Capítulo 48
Surprise!
Welcome to another chapter of Placer a La Vida.
¡La historia ha llegado a 6k y vamos a celebraaaaaaaaaar!
Sientense, póngase cómodos que esto va a comenzar.
CAPÍTULO 48.
Donde las sirenas informan una nueva misión y la seriedad de un asunto no interfiere en una buena amistad, todos estaban a punto de salir después de la larga noche reveladora y de un buen desayuno de café y huevos revueltos.
-Menuda charla la de ayer... -decía Pólvora con unas ojeras que ni el maquillaje le quitaba.
La noche fue agotadora y algo interesante, apartando el hecho de que Monsolini casi se tomó diez tazas de café para mantenerse despierta.
-Sí, exactamente. ¿Quién se imaginaría que la correcta de la ciudad era prostituta? -añade el oficial mientras reía sobre la taza de café.
Monsolini opta por hablar: -Creo que su reputación ya está en el suelo, no me imagino cómo debe de estar.
-Hija de Dios -continuó Pólvora rodando los ojos y riendo, con un ligero tono de burla y sarcasmo.
-Chicos, se pueden ir a descansar. Me quedaré para hacer guardia -dijo Monsolini quedándose quieta.
Había estado acompañando a Pólvora y al oficial hasta la salida. Inmediatamente, ellos se dieron la vuelta.
-¿Más que la de ayer? -preguntó el oficial.
-La de ayer fue emergencia. Nadie sabe si hay otro caso que nos espera. -Monsolini se acercó a una mesa y se apoyó sobre esta.
-Wow, detective. Pues deberá tomarse 20 tazas de café para estar despierta -dijo Pólvora con los ojos muy abiertos.
Todos ríen y la detective asiente.
-Exacto, Pólvora. Bueno, chicos, tienen el día libre. Nos vemos mañana.
-Adiós -le dice el oficial mirando de reojo como la pelinegra de Pólvora se iba-. ¡Hey, espera! -Al llegar a su lado ella reviró los ojos-. ¿Me permites esta compañía?
-Si fuera por mí, me permitiera pagar tu funeral, pues no saldrás vivo si no me dejas tranquila de una vez por todas -Pólvora espetó sin una pizca de resentimiento.
-Hey, hey, calma.
Al llegar a la puerta, una joven pasó apresurada por el medio de ellos dos, esquivándolos con agilidad.
-Buenos días.
-Buenos días -dice Pólvora y se quedó mirando a la chica-. ¿Ella no es...?
-Oh, Karen, qué sorpresa -dice Monsolini recibiendo a la sofocada muchacha-. ¿Estás bien?
Karen respiraba pesadamente.
-Necesito ver el anillo que guardan ustedes. -Pólvora al escuchar aquello, caminó hacia ella.
-¿El anillo de los Demonios? -pregunta extrañada.
-Exacto.
-¿Para qué quieres ver el anillo, Karen? -pregunta Pólvora.
Karen se mojó los labios, y permaneció con las manos delante del bolso que llevaba.
-Es solo... Luego les explico.
Monsolini y Pólvora estaban confusas, sin embargo, la dejaron entrar. Minutos después, Karen examinaba el anillo por el interior.
-No es posible... -dice Karen tras solucionar sus sospechas.
-¿Qué sucede? -preguntó Pólvora confusa.
-Creo que conozco a alguien que trabaja para los secuestradores de Cristal.
Y así fue como las dos mujeres que la acompañaban, quedaron totalmente petrificadas.
***
Por otro lado, Cristal cortaba las cebollas de una forma muy rápida en la cocina, mientras hablaba entre dientes.
〈〈¿Pero qué me sucede?〉〉 Pensó Cristal.
-Estoy muy molesta y ni siquiera lo puedo ocultar -susurró Cristal para sí misma.
La señora Cela entró a la cocina mientras se ponía unos guantes en las manos. Los murmuros altos de la chica llegaron a sus oídos, casualmente.
-¿Hablando sola?
Cristal da un brinco y la mira.
-Oh, Cela. Sí. -Vuelve a donde miraba con una sonrisa-. Estoy bien, no te preocupes. -Y toma una respiración profunda, tan alta que la anciana la escuchó y después de mirarla de reojo con una sonrisa, abrió el horno.
-Ya casi está listo -dijo Cela con un guante en la mano, examinando el interior del horno.
El aroma a panetela rondaba por la cocina.
-¿El qué?
Cela acomodó algo dentro del aparato caliente.
-El pastel, niña -espetó cerrando el horno.
Cristal sonríe algo nerviosa para ocultar su verdadera emoción.
-Oh, claro.
Sin embargo su mente seguía en los mismos pensamientos.
Sabrina... Sabrina... es solo una amiga de Hansel... amiga de la infancia.
Concéntrate, Cristal.
-Y... ¿Me ayudas a decorar el pastel? -preguntó Cela frotándose las manos.
Cristal se encontraba de espaldas a ella, pero sí podía sentir el desesperante sonido.
-Auch... -Cristal chilló dejando caer el cuchillo al fregadero y viendo como la sangre brotaba de su muñeca-. Auch... auch... arde.
Colocó la mano bajo el chorro de agua dejando la sangre caer por el tragante. Cela notó que ocurría algo y fue a ver.
-Oh, Cristal. A ver la herida. -Se impresionó y trató de tomar su mano amablemente.
-No, no se preocupe. ¡Ah! -Hizo una mueca mientras apretaba el sangrado.
-Sangra mucho, ven para ponerte al menos papel de cocina. Ven. -Cela caminó hacia una de las mesas donde se guardaban los utensilios de cocina.
¿En serio? Bueno, se vale más la intención, no la acción.
Cristal se quejaba mientras Cela envolvía su brazo con el papel de cocina, pero a la vez una pequeña sonrisa se adueñó de sus labios de tal modo que abandonó esos pensamientos.
-Muchas gracias -le dice a Cela cuando le terminó de vendar.
-La próxima vez presta más atención.
Cristal la envuelve en un abrazo como agradecimiento. De cierto modo, la había considerado como una amiga, una buena amiga.
Estaba decidida a ir a su habitación, así que apretando su mano en busca de algo más fuerte para detener el sangrado se decide a subir las escaleras, hasta que unas risas la detuvieron.
Quedándose inmóvil, permanece en aquella sala de ricos escuchando cada vez más altos las risas y los pasos que bajaban las escaleras. Y cuando alzó la mirada, los vio.
Hansel y Sabrina bajaban las escaleras, entrelazados de las manos, mientras las ponían a bailar en el aire. Jugando de manos, se empujaban y reían sin notar que no estaban solos.
Hansel, por mal parido que es, le puso el pie en el medio a Sabrina, quien se tropezó y este se vio obligado a aguantarla.
-Ahhh.
El peso de Sabrina ganó la batalla y como estaba agarrada de su cuello, los labios de Hansel quedaron muy, muy cerca de los suyos.
Oh por Dios.
Fue entonces cuando la risa de Hansel se detuvo al ver a la joven petrificada y agarrando su muñeca, mientras observaba atónita la escena.
-¡Cristal! -Sabrina cayó al suelo-. ¡Sabrina!
-Con permiso. -Cristal iba a salir de ahí.
-¡No, Cristal! -Dejó como un tonto a la muchacha en el suelo para perseguir a Cristal.
Esperen. ¿Esto está sucediendo acaso?
-¡Cristal!
-Hansel, deja de llamarla que no te hará caso. Ven y ayúdame. Ah. -Se removía del dolor esperando por el chico, que iba a dar el primer paso para ir a donde la desaparecida-. ¡Hansel!
-Oh. -Mueve su cabeza coordinando sus ideas-. Sí, sí. Lo siento.
Fue así como acudió a ayudar a Sabrina, quien lo observaba con una clara mirada de saber lo que estaba pasando ahí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro