Capítulo 43
Despierto feliz, después de la experiencia extrasensorial que viví anoche con Esteban.
Me pongo unos pantalones cortos color crema y una playera blanca con estampado de barcos azules. Me pongo unas gafas de sol y Voy a la planta baja. Esteban se encuentra en la piscina, sumergido en el agua, nadando. El calor aquí afuera es increíble, supongo que estamos a más de 30 grados. Me pongo en el camastro, se encuentra frente a la piscina. Me siento en una película de romance. Aún lado del camastro está una pequeña mesa de madera, hay dos vasos de té helado, tomo uno, me lo llevo a la boca, es refrescante, regreso a la realidad después de un gran sorbo. No llevo afuera ni cinco minutos y el calor ya me estaba matando. Esteban asoma su cabeza desde el agua, me sonríe. Dejo de vuelta en la mesita el vaso de té helado a medio tomar. Cierro los ojos. El calor deja de ser fastidioso, se vuelve relajante. De pronto una sombra interrumpe mi "Súper bronceado"
—Necesitas bloqueador, no quiero que le pase nada a tu hermosa piel—Esteban Pasa sus dedos por mis mejillas.
—¿Traemos Bloqueador?
—Pues Claro.
Se agacha y de la parte baja del camastro, saca un envase de bloqueador. Lo abre y pone un poco en su mano, la unta sobre la palma de su mano, comienza a aplicarla por mis mejillas, luego la frente, la barbilla.
Es una mezcla refrescante.
—Quítate la playera y Recuéstate de espaldas—Ordena.
Lo hago de inmediato. Quito mi playera, la coloco a un lado del camastro y me recuesto de espaldas. Sus grandes y sexis manos comienzan a untarme bloqueador por la espalda, Es relajante. Mientras lo unta, me aplica un pequeño masaje, «Esto es el jodido paraíso» Cierro los ojos y me dejo llevar por el masaje. Pasa sus manos por mis brazos, por mi cuello, la parte de arriba del culo.
—Listo, voltéate.
Lo hago, de inmediato pasa sus manos por mi torso desnudo.
—Ahora tú me vas a untar bloqueador.
Me tiene en envase de bloqueador, me levanto del camastro. Esteban toma mi lugar, me pongo un poco de bloqueador en la palma de la mano. Esteban está sexy, mojado, con unos Shorts negros, su perfecto abdomen, no quito mi mirada del vello que baja desde su ombligo a su entrepierna. El calor vuelve a aparecer, más intenso que nunca. Bajo mi mirada a sus pies desnudos, me excito, tengo un problema con ver sus pies.
Calor.
Más calor.
Comienzo a untar bloqueador en sus cuadros marcados en su estómago, son firmes, perfectos. Lo hago lentamente, El cierra los ojos. Pasó mis manos por su pecho, Es divino.
—Ponme un poco en los muslos, Por favor.
Aplicó un poco más de bloqueador en mi mano. Me acerco hasta sus piernas, pongo mis manos en sus prominentes muslos, Este hombre es perfecto, lo aplico. Mi mente sucia me obliga a voltear hacia su paquete.
El calor se intensifica. Comienzo a sudar.
Su miembro se marca del Short mojado. No puedo con tanta perversion. Esteban chasquea los dedos, sacándome de mis sucios pensamientos.
—Joven Vega, concéntrese en aplicar el bloqueador. Quiero su mirada concentrada en mis piernas, no en cualquier otra parte de mi, Verlo distraído, me distrae de igual forma—Habla con su voz gruesa, me derrito.
—Perdone, Profesor, no era mi intención distraerlo, si no complacerlo.
—Prosiga con su tarea—Ordena.
Volteo los ojos y sigo. Mantengo mi vista alejada de ciertas partes. Me concentro en sus piernas, si. Las acaricio, untando el bloqueador. Puedo ver que Esteban lo disfruta. Termino de aplicarlo.
—Ahora en la espalda.
Esteban se voltea. Aplicó bloqueador en su espalda de ensueño. Su piel suave. Comienzo a masajearlo. Se relaja. Mis movimientos son suaves. Cuando termino, le doy un beso en su columna.
—Listo, Jefe.
Se volte. Me acerco a él, me toma de las manos y me sienta entre sus piernas, quedamos frente a frente.
—Gracias Pequeño.
Me besa, sus labios se unen en los míos. Muerde mi labio inferior, me sale un poco de sangre, y como un vampiro, lame un poco de ella. La sensación que me provoco es agitada. Me pone a un lado, se levanta, se tira un clavado a la piscina. Comienza a nadar como todo un profesional. Lo miro feliz desde el camastro. Vuelvo a tomar el vaso de té helado. Me lo termino.
—Deberías entrar, Pequeño.
—Gracias, pero aquí estoy bien.
—No venimos aquí solo para que te quedarás mirando en el camastro.
—Pero no...
Esteban sale de la piscina, llega a mi lado, terriblemente sexy y empapado. Me levanta entre sus brazos.
—Esteban, no... Por favor.
Trato de zafarme de sus brazos.
—No te muevas pequeño, podemos matarnos si sigues así.
—Pero...
—Pero nada.
Toma impulso, salta en mis brazos hacia la piscina. Creí morir en muchas ocasiones. Pero esta es una de las que se lleva premio. Cuando entramos al agua, abstengo mi respiración, el agua se mete por mi boca y nariz. Salimos a la superficie, Esteban no me suelta. Abro los ojos, Suelto toda el agua que retuve en mi boca.
—¿Lo vez? No fue tan didicil. Ya estás aquí, nadando, Resulta divertido.
—No estuvo mal, no resbalaste y te rompiste el cráneo.
—¿Me creías tan tonto? No dejaría que eso pasara, no conmigo.
—Lo se—Sonrió.
Lo abrazo bajo el agua. El se acerca a mi, me susurra al oído.
—Te quiero Pequeño.
Se aleja un poco y comienza a nadar. Yo solo floto, lo admiro. Es el hombre perfecto. Me fascina. Me encanta mirarlo, es como una obra de arte, a veces no conectas con ella, pero no puedes dejar de mirarla, tratando de hallar el significado, y cuando lo haces, ahora si, no dejas de admirarla, Porque es bellísima, y tiene tantos matices, llenos de oscuridad pero también llenos de luz, Hay tanta metáfora en esa obra, tanta abstracción, tanta belleza. Que nunca puedes dejar de mirarla, Nunca.
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