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20 || Grita

no autorizo que me griten después de este capítulo

Seren y Asher corrieron hacia ese gran portón, y aunque parecía algo prohibido, él la sorprendió sacando una llave de su bolsillo.

—Ahora me vas a decir que eres millonario y tienes una casa en las afueras de la ciudad —comentó ella, cruzando los brazos. El aire se volvía cada vez más frío mientras el atardecer se acercaba, Seren echó un vistazo al cielo y notó cómo el naranja empezaba a tomar fuerza.

Asher se rio y negó con la cabeza.

—Es la casa de mi abuela, y no, no soy millonario.

—¿Me estás llevando a conocer a tu abuela? —cuestionó ella, abriendo los ojos.

No se esperaba eso. La muchacha se estaba poniendo tensa, pero al mirarlo, notó cómo negó despacio y le regaló una sonrisa de lado.

—No, mi abuela falleció hace un par de años...

Seren abrió los ojos. No se esperaba eso tampoco.

—Asher, perdóname. Lo siento mucho.

Pero él negó otra vez, ahora con otra sonrisa un poco más animada.

—No sabías. No venimos por eso, de todos modos. Ya vas a comprender, solo necesito que está puerta coopere conmigo —añadió, peleando con la cerradura un poco oxidada. —Le dije a mi mamá que teníamos que arreglar esto, pero no quiere cambiar nada de la casa y... ¡Ahí está! —chilló feliz cuando, al jalar de la manilla mientras daba vueltas a la llave, logró abrirla.

El peliblanco hizo una señal para que ella pasara primero. Ella suspiró, y aún apenada por lo anterior, entró a paso lento. Asher, siguiéndole los pasos, silbó al ver el lugar.

Era un gran terreno parecido a un jardín y tenía muchas flores de diversos colores. Pensó en que le recordaba mucho al lugar donde vivían Seren y Lilith en la leyenda, pero no lo dijo en voz alta. Al fondo de esta, se veía una pequeña casa de color blanco y celeste, también rodeado de flores.

—Wow —susurró Seren mirando a su alrededor.

—¡Bernardo! —gritó Asher, emocionado. Seren frunció el ceño al escuchar ese nombre y giró a ver hacia donde estaba el chico. Un perro de raza Samoyedo llegó corriendo hacia ellos y se lanzó sobre Asher. Los dos peliblancos cayeron al suelo de inmediato mientras Bernardo meneaba la cola de forma desesperada. La risa más sincera del muchacho se oyó cuando el perro le lamía el rostro. Sus patas estaban encima de él y se movía por todos lados, Asher acarició su lomo y lo abrazó como pudo. —¡Hola, amigo! ¡Hola, hola! —chilló, agudizando un poco su voz. —¿Cómo estás? ¿y Pilar? ¿dónde está Pilar? —El perro alzó la cabeza, como si estuviera buscando algo, dio un par de vueltas y corrió hacia la casa que Seren había visto antes. —Seren, ese fue Bernardo, el perro de mi abuela —explicó arrugando un poco los ojos porque el sol le daba directo a la cara. Ella sonrió y estiró la mano para ayudarlo a ponerse de pie.

—¿Bernardo? ¿Se llama igual que Vad?

—Sí, por eso lo llamo así, y él lo sabe, eso lo hace más chistoso —respondió limpiándose los pantalones. —Bueno, Pilar era la enfermera de mi abuela. Pero también fue su amiga por muchos años. Mi abuela era lo más parecido a una familia que tenía, así que cuando falleció, mi mamá le pidió que se quedara. Pilar vive aquí, pero en este momento trabaja cuidando al vecino. Debe estar en la casa del costado. Luego iré a saludarla, ahora tenemos algo importante que hacer, ¿vienes?

Ella asintió. Caminaba con los ojos cerrados de forma metafórica, solo confiando en lo que Asher decía o hacía. Así que lo siguió.

Al dar la vuelta a la casa, cerca de la puerta trasera, ella pudo observar mejor un campo con algunos árboles a los lejos. Asher llamó su atención cuando apoyó sus manos sobre el respaldar de una cuatrimoto de color negra con una sonrisa. Seren lo miró como si estuviese desquiciado. Abrió los ojos, alzó las cejas y luego negó con la cabeza en repetidas veces.

—No.

—¡Seren!

—¡¡No!! ¿Tú me quieres matar?

—¡¡Vamos!! —insistió señalando el vehículo.

—¡¡No!! —gritó aún más fuerte, negándose. —¿Estás loco? ¡No!

Él alzó una ceja también y cruzó los brazos.

Algunos minutos después, aunque ni siquiera Seren supo cómo, se encontraban subidos a la cuatrimoto, de camino a un lugar que solo Asher sabía.

Antes de subir, Seren comentó que volvería a su auto por su abrigo, pero Asher le dijo que no tenían tanto tiempo, ya que al atardecer estaba por irse. «Toma la mía», le dijo, mientras colocaba la sudadera sobre ella. Ella no tuvo mucho tiempo de negarse, ya que aún seguía concentrada en no querer subirse a esa monstruosidad.

La rizada, en su cabeza, todavía sin saber cómo había logrado convencerla, pero abrazando al chico, con el rostro pegado a su espalda y con su sudadera puesta, no sintió el temor de antes. Le costó unos segundos acostumbrarse, pero al notar que Asher sabía manejar, se sintió mucho más segura.

—¿Todo bien? —gritó Asher, el viento no los dejaba escuchar, aunque él iba lento y con cuidado.

—Me quiero morir —respondió ella.

—Ok, entonces todo bien, ¿no? —preguntó entre risas. Seren le pegó en el brazo, pero volvió entrelazar sus dedos sobre el estomago del chico. No lo iba a soltar hasta que bajaran de la bestia.

Pero lo cierto es que, fuera de bromas, Seren estaba disfrutando del viaje. Solo había campo, flores de muchos colores y olor a tierra húmeda. Le recordaba a los viajes familiares, los únicos momentos en los que disfrutaba de estar con sus padres y su hermano. Cuando los cuatro viajaban, todo lo malo parecía desaparecer. Ella y Santiago corrían por el campo lejos de sus padres, y de noche, justo después del atardecer, volvían a casa dormidos en el asiento de atrás.

Hasta que crecieron, y se dieron cuenta que no eran tan buenos recuerdos como, valga la redundancia, recordaban.

O al menos ella.

Sus padres peleaban allá adelante mientras Santiago le recomendaba escuchar alguna nueva canción. O cuando corrían por el campo, y su padre amenazaba a Santiago con castigarlo al regreso, porque se iba con lejos con su hermana sin avisar. O cuando al regreso, Santiago abrazaba a su hermana hasta que se durmieran mientras su padre le llamaba la atención, y terminaba peleando con su madre porque no habían disfrutado de ese viaje que tanto le costó organizar, a ver si así por fin «se comportaban como una familia»

De pronto, el buen recuerdo se volvió algo oscuro, y el agarre de Seren se volvió un poco más fuerte. Asher no se quejó, pero sintió que no la estaba pasando bien, así que se detuvo junto al árbol que estaba buscando, y apagó el vehículo.

—Llegamos —dijo. Seren se veía distraída cuando él giró a verla. Asher ya estaba de pie, pero ella seguía sentada mirándolo... ¿O tal vez un punto fijo? —¿Seren?

—¿Uhm?

Aquello la despertó y asintió rápido, bajándose también. Asher tenía la mano derecha estirada y ella dudó en tomarla, pero finalmente lo hizo.

Luego entendió que el camino era algo rocoso, y supuso que lo hacía para que no se cayera, pero cuando esa superficie se terminó y todo se volvió césped, no la soltó.

Ambos caminaron juntos unos minutos, y justo cuando el atardecer llegaba a su tono más naranja, Asher se detuvo. Tenían un pequeño lago frente a ellos, y detrás, un banco que colgaba sobre un árbol.

—Grita.

Seren lo miró, confundida cuanto menos. La corriente de aire era cada vez más fría, el cielo oscurecía, pero ambos parecían estar dentro de una zona que solo los iluminaba. Miró los árboles alrededor, todo era campo, eran solo ellos dos y el lago frente a ellos.

—Asher, yo...

—Seren, no hay nadie más aquí. Vamos, libérate. Grita lo que quieras. ¿Estás enojada? Suéltalo. ¡Tú puedes! —dijo, animándola. Asher tomó sus manos con cuidado y las presionó.

—¿Cómo voy a gritar? —cuestionó entre risas, no le parecía lo adecuado.

—La casa más cercana a este lugar está a un kilómetro de aquí. Puedes gritar con total libertad. Observa —dijo, soltándola. Seren sintió la soledad de sus manos, pero no podía pedirle que volviera a ella. Así que solo observó como el chico de cabello blanco presionó los puños y los elevó hasta el cielo, alzando también el rostro. —¡¡Aaaaaaaah!! —gritó, con todas sus fuerzas. Seren se asustó y miró alrededor, esperando que alguien llegara a quejarse con ellos.

Pero nada pasó. Nadie llegó.

La chica tragó saliva y su corazón empezó a latir, porque quería hacerlo, pero no se atrevía.

—No puedo. —Negó.

—Puedes —contestó él con una sonrisa, volviendo a tomar su manos para sacudirla un poco.

—No sé qué gritar.

—Lo que quieras. No lo pienses, solo haz...

—¡¡Estoy cansada!! —gritó ella, no tan alto, pero lo hizo.

Asher sonrió en grande y asintió. Luego la soltó para darle un poco de libertad, pero ella volvió a él y no lo soltó.

Asher bajó la mirada a sus manos, intentando no sonreír tanto.

—Ahora más fuerte, ¡¿de qué estás cansada, Seren?!

—De... De... —Su respiración era cada vez más rápida, se agitó con el solo pensarlo. —¡¡De la gente de mierda!!

—¡¿Por qué?! ¡¿Qué hizo esa gente de mierda?!

Ella presionó los puños y tomó todo el aire que pudo.

—Son malos. Crueles. No piensan en los demás. No piensan en las consecuencias, no piensan en las repercusiones de sus palabras y sus acciones. Opinan como si fuese la vida de un personaje real y no de una persona con sentimientos. Se les olvida que existe más gente a su alrededor, que no están solo ellos. Son egoístas. —Seren vio a Asher, que con la mirada le decía que continuara. Así que cerró los ojos para poder decirlo. —También estoy cansada de mí. No puedo ser perfecta siempre, y me cuesta recordarlo. Me da miedo fracasar todo el tiempo, pienso mucho el dar un solo paso, porque siento que cualquier decisión que vaya a tomar, me puede regresar a la casa donde crecí. Y no quiero. Finjo que tengo todo bajo control, pero es mentira. Y los demás piensan lo mismo también. Me dicen que siempre estoy muy segura de todo, pero también es mentira. Sobrepienso las cosas mil veces. Muchas veces me miro al espejo y odio lo que veo enfrente, y otras veces me encanta. Estoy expuesta a todo y ni siquiera he mostrado cómo me veo, porque me aterra que hablen de mí, más de lo que ya lo hacen. Porque mi propia familia, las personas que debieron cuidarme de esos comentarios, los hacían. Me hicieron asociar el tener sobrepeso con ser fea, y aunque ahora sé que no es así, no puedo evitar pensar en ello. Y odio que sea así, odio darles la razón, porque sé que no la tienen. —Soltó una mano de Asher y se tocó el rostro cuando las lágrimas empezaron a rodar alrededor de sus labios, se limpió con la manga de la sudadera con fuerza. —He rechazado tantas cosas por las inseguridades, me he perdido de tantas oportunidades, y me he arrepentido tantas veces al escuchar las anécdotas de mis amigos. He pensado, ¿por qué no fui? ¿por qué no acepté? ¿por qué me negué? Pero en ese momento solo podía pensar: No lo mereces, no puedes, no lo vas a lograr. Pero sí puedo, puedo eso y más. Sé lo que soy y lo que valgo, conozco mis virtudes, y no entiendo, si yo sé todo eso, ¿por qué no me arriesgo? ¿Por qué, Asher? —Abrió los ojos y lo miró, agitada, respirando como podía. Con un dolor de garganta que escocía por gritar tanto y a la vez por el llanto. Asher la tomó de los brazos y la acercó a él, abrazándola por los hombros.

A Seren le tomó un par de segundos reaccionar, pero correspondió el abrazo. Rodeó su cintura con fuerza y colocó su mejilla sobre su hombro, sintiendo la protección que él le daba. En ese momento, no quería estar en otro lugar que no fuese ese.

—Ojalá pudieras verte como te veo, como te vemos todos a tu alrededor. Creo que así podrías entender por qué te queremos cerca siempre. Eres una persona muy especial, Seren. Haces que el lugar que pisas se ilumine, y eso solo lo hace una persona como tú. Ese brillo que tienes, por favor, no lo pierdas nunca. Pero más importante que eso, toma un poco de ese brillo que dejas en los demás, y guarda una gran parte para ti. Tú también lo necesitas. —Asher le dio un beso en la cabeza y esperó pacientemente hasta que ella se calmara. Su sollozo era cada vez más suave, mientras tanto, él acariciaba su espalda de forma lenta, dulce, como si quisiera que se quedara ahí para siempre, porque ambos encajaban bien.

Hechos a medida, destinados a encontrase en cada vida.

Ella se alejó primero, no quiso verlo a los ojos, pero él tenía otros planes. Porque adoraba ver su rostro, y no podía evitarlo. Asher alzó su mentón, mirándola a los ojos. Él sonrió primero.

—Dios mío —susurró ella, más para sí que para él. ¿Qué había hecho?

—Lo lograste —le dijo él, orgulloso.

Pero ella bajó la mirada, alejándose un poco más. Estaba avergonzada. La euforia se había ido, y lo único que quedaba, de nuevo, eran ellos.

Y la noche llegó. Seren temblaba, no sabía si por el frío, o por todo lo que hacía sucedido, pero no podía parar.

—Será mejor que nos vayamos a...

—¡¡Tengo mucha suerte!! —gritó él, asustándola. Asher se echó a reír por su confusión. —¡¡Todo me sale bien solo porque tengo suerte!! —añadió. Seren tenía el ceño fruncido. Eso no era cierto. —Y temo que esto pueda acabar pronto —dijo un poco más bajo, acercándose a ella. —Entonces tengo que hacer algo.

—Asher, ¿de qué hablas? Eso no es verdad... —Negó, pero él tomó un poco más de aire.

—¡Y me gusta una chica! —confesó mirándola—. Desde el primer minuto en que la vi. Me gustan sus rizos, su voz y su boca. Me gusta cuando me mira, y me gusta cuando sus ojos brillan. Me gusta su sentido del humor, porque siempre finge que no la hago reír, pero también me gusta cuando lo demuestra, porque también me gusta su risa y ser quien la logra. Me gusta su corazón, y me gusta pensar que tengo un lugar ahí. Me gusta su forma de ser y me gusta jugar con ella. Me gusta que sea tan buena en lo que hace, aunque ella cree que no lo es. Por supuesto que no es perfecta, nadie lo es, y eso está bien. No me gusta que piense que no es suficiente, porque lo es. Sus sentimientos, sus acciones y su forma de ser alcanzan y sobran para todos los que la rodean... Y me gusta mucho su brillo. El brillo de Seren. ¿Seren? —la llamó. Ella lo estaba mirando, quieta, mordiendo el interior de su mejilla mientras intentaba no temblar. La tomó de las manos y ella lo dejó, la sensación de sus manos calientes le dio un poco de calidez. —Solo quiero verte sonreír. Pero si necesitas desahogarte, avísame, y vendremos aquí las veces que quieras. ¿No te sientes más liviana ahora? Yo lo estoy —habló señalándose. Ella sonrió de lado, pero su boca de fue ensanchando poco a poco hasta que pudo ver la sonrisa completa.

—¿Así que piensas todo eso de ella?

—Pienso en ella todo el tiempo, pero no es lo único que pienso. Pienso también en qué voy a hacer el día siguiente para verla, a ver qué excusa me invento para estar a su lado. Porque no sé qué hizo, pero la tengo aquí incrustada. —Se señaló el pecho—. No se quiere ir. ¿Y sinceramente? No quiero que lo haga. Quiero que se quede.

—Yo... No sé qué hacer.

El chico unió las cejas con confusión, porque ella estaba feliz, y de pronto bajó la cabeza de nuevo. Así que volvió a tomar su mentón para que lo mirara a los ojos.

—¿Qué pasa?

—Que siento lo mismo por ti —respondió frustrada—, pero no puedo. No puedo, Asher. Prometí que no volvería a tener nada con nadie de este medio. Porque todo es complicado, todo se pone difícil... No sé...

—No quiero presionarte, Seren. Solo quiero que sepas lo que siento, porque es inevitable seguir conteniéndolo —dijo, acercándose a ella para tomar su rostro entre sus manos.

—Yo tampoco, pero no sé qué hacer. Ya tengo a la gente sobre mí, ¿ahora tendría que tenerlos por nosotros?

—Esto, Seren —susurró señalándola y luego a él, tomando las manos de la chica para ponerla sobre su pecho. Seren sintió cómo el corazón de Asher latía, —es solo de nosotros. No es de la gente, no es de nuestros amigos, ni de nuestra familia. Es nuestro. No tenemos que contarle a nadie si no queremos. Podemos ver cómo va todo, si funciona, si no, si va a más. Ninguno de los dos sabe qué va a pasar, pero sí lo que sentimos. Es de lo único que estamos seguros ahora, ¿no?

Ella sonrió asintiendo.

—Es lo única de lo que estoy segura ahora. Y de que no puedo creer que sabes manejar un cuatrimoto y no un auto.

—Es muchísimo más fácil que manejar un auto, créeme —dijo él, riéndose. Las manos de Seren vibraron al ritmo de la risa de Asher, porque aún seguían en su pecho, y notó que era una sensación que no había experimentado antes.

Le gustaba.

—¿Qué vamos a hacer, Asher?

—No tenemos que decirle a nadie, soy bueno actuando, ¿no me viste en Aullidos de Carabar? Gané.

—Ganaste porque yo era tu compañera, perdedor —respondió ella de inmediato. Él alzó una ceja y sonrió también.

—¿Ves? Puedes fingir bien que me odias, hasta parece que los insultos fueran sinceros.

—Son sinceros, Asher. Mis sentimientos no tienen nada que ver con lo que pienso de ti. Eres malísimo en Valorant.

—Mentirosa, juego mejor que Jimmy —habló mirándola, los ojos azules de Asher recorrieron el rostro de Seren, de los ojos hasta sus labios, y se quedaron ahí.

Ella pestañeó y se echó a reír, fingiendo que no le afectaba su mirada.

—Cualquiera es mejor en Valorant que Jimmy.

Asher suspiró, asintiendo despacio, sosteniendo la mirada en su objetivo.

—Vamos a tener que ponerlo a practicar para Ace of Cups...

El ambiente, aunque no parecía por ese humor camuflado, era tenso, pero ninguno se atrevía a cruzar esa línea. Ambos sentían esa atracción, como un imán que los unía cada vez más.

El sol se había ido, el cielo estaba oscuro y las estrellas brillaban un poco más que en la ciudad. Y la luna, la luna brillaba solo para ellos. Pensando, egoístamente, que esa noche solo existía para ellos. Sus rostros estaban a centímetros del otro, y entre miradas furtivas descubiertas por ambos, sintieron que era momento.

Seren se acercó primero, y estaba tan cerca, que sintió la respiración entrecortada del peliblanco. Finalmente, Asher tomó su rostro entre sus manos, sus dedos rozaban suavemente su piel. Ella cerró los ojos, permitiéndose disfrutar de ese momento y tratando de recordarlo por siempre, como si su cabeza pudiera grabarlo.

Y el mundo se desvaneció a su alrededor cuando ambos terminaron con la distancia. Sus labios se movían en perfecta armonía, con dulzura, sin prisa y con mucha ilusión. Nadie más que ellos sabían cuánto tiempo habían esperado por ese momento. Era un beso lleno de promesas. La promesa de un inicio especial entre ellos.

Asher, con mucho cuidado, colocó sus manos sobre su cintura, y ella subió las suyas por su espalda hasta que llegó a su nuca, acariciando su cabello. Era suave. Seren sonrió en medio del beso, y solo eso le bastó a Asher para alzarla en el aire. Dio un par de vueltas y ella gimió por la sorpresa, pero se separaron mientras se reían.

Una risa más fuerte que la otra, y de pronto olvidaron todo lo que había sucedido. Eran él, ella y la luna.

—Tú también me gustas, Asher —dijo ella, con los sentimientos a flote, y más segura que nunca. —Quiero esto para nosotros, sin que los demás se metan. Nunca fui tan sincera, y no quiero que nos arruinen esto.

—Es nuestro, Seren. De nadie más.

—Y de Lana y Vad, nos asesinarían si se los escondemos —aclaró ella, esperando una respuesta. Asher se echó a reír y asintió.

—Exacto, ellos no cuentan dentro de «nadie». Todavía quiero vivir.

La rizada sonrió en grande. Jamás se había sentido tan viva como en ese momento. Porque eso es lo que provocaba Asher en ella. Sintió muchas cosas en poco tiempo. Estuvo enojada, luego aliviada, luego tuvo miedo, y luego se sintió feliz.

—No puedo creer que esto está pasando. Pensé que me guardaría esto de por vida.

—¿Por qué querías ocultármelo? —preguntó tomando su rostro de nuevo. Ella encogió los hombros. —Nunca te quedes con lo que sientes, Seren. No conmigo. Quiero saber cómo estás, cómo te sientes. Adoro escucharte, podría estar horas frente a una computadora oyéndote. ¿Por qué no haces directos más largos? —cuestionó frunciendo el ceño. Seren se echó a reír y colocó sus manos sobre las de él, entrelazándolas.

—Yo también quiero escucharte, pero cada vez que entro a verte, tu chat me manda al frente. No sé cómo hacen, pero siempre que intento hacerlo, me descubren.

—Lo sé, te saludan, así me entero que estás. A mí me hacen lo mismo tus pixelones, ¿sabes? Creo que les gustamos. Vamos a tener que decirles que no estamos solteros. —Ella lo miró sonriendo, sin saber qué decir. ¿Qué eran? No estaban solteros, pero, ¿amigos? ¿No amigos? ¿Novios? —Dilo, Seren.

—¿Qué?

—¿Cuál es la pregunta que está pasando por esa cabeza en este momento? ¿Por qué tus ojos dicen que quieres saber algo?

—¿Cómo sabes?

—Porque te observo. Tus ojos tienen dudas.

Ella suspiró, no podía escapar, él tenía su rostro atrapado entre sus manos, y no podía quitar la mirada de la suya, porque no quería.

—No sé cómo preguntar esto sin sonar... uhm, ni siquiera sé cómo describirlo.

—Pregúntame —pidió. Asher se acercó para darle otro pequeño beso sobre sus labios, y cuando se separó, ella lo siguió con los ojos cerrados. —No tienes que sonar a nada. Solo quiero aclarar tu mente.

—Yo... ¿Qué somos? ¿Cómo nos denominamos? ¿Novios? ¿Es muy rápido?

Él sonrió, dándole otro beso más. Adoraba estar tan cerca de ella, sentir su perfume y besarla mucho.

—¿Qué es rápido para ti, Serena Altamirano? Somos novios si tú también quieres. —Otro beso—. Quiero estar contigo. —Un beso más—. Lo quiero todo si tú también quieres compartirlo conmigo. ¿Quieres ser mi novia?

Esta vez fue ella quien se acercó y le dio otro beso.

—Ya que insistes, Asher. Sí, quiero ser tu novia —le dijo, arrugando un poco la nariz cuando él colocó otro besito ahí, luego su mejilla, y la otra mejilla, su frente y todo el rostro.

—Podría. Hacer. Esto. Todo. El. Día —mencionó, dejando un beso cada vez que decía una palabra.

Y ella respondió con otro beso en sus labios, como si ese imán que tenían, tuviera más fuerza que nunca. Ya que habían dicho lo que sentían, no podían separarse.

Ella tomó aire con los ojos cerrados y una sonrisa, luego lo soltó, mirándolo.

—Tienes razón, ahora estoy muy aliviada. Creo que no tengo más secretos. Pero tú, Asher Bancroft, me vas a escuchar. Tú no estás en donde estás por suerte, estás aquí porque lo mereces. La primera vez que vi un directo tuyo, a escondidas —aclaró rodando los ojos, Asher se echó a reír—, supe que eras bueno. Ese día vi toda la transmisión, me tuviste atrapada todo el tiempo. Haces ver interesante el juego de un señor que explota cosas, hombre, ¿tú crees que eso es fácil? Entretienes a la gente, los haces reír, y además eres guapo —dijo con otra risilla.

—Y me baño —acotó él alzando un dedo.

—Ya sé, es increíble —respondió ella, fingiendo sorpresa—. Y tú también tienes ese brillo. Haces sentir a todos bienvenidos y no dejas de tocar a todo el mundo. No te he visto un solo día sin abrazar a tus amigos o decirles que los quieres. Andas repartiendo amor por todos lados, le gustas a las personas... Y me gustas a mí.

Él se acercó de nuevo, abrazándola por la cintura y suspiró.

—Y tú a mí. ¿Sabes qué pensé la primera vez que ti? La primera vez real, en la fiesta. No en la fiesta de Alex, como dices tú.

—No quiero saber, estaba muy ebria. —Seren negó, volviendo a recordar todo lo que había sucedido esa noche.

—Una vez mencionaste que me persiguió una luz morada, y es extraño, porque yo vi exactamente lo mismo. Una luz roja te perseguía. Te vi desde que entraste a la fiesta con Lana, te seguí con la mirada cuando saludaste a Ren y Gus. Luego fui a bailar, recuerdo que estaba en ese lugar, muy ansioso. Miraba a todos lados pensando, ¿qué hago aquí? No soy nadie. ¿Por qué me invitaron? Pero también me había comprometido a hacer cosas nuevas. Tenía poco tiempo en la ciudad y llevaba semanas solo hablando con Vad. Así que me tomó algo de tiempo, pero lo logré. Y luego, mientras hablaba con la gente, varios sabían de mí. Me atreví a hablar con varios creadores de contenido que había seguido por mucho tiempo, incluso me encontré con una seguidora, fue la primera vez que me reconocieron, yo recuerdo que estaba esperándote fue del baño cuando Lana llegó a ayudarte, ella me pidió una foto y yo estaba en completo estado de emoción, jamás me había pedido una foto, incluso bailé un poco, pero luego desapareciste...

—Oh —interrumpió ella, cerrando los ojos.

—Espera, espera. Ya sé que vas a hablar de Vad, pero quiero que me escuches primero. Solo podía pensar en lo divertido que había sido estar contigo. Bailamos un montón, pero a la vez te veías tensa. Incluso cuando te pregunté tu nombre, ahora lo entiendo, pero en ese momento te veía como una incógnita que quería resolver.

—Yo salí del baño y te vi bailando con esta chica, y pensé: «bueno, tal vez no quiere seguir conmigo, no pasa nada». Ese día estaba un poco... uhm, ¿cómo te explico?

Asher alzó una ceja, sin entender a dónde quería llegar.

—Yo quería se...

—Estaba ovulando, Asher —interrumpió. —Yo fui a esa fiesta con un objetivo, y era besar a alguien, y tú fuiste mi objetivo desde el primer momento en que te vi.

Él sonrió, soltando una risilla después y asintió, entendiendo.

—Y en tu cabeza, se te escapó el objetivo.

—Claro, así que fui por otro...

—Y tu siguiente objetivo, era el mejor amigo de tu objetivo principal, Dios, qué incómodo fue darte cuenta que Vad era el mismo de la fiesta, y yo fingiendo besitos en la llamada, tengo cuatro años —murmuró, avergonzando y riéndose a la vez.

—Sí, por eso al inicio me portaba así contigo, pero a la vez no podía culparte, no sabías nada. Y cuando Leonardo me contó que te había pedido trabajar con la agencia, no sabía en dónde poner la cabeza.

—Soy un estúpido.

—Lo eres, pero no por esas razones. No sabías nada —comentó mirándolo. Quiso grabar su rostro en su memoria, porque lo tenía muy cerca. Seren acomodó un mechón blanco lejos de su frente y sonrió. —Sin embargo, sin todas esas cosas que pasaron, tal vez no estaríamos aquí.

—No creo, yo siento que nos hubiéramos encontrado de todos modos. Creo que tenemos algo invisible que nos une.

Seren se sonrojó al recordar en eso que había pensado siempre. Y al ver la ceja alzada de Asher, entendió que le iba a preguntar, de nuevo, qué pasaba por su mente.

—Ok, te voy a decir algo, pero si me tomas por loca, o te alejas de mí porque te doy miedo, te voy a decir que tú buscaste esto —advirtió, señalándose y luego a él.

—Jamás voy a pensar que estás loca —avisó tocando su nariz.

—Recuerdas... ¿La leyenda de Aullidos de Carabar?

—Sí, más o menos, recuerdo más la historia por el juego, ¿qué pasa con ello?

—Bueno, mi nombre de streamer viene de Seren, la vidente. Además, que es mi nombre menos una «a», pero viene de ahí... —comenzó explicando, él la miró y asintió, esperando que siguiera. —No sé si sabes, pero los dos hermanos lobos se llamaban Louvell y... Asher. —Seren esperó alguna reacción, pero él solo sonrió—. En el juego no salen los nombres, pero la primera vez que te vi y me dijiste tu nombre, pensé. Qué coincidencia tan extraña, ¿sabes? Porque este chico que está bailando conmigo, que además tiene el cabello blanco y se llama Asher, en un país donde se habla español, ¿qué probabilidad hay? Y, eso. Me parece una graciosa casualidad que Seren y Asher se hayan encontrado.

—Porque al final del juego, ellos le piden a Conrad encontrarse en las siguientes vidas, ¿no? —Ella lo miró a los ojos, sorprendida, porque no pensaba decirle esa parte, pero él, que aún sonreía, se acercó y depositó otro beso sobre sus labios. —Pues me gusta como suena. Si esa leyenda fuera cierta, qué bien que somos esos Seren y Asher.

Ella encogió los hombros, sonrojada y algo acalorada.

—Sí. —Seren miró al cielo, y Asher hizo lo mismo—. ¿Conrad? Si nos estás escuchando, lo estás haciendo bien —dijo, alzando el dedo en aprobación. Asher se rio y asintió.

—Sí, amigo, bien hecho.

Sonreí. Gracias, mis niños. Es un placer.

Mi plan, señoras y señores, ha funcionado.

like si pensaste que iba a ser un capítulo triste por lo que puse al inicio JAJAJAJAJAJAJJAJAA

HOOOOOOLIIIIIIII

VIVAN LOS NOVIOOOOOOOOOOOOS

así estoy

bueno,,,,,,,,,,,,

qué les digo

me voy de viaje el viernes, pero *espero* tener otro mientras estoy fuera, igual me llevo la compu porque arriba la esperanza, abuelita. llego el 15, nos leemos pronto <3333

baaaaaaaaaaaaaai

aaaaaaaaaaaaaaaaah

baaaaaaaaaaaaaaai <3

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