Esteban me tiene acorralado, se inventó una clase particular para poder hablarme. «Si que es listo»
«Bien, ahora que ya se que no habrá clase, me voy» me dirijo a la puerta y cuando estoy apunto de salir, Esteban, por obra de magia, baja de inmediato.

—¿Ya te vas? La clase aún no comienza.

Sonrió sarcástico y pongo los ojos blanco.

—Si, La Clase.

Me mira, sus ojos verdes grisáceos me recorren. Sonríe y cruza los brazos. Me pongo rojo y nervioso. Poso mi mirada hacia el suelo.

—Por lo que veo, Ya sabes que no hay ninguna clase a la cual te quedes.

—S-s-si—«Malditos nervios de mierda»

—Pero como te lo abras imaginado, Jamás existió esa clase, solo la inventé con el pretexto de la calificación, y tenerte en un lugar privado, donde podamos hablar—Mueve las manos con elegancia—Hablando podemos solucionar nuestros conflictos, pero tú no te prestas. Así que inventarme una clase de regularización y cancelarla para que solo vinieras tu, que por lo visto, fue una idea muy acertada.

Mi corazón bombea al cien. No puedo con tanta tensión.

—Bien, pues no creo que tú plan halla sido bien ejecutado, no puedes retenerme aquí, así que me voy.

Me doy medie vuelta y dispongo a irme, pero como siempre, Esteban es más rápido que yo, me toma del brazo y me obliga a verlo. No puedo ante aquella mirada, penetrante, dulzona, dura, impenetrable, sexy.

—Vamos a hablar—Ordena.

No puedo resistirme a cumplir sus órdenes. La forma en la que habla es más que suficiente para acatar cualquier orden que salga de su boca.

—Bien—Digo despacio.

Nos plantamos en la sala de estar Vitage. El toma asiento en el sillón que está aún lado de la chimenea, yo enfrente de Esteban. El silencio es incómodo, el ambiente es pesado. Es difícil cargar la mirada de Esteban. Lo extraño tanto. Pero el me mando a la mierda.

—Pues bien—Suspira—Se que no quieres saber nada de mi. También se que fui un Gran idiota por no haberte escuchado, escuchar tu parte de la historia.

—Ahora lo comprendes.

—Oh Pequeño... Entiéndeme, quería salvarte de toda mi mierda, eras muy joven para cargar con todos mis problemas, aguantarme. Tenía miedo de lastimarte, y ese jodido miedo se hizo realidad, todo lo que dije, causó que tú salieras y ese coche te arrebatara 7 meses de vida. Desde ese día no tengo tranquilidad, todo se volvió oscuro, quería alejarte, y termino siendo peor. No puedo vivir sin ti. Tan solo no puedo...

Estoy apunto de llorar, los nudos en la garganta se están volviendo costumbre. Me siento mareado.

—No sigas Esteban... Por favor no.

—Abraham...

—Si tanto te hubiera importado, hubieras estado ahí, conmigo, esperando una señal de vida, Pero no, tan solo decidiste huir, me dejaste hecho Mierda, todo lo que dijiste, Solo fui un juguete sexual para ti, Que jamás te había importado, que todo era para tu maldita satisfacción Masoquista. Eso es una gran cagada Esteban, No sabes cuánto dolor me causó eso, tanto que hasta el día de hoy sigo sin superarlo. Y no se diga lo del accidente...

Sus ojos están llorosos, está absorto en sus recuerdos.

—Oh Pequeño, Verte ahí, en una cama de hospital, en coma, con la escasa posibilidad de que despertaras, causó que Algo en mi interior muriera , no quería perderte, tampoco quería poner en riesgo tu vida aún más, huí para poder dejarte iniciar de cero, no quería dejarte en esa cama de hospital, pero tampoco podía dejarte con mis demonios, por culpa de ellos, Estabas ahí, sin poder moverte.

Reprimo las lágrimas, que amenazan en salir.

—Mierda Esteban, te dije, te lo dije muy bien, que por tantos demonios que tuvieras, los derrotaríamos juntos, Yo nunca te hubiera dejado, no te deje aquella vez cuando tuviste tu ataque de ira, aquella en la que te cortaste la mano por romper el jodido espejo. Me quede contigo, porque te adoro. En cambio tú, me dejaste, destrozaste mi alma y no tuviste el puto valor de quedarte...

—Basta, No sigas por favor—Está desesperado—Es una tortura escucharte decir eso.

—Para mi fue una tortura escuchar todo lo que me dijiste, fue una tortura los dolores crónicos, no poder moverme, fue una tortura estar en una silla de ruedas, fue una tortura usar muletas y bastón, una tortura ser la burla de mis compañeros, una tortura no poder valerme solo. 

—Por eso mismo Abraham, todo eso te ocurrió por estar conmigo, Cuando todo inicio quería salvarte de ello, y ahora, que pude jamás volver a parecerme por aquí, no quiero salvarte, te necesito junto a mi.

Todo es tan confuso. No puedo contener mas las lágrimas, salen junto con un escalofrío. Yo también necesito a Esteban junto a mi. Lo necesito más que a nada. Pero ahora no se si soy tan fuerte para poder seguir con esto.

—No llores Pequeño— se pone de rodillas frente a mi y pasa su pulgar por mis mejillas, limpiando las lágrimas, el calor de sus manos recorre todo mi cuerpo en forma de un escalofrío —No soporto verte llorar.

—¿Porque me dejaste cuando más te necesitaba? Cuando más necesitaba apoyo moral, aliento para seguir adelante. Mierda Esteban, tantas noches lloré por tu maldita ausencia, no podía soportar el no tenerte junto a mi. Y tú tan solo decidiste huir.

—Ya te lo dije Abraham, no podía arruinarte mas la vida, y se que la cage en todo. He analizado todo este tiempo lo qué pasó, se que hice mal al dejarte en esa maldita cama de hospital, cuando pude quedarme para ser tú aliento. Por eso estoy aquí. No pienso perderte una vez más—Se traga sus lágrimas—No me lo permitiría.

—¿Porque te atreves a aparecer cuando estaba a punto de olvidarte?  Inicie desde cero, empecé de nuevo mi vida, empecé una relación, todo estaba siendo normal, y te atreves a regresar de la nada. Cuando estaba resignado de volverte a ver, cuando me convencí a odiarte, vuelves así como si nada.

—Aparecí para recuperarte Abraham, nosotros también empezaremos desde cero. Me niego rotundamente a dejarte ir.