Capítulo 15
CAPÍTULO 15.
La llamada menos esperada se recibió en esa noche.
¿El padre? Ay no, esperen...
—Pues mira, tengo una idea perfecta para ti. ¿Conoces la iglesia que está en el centro de la ciudad? —le dijo la señorita Rodríguez.
—Sí, he ido varias veces a la misa.
—Pues entonces déjame decirte que en esta iglesia el día sábado harán una selección de chicas que sean puras para que tengan la oportunidad de estudiar en el convento, para ser mujeres de Dios.
—¡Me acabas de dar la mejor noticia de la vida! Cristal la va a adorar…
—Yo podría hablar con el padre de la iglesia para que seleccione a Cristal sí o sí. Somos amigos como ves.
—Perfecto.
Verdaderamente nos habíamos olvidado de esto, pero conociendo a Verónica, ella haría cualquier cosa para disfrazar los chismorreos de la ciudad. Con toda la calma del mundo, le está haciendo el mayor cuento del año al padre.
¡Irrespetuosa de Dios! ¡Mentir es un pecado!
—Sí, padre. Todo fue un malentendido de mi calendario. Pensé que era el viernes 13 y no este, perdón.
¡Dios, no me lo creo! ¡Estás mintiendo, Verónica Monserrat! ¡Serás mandada al infierno!
—Muchas gracias por llamar, mil disculpas. Nos vemos. —Colgó.
¿Serás malvada?—. Shh, silencio.
—¿Con quién hablas? —preguntó Esteban.
—Oh, eh...
Ahora pensarán que estás loca.
—Con el padre. ¿Con quién va a ser?
—¿Después de colgar?
—No había colgado. ¿Pensaron que había colgado?
¡Toma tu merecido, señora Monserrat!
—Debo esperar a la policía...
Sin embargo, en el cuartel de la policía todo era un alboroto.
—¿Han encontrado algo? —preguntó la detective sentada en su escritorio, tomando la taza de café caliente de la mañana, al jefe de criminalística.
—No, detective Monsolini. Tan solo encontramos un anillo.
—¿De la secuestrada?
—No, está muy grande para ser de una chica, parece más de hombre.
—Muéstremelo.
—Está siendo evaluado por los criminalistas.
—Debemos entrevistar a los que estaban en la fiesta, para saber si vieron a alguien sospechoso.
El equipo de criminalística se dirigió al lugar donde se realizó la fiesta.
Entrevistaron a la anfitriona, dentro de su sala de estar:
—Buenas noches, Karen. Soy la detective Monsolini. —Le extendió la mano y Karen la apretó—. Necesito hacerle unas preguntas —La detective avanzó sobre las demás personas de su trabajo que se interponían en su camino.
—¿Sucedió algo? —preguntó Karen, extrañada.
—Unos mafiosos secuestraron a una de sus amigas que estaban en la fiesta, quiero saber si vio a alguien sospechoso o alguna actitud que estuviera fuera de lo normal.
Decir que Karen estaba confundida era poco. ¿Qué amiga era esa? ¿De qué le estaban hablando?
—¿Amiga? —preguntó la chica, aun sin entender nada—. No sé si sepan pero… ammm, tengo demasiadas amigas.
—Solo diré un nombre y un apellido —hizo una pausa y soltó un suspiro—. Cristal Monserrat.
Karen no pareció tomarse muy bien la noticia. Su piel se tornó pálida y empezó a sudar frio, sin mencionar los ojos que estaban casi fuera de sus cavidades y su mente en estado de shock.
—¿Qué? —La pobre chica cayó sentada en uno de sus sofás con forma de L, con su mirada fija en el suelo, confundida.
—Lo sentimos mucho. ¿Podría responder nuestras preguntas o al menos darnos una lista de sus invitados? —Karen levantó la mirada y asintió varias veces. Ella no estaba ahí, estaba tratando de asimilar la situación.
—Claro… —Tomó un respiro—. Los que vinieron a la fiesta fueron…
Y así pasaron las horas, ya teniendo el Sol en su punto más alto. En la empresa de Los Demonios, las chicas secuestradas formaron fila ante sus superiores para ser revisadas. Un chico bello cual Sol entraba a la escena resonando sus botas.
Con la mirada la buscaba, quería encontrar algo que nosotros no sabemos, ¿o sí?
De repente sus ojos marcaron satisfacción.
¿Será que encontró algo?
—Cristal.
La chica levantó la mirada asombrada por la mención de su nombre.
—Necesito hablar contigo.
Suspiros faltaron para que salieran de su trance, miradas, o sea ¡despierten!
—Ven —Hansel toma a la chica de la muñeca y la saca de la fila de mujeres. Claro, que no faltaron miradas curiosas—. Por aquí…
Se adentraron en la pequeña sombra que daba un mini tejado a la orilla del edificio. Todos sabemos que al mediodía el Sol no deja ver ni el pavimento por su claro esplendor y vapor.
—Diga, señor. —Cristal estaba confundida, pero con el escarmiento que le dio el señor dueño de todo eso, no se atrevería a negarse a nada que le pidieran sus superiores.
—Necesito hace tiempo una sirvienta en mi departamento, alguien con que pueda satisfacer mis necesidades.
Esperen. ¿Qué viene esto al caso? Me confundo. ¿El hijo del dueño le está pidiendo a “la nueva” Cristal una opinión o será que pretende otra cosa?
Ya sé. La va a secuestrar de nuevo y va a pedir dinero a su padre. Sí, sí, a lo mejor es eso. O tal vez es un vampiro que quiere saciarse de la sangre de Cristal.
No… Cristal no.
—Señor, no sé qué quiere decir
—Me refiero a que necesito a una de estas muchachas en mi casa. —Señala a sus espaldas.
—¿Por qué me dice esto a mí?
—Porque creo que tú me puedes ayudar.
Cristal se impresiona.
—¿Yo? ¿Cómo podría ayudarlo, señor?
—Porque yo pienso que tú —énfasis en “tú”— eres esa muchacha, eres la única con la que he interactuado por aquí.
—Señor… —Cristal parecía confundida.
—Por favor, acepta; allá puedes tener una vida muy distinta a la de aquí.
Eso es cierto, es mejor que estar aquí bajo el peligro de quien te puede hacer daño o caer en manos equivocadas.
Cristal, por favor, no seas boba. Esto es mucho mejor.
—¿Y su padre? —preguntó aún indecisa.
—Lo tengo todo planeado.
—¿Todo?
—Sí, le diré a mi padre que te voy a comprar y lo haré. Luego te llevaré a mi casa y podrás salir de aquí.
—Usted no lo hace por mí, usted…
—¿Por ti? ¿En dónde vives, niña? No me gustas, me gusta tu cuerpo. ¿Acaso no te puedo llevar?
Ufff, golpe bajo. Cristal, mi pobre niña, te bajaron de la nube.
Le duele lo que dijo, pero no lo demuestra.
Orgullosa.
Pronto, se percataron de que son el centro de atención. Demasiado tarde.
—No confío en usted, lo siento. —Miró hacia otro lado. ¿Quién iba a confiar en Hansel después de lo que le dijo?
—Confía en mí, es mejor estar conmigo, a salvo, a que estés aquí con cualquiera que te pueda comprar con propósitos maliciosos. —Ahora parecía amable. ¿Cuántos polos tienes, Hansel? ¿Uno caliente y uno frío?
—Muy bien —Cristal al final, aceptó.
—Recoge tus cosas, hablaré con mi padre y te quiero en este lugar dentro de veinte minutos, ¿ok? —La chica asiente—. ¡02!
Llamó a un guardia, el cual caminó hacia él con sus oscuras gafas de Sol.
—Diga, señor Hansel.
—Acompáñela a recoger sus cosas —Tocó a Cristal por la espalda para que avanzara. El guardia permanecía tieso con sus ropas oscuras.
—Como diga.
Pronto, ambos tomaron direcciones opuestas. Hansel se puso sus lentes de Sol, listo para la película.
—Voy a hablar con mi padre…
Uy, esto se va a poner bueno. ¿Cristal logrará salir?
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