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23 Bienvenida

El plazo para firmar el contrato era hasta ayer, hablé con mi abogado y me aseguré de que tomar acciones legales si señor imbécil y compañía seguían con su plan de insistencia para que me case.

Ahora averigué algo que a mis tíos se les había escapado, las propiedades que quiere mi ex y su insistencia en querer casarnos. Algo me olía mal por eso inicié mi propia investigación para dar con la verdad detrás de todo esto, mientras vuelvo a casa al lado de las mujeres que amo.

—Bienvenida señorita Lorelei —me recibe mi chofer en el aeropuerto— ¿Qué tal su viaje?

—No muy bueno Norman, por cierto mis tíos le mandan saludos —él había sido su chófer hacía años y le encargaron la tarea de cuidarme.

—¿Los reyes?

—Sí, siempre han sentido un afecto especial hacia a ti y Nora —su hija, de cual se hizo cargo solo cuando enviudó—. Por cierto le traje a Nora un libro edición limitada que conseguí en Londres ¿Se lo darías de parte? —le doy el regalo y se queda con los ojos abiertos enormemente sorprendido— Es una buena chica, Norman, la has criado bien. Ahora vamos a casa que mis mujeres me esperan y no las quiero hacer esperar.

En cuánto abro la puerta trasera de la camioneta, me encuentro a mis dos mujeres con una gran sonrisa, miro a Norman que sonriendo me cierra la puerta y me lanzo como un niño emocionado a sus brazos.

—Te extrañamos —dice la castaña mientras me deja besos sobre mi lado izquierdo mientras me acomodo en medio de ambas.

—Ha sido una tortura dormir sin ti —exclama Ava volteando mi rostro para que la bese—. Con Gabs nos dividimos tu ropa al dormir y aún así nos costó dormir sin ti —sonrío y me aparto a ver a ambas.

—Yo también las extrañé demasiado —veo como Ava aprieta algo que antes no estaba y divide los asientos delanteros de nosotras. Trago despacio—. Bien ahora que tenemos un poco más de privacidad, queremos —comienza a besar mi cuello— escuchar esas dulces palabras de tu boca — muerde mi piel.

—Yo —suelto un suspiro—, yo las amo —primero salió en un susurro.

—De nuevo —dice Ava.

—Las amo.

—De nuevo —dice Gabi.

—Las amo —digo esta vez con convicción— ¿Y ustedes?

—Nosotras —intercambian miradas—, te amamos y nos amamos también.

Gabrielle es quién comienza a desprender mi camisa mientras devora mi boca, Ava lleva su mano al botón de mi pantalón y baja el cierre, antes de que pueda hacer algo mete su mano por encima de las tela de mis bragas.

—Esperen —las detengo agitadas—, esto no es a prueba de sonido y ese hombre me vio crecer, me da vergüenza que escuche como me cogen.

—Y dale con eso, que te hacemos el amor —dice Ava tomando mi rostro.

—Da igual, se esperan al llegar a casa.

Frustrada ambas se mantienen quitas mientras me arreglo la ropa, pero no faltaba mucho para llegar a casa en cuanto el auto para, Gabrielle abre la puerta y me saca en brazos.

—Norman vamos a estar algo ocupadas con Lori, deja las maletas adentro y tómate el día —le dice Ava para abrir la puerta y abrirle paso a Gabrielle que me carga.

Al llegar a la habitación, me demuestran todo lo que me han extrañado, dejándomelo saber en cada retazo de mi piel que ellas colonizan con besos y caricias, cada parte de mí, grita sus nombres y en entre cada gemido les digo cuánto las amo.

Me levanto luego que de se sacian de mí y yo de ellas para ir al baño y bajar por agua a la cocina tomando mi bata de seda rosa con las orillas negras.

—Disfruta el tiempo que te queda con ellas. Te di una oportunidad y la desaprovechaste, se terminó la benevolencia.

Es un mensaje de un número desconocido, en cuánto Gabrielle despierte tengo que hablar con ella y mostrarle esto. Terrence parece seguir con su idiotez y quizás ella logre averiguar mucho más que yo usando sus contactos, yo puedo acceder a lo virtual pero hay mucho más a lo que ella puede entrar.

—¿Agua? —le ofrezco una botella mientras me siento en la orilla de la cama acariciando la espalda de la castaña— Amor —ella me mira— ¿Esta cicatriz de que es? —tiene una cicatriz en su espalda y pecho cerca del hombro, jamás pregunté y ahora me da curiosidad.

—Es de una bala —dice tranquila—, cuando entramos por Ava, Pink le apuntó a un compañero yo lo saqué de en medio y salvé su vida, claro que no se la llevó de arriba, le disparé en la pierna y la mano, esa maldita loca.

—Tengo que hablar contigo —acaricio su cabello—, con ambas —veo dormir a Ava—, pero a ti pedirte algo —ella se coloca de costado y me acuesto de la misma manera frente a ella—. Primero no expongas tu vida de nuevo unos centímetros más abajo y podría haber tocado una vena importante —toco su cicatriz y la beso—. Entiende que ahora somos las tres y nos importas, no tomes riesgos que te aparten de nosotras —toma mi mano y la besa asintiendo—, lo otro que tengo que pedirte es que investigues a mi ex, al parecer está interesado en algunas propiedades que me pertenecen, no sé por o para qué, pero no va a parar hasta obtenerlas y no se las voy a dar. Cuando Ava despierte les cuento lo de Londres.

Ella asiente pegándose a mi cuello mientras me abraza y acaricia mi espalda desatando la bata que cubre mi cuerpo desnudo, una vez que logra que me la saque se acomoda un poco mejor encima de mí. Me mira fijo luego se acerca despacio para besarme lentamente, pero no es un beso con carga sexual, sino más bien con amor y cuidado.

—Pase lo que pase, Lori, prométeme que no vas a dejarnos.

—Amor.

—Por favor, no nos hagas eso, nos romperás el corazón.

—No quiero romperles el corazón.

—Entonces no nos dejes.

—¿Y sino tengo otra opción? —le pregunto mirándola fijo— En el pasado dejé a Ava para cuidarla.

—Lo vamos a solucionar juntas.

—A veces esa opción no es algo viable —digo con tristeza—. No hablemos de cosas así —la beso—. Las extrañé, las amo —sonríe—, se me salió decírtelo por llamada, quería hacerlo mejor la primera vez que lo hiciera.

—También las amo —me dice con una gran sonrisa y me besa—. En el pasado no se lo pude decir —vemos a Ava dormir—, fui cobarde y cuando nos separamos, cuando ella me dejó en realidad —dibuja una media sonrisa triste—, entendí que fui una imbécil, perdí una gran oportunidad con una mujer increíble y ahora ambas estamos aquí las dos con ella. Creo que se lo debemos, le debemos ser mejores esta vez —ambas vemos a nuestra pelirroja dormir.

—Sí, se lo debemos.

Me levanto y nos acomodamos cada una de un lado dejando a Ava en medio la tapamos y nos acurrucamos a su lado. Nuestro demonio rojo, nuestra mujer dulce, nuestra Ava, se lo debemos y esta vez lo haremos mejor.

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