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Capítulo 22

Si el mundo fuera un gran reloj de arena no tuviese mucha diferencia al mundo real. ¿Por qué? Bueno, la gente se preocupa más por el tiempo que pasó y que pasará en vez de disfrutarlo.

En otras palabras: Planeamos un futuro, juzgamos un pasado y no vivimos el presente.

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CAPÍTULO 20.

Al llegar Verónica a la casa Monserrat lo hace suavemente, como si se estuviese escondiendo de algo.

Maldita bruja.

Lentamente se escurrió dentro de la cocina, caminando de espaldas hasta que chocó con algo: un cuerpo humano. Abrió sus ojos sorprendida y dio dos pasos hacia adelante.

—¿En dónde estabas metida? —La voz de Miranda hizo eco en la cocina.

Verónica se volteó acomodándose los lentes, nerviosa.

—Ehh —Piensa, piensa—. ¿En... la... biblioteca?

—Mientes.

—¿Qué?

—Estás mintiendo.

—Ja, obvio que no. ¡Mentir es un pecado! —dijo dándole la vuelta a su cuñada y acomodando su cabello detrás de su oreja.

Miranda la evaluaba mientras tanto. —Entonces dime a dónde fuiste.

Verónica se volteó sorpresivamente agitando sus manos al aire molesta, y dejándolas caer a los lados de sus caderas. —¡A la biblioteca!

—Andas detrás de esos hombres de tu pasado. ¿No es cierto?

—No, no, no. Para nada, sabes que... —decía mientras dejaba a Miranda a sus espaldas y avanzaba hacia la sala.

—Sabes que nada, sigues siendo la misma de 20 años atrás. —Su cuñada la sigue a donde quiera que camine.

—¡No te atrevas a decirme nada!

—A que lo hago, solo eres una maldita... ¡Cucaracha! —gritó Miranda tirándose a los brazos de Verónica.

—¡Ah! ¿Dónde? ¿Dónde? —Daba brinquitos Verónica, con los codos redoblados—. ¡Miranda, suéltame!

—¡No! ¡Esteban! ¡Esteban! —llamaba Miranda a su esposo con gritos de terror cuando unos pasos rápidos bajaron la escalera.

—¿Qué sucede? —dijo Esteban presentándose en la sala.

—¡Una cucaracha! —gritó Verónica y el bicho se acercó hacia sus pies-. ¡Ah...! ¡Auxilio!

—¡Súbete al sofá! —Miranda, quien ya estaba encima de este, le ofreció su mano a Verónica—. Aquí estamos bien. ¿Pero y si se sube?

—A ver... ¿Dónde está? —dijo Esteban cual hombre rudo que va a rescatar a las princesas.

—¡Ahí, delante del sofá! ¡Sálvanos!

Esteban se quitó las chancletas azules y tomó una con su mano derecha.

—¡Ay, por favor! ¡No hay que tenerle miedo a una simple cucarachita! —Esteban avanzó hacia ella—. Miren, la voy a tomar con mi mano.

—No, por favor. No, por favor. ¡ESTEBAN! —Miranda gritó y Esteban se acercó a la cucaracha, con la mano temblorosa, pero: algo sucedió.

¡La cucaracha comenzó a volar! Sería muy prudente que Esteban la matara, pero no fue así, lo que hizo fue:

—¡Aaaahhh! —Se mandó a correr y se escondió debajo de la mesa—. ¡Mátenla! ¡Me va a comer!

—¡Esteban! —gritaban las dos mujeres abrazadas—. ¡No seas pendejo! ¡Mátala!

***

MANSIÓN MÉNDEZ.

Cristal, sí, nuestra querida chica se encuentra haciendo labores en la casa. En estos precisos momentos, le está sacando brillo a los adornos hogareños, hasta que sintió el sonido de pisadas casuales que se dirigían hacia ella.

—¿Cristal?... —La voz de la señora Cela hizo que se levantara de sus rodillas y se diera la vuelta.

—¡Oh, señora Cela! —Se limpia las manos en el supuesto uniforme azul celeste.

—Necesito que hagas algo por mí.

—Como quiera... Dígame —dijo mientras finalizaba de sacudirse las manos.

—Sabes que estoy muy vieja y ya me cuesta subir escaleras, así que pensé que tú me podrías llevar estas toallas a la habitación del señor Hansel. —Le entrega unas toallas blancas a la chica, la cual no termina de procesar la información cuando la suave tela acaricia sus manos.

—Usted... ¿quiere... que yo le...? —Entonces es interrumpida por la anciana.

—Por supuesto, eso mismo. El otro día casi tengo un accidente en esas escaleras, por suerte estaba en la parte de las barandas. —Rió provocando que Cristal riera también.

—Oh, señora Cela, debió ser un gran susto.

—Ni que lo digas.

—Bueno, creo que ya voy a...

—Sí, no te interrumpo más, ve.

La muchacha subió las escaleras de madera hasta toparse con una puerta brillosa de caoba. Después de dar dos toques en la puerta y no recibir respuesta alguna, avanzó hacia el interior.

Una vez adentro, sus ojos se paseaban por cada centímetro cubierto de la habitación, admirando el diseño de las paredes casi idéntico al antes visto, una cama súper estirada, pareciendo un propio cuarto de hotel de 5 estrellas, con las almohadas y cantidad de sabanas correspondientes. La muchacha aún con las toallas en la mano, se acercó a una mesa de escritorio, donde además de haber llaveros, papeles y una laptop, se encontraban enmarcadas varias fotos de Hansel bebé con una en los brazos de una mujer.

—¿Su madre? —Ella se acerca a la mesa y toma la foto entre sus manos—. ¿Por qué no vive con...? —calló y continuó apreciando el retrato: un niño con un pequeño cachorrito dálmata en sus brazos.

—¿Qué haces aquí? —Una voz la hizo sobresaltarse y darse la vuelta hacia la puerta abierta.

Oh, oh, Hansel ha llegado. ¡Cristal, piensa, rápido!

Al parecer la señora Cela es la única que puede entrar.

La chica se volteó lentamente, sus ojos fuera de cavidades, hasta toparse con un chico solo cubierto con una toalla blanca por debajo de su abdomen y su cabello empapado en agua cubriendo su frente arrugada por el ceño fruncido.

—Eh, yo no... La... —Cristal estaba súper nerviosa. Sabemos las causas, una: Hansel y su cuerpo, dos: Hansel y su bipolaridad. El rojo de la sala de estar llegó a sus mejillas-. Debo salir.

Hansel sonrió al notar lo que estaba sucediendo, con esa sonrisa pícara característica de él.

—No has dejado las toallas —le dice, provocándola.

—Oh, sí, cierto. Las... —Ella tartamudeaba y se coloca la mano en la frente—, toallas... ¿En dónde debo... ponerlas? —Tragó ante sus palabras entrecortadas mientras Hansel la miraba divertido.

—¿Qué?

¡Ay Hansel, no seas malo!

—¿Que dónde debo... poner las toallas?

Él la observaba por segundos, sonriendo y mordiendo su labio inferior. —Encima de la cama.

—Eh, claro. Ahora voy. —La chica fue con las toallas y las colocó en una esquina de la cama.

—No te dije que fuera ahí. —Hansel se encontraba cruzado de brazos a sus espaldas, mirándola.

—¿Entonces en dónde? —Ella se levantó de repente y al sentir algo a sus espaldas frunció el ceño. <<¿Él está detrás de mí?>> Pensó.

—En la otra esquina —Cristal se voltea, quedando cara a cara con Hansel, mientras le señala la otra esquina de la cama con su mentón-, allá.

—Ah sí, allá —La chica camina y coloca las toallas en la otra esquina-. ¿Listo? —pregunta volteándose hacia él.

—No... —Hansel mueve su cabeza a los lados mientras se quedan mirando, Cristal cansada y el divertido—. Ya, lo hago yo. —Él camina hacia las toallas.

—Ni pensarlo, lo hago yo. —Cristal corre con la intención de llegar primero, pero sus pies se enredaron con las sábanas de la cama y se tambaleó hasta llegar al...

—¡Cristal, no! —Hansel corrió hacia ella y la sujetó, pero sus pies se doblaron llegando a caer él también.

Ay, ay, ay. ¡Mi madre!

Cristal en el suelo y Hansel con las rodillas a los lados de la cadera sosteniendo su cabeza con sus manos, ambos respirando cortadamente, mirándose a los ojos. Hansel comenzó a mirar los labios de Cristal y se acercaba con cada mirada, ella estaba en el mismo trance, solo tenía ojos para sus labios y sus ojos, alternativamente. El chico se acercó, dispuesto a besarla, cerrando los ojos.

Y cuando todo estaba perfecto, Cristal movió la cabeza hacia un lado.

—Me tengo que ir.

Hansel se aleja, reaccionando, separándose del suelo.

¿Chicos, qué acaba de pasar?

Cristal se levanta y lo mira unos segundos, para luego correr y salir de la habitación.

Lenacolorado : ¡Ay mi madre! ¿Qué acaba de pasar? Vemos que las cosas entre Cristal y Hansel no tienen nada definido. Hansel es muy bipolar y nuestra querida niña muy tranquila. ¡Ay Dios mío! Uff.

¿Y qué me dicen de la cucaracha? Sinceramente los escritores dejan su parte en sus libros y yo les he dejado esta: ¡PÁNICO! Que las veo en la sala y me encierro en el cuarto con llave. Ni que la llave tuviera algo que ver ¡Pero bueno! No se olviden que los amo y compartan la historia con alguien q crean que le guste... Bueno. Cuídense y aquí les dejo mi beso con nasobuco.

aylenitaRR : Hola, hola, queridos soñadores. ¿Cómo les va en su vida? ¿Han descubierto quién es Pólvora o tal vez ya saben que es lo que esconde Verónica detrás de sus gafas?

Tan tan taaaaan

Ok no, esto sonó demasiado dramático en mi mente 😂😂😂.

¿Bien, quién nos extrañó?
¿Nadie?
Oh 🥺😞 bien no importa.

Estoy triste y por eso les traigo una pequeña reflexión sobre la vida. Sí, la que aparece al principio del capítulo. ¿Les gusta? La hice yo y si quieren leer más cosas así, pueden pasarse por mi libro de poemas "El diario de la Rosa Azul".

Ok ya, sin spam.

¡Espero que hayan disfrutado de capítulo y nos vemos la próxima semana!

¡Besos!

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