18 Dulce venganza
Me averigüe en la universidad y Ava es jueza en un grupo de debate por oratoria mañana, quedé con Gabrielle y le pareció perfecta la idea. Ava se estuvo riendo de nosotras y como ha disfrutado tanto hacernos esto, nosotras vamos a disfrutar hacerle pagar a ella. Ya que el tiempo inicial fueron de 10 minutos, nos pareció perfecto decirle ese tiempo y usar una prórroga que ella desconoce de 5 minutos, por pasarse de lista. La venganza es un plato que se sirve frío, el de ella viene con cinco minutos de más.
—Lori, no, es un debate en la universidad ¿Estás loca? Elijan otro lugar y momento.
—¿Te das por vencida? —llega Gabrielle con una sonrisa— Es lo que había y me dio tiempo de comprar —ambas vemos la bolsa y vemos el pequeño vibrador que va dentro, en vez del que iba en las bragas.
—¿Están locas? Este es mucho más... no —Voltea y camina dándonos la espalda.
—Punto para nosotras —digo se tensa y se frena—. Cuando el oponente abandona el punto es para el contrincante.
—¿No van a darme opciones? —niego con la cabeza.
—Lo hubieras pensando antes de provocarnos y pensar que saldrías indemne. Vamos Gabrielle, acabamos de ganar un punto a nuestro favor —digo con una sonrisa, pero Ava toma la bolsa enojada y se la lleva.
—¿Es cierto que no tenían más?
—Es mentira —se ríe—, pero me tentaba más verla sufrir o gemir así.
Me coloco frente a ella tomándola de las solapas de su traje y la beso, me encanta su modo vengativa. Me separo de ella aún con los ojos cerrados.
—¿Perfume nuevo? —indago oliendo su cuello y suspira, apretándome de la cintura.
—Sí, veo que gusta.
—Tú me gustas —no sé de dónde salgo a veces tan atrevida, debe ser el efecto de tener tanto tiempo cerca a Ava. La castaña me mira sonriendo levantando las cejas sorprendida y me ruborizo—. Vamos —digo riendo y tragando despacio.
Antes de dejarme ir me toma y me besa con uno de esos besos profundos de ritmo lento que me generan no querer separarme de su boca nunca.
—También me gustas, muchísimo. Vamos —toma mi mano besándola, para abrirme la puerta de la oficina de Ava y que salgamos luego.
Nos sentamos en primera fila de la sala de conferencias y noto algo que jamás había visto en Ava, nerviosismo a más no poder, soba sus manos y revisa los papeles, luego se acerca a nosotras.
—Por favor no lo usen ahora, escuchen les daré lo que quieran.
—Dame un orgasmo —le digo con una sonrisa—, sobre el escenario.
—Lori —niego con la cabeza, no va a convencerme—, Gabs tú eres más razonable.
—¿Bromeas? Te divertiste a nuestra costa, nos toca. Mira te llaman —señala al escenario—. Me encanta ver el pánico en su rostro, pocas veces puedes ver a Ava nerviosa y en pánico —asiento y sonrió.
Ella comienza la competencia haciendo las presentaciones, explicando las reglas y no deja de vernos negando con la cabeza, han pasado 27 minutos desde que la competencia inició. Siendo muy honesta me gusta bastante el grado de pánico en ella, por un segundo dudo de esto, ya se ve que está sufriendo bastente, hasta que abre su portafolio y al sacar una carpeta se le caen mis bragas robadas, que levanta rápido, entonces decido comenzar con su turno de sufrir y nuestro turno de divertirnos.
—Va muy... —cierra los ojos—, por Freud su argumento es... —dibujo con mi dedo en la pantalla del teléfono jugando con la intensidad— lo mejor que... —suspira y me mira suplicandome con la mirada— he escuchado.
—Esto si es divertido —le digo a la castaña a mi lado besando su mejilla—, ahora entiendo a lo que se refiere Ava —sonrío y ella cierra los ojos con la respiración agitada.
Pasa el siguiente concursante dando su discurso, ella se levanta de pronto cuando subo la intensidad al máximo y al medio, veo su cara y se agacha tomando el rostro colocando una mano sobre sus piernas, alguien se acerca a preguntarle si está bien y ella combinando el tono su rostro con el de su cabello asiente. Le hago la seña de que abra las piernas, me mira mal y sonríe, luego se saca la bata.
Toma su botella de agua para tomar y subo de golpe la velocidad lo que genera que apriete la botella y le caiga el agua en el rostro. Le doy el teléfono a Gabrielle es su turno de disfrutar.
Uno de los chicos pasa y da su discurso sobre lo ataques de pánico, lo hace bastente bien, Ava intenta acomodarse en la silla en la que se sentó de nuevo mientras su pie da golpecitos en el suelo y se aferra a la mesa, algunas veces cerrando los ojos y suspirando mientras mira hacía abajo fijándose el el cronómetro de su teléfono.
—Doctora Campbell —ella voltea secándose la blusa cuando alguien del público la llama, que para su mala suerte la blusa mojada se le pega a los pechos y se le notan los pezones duros que se tapa con la bata que vuelve a colocarse—. Podría darnos algún tip para tratar un ataque de pánico y sacar a un paciente del bucle —ella suspira y nos mira enojada negando despacio, entonces Gabrielle baja la intensidad al máximo.
—No creo que sea el momento para eso, quizás en... —me pongo de pie aplaudiendo.
—¡Que dé el tip! ¡Que dé el tip! —pronto un grupo me secunda la moción y ella me mira con odio.
—Claro —suspira y comienza a darle el tip—, puede poner al paciente de —sube la intensidad de a poco y luego a tope jugando con eso— rodillas —se agacha—, necesito alguien que me ayude en la explicación. Tú —me señala y me levanto subiendo rápidamente—, ya para se acabó el tiempo —me susurra al oído agitada.
—Lo tiene Gabrielle, y va con bonus —le digo con una sonrisa.
Me sienta en el suelo y ella a mi lado, hago lo que me pide y en un movimiento, meto mi pierna entra las suyas rozando su intimidad, no quieto la rodilla, y sus piernas se desvanecen cayendo encima de mi pierna.
—¡Por Freud, sí! —dice y todo se quedan callados—, si, si alguien me ayuda a levantarme que no me siento muy bien —la tomo y se aferra a mis hombros para susurrarme—. Las haré sufrir tanto, pero las pasaran rico.
—Te puede ir el doble de mal o rico, tú ve que camino tomas, cariño.
Dos chicos la ayudan a pararse y ella sale para ir al baño, Gabrielle me mira, yo asiento y ella sale a atender a Ava, pero antes de marcharse le pido algo.
—Cariño, tráeme el souvenir —sonríe y asiente levantándose.
Aún no tenemos intimidad las tres, es que después de lo que pasé con Gabrielle tengo miedo de cagarla de nuevo y descubrir que seguimos siendo incompatibles entre nosotras. En cuanto a Ava, ha pasado tanto tiempo que me siento inexperta de nuevo, una cosa era hacerlo con desconocida que se suponía no volvería a ver y otra es hacerlo con mí primer amor de nuevo, pero sé que ese momento llegará.
Llego para ver salir a Gabrielle del baño con una sonrisa triunfal y la pelirroja detrás algo enojada, beso a la castaña en la mejilla y me pasa disimuladamente mi premio.
—Gracias.
—Chicas no puedo andar sin bragas.
—Te acostumbras —le guiño un ojo—, iremos por un café, no quiero morir de aburrimiento ahí, lo más divertido ya pasó —le sonrío.
—¿Qué clase de monstruo eres y que has hecho con mi Lori?
—Soy tu creación, hazte responsable de eso, cariño —tengo una tremendas ganas de besarla, pero no aquí—. Te esperamos en la cafetería del tercer piso.
—Esta ustedes dos me las pagan.
Se marcha molesta y nosotras nos miramos riendo, al parecer Gabrielle va ganando por dos puntos, luego de hacer acabar a Ava y a mí, como dijo la pelirroja sin tocarnos.
—Ahí viene nuestro demonio rojo —le digo a Gabrielle— y parece que ya se le bajó el enojo.
—¿Quién ganó?
—Como si eso les importara —dice sentándose—. Toma —saca de la cartera una pedacito de la barra de chocolate.
—Gracias —me acerco besando su mejilla y bajo dejando un beso en su cuello.
—Lorelei, si me sigues provocando soy capaz de cogerte en el baño más cercano —sonrío y me aparto como niña buena.
Terminamos de tomar nuestro café y la vengativa de Ava, toma su momento para avergonzarnos el ascensor al que subimos. Cuando una monja y un cura se suben con nosotras.
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