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11- Acción / Reacción

Lunes, 19 de octubre de 2020

SAM

Desperté agotada y muy dolorida, cómo cada mañana desde hacía una semana.

Después de lo que pasó con Morgan el lunes pasado decidí que lo mejor sería que Ruby pasara toda la semana en casa de su mejor amiga, incluido el fin de semana.

Sospechaba que Morgan volvería a hacerlo y no soportaba la idea de que mi hija estuviera en la habitación de al lado, mientras él me obligaba a tener sexo en contra de mi voluntad.

Según él, era mi obligación como su mujer satisfacerle en la cama y solo por eso se creía con el derecho de forzarme cada noche.

Después de aguantar noche tras noche ya no podía soportarlo más. Pensé que podría controlar la situación, y hubo un momento qué creí que lo tenía bajo control, pero me equivoqué.

Me levanté de la cama, con mucho cuidado y, cuando conseguí ponerme en pie, me metí en la ducha. Llevaba una semana entera sin poder ir a ver a Lena y lo último que quería era preocuparla. Así que decidí ir a visitarla.

Cuando me desnudé, me quedé mirándome frente al espejo y pude apreciar las evidencias de las noches con Morgan. Tenía marcas en el cuello, los hombros, los brazos, el vientre y las caderas.

Suspiré, culpándome de todo lo que me estaba pasando por no tener el valor de marcharme de allí, por seguir con un hombre miserable qué hacía de mi vida un infierno.

Pero quería a Ruby, con toda mi alma, y tenía que aguantar por ella.

Me metí en la ducha y dejé que el agua tibia calmara mis moretones y arañazos. Era una sensación muy agradable.

Cerré los ojos, intentando relajarme durante unos minutos, sin pensar en nada más. Después salí, me sequé con cuidado en las zonas doloridas y me vestí como pude.

Salí del apartamento y me subí en el coche, deseando llegar a Kandor para encontrarme con mi hermana.

Había mucho tráfico, más de lo habitual, pero cuando por fin llegué aparqué y entré, pasando por los controles de seguridad.

Crucé el pasillo hasta la habitación de Lena y ahí estaba ella, tumbada sobre la cama, mirando al techo.

-Sam: Lena...

-Lena: ¡Sam! ¿Estás bien...? - dijo, preocupada

-Sam:

-Lena: Joder, creí que Lionel te había descubierto

-Sam: No. Él no sabe nada, tranquila

-Lena: ¡Menos mal! - suspiró, aliviada - Ven aquí - dijo, abrazándome con fuerza

-Sam: ¡Auch!

-Lena: ¿Qué? ¿Te hice daño?

-Sam: No, tranquila

-Lena: ¿Qué te pasa? ¿Te lastimaste?

-Sam: No. Estoy bien, solo son agujetas

-Lena: ¿Agujetas... o Morgan? - dijo, en tono acusador

-Sam: Lena...

No quería contestar a eso, no quería preocupar a Lena.

Ella estaba aquí encerrada y no podía hacer nada. Así que no iba a permitir que se volviera loca de ira por la impotencia de no poder ayudarme.

-Lena: Sam, mírame ¿Te ha vuelto a poner la mano encima? - preguntó, pero no dije nada - ¿Sam?

Entonces me levantó la blusa sin pedirme permiso, dejando expuestas algunas de las marcas de mi cuerpo.

-Sam: ¡Lena!

-Lena: No...

-Sam: Estoy bien. Parece peor de lo que es - dije, acomodándome la blusa - De verdad, no es nada

-Lena: ¿Qué no es nada? ¿Y esa bufanda?

-Sam: ¿Qué?

-Lena: ¿Por qué la llevas puesta aún? Aquí dentro hay calefacción

-Sam: Prefiero dejarmela, me duele un poco la garganta

-Lena: ¡Quítatela!

-Sam: Lena...

Al no reaccionar, Lena me la quitó de un tirón, dejando visibles las marcas de los dedos de Morgan en mi cuello.

-Lena: ¡Maldito cerdo...! ¿Así cuida de su mujer? Hijo de...

-Sam: Lena, tranquilízate

-Lena: ¡Te juro que cuando salga de aquí pienso matarle con mis propias manos!- dijo, con rabia

-Sam: No Lena, no lo harás. No merece la pena qué eches a perder tu vida por culpa de ese miserable

Lena alargó sus manos poniéndolas sobre mí cuello, deslizando sus dedos con suavidad, acariciándome mientras me miraba con mucha tristeza.

-Lena: Joder... No puedo verte así- dijo, echándose a llorar - Ojalá pudiera protegerte...

-Sam: Lena... - dije, abrazándola mientras acariciaba su espalda - Estaré bien. Solo necesito tiempo...

No soportaba verla así, tan impotente ante la situación. Sabía cómo se sentía, pues yo me sentía igual. Pero necesitaba tiempo, tiempo para encontrar una solución.

-Lena: Prométeme que te cuidarás y que en cuanto puedas te irás de ese apartamento. No puedes seguir permitiendo que Morgan te trate así, no te lo mereces...

-Sam: Lo sé...

Entendía a Lena, pero yo tampoco podía hacer mucho más. Debía resistir un poco más hasta que encontrase la forma de alejarme de Morgan sin sufrir las consecuencias.

-Sam: Bueno ¿Cómo te fue la semana pasada con la Dra. Danvers? - dije, intentando cambiar de tema

-Lena: Bien, estuvimos hablando sobre Diana y me ayudó mucho

-Sam: ¿Ah, si?

-Lena: Si. No sé, recordar todos los buenos momentos que pasé con ella me hicieron sentirme mejor. Es como si la culpa de su muerte estuviera desapareciendo. No sé cómo explicarlo

-Sam: Eso es bueno, supongo que necesitabas soltarlo todo. Esa Dra. Danvers es una buena psiquiatra después de todo

-Lena: Pues sí...

-Sam: Y qué, ¿Ya se rindió a tus encantos? - sonreí, para relajar un poco el ambiente

-Lena: Estoy en ello. Pronto caerá

-Sam: Me gusta tu determinación. Mientras eso te sirva para tenerte distraída me parece bien

Observé el reloj y me di cuenta de que era más tarde de lo que pensaba, así que debía marcharme ya sí quería tener tiempo suficiente para hacer los recados y recoger a Ruby de la escuela.

Me despedí de Lena y le dije qué intentaría volver a lo largo de esta semana. Puede que con Ruby.

LENA

Cuando Sam salió por la puerta, me eché de espaldas sobre el colchón, suspirando. No tuve el valor de decirle qué la Dra. Danvers y yo habíamos tenido más que palabras.

No podía decirle qué el viernes por la noche ella no solo me sorprendió masturbándome sino qué quiso quedarse a mirar. Y mucho menos pude decirle qué al rato de marcharse volvió, con ganas de follarme. O de follarse a mi miembro, aún tenía dudas acerca de ello.

No podía decirle a Sam qué la Dra. Danvers había 'abusado' de mí, de una forma qué me volvió completamente loca. Y que no había podido dejar de pensar en ello.

Estuve todo el fin de semana masturbándome pensando en ella, recordando lo dulces que sonaban sus gemidos, mientras disfrutaba de mí. Me moría por volver a tenerla sobre mí, cabalgándome como si no hubiera mañana.

Después de lo ocurrido necesitaba volver a verla, así que la esperé durante un buen rato, esperando que en algún momento ella apareciera por esa puerta.

Necesitaba encontrarme con esos preciosos ojos azules qué la noche del viernes estaban completamente llenos de deseo.

Necesitaba que volviera a mirarme cómo lo hizo aquella noche y qué me confirmase con la mirada qué seguía deseando más.

Pero no apareció, y eso me resultó un tanto extraño. Aunque sabía que tenía otros pacientes, así que preferí no darle importancia.

Si no podía verla hoy, ya la vería mañana. Sólo esperaba que no desapareciera cómo en su día lo hizo la Dra. Quinzel.

NIA

Estaba en la universidad, relajándome en uno de los descansos. Acababa de tener un examen y estaba de los nervios.

Solo esperaba que me hubiera salido bien, pues debía mantener mi nota media bien alta. Al rato vi aparecer a Caitlin y le pregunté.

-Nia: ¡Cait! ¿Qué tal te fue el examen?

-Caitlin: Regular

-Nia: ¿Y eso? ¿No estudiaste?

-Caitlin: Sí, estudié. Pero sé ve que no lo suficiente

-Nia: Vaya, lo siento. Espero que al menos hayas aprobado. ¿Cómo está tu hermana, por cierto?

-Caitlin: Sigue mal, anoche estuvo con fiebre. De hecho, hoy solo vine a hacer el examen. Ahora pensaba volver a casa para ver cómo está

-Nia: ¿Podría ir contigo?

-Caitlin: ¿Y las clases?

-Nia: Bueno, no creo que pase nada por faltar a un par de clases, no te preocupes. Además, hoy no estoy muy centrada. Prefiero irme de aquí y despejarme

-Caitlin: Esta bien, pero no me hago responsable si te contagias tú también

-Nia: Siempre puedes cuidar de mí - sonreí, apoyándome en su brazo

-Caitlin: ¡Ni hablar! De eso que se encarguen tus hermanas

Pedimos un coche y me fui con Caitlin a su casa. Cuando llegamos ella subió a ver como se encontraba su hermana y yo me quedé abajo esperándola, sentada en el sofá.

Al rato bajó las escaleras.

-Nia: ¿Cómo está?

-Caitlin: Parece que no tiene fiebre, voy a prepararle algo de comer. ¿Tú quieres algo?

-Nia: Bueno... - dije, mirando el reloj- Es media mañana, podría tomarme un sándwich. Pero ya me lo preparo yo - dije, levantándome- No te preocupes

-Caitlin: No, no, quédate ahí sentada. Eres mi invitada, yo te lo prepararé. Haré uno para Kay y otro para ti. ¿De pavo está bien?

-Nia: Sí, gracias - dije, sentándome de nuevo

Mientras esperaba que Caitlin preparase los sándwiches saqué una carpeta de mi mochila y me puse a revisar los conceptos que habían entrado en el examen.

Quería asegurarme de haber acertado en todas mis respuestas, y parecía que estaba todo en orden.

-Caitlin: ¿Repasando las respuestas? - dijo, acercándome el sándwich

-Nia: Sí... Ya sabes qué siempre tengo esa manía. Me tranquiliza saber qué contesté bien a todas las preguntas del examen

Caitlin se sentó a mi lado.

-Caitlin: Siempre contestas bien. Deberías confiar más en ti, yo lo hago - dijo, poniendo su mano en mi pierna

-Nia: Sí, tienes razón. Pero no puedo evitarlo - reí - ¿Tú no vas a comer nada?

-Caitlin: No tengo hambre. ¿Qué tal le va a Alex, por cierto?

-Nia: Sigue sin dar señales de vida. Desde que se fue con Sara no he vuelto a hablar con ella. Llevo toda la semana sin noticias suyas, pero supongo que estará bien

-Caitlin: Sí, supongo que estará adaptándose a su nueva situación. Recuperarse de una ruptura nunca es fácil, y más sí has estado compartiendo tu vida con esa persona durante años

-Nia: Pues sí

-Caitlin: ¿Y supongo que tampoco habrás hablado con Maggie, no?

-Nia: No. El último día que la vi fue cuando Kara y yo fuimos al hotel a devolverle su coche. Pero supongo que, igual que Alex, estará intentando recomponerse

-Caitlin: ¿Y Kara? ¿Qué tal está?

-Nia: ¿Kara? Mejor no me preguntes por ella... ¿Te puedes creer que ayer vino de la farmacia con dos cajas de condones?

-Caitlin: ¿Condones? ¿No decías que a tu hermana no le interesaba el sexo?

-Nia: Y no le interesa. O al menos no le interesaba. Pero ahora no sé si es que se está acostando con alguien o está pensando en hacerlo. Pero la cuestión es que me quedé completamente en shock

-Caitlin: Me lo puedo imaginar

-Nia: En realidad lo que más me molesta es que no cuente conmigo. Cuando Alex conoció a Maggie deseé que Kara también encontrase el amor, qué algún día un hombre se cruzase en su camino y la hiciera feliz

-Caitlin: O una mujer...

-Nia: ¿Mujer? Ya, bueno. A la que le gustan las mujeres es a mí hermana Alex - reí- Kara y yo preferimos a los hombres. Aunque a mí me traigan por la calle de la amargura - bromeé

-Caitlin: Bueno, nunca se sabe... a veces simplemente encuentras a la persona y lo sabes, y no importa si es hombre o mujer - dijo, acariciando mi pierna

-Nia: Ya bueno, no sé. Kara siempre dejó claro que prefería a los hombres. Además, esos condones que encontré son la prueba de que está acostándose con un hombre. O al menos está pensando en hacerlo. Aún no estoy segura

-Caitlin: ¿Y qué piensas hacer? ¿Buscar esos condones y contarlos para ver si falta alguno?

-Nia: ¡Oye! Pues no lo había pensado, es una buenísima idea

-Caitlin: ¡Nia! Que era una broma - dijo, riéndose- Además, no creo que a tu hermana le gustase que te entrometieras así en su vida privada. Es su intimidad

-Nia: Ya, eso sí... ¿Y dónde crees que los esconderá?

-Caitlin: No puedes evitarlo ¿eh?

-Nia: ¡Apuesto que en el cajón de la ropa interior!

-Caitlin: Muy obvio ¿No crees?

-Nia: Precisamente. Eso es justo lo que pensaría Kara, 'demasiado obvio para que mis hermanas busquen aquí'. Sí, debe de esconderlos ahí, seguro - dije, convencida

-Caitlin: Y piensas comprobarlo ¿Verdad?

-Nia: Claro que pienso hacerlo. No podré vivir con esta incertidumbre

Estuve hablando y riendo con Caitlin hasta que llegó la hora de comer y me invitó a quedarme con ella. Kara siempre comía en el trabajo y yo en la cafetería de la universidad, así que acepté sin pensármelo.

Comimos y después Cait me invitó a pasar la tarde en su casa. Me dijo que se sentía más tranquila quedándose para cuidar de Kay. Pero qué sería una tarde muy aburrida sin mí compañía. Así que no pude negarme.

Estuvimos en el sofá, viendo una película, hasta que Cait se quedó dormida sobre mi regazo.

Debía de estar agotada, seguro que se habría pasado la noche entera cuidando de Kay. Me encantaba eso de ella, lo mucho que se preocupaba por su hermana pequeña.

La observé, durmiendo tranquila y me transmitió mucha paz. Acaricié su cabeza y sentir mis dedos enredándose en su cabello era una sensación muy relajante. Tanto qué al final yo también me quedé dormida.

ALEX

Estábamos en el parque, Sara, el pequeño Alex y yo. Hoy era lunes, y eso significaba que a finales de semana ella debería salir de cuentas. Aunque Sara seguía empeñada en dar largos paseos, que la dejaban completamente agotada, con la intención de adelantar el parto.

Decía que no lo soportaba más y odiaba verla sufrir. Pero solo podía decirle que tuviera paciencia, pues antes de lo que se imaginase tendría a los mellizos entre sus brazos.

Parecía que así conseguía calmarla, aunque sólo durante unos minutos porque luego volvía a quejarse. Pero no podía tenérselo en cuenta, incluso quejándose estaba adorable.

Hoy habíamos decidido pasar el día fuera, comimos en un restaurante y después nos vinimos al parque para pasar la tarde.

Cuando Sara se cansó de caminar le propuse acercarnos a la zona de césped para sentarnos un rato. Hacia una temperatura agradable y Alex parecía estar disfrutando mucho, así que no podíamos volvernos aún.

Pero tenía que pensar en Sara y en su bienestar, y fue la mejor forma que se me ocurrió para mantenerla en la calle durante un par de horas más. Así ella podría descansar un poco y Alex podría seguir disfrutando del aire libre.

Sara era una madraza y siempre consentía a Alex, así que aceptó mi propuesta y nos fuimos a la zona de césped. Cuando llegamos la ayudé a sentarse, con cuidado.

Sabía que era imposible, pero juraría que estaba incluso más embarazada que la semana pasada. Sentía que estaba a punto de explotar. Pero estaba preciosa.

De hecho, estaba convencida de que cuando yo estuviera embarazada no estaría ni la mitad de guapa que ella. Probablemente estaría hecha un asco durante todo el embarazo.

Pero no me importaba porque sabía que al final, cuando tuviera a mi niña entre mis brazos, merecería la pena. Lástima no poder compartir mi maternidad con Maggie...

Ahora todo dependía de mí y de sí sería lo suficientemente valiente para dar el paso de hacerlo yo sola.

Sara me dejó claro que me apoyaría y eso era un aliciente para mí. Además. también sabía que podría contar con el apoyo de mis hermanas y de mi madre.

De pronto un rubito revoltoso se tiró sobre mí, buscando mi atención y Sara se echó a reír.

Me tumbé sobre el césped y empecé a hacerle cosquillas, disfrutando al escuchar su risa. Ese niño me había conquistado del todo y me tenía completamente a sus pies. Sara tenía razón, se me caía la baba con él. Y disfrutaba mucho haciéndole reír.

Después de una hora de juegos Alex parecía cansado, había empezado a bostezar varias veces y empezaba a estar más inactivo. Así que Sara decidió que era el momento de volver al apartamento.

Me incorporé y la ayudé a levantarse, con cuidado. Luego senté a Alex en su sillita y empujé el cochecito, mientras Sara se sujetaba de mi brazo, caminando a mi lado.

Me gustaba mucho pasar tiempo con ellos, me hacía sentirme bien. Pasar estos últimos días con Sara me estaba ayudando mucho, ya que al estar tan pendiente de cuidar de ella y del pequeño Alex conseguí mantener mi mente ocupada.

Pero de vez en cuando, sobre todo por las noches, no podía evitar pensar en Maggie y en cómo reaccionaría al volver a verla.

La próxima semana se acababan mis vacaciones y tendría que volver al trabajo, así que era inevitable encontrarme con ella en comisaria.

No sabía cómo reaccionaría, pues era todo muy reciente. Y, aunque intentaba no pensar mucho en ella, mis sentimientos seguían muy vivos y temía que al encontrármela de nuevo todo fuese demasiado intenso para soportarlo.

Sabía que estos días solo habían sido una pausa en mi vida, en los que intenté evadirme de la realidad. Una realidad demasiado dolorosa para hacerle frente.

Y, aunque no era mi intención engañarme a mí misma, lo cierto es que últimamente era más feliz viviendo en la ignorancia, aferrándome a la única mujer que parecía darle un poco de sentido a mi vida.

Sara y el pequeño Alex llegaron cuando más los necesitaba y me hicieron sentir parte de algo, parte de su familia y les estaba muy agradecida por ello.

-Sara: ¿Estas bien...? Has estado muy callada durante el camino de vuelta - dijo, metiendo la llave en la cerradura y abriendo la puerta

Iba tan inmersa en mis pensamientos que ni me di cuenta de que habíamos llegado al apartamento hasta que Sara me preguntó.

-Alex: Sí, bueno. Ya sabes... - dije, y nos entendimos con la mirada

Cuando Sara entró, pasé con el cochecito. Noté que se sentó en el sofá, descalzándose y poniendo los pies en alto, suspirando. Así que no quise molestarla.

Sujeté a Alex, que ya estaba dormido, y me lo llevé en brazos a su habitación. Sara me dio las gracias en un susurro y crucé el pasillo para acostarlo.

Después salí y me senté junto a ella.

-Sara: Estoy agotada...

-Alex: Lo siento, no debimos quedarnos en el parque tanto rato

-Sara: No, tranquila. Disfruté mucho de vosotros dos

-Alex: ¿De nosotros?

-Sara: Sí, Alex disfruta mucho contigo y a mí me gusta verte sonreír cuando juegas con él. Ojalá pudieras verte cómo te veo yo, vas a ser una madre increíble

-Alex: Hablando de eso, estuve pensando en ello y... quiero hacerlo. Quiero ser madre Sara

-Sara: ¿Hablas en serio? - dijo, con una sonrisa

-Alex: Sí, creo que sí. Ahora o nunca ¿No?

-Sara: Pues sí. ¿Y cuándo te gustaría empezar?

-Alex: Cuanto antes - dije, nerviosa- ya esperé demasiado...

-Sara: No sabes lo mucho que me alegra escucharte, creo que has tomado la mejor decisión

-Alex: ¿Tú crees? Estoy un poco asustada, pero es lo que deseo

-Sara: Es normal. Yo también estaba asustada, sobre todo porque tuve que pasar por todo ese proceso yo sola. Pero tú me tienes a mí y sé que podrás contar con el apoyo de tu familia

-Alex: Sí...

-Sara: Aunque tengo que advertirte que yo no lo tuve fácil con Alex, tardé meses en quedarme embarazada. Con los mellizos fue más rápido. Pero supongo que hay muchos factores que influyen

-Alex: ¿Meses?

-Sara: Sí, de hecho, fueron diez meses. No es por desanimarte, pero quería que lo supieras porque puede que no funcione a la primera, ni a la segunda...

Cuando Sara me dijo que tardó diez meses en quedarse embarazada de Alex entré en pánico. Sabía que tendría que pasar por un proceso, pero nunca imaginé que podría tardar tantos meses en quedarme embarazada. Incluso puede que un año entero.

-Alex: ¿Y con los mellizos?

-Sara: Un par de meses, quizás tres. No lo recuerdo - dijo, y eso me hizo sentir un poco de alivio - No sé, como te digo hay muchos factores que influyen

-Alex: Ya... imagino

-Sara: Mira, sí quieres puedo pedirte cita en la que clínica en la que me lo hice yo. Es de confianza y te harán el estudio de fertilidad totalmente gratis. Y después de eso te hablarán de tus opciones. ¿Qué te parece? Solo tienes que decir sí - sonrió

-Alex: ¿No es muy precipitado? - dije, nerviosa

-Sara: Bueno, ya te dije qué puedes tardar meses en quedarte embarazada. Cuanto antes empieces...

-Alex: Esta bien, pues pídeme cita. A ver si tuvieran algún hueco en esta semana, así me evito tener que pedir el día de asuntos propios en el trabajo

-Sara: Menos mal que no tenías prisa - dijo, riéndose. Después miró su reloj - Acércame mi móvil, voy a llamar para preguntar

Cuando le acerqué el móvil a Sara me levanté para ir a la cocina y saqué una cerveza del frigorífico, dando un buen trago.

No me creía que estuviera pidiendo una cita para mí. No me creía que estuviera apunto de hacerlo. Estaba muy ansiosa y sentí que el corazón se me saldría por la boca en cualquier momento.

Volví al salón y escuché a Sara terminando de hablar y colgando. Me acerqué a ella.

-Alex: ¿Y bien?

-Sara: Te conseguí una cita para este jueves por la mañana

-Alex: ¿De verdad? - dije, soltando la cerveza sobre la mesa y abrazando a Sara- Te levantaría en brazos si pudiera

-Sara: Con que me ayudes a llegar a la cama me sirve

-Alex: ¿A la cama?

-Sara: Sí, necesito acostarme un poco antes de la cena. ¿Te importa?

-Alex: No, claro que no. Yo me encargaré de cocinar esta noche

-Sara: Ya te encargaste la semana pasada - dijo, sonriendo

-Alex: Bueno, te dije que cuidaría de ti. Ven aquí - dije, rodeándola con mi brazo, ayudándola a levantarse

Acompañé a Sara hasta la cama, y la ayudé a tenderse sobre el colchón con cuidado. Después salí para preparar la cena.

KARA

Desperté y me metí en la ducha para despejarme. Esta mañana cuando abrí los ojos seguía encontrándome regular del estómago. No sé si fue la comida china o si mis nervios afectaron a mi proceso digestivo, pero pasé muy mala noche.

Estaba casi segura de qué fueron los nervios, que me hicieron engullir aquellos dumplings con tantas ansias qué debieron de sentarme mal. Pero no pude evitar sentirme nerviosa. Después del mal rato que pasé comprando los condones en la farmacia me aterraba la idea de que Nia pudiera descubrirme.

Bastante avergonzada me sentía ya por estar pensando en volver a acostarme con Luthor. Algo que fue totalmente inapropiado la primera vez y que no debería estar pensando en repetir una segunda vez.

Pero disfruté tanto qué no había sido capaz de pensar en otra cosa durante todo el fin de semana, y mentiría sí negase lo obvio. Me gustó, me gustó muchísimo.

Cuando desperté llamé a la Dra. Quinzel para comunicarle que me ausentaría en la mañana y, para compensárselo, le dije que me encargaría del turno de noche.

Así que no me puso ningún problema. Aunque hoy debería haber tenido la segunda sesión con Alicia, pero esa mujer me daba tan mal rollo qué incluso me alegré de haberme librado.

Terminé de la ducha y me puse el albornoz, para salir a la habitación y buscar en el armario algo que ponerme. Saqué un pantalón vaquero y una blusa, pero cuando iba de camino al baño me giré, volviendo sobre mis pasos, y cambié el pantalón por una falda.

A quién intentaba engañar... No tenía ninguna duda de lo que pasaría esta noche. Ojalá no fuera tan obvio, pero mi malestar estomacal se me pasó tan rápido cómo supe lo que el turno de noche significaba para mí.

El turno de noche era una nueva oportunidad de encontrarme con la Luthor más activa, y solo de pensar en la posibilidad de volver a sentir su miembro invadiéndome mis ganas de volver a estar con ella se disparaban.

Cuando terminé de vestirme miré el reloj y ya casi era la hora de irme. Se me hizo raro que Nia no estuviera en casa. Pero di por hecho que estaría con Caitlin.

Últimamente pasaban mucho tiempo juntas y eso me gustaba, pues después de lo que ocurrió con William mi hermana necesitaba otro tipo de distracciones.

No tenía hambre, pero me llevé algo ligero para comer allí. Sabía que las primeras horas de la noche se me harían eternas y comer siempre me ayudaba a distraerme.

También metí un libro en el bolso, aunque esperaba qué no me hiciera falta. Esperaba que trabajar en los casos de mis pacientes hiciera que el tiempo pasara más rápido.

Salí del apartamento, subiéndome al coche y arranqué, camino al trabajo. Por las noches no había casi tráfico así que llegué antes de la hora.

Entré, pasando por los controles de seguridad y me senté en la sala de descanso, sacando un sándwich, una botella de agua y una manzana, dejándolo todo sobre la mesa.

Después miré el reloj, las diez menos diez. Ahora sólo tenía que mantenerme ocupada unas cuatro horas, más o menos, hasta las dos de la madrugada aproximadamente.

Y, teniendo en cuenta las ganas que tenía de encontrarme con la erección de Luthor sospechaba que esas cuatro horas se me iban a hacer eternas.

SARA

Alex llevaba una semana en mi apartamento y aún no tenía claro cómo debía sentirme.

Tenía sentimientos encontrados pues, aunque me gustaba tenerla aquí, cuidando de mí, en el fondo no podía evitar sentirme egoísta por acaparar toda su atención.

Sabía que Alex no estaba pasando por un buen momento personal y qué debía de sentirse realmente mal después de poner fin a su relación de cinco años.

Y, de algún modo, yo también quería ayudarla durante este proceso. Pensé que mantener su mente ocupada le serviría para pensar un poco menos en su ex y por eso le sugerí que me ayudase con la habitación de los mellizos.

Aunque al final se encargó ella sola de pintar las paredes y de montar todos los muebles porque los bebés no me dieron tregua en toda la semana.

Y, aunque agradecía enormemente su ayuda, no me sentía del todo cómoda abusando así de su confianza, no me parecía justo. Pero me encantaba tenerla aquí.

Lo más gracioso es que encontrarme con ella aquel domingo en el parque fue pura casualidad, porque estuve a punto de no ir.

Pero Alex tenía tantas ganas de jugar en el parque qué finalmente tuve que ceder a sus deseos. Me resultaba imposible negarle nada.

Pensé que sería un día más, como cualquier otro domingo. Pero cuando me encontré con Alex fue toda una sorpresa.

Cuando la vi mi corazón se encogió y cuando escuché su voz diciendo mi nombre un sentimiento de nostalgia me invadió por completo.

Sentí que la había extrañado más de lo que pensaba y que, de algún modo, seguía haciéndolo. También sentí culpa, por la forma en la que acabó todo entre nosotras.

Nunca fue mi intención engañarla, y no pretendo justificarme ahora, pero lo que sentía por Alex era tan intenso que me asusté.

Y supongo que elegí la salida fácil, alejarla de mí cuando en realidad debería haberme enfrentado a mis sentimientos por ella.

Pero no pude evitarlo, cuando la conocí tenía una larga lista de fracasos amorosos a mis espaldas.

Mujeres, hombres... me daba igual mientras me hicieran disfrutar en la cama. Aunque reconozco que siempre sentí debilidad por las mujeres.

Por aquel entonces me encantaba beber y el alcohol me desinhibía en exceso, así que no tenía ningún reparo en dejarme llevar con cualquiera que me regalase los oídos. Pero cuando Alex llegó a mi vida, todo cambió.

Cuando nos acostamos aquella noche pensé que acabaría siendo una más de mis conquistas de borrachera. Pero cuando desperté con el olor del café recién hecho supe que acabaría siendo algo más.

Pasaron los días y empecé a notar que Alex era muy detallista conmigo y, contra todo pronóstico, eso me encantó.

Resultó ser una romántica y siempre me hacía sentir especial, así que no pude evitar dejarme llevar. Me dejé querer por Alex y me fue conquistado día a día.

Cuando me quise dar cuenta estaba completamente enganchada a ella. Sentir su presencia en mi cama cada noche se convirtió prácticamente en una necesidad y al final me di cuenta de que Alex era lo más real que había tenido en mi vida. Y eso me asustó.

Supongo que ella fue lo que siempre estuve esperando, pero no me atreví a darme esa oportunidad de ser feliz a su lado.

Por aquel entonces mi secretaria llevaba tonteando conmigo demasiado tiempo y, aunque nunca me interesó, un día qué llegué al bufete de mi tío la miré y supe qué era lo que necesitaba para alejar a Alex de mí. Ese día decidí dejar de ignorarla y me la llevé a mi apartamento.

Cuando llegamos, la invité a beber algo mientras hacía tiempo. Miré el reloj y supe que Alex estaba a punto de llegar del trabajo, siempre solía llegar puntual. Así que di un trago largo a mi vaso de whisky y me fui a la cama con ella. No quería hacerlo, pero no se me ocurría peor traición que una infidelidad para alejar a alguien de tu vida para siempre. Y funcionó.

Cuando Alex nos encontró en la cama reaccionó como una histérica, rompiéndolo todo y gritándome todo tipo de reproches, mientras lloraba de la impotencia.

Y yo solo pude quedármela mirando, impasible, intentando no mostrar ningún tipo de emoción cuando en realidad me estaba muriendo de pena por dentro. Pero tenía que dejarla marchar y no encontré mejor forma de hacerlo que destrozándole el corazón.

Cuando se marchó de allí, despedí a mi secretaría y la eché de mi apartamento. Lógicamente después de aquello no tenía ganas de volver a verla.

Llamé a mi tío para pedirle unos días libres y me pasé encerrada en mi apartamento, sin salir de la cama, todo ese tiempo, mientras me recuperaba de la pérdida de Alex.

Y ahora que ella había vuelto a mi vida tenía la oportunidad de enmendar mi error.

Cuando me dijo que lo había superado y que no me guardaba ningún rencor sentí alivio. Su perdón significó mucho para mí, y ahora quería tener la oportunidad de compensárselo haciendo algo por ella.

Por eso, cuando me contó todo lo que le ocurrió con su ex y que su relación acabó por su deseo de ser madre no pude evitar animarla para qué lo hiciera. Yo era madre soltera y no me había ido mal.

Además, para darle más confianza le dije qué la apoyaría en todo. Y no mentía, pensaba quedarme a su lado, acompañándola durante todo el proceso sí me necesitaba. Aunque estaba segura de que sus hermanas se encargarían de mimarla.

Nuestra historia hace tiempo que se acabó, pero eso no significaba que no quisiera lo mejor para ella. Alex me importaba, me importaba de verdad, y estaba dispuesta a hacer lo que estuviera en mi mano para que fuera feliz.

Cada vez que jugaba con mi hijo sus ganas de ser madre se hacían muy evidentes y cuando se emocionó al sentir a los mellizos supe que necesitaba serlo ya.

Así que cuando me dijo que quería hacerlo no tardé ni dos segundos en llamar a la clínica para pedirle cita.

Este jueves le harían el estudio y, sí los mellizos me lo permitían, iría con ella, para demostrarle que mi compromiso hacia ella es serio.

-Alex: Ya está la cena - dijo, asomándose - ¿Estas mejor...? ¿Has podido descansar?

-Sara: Sí... ahora siento las piernas menos cargadas

-Alex: Déjame que te ayude a levantarte - dijo, acercándose a mí

-Sara: Gracias. ¿Dónde está Alex? Es un poco tarde para él

-Alex: Tranquila, le di de cenar, le bañé y ya está durmiendo

-Sara: Vaya, te lo agradezco mucho - dije, realmente agradecida.

Alex iba a ser una madre increíble, cada vez tenía menos dudas. Nos sentamos a cenar y mientras comíamos estuvimos hablando sobre la cita del jueves.

Alex parecía realmente ansiosa por acudir a la clínica. Supongo que después de haber retrasado tanto este momento ahora lo veía tan al alcance que no podía evitar sentirse eufórica.

Solo esperaba que no tardase tanto en quedarse embarazada como tardé yo la primera vez. No soportaría ver cómo se frustra sí al final necesita varios intentos para conseguirlo.

De pronto sentí cómo Alex ponía su mano sobre la mía, acariciándola.

-Alex: Gracias... - dijo, con sinceridad- Sin ti no hubiera sido capaz de hacerlo

Y sus palabras me llegaron tanto qué sentí como se humedecían mis ojos de la emoción y segundos después un par de lágrimas se deslizaban por mis mejillas.

-Sara: Lo siento, las hormonas...

-Alex: Ven aquí, déjame que... - dijo, inclinándose hacia a mí.

Alex me secó las lágrimas utilizando sus pulgares, y me acarició las mejillas con suavidad.

Estaba a escasos centímetros de mí y eso hizo que mis sensaciones se intensificaran. Hacía tanto tiempo que no sentía el tacto de una mujer sobre mi piel que no pude evitar ponerme nerviosa.

-Sara: Gracias... - dije, apartándome- Gracias por la cena, estaba todo muy rico

-Alex: Me alegro

De pronto sentí a los mellizos moverse, y Alex se dio cuenta porque rápidamente se levantó y se puso de rodillas junto a mí, colocando sus manos en mi vientre.

Después apoyó su cabeza, acercando su oído para escucharlos.

-Sara: Por favor, diles que salgan ya, a ver si a ti te hacen caso

-Alex: Esta bien. Dime como se llaman, que aún no me lo has dicho

-Sara: ¡Es verdad! Pues la niña se llama Laurel, por mi hermana mayor y el niño se llama Oliver. Ambos murieron en un accidente de coche hace unos años y es mi forma de recordarles.

-Alex: Eso me parece un gesto precioso Sara... - dijo, emocionada. Después se giró, mirando hacia mi vientre y empezó a susurrar- Laurel, Oliver... sé que estáis muy calentitos y cómodos ahí dentro, pero mamá está aquí fuera esperándoos. Ella tiene muchas ganas de ver lo guapos qué seguro que sois. Pero sobre todo, tiene muchas ganas de abrazaros...

Me quedé mirando cómo Alex susurraba a mi vientre, mientras me acariciaba con una mano y no pude evitar sujetar su mano libre, entrelazando mis dedos con los suyos.

Ella me miró, sonriendo y su mirada me lo dijo todo. Estaba disfrutando de este momento tanto como yo.

Nos quedamos así durante un buen rato, hasta qué decidí soltar su mano y levantarme de la silla. Alex se incorporó rápidamente y me ayudó a recoger la mesa.

Cuando estaba todo recogido, nos fuimos a dormir. Cruzamos el pasillo juntas, y ella se quedó en la habitación de invitados, mientras yo continúe hasta el final del pasillo, donde estaba mi habitación.

Cuando llegué, me giré hacia Alex y la vi parada frente a su puerta, dubitativa.

-Sara: Alex ¿Estas bien...?

-Alex: Si, tranquila, que descanses

-Sara: Igualmente, hasta mañana

Me volví hacia mi puerta y entré. Me tumbé sobre la cama y cerré los ojos, esperando que los mellizos estuvieran lo suficientemente tranquilos como para dejarme conciliar el sueño durante algunas horas.

LENA

Desperté con la pena de no haber visto a la Dra. Danvers en el día de hoy. Después de nuestro encuentro nocturno tenía muchas ganas de verla, aunque por otro lado pensé que quizás seguía molesta conmigo por lo que ocurrió al final, cuando no pude controlarme.

Es posible que por eso no tuviéramos una sesión hoy. Aunque si esas eran sus razones me parecía muy poco profesional.

Ella debería ser capaz de separar lo profesional de lo personal. Aunque quizás se sentía demasiado avergonzada por lo que pasó.

Observé mi miembro y estaba ligeramente erecto así que decidí no seguir perdiendo el tiempo con divagaciones qué no me iban a llevar a ningún sitio y comencé a masturbarme.

De pronto escuché la puerta desbloquearse y una sonrisa se dibujó en mi rostro, pues enseguida supe que era ella.

La Dra. Danvers había vuelto, y lo había hecho por la noche, lo que solo podía significar una cosa. Le gustó probarme y quería repetir.

Cuando la vi aparecer, con esa falda que dejaba asomar sus piernas de infarto mi corazón se aceleró.

-Lena: Sabía que volverías...

Ella se quedó callada, sin decir nada, mirando cómo friccionaba mi miembro hasta conseguir una erección. Y cuando estuve lista para ella, cerró la puerta tras de sí, dejando caer sus bragas al suelo y se acercó más a mí.

-Kara: Póntelo, no quiero sorpresas - dijo, dándome un condón

Se lo quité de las manos, abrí el envoltorio con los dientes y sin perder más tiempo me lo coloqué, rodándolo por toda mi extensión.

A mi señal ella se acercó y se colocó sobre mí, apoyando sus piernas a ambos lados de mi cuerpo. La sentí acercar mi miembro erecto a su entrada y empezó a introducírselo muy despacio, haciéndome sufrir con el contacto.

Luego se movió un poco hasta que consiguió acomodarlo completamente en su interior y me alegró saber que no necesitó de mi ayuda, pues esta vez mi miembro encajó perfectamente en ella.

Entonces empezó a moverse sobre mí, primero con movimientos lentos y subiendo la intensidad poco a poco. Me dejé llevar durante un rato, disfrutando de su humedad envolviendo mi erección.

Estaba cada vez más excitada y no pude aguantar mis ganas de tocar sus pechos, así que deslicé mis manos por debajo de su blusa. Pero ella me volvió a frenar, quejándose.

-Kara: No, Luthor

-Lena: ¿Por qué? Quiero tocarte...

-Kara: No quiero que lo hagas

-Lena: Pues tócame tú... - dije, sujetando sus manos y poniéndolas sobre mis pechos

-Kara: ¡No! - dijo, apartándolas, mientras seguía moviéndose sobre mí. Casi sin mirarme.

-Lena: ¿Por qué?

-Kara: ¿Qué?

-Lena: ¿Por qué no quieres tocarme?

-Kara: Porque no me interesan tus pechos. No me atraen las mujeres - dijo, seria

¿Acaso estaba ciega? ¡Se estaba follando a una! ¿O acaso pensaba que mi miembro era un ente independiente que no formaba parte de mi persona?

-Lena: ¡Pues apártate de mí! - dije, empujándola, ofendida

-Kara: ¿Qué haces? - dijo, sujetándose fuerte, rodeando mi cuello- ¿Acaso no te apetece?

-Lena: Si. Pero así no

-Kara: ¿Qué quieres decir?

-Lena: Acabas de decirme que no te atraen las mujeres, así que yo tampoco debería atraerte. ¿Por qué estás aquí otra vez? ¿Qué quieres de mí?

-Kara: Quiero disfrutar de lo que tienes entre las piernas - susurró en mi oído

Y entonces lo supe. Si tenía alguna duda de si podría atraerle como mujer había quedado resuelta con esa última frase, lo cual me pareció muy egoísta por su parte.

Estaba claro que solo le interesaba lo que tengo entre las piernas, ella misma me lo acababa de confesar, confirmando mis sospechas.

Pero sí se pensaba que me iba a pasar las noches mirándola mientras 'abusaba' de mí, disfrutando de mi erección estaba muy equivocada.

No lo permitiría. No volvería a permitir que me lo hiciera otra vez. Esta noche también quería divertirme, así que actué.

Sin pensármelo mucho la sujeté por las caderas y, aunque me apartó las manos bruscamente, volví a sujetarla. Esta vez con más fuerza.

La Dra. Danvers se iba a enterar de lo mucho que podía disfrutar conmigo. La levanté a horcajadas, sin salirme de ella, y la empotré contra la pared, sin contemplaciones.

-Kara: ¡Joder! ¿Qué haces?

-Lena: ¿No has dicho que quieres disfrutar de lo que tengo entre mis piernas? ¡Pues prepárate! - amenacé

Volví a embestirla y ella gimió muy fuerte. Después gritó y me golpeó, intentando que la soltase, pero no tenía ninguna intención de hacerlo.

Sí quería disfrutar de mi miembro lo haría, con todas sus consecuencias. Ella me había atacado donde más me dolía, el orgullo y quería enseñarle lo que pasaba cuando jugaban con mis sentimientos.

La embestí varias veces más, mientras se quejaba. Y de pronto me frené, dándome cuenta de lo que estaba haciendo. Yo no era así. Esto no estaba bien.

-Lena: Lo siento, yo... ¿Estás bien?

-Kara: No. Suéltame

-Lena: Perdóname... - dije, aún dentro de ella- No pretendía...

-Kara: Luthor, suéltame ahora mismo

-Lena: Déjame arreglarlo. Yo... Déjame que te haga disfrutar esta noche. Por favor... - dije, mirándola, fijamente a los ojos

-Kara: ¿Así pretendes hacerme disfrutar? ¿Haciéndome daño?

-Lena: Lo siento... No quería hacerte daño. Yo solo... Dame una oportunidad, te aseguro que no te arrepentirás

-Kara: Está bien. Pero ¿Podrías ser más suave?

-Lena: ¿Más suave? - pregunté, confundida- Yo siempre follo duro

-Kara: Pues no me gusta. Y si esa es tu intención te pido que me sueltes ya - dijo, intentando apartarme

-Lena: No, espera. Está bien. Seré más suave, lo intentaré por ti. ¿Me dejas probar?

La Dra. Danvers se quedó mirándome y después se aferró de nuevo a mí, cruzando sus brazos por detrás de mi cuello y rodeando la parte baja de mi espalda con sus piernas.

-Kara: Si, hazlo...

A su señal empecé a embestirla suave y ella empezó a gemir. Así que seguí, conteniéndome por ella, haciéndola disfrutar, hasta que la escuché gemir más fuerte y mi excitación se disparó.

Comencé a embestirla más duro, golpeando su espalda contra la pared. Pero ella no se quejó, así que seguí, dándolo todo. Hundí mi cara en su cuello, y empecé a besárselo mientras sacudía su cuerpo como si no hubiera mañana. La Dra. Danvers clavó sus uñas en mi espalda en cada embestida, gritando de placer y enloquecí.

Cuando estaba a punto de venirme me la follé aún más duro, como una salvaje, y poco después sentí sus paredes contraerse contra mi miembro. Apenas la escuché gritar llegando al orgasmo, me relajé, explotando en su interior. Cruzamos miradas y sentí el impulso de besarla, pero ella habló.

-Kara: Suéltame... - dijo, seria

Desconcertada por su gesto serio, la solté, saliéndome de ella. Me quité el condón, anudándolo y lo tiré al suelo. Ella se quedó mirándome en silencio, parecía exhausta. Pero ¿estaría satisfecha? A juzgar por cómo se retorció de placer con cada una de mis embestidas diría que lo disfrutó. Pero viendo su expresión de ahora ya no estaba tan segura. Aunque a lo mejor solo se sentía avergonzada por haber perdido el control.

Buscó sus bragas en el suelo, y se las puso, acomodándose la falda después. Peinó su cabello con sus dedos y luego se agachó para recoger el condón usado, marchándose sin decir una palabra.

Por lo menos esta vez no se había marchado molesta conmigo, después de gritarme. Aunque qué lo hubiera hecho en silencio no sé si fue bueno o malo. Y ahora no dejaba de preguntarme si habría una tercera vez.

Cuando se cerró la puerta me tiré de espaldas sobre el colchón, y cerré los ojos, recreándome con lo que acababa de pasar. Llevé mi mano a mi miembro, y empecé a estimularlo otra vez, mientras sus gemidos resonaban en mi cabeza.

Quizás no fue capaz de expresarlo con palabras, pero su cuerpo me lo dijo todo, la Dra. Danvers lo había disfrutado.

Y esperaba que volviera rogándome más.

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