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CAPÍTULO 6

El ver como la mandíbula del profesor subía y bajaba, sólo aumentaba el excesivo aburrimiento de Meg.

-¿Por qué existe la química? O bueno ¿Por qué existen las clases de química? ¡La química no es esencial en mi vida! Podría estar no sé, ¿comiendo ahora? Pero no, debo aguantar una hora y media de suplicio científico, toodos los martes de mi vida escolar- meditaba "filosóficamente" la joven protagonista mientras se encontraba literalmente desparramada en su mesa.

-¡Señorita Margaret! Acómodese correctamente en su puesto y resuelva el ejercicio 2 de la página 123.- dijo severo el profesor causando una desfavorable sorpresa en Meg, quien no estimó más conveniente asustarse por el reto, perder el equilibrio y caerse de la silla.

Varias risotadas burlescas surgieron por su caída, pero rápidamente cesaron cuando Juan se levantó de su puesto y fue a levantarla. Meg se acomodó en su puesto y Juan se sentó, como si no hubiera pasado nada.

Mientras Meg sacaba su libro, notó como un pequeño papelito azul se deslizaba por un cuaderno, aparentaba estar prolijamente escrita con un bolígrafo negro, no tenía firma, lo que sólo aumentaba su curiosidad.

Rápidamente dejó el cuaderno en la mesa y el papelito fue retirado de igual manera. Con suma cautela y observando a su alrededor, comenzó a leer el contenido del papel, el cual decía más o menos así:

"¿Me viste? Muajajaja yo a tí sí, pero ¿Sabes? Creo que tú a mí no... supongo que me reconocerás inmediatamente, por lo que no dejaré mi firma real.

Con eso basta y sobra, disfruta tus entretenidas clases.

1era pista: Pizza, con eso quedó todo claro como el agua cierto?

Se despide sarcásticamente.

Tu nuevo mejor amigo."

-¿¡Andrie!? ¿Cómo? ¿Cuándo?- gritaba internamente la joven- ¿En qué momento?

Meg comenzó a hacer memoria.
Recordó que iba en el auto, pero no era tan acertado pensar que en ese momento la vio, suponía que Andrie no era de esas personas que miran a la gente que va en los autos. Aunque de hecho, no podía suponer nada ya que ni siquiera conocía al joven. Lo único que sabía era que iba en el mismo colegio, que se llamaba Andrie y que tenían gustos similares.

-Cuando llegué, sentí que alguien me miraba... pero vi a tantas personas, que por descarte no la hago...-reflexionó Meg la cual estaba siendo observada divertidamente por dos muchachas que se sentaban muy cerca suyo. De pronto el timbre sonó y una de ellas atinó a sacarla de sus ensueños.

-Meg, ya terminó Química.- dijo aliviada Emily.

-Al fin- suspiró María, que odiaba esa materia con todo su ser.

Pero Meg seguía pensando, hasta que María le quitó el papelito que tenía en sus manos.

-¿Qué es esto?-preguntó

-Una nota, estaba en mi bolso, creo que ya sé de quién es...-respondió segura de si misma la aludida.

-¿A sí?-Suelta la pepa Meg, que desde ayer has estado muy enigmática- observó interesada su otra amiga mientras que María le devolvía el papel.

Con todo y detalles les narró todo lo que le había pasado con Andrie sin notar las miradas cómplices de sus dos amigas y Juan, que recién se había sumado a la conversación. Los tres a duras penas se aguantaban la risa.
Cuando ya finalizó su resumen, las chicas no pudieron más y comenzaron a reír.

-Jajajaja ¿Entonces quieres decir que hay un "ente" que te vigila?-comentó divertidísima María.

-Vaya vaya Meg- opinó Juan -Tienes un admirador secreto-finalizó enarcando una ceja.

-Déjame ver la nota, creo que merece un análisis- sentenció en un dejo de soberbia la chica de lentes.

Meg dudó un poco, sólo un poco, antes de alargarle el papel. Inmediatamente Emily comenzó a observarlo minuciosamente mientras sus amigos guardaban silencio respetuosamente, únicamente haciendo sonido al respirar.
Finalmente, y luego de un minuto de exhaustivo análisis, Emily dijo.

-La verdad es que... no tengo idea de quién es.

Todos estallaron a carcajadas a excepción de la Emily, que se había desconcentrado.

-Yo si creo saber quién podrá ser- afirmó Meg- y de hecho me imagino que Juan-dijo dirigiéndole una mirada cómplice- también debe tener una idea del autor de esto.

-Em, estás diciéndome que es él?-dijo en una fingida seriedad, tal como cuando veía teleseries mexicanas con su madre y su tía.

-Total y absolutamente segura- asintió serenamente la joven- es Andrie.

-Bravo Sherlock Holmes- aplaudió Juan- pero ya sabiendo eso, ¿Qué piensas hacer?

Claramente la pregunta la había tomado por sorpresa por lo que se quedó callada esperando que la bombilla en su cerebro se encendiese. María y Emily intentaban pensar en un plan para ayudarla, o eso aparentaban.

Luego de unos minutos de silencio, María tomó su celular y escribió en un grupo del que sólo tres personas conocían su existencia.

María:
Sigo opinando que es una estupidez, pero ya leyó la nota... ahora qué?

Andrie:
Qué dijo? Me descubrió? Ella es tan lista.

María:
Iugh, no empieces, yo hice primero la pregunta, ¿Que haremos ahora?

Andrie:
Hum, solo aguarda, en todo caso las clases ya van a terminar. Mañana seguiré con todo esto.

María:
Yo sigo diciendo que es una estupidez

Andrie:
Vamos, que tan malo puede ser?
Todo saldrá bien.

María:
Eso lo veremos. Hasta otra que las clases ya van a comenzar.

Andrie:
Lo mismo digo, o escribo...¿Quieren pizza?

María:
Nooo, ya vas a empezar -.-

[...]

Venían de vuelta caminando Meg y Juan calladamente. La primera porque estaba pensando en varias cosas. Había un enredo en su mente, que solo ella podía desenredar, lamentable pero cierto. Mientras que el segundo pensaba en su novia, Clara, la extrañaba tanto, y más ahora que llevaban una relación a distancia, ya que ella se había mudado a Argentina por asuntos laborales de su padre. Las 3 chicas, Meg, Emily y María, sus mejores amigas, indudablemente eran una grata compañía y sabían distraerlo, pero Clara le hacía falta, mucha falta.

De un momento a otro se había despedido de Meg y se encaminaba a su casa. Después de cinco minutos se hallaba frente a la puerta, con sumo cuidado abrió la puerta para no despertar a su madre que, como llevaba haciendo por más de dos semanas; reposar plácidamente en la sala de estar. Efectivamente allí se encontraba, en un profundo y melancólico sueño. El ver la escena trajo un dolor indescriptible al rostro del muchacho, que, a sus 17 años, ya había sufrido la partida de su amado padre, y ahora velaba por su madre, que era víctima de una enfermedad bastante agotadora.

Actualmente, él y Mario, su hermano mayor, vivían con la madre en casa actualmente, pero Mario, de 23 años, estudiaba y trabajaba, razón por la cual no se encontraba muy presente en casa.

Juan no había comentado a nadie sobre la gravedad de su madre, odiaba que se preocuparan por él, era una de esas tantas personas que dan mucho, y reciben poco. Siempre prestaba su compañía y consejos para quien lo necesitara, pero si él se encontraba en esa situación, prefería cerrarse, cosa que por el momento no le estaba resultando en absoluto negativo, aunque claro, desde su punto de vista surgía dicha idea.

Siempre sonreía a la vida, sin importar el problema.

Allí se encontraba, contemplando a su progenitora, deseando internamente que todo estuviera bien en esa amada cabecita.

Tranquilamente se dirigió a la cocina, dispuesto a prepararle algo a él y a su madre, cuando ésta despertase. Iba a abrir el refrigerador, cuando distinguió un papel con varios recuadros pegado en la puerta del refrigerador.

"Cita Médica

Paciente: Rosalinda Pérez Abarzua
Rut: 10.345.539-k
Domicilio:

Estado: Grave
Fecha de próxima cita médica: 06/04/2016

Fecha de operación: por determinar"

Dicho papel había sido pegado por el mismo día anterior, día en el que llevó a su madre al hospital. Ése era el trámite del Juan le habló a Meg.

Preparó y cocinó callado, pensando en su madre, en el colegio, en la receta, en que estaban siendo semanas difíciles para él.

Luego terminó de cocinar, dejó un plato de sopa en la mesa cercana a su madre y sin más, se marchó a su habitación.






____________

Hola pequeños, cómo andan?

Quería agradecer todas las visitas y votos, en verdad lo estoy haciendo con mucho amor.

Pregunta...

Qué apellido les gustaría para Meg? Así como chileno o como sea, da igual, con tal de que encaje con Margaret.

Bye!

_Cangura

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