Capítulo IV
Salmantha: Amaya, ¿sabías que los recuerdos inconscientes provocados por el miedo pueden permanecer completamente escondidos de nuestra mente consciente?
Mencionó Samantha, quien tenía a Amaya sentada en un sillón justo frente a ella. La chica de lentes inclinó un poco la cabeza como tratando de entender, pues aún a pesar de todas las sesiones, aún era incapaz de recordar más allá de su niñez.
Amaya: ¿Qué? Entonces... ¿eso fue lo que vi?
Samantha: Eso creo. Así que hoy regresaremos a ese lugar. -*Se quita los lentes y activa un mentrónomo*- Muy bien... Empecemos.
Amaya centró su vista en la aguja del mentrónomo, viendo como este se movía de un lado a otro. Se acomodó en el sillón, aún manteniendo su mirada en la aguja mientras su hipnoterapeuta comenzó a hablar en un tono suave.
Samantha: Eres tan ligera, como una pluma... Escucha solo mi voz... Siente como la realidad cambia, y se devanece... del presente... al pasado... de tu memoria consciente... a tu inconsciente... Respira profundo... -*Amaya toma una respiración profunda, a la vez que sentía cansancio*- Siéntate, y relájate... Cierra los ojos... Visualízate a ti misma en ese espacio... Materializate por completo... ¿Puedes verlo?
Amaya acató las intrucciones de Salmantha, acomodándose en el sillón mientras cerraba sus ojos. Pudo notar que, de pronto, todo a su alrededor pareció brillar, hasta que ese brillo se desvaneció.
Se encontraba en un callejón de su antigua ciudad, lanzando diferentes tapas de cubos de basura junto con sus amigos Catboy y Gecko, para intentar confundir a sus copias robot hechas por Romeo. Llevaba puesto su disfraz de heroína, riendo muy feliz.
Ah, qué truculentos son nuestros recuerdos. Amaya imaginaba sus primeras aventuras con los Minions llenos de alegria, inocencia y felicidad.
Pero la realidad... era mucho más oscura de lo que ella recordaba.
La niña búho volteó a mirar a sus amigos Minions, con una sonrisa inocente en su rostro. Parecía que no veía muy bien lo que estaba frente a ella.
El minion Kevin retorcía el brazo del Robo-Gecko con tanta fuerza, con una expresión de rabia en su rostro. Sus ojos brillaban de un color rojo, y luego arrancó por completo el brazo de la copia robot del lagarto verde, antes de mirar a Ululette. Ésta simplemente sonreía inocente, sin darse cuenta de la escena que tenía frente a ella.
Los Minions nunca fueron quiénes los héroes pensaron que eran. Sus ingenuas mentes de niños simplemente borraron lo que no podían entender o explicar... Cosas aterradoras... y malvadas...
Samantha: Avanza... Avanza...
En otro recuerdo, Ululette ahora se encontraba sentada en el techo de su antiguo cuartel general, con Kevin a un lado de ella. Ambos miraban el cielo estrellado, con las estrellas reflejándose en los lentes del minion.
Estuvieron un buen rato admirando aquella hermosa vista, hasta que la niña búho se levantó, ofreciéndole su mano a la criatura. Kevin la tomó, y juntos procedieron a bajar.
Samatha: Mucho más...
Hubo otro destello pequeño, antes de volver a mostrar otro recuerdo. Ahora se encontraba dentro de una tienda, justo en el jardín trasero de su casa, donde se celebraba una fiesta. Varios niños corrían y se divertían, jugando con los diferentes globos de colores.
Frente a Amaya, un niño con una camisa gris y pantalones cortos estaba sentado frente a ella, sonando una corneta de fiesta. La niña no pudo evitar reír, pues él siempre sabía cómo animarla y hacerla sonreír.
Amaya: Es... el cumpleaños de Billy... y el mío... Connor... Greg... Todos mis amigos están ahí...
En un punto, en el recuerdo se pudo apreciar como los niños corrían al bosque jugando al escondite, siendo Amaya la que contaba. Cuando terminó, corrió al bosque para encontrar a sus amigos.
Amaya: Ese fue el día en el que... se llevaron a Billy.
Sin embargo, conforme se adentraba más, no tardó en escuchar el sonido de un motor encendiéndose. La pequeña niña se asomó por un árbol, logrando observar una camioneta a lo lejos. Quedó en shock en cuanto vio a su hermano dentro del vehículo, antes de que la puerta se cerrará. Vio al conductor, pero no pude distinguir bien su rostro, pues parecía estar borroso.
Samantha: Amaya... concéntrate... ¿Qué está pasando?
Sin dudarlo, Amaya corrió tras la camioneta en cuanto la vio alejarse. Cuando estaba por alcanzarla el vehículo, tropezó con una rama, cayendo de rodillas al suelo. Solo pudo alzar la mirada, viendo impotente como el vehículo se alejaba.
Amaya: ¡¡¡BILLY!!! ¡¡¡BILLY!!!
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Amaya salió del trance, levantándose abruptamente del sillón mientras respiraba asustada. Al ver esto, Samantha se sorprendió un poco, pero de inmediato procedió a calmarla.
Samantha: Calma, está bien.
Amaya: Lo vi... ¡Lo vi!
Samantha: ¿A quién viste, Amaya?
Amaya: No... Dios, pude verlo.
Samantha: No pasa nada, no pasa nada.
Amaya: Estaba borroso, pero sé que lo vi. ¡Lo pude ver!
Samantha: ¿Quién? ¿A quién viste?
Amaya: ¡No lo sé, solo vi que tenía una bata de científico y unos guantes negros, pero lo vi! ¡Creo que era un científico!
Samantha: Está bien, calmate.
Amaya: Él... Él... se llevó a mi hermano... -*Dijo con lágrimas rodando por su rostro*- Ese hombre se llevó a Billy...
Samantha: Está bien. No pasa nada.
Amaya: Ayúdeme, por favor... Necesito saber quién era ese hombre.
Samantha: Bien, Amaya, escúchame. Lo estás haciendo muy bien. Ahora, escucha... Esto toma tiempo. Vamos a descubrir quién era ese hombre. No debes rendirte.
Amaya llevó una mano a su cabeza para intentar procesarlo todo, pues lo que acababa de descubrir de lo más profundo de su mente le resultaba mucho más estresante. ¿Quién era ese hombre? Obviamente, no pudo haber sido Romeo, pues parecía que aquél científico era un hombre de mayor edad.
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Ya habían pasado algunas horas luego de esa sesión, y Amaya decidió ir al patrullaje nocturno después de todo, a pesar de que sabía que novio no iba a estar presente por unas noches.
Luego de unos minutos sobrevolando el pueblo en el Búho deslizador, la heroína búho aterrizó el vehículo en una calle solitaria, para luego salir de éste mientras hablaba con su equipo por su intercomunicador.
<An Yu: ¿Dices que lo viste?>
Ululette: Sí. Se sintió muy real, pero... No pude verle la cara a ese hombre, estaba borrosa. Siento que estoy cada vez más cerca de saber quién es.
<Newton Star: Es un gran avance, Ululette. Y es bueno tenerte de nuevo en los patrullajes luego de... Bueno, ya sabes.>
Ululette: Sí, lo sé.
<Gecko: Al menos, nos tienes a nosotros para apoyarte. Y no olvides a Connor.>
<Bastet: Miau. Hablando de él, ¿cómo le estará yendo cuidando a ese niño?>
Antes de poder responder, la niña búho tomó su celular, pues notó que éste vibraba. Estaba recibiendo una videollamada, y una sonrisa se formó en su rostro al ver de quién se trataba.
Ululette: Chicos, debo atender una llamada. No me tardo.
<Lilyfay: Apuesto que yo ya sé quién te llama. -*Dijo en un tono picaron*>
Ululette simplemente soltó una risita en respuesta, antes de cortar la comunicación. Contestó la videollamada, con sus ojos brillando de felicidad.
Ululette: ¡Hola, gatito!
<Connor: Jejejeje. Hola, pajarita. Lamento no llamar antes, es que le estaba leyendo un cuento a Timmy.>
Ululette: Tranquilo, entiendo lo complicado que es cuidar a un niño.
<Connor: Lo sé. Solo no quiero que se repite lo de la última vez... ¿Y cómo te fue?>
Ululette: ¿Eh? Ah, sí. Pues creo que avance en algo... En mi sesión, regresé a ese día... -*Algo triste*- Cuando mi hermano... se fue...
<Connor: Billy... Sí, me acuerdo de él. Solían pasar mucho tiempo juntos. Je, hasta me sentía algo celoso por eso, pero siempre me cayó bien... Lamento que ya no esté...>
Ululette: No, tranquilo. En fin, como decía... Regresé a ese día, y pude ver al hombre que se lo llevó... No pude ver su cara, porque estaba borrosa. Pero sé que fue él. Y tarde o temprano, descubriré su identidad.
<Connor: Gran avance, cariño... Aún recuerdo cuando te vi corriendo tras esa camioneta... Si logras recordar la cara de ese hombre, te prometo que juntos haremos que se haga justicia.>
Ululette: Jejejejeje. Gracias, gatito. Y, am... Quería agradecerte por... siempre estar ahí para mí. Perdón si pareceriera que... quería alejarte a veces.
<Connor: -*Sonríe*- Sabes que yo siempre te voy a apoyar, amor. Bueno, tengo que irme. Creo que dejé la televisión encendida, y no quiero que Timmy se despierte.>
Ululette: Bien, hablamos después. Te amo.
<Connor: Y yo a ti.>
Ululette colgó la videollamada, no sin antes besar la pantalla. Abrazó su teléfono muy enamorada, para luego subir de nuevo al Búho deslizador. Encendió el motor, y se alejó volando.
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Connor ingresó a la sala, logrando ver el control remoto en la mesa frente al televisor. Lo tomó e iba a apagar la tele, pero se detuvo al ver que ésta transmitía una película.
En esta se veía a un grupo de chicas mirando horrorizadas algo frente a ellas, antes de que la escena se cortará y mostrará a un oso amarillo con ropa de constructor y una sonrisa siniestra, mientras se mostraban un efecto de rayos a la vez que alzó la cabeza.
<Winnie-the-Pooh: Es hora de Pooh.>
Connor: Pf. Por favor, se nota que es un hombre con máscara. -*Dijo antes de apagar el televisor*
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Bosque de Ashtown
12:40 a.m.
Policía 1: Oigan, por aquí. Creo que encontré algo.
Mencionó uno de los tantos policías que se encontraban en el bosque, señalando con su linterna una cabaña en medio del área. Parecía vieja y abandonada, con la vegetación creciendo en algunas paredes.
Policía 2: Luce abandonada.
Policía 3: Tal vez haya una pista ahí. Hay que entrar.
Diciendo esto, el trío de oficiales procedió a caminar a paso lento a la cabaña, sacando sus armas solo por precaución. Ninguno de ellos notó como una figura misteriosa se asomó desde un arbusto, con un brillo rojo en los ojos que era muy visible en la oscuridad.
Otto: কসাইখানায় শুয়োরের মতো... (Como cerdos... en el matadero.)
Uno de ellos abrió la puerta. Un sonido inquietante de las bisagras chirreando no tardó en sonar. Entraron al lugar, apuntando con sus armas en todo momento.
Policía 2: -*Empieza a tocer*- Mierda... ¿Qué diablos es ese olor?
Policía 1: Huele como a carne podrida...
El tercer oficial, tapándose la nariz, tuvo que salir un momento para tomar aire. Mientras jadeaba en un intento de aguantar las náuseas, no tardó en escuchar algo proveniente del bosque. Pasos.
Policía 3: ¿Quién está ahí? ¡Muestrese!
Grrrrrr....
Aquel gruñido resonó por casi toda la zona. El policía alumbró el alrededor con su linterna, pero lo único que podía ver era la tanta vegetación que se encontraba ahí, cubierta por la oscuridad.
Eso hasta que volvió a escuchar esos pasos otra vez. Pero, esta vez, parecían ir a toda velocidad. Volteó a un lado rápidamente al ver algo en la esquina de su ojo. Lo último que se escuchó fue un rugido parecido al de un animal, mezclado con el grito del oficial.
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Policía 1: ¿Myers?
Mencionó uno de los oficiales, al escuchar el grito de su compañero proveniente del exterior. El otro policía, mientras tanto, se acercó a una puerta de la cual provenía el olor nauseabundo, por lo cual tuvo que cubrir su boca para aguantar las ganas de vomitar.
Policía 1: ¿Myers? ¡¿MYERS?!
Gritó de nuevo el policía, acercándose a la entrada principal de la cabaña, en la cual logró ver los pies de su compañero. Luego, estos fueron arrastrados fuera de vista. Esto fue suficiente para que su mano en la cual llevaba su linterna empezara a temblar por el miedo. Lentamente comenzó a acercarse.
El segundo oficial tomó la manija de la puerta, girándola con cuidado antes de abrirla. El olor se hizo mucho más fuerte, tanto que empezó a tocer. Lo que vio en el interior parecía sacado de una película de terror.
Cadáveres. Y partes de cuerpos desmembradas. Era lo que se veía en el interior. Muchos de los cuerpos hasta incluso tenían marcas de mordidas y arañazos, como provocados por una bestia feroz. El policía no hizo nada más que retroceder por el miedo, dejando caer su linterna en el acto.
Policía 2: Oh, por Díos... ¡Oh, por Díos! ¡Oh, por Díos!
Repitió con una voz temblorosa, sintiendo como el miedo dominaba su cuerpo. Rápidamente se dio vuelta para evitar ver tal escena. Pero, lo que siguiente que vio le dio una sorpresa, y no una agradable.
Su compañero, el primer oficial, estaba parado en la entrada. Su rostro presentabs múltiples arañazos, con las cuencas de sus ojos vacías y de las cuales salían sangre. Cayó al suelo de inmediato, con el segundo oficial nuevamente retrocediendo por el miedo.
La mala suerte hizo que se tropezara con una silla cercana. Cayó de espaldas al suelo, sintiendo un fuerte dolor en su espalda en el proceso. Mientras alzó la cabeza para ver de nuevo el cadáver del primer oficial, vio algo, o más bien alguien, que inmediatamente le puso los pelos de punta.
Una criatura amarilla casi regordeta se encontraba levantándose del suelo, luego de haber caído del techo. Alzó la mirada para mostrar sus brillantes ojos rojos, y también dejando ver el breve brillo de sus garras en sus manos, que sobresalían de la punta de sus dedos. Espuma salía de su boca, de la cual se podía ver dientes cubiertos de sangre.
Policía 2: ¡Díos mio...!
Otto: কোন ঈশ্বর নেই... সমগ্র মানবজাতি... পুড়ে যাবে... (No hay ningún Díos... Toda la humanidad... arderá...)
Luego de decir eso en su lenguaje, Otto corrió en sus cuatro extremidades al oficial. Lo único que pudo hacer aquel hombre fue retroceder en el suelo hasta chocar contra la pared, viendo como poco a poco su final estaba cerca. El monstruo dio un brinco mientras soltaba un rugido.
Lo último que se escuchó fue un grito. Y un chorro de sangre manchó una de las ventanas de la cabaña.
Continuará...
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