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1 Aeropuerto

¿Alguna vez les pasó eso de, momento correcto, persona equivocada? Bueno, yo lo viví también alguna vez, pero no hoy, hoy fue uno de esos momentos de, momento equivocado y persona equivocada. Tuve un retraso de dos horas con mi avión y no solo eso, tuve el peor sexo de mi vida, con una mujer hermosa, porque lo era y pensé que habíamos conectado, la charla fluía bien y nos habíamos entendido, pero al momento de intimar, una cosa tras otra salió mal y debí ver la señal, debí haberme ido en cuanto la tercera fue una clara señal de que aquello iba a terminar mal, pero me quedé porque pensando con la vagina siempre y perdiendo las esperanzas de un buen polvo nunca.

En realidad, quizás lo hice por despecho, después de todo hacía más de un mes que había terminado con mi novio de la peor manera posible ¿cómo? así, tan horrible y traumático, que hasta mi prima tuvo que venir a salvarme.

1 mes atrás.

El teléfono sonó y respondí de inmediato, es mi prima favorita ella tiene máxima prioridad en todo.

—Hola ¿Sigues con la loca idea de ir a visitar a tu novio sin avisarle?

—¿Qué tiene de malo? soy su novia y puedo caer de improvisto si quiero.

—Bien después no digas que no te lo advertí.

—Deja de ser tan fatalista —la reprendí—, no todos son unos infieles, Terrence me ama, y hasta me pregunto si me casaría con él para hacerme la propuesta adecuada.

—Todo un romántico la verdad —bufa con ironía.

—Te dejo que mi avión está por salir —le corto la perorata antes de que siga.

—Lorelei, si de verdad quieres seguir con ese imbécil de mierda, no te subas a ese avión o avísale que vas a verlo. Pero si sigues con esta estúpida idea, llámame y te voy a buscar si algo pasa.

—No seas ridícula, Elena, es una sorpresa por algo, aparte confío en él, llevamos cuatro años de novios —le corto sin siquiera despedirme algo molesta, mi prima puede ser una pesimista crónica y una total escéptica del amor.

Ojalá le hubiera hecho caso a Lena, ojalá no me hubiera subido a ese avión y no hubiera tenido la idea de una sorpresa de cumpleaños en primer lugar, cuando nosotros nunca hemos sido de tener este tipo de detalles, nuestra relación es más bien algo práctico y sencillo.

Entro al departamento con la copia de la llave que tengo y escucho ruidos venir de la habitación, le ruego a Dios que se haya olvidado el televisor prendido justo en el canal porno, porque los ruidos que salen de allí son de dos personas haciendo cardio, una encima de otra.

—Sorpresa maldito ¡imbécil, hijo de puta! —él se saca a la chica abruptamente de encima de él tirándola de la cama. Tomo el cinto colgado en la silla y comienzo a darle cintazos a él.

—Lorelei, cálmate —intentaba taparse inútilmente de los cintazos con la sabana.

—¡Tú toma tus cosas y vete! —le grito a la rubia asustada, que toma su ropa y sale desnuda de la habitación— Eres un hijo de puta, un maldito mal naci...

—Ya bájale dos rayitas a tu intensidad —se para colocándose el boxer y un pantalón, para quitarme a la fuerza el cinto de mis manos—. Ella no significa nada, aparte luego de casarnos no hará falta que recurra a otras para saciar mis necesidades porque viviremos juntos y estarás en casa.

—¿Qué?

—No seguirás dando clases en la universidad, serás mi esposa y eventualmente te quedaras en casa a criar a...

—Vete a la mierda, Terrence, no dejaré mi carrera de profesora en el MIT (instituto tecnológico de Massachussets) —de pronto una faceta que nunca había visto en él, aflora tomándome tan fuerte del brazo que siento sus dedos clavarse en mi carne y mi piel—. Me lastimas —intento zafarme, pero aprieta más su agarre y sin esperármelo me toma del cuello llevándome contra el ropero.

—Escúchame muy bien, Lorelei —me tiene agarrada el cuello y me está costando respirar, sigue aferrando mi brazo con su otra mano—, serás la esposa ejemplar del Barón, dejarás tu estúpida carrera en esa universidad que tanto amas y te dedicaras a nuestra familia e hijos como la devota esposa que serás —siento la falta de oxígeno y dejo de pelear cuanto siento que voy a desmayarme, él me suelta de pronto y caigo al suelo tosiendo tratando de llenar mis pulmones de aire—. No vuelvas a faltarme el respeto, es más deberías terminar lo que interrumpiste, aún tengo la erección —me toma a la fuerza llevándome contra la cama y comienza a rasgar mi ropa, no le importa que grite, pero la puerta me salva y la insistencia del timbre.

Él, frustrado se aparta no sin antes advertirme que, si llego a gritar o decir algo me va a ir peor, en cuanto él se va tomo mi teléfono y le marco nerviosa y llena de lágrimas a mi prima, lo que no me esperaba era que su teléfono sonara en la sala, ella es quién ha venido a salvarme, y es entonces cuando la veo parada en la puerta de la habitación observándome con una mirada totalmente oscurecida y eso me da más miedo que mi claramente ex, porque por algo es la "princesa rebelde", como la han apodado.

—Vístete por favor —me dice fría—, nos vamos ahora mismo —me coloco mi saco cerrándolo y al salir de la habitación veo como ella toma un sartén de la cocina y se dirige a él que sin esperárselo recibe el primer golpe— ¿Te gusta pegarle a las mujeres? —le da otro golpe esta vez a puño desnudo— Yo adoro pegarle a los imbéciles que se meten con ellas —se para y dirige a la chimenea para tomar el atizador.

—¡Para estoy en el suelo, ni siquiera me puedo defender! —toca su corte en la frente.

—¡¿Acaso paraste cuando mi prima te lo pidió?! —me señala.

—Lena por favor —intento tomarla, ella se para me besa en la mejilla, toma mi mano, la besa y me seca unas lágrimas—. Vámonos, por favor solo nos vayamos —toca mi cuello en lo que supongo que son marcas que me quedaron, entonces sus ojos y sus facciones se vuelven aún más sombrías.

—Necesito que bajes y me esperes —intento refutar, pero ella no me deja colocando un dedo sobre mis labios—. Te amo y ningún hijo de puta volverá a ponerte un dedo encima de esta manera mientras yo viva. Dile a mi guardaespaldas que suba en cuanto bajes ¿Está bien? —me deja un beso en la mejilla y salgo corriendo sin un zapato al ascensor, tratando de arreglarme un poco, escucho la música fuerte salir del departamento de Terrence.

—Sube, sube rápido al departamento o ella va a matarlo es el 15C, por favor —le digo desesperada y él me hace subir al auto para subir.

Elena baja temblando, su ropa tiene algo de sangre, su rostro está desencajado y tiene un corte en el brazo, ella está temblando, se sienta a mi lado en el auto, mientras su guardaespaldas nos saca de ahí en silencio, luego de haber subido la maleta que olvidé en el departamento por salir apurada.

—Por favor, Lena dime que no...

—No lo maté si eso quieres saber, pero le saqué las ganas de volverte a poner una mano encima y espero que el sueño de ser padre —asiento sin decir nada.

—Tenemos que ir a un hospital para que... —saco el pañuelo de mi cuello para cubrir su herida y observa mi cuello llenándose sus ojos de lágrimas.

—Por favor, Lori, prométeme que no volverás con él —la observo porque es obvio que no lo haré, estaba a punto de violarme—. Por favor prométemelo, dame tu palabra de que no lo harás, incluso si tu familia —comienza a llorar desconsolada—, incluso si tu familia te lo pide, te lo impone o te quiere obligar. Lori —toma mi rostro entre sus manos—, llegue a tiempo el iba a... iba a...

—Lo sé y te prometo y te doy mi palabra de que no voy a volver con él.

—Júralo —me dice seria—, porque si vuelves con él, si lo haces, si lo eliges a él o a tu familia, me pierdes a mí. No voy a soportar tenerlo cerca y menos aún verlo cerca de ti.

—Lena, te lo juro.

Uno nuestras frentes, su guardaespaldas nos mira por espejo retrovisor y la abrazo. Llegamos a una clínica que no ha tratado por años por su discreción, suturan su brazo y me ven con una mirada compasiva, pero no hacen preguntas, ni tampoco le damos explicaciones. Terrence fue hospitalizado con heridas graves luego de defenderse de un intento de robo en su domicilio cuando él se encontraba ahí, parece a los ladrones le fallaron los cálculos y el joven Barón se defendió de los intrusos. Yo diría que los la única robada fui yo, luego de haber desperdiciado 4 años de mi vida con ese imbécil, y claro que él no dijo quién fue en realidad su agresora, sino hubiera tenido que enfrentar cargos por agresión, intento de abuso sexual y encima dar la cara luego de que una mujer le diera tremenda paliza.

Fue entonces que un mes después de todo el acontecimiento y de pedir unas vacaciones en la universidad para poder recuperarme y que desaparecieran los hematomas que la conocí en el aeropuerto.

—Hola, disculpa la molestia, pero ¿podríamos compartir la mesa? mi vuelo se retrasó y necesito cargar mi teléfono un momento, y tu mesa está cerca del enchufe.

Al levantar mi vista veo a la rubia de ojos cafés y una sonrisa enorme frente a mí. Es una mujer en verdad bastante atractiva, su camiseta sin mangas blanca ajustada al cuerpo combina con su tapado marrón claro y su pantalón casual color azul y zapatillas blancas.

—Claro, toma asiento, yo ya termino mi café y me voy.

—Oh, no quiero incomodarte, tú no me incomodas —me dice con una gran sonrisa—. Soy Gabrielle —extiende su mano y la tomo.

—Lorelei.

—Lindo nombre ¿te importa si te invito algo de tomar? digo que ya me dejaras usar tu mesa —miro mi taza medio llena—, después de lo que estás tomando.

—Claro.

La charla luego comenzó luego de que dejara un libro sobre la mesa para ponerse con su computadora, claro que eso llamó poderosamente mi atención ya que no parece ser una persona que aparente leer ese tipo de literatura, pero quién soy yo para juzgar algo así, después de todo estuve a punto de comprometerme y casarme con un imbécil, del cual tuve que hasta cambiar mi número de teléfono por la cantidad de acoso que recibía de él en llamadas y mensajes, por le cual pelee con mi familia y discutí con mis padres, luego que me llamaran exagerada por una discusión de pareja, en la que él intentó violarme.

—No pareces alguien que lea "orgullo y prejuicio".

—Al parecer alguien ya tiene su propio prejuicio sobre mí ¿qué tipo de literatura parece que leo o ni siquiera parece que leo? —dijo con una risita lo cual me dio a entender que no había metido la pata, sonreí nerviosa— Dime mientras ahora tú me invitas un café ¿qué me dices?

Y así es como nos pasamos las tres horas del retraso de nuestros vuelos hablando, sonriendo y riendo, rozando de a poco nuestras manos, yendo poco a poco a terrenos un poco más personales y definitivamente nuestra sorpresa fue grande al ver que tomábamos el mismo avión, ambas hasta en la misma clase, luego de convencer al pasajero que estaba a mi lado de cambiarle el asiento seguimos conversando, en algún momento nuestras manos quedaron demasiado cerca y con la excusa de saber leerla ella me la tomó y así permanecimos el resto del vuelo, solo nos separamos al ir al baño o cuando nos sirvieron la cena y de alguna manera volvíamos a tocarnos la piel para quedar cerca.

—¿Tienes que hacer algo ahora? —me preguntó al tocar tierra.

—¿Tienes alguna sugerencia?

—Mi departamento no queda muy lejos —dijo con una sonrisa— y tengo el baño limpio —sonreí. Le había contado de mi trauma de usar baños demasiado transitados.

—Es tarde Gabi —en estás horas nos tomamos algo más de confianza. Ella agachó la cabeza—. Espero que sepas cocinar porque muero de hambre —paré un taxi.

—Claro, algo sé hacer y sino siempre podemos pedir a domicilio.

El primer beso fue en el asiento trasero de ese taxi, subimos entre risas a su departamento, luego de que el taxista tuviera que carraspear cuando llegamos a destino y nos bajara las maletas de mala gana, concluimos que ese hombre sintió envidia en todas las de la ley. El desastre vino luego a solas en su departamento, al llegar vi que Gabrielle es un poco más desordenada de lo que aparenta algo que bajó un poco mi libido al la cocina llena de trastes, en cuanto ella vio el desastre, me dijo que el imbécil de su hermano que se quedó a cuidar su departamento no limpio. Pero su habitación no estaba mucho mejor, traté de despejar mi cabeza e ir al baño, para darle una oportunidad, volví a la habitación y ella ya había cambiado las sábanas, intenté seguir, pero ya no lo estaba disfrutando aparte me sentía torpe y primeriza, ella tampoco se veía muy concentrada en la tarea y finalmente una sirena y los bomberos nos interrumpieron en medio de un sexo oral bastante lamentable y gemidos fingidos.

—Yo creo que mejor me voy —le dije algo distante.

—Claro ¿te pido un Uber?

—No, no te hagas problema.

Le estreche la mano y toda la magia que habíamos tenido desapareció, pero el destino es realmente un mal parido con un sentido del humor bastante retorcido, porque la misma rubia aparecería en dos semanas, en el lugar más impensado para sacarme de un apuro y ahí haría un pacto con un segundo demonio de cabello cobrizo, sin llegar a rojo, de profesión psiquiatra. Una casualidad, dos pactos, una alianza que me llevaría a cuestionarme todo y dos mujeres que se transformaran en mi "Plan B", ese que espero que salga bien.  

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