Ella
Para él, ella era pieza clave.
Como la pieza del rompecabezas perdido.
Por consecuencia, quiso reencontrarse con la ojiceleste y ella no se lo negó. Una suerte.
«Dijo: es sólo compartir momento, lo entiendo»
El faraón estaba tranquilo paseaba por el museo—. Es agradable y preciosa, como ella no hay dos. —habló sin ser oído—, merecería que le hagan una pintura, o un retrato.
El tiempo se hacía cada vez más gélido, pero aún así fue él quien pensó que no sería mala idea.
Mientras tanto, para la de tentáculos sonaba sensacional. Apenas se despidió de su compañero y secuaz, aunque en el pasado le fue difícil confiar en el chico faraón, para ese entonces ya eran otros tiempos.
Llegando junto a él, se saludaron y una sonrisa se plasmó en sus rostros.
—¿Vemos cosas preciosas? ¿Riquezas?
—Por supuesto.
∆~~~•~~~∆
Las horas se pasaron en hacer bisutería, de forma que imitaran lo que más les gustara a los dos. Era evidente que no podían utilizar plata u oro porque sino los héroes se molestarían, no pretendían hacer pleito en ese momento.
—¡Mira como me está quedando, Octobella! Tal cual una aguamarina —exclamó el de ojos amatistas, entrelazaba las perlas de vidrio muy alegre.
—¡Mira el mío! —dijo ella, dejando ver un brazalete de bisutería de los colores violeta y amarillo, todavía le faltaba atar para su resistencia.
—Precioso, te ha quedado bastante bien —contestó eufórico.
—También a ti, ¡me encantan los adornos!
«Son tan lindos como tú» pensó el moreno.
Una simple acción como hacer bisutería alegraba al chico de vendas, no siempre se veía una sonrisa en él por eso hasta parecía tanto en la mente de la chica pulpo.
—Este es mi favorito por el color en verdad —asumió el contrario.
—Ok, para mí este tiene algo especial; ¿sabés por qué?
El chico antiguo abrió los ojos prestándole atención—. ¿Mmh?
—Es para "usted". —Octobella le extendió el brazalete.
Este rió un poco—. También para usted, linda.
Intercambiaron el collar y el brazalete.
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