14- Confesiones íntimas
KARA
Se sentía muy agradable estar en brazos de Luthor. Tanto qué estuve a punto de quedarme dormida mientras me dejaba llevar por sus caricias.
-Lena: ¿Qué te pasó...?
-Kara: Un incendio
-Lena: ¿Puedo preguntarte qué ocurrió?
-Kara: Cuando tenía dieciséis años hubo un incendio en la casa de Midvale, donde vivía con mis padres y mis hermanas
-Lena: ¿Un accidente?
-Kara: No... - suspiré- En realidad, fue culpa mía. Yo me distraje y... Joder, fui tan estúpida...
-Lena: Eh... Tranquila. No hace falta que hablemos de ello sino quieres
-Kara: No importa. Quiero contartelo
-Lena: Bien, pues te escucho
-Kara: Ocurrió una mañana que me quedé a cargo de mi hermana pequeña. Ella estaba enferma y, como mis padres tenían que ir al trabajo, yo me quedé en casa cuidándola. Cuando llegó la hora de comer quise prepararle algo, así qué puse una sartén con aceite en el fuego. Y, justo en ese momento, una compañera de clase me llamó por teléfono. Estaba hablando con ella cuando empecé a notar un fuerte olor a quemado, y corrí hacia la cocina. La sartén estaba en llamas y no se me ocurrió otra cosa qué intentar apagar el fuego con agua. ¡Menuda estupidez! Debido a eso provoqué una fuerte explosión qué me hizo caer al suelo. Cuando quise reaccionar, el fuego estaba fuera de control. Fue entonces cuando corrí escaleras arriba para buscar a Nia, y la saqué de la cama, sujetándola en brazos. Cuando volví a bajar el fuego se había extendido más allá de la cocina, invadiendo parte del recibidor. Las paredes y los techos de madera estaban ardiendo. Me acerqué a la puerta para salir pero sentí que el techo estaba a punto de ceder por las llamas y, por instinto, empujé a Nia para ponerla a salvo. Ella pudo salir fuera, pero yo me quedé atrapada entre los escombros.
-Lena: Joder...
-Kara: No sé cuánto tiempo estuve allí, pero me pareció una eternidad. La temperatura era cada vez más insoportable y podía sentir como mi cuerpo ardía por el calor extremo acumulándose a mi alrededor. Me acurruqué en el suelo, mientras esperaba la ayuda. Pero para cuando me rescataron había sufrido bastantes quemaduras. Me quemé casi toda la espalda, el lado derecho del torso, parte de mi pecho y algunas zonas del vientre.
-Lena: Eso es... debió de ser horrible...
-Kara: Lo fue. Debido a las quemaduras me pasé más de un año en el hospital, y tuvieron que realizarme varias intervenciones para dejarme más o menos con un aspecto normal. Pero a nivel psicológico nunca me recuperé y siempre me sentí muy acomplejada con mi cuerpo
-Lena: No sabes cuánto lo siento. Un accidente así debió de cambiarte la vida...
-Kara: Sí... y siempre me sentiré culpable por ello
-Lena: No fue culpa tuya. Solo fue... un desafortunado accidente
-Kara: Sea como sea, nunca podré olvidarlo- dije, acariciando mis cicatrices del pecho
-Lena: Dra. Danvers, creo que fuiste muy valiente arriesgando la vida por tu hermana pequeña. Y no deberías avergonzarte de tus cicatrices y lo que representan
-Kara: Quizás tengas razón. Y... me gustaría que me llamases Kara
-Lena: ¿Kara?
-Kara: Sí, después de haberte confesado algo tan íntimo creo que es lo justo
-Lena: Kara... me gusta. Es un nombre precioso
-Kara: ¿Tú crees?
-Lena: Sí. Y... ¿Sabes qué, Kara?
-Kara: ¿Qué?
-Lena: Que adoro cada centímetro de tu cuerpo - dijo, acariciándome mientras me miraba con ternura.
Sentí el impulso de besarla. Pero quería que lo hiciera ella. Fui tan brusca la primera vez que lo intentó que se merecía una segunda oportunidad, y esta vez estaba dispuesta a dejarme llevar. Esta vez no la rechazaría.
-Kara: Bésame... - susurré
-Lena: ¿Qué dijiste?
-Kara: Hazlo, Lena
-Lena: ¿Lena?
Asentí, sonriendo y ella me mostró una sonrisa sincera. La miré, y noté un brillo especial en sus ojos, como de ilusión. Luego la vi humedecer sus labios y se acercó a mí, muy despacio, cómo si intentase atesorar el momento previo al beso.
Un beso que antes de sentirlo en mis labios ya sabía que sería de una intensidad inconmensurable.
Y cuando lo hizo, cuando por fin sus labios se posaron en los míos, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y sentí la necesidad de rodear su cuello, para acercarla más a mí. Intensifiqué el beso y di paso a su lengua en mi boca, dejándome llevar.
Lena me besó con pasión, mientras me acariciaba. Deslizó su mano por mi torso hasta mi trasero y me sujetó con firmeza, tirando de mí hacia ella.
-Lena: Ponte encima...
Enseguida noté sus ganas de sentirme bien cerca de su cuerpo. Y yo estaba deseándolo tanto como ella, así que cedí a su petición, tumbándome sobre ella. Seguí besándola, mientras sentía como acariciaba mi espalda con fuerza, pero delicadeza a la vez. No sabría cómo explicarlo. Era intenso pero muy tierno.
Seguimos besándonos y noté cómo Lena cada vez me apretaba más a su cuerpo, signo de que estaba excitándose mucho. Y confirmé mis sospechas cuando empecé a notar su erección presionando contra mi vientre.
-Kara: ¿Quieres repetir...? - susurré en su oído
-Lena: Sí... - jadeó
Entonces la besé, mordiendo su labio inferior con tanta fuerza que la hice sangrar. Y, aunque no fue mi intención ser tan brusca, no pareció importarle porque no se quejó.
Después descendí dejando besos húmedos desde sus pechos, bajando por su vientre, hasta que llegué a donde quería.
Estaba tan cerca de su zona sensible y tan dispuesta qué cuando me quise dar cuenta estaba a punto de introducirme su miembro en la boca.
Lamí toda su extensión y la sentí estremecerse al contacto con mi lengua y, aunque nunca antes había practicado el sexo oral, intenté hacer lo posible por hacerla disfrutar.
Traté de ser delicada al introducirlo en mi boca, intentando no dañarla con mis dientes. Me esforcé por hundirlo hasta donde mi capacidad me permitió y después hice el recorrido en sentido contrario. Repetí varias veces mis movimientos, hasta que conseguí humedecerlo por completo con mi lengua.
No estaba segura de sí lo estaría haciendo bien, pero tampoco la noté quejarse en ningún momento. Y, por si tenía dudas, éstas quedaron resueltas cuando sentí sus manos sobre mi cabeza, ejerciendo más presión.
Al principio me asusté, porque fue un poco brusca. Pero enseguida se dio cuenta y aflojó. Cerré los ojos y decidí dejarme llevar por ella, guiándome por sus reacciones a mis estímulos, hasta que la escuché gemir y ahora sí tenía la certeza de que lo estaba disfrutando. Eso hizo que me motivase más y diera lo mejor de mí, esmerándome por darle el máximo placer igual que ella ya había hecho por mí la noche anterior.
La escuché gemir, varias veces, mientras sus manos seguían empujándome con fuerza, profundizando la penetración. Luego dejé salir su miembro poco a poco, recorriéndolo con mi lengua y, la miré, sonriendo.
-Kara: ¿Quieres entrar? - pregunté, mostrándole un condón
-Lena: Sí... - jadeó- Quiero penetrarte. Ahora...
Y sonó tan desesperado que no la quise hacer sufrir más. Abrí el envoltorio y se lo puse. Luego me acomodé sobre su miembro y dejé que se hundiera dentro de mí, hasta el final. Ambas soltamos un gemido y Lena puso sus manos sobre mis caderas para llevar el control, guiando mis movimientos.
Clavé mi mirada en la suya y me dejé llevar por ella, moviéndome a su ritmo. Un ritmo que no tardó en aumentar. Noté el deseo en su mirada mientras me observaba disfrutar de ella y sentirme deseada disparó mi excitación. Empecé a moverme más brusco y ella me empujó aún más contra su miembro mientras clavaba sus uñas en mis caderas. Y, aunque llegó a apretar demasiado, aguanté, porque sabía que estaba a punto de explotar.
Seguí moviéndome, cada vez más rápido y sus caras eran de puro placer. Saber qué yo le estaba provocando eso me hizo sentir demasiado bien. Tan bien qué quise ser generosa con ella y le pedí algo que, aunque sabía que no se atrevería a pedirme después de lo que ocurrió, sabía que se moría de ganas por hacer.
-Kara: Termina sobre mí, Lena
-Lena: ¿Qué? - jadeó
-Kara: Quiero que me empapes de ti...
Inmediatamente Lena me apartó, haciéndome girar para quedar sobre mí. Me sujetó fuerte por los hombros y siguió embistiéndome varias veces más mientras gemía contra mi cuello. Lena apuró tanto qué creí que no le daría tiempo. Pero supongo que quería disfrutarlo hasta el final.
Cuando mi cuerpo no pudo soportarlo más me abracé fuerte a ella, clavando mis uñas en su espalda, en un intento desesperado por retrasar el orgasmo que llegó segundos después. Gemí con ganas contra su oído y sentí mi cuerpo tensarse por completo.
-Lena: ¿Seguro que quieres...?
-Kara: Sí... hazlo ya...
Lena me penetró con fuerza un par de veces más y, cuando estaba a punto, se salió, quitándose el condón rápidamente y explotando sobre mis pechos, empapándome completamente de ella. Y sentir su orgasmo caliente deslizándose por mi piel fue una sensación increíble.
-Lena: Joder... - dijo, tumbándose a mi lado, casi sin aliento - ¿Estás bien...?
-Kara: Sí...
Lena me rodeó con sus brazos y me pegó más a su cuerpo, besándome. Luego tiró de la sábana, acercándola a mi cuerpo y me limpió con delicadeza. Lena podía ser muy brusca en algunos aspectos, pero otras veces demostraba una ternura qué la hacía irresistible.
Adorablemente irresistible.
No quería marcharme, pero debía hacerlo. Así que cuando Lena terminó de limpiarme, me levanté de la cama, poniéndome el sujetador y la camisa. Después busqué mis braguitas, poniéndomelas y recogí mis pantalones del suelo, terminando de vestirme.
Eché un último vistazo a Lena, que seguía tumbada sobre la cama. Solo que ahora su cuerpo desnudo estaba cubierto estratégicamente con la sábana. Y fue una suerte pues de haber visto ciertas zonas probablemente hubiera acabado desnudándome otra vez y metiéndome en la cama con ella.
Pero debía irme y, aunque hacer horas extras era tentador, tenía un horario que cumplir. Además, no quería levantar sospechas.
Lena se levantó de la cama, acercándose a mí y yo intenté no mirarla, para evitar tentaciones. Pero cuando estaba lo suficientemente cerca cruzamos miradas y me rendí a ella. Lena me miró seductora y me besó lento, haciendo que mis pies se clavaran en el suelo.
No sé cuánto tiempo estuvimos besándonos, pero estaba claro que ninguna quería apartar sus labios de los de la otra. Luego sentí las manos de Lena deslizándose hasta mi cintura, apretándome contra su cuerpo y noté su miembro otra vez erecto presionándome. Y fui débil.
La rodeé con mis brazos e intensifiqué el beso, forzando mi lengua contra la suya. Lena me empujó contra la pared y me besó apasionadamente, mientras desabrochaba el botón de mi pantalón. Suspiré, pues no teníamos tiempo para más. Aunque me moría de ganas.
Lena me miró, como pidiéndome permiso y yo no sabía que decirle. Dudé y ella habló.
-Lena: Seré rápida, lo prometo...
Y no pude negarme.
Asentí con la cabeza y ella se apartó para alcanzar el condón que no habíamos usado. Rasgó el envoltorio y lo rodó por su extensión. Luego se acercó a mí y arrastró mis pantalones y mis bragas, bruscamente. Sujetó su miembro, colocándolo en mi entrada y me penetró de una, haciéndome gemir al instante.
Lena me embistió duro varias veces, golpeando mi espalda contra la pared, mientras me besaba con pasión, sin darme un respiro. Fue todo tan intenso que apenas le bastó unas cuantas embestidas rápidas para hacerme llegar al orgasmo, dejando mi cuerpo temblando de placer. Después la sentí venirse, al mismo tiempo que gemía contra mi cuello y me apretaba contra ella.
Cuando volvió del éxtasis se salió de mí, mientras seguía manteniéndome contra la pared, evitando que mis piernas temblorosas cedieran.
Apoyó su frente contra la mía y me miró, jadeando exhausta.
-Lena: No te vayas...
-Kara: Debo irme... - dije, con tristeza- Pero volveré, te lo prometo...
-Lena: Contaré los minutos para volver a verte... - dijo, besándome
Nos fundimos en un largo beso, hasta que tuve que separarme de ella, apartándola suavemente.
Me volví a vestir y suspiré, mirándola. Sus ojos brillaban como nunca y estaba realmente feliz.
Me agaché, para recoger los condones usados y los guardé. Después me acerqué a la puerta y salí, sin mirar atrás, pues sabía que si lo hacía no sería capaz de irme.
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Lunes, 26 de octubre de 2020
Después de lo que pasó con Lena el viernes por la noche el fin de semana sin verla se me hizo eterno. Nia se pasó todo el fin de semana en casa de Caitlin, se supone que fue allí a cuidarla y al final ella también cayó enferma. Afortunadamente solo era un virus estomacal, nada preocupante.
En cuanto a Alex, seguía molesta con ella. Y ella tampoco parecía querer hablar conmigo, pues no había vuelto a llamarme desde qué lo hizo para contarme qué Sara había tenido a los mellizos. Como le dije aquel día ya tenía la familia que quería, y supongo que nosotras le dábamos igual.
Reconozco que el domingo se me hizo difícil sin ellas, pues siempre desayunábamos tortitas y solíamos ir a pasar la mañana al parque. Aun así, aproveché sus ausencias para desconectar y relajarme. Y pude relajarme, de todas las formas posibles.
Pensé mucho en Lena, y en lo que me hizo sentir la noche del viernes. Cuando dejé que me acariciase fue tan delicada...y cuando me atreví a mostrarme desnuda fue tan considerada. Me dijo que era perfecta. ¡Perfecta! Aún no me creo la suerte que tuve. Siempre temí que fuera demasiado superficial pero, aún con mis defectos, me encontró atractiva. Y yo no pude sentirme más feliz. Cuando me dijo que adoraba cada centímetro de mi cuerpo casi lloro de la emoción. Llevaba tanto tiempo acomplejada con mi cuerpo qué sus cumplidos sonaron muy reconfortantes. Además, no lo decía por decir, realmente lo sentía. Sentí la sinceridad en su voz y el deseo en su mirada. Ella me deseaba.
Aunque ya habíamos tenido sexo antes, no era comparable a lo que ocurrió la noche del viernes. Antes de eso reconozco que fui muy injusta con ella, la primera vez la traté casi como si fuese un objeto sexual para mi propio disfrute y siempre me arrepentiré de ello.
Pero no quise reconocer lo obvio, intenté centrar mi atención en su miembro para intentar justificar mi comportamiento. Pero la realidad es que ella me gustaba cómo mujer. Lena se sintió muy ofendida, y con razón, y me lo demostró en nuestro segundo encuentro, cuando me empotró contra esa pared con rabia, en contra de mi voluntad.
La tercera noche qué fui a buscarla iba dispuesta a todo, pero me frené. Aunque no todo fue malo esa noche, pues Lena me hizo disfrutar del mejor sexo oral que había probado en la vida. Y, aunque fue mi primera vez, sé que nadie podría habérmelo hecho con tanta pasión como me lo hizo ella.
De hecho, no había podido dejar de pensar en eso durante el fin de semana y mis dedos acabaron más de una vez humedecidos por mi excitación. No pude evitar masturbarme. En mi cama, en la ducha, incluso en el sofá una noche... Estaba completamente sola así qué no me privé de nada. No tenía por qué frenar mis ganas de hacerlo.
Pero lo que sentí la noche del viernes fue mucho más íntimo, por fin fui capaz de desnudarme y me entregué a ella por completo, sin complejos. Lena fue intensa y muy tierna al mismo tiempo. Sus besos, sus caricias, su miembro invadiéndome con esa pasión... Ella me hizo disfrutar como nunca y además se preocupó en todo momento de que estuviera bien y me sintiera cómoda.
¿Me pregunto si ella también disfrutó del sexo oral? Supongo que lo justo, pues al ser mi primera vez no tenía mucha idea de lo que debía hacer y de lo que le gustaría. Pero la escuché gemir en varias ocasiones, así que supongo que no debí de hacerlo tan mal.
De todos modos, estaba dispuesta a seguir practicándolo, para hacerla disfrutar tanto cómo me hizo disfrutar ella a mí. Lena tendría años de experiencia satisfaciendo mujeres, pero mis ganas por complacerla estaban más vivas qué nunca. Quizás podría comprar condones de sabores para hacerlo más divertido.
Después recordé cuando se derramó sobre mis pechos. Fue una sensación increíble. Por alguna razón pensé que sería un tanto desagradable, pero me encantó. Y su cara mientras disfrutaba de las vistas lo decía todo, realmente le volvía loca hacerlo.
En ese momento entendí por qué no pudo evitar el impulso de venirse sobre mi blusa, y estaba dispuesta a darle ese placer tantas veces como ella quisiera. Estaba dispuesta a todo con ella.
No había dejado de pensar en esa noche durante todo el fin de semana, recreándome al recordar los detalles. Lena era una experta en el sexo, siempre se jactó de haber estado con muchas mujeres. Demasiadas. Y, aunque no podía evitar sentir ciertos celos de todas las que la habían probado, ella ahora solo estaba disponible para hacerme disfrutar a mí.
Lena despertó mi deseo sexual y ahora estaba decidida a disfrutar de mi sexualidad con ella de todas las formas posibles. Necesitaba recuperar el tiempo perdido y no se me ocurría nadie mejor que ella para hacerlo. Estaba dispuesta a probarlo todo con Lena y sabía que ella nunca me decepcionaría.
ALEX
Desperté en el hospital, como los últimos días. Después de que Sara diera a luz se quedó ingresada unos días y yo intenté estar con ella el máximo tiempo posible.
Además, cada vez que teníamos que volver al apartamento por cualquier cosa Alex se ponía un poco inquieto y siempre quería estar con su mamá y sus hermanitos. Así que nos pasamos prácticamente todo el fin de semana en el hospital.
El sofá qué había en la habitación no era muy cómodo, pero me gustaba quedarme a dormir aquí para estar cerca de Sara. Y, aunque reconozco que abusé un poco del servicio de guardería del hospital, entendieron nuestras circunstancias y se portaron muy bien, dándonos todo tipo de facilidades.
Observé a Alex durmiendo en su cochecito, me gustaba mirarle mientras dormía, pues sentir su respiración relajada me tranquilizaba. Después miré a Sara, que también estaba dormida, y dudé si despertarla o dejarla dormir un rato más.
Estos días en el hospital habían sido tranquilos, pues las enfermeras se estuvieron encargando de cuidar de los mellizos para que Sara pudiera descansar. Pero sabía qué cuando volviéramos al apartamento su tranquilidad se vería significativamente alterada. Sólo esperaba que mi apoyo le ayudase a sobrellevar mejor su nueva situación.
De pronto el médico entró en la habitación.
-Médico: Señorita Danvers... - dijo, en voz baja, al notar que Sara aún dormía - Siento molestarla, le traigo el alta de la señorita Lance. ¿Cómo se encuentra ella?
Cómo sabía que hoy tendría que volver a mi puesto de trabajo ayer solicité al médico que firmase el alta de Sara a primera hora, para que me diera tiempo a dejarla en su apartamento antes de ir a comisaria.
-Alex: Sara está bien, gracias. Ha estado durmiendo mucho
-Médico: Eso es muy bueno, necesitará energías para cuidar de los mellizos
-Alex: Bueno, yo la ayudaré
-Médico: No lo dudo. Esa mujer tiene mucha suerte de tenerla en su vida
-Alex: Sí... supongo
-Médico: Bueno, he de irme. Si necesitan cualquier cosa hágamelo saber. Le dejo aquí el alta, pueden marcharse cuando quieran
-Alex: Muchas gracias doctor
Cuando el médico se marchó me acerqué a despertar a Sara.
-Alex: Sara... - susurré, mientras acariciaba su cabello
-Sara: Uhm...
-Alex: Es hora de volver a casa
Sara abrió los ojos y me sonrió.
-Sara: ¿Y Laurel y Oliver?
-Alex: Ahora los traerán, tranquila. Te ayudaré a vestirte, quiero dejarte en el apartamento antes de ir a comisaria
-Sara: Es verdad, siento que ya hayan acabado tus vacaciones
-Alex: Y yo... - suspiré- pero no creas que te vas a librar de mí tan fácilmente. Después del trabajo volveré a tu apartamento. Me quedaré tantos días como necesites, si tú quieres claro. No tengo ninguna prisa por volver a mi apartamento
-Sara: Estas portándote demasiado bien conmigo ¿Lo sabías?
-Alex: ¿Acaso tú no harías lo mismo por mí?
-Sara: Pues sí... claro que sí
De pronto una enfermera entró con los dos bebés y Sara cambió su expresión por completo. Se los tendió y los sostuvo, acurrucándolos entre sus brazos. Apenas tenían días de vida, se sentían tan frágiles y vulnerables...
Me quedé mirándolos, completamente embobada. Ambos eran perfectos, rubios con los ojos claros, igual que su hermano Alex. Y que Sara, por supuesto.
-Alex: Déjamelos anda, tienes que vestirte...
Sara me los cedió y los sujeté mientras ella se vestía con ropa cómoda. Una enfermera había tenido la amabilidad de traernos una silla de ruedas para poder llegar hasta el coche, que estaba en el aparcamiento del hospital.
Cuando se sentó en la silla le devolví a los mellizos y los colocó en su regazo. Después intenté empujar la silla y el cochecito de Alex al mismo tiempo, pero era una tarea complicada y cuando iba por el pasillo un enfermero qué notó mis dificultades me ayudó, empujando la silla de Sara, acompañándonos hasta el coche.
-Alex: Muchas gracias - dije, cuando llegamos
-Enfermero: No hay de qué, y enhorabuena por los bebés. Tienen ustedes una familia preciosa
Y eso sonó tan bien que no pude evitar quedarme pensando en ello durante unos segundos hasta que la voz de Sara interrumpió mis pensamientos.
-Sara: ¿Alex?
-Alex: Sí, perdona. Ya estoy. Dame un momento qué saque las sillas portabebés
-Sara: ¿Compraste sillas portabebés?
-Alex: Sí claro, para recién nacidos. ¿Pretendías llevarlos en brazos?
-Sara: No, es sólo que... ¿Cuándo tuviste tiempo...?
-Alex: El sábado, mientras dormías. Volví al apartamento a darme una ducha y me pasé por la tienda de bebés. Pensé que las necesitaríamos
-Sara: Gracias... te las pagaré
Me acerqué a abrir el maletero y saqué las sillas, colocándolas en la parte trasera del coche.
-Alex: No hace falta, son un regalo - dije- Déjame a Laurel...
Sara me la tendió y la dejé con cuidado en la silla. Después hice lo mismo con Oliver, y, cuando me aseguré de que ambos estaban bien protegidos, sujeté a Alex en brazos aún dormido y le senté en su silla. Menos mal que el coche de Sara era amplio y entraban todos perfectamente en la parte trasera.
Después metí el cochecito de Alex en el maletero, mientras Sara se metía dentro del coche.
-Alex: ¿Lista para volver a casa? - dije, sentándome y arrancando el coche.
Ella asintió y nos fuimos a su apartamento. Cuando llegamos al garaje del edificio salí corriendo para abrirle la puerta a Sara antes de que pudiera reaccionar. No sé qué me pasaba, pero estaba de lo más atenta con ella.
Después saqué el cochecito de Alex del maletero, le sujeté en brazos y le tumbé con cuidado de no despertarle. Y luego saqué las sillas portabebés con Laurel y Oliver, sujetando una en cada mano, cerrando la puerta del coche con el pie.
-Sara: Estas adorable...
-Alex: ¿Sí? ¿Me sientan bien? - bromeé
-Sara: Pues sí, para que mentir. Pareces toda una madraza - sonrió
-Alex: ¿Quieres llevarlos tú? - dije, acercándome a ella
-Sara: No, tranquila. Yo empujaré el cochecito de Alex
Caminamos juntas hasta el ascensor que nos llevó a la planta donde estaba el apartamento de Sara. Dejé una de las sillas en el suelo por un par de segundos y saqué la llave de mi bolsillo, abriendo la puerta. Después la sujeté de nuevo y entré.
Me acerqué al sofá, dejando ambas sillas con cuidado y me senté.
-Alex: ¡Llegamos, por fin! - suspiré
-Sara: Sí... lástima que te tengas que ir
-Alex: No me lo recuerdes, no me apetece nada ir a comisaria. Ni encontrarme con...
-Sara: Tranquila... Todo irá bien, ya lo verás
-Alex: Eso espero, porque solo de pensar que tendré que volver a verla... - dije, agobiándome
-Sara: Eh... Alex- dijo, acercándose a mí y poniendo su mano sobre mi pecho- Relájate, es normal estar nerviosa. Pero estarás bien... Te conozco y sé que eres una mujer fuerte, con capacidad de sobra para afrontarlo
-Alex: ¿Tú crees?
-Sara: No lo creo, lo sé
-Alex: No sé qué haría sin ti. Siempre tienes las palabras adecuadas
-Sara: Experiencia, y muchos fracasos amorosos a mis espaldas. Al final aprendes a la fuerza. No te preocupes Alex, te recuperarás, créeme
Era extraño recibir consejos de alguien qué ya me había destrozado el corazón una vez. Pero tenía razón. Sí entonces fui capaz de superar su infidelidad también debería ser capaz de superar la ruptura con Maggie.
-Alex: Pues me marcho ya. ¿Puedo llevarme tu coche?
-Sara: Sí claro, llévatelo
-Alex: ¿Te las apañarás bien sin mí...?
-Sara: Lo intentaré, al menos por ahora los mellizos están tranquilos
-Alex: Esta bien - dije, dándole un beso en la mejilla- Nos vemos luego
Bajé al aparcamiento y me subí al coche, esperando que Sara estuviera bien y que los mellizos no le dieran muchos problemas durante la mañana. Arranqué y fui a comisaria.
Cuando llegué me quedé un rato frente a la puerta del edificio, intentando tranquilizarme. No sabía cómo reaccionaría al ver a Maggie y eso me asustaba. Aunque lo peor era la incertidumbre de no saber cómo reaccionaría ella al verme a mí.
Suspiré y salí del coche, caminando con muchas dudas hasta la comisaria. Cuando entré busqué a Maggie con la mirada. Ni siquiera sé por qué lo hice, pues en el fondo temía encontrármela de nuevo. Pero no pude evitarlo. Entonces vi al jefe Jones haciéndome unas señas y me acerqué a él.
-John: Agente Danvers, pase a mi despacho por favor - dijo, haciéndome un gesto y entré- ¿Qué tal sus vacaciones? ¿Las disfrutó?
-Alex: Sí, la verdad es que necesitaba esos días libres
-John: Espero que haya podido descansar, hay mucho trabajo por hacer
-Alex: Sí, estoy con las energías renovadas - dije, pero mentí. Estaba completamente agotada después de haber dormido varias noches en el sofá del hospital. Aunque sabía que lo peor estaba por llegar.
-John: Muy bien, esa es la actitud. Respecto a la petición del cambio de compañero tengo novedades para usted
-Alex: ¿Sí?
-John: Sí. La agente Sawyer y el agente Smith resolvieron con éxito el caso del narcotráfico la semana pasada. Así que ahora puedo autorizar su cambio.
-Alex: Eso sería estupendo - dije, con cierto alivio
-John: Sí, a partir de ahora trabajará con el agente Smith
-Alex: ¿El agente Smith? ¿Pero no es el compañero de Maggie? Es decir, de la agente Sawyer
-John: Sí, lo era. Pero con el traslado...
-Alex: Espere ¿Traslado?
-John: Sí, la agente Sawyer me lo solicitó, con carácter inmediato. Cuando resolvió el caso autoricé su traslado a una comisaria de otro distrito. Se marchó el viernes
Me quedé un momento en silencio intentando procesar la marcha de Maggie y el hecho de que ya no la volvería a ver por comisaria. Aunque sabía qué su presencia me haría daño al menos sabría que está bien. Pero ahora con su marcha todo parecía tan definitivo...
-John: ¿Está usted bien?
-Alex: Sí... es decir, lo estaré - dije, intentando contenerme
-John: Lo lamento agente Danvers. Sí hay algo más que pueda hacer por usted...
-Alex: Gracias señor, buscaré a Smith y nos pondremos al día
El jefe Jones sabía que Maggie y yo teníamos una relación estable, pero siempre fue bastante discreto. Y ahora también sabía que nuestras 'diferencias personales irreconciliables' habían terminado en ruptura. Supongo que por eso no pudo evitar mostrarse comprensivo al final de la conversación.
Me levanté, y salí del despacho para buscar a mi nuevo compañero. Pero empecé a sentir tal presión en el pecho qué acabé corriendo a los aseos. Me apoyé en el lavabo, intentando controlar mi ansiedad, pero empecé a sentir náuseas y acabé junto al váter, vomitando.
Perdí a Maggie hace dos semanas, pero me sentía como si la acabase de perder en este preciso instante. Empecé a hiperventilar, muy agobiada, y me quedé sentada en el suelo, abrazando mis piernas, llorando desconsoladamente, con la cabeza apoyada en mis rodillas.
LENA
Llevaba todo el fin de semana pensando en Kara. Sí, en Kara. El viernes por la noche después de acostarnos, por fin me dijo su nombre y sonó tan bien que no había podido dejar de repetirlo en mi cabeza, cómo un mantra.
No sabía qué tenía su nombre, pero me hacía sentir muy bien y cada vez que lo decía en voz alta una sonrisa de idiota se dibujaba en mi rostro. Hasta esa noche, para mí, siempre fue la Dra. Danvers. Nunca supe cómo se llamaba y tampoco me importó. Se supone que es mi médico y que nuestra relación debía ser estrictamente profesional, así que me parecía justo decirle Dra. Danvers. Al igual que ella me llamaba Luthor.
Aunque en mis fantasías siempre me imaginaba qué me lo decía con cierta autoridad y no podía evitar excitarme. No era ningún secreto que esa mujer me interesó desde el primer segundo que cruzó esa puerta. Pero ahora, después de haber probado el sabor de sus labios y los placeres de su cuerpo, tenía la certeza de que me había conquistado.
Cuando la escuché decir mi nombre, pidiéndome que la besara sonó tan especial, tan dulce... En ese momento supe que ella estaba dispuesta a todo, saltándose así los protocolos. Ningún médico podía referirse a un paciente por su nombre, siempre debía ser por el apellido para mantener los límites en las relaciones interpersonales.
Y que lo hiciera la otra noche significó mucho para mí, pues me demostró que realmente tenía interés en mí, un interés más allá de lo profesional. Ella estaba dispuesta a implicarse emocionalmente conmigo y yo no podía sentirme más afortunada por ser correspondida.
Kara es justo lo que necesitaba. Una mujer qué me devuelva la ilusión, que me permita volver a creer en el amor, una mujer a la que pueda hacer feliz y que sea capaz de hacerme feliz. Aunque estando aquí encerrada solo podía ofrecerle increíbles noches sexo, sí ella estaba dispuesta a esperarme haría lo imposible por ser digna de su amor.
En ese momento entró Sam.
-Sam: ¿Y esa sonrisa de idiota?
-Lena: ¿Qué? ¡Sam! - dije, acercándome a abrazarla
-Sam: No sé en qué estarías pensando, pero parecías feliz y eso me gusta
-Lena: Eso es por qué estoy feliz, Sam. Ven, siéntate aquí conmigo - dije, haciéndole hueco en la cama- tengo que contarte algo
-Sam: Esta bien - dijo, sentándose a mi lado
-Lena: Es sobre la Dra. Danvers. Aunque después de haber intimado con ella puede que lo mas apropiado sea decirle Kara
-Sam: ¿QUÉ?
-Lena: Sshh... cálmate, y no grites así. Nadie puede enterarse o tendrá problemas. Quiero que lo sepas porque confío en ti y porque quiero pedirte un favor
-Sam: ¿Un favor? ¿Cómo condones o lubricantes?
-Lena: ¡No! Además.... ella ya se encarga de eso - dije, en voz baja - Quiero que le compres una blusa bonita, le estropeé la suya por accidente y...
-Sam: Espera ¿Qué tipo de accidente?
-Lena: Pues... yo... - dije, acercándome a su oído- me vine sobre su blusa...
-Sam: ¿QUÉ? ¿En serio...? ¿Es qué folláis con la ropa puesta? ¿Ella también tiene fetiches raros...? - dijo, cada vez más incrédula
-Lena: ¡Sam por favor, habla más bajo! No voy a darte los detalles, pero ocurrió. Y me gustaría regalarle una, para disculparme con ella ¿Podrías hacerme ese favor?
-Sam: Sí, está bien
-Lena: ¿Y podrías acercarte a la boutique que hay cerca de tu apartamento? Esa pequeña que hace esquina
-Sam: ¿Seguro? Sabes qué esa boutique tiene diseños exclusivos y es bastante cara
-Lena: Por favor... quiero que sepa que estoy muy arrepentida
-Sam: Esta bien ¿Sabes su talla?
-Lena: Bueno no, pero yo diría que... - dije, pensando en su cuerpo desnudo
-Sam: ¿Estás imaginándotela desnuda?
-Lena: Sí... - dije, sonrojándome- Lo siento, intentaba calcular bien su talla
-Sam: Pues deja de hacerlo, no quiero que eso que tienes entre las piernas se despierte por sorpresa
-Lena: Relájate, ya me tomé la medicación
-Sam: Bueno, por si acaso. En cuanto a la talla no te preocupes, por su complexión creo que podré acertar. Deja que me encargue, le comprare la blusa más bonita y exclusiva de la boutique y te la traeré para que puedas dársela
-Lena: Y que la envuelvan para regalo, por favor
-Sam: Sí, en papel de oro, no te preocupes
-Lena: ¡Sam!
-Sam: Deja de quejarte tanto y cuéntame más sobre lo que pasó entre la Dra. Danvers y tú. ¿Cómo pasó? ¿Cuándo fue? Espera ¿Ocurrió aquí? ¿En esta cama? ¡Oh, Dios! - dijo, levantándose de golpe
-Lena: Claro Sam. ¿Dónde sino? Sabes que no puedo ir a ningún sitio. Pero no seas dramática. Las sábanas están limpias, las cambiaron esta mañana. Como hacen todos los días. Así que siéntate - dije, tirando de su brazo
-Sam: ¿Y cuándo lo habéis hecho? ¿Cómo es que nadie se ha dado cuenta?
-Lena: Porque viene por las noches
-Sam: Esta bien, ¿Me estás diciendo que tu médico se mete en tu cama por las noches para jugar contigo?
-Lena: Algo así - reí- Kara vino una noche a mi habitación y me observó mientras me masturbaba
-Sam: ¿Qué?
-Lena: No la juzgues. Ella solo sentía... ¿Curiosidad?
-Sam: Bueno, si quieres llamarlo así...
-Lena: El caso es que después de eso se marchó. Pensé que no volvería, pero lo hizo, y follamos - dije, obviando qué fue ella la que prácticamente 'abusó' de mí.
Pero no quería que Sam se escandalizase. Sobre todo después de cómo se puso cuando se enteró de que acarició mi miembro aquella vez. Casi la acusó de violación.
-Lena: Pensé que se quedaría en algo anecdótico pero después volvió y la empotré contra esa pared- dije, señalando- Y no sabes lo mucho que disfruté
-Sam: Esta bien, los detalles te los puedes ahorrar. Y... sí pudieras contarlo con un poco menos de entusiasmo también te lo agradecería - dijo, seria
Sam me quería, pero no podía evitar sentirse incómoda cuando hablábamos de sexo. Digamos qué no teníamos la misma percepción sobre lo que estaba bien y lo que estaba mal en el sexo. Para mí nada estaba mal. Pero ella tenía sus reticencias.
-Lena: Pensé que tampoco volvería después de aquello, pero el jueves volvió y follamos, un par de veces. En la segunda vez fue cuando ocurrió lo de la blusa. Ella se fue muy molesta conmigo, y pensé que tampoco volvería.
-Sam: Con razón
-Lena: Pero lo hizo, el viernes. Y me disculpé con ella. Tres veces - sonreí, al recordarlo - Y ahora no puedo dejar de imaginármela desnuda entre mis brazos...
-Sam: Joder hermanita... Pero ¿Por qué no me habías dicho nada antes?
-Lena: Porque temía tu reacción. Además, nunca estaba segura de sí volvería para repetir. Al principio me tenía completamente confundida. Pero ya no tengo dudas, no después de la noche del viernes... - dije, emocionada
-Sam: Parece que al final se rindió a tus encantos
-Lena: Ya te dije que le gustaba, ninguna mujer puede resistirse a mí - dije, orgullosa
-Sam: Ya, irresistible eres, no lo dudo. Pero ¿Seguro que no eres un entretenimiento para ella? No sabes nada de su vida ¿Y sí está casada? ¿Y si tiene una familia?
-Lena: Bueno, no lleva anillo...
-Sam: Qué observadora... - dijo, sacudiendo la cabeza- Pero no sé, podría tener pareja. ¿Y si ya tiene una relación? ¿Y sí no es feliz y solo quiere divertirse contigo?
En ese momento no pude evitar dudar. ¿Y sí yo era sólo un entretenimiento? ¿Y si ella ya tenía a alguien fuera? No, eso no era posible.
Cuando se entregó a mí parecía tan sincera... Realmente lo hizo porque lo sentía. No la imagino divirtiéndose conmigo. Kara no es así. Aunque Sam tenía razón en una cosa, no sabía casi nada de su vida, pero eso tenía fácil solución, solo tenía que preguntarle lo que quisiera saber sobre ella.
-Lena: Kara no es así. Sé que le importo, y no me está utilizando para cubrir sus necesidades, aunque doy fe de que estoy satisfaciéndolas con creces. Pero sé qué hay algo más, ella y yo conectamos. Puedo sentirlo...
-Sam: Ojalá tengas razón, porque te lo mereces, te mereces ser feliz
-Lena: Sí...- sonreí- ¿Y sabes? Hasta hace nada no tenía expectativas de futuro, pero gracias a ella ahora quiero hacer planes, muchos planes y compartir experiencias con ella. Ojalá sea capaz de esperarme fuera, porque me encantaría tenerla en mi vida
-Sam: Claro que lo hará. Sí no lo hace es idiota
-Lena: O quizás yo sea la idiota por ilusionarme. Aún me queda al menos un año aquí, a lo mejor estoy pidiendo demasiado... - suspiré
-Sam: Bueno, no pienses en eso ahora. Por cierto, me gusta cómo has colocado los cuadros de Ruby en esa pared - dijo, mirando- Hace que la habitación se vea más acogedora
-Lena: ¿Te gustan? Los coloqué ayer. A veces me tumbo en la cama y me quedó mirándolos, imaginando que estoy en esos lugares. Me ayudan a evadirme, son como...
-Sam: ¿Tu vía de escape?
-Lena: Sí, algo así. Por cierto ¿Cómo está mi sobrina?
-Sam: Bien, ahora está de exámenes y se pasa los días encerrada en su habitación. Pero eso es bueno, me gusta que se tome tan enserio los estudios
-Lena: Pues sí, además qué es muy inteligente
-Sam: Sí. De hecho, es una de las primeras de su clase
-Lena: ¿Y tú? ¿Has vuelto a tener problemas con Morgan?
-Sam: Lena... ¿De verdad quieres sacar ese tema ahora?
-Lena: Sí, claro que quiero sacar el tema. Eres mi hermana, me dejaste muy preocupada la semana pasada ¿Te ha vuelto a hacer daño?
-Sam: No... si es eso lo que te preocupa. No ha vuelto a hacerme nada. Está de viaje por negocios. Con suerte estará toda la semana fuera y podré dormir tranquila
-Lena: ¿Y qué pasará cuando vuelva? ¿Dejarás qué siga forzándote por las noches?
-Sam: ¿Qué?
-Lena: Lo sé Sam, sé que te fuerza. Las marcas que vi en tu cuello eran como... - dije, bajando la voz, avergonzada- como las que yo le hacía a algunas mujeres cuando se me iba la cabeza. Sé mejor que nadie las consecuencias del sexo con violencia. En mi caso totalmente consentido - dije, cuando noté la cara de preocupación de Sam- Pero lo que te hace Morgan se llama violación y no tiene ninguna justificación - dije, molesta
-Sam: Lena... Hace un momento estábamos hablando de ti, y de lo ilusionada que estabas con la Dra. Danvers... ¿De verdad quieres que la visita acabe así...?
-Lena: ¡Pues sí! Quiero hablar de esto... Porque también me preocupa tu felicidad. Sé que eres mi hermana mayor Sam, pero siempre he querido protegerte.
-Sam: Lo sé...
-Lena: Entonces, sé sincera. ¿Te fuerza, o no? - insistí. Y el silencio de Sam me lo confirmó - ¡Maldito hijo de puta...! - grité, levantándome
-Sam: Lena, tranquilízate - dijo, sujetando mi brazo
-Lena: ¡Joder! Lo pienso matar - dije, apretando los puños
-Sam: Lena, por favor... cálmate
-Lena: Pero ¿cómo puedes pedirme eso? - dije, moviéndome de un lado a otro de la habitación, nerviosa- Sam... tienes que denunciarle. No puede seguir tratándote así
-Sam: Es mi marido, Lena
-Lena: ¿Y? ¿Por eso le debes sumisión? ¡No te reconozco!
-Sam: No quise decir eso. Pero si acuso a Morgan sé que la denuncia acabará olvidada en un cajón. Sabes qué Lionel tiene contactos y que hará lo que haga falta para solucionar el problema. Nunca permitirá que yo estropeé sus negocios.
-Lena: ¿Solucionar el problema? ¿Cómo? ¿Dejando que ese miserable siga forzándote todas las noches hasta hartarse? ¿O dejando que siga golpeándote hasta matarte?
-Sam: No digas eso
-Lena: ¡Estas en peligro Sam! ¿Acaso no te das cuenta?
-Sam: Llevo en peligro, como tú dices, hace más de un año. Y sigo aguantando. Sola.
Las palabras de Sam me atravesaron cómo puñales, un sentimiento de impotencia se apoderó de mí, seguido de una rabia incontrolable por haberla abandonado cuando más me necesitaba. Sentí qué estaba a punto de perder el control, apreté fuerte los puños y exploté.
-Lena: ¡Joder! - grité, golpeando la pared, destrozándome los nudillos
-Sam: ¡Dios Lena...! ¿Qué has hecho?
-Lena: Lo siento tanto Sam... Debería estar a tu lado y no aquí encerrada entre estas malditas cuatro paredes qué me están consumiendo la vida - dije, empezando a llorar de la rabia
-Sam: Dame tu mano... Estás sangrando... - dijo, sujetando mi mano aún temblorosa - Voy a pedir a un enfermero qué me traiga un poco de alcohol y una venda. Enseguida vuelvo
Cuando Sam se marchó empecé a llorar desconsoladamente. Mi hermana mayor estaba viviendo un infierno en su matrimonio y yo no podía hacer nada por ayudarla. Estaba aquí, encerrada, y con una impotencia qué me presionaba el pecho con tanta fuerza que me impedía respirar, sentía que me faltaba el aire, que me ahogaba.
Después miré mi mano, aún temblorosa. Intenté moverla, pero dolía, dolía mucho y empecé a pensar que podría habérmela roto, pues golpeé aquella pared con tanta fuerza que incluso dejé la marca de mi puño.
Sam entró a toda prisa, seguida de un enfermero que traía un pequeño botiquín. Se acercó a mí, sujetando mi mano y realizó un examen visual rápido. Después me palpó con cuidado y me confirmó mis sospechas, me la había roto.
-Sam: Lena... - suspiró- ¿Por qué lo hiciste?
El enfermero miró hacía la pared, con cara de asombro, y después se centró en mi mano. Desinfectó mis heridas, limpiando toda la sangre y me inmovilizó los dedos, colocándome una venda.
-Enfermero: Le traeré hielo para evitar la hinchazón y algo para el dolor. Ahora vengo
-Sam: Gracias
Cuando el enfermero salió, Sam se acercó a mí preocupada.
-Lena: Lo siento....
-Sam: Tranquila - dijo, abrazándome- Pero no puedes reaccionar así. ¡Mira cómo has dejado la pared! - dijo, señalando - Si querías redecorar tu habitación podrías habérmelo dicho, podríamos haber buscado una alternativa
Sabía que Sam estaba bromeando para intentar relajar tensiones y se lo agradecí. Temía que se molestase conmigo por haberme comportado como una violenta. Pero es que no podía soportarlo más. Empecé a notar cómo la mano me dolía cada vez más, signo de qué mis niveles de adrenalina estaban disminuyendo, volviendo a dejarme totalmente vulnerable al dolor.
Por suerte enseguida apareció el enfermero con una bolsa de hielo y un analgésico que me tragué directamente, sin utilizar el vaso de agua qué me había traído
Después se marchó, dejándome a solas con Sam.
-Sam: Lena... lo arreglaré. Te lo prometo. Y mientras tanto me cuidaré, procuraré tener a Morgan controlado. Pero no quiero que sufras por mí, ya sabes qué estando aquí no puedes hacer nada. Así que, por favor, no te tortures más
Aunque me dolía escuchar sus palabras, Sam tenía razón. Yo no podía hacer nada, lo único que podía hacer era confiar en ella. Mi hermana siempre supo apañárselas bien, tenía que confiar en que ella estaría bien. Pero no podía evitar preocuparme.
-Lena: Esta bien, pero prométeme que tendrás mucho cuidado, por favor
-Sam: Tranquila, lo tendré
Sam tenía que irse, el horario de visitas había terminado, así que la abracé muy fuerte y le volví a recordar lo de la blusa de Kara, insistiéndole en que le comprara la más bonita de la boutique, sin importar su precio.
Después me tumbé sobre la cama y poco después empecé a notar los efectos del analgésico que me había tomado. Empecé a sentir como el dolor disminuía gradualmente y cada vez me sentía más relajada.
Entonces miré los cuadros que Ruby pintó para mí, colgados en la pared, uno al lado del otro: otoño, invierno, primavera y verano, en ese orden. Tal y como me había dicho mi sobrina. Me quedé observándolos, recreándome en las sensaciones de los recuerdos que me invadían al analizar cada una de las escenas que formaban la secuencia que ella decidió titular 'cuenta atrás'. Y de pronto me imaginé disfrutando con Kara en todos aquellos lugares.
Me imaginé paseando con ella de la mano por el bosque un fin de semana cualquiera o haciendo una escapada a la montaña en invierno para disfrutar de la nieve. Me encantaba esquiar y me preguntaba si a ella también le gustaría. Aunque si no compartíamos afición seguro que no se negaría a calentarse del frío frente a la chimenea y disfrutar de la suavidad de la alfombra de piel de oso sobre su cuerpo desnudo, mientras hacemos el amor.
Por otro lado, tampoco me importaría disfrutar de un verano soleado en la playa, y pasear por la orilla mientras las olas mojan nuestros pies. Y quizás podría confesarle uno de mis mayores secretos, qué no sé nadar.
De pronto empecé a sentirme un poco mejor, imaginándome todos los planes qué podría hacer con Kara cuando saliera de aquí. Pero lamentablemente esos planes aún quedaban demasiado lejos y no estaba segura de lo que pasaría en los próximos meses. Ni siquiera sabía si habría un 'nosotras' ahí fuera.
Así que quizás no era el momento de soñar con planes de futuro, quizás no era el momento de ilusionarme con lo que podría ser.
Ahora lo único que podía hacer, y que debería hacer, es centrarme en disfrutar de ella todo lo que pudiera estando aquí, pues tan pronto cómo empezó podría acabarse.
Aunque ojalá eso no ocurra, pues ahora qué la había tenido entre mis brazos, de forma tan íntima, sé que no sería capaz de dejarla marchar. Y sabía que sí ella no quisiera estar conmigo, me destrozaría.
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