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Capítulo 28

CAPÍTULO 28.

—Aquí frente a... —Mira a todos los lados y luego a su chica, riendo—. Nadie en particular, bajo el Sol tapado por las nubes, bajo la luz tapada por la sombra, sobre el césped y delante de ti. Debo preguntar —Él la miró curioso, con una sonrisita traviesa—: ¿Quieres ser mi novia, oficialmente?

Decir que los ojos de Karen tuvieron las estrellas era poco, pues habían dejado de tener la oscuridad de una noche para convertirse en el propio Sol.

—Pues... pues...

—¿Pues?

—¡Si!

—¿Si? —preguntó James, emocionado.

—Sí, sí, sí, sí y sí...

Felicidad.

Lo que le faltaba a Karen le fue devuelto rápidamente.

A veces decimos que una persona o una buena acción nos pueden hacer el día, y esto es lo que ha sucedido.

Karen se ha lanzado sobre James, abrazándolo tan fuerte como pudo en el suelo. Tras dar como cinco vueltas en el césped y ser el centro de atención de todos, como una rueda que se escapa del carro, se mantuvieron mirándose a los ojos brillosos y esperanzados.

—Te amo, James Albert Barbosa.

—Yo igual te amo, Karen Verdecia.

***

El paso de los días siempre es bueno para despejar la mente y ver las cosas más claras. Tres días han pasado y sin embargo, todo sigue igual que siempre.

En el día de hoy, la casa de los Monserrat ha estado dirigida por los padres de Cristal, quienes se encuentran mirando a través de la ventana de la cocina una reciente mudanza de nuevos vecinos.

La señora Miranda estaba pasando por un lado de la ventana mientras sostenía una taza de café caliente, cuando se detuvo y dio tres pasos hacia atrás.

—¿Aha? —Se asomó por la ventana, el chisme parecía algo normal en esta casa—. ¡Amor! —Llamó a su marido el cual estaba en la cocina también—. ¡Esteban, mira!

Esteban se acercó a paso rápido hacia su esposa. —¿Sucedió algo?

—Mira, amor.

Abrió un poco más la cortina de la ventana para que su esposo pudiera observar detalles del gran camión de mudanza. Luego, Esteban dirigió su vista a donde miraba su esposa.

—¿Quiénes son ellos? ¿Nuevos vecinos?

—Al parecer.

Bueno, bueno, bueno, estos dos están chismoseando un poco, pero... ¿dónde está la chismosa mayor? ¿Dónde está el volcán?

En un lugar de cuyo nombre no me acuerdo, estaba Verónica Monserrat junto a Pólvora, llevando a cabo el caso de la desaparición de Cristal. Un automóvil en carretera se dirigía a un lugar desconocido.

Pólvora tenía puesta una máscara color blanco; esta cubría su frente, nariz y por encima de sus labios. Su atuendo era elastizado, bueno para acrobacias.

Estaba en silencio, no decía nada. Sus pensamientos la dominaban y sus brazos permanecían sobre su pecho.

—Aún falta por llegar... —decía Verónica impaciente—. Ojalá estén ahí.

Pólvora la mira sobre su hombro de una forma seria y llena de rabia. —Ojalá.

Verónica suspira en bajo, mirando la reacción de Pólvora.

—Usted tiene mucho que decir a la policía, señora Monserrat. —La mira de mala gana.

Verónica dirige su mirada al suelo, asintiendo varias veces. —Lo sé, lo sé. Nunca debí defenderlo, al final salgo perdiendo. No volveré a cometer ese error, a partir de ahora voy a hablar. Todo por Cristal.

—Más le vale, señora Monserrat. —Devuelve la vista en el camino—. Ese hombre merece lo peor...

Los ojos de Pólvora tomaron un brillo de enojo y tristeza.

—¿Te hizo algo? —Verónica dirigió su mirada repentinamente a Pólvora.

—Ese no es su problema.

CASA MÉNDEZ.

Cristal se encontraba en la cocina preparando la cena junto a la señora Cela. Siempre hacían esto antes de que regresara el señor Hansel de su trabajo, o como se llame. Mientras Cristal picaba la cebolla el sonido de una llamada resonó en toda la casa.

—Cristal, linda, voy a ir a contestar. ¿Crees que cuando termines ahí puedas darle una vuelta a los frijoles? —pregunta Cela mientras lavaba sus manos.

—Sí, claro. —Cristal prosiguió a lavar sus manos y tomar la jefatura de la cocina mientras Cela contestaba el teléfono.

Los pasos resonaron por el fino piso de la loza más cara que tenía la casa. La señora caminaba hacia el móvil mientras este no dejaba de sonar.

Al llegar lo tomó entre sus manos y contestó: —¿Aloh? —La cara se le iluminó al instante—. ¡¿Sabrina?!

Todos en esta vida tenemos a alguien especial que está muy lejos de nosotros, y por la cara de alegría de la señora Cela parece que esa llamada era de la suya.

—¡¿En dos días?! —Hizo una pausa—. Claro, pequeña —Otra—. El señorito Hansel estará muy feliz de verte.

Cristal había culminado de revolver los frijoles y al dejar de escuchar el teléfono sonar, supuso que la señora Cela venía en camino; y era cierto, se aproximaba con una gran sonrisa.

—¡Hoy me han dado la noticia más feliz de mi vida!

La muchacha volteó a su encuentro.

—¿Si? ¿Qué ha pasado?

—Mi sobrina viene en dos días —dice con una sonrisa—. ¡Ay! Cuando Hansel lo sepa se pondrá contentísimo...

***

El auto donde abordaban Pólvora y su acompañante ha sido desalojado. Todo el personal se encuentra parado al frente del edificio totalmente silencioso. No parecía que hubiese un alma viva dentro, es más, parece un edificio abandonado.

—¿Esto es todo? —Pólvora dirigió la mirada hacia Verónica, con el ceño fruncido.

Esta última, observaba el edificio con las manos en las caderas:

—Entonces, era aquí... —Se voltea hacia Pólvora, la cual miraba cada gesto y palabra que decía Verónica—. Aquí es donde mi Cristal estaba encerrada todo este tiempo. —La mujer presionó sus labios y se podía ver entre sus ojos, un poco de lágrimas, que se secó con el dorso de la mano.

—Bueno, ¿y dónde está? —Inquiere Pólvora colocándose a su lado—. Está totalmente desierto.

Los agentes que trabajaban con Pólvora avanzaban hacia la edificación. El último de ellos les hizo una seña a Verónica y a su compañera para que los siguieran.

—Vamos a entrar.

Verónica solo asintió y emprendió su paso detrás de la pelinegra.

Especial de Navidad

¡Feliz noche buena y navidad a todos les deseamos las Hermanas Lenas!

Avancen, que hay doble actualización->

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