10- Placer culpable
Viernes, 16 de octubre de 2020
KARA
Estaba en la sala de descanso, haciendo mi último turno de noche de la semana.
Las dos últimas noches no pude evitar volver a las andadas con Luthor y acabé en el pasillo junto a su puerta escuchando como se masturbaba al otro lado.
Había algo en su rutina nocturna qué me atraía como un imán. Era incapaz de dejar de escuchar sus gemidos.
Cada noche, de madrugada, caminaba por el pasillo dejándome guiar por esos gemidos que sonaban a puro placer y me quedaba junto a la puerta escuchando lo mucho que disfrutaba. Incluso desde el otro lado era capaz de sentir su excitación.
Solía apoyarme de espaldas en la puerta y cerraba los ojos, imaginando su mano estimulando su miembro y de pronto imaginaba qué era yo quien lo hacía.
Después cruzábamos miradas y me encontraba con sus ojos, de un tono verde intenso y llenos de deseo y no podía evitar subir el ritmo, haciéndola gemir muy alto.
Entonces se disparaba mi excitación y seguía estimulando su miembro erecto, cada vez más rápido hasta que notaba que estaba a punto de venirse y la escuchaba gritar al otro lado al llegar al orgasmo, mientras un escalofrío recorría mi espalda.
A veces tenía tentaciones de tocarme mientras ella lo hacía. Pero no quería que las cámaras de vigilancia me captasen haciendo algo tan inapropiado. O peor aún, que algún guardia haciendo su ronda, me descubriera en plena acción.
Luthor era tan intensa que no podía evitar preguntarme por qué tenía que conformarme con imaginármelo cuando lo más fácil sería entrar en su habitación y cumplir mis fantasías.
A quién quería engañar, quería masturbarla hasta dejarla seca. Pero no era ético, como su médico nuestra relación debía seguir siendo estrictamente profesional.
Luthor había hecho muchos progresos durante la semana, así que debía olvidarme de actuar dejándome llevar por mis impulsos y volver a centrarme, antes de que la situación se descontrolase aún más. No debía excederme de mis límites. Pero tenía tantas ganas de hacerlo...
Habíamos estado hablando durante toda la semana de Diana, y por lo visto la mitad de las horas que tenía el día lo pasaban teniendo sexo.
Siempre tenían una excusa para el sexo, no importaba sí estaban en la intimidad de su apartamento o en algún sitio público. Y por lo visto tampoco les importaba que hubiera público observándolas.
Ellas directamente desconectaban, se abstraían del resto y disfrutaban de la unión de sus cuerpos sin ningún pudor.
Era increíble la pasión con la que me contaba todos aquellos recuerdos, unos recuerdos que parecían muy vivos, pues a pesar de su medicación Luthor manifestó algunos indicios de erección en un par de sesiones.
Incluso yo me excitaba solo de escucharla, y no podía dejar de imaginármelas en mi cabeza.
Llevaba toda la semana pensando en sexo y, cuando me tocó el turno de noche, no pude evitar acabar frente a su puerta escuchándola gemir mientras se masturbaba.
Me quedé a escucharla el primer día, el segundo y estaba a punto de hacerlo por tercera vez. Pero es que era incapaz de resistirme.
Miré el reloj, y era la hora. Probablemente Luthor ya estaría despierta, disfrutando de su rutina nocturna. Dudé si debía salir al pasillo, pues llevaba dos días escuchándola y no sabía si una tercera vez sería lo más responsable por mi parte.
Pero no pude negarme, la sensación de excitación al escucharla gemir y ese escalofrío recorriendo mi espalda cuando gritaba al llegar al orgasmo eran adictivos, y quería experimentarlo una vez más, aunque eso en el fondo me hiciera sentir culpable. Era mi placer culpable.
Suspiré y salí caminando por el pasillo, mientras contaba mis pasos. Cuando llegué a su puerta me frené y empecé a escucharla.
Cerré los ojos y volví a imaginarme cómo sería la escena. Sus gemidos eran cada vez más fuertes y seguidos, así que supe que estaba a punto de terminar. Pero no me importó, porque llegué justo a tiempo para el orgasmo.
Además, Luthor se masturbaba varias veces cada noche, así que no había posibilidad de perdérmelo.
Cuando la escuché gritar llegando al orgasmo esperé, pues sabía que en cuestión de minutos empezaría de nuevo. Y así lo hizo, ella nunca fallaba. Unos minutos después escuché un suave jadeo y supe que ya estaba estimulándose otra vez.
Así que pegué mi espalda contra la puerta, y cerré los ojos, disfrutando del poder de mi imaginación mientras la escuchaba gemir.
Jadeé, intentando controlar mi respiración, pero mi corazón empezó a acelerarse a medida que escuchaba las reacciones a sus estímulos.
Luthor empezó a gemir cada vez más alto y supe que había empezado a subir el ritmo. Y, cuando volvió a llegar al orgasmo, un nuevo escalofrío recorrió mi espalda.
Estaba completamente enganchada a esta sensación, era casi como una obsesión.
De pronto sentí la necesidad de verla en acción, necesitaba comprobar con mis propios ojos de qué manera se masturbaba para gemir así, con esa intensidad.
Pero sobre todo me moría por ver las caras de placer que acompañaban a esos orgasmos tan escandalosos.
Esperé unos minutos y cuando la sentí jadear acerqué mi credencial para desbloquear la puerta y la abrí.
Entonces vi a Luthor, sentada sobre la cama, con las piernas cruzadas y su miembro erecto entre sus manos. Como acto reflejo ella se frenó al verme y torció el gesto.
Me quedé observándola desde el umbral de la puerta durante varios segundos.
Aún intentaba recuperarme del shock al comprobar el tamaño de su miembro. Era incluso más grande de lo que me había imaginado, y eso que fui generosa en mi imaginación.
Observé qué tenía la camiseta mojada y al principio pensé que sería sudor. Estaba segura de que Luthor se masturbaba con mucho entusiasmo.
Pero al fijarme bien noté que algunas de las manchas eran un tanto sospechosas, así que supuse que también podrían ser de semen.
Al fin y al cabo, si Luthor explotaba como yo imaginaba que lo hacía no era muy difícil ensuciarse.
Cuando entré, ella permaneció inmóvil, mirándome, con su miembro entre sus manos.
-Kara: Sigue
-Lena: ¿Qué?
Ya estaba aquí, no pensaba irme sin verla disfrutar de su rutina nocturna.
-Kara: Hazlo, quiero verte
Me miró con desconcierto y después agachó la cabeza para fijar su atención en su erección.
-Lena: ¿Quieres verme mientras...?
-Kara: Si
Dudó un par de segundos y después empezó a masturbarse. Aunque noté cierta vacilación en sus movimientos y no entendía muy bien por qué. ¿Incomodidad, quizás?
-Kara: ¿Te incomoda que te mire?
-Lena: No - dijo, empezando a estimularse con más empeño
Luthor clavó sus ojos en mí y me mantuvo la mirada mientras se masturbaba con ganas.
Me quedé ahí de pie, observándola y auto-convenciéndome de que esto no estaba mal. Intenté mentalizarme de que se trataba de un análisis de comportamiento rutinario para evaluar sus impulsos nocturnos y que no había nada de morboso en aquello. Era un análisis totalmente inocente y sin ninguna connotación sexual.
Pero cuando la sentí subir el ritmo, me excité tanto que supe qué me estaba engañando a mí misma.
No había nada de inocente ni de rutinario en aquella acción, excepto porque era la rutina nocturna de Luthor.
Pero esta noche no se trataba de trabajo, yo no estaba aquí como médico. Esta noche estaba aquí por puro placer. Hacía tiempo que deseaba ver a Luthor disfrutar, para mi deleite, y no para redactar aburridos informes médicos.
Esta noche ella estaba a mi completa disposición, ofreciéndome el mejor espectáculo que podría haber imaginado cuando me conformaba con escucharla gemir desde el otro lado de la puerta.
Luthor estaba frente a mí, a un metro de distancia, como mucho, compartiendo ese momento de intimidad conmigo.
Escuché perfectamente sus jadeos y gemidos, ahogándose en su respiración, agitada y entrecortada.
También pude escuchar el sonido de la fricción de su mano recreándose por toda la extensión de su miembro, con movimientos cada vez más rápidos y bruscos.
Me quedé mirándola durante unos minutos, totalmente paralizada, sin mostrar ningún signo de vergüenza por lo que estaba haciendo. Simplemente observándola.
Sabía que era inadecuado y muy poco profesional, pero no podía evitarlo. Mis pies estaban clavados en el suelo y mis ojos en los suyos.
No podía dejar de disfrutar de sus gemidos, cada vez más seguidos, esperando que llegase al tan ansiado orgasmo.
Entonces Luthor se mordió el labio, se llevó su miembro erecto hacia sí, escondiéndolo bajo su camiseta y se inclinó, gimiendo fuerte al mismo tiempo que explotaba de placer.
Después se echó de espaldas sobre el colchón, exhausta y observé cómo su camiseta se humedecía de dentro hacia fuera al contacto con su piel, mostrando las evidencias de lo que acababa de ocurrir.
Y me quedé completamente impactada al comprobar que Luthor había eyaculado sobre sus propios pechos. ¿Acaso era algún fetiche sexual? Me quedé paralizada, mientras sentía como mis piernas temblaban por los nervios.
Luthor estaba tan extasiada qué no creo que fuera consciente de que seguía allí, mirando su miembro ahora totalmente relajado. Ese que me moría de ganas por volver a erguir con mis propias manos.
De pronto empecé a sentirme incomoda con la situación así que salí al pasillo y me apoyé de espaldas contra la pared.
Respiré hondo, intentando tranquilizarme. Sentí mi corazón acelerado y tenía la sensación de que se me saldría por la boca en cualquier momento. Aunque eso era imposible porque también lo sentía palpitar en otra zona.
Cerré la puerta de la habitación y me dirigí al aseo, en un intento desesperado por calmar mi agitación e intenté reponerme echándome un poco de agua fresca sobre mis mejillas sonrojadas y en mi nuca.
Después me di cuenta de que había empapado mis braguitas y ni siquiera fui consciente de cuando pasó, aunque tenía mis sospechas de qué ocurrió después de ese último orgasmo.
Me subí un poco la falda y deslicé mis braguitas hasta las rodillas. Después utilicé una toallita para limpiar mi zona íntima y, con ello, las evidencias de mi excitación.
Apenas noté el contacto sentí que estaba demasiado sensible y no pude evitar tirar la toallita al suelo y deslizar un par de dedos en mi interior. De todos modos aquí no podía verme nadie.
Apoyé mi espalda contra la pared y me masturbé con ganas, moviendo mis dedos cada vez más rápido, recreándome en mis sensaciones. Cerré los ojos y me imaginé las caras de placer de Luthor acompañadas de sus gemidos, que ahora se ahogaban con los míos, y eso me estaba volviendo completamente loca.
Solo necesité unos minutos para venirme y, cuando lo hice, me limpié y me acomodé la falda. Me puse frente al lavado y abrí el grifo, para refrescarme y lavarme las manos.
Suspiré, mientras me miraba al espejo, intentando fingir que nada de esto había pasado. Después salí, con paso firme, cruzando el pasillo. Y, cuando llegué a la puerta de Luthor, la volví a escuchar gemir. Esta mujer era realmente insaciable.
Hice el amago de continuar mi camino, pero no podía. No podía dejar de escucharla. Intenté reaccionar, dando unos pasos por el pasillo, alejándome de su habitación, pero mis impulsos me obligaron a volver sobre mis pasos para disfrutar de su rutina nocturna una vez más.
Entonces me acerqué a la puerta y la volví a abrir, sin poder hacer nada por evitarlo.
Observé a Luthor, en su postura habitual, y cuando cruzamos miradas mi excitación volvió a dispararse. Sus ojos verdes ahora brillaban más que nunca y de pronto sentí la necesidad de ir más allá.
-Lena: ¿No has tenido suficiente? - dijo, quejándose
-Kara: No...
Pensé que había tenido suficiente viendo cómo se masturbaba, pero cuando desvié mi mirada hacia su miembro erecto fue mi perdición.
Ahora necesitaba sentirlo en mi mano, y ser yo quien lo estimulase.
Entré, cerrando la puerta tras de mí, con muchas dudas de lo que estaba a punto de hacer, pero con demasiadas ganas de hacerlo.
Ahora solo estábamos ella y yo, en la oscuridad de su habitación. Una oscuridad que resultó ser de lo más conveniente para mí.
Me acerqué, guiándome por la poca luz que la noche dejaba entrar por la pequeña ventana. Era una luz tenue, lo suficientemente débil como para no sentirme incomoda.
Luthor se sentó en el borde de la cama, separando ligeramente sus piernas, esperando por mí, en silencio. Cuando la tuve enfrente me puse muy nerviosa, pero traté de ocultarlo. Alcancé su miembro y ella se tensó al contacto. Después empecé a deslizar mi mano por toda su extensión, sintiendo como se endurecía aún más. Cerré los ojos y seguí, subiendo el ritmo, hasta que escuché a Luthor soltar un gemido y reaccioné, frenándome.
-Lena: ¡Eh! ¿Por qué paras?
-Kara: Lo siento, yo... Esto no es apropiado. No debería...
-Lena: ¿Qué no deberías? ¿Y qué si no es apropiado? - dijo, molesta- ¿Acaso crees que puedes calentarme y dejarme así?
-Kara: ¿Así...?
Luthor sujetó mi mano y la presionó contra su miembro, completamente erecto.
-Kara: ¿¡Qué haces, Luthor!?
Me quejé, apartando mi mano.
-Lena: ¡Vamos, sé que tú también lo estabas disfrutando!
-Kara: ¿Qué? ¡No!
Mentí. Sí que lo estaba disfrutando. Y lo peor es que ahora no podía dejar de imaginar cómo se sentiría su miembro dentro de mí. Pero no podía seguir. No debía.
-Lena: Mientes, puedo oler tu excitación...
-Kara: ¿Qué?
Luthor me rodeó por la cintura y me acercó a ella, pegándome contra su cuerpo.
-Lena: Sé que tus bragas están empapadas - susurró en mi oído, mientras deslizaba sus manos, acariciando mis muslos - Quítatelas, y divirtámonos...
-Kara: No...
Me aparté, nerviosa.
-Lena: Vamos preciosa, no seas tímida. Sé que te mueres por probar lo que tengo entre mis piernas. Y yo estoy preparada para follarte bien duro sí me dejas - dijo, mordiéndose el labio
Sus palabras, tan directas, me estaban incomodando y excitando al mismo tiempo. Realmente deseaba hacerlo, pero me asustaba perder el control. Y sabía que si cedía estaría perdida.
-Kara: Yo...
Observé su erección y era demasiado tentadora para negarle la entrada. Así que decidí ser más impulsiva y deslicé mis braguitas por mis piernas, quitándomelas. Después me acerqué a Luthor, mientras me subía ligeramente la falda.
Ella esbozó una sonrisa, como una celebración anticipada. Rodeé su cuello con mis brazos y después la envolví con mis piernas, colocando una a cada lado de su cuerpo, sintiendo el roce de su erección en mi centro. Sujeté su miembro con una mano, acariciándolo y lo acomodé en mi entrada, con muchas dudas de sí me entraría, pues en las distancias cortas se veía incluso más grande.
-Lena: Espera, ¿sin condón?
-Kara: ¿Qué? Yo no...
-Lena: No importa, terminaré fuera
Dudé un par de segundos y Luthor me rodeó con sus brazos, acercándome más a ella y haciendo qué su miembro entrase en mí, pero solo hasta la mitad. Y fue un tanto vergonzoso.
-Kara: Mierda...
Me moví un poco, intentando que la penetración fuera completa, nerviosa por si no lo conseguía.
-Lena: No te preocupes, suele pasarme. Deja que te ayude
Noté sus manos en mis caderas, empujando con firmeza, hasta que consiguió que me entrase por completo. Y cuando lo sentí golpear contra mi fondo solté un grito.
-Kara: ¡Joder...!
-Lena: Lo sé... - sonrió, orgullosa
Pero no era un cumplido. Eso me había dolido, y mucho. Empecé a moverme despacio, notando como su miembro entraba y salía ligeramente de mí, acostumbrándome a su tamaño.
Cerré los ojos y me dejé llevar, sintiendo como el dolor iba disminuyendo para convertirse poco a poco en placer. Hasta que sentí las manos de Luthor por debajo de mi blusa intentando acariciarme y abrí los ojos, frenándola.
-Kara: Ni lo intentes
Ella sonrió a mi amenaza, levantando su ceja. Y su descaro me excitó aún más. Seguí moviéndome a un ritmo cada vez más rápido, sintiendo como toda su extensión me invadía una y otra vez, rozando mis paredes completamente húmedas por mi excitación. Luthor acompañaba mis movimientos, dándole un grado más de intensidad.
Poco después sentí las manos de Luthor en mi espalda y cómo me acercaba más a ella, pegándome a su cuerpo. Y escucharla jadear en mi oído me hizo enloquecer.
Estabamos tan cerca que pude sentir el roce de sus pezones a través de su camiseta y, aunque reconozco que me provocó cierta curiosidad saber cómo serían sus pechos, esta noche solo me importaba disfrutar de su extra.
Un extra que, como dijo Winn, era muy tentador y al cual me fue imposible resistirme.
Después de unos minutos estaba tan exhausta qué tuve que dejarme caer sobre su cuerpo, apoyando mi cabeza en su hombro. Luthor me abrazó con fuerza y siguió moviéndose, haciéndome brincar sobre su miembro, mientras ambas gemíamos.
Escucharla me volvía loca, pero también necesitaba verla. Así que apoyé mis manos en sus hombros y me aparté ligeramente para poder contemplarla, mientras seguía disfrutando de su erección.
Cruzamos miradas y empecé a moverme más lento, recuperando el aliento y deleitándome con sus caras de placer. Sintiéndome orgullosa de ser yo la culpable de ello.
-Kara: ¿Te gusta?
-Lena: Sí... Pero quiero tocarte...
-Kara: No
-Lena: Joder, pues déjame empotrarte - dijo, haciendo el amago de levantarme
-Kara: ¿Qué? ¡No!
- Lena: ¡Está bien, como quieras!
Me puse firme con Luthor y parece que funcionó, porque no volvió a insistir y yo me alegré porque ni siquiera yo sabía lo que estaba haciendo. Y lo peor de todo es que no sé cómo podré ser capaz de mirarla a la cara por la mañana.
Decidí no pensar en ello y cerré los ojos, subiendo el ritmo. Luthor empezó a gemir cada vez más seguido y yo con ella. La acompañé con mis gemidos, ahogados en los suyos, disfrutando de lo que parecían nuestros últimos momentos de placer.
Al menos en mi caso sentía que en cualquier momento me desmayaría.
-Lena: ¡Vamos, tengo que salirme! - dijo, de repente
-Kara: ¿Qué? ¡No!
-Lena: ¡Sí, estoy a punto de venirme!
-Kara: ¡Aguanta, ya casi estoy!
-Lena: ¡No puedo...!
-Kara: ¡Sí, puedes!
Empecé a moverme más rápido para terminar lo antes posible. Entonces sentí sus uñas clavándose en mi cadera y la observé, mordiéndose el labio, y supe que no aguantaría mucho más.
Así que aceleré el ritmo y la cabalgué más bruscamente hasta que no pude soportar más placer y acabé gritando al llegar al orgasmo.
Cuando conseguí reaccionar, intenté apartarme, pero Luthor me sujetó con fuerza, tensándose y derramándose en mi interior.
-Kara: ¡Joder, Luthor! - dije, apartándome y notando como su orgasmo caliente salía de mí, deslizándose por el interior de mis muslos- ¿De verdad no podías esperarte unos segundos más?
-Lena: ¡Te avisé! Te dije que...
-Kara: ¡No me hables! ¡No quiero escucharte ahora!
Me acomodé la falda, molesta, y cogí mi ropa interior del suelo, poniéndomela y marchándome de allí, cerrando la puerta.
Caminé por el pasillo, a paso ligero, mientras no podía dejar de pensar en lo que había hecho.
Entré al baño y me acerqué al lavabo. Abrí el grifo y subí mi falda, mojándome toda mi zona intima, ayudándome con las toallitas para llegar a todas las zonas. Cuando terminé de limpiarme, me volví a poner mis braguitas y acomodé mi falda.
Aún tenía el corazón acelerado por el orgasmo. Luthor había despertado en mi un deseo sexual que llevaba demasiado tiempo inactivo.
Y ahora no podía dejar de pensar en que quería repetir, pues me moría de ganas por volver a sentirme así.
Después de mi primera experiencia con el sexo, la cual no fue muy buena, nunca quise que ningún hombre me tocase. Renuncié al sexo y, hasta hoy, era feliz. Pero esta noche con Luthor lo sentí todo.
Ella me hizo sentir viva, deseada y el sexo fue... bueno, no creo que existan palabras en el diccionario lo suficientemente precisas para describir como fue.
Luthor sabía perfectamente cómo hacer disfrutar a una mujer y disfruté mucho más de lo que nunca imaginé que sería capaz.
Después de haber probado el placer sabía que ya no podría renunciar a el. Sabía que ya nunca podría volver a vivir sin sexo.
Luthor me ayudó a liberarme y consiguió que tuviera ganas de más. Pero no podía volver a hacerlo, no con ella.
Tenía claro que lo de esta noche no podía volver a repetirse.
LENA
Cuando la Dra. Danvers se marchó, molesta conmigo, no pude evitar sentirme mal.
De algún modo me sentía culpable por lo que había ocurrido, pero no pude hacer nada por impedirlo.
Cuando irrumpió en mi habitación y me obligó a masturbarme mientras me miraba me sentí violenta por un momento.
Pero después pensé que igual así conseguiría excitarla. Pensé que podría excitarla tanto qué acabaría siendo ella la que me masturbase.
Pero no ocurrió. Cuando terminé, se marchó sin decir nada. Supongo que solo se estaba divirtiendo, cual voyeur. Pero sin el más mínimo pudor de esconderse.
Parecía decidida a quedarse ahí, deleitándose con mi rutina nocturna. Y ¿quién era yo para negarle tal placer? Así que lo hice, con todo mi empeño, ofreciéndole el mejor espectáculo que podría haberse imaginado.
Y, parece que funcionó. Pues, contra todo pronóstico, volvió con ganas de más. Pensé qué querría probar, qué querría tocarme con sus propias manos. O quizás con su boca.
Pero cuando se acercó a mí, dejando caer sus bragas al suelo lo supe. La Dra. Danvers no quería estimularme, ni siquiera tenía pensado hacerme disfrutar con el sexo oral.
La Dra. Danvers había vuelto con un único propósito, sentir mi miembro erecto en su interior. Y yo estaba dispuesta a follármela.
Me senté en el borde de la cama, esperando que ocurriera y mi corazón se aceleró a medida que se acercaba a mí.
Cuando la tuve en frente no pude evitar sujetar sus caderas, pero ella me apartó. En ese momento no le di importancia y dejé que se acomodara sobre mí.
Apenas sentí mi miembro rozando su humedad me volví loca, y estaba deseando penetrarla. Por suerte no tardó en ocurrir, la Dra. Danvers lo sujetó con su mano, colocándolo en su entrada y cuando sentí su calor, envolviéndolo, me estremecí.
Noté qué estaba a medias y supongo que debió de ser una situación incómoda para ella, pero lo resolví rápidamente. No era la primera vez que me pasaba. Estar tan bien dotada también tenía algunos inconvenientes, pero siempre había solución.
En circunstancias normales la habría puesto a cuatro sobre el colchón para embestirla desde atrás. En esa postura siempre conseguía penetrarlas hasta el fondo, era un método infalible.
Pero la Dra. Danvers me importaba en cierta forma, así que no quería asustarla o causarle una mala impresión.
En vez de eso la sujeté por las caderas y me esmeré por conseguir que mi miembro se acomodase completamente en su interior.
Ella estaba muy excitada y su lubricación natural ayudó bastante a conseguirlo. Después comenzó a moverse sobre mí y cerró los ojos, recreándose en sus sensaciones.
Sentir su vaivén me hizo tener el impulso de tocarla, quería acariciar sus pechos desnudos así que no perdí más tiempo y deslicé mis manos por debajo de su blusa, con delicadeza. Pero en cuanto notó mi presencia me apartó las manos, bruscamente.
Entonces me amenazó y yo no pude evitar sonreír. Adoraba a las mujeres con carácter y, aunque me gustaba llevar el control de la situación, qué fueran capaces de imponerse y darme ordenes me volvía loca.
La Dra. Danvers continuó moviéndose sobre mí y yo subí el ritmo, acompañándola.
Me excitaba tanto hacerla disfrutar que no pude evitar hacerla brincar sobre mí durante un buen rato, disfrutando de sus gemidos y sus caras de placer, mientras sentía mi miembro completamente empapado por su excitación.
Sujeté su espalda y la pegué más a mí, buscando el contacto y jadeé en su oído al sentir como su cuerpo se estremecía. Pero necesitaba más, necesitaba sentir el contacto de su cuerpo desnudo y estaba dispuesta a arrancarle la blusa si era necesario.
Estaba deseando hundir mi cara en sus pechos, disfrutar de sus pezones y saborearlos entre mordiscos.
Entonces la Dra. Danvers se inclinó, apoyando su cabeza en mi hombro. Parecía que empezaba a tener dificultades para respirar porque sus gemidos eran cada vez más ahogados.
Y saber que yo era la razón de su agotamiento físico me encantaba, así que gemí con ganas, para que supiera lo mucho que estaba disfrutando esta noche de su compañía.
Después se apartó ligeramente y cruzamos nuestras miradas. Empezó a moverse lento, haciéndome sufrir. Pero, al mismo tiempo, eso me volvió completamente loca.
Y sabía que ella era consciente, pues en mi situación me resultaba imposible ocultar mis caras de placer. Pero aun así no pudo evitar preguntarme si me gustaba, y claro que me gustaba.
Pero necesitaba más. Necesitaba sentirla entre mis brazos, necesitaba tocarla, acariciarla. Le supliqué que me dejase tocarla, pero se negó. Entonces sujeté sus caderas, deseando tomar el control, y le pedí que me dejase empotrarla. Pero también se negó.
Reconozco que quizás no fui demasiado delicada en mi petición, pero en ese momento era lo que mi cuerpo me pedía.
Me moría de ganas por sujetarla por las caderas y levantarla a horcajadas para penetrarla, empotrándola. Quería escucharla gemir, mientras golpeaba su espalda contra la pared con cada una de mis embestidas.
Pero no me dejó hacerlo. Y, aunque podría haberlo hecho si quisiera, no quería forzarla.
No quería que el sexo fuera así, no con ella. Necesitaba causarle buena impresión, necesitaba dejarla con ganas de más, para que quisiera repetir conmigo otra noche. Y ojalá que fueran varias noches más.
De pronto sentí que estaba a punto de venirme, y la avisé, para salirme. Pero ella me pidió que aguantase un poco más y, aunque no podía más, no pude negarme.
Nunca me perdonaría dejar a medias a una mujer como ella. Nunca lo hice con ninguna mujer. Así que me concentré, haciendo lo posible por retrasar mi orgasmo, dándole tiempo a ella para que llegase.
Pero la Dra. Danvers no me lo puso nada fácil. Comenzó a cabalgarme como si no hubiera mañana y yo ya estaba demasiado sensible para aguantar esos ritmos.
Me sentí a punto de explotar y cuando la escuché gritar de placer, la sujeté con fuerza y la acompañé con mi orgasmo.
Cuando me recuperé del éxtasis volví a la realidad, dándome cuenta de lo que había pasado.
La Dra. Danvers apuró tanto qué no le dio tiempo a salirse de mí y acabé corriéndome en su interior.
Y, aunque reconozco que fue agradable vaciarme en ella, después de eso la situación se volvió muy violenta.
Ella empezó a reprochármelo y yo intenté disculparme, pero estaba tan molesta que no quiso escucharme y se marchó de aquí, sin decir nada más.
Acomodé mi miembro en el bóxer y me tumbé de espaldas sobre el colchón, mirando al techo.
Después de lo ocurrido esta noche no sabía que pensar, no estaba segura de sí la Dra. Danvers sentía atracción por mí o sí solo me había utilizado para aliviarse.
Cuando me masturbé frente a ella pude notar su excitación, así que en el fondo tenía parte de culpa de lo que pasó minutos después. Pero no fue como me imaginé que sería.
Cerré los ojos y visualicé el momento, analizando lo ocurrido, y enseguida comprendí que esa mujer solo me había utilizado para satisfacerse.
Seguramente solo tenía intención de probar lo que tengo entre mis piernas, cómo habían hecho otras tantas mujeres que se acercaban a mí por el morbo de mi condición.
Igual fui un poco ingenua por pensar que podría gustarle como mujer. Pero esta noche había quedado demostrado que no tenía ningún interés en mí.
No me dejó tocarla, no me permitió acariciarla, ni siquiera pude besarla... Ella llegó con la clara intención de follarse mi miembro, no tenía ningún interés en acostarse conmigo.
Cuando le pedí que parase me suplicó que siguiera y seguí. Supongo que fui una estúpida, pues a ella solo le interesaba disfrutar de mi erección hasta llegar al orgasmo.
Ni siquiera se preocupó por cómo me sentía. Me preguntó si me gustaba, esa es la verdad, pero ahora empiezo a pensar que simplemente lo hizo por cortesía, para no sentirse mal consigo misma por estar 'abusando' de mí de aquel modo.
Tampoco se preocupó por las consecuencias de sus actos. Me exprimió todo lo que quiso y cuando no lo aguanté más y exploté, solo recibí reproches por su parte.
Estaba muy molesta conmigo, pero yo no tuve la culpa. Aguanté todo lo que pude por ella, pero soy humana. Y, aunque sentí mucho lo sucedido, no me merecía ese trato por su parte.
Después de aquello ya no sabía sí quería volver a pasar otra noche con la Dra. Danvers, ya no sabía si quería volver a tener sexo con esa mujer.
Disfruté mucho de su compañía, no lo negaré, pero no es como imaginé que sería. Nunca imaginé que la Dra. Danvers sería tan ruin de aprovecharse de mí debilidad por ella. De mis ganas de sentirla, de mis ganas de hacerla mía.
Suspiré, pensando en lo que podría haber sido y no fue, dándome cuenta de que a esa mujer en realidad yo no le interesaba lo más mínimo.
Es probable que solo quisiera probarme y que ahora no quisiera volver a hacerlo nunca más. Pero ¿Y sí volvía...?
No sería la primera vez que una mujer quiere repetir conmigo. ¿Sería capaz de resistir la tentación, entonces? Probablemente no.
Si la Dra. Danvers volvía a mi encuentro en las próximas noches sería incapaz de negarle mis atenciones. Me sentía vulnerable a ella y sabía que podría hacer conmigo lo que quisiera.
Y, aunque sé que podríamos divertirnos mucho, también era consciente de que cuantas más noches disfrutase de su compañía más me engancharía a ella. Y sabía que eso al final acabaría conmigo.
Siempre me gustó el sexo y pensé que esa mujer podría ser una víctima más de mis juegos de seducción. Pero nunca imaginé que sería ella la que acabaría jugando conmigo.
Domingo, 18 de octubre de 2020
ALEX
Desperté y preparé el desayuno para llevárselo a Sara a la cama.
Me había quedado toda la semana en su apartamento, para cuidar de ella. Además, cuando supe que aún no había empezado a preparar la habitación de los bebés, a un par de semanas del parto, no pude evitar ofrecerle mi ayuda.
Ella me dijo que lo tenía casi todo comprado. Pero que con el trabajo en el bufete no había tenido tiempo, ya que el poco tiempo que tenía libre lo pasaba con su hijo. Y no podía reprochárselo porque yo hubiera hecho lo mismo.
Estaba de vacaciones así que no tenía nada mejor que hacer con mi tiempo que ayudar a Sara. Por suerte ella aceptó mi ayuda.
Durante la semana aproveché para pintar la habitación y, como las pinturas no eran tóxicas, le pedí ayuda al pequeño Alex.
Sara había comprado azul y rosa, me dijo que su intención era pintar las paredes de la habitación a dos colores y me pareció buena idea.
Mientras pintaba una de las paredes me di cuenta de que Alex era muy creativo, pues no pudo evitar dejar sus huellas por todas partes. Y yo lo único que podía hacer era ir tras él pintando encima para arreglarlo.
Al final cedí y le dejé una pared para que pudiera expresarse libremente, mientras yo seguía pintando las demás paredes de la habitación.
Cuando estaba casi terminando Sara se asomó para ver que tal lo llevábamos y se echó a reír cuando se dio cuenta de que todas las paredes estaban perfectamente pintadas de azul y rosa. Todas menos una.
La pared en la que dejé trabajando al pequeño Alex estaba llena de huellas de sus manitas en color azul, rosa e incluso morado, pues en algún momento debió de experimentar mezclando ambos colores.
Le dije a Sara que lo arreglaría en cuanto el niño se fuera a dormir, y así lo hice, cuando Alex se acostó pinté la pared entera de azul, y dejé la habitación perfecta.
Al día siguiente empecé a montar algunos muebles, centrándome primero en las cunas, pues era lo más urgente, y después coloqué también el cambiador.
Me pasé los últimos días decorando toda la habitación y colocando todas las cosas que Sara había comprado para los bebés.
Era domingo, así que en principio nos quedaba toda la semana antes de que nacieran los mellizos. Pero sabiendo que ya estaba todo listo me quedaba más tranquila.
Además, así aprovecharía esta semana para cuidar de Sara, pues los últimos días la pobre había estado con muchas molestias.
-Alex: ¿Cómo te encuentras hoy?
-Sara: Fatal... Apenas pude dormir. No conseguía encontrar la postura
-Alex: Lo siento... ¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas mejor?
-Sara: Sí, ven a la cama - dijo, dando unos golpecitos en el colchón- Quédate y desayuna conmigo
-Alex: Esta bien, pero porque Alex aún está dormido - dije, quitándome los zapatos y sentándome en la cama junto a ella, quitándole una manzana de la bandeja que le había traído
-Sara: ¡Auch! - dijo, quejándose
-Alex: ¿Qué pasa? ¿Estás bien...?
-Sara: Sí, creo que los mellizos se han despertado
-Alex: ¿Despertado?
-Sara: Sí - sonrío- Ven... pon tu mano aquí- dijo, sujetando mi mano y poniéndola sobre su vientre.
Cuando los sentí moverse fue una sensación muy extraña pero agradable al mismo tiempo y no pude evitar emocionarme.
-Alex: ¡Dios esto es... ! ¡Sara, ellos están ahí...! - dije, desviando la mirada, intentando contener las lágrimas
-Sara: Oh... ¿Te emocionaste? - dijo, sujetando mi barbilla para que la mirase - Alex... ¿Estás bien, cielo?
-Alex: Sí... es sólo que... debe ser una sensación increíble ¿Verdad? Sentir cómo están ahí dentro, haciéndose notar
-Sara: Sí... Sobre todo después de un día agotador, es muy reconfortante sentirlos. A veces me imagino que están jugando juntos
-Alex: Tienen mucha suerte de que seas su madre. Aún no nacieron y ya los adoras
-Sara: Sí, no sabes las ganas que tengo de tenerlos entre mis brazos... - dijo, sujetando mi mano- Gracias Alex, gracias por todo. Nunca pensé que estaría compartiendo esto contigo
-Alex: Estoy encantada Sara. No sabes lo mucho que esto significa para mí. Yo... ojalá pudiera tener la oportunidad de sentirme cómo tú te sientes. Pero...
-Sara: ¿Pero? Alex, mírame - dijo, buscando mi mirada- Algún día lo harás, te quedarás embarazada y serás madre. Y sé que querrás a tus hijos más que a tu vida
-Alex: No sabes cuánto lo deseo. Siempre me imaginé con dos niñas. Me gustaría que se llevasen tan bien cómo nos llevamos Kara y yo. Que tengan esa conexión especial qué tenemos nosotras - sonreí, al imaginarlo- Pero ahora... no me veo capaz de hacerlo sola
-Sara: ¿Sola? Sí es eso lo que te preocupa yo estoy aquí contigo
-Alex: Ya sabes a lo que me refiero...
-Sara: Lo sé. Pero yo estoy dispuesta a apoyarte. Cuidaré de ti si hace falta - dijo, sonriendo- No me gustaría que sigas retrasándolo Alex. Quiero que seas feliz y sé que ser madre es lo que más deseas en esta vida
-Alex: Sí...
-Sara: Además, adoras a los niños y sé que serás una madre estupenda. ¿O acaso crees que no me di cuenta de cómo babeas con Alex?
-Alex: Tienes razón - dije, sonrojándome- Adoro a ese niño, pero es inevitable. Rubio, ojos azules... me ha robado el corazón - sonreí- Cómo en su día lo hizo su madre
-Sara: Alex... - dijo, acariciando mi mejilla- quiero que sepas que cuentas con mi apoyo. Sí te asusta ser madre soltera yo estaré contigo durante todo el proceso
-Alex: ¿Harías eso por mí?
-Sara: ¡Claro! Tú estás cuidando de mí, después de años sin hablarnos. Incluso después de lo que te hice, no te lo merecías... - dijo, mirándome los labios y no pude evitar sentir un cosquilleo en el estómago - Lo siento, por todo el daño que te hice
-Alex: Sara yo... te quería. Te quería más de lo que debería haber querido a una mujer con la que apenas estuve saliendo unos meses. Y me hiciste daño, mucho daño
-Sara: Lo sé...
-Alex: Pero ya lo superé, y ahora no te guardo ningún rencor. Y estoy haciendo esto por ti, porque a pesar de todo aún me importas y me gusta verte así de feliz
De pronto el pequeño Alex entró como un torbellino en la habitación, saltando con la intención de subirse sobre la cama, pero no alcanzaba.
-Alex jr. ¡Mamá! ¡Mamá!
-Sara: Alex, ayúdale a subir - dijo y me acerqué a él, sujetándole en brazos para subirle con nosotras en la cama
-Alex jr. ¡Alex! - dijo, apuntándome con su dedito - ¡Quiero parque!
-Alex: ¿Quieres que vayamos al parque? - dije y Alex asintió- Supongo que no tendrás muchas ganas - dije, mirando a Sara- pero si te parece bien no me importa llevármelo un rato al parque. Prometo traerlo de vuelta sano y salvo
-Sarah: No, tranquila, estoy bien. Iré con vosotros. Me vendrá bien caminar un poco, con suerte saldré de cuentas antes de tiempo y podré acabar con esta tortura
-Alex: Estupendo ¿Has oído Alex? - dije, mirándole - ¡Nos vamos al parque!
-Alex jr. ¡Bien! - dijo, celebrando con los brazos en alto
Entonces no pude contener mis ganas y me bajé de la cama, sujetándole en brazos por encima de mi cabeza, y haciendo el avión con él. Empezó a reírse y eso me hizo sentir muy bien. Reímos juntos y después miré a Sara, y su mirada lo decía todo, estaba feliz.
KARA
Eran las seis de la tarde y estaba tumbada en la cama sin nada mejor que hacer que pensar en la noche que pasé con Luthor.
Aún me estaba recuperando de las consecuencias de nuestro encuentro fortuito. Pero lo disfruté tanto que no me importó.
Cuando me acomodé sobre ella, hundiéndome sobre su miembro me dolió mucho. No estaba preparada para semejante tamaño.
Pero no me quejé, mis ganas de tener sexo hicieron qué aguantase.
Por suerte no tardó en adaptarse a mí y cuando lo hizo empecé a disfrutar cómo nunca, dejándome llevar con movimientos cada vez más bruscos.
Llevaba toda la semana hablando con Luthor sobre Diana y eso se traducía en sexo, sexo y más sexo, y mi necesidad de sentir lo que Luthor tiene entre las piernas se hizo cada vez más evidente.
Así que esa noche, cuando abrí la puerta, estaba dispuesta a todo por conseguir cumplir mis deseos.
Aunque en el fondo estaba bastante asustada y por eso intenté hacerme con el control de la situación.
Por suerte ella se contuvo lo suficiente como para permitirme disfrutar de ese momento a mi manera. Aunque ojalá no hubiera terminado dentro de mí, pero la única culpable de eso era yo, por no haber llevado protección.
De pronto recordé que tenía que ir a la farmacia, así que hice un esfuerzo por despegar mi cuerpo del colchón y me vestí para salir a la calle.
Cuando llegué a la farmacia esperé mientras preparaban mi medicación, y me quedé observando una estantería con una amplia gama de condones y lubricantes.
En ese momento entró una anciana que se me quedó mirando y sentí un poco de vergüenza, pues de pronto me sentí cómo una pervertida sexual, o algo así debió de pensar ella.
A todo esto, no entendía porque estaba mirando condones, ni siquiera estaba pensando en tener sexo.
¿O sí...?
Lo que pasó el viernes estuvo mal y no tenía intención de repetirlo, pero... nunca está de más llevar protección ¿No? Solo por si acaso.
Eché un vistazo a mis opciones y me fijé en unos qué decía XXL y me pregunté sí le servirían a Luthor.
Supuse que sí, pues parecía el tamaño más grande. Pero quería asegurarme. Cuando noté que la anciana salió por la puerta le pregunté a un dependiente.
-Kara: Disculpe ¿Estos son los condones más grandes que tienen? - dije, mostrándoselos- Es que... no estoy segura de sí...
-Dependiente: No se preocupe señorita, es normal tener dudas - dijo, acercándose- ¿Podría darme una idea aproximada del tamaño? ¿Así...? ¿Más grande? - dijo, utilizando sus manos para calcular tamaños en el aire
-Kara: Yo diría que... - dije, alejando mis manos cada vez más - ¿Así...?
-Dependiente: ¿Tanto?
-Kara: Sí... - dije, sonrojándome- Y puede que un poco más...
-Dependiente: ¡Vaya! Es una mujer con suerte - dijo, riendo- Para ese tamaño necesitará estos - dijo, señalando la sección de 'especiales' - Los tienes clásicos, extrafinos, estriados, lubricados, de sabores, con efecto retardante...
De pronto me encontré con tantas opciones qué no sabía cuál elegir.
-Kara: ¿Retardante?
-Dependiente: Sí, hace que los hombres aguantemos un poco más antes de... ya sabe, eyacular
Y eso sonó muy interesante, pues si Luthor hubiera aguantado unos segundos más me habría dado tiempo a salirme antes de que decidiera correrse sin permiso dentro de mí.
-Kara: Esta bien, deme una caja de esos
Cuando me dio la caja empecé a revisar la parte trasera en busca de más información, pues eso del efecto retardante sonaba demasiado bien.
Por lo visto estaban lubricados con un 5% de benzocaína, que básicamente funcionaba como anestésico.
-Kara: Disculpe, deme también una caja de los extrafinos
Sí estaba planteándome anestesiar el miembro de Luthor lo mínimo que podía hacer era compensárselo con condones que la hicieran disfrutar a ella también.
Me acerqué al mostrador y pagué por mis medicinas y los condones, condones qué eran bastante caros por tratarse de 'especiales'.
Para no estar pensando en tener sexo con Luthor ahora tenía dos cajas de condones, con doce unidades en cada una. Pero no tenían cajas más pequeñas.
Ahora me sentía un poco estúpida, pues estaba casi convencida de que la mayoría de estos condones acabarían perdidos en un cajón, hasta que caducasen.
Caminé hasta el apartamento y cuando entré Nia estaba en el sofá. Me quité la chaqueta y la colgué en el perchero.
-Kara: ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías con Caitlin
-Nia: Sí, estaba. Fuimos al cine a ver el clásico del domingo y luego nos tomamos algo. Íbamos a cenar juntas, pero Kay la llamó porque no se encontraba bien
-Kara: ¿Su hermana? ¿Qué le pasa?
-Nia: Pues acabo de hablar con Cait y parece que es un virus estomacal. Pero se pondrá bien
-Kara: Menos mal
-Nia: ¿Y tú? ¿Fuiste a la farmacia? - dijo, mirando la bolsa que traía
-Kara: Sí, fui a recoger mis medicinas
-Nia: ¿Y qué quieres cenar? No tengo ganas de cocinar, pero podemos pedir algo
-Kara: ¿Comida china?
-Nia: Esta bien ¿Quieres dumplings?
-Kara: Sí, por favor - dije, soltando la bolsa sobre la mesa- Voy a darme una ducha rápida ¿Vale?
-Nia: Vale, iré pidiendo mientras tanto
-Kara: ¡Perfecto!
Me desnudé y me metí en la ducha, dejando que el agua caliente relajase todos mis músculos, qué últimamente estaban más tensos de lo habitual.
Observé algunas pequeñas marcas en mis caderas, y recordé cuando Luthor me clavó las uñas con fuerza. Estaba tan excitada en ese momento que ni lo noté.
Cuando me quedé a gusto, salí y me puse el albornoz. Empecé a cepillarme el cabello, deshaciéndome de los enredos, y después terminé de secarme. Me puse ropa cómoda y salí con Nia.
De pronto la vi a punto de curiosear en la bolsa de la farmacia que había dejado sobre la mesa, justo delante de su campo visual y corrí hacia ella para impedírselo.
-Kara: ¡Que torpe soy, me dejé aquí la bolsa! - dije, sujetándola, intentando que no se notase mi nerviosismo- Voy a dejar la medicación en el botiquín del baño, enseguida vuelvo- dije, desapareciendo a toda velocidad
No sé cómo pude ser tan estúpida de dejar ahí la bolsa, a su alcance, arriesgándome a que viera su contenido. Afortunadamente llegué a tiempo de impedírselo.
Dejé un frasco en el botiquín y otro me lo guardé en mi bolso. Después saqué los condones de la bolsa y miré a todas partes, pues no sabía dónde podría guardarlos.
Dejarlos en la mesita de noche sería demasiado obvio, y existía el riesgo de que Nia o incluso Alex, los encontrasen sin querer.
Y llevar todos en mi bolso me harían parecer una adicta al sexo, así que no era una opción.
Y, aunque nadie debería curiosear en el bolso de una mujer sin su consentimiento era algo que, por desgracia, ocurría más a menudo de lo que debería.
Al final decidí guardar las cajas en el cajón de mi ropa interior. Saqué un par de condones de los de efecto retardante y los guardé en mi bolso. Después escondí las cajas al fondo, debajo de todas mis braguitas y volví al salón con Nia.
NIA
Llamaron a la puerta y abrí, era el repartidor que nos traía la cena. Pagué y me acerqué a la mesa para colocarlo todo. Después me quedé mirando a Kara, aun en shock por lo que había visto en aquella bolsa.
No suelo ser una mujer curiosa pero cuando dejó la bolsa sobre la mesa pude intuir lo que me pareció una caja de condones, y de pronto se me hizo muy raro, pues Kara no tenía sexo desde hacía años.
De hecho, que yo sepa solo tuvo sexo una vez, la primera. Pero después de perder la virginidad no quiso acostarse con nadie más.
Aunque supongo que era normal, después de lo que ocurrió debía de sentirse muy avergonzada y, aunque intentaba mostrar qué no le daba importancia, nosotras sabíamos que no le gustaba su cuerpo y que eso le provocaba una enorme falta de confianza en sí misma.
Así que exponerse desnuda para intimar con un hombre no entraba en sus planes.
Supuse que tampoco serían para Alex y mucho menos para mí, pues mi hermana sabía qué lo de William acabó antes de empezar y qué ahora no estaba interesada en conocer a ningún hombre.
Así que no pude evitarlo, necesitaba descubrir sí realmente estaba viendo bien o si me había equivocado.
Eché un vistazo rápido, pero enseguida vino Kara corriendo hacia a mí, sujetando la bolsa con nerviosismo y llevándosela con ella.
Pero aun así pude ver lo suficiente para comprobar qué no solo era una caja de condones, sino que había dos.
¡Dos! ¿Kara se estaba acostando con alguien? ¿O tenía intenciones de hacerlo? A juzgar por la cantidad de condones que había en esa bolsa estaba claro qué mi hermana estaba interesada en tener sexo con alguien, si no lo estaba teniendo ya.
Me sorprendió, ya que cuando ocurrió lo de William dejó caer el tema de la abstinencia. Aunque luego la descubrí masturbándose en la ducha y su discurso perdió todo el sentido. Pero ahora... encontrarme con estos condones, claramente significaban sexo.
¿Y por qué tanto secretismo? Sí mi hermana había encontrado un hombre qué la hace feliz, tanto Alex como yo nos alegraríamos por ella. Kara también se merecía conocer el amor y disfrutar de la vida en pareja.
En todos estos años nunca quiso estar con nadie y nunca le importó, pero sí ahora sentía qué quería estar con un hombre yo me alegraba por ella.
Fuera quién fuera esa persona debía ser lo suficientemente importante para ella cómo para confiar en él, mostrándose desnuda sin avergonzarse de su cuerpo.
Durante la cena, tuve el impulso de preguntarle por aquel hombre misterioso. Pero tampoco estaba segura de en qué punto de su relación estaban o sí ya tenían una relación.
También era posible qué mi hermana se estuviera planteando dar el paso y aún no lo hubiera dado. Así que preferí darle su espacio y no incomodarla con preguntas tan íntimas.
Cuando terminamos de cenar, me quedé un rato con Kara viendo la televisión y después ambas nos metimos en la cama, para descansar.
LENA
Estaba tumbada sobre el colchón, exhausta, sintiendo como mi orgasmo caliente resbalaba por mis pechos.
Hacía rato que había comenzado con mi rutina nocturna, una rutina que me sabía a poco desde que tuve sexo con la Dra. Danvers.
No había podido dejar de pensar en ella en todo el fin de semana y lo único que deseaba es que llegase mañana para volver a verla en nuestra sesión matutina.
Necesitaba saber si seguía molesta conmigo por lo que ocurrió, aunque esperaba que hubiera reflexionado lo suficiente para darse cuenta de que su reacción fue completamente desproporcionada.
Sigo pensando que no me merecía ese trato por su parte. Ella prácticamente me obligó a reprimir mis ganas de venirme para seguir disfrutándome durante un rato más.
Y, en circunstancias normales, no me habría importado, pues nunca dejé insatisfecha a ninguna mujer y no tenía intención de hacerlo ahora. Pero su actitud me pareció muy egoísta.
Todo su comportamiento aquella noche me pareció egoísta, dándome la sensación de que solo me había utilizado para su propio disfrute.
La Dra. Danvers me atraía mucho y debería alegrarme de que quisiera tener más que palabras conmigo.
Pero no podía alejar la sensación de que se había aprovechado de mi. Llevaba todo el fin de semana con el mismo pensamiento en la cabeza, que ella solo quería probar lo que tengo entre mis piernas.
En el pasado fueron muchas las mujeres que se acercaron a mí por el interés y nunca me importó. Así que no debería importarme ahora.
Pero la diferencia con todas aquellas mujeres es que, a pesar de acercarse por el morbo, disfrutaban de mí al completo, sin prejuicios.
Sin embargo, la Dra. Danvers parecía totalmente centrada en una parte muy concreta de mi anatomía y eso hizo que me sintiera completamente utilizada por ella.
Desde que la conocí tuve muchas fantasías con ella y, cuando por fin la tuve entre mis brazos, mi único deseo era hacerla mía. Pero no me dejó.
No me dejó demostrarle mis habilidades en la cama, las cuales son innumerables. Estaba convencida de que podía hacerla disfrutar mucho más de lo que disfrutó aquella noche. Y sé que yo también habría disfrutado más si me hubiera dejado hacérselo cómo yo quería.
No podía evitar tener sentimientos encontrados, ya que a pesar de sentirme utilizada sé que lo volvería hacer, que la dejaría disfrutar de mi erección una y mil veces más.
Era inevitable, esa mujer tenía un poder sobre mí que no conseguía entender, pero qué me hacía incapaz de resistirme a ella.
El problema es que, según mi percepción, la Dra. Danvers y yo no teníamos el mismo concepto sobre el sexo. Yo lo di todo por satisfacerla esa noche. Pero ella, en cambio, no pareció preocuparse por mi, ni por cubrir mis necesidades.
Y yo tenía el mismo derecho a que me correspondiera. Yo también tenía derecho a disfrutar del sexo como a mi me gustaba.
Así que, si la Dra. Danvers volvía otra noche con la única intención de follarse mi miembro, ya podría irse olvidando.
Sí le apetecía jugar conmigo, jugaríamos. Pero la próxima vez lo haríamos a mi manera. No pensaba reprimirme más.
Estaba dispuesta a levantarla a horcajadas y empotrarla, y me la follaría bien duro, hasta reventarla.
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