Capítulo 50
CAPÍTULO 50.
En una típica habitación de chico, estaba James jugando un partido de videojuegos, más concentrado en la pantalla que en la vida real.
—Uff… mierda, vamos a ganar. No me falles, no me falles... —decía moviendo sus rodillas y su cuerpo hacia los lados donde dirigía el control para que se moviera el personaje del videojuego.
La puerta fue abierta por la chica de cabellos castaños, quien dirigiéndose a su novio empezó a hablar.
—James…
—Espera, linda. Estoy terminando, solo un momento.
—¡James! —Fue y se sentó al lado de su novio posando su mano en el hombro de este.
—Linda, solo un momento… — Seguía concentrado en la pantalla.
—James, por… favor, es importante. Tenemos que hablar.
Por el chico ya no obtenía respuesta, así que se levantó y caminó hacia el tomacorriente de un lado de la mesita. Le dio una última mirada a su novio y luego desconectó el cable que le daba electricidad a todo el equipo.
James miró a su novia haciendo un puchero.
— No… solo me quedaba un poco.
—James, esto es serio.
—¿Qué es lo que pasa, amor? —Le abraza de la cintura y se queda mirándole a los ojos.
***
Eduard, o mejor conocido para Verónica como el señor Z y para nosotros como El Demonio, se encontraba cara a cara con uno de los más grandes narcotraficantes de los Estados Unidos.
—Estás advertido.
—¿Y tú crees que yo te tengo miedo? —Cruzó sus brazos el padre de Hansel.
—No es una amenaza, señor Demonio. Es una advertencia. Y no tengo miedo de cumplirla.
El hombre de la misma edad de nuestro señor aquí presente miraba serio a los ojos de nuestro otro narco para después seguir hablando.
—Si no me pagas lo que me debes, prometo acabar con todo lo que te pertenece. Y atento seas a las consecuencias.
***
Los ojos de Karen estaban llorosos por los gritos de su novio hacia su persona. Era la primera vez que discutían y no resultaba nada agradable.
—¿Cómo puedes decir eso de mi papá? ¡¿Sabes que es una acusación muy grave cuando no tienes ninguna prueba?!
—James, no me grites.
—¡¿Cómo no quieres que te grite si estás acusando algo de mi papá?! Mi papá, carajo. ¡Es mi padre!
—James, por favor. Tienes que calmarte, escúchame.
Ella intentó tocar su hombro pero él apartó su mano de repente.
—¿Qué pruebas tienes?
—James…
—¡¿Carajo, dime qué pruebas tienes?!
—¡El anillo! —Grita ya sin poder aguantar la furia que sentía por dentro al ver a su novio comportándose así—. ¡El maldito anillo!
—¿Qué?
—Tu papá tiene un anillo en su dedo meñique. Ese anillo tiene grabado “Los Demonios”.
—¿Los Demonios? —pregunta James confuso ya que él no sabía nada del otro anillo existente.
—La policía tiene un anillo, el cual tiene el mismo grabado y pensamos que… —tragó y tomó una bocanada de aire—, que tu padre tiene algo que ver con lo de Cristal.
James se queda callado por un momento. Y cuando menos Karen pensaba que iba a hablar, abre su boca para decir la siguiente palabra:
—Vete.
—¿Qué? —Los empañados ojos de Karen miraron los rojos de su novio, rojos por la furia.
—Dije que te vayas.
—Amor, espera...
—Amor nada. Aún no me creo que no estés segura de nada y aun así quieras acusar a mi padre.
—Amor… —Vuelve a repetir Karen.
—Nosotros terminamos ahora, Karen Verdecia. No me digas amor y sal de aquí que no quiero verte.
Los puños de Karen se apretaron cerrándose mientras un nudo en su garganta se formaba.
—¿Estás seguro?
El joven solo asintió una vez y ella apretó sus labios.
—Bien.
Karen solo tomó una de las pequeñas mochilas y se dirigió al closet para empezar a guardar ropa. Cuando lo tuvo todo listo salió por la misma puerta por donde entró, atrayendo la mirada de su ex-suegra hasta desaparecer de aquella casa.
La mujer confusa empezó a subir las escaleras y al notar que su hijo venía bajando...
—¿James? —le preguntó la madre, mirando a su hijo preocupada.
—Terminamos. —Fue lo único que dijo el joven para luego desmoronarse en los brazos de su madre, quien lo acogió con cariño y acarició su cabello, quedándose en silencio.
Dos semanas después.
En aquella casa, o mejor dicho, mansión de la familia Méndez, se encontraba nuestra Cristal en la cocina preparando un amargo pero rico café mañanero.
Buenos días, Cristal. ¿Qué tal van tus días aquí?
Cristal, sin embargo, parece no haberme escuchado y está tomando un recipiente que contiene unos granos blancos muy parecidos a la azúcar.
Pero, espera.
Cristal. ¡Eso no es azúcar! Eso es…
—Shh. Tú calladita te ves más bonita.
Ok, ok. Yo me callo. Alcé mis manos en modo de rendición.
Se escuchan pasos por las escaleras y unas voces. Y creo que todos aquí sabemos de quienes se tratan. ¿Verdad, Cristal?
La chica solo me ha revirado los ojos y se ha dispuesto a echar aquellos granitos blancos en la jarra de uno de los que se encuentran dirigiéndose a la cocina.
—Buenos días, señora Cela —dice Hansel sentándose en una silla frente a la meseta mirando a la llamada, quien estaba preparando algo en el horno.
—Buenos días, mi niño.
El chico desvía su mirada hacia la izquierda encontrándose a la castaña preparando el café.
—Buenos días, conejita.
La chica le dio una mirada cansada y caminó hacia él con su taza de café caliente en frente de él.
—Buenos días, señor Hansel. — Hansel frunció el ceño algo confuso por la notoria seriedad que acompañaba a Cristal esta mañana.
—¿Ya arreglaste mi escritorio como te mandé?
—Sí, señor.
—Cristal, no me debes de llamar señor, ya te lo he dicho. —La miró a sus ojos esperando encontrar algún tipo de brillo, pero para su sorpresa solo encontró: nada.
—¡Buenos días…! —Sabrina llega posando un beso en la mejilla de Hansel antes de sentarse a su lado—. ¿Cristal, ya está mi café?
Cristal asiente inmediatamente y va por él.
—En serio, lo necesito. No pude dormir en toda la noche porque no me dejaron. ¿Verdad, Hansel? —Esta le da una sonrisa pilla a Hansel, el cual le corresponde con otra.
Se siente el ruido de algo romperse en el piso, como mil pedazos de cristales.
—¡Cristal! —Cela le llamó la atención al ver a la chica paralizada delante de la máquina de café.
¿Anoche? ¿Anoche qué hicieron?
Tragó en seco sin poder moverse del lugar.
—Anda, niña. Quítate de ahí, yo termino el trabajo —dice Cela sacando a la castaña de su estado de trance.
—Perdón, no sé qué fue lo que me pasó. —Miró el desorden del piso y luego voltea a ver a los ojos verdes que la estaban mirando con preocupación—. Yo… Mejor voy a limpiar mi habitación.
Y con eso, sale corriendo del lugar.
Cela sigue barriendo y al terminar de recoger el desastre, le lleva la taza de café a Sabrina.
—Oye, eh… —La voz de Sabrina atrajo la mirada de Hansel—. Creo que… voy a buscar otro lugar donde quedarme.
—¡¿Qué?! ¿Pero por qué? —pregunta Hansel agarrando la taza de café entre sus manos.
—Siento… que estoy incomodando de alguna forma.
—¿Incomodando? —Hansel le iba a dar un sorbo a su café, pero al oír la dicho por Sabrina se despegó de la taza; aun así no la soltó.
—Hansel… no sé si te has dado cuenta, pero desde que llegué siento que estoy metiéndome en medio de Cristal y tú —dice Sabrina después de ver como la señora Cela salía de la cocina para ir al patio trasero, quedándose ellos dos solos.
Cuando pasaron solo cinco segundos de silencio, alzó su mirada hacia a Hansel, haciendo la pregunta que moldaría un gran giro en su vida.
—¿Te gusta esa chica, verdad?
aylenitaRR : Faltan 12 putos capítulos pa el final 😃 Ay yo toy que llolo, no quiero que se acabe mi bebé pero a la ves si.
Oigan por cierto... ¿Cuándo piensan ir a darle amor a nuestra otra bebé de Mara? 😇
Si si, vayan que sé que en las noches tendrán pesadillas igual que yo. 🌚
Bueno mis amores, muchos besos para ustedes. ¡Los amo!
Lenacolorado : Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
¿Desde dónde nos están leyendo?
Quiero conocer sus países, a ver. Pongamosle actividad a Placer a la Vida.
Como dijo Aylena, faltan pocos capítulos para que se acabe y quiero decir que la acción está cerca. Solo les pido algo: paciencia.
¡Nos vemos el próximo jueves, Tías Volcánicas y Cafeteras!
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