Capítulo 11
Este capítulo hermoso, las autoras hemos decidido dedicarlo a LilyEsUnaDiosa por ser lectora destacada del libro. ¡Qué lo disfrutes, nena! Va por ti.
Si quieres ganarte una dedicación haz tus comentarios abundar, para que también le puedas dar, Placer a tu Vida...
CAPÍTULO 11.
Mientras caían bombas atómicas sorpresivas en las noticias y un avión estaba por despegar, un chico llamado Hansel se encontraba en su oficina, la laptop en mesa y manos sujetando una taza de café caliente. Unos labios carnosos se unían para soplar un poco el calor que emitía la taza y después llevárselo a la boca.
¡Ay, es un modelo! Ni yo me resisto.
-No entiendo por qué será que mi cabeza siempre me trae pensamientos incoherentes, es como si alguien conversara conmigo, aquí en mi mente.
Ay, mejor me callo.
-¿Hablando solo otra vez, hijo?
Ups.
Hansel frunció el ceño antes de hablar.
-Son imaginaciones tuyas.
Su mirada penetrante era capaz de controlar a cualquiera, hasta su propio padre.
-¿Por qué no fuiste a trabajar hoy? -Cerró Eduard la puerta a sus espaldas y avanzó hacia su hijo.
-Estoy un poco cansado, quería tomarme unos días de vacaciones, pero mañana volveré al trabajo.
-Na, na, na, trabajar nada -negó con la cabeza-. Mañana es un día especial, trabajaré por ti, además, las personas cumplen años sólo una vez en el año.
-Pero padre, hay que trabajar, el negocio no se puede detener a estas alturas. -A veces Hansel podía ser muy decisivo con sus palabras-. Hemos alcanzado el mayor porcentaje de ingresos en este momento del año, estamos en la cumbre, hoy mismo la nueva mercancía...
Eduard interrumpió sus palabras. Supuestamente en la mente de su hijo solo existía la palabra "trabajo".
-No, mi hijo va a descansar. Haré lo que sea necesario, pero tu cumpleaños es tu cumpleaños.
-Pero -interrumpiólo.
-Hansel. -La interrupción hizo el silencio-. Es mi última palabra.
Rendido al fin, tiró los brazos al aire.
-Está bien. ¡Cómo digas!
La conversación cesó al cerrarse la puerta de la oficina.
***
Cristal ha sufrido mucho estas horas, acaba de salir del salón de la revisión llorando a cántaros, lágrimas que llegaron a parecerse a las cataratas del Iguazú. Muchas jóvenes salían en una situación semejante a ella pero ninguna estaba al punto de las lágrimas.
Uno de los hombres, guardias amenazantes de las muchachas, se acercó a estas dando palmadas sobre su cabeza.
-TODAS. -Su orden atrajo hacia sí todas las miradas-. En fila, hacia la derecha. ¡Guardia 09! Guíelas al baño, deben ducharse que esta noche el jefe vendrá a ver la nueva mercancía.
Isabela en estos casos hacía el papel de una amiga, consolando a la pequeña Monserrat quien estaba demasiado nerviosa.
-Tranquila, Cristal. Relájate, no te pasará nada malo, ellos ahora... -es interrumpida por la joven.
-Por favor, Isabela, no me hables. Tengo mucho miedo. -Se encontraba, esta vez, hiperventilando-. Sólo quiero dormirme y despertarme de una vez de esta maldita pesadilla, que ha durado más de las 8 horas de sueño.
*
Karen aún estaba castigada, pero de una forma u otra logró convencer a su madre de ir a la delegación a dar su testimonio.
Una vez allí, tenía que sobrellevar la presencia de una señora loca que caminaba hacia todos lados, gritando y preguntando las mismas cosas cada cinco segundos.
-Señora, cálmese -le decía la detective-. Permita a la señorita Karen proseguir con su testimonio.
-Sí, sí, sí, prosigue, prosigue...
-Como decía, después de que bailamos me separé de ella para recibir a mis otros invitados y desde esa vez no la vi más.
-¿Tiene alguna prueba que nos permita ver cómo estaba vestida Cristal?
-Si, cómo no. Deme un segundo. -La muchacha sacó su celular de la cartera, y buscó en su galería alguna foto que pudiera servir de ayuda-. ¿Qué le parece esta?
Le ofreció Karen su celular a la detective, quien describió en voz alta la vestimenta de la joven mientras copiaba en un papel los datos.
-Cabello suelto... vestido rojo... de escote y por los muslos.
-¿De escote y por los muslos?
Verónica saltó de su lugar y dejó de caminar de un lado a otro. Su curiosidad la llevó a observar la foto.
-Mírela usted misma.
La detective le ofreció el teléfono a la tía, que desde el primer momento tenía los ojos fuera de sus cavidades.
-¿Pero, y esto?
Preparen su mente, que el volumen irá subiendo y la lava se derramará sobre las rocas.
-¿Este vestido? ¡Cómo es posible que mi Cristal esté usando este vestido! Tan corto... tan, tan, apretado, escotado y ¡rojo!
-Señora...
-Mira, mírenla. ¡Esta no es mi sobrina! Me la han convertido en un monstruo. Es una deshonra para Dios, un pecado enseñar sus muslos. ¿Y este... ma... ma... maquillaje? ¡¿Estaba usando maquillaje?! ¡Esto es el colmo! Labios pintados, ese rostro no es el de ella, debe estar liso, y no, y no así. ¿Qué han hecho con ella? ¿Quién me le ha hecho esto?
Un chiflido se escuchó en medio de los gritos.
-¿Quién fue? ¿Quién fue el maleducado, el descarado que emitió ese sonido? ¡Digan quién fue si no quieren que arme un escándalo aquí mismo!
-¡Qué encanto de muchacha! Sería un buen desayuno para...
-¡Oiga! Usted, ustedes son unas faltas de respeto. ¿No ven que estoy haciendo una denuncia, que mi sobrina está desaparecida?
-Muchachos -regañó la detective a los policías que miraban el espectáculo-. Abandonen la sala, por favor.
-Esto no se va a quedar así. ¡Los voy a denunciar por acoso a una menor!
-Señora, no debe hacer suposiciones. Estamos en el caso de su sobrina ahora, así que cálmese, por favor. -Miró al delegado-. Este caso es serio.
Verónica le continuó: -Y sólo les pido que trabajen lo más rápido posible.
-Aquí estamos para encontrar a la muchacha, no para formar escándalos por vestimenta. ¿Bien?
***
La desaparecida Cristal se encontraba en estos momentos en una fila, presenciando el paso del "señor" de "Los Demonios", Eduard Méndez, quien resonaba sus botas en el pavimento mirando a cada muchacha, una por una. Sus pasos se detienen cerca de Cristal, quien baja la cabeza con el objetivo de esconderse.
-¿Número 100?
Al escuchar esto, ella levanta la mirada lentamente hasta encontrarse con un rostro viejo y cerca de arrugas.
-¿Cuál es tu nombre?
-Me llamo Cristal.
-¿Qué edad tienes?
Con mucho miedo, ella contestó, después de mirar a Isabela rápidamente.
-17 años, señor.
-¿Eres virgen?
Y ahí viene la dichosa pregunta. Cristal, vamos, más vale contestar, recuerda las palabras de Isabela.
-Sí, señor.
-¿Tienes alguna enfermedad?
-No, señor.
-Perfecto... ¡09!
--¿Si, señor? -contestó un guardia que se encaminaba hacia Eduard.
-Traime el examen de revisión de la chica número 100.
-Sí, señor -dijo para luego desaparecer.
En el transcurso de segundos solo había silencio. Eduard miraba sin ningún resentimiento a la chica, descaradamente: los ojos, el cabello, la piel, las facciones de su rostro, todo.
Minutos después el guardia le entregó al jefe el informe de Cristal
-Puedes retirarte -le dijo al hombre firmemente.
-Muy bien... -En sus manos ojeó el informe, siendo el centro de atención de las muchachas y el infierno para Cristal-. Perfecto.
-¿Qué desea hacer, señor?
Le preguntó el guardia a su lado.
-Creo que ella va a ser el regalo perfecto para mi hijo.
¿Regalo?
Pues sí, Cristal. Al parecer vas a ser el regalo de alguien.
-¡Prepárenla!
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