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Capítulo 38


CAPÍTULO 38.

—¿No me vas a decir qué sucedió?

—No... No sé nada, señor.

—¡Mentirosa!

Eduard miraba furioso a Zoe y sus cabellos desgreñados de la mañana. ¿Qué había pasado? ¿Por qué Eduard le gritaba a Zoe?

Había una fila larga de mujeres desconcertadas y somnolientas, murmura ndo las unas a las otras. De seguro se había corrido el rumor por todo el edificio en apenas los 20 minutos desde que Eduard despertó a todos a gritos.

—Señor, lo juro, en serio no sé qué le sucedió a—

—¿No sabes? ¡¿No sabes?! —Su cara adoptaba una ceja enarcada y unos labios rectos por la presión que este ejercía sobre su boca. Zoe lo miraba con los ojos súper expresivos y el torso inclinado ligeramente hacia atrás. El cuerpo de Eduard casi estaba cernido sobre el de ella, y se iba acercando poco a poco—. ¡No digas que no sabes cuando es mentira, carajo! Todas ustedes son las que le enseñan los lugares de sus encuentros cercanos para el placer... —Seguía inclinando su cuerpo sobre ella, la chica casi parecía un espagueti haciendo de las suyas para no caerse.

—Se... señor. —Recostó su cabeza en la pared, mientras sus pies se distanciaban medio metro de estas, y sus codos y antebrazos estaban apoyados en la superficie.

Era en serio que a todos le ponían los pelos de punta el mal genio de Eduard, sumándole su cercanía y su mal oliente aliento. La chica tuvo que apoyar un lado de su cara a la pared para no mirarlo directamente.

—Le dije que no sé en dónde está Verónica...

—¡Dile la verdad, Zoe! Solo así te dejará en paz. ¿No lo entiendes? —Andrea salió de la fila y gritó salvando el pellejo de su amiga... ¿O tal vez hundiéndolo?

Eduard, a pesar de ser un muchacho joven, tenía el carácter de un viejo majadero. Cuando se aferraba a algo era difícil que lo dejara huir.

A veces solía ser como el polo negativo del imán, pero esta vez, con las personas. También, muy rencoroso, era difícil que olvidara una palabra o una acción de alguien, y más difícil aún que no le pagara con la misma moneda.

Con sus manos contra la pared, desviaba la mirada furiosa de Zoe. La chica logró retroceder dos pasos y quedar paralela a la pared, mirando a Andrea y a Eduard alternativamente.

Silencio...

Tensión...

Las chicas vestidas en sus pijamas de tela fina y pies descalzos daban pasos hacia atrás, en fila.

Despegó Eduard sus manos de la pared y dirigió su cuerpo hacia Andrea. —¿Sabes en dónde está Verónica?

Ella asintió, Eduard a cuatro pasos de ella. —Cálmese, señor. Para que la encuentren se lo voy a contar todo, absolutamente todo.

—Empieza a cantar.

***

En un lugar muy cerca pero también muy lejos, los pies de una chica presionaban las ramas y las quebraban, removían las hojas del otoño y ella, gritaba por miradas.

—¡Ayuda!

Había llegado el amanecer.

Verónica estaba dando gritos en lo más profundo del bosque mientras sus manos ardían por los rasguños de la caída de anoche.

—¡Ayúdenme, por favor...!

Los gritos no cesaban hasta que no se quedó sin aire. Las duras maderas de esos árboles gigantes de flores naranjas que adornaban el bosque, hacían que taparan un poco el sol naciente. Una bandada de pájaros salía a cada onda de gritos, como si le huyeran al ruido y estuvieran buscando un lugar para seguir durmiendo.

—¡Ayuda...! Me perdí... Por favor...

Miraba al cielo con los ojos entrecerrados y sacudiendo sus rodillas de la tierra que se pegaba. Colocaba su mano sobre sus cejas para ver si podía mirar más arriba.

Giró a la izquierda...

Árboles y neblina mañanera, todo gris.

Miró a la derecha...

Sentía escalofríos de tan solo pensar en una decisión. Todas las partes eran iguales.

Miró al frente...

Unas aves horribles de plumas negras estaban mirándola y asustándola con sus repentinos y fuertes aleteos. Salían en bandada.

Sintió unos pasos a su espalda...

—¿Quién está ahí? —Quería voltearse pero solo sus ojos lo hacían. Estaba petrificada.

Pasos...

Hojas crujiendo a sus espaldas...

Oh, oh.

Un aullido...

—Auuuuu.

Su cuerpo inmóvil esta vez dejó los ojos en su lugar y volteó su torso junto a sus pies hasta topar con algo que le hizo tragar profundamente. Estaba ahí, la criatura a la cual rezamos por no encontrarnos en un bosque, con su pelaje y cuatro patas, dientes afilados afuera y mirando a Verónica.

Quieto.

Creo que es hora de correr. ¿Qué vas a hacer, Verónica?

Por lo menos haz el intento de correr.

—Estoy mu-muerta.

El miedo de su voz fue lo que le permitió al lobo correr, sus fuertes pisadas daban miedo.

—¡Ahhhh! —Gritó Verónica cuando el lobo se abalanzó sobre ella. Escuchó otras pisadas apresuradas que se dirigían hacia ella.

¿Hay más?

La vida termina aquí. Quien diría que podríamos morir en la panza de un lobo.

Empezó la chica a gritar y a llorar muy alto. El pánico en sus gritos entrecortados y nerviosos, con todas sus fuerzas al punto máximo del llanto. El escalofrío recorriendo su espina dorsal, cuando sentía al lobo olfateando su cuello, y sus gruñidos.

La vida se puede acabar en cualquier momento y pueden quedarte muchas batallas pendientes.

Todo pasaba por su mente en este preciso momento.

La amistad de Andrea...

La arrogancia de Brayan...

La noche de fogata...

El juego de la carta...

La carta en el suelo...

Brayan queriendo que lo besara,..

La luz de la linterna en sus pies...

La carrera en el bosque...

Eduard...

Hasta que llegó el momento en que algo la hizo saltar más aún.

Un disparo...

La fuerza del lobo sobre ella había desaparecido. Se había desmoronado sobre Verónica, soltando sus últimos aullidos. Sintió su cabeza en su espalda y el cuerpo caliente del lobo cernido sobre ella.

—¿Qué? —Abrió los ojos y miró a su frente unas botas. Su estómago temblaba. Como si se estuviera quitando un bicho de arriba, se sacudió con tanto pavor y asco de lo que logró liberar su tronco. Por último se arrastró sobre las hojas con ayuda de sus uñas en la tierra profunda para llegar hacia afuera.

De un brinco estaba de pie, mirando al lobo, atolondrada.

—¡Ahh! —Soltó un grito cuando vio la sangre en la cabeza del lobo y sus patas moribundas.

Unos segundos tarde y ella estuviera así.

Presionó sus manos contra su nariz cuando oyó nuevos pasos que se acercaban a ella.

Era el cazador.

Era la pistola.

Era...

—Un minuto tarde y fueras comida para lobos.

Eduard.

Lenacolorado :
¡Hola, mis perfectos imperfectos. ¿Cómo les va con Verónica? ¿Cómo les lleva? Una aparición muy buena la de Eduard, sino Verónica sería comida de lobos. Jajaja. Pero... ¿Qué pasará?

Tenemos sorpresitas, y Aylena les contará más de eso.

Quiero mencionar a mis lectores destacados, pues se lo merecen. Lo haré todas las semanas a partir de hoy, y bienvenidos los nuevos lectores que están visitando estas páginas, aunque no hablen los quiero mucho y quiero que lo sepan.

Bueno, vamos allá.
Trudy_Arita que nunca nos falla.
Y los nuevos de los últimos días:

Cute_Skabecha26
AngelizNQuilesRios
mjoachinf
EsmeraldaSanchez323
DARKNEES17

aylenitaRR : Hola queridos soñadores... ¿por qué en mi mente suena muy malévolo esto?

Mmm, tal vez será por un próximo estreno de novela de las Hermanas Lenas en mi perfil para el próximo mes... ¿Se lo imaginan?

Jajajaja.

Ok esto de la voz malévola me está asustando a mi. Si como aquella noche que llame a Lena para decirle más ideas para seguir escribiendo esto fabulosa novela e iba a salir pa la sala y al verlo todo oscuro me cague.

Ligeramente me cague 🤣.

Ok pero antes dejen que les diga algo: Ya escribimos el final de Placer a La vida y yo aún sigo llorando. 🤧

Pero ya empezamos a escribir el próximo estreno del mes que viene.

Ponchalo Lena ponles una foto ahí:


¡Los amamos corazones!

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