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Capítulo 52

CAPÍTULO 52.

James estaba en su cuarto entristecido, mirando fotos en su teléfono como ahogando más el dolor ese que sentía, mejor dicho, incrementando.

Es increíble como tenemos que aprovechar la felicidad, nunca sabemos si un día se puede acabar, por eso vive cada momento de tu vida como si fuera el último antes de que llegue el momento de que todo sea arrebatado de las manos.

Una lágrima se le sale de los ojos, mojando por tercera vez su teléfono haciendo que el táctil de la pantalla se volviera loco. Cansado, lo tiró a un lado de la cama y se quedó mirando el tomacorriente del PlayStation.

—Y pensar que en la mañana estábamos tan felices...

—Bien. —Cruzó los brazos como niña pequeña—. ¿Verdad o reto?

James y Karen están sentados en el frío suelo para como han cogido la costumbre. Karen con la almohada entre sus piernas y los cabellos enredados de la mañana. Ni siquiera han salido del cuarto.

James sonríe y ladeo su cabeza, estirándose y bostezando. —Mmmm, verdad.

—¿El mejor lugar en que has estado?

James no se lo pensó, responde casi automático. —Pues, a tu lado, tonta.

A tu lado tonta...

Tonta...

Tonta...

—James... —Su madre toca la puerta de su habitación—. James, tienes que salir de ahí, ya casi es un día que estás encerrado James. Sale para comer, hijo.

—¡No quiero! —dice con la voz raspada de llorar. Y si, estaba encerrado en su propia prisión—. ¡James! Voy a contar hasta tres y si no sales voy a armar un escándalo aquí.

No contestó. —¿James? 1... 2... 3 —James abre la puerta y baja las escaleras secándose las lágrimas—.  Mi amor... por fin te decidiste a bajar.

—Dime, mamá.

—Cariño. ¿Crees que puedas llevarle esto al escritorio de su padre? —James asiente totalmente serio y su madre le entregó una taza de chocolate caliente.

James sube las escaleras, pasando por la habitación de su padre quien estaba hablando por teléfono, por lo que decide esperar detrás de esta.

—Necesito que se lleven a una persona —se escuchó una pausa—. Siento que pasará algo si se queda aquí en la ciudad. —James sigue escuchando tras la puerta y observando a su padre girando sobre su silla—. Su nombre es Karen Verdecia.

James se quedó perplejo, no se lo podía creer. Su padre, ese que creía buena persona era un maleante y Karen siempre dice la verdad. No me quiero imaginar cómo se debe sentir.

La taza de chocolate la dejó en el baño y sale de su casa corriendo a casa de Karen.

***

MANSIÓN MENDEZ.

—¿Cuánto se demorará, Cela? —pregunta Hansel preocupado.

—No sé, ya debería estar aquí.

Hansel y Cela extrañaban mucho el hecho de que Cristal no estuviera temprano en la cocina para que le preparara el desayuno a su señor.

—Voy a ver qué sucede porque de verdad que es extraño. —Cela se secaba las manos y acomodó su abrigo cuando sale de la cocina, dejándole a Hansel una taza de chocolate caliente.

—Sí, me dices.

Minutos después la señora baja las escaleras con una clara cara de preocupación. —Hansel.

—¿Eh?

—Cristal tiene fiebre.

Esas son las consecuencias de bañarse en un día de lluvia con tal de salvar a otra persona, muy bien Cristal, excelente. —Bueno, subiré de nuevo.

—No. —Hansel la detuvo, luego se aclaró la garganta—. Iré yo —Ella lo mira confusa—. Nosotros tuvimos una... —se aclaró la garganta de nuevo—, leve discusión anoche, creo que es mejor que hablemos de jefe a empleada.

Él sube en busca de la muchacha, y al llegar a su habitación tocó la puerta.

—Cristal... —no responde absolutamente nada, por lo que vuelve a tocar la puerta—. Cristal... eh, necesito hablar contigo, de verdad, no me ignores. —Otra vez, no recibe respuesta—. Cristal, por favor. ¡Ya háblame! Sabes que de todas maneras puedo abrir si me da la gana —no responde—. Cristal, voy a abrir y te juro que cuando... —Abre la puerta en ese preciso instante y vio algo que le ablandó.

Cristal dormida, tapada con miles de sábanas y temblando inconscientemente de frío. Hansel se acercó más a ella y le tocó la frente para comprobarlo, y sí, Cristal estaba ardiendo en fiebre.

***

Pasos...

Rápidos...

El 31 de octubre se está acercando y las decoraciones en cada casa se ponen más espeluznantes. Tranquilos, no se asusten. Aún no ha pasado de día, seguimos en las mismas.

James corría más rápido que el Rayo Maqueen cuando le quería ganar a Franshesco, tanto que cuando llega a casa de su amada Karen y se toó con la calavera decorativa de la puerta se pegó un susto que el grito resonó, yo creo que hasta China y se cayó al suelo cuando su vista se vuelve negra.

En un rato el inconsciente chico comenzó a abrir sus ojos viéndolo aún todo borroso. Pudo percibir una sombra que lo estaba mirando y un poco de aire en su cara para luego escuchar algunas voces. - Amor, creo que está despertando.

La primera voz era masculina, mientras la otra... —Espera, le traeré un vaso de agua. —era femenina.

Luego de estar un rato parpadeando su vista se aclaró y logró divisar el blanco techo que sobre sus ojos se encontraba. —Argsh... me duele la cabeza...

—Eso pasa después de darte en la nuca contra el pavimento de la escalera. —Volteó a ver de dónde venía la voz y encuentra al dulce padre de su ex chica sosteniendo un vaso y una píldora que seguramente era una dipirona—. ¿Estás bien? —El chico lo mira y asiente con la cabeza levemente para luego tomar la pastilla entre sus dedos y ponerla sobre su boca para Ayudar a pasarla con el agua.

—Sí, solo estoy un poco mareado.

—James, ¿Qué viniste a hacer aquí?

—¿Dónde está Karen? —El padre y la madre de su amor se miraron de repente antes de escuchar pasos que dejaron de sonar —. ¿James?

Era Karen.

Y como el sol y la lluvia cuando forman un hermoso arcoíris, las miradas de los dos jóvenes se conectaron.

***

La enferma Cristal se removía sobre la cama mientras que Hansel intentaba ponerle una compresa fría.

—Cristal, por favor, deja de moverte.

Cristal simplemente no podía escuchar nada, solo que hablaba cosas sin sentido. Pienso que sean delirios de la fiebre.

—Hansel, traje más compresas. —La señora Cela entró en la habitación.

—¿Están bien frías? ¿Estás segura de que sean buenas para bajar la fiebre? Cela, por favor ayúdanos, de verdad.

—Primero niño, debes de calmarte ya. Esa alteración es mala para Cristal —dice Cela dejando las compresas a un lado de la enferma chica—. Y segundo, recuerda que soy mayor que tú, yo sé más de estas cosas. Ya mejor salte del cuarto y déjame a mí cuidando a Cristal.

—No, no, no, no, no. Señora Cela, prometo portarme bien. Prometo no decir más nada pero por favor, no me saque de aquí.

—¿Acaso te estás preocupando, Hansel? —Cela alza una ceja y lo mira con diversión—. ¿Te preocupas por una sirvienta o te preocupas por la sirvienta?

—Ehh... Ja, claro que me preocupo por... la sirvienta. Ehh... ¿Qué crees, que soy tan... mal jefe? ¿La salud de mis empleados por encima de todo o no?

—Mmmm, bien. Si tú lo dices... Mejor voy a irme a... a preparar algo, alguna sopa o algo para cuando la fiebre se le baje pueda comer algo saludable.

—Sí... Yo me quedo... cuidándola. Solo un ratito más y me voy. —Hansel rasca su nuca, nervioso y baja la mirada hacia Cristal. Mala idea, Cristal tenía los labios entreabiertos y húmedos.

—El que está jugando conmigo eres tú.

—Yo no estoy jugando contigo.

—Sí, estás jugando con mis sentimientos. —Se tapó la boca tan rápido como lo dice, Hansel quedó confuso, acercándose cada vez más a ella.

—¿Tus sentimientos? —La cara de Cristal estaba más roja que un tomate—. Cristal... —Intentó fracasadamente acariciarle la mejilla, pero el miedo de la chica la hace correr de ahí para trancarse en su cuarto.

Cela baja las escaleras y se encuentra con su sobrina sirviéndose un vaso de agua en la cocina.

—¿Cómo está? —pregunta la chica al ver a su tía.

—Aún tiene mucha fiebre, estoy considerando en llamar al doctor de esta familia pero presiento que Hansel lo hará muy pronto.

—¿Por qué dices eso, tía?

—Estoy viendo que el chico está muy sobreprotector con la chica —Le guiña uno de sus ojos—, ya sabes.

—A Hansel le gusta Cristal. —La boca de Cela casi que cayó al suelo.

—¿Qué?

—Lo que te digo, le gusta.

Decir que la señora Cela estaba contenta era poco, pues estaba estupefacta.

—¡Dios mío, gracias por cumplir mis sueños!

—¡Cela, la sopa! —El grito de Hansel se escucha desde las habitaciones de arriba, perfecta cereza del pastel.

—¡Ya voy! —Cela mira a su sobrina y ríen.

***

—James, en serio: Me echaste de tu casa, terminaste conmigo, me llamaste mentirosa —dice contando con sus dedos—. ¿Y ahora vienes a pedirme perdón?

James estaba sentado con Karen en el sofá de su casa tapados ambos con mantas respectivamente y él con chocolate caliente.

—Sé que fui un idiota, Karen. Lo sé y me lo merezco por no confiar en ti. Pero ahora solo vengo a decirte que te cuides mucho.

—Pero... ¿Por qué?

—No puedo decir nada, solo cuídate mucho por favor.

A pesar de que Karen lo miraba confundida él no dice nada. En silencio ha tenido que ser.

Avancen al otro capítulo. Hay DOBLE ACTUALIZACIÓN. Con cariño, Las Hermanas Lenas❤➡➡➡🙊

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