga un par de hijos y quizás mueras en el parto todo será mío. También nos quedaremos con terrenos del reino de tu adorada prima, cuando su majestad sea destituido del trono o mejor aún, se muera.

Sabía que me faltaban piezas en el puzzle, pero no sabía que fuera piezas tan graves como esas, por un momento en el shock bajo la guardia, él me toma a la fuerza, me coloca boca abajo en la cama de rodillas al suelo e intenta arrancarme la ropa, hasta que escucho un golpe seco y su peso a mi espalda.

—Señorita Lorelei —es la voz de Norman.

Él me quita a Terrence de la espalda, me levanto y lo abrazo llorando. Veo la puerta rota, no sé cómo o en qué momento, pero él la rompió y me salvó. Tomo algo de ropa y con todo lo que me faltaba decido contactar a Maddy cuanto antes. Ella me recibe y nerviosa intento explicarle todo, su gesto cambia cuando nota las marcas en mis brazos y muñecas, su gesto se endurece. Habla por teléfono con Gabrielle, pero me pide mantener silencio, no le cuenta de mi situación, no le menciona nada sobre mí, solo le dice que el caso se complicó y que es mejor que se quede en casa y le avise a Ava. También moviliza a su gente para cuidar a mis tíos y a Ava.

—Puedo mandarte a una casa de seguridad...

—Quiero volver a verlas, ya hice todo lo posible para conseguir las pruebas de que Gabrielle y Ava son inocentes, hasta prácticamente les cerré el caso, hagan su trabajo y déjenme volver con ellas. Solo quiero verlas una vez más.

—Ava y Gabrille ya no están juntas, Lorelei —abro mis ojos con sorpresa—. Ni siquiera están en norte América.

—¿Dónde están?

—Gabrielle en una sede de FBI en Dinamarca y Ava está en Amsterdam, según nuestra información, en una propiedad a su nombre de vacaciones. Lorelei, es peligroso que te muevas ahora, que te vayas es peligroso. Puedo hablar con Gabrielle y...

—Ella no querrá verme, ninguna de ellas querrá —digo con pesar mirando al suelo— ¿Gabrielle sabe por qué hice lo que hice?

—No, te guardé el secreto como me lo pediste, ella pidió dejar el caso —me quedo callada. Tanto esfuerzo para nada, bueno para nada no, al menos las protegí—. Puedo ponerte en protección de testigos, darte una identidad nueva hasta que lo metamos en la cárcel. Tenemos casas de seguridad y...

—Solo iré a dormir por ahora —ella asiente y me asigna un oficial para que me acompañe.

En el hotel no duermo, solo saco sus camisetas colocándolas sobre la almohada que abrazo, las perdí, las perdí y al menos están a salvo, aunque no es conmigo. Una idea loca me entra en madrugada y saco un boleto de avión, si voy a perderlas, al menos quiero que sepan la verdad y que no se queden con la idea de errónea del porque hice esto, que Gabrielle no piense que me marche aquel día y no volví por la pelea que tuvimos. Claro que no le digo nada a Maddy sobre esto, solo iré a ver a Ava a esa propiedad que una vez me contó que tenía y luego iré a buscar a Gabrielle a la sede del FBI.

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