19 || Decepción
Seren se quedó pasmada unos segundos mirando el monitor. No atinaba a nada y solo parecía esperar pacientemente por un milagro. Sus moderadores pusieron en marcha su trabajo, pero eliminar los comentarios no funcionaba en esa ocasión, porque eran muchos, tenía una media de 280 mil espectadores por el tema de la capitanía de Ace of Cups, la gente estaba incontrolable.
La única solución viable fue poner el chat en modo emotes. Nadie podía escribir, solo los moderadores. Para su comunidad, era raro que pusieran esa opción, ya que Seren nunca la usaba con ellos, a menos que fuese un momento de broma.
Pero nada de eso era una broma en ese momento.
—Hola, Seren. He perdido la cuenta de cuántas donaciones he enviado, así que solo te lo diré. Ya que anunciaron tu capitanía en Ace of Cups, me gustaría proponer que nuestro equipo se llame Los Serenísimos. Pienso que a los pixelones les va a gustar el nombre también. Me haría mucha ilusión. Saludos desde Altagracia. Mi nombre es Asher. Envíame un saludo, por favor.
La donación repentina fue aquel milagro que Seren esperaba. Y quiso contestar, pero solo emitió un sonido agudo que reemplazó de inmediato aclarando la garganta. Espabiló y recordó que la estaba viendo toda esa gente, no era momento de entrar en pánico. Podía manejarlo de otra forma. Ya podría lamentarse después.
—Ey, gracias por esos bits, Asher. Y no, no nos vamos a llamar así —soltó una risa fingida que pareció bastante real. Hasta a ella le sorprendía lo bien que lo estaba haciendo. —Les cuento, pixelitos. Que este fue su plan desde antes. Me dijo que lo diría en directo para que ustedes se confabulen y nos llamen así contra mi voluntad.
«Igual que Lana con Slana» pensó, pero no lo dijo en voz alta. Era como alimentar el monstruo que se estaba creando allá afuera.
Apagó las notificaciones de las donaciones para que nadie más enviara nada y tomó un poco de aire antes de continuar. Sabía que no podía cortar el directo de inmediato, pero tampoco le apetecía quedarse mucho tiempo más, así que se enfocó en finalizar lo que había empezado.
Le tomó algunos minutos hablar un poco sobre el equipo y algunos planes que tenía, también habló de los juegos que estaban en la lista. Otras comunidades, al ver que no estaba dándole importancia a lo que había sucedido, se fueron poco a poco.
Seren se quedó con su media de noventa mil espectadores, y ahí fue cuando quitó la opción de los emotes.
Terminó el directo sin mucho más problema, y se despidió como si nada hubiera pasado. Mantuvo esa voz serena que la caracterizaba en todo momento, aquello le dio seguridad, aunque realmente estaba temblando.
No le dio raid a Lana, cosa que solía hacer siempre que su mejor amiga estaba en directo.
Raid, para quienes no lo saben, es una forma de enviar a los espectadores a otro stream cuando uno finaliza el suyo.
Solo quería estar en silencio, y eso fue lo que hizo.
Salió de su estudio y se encerró no solo en su habitación, sino en sus pensamientos.
Sabía que estaba mal, pero no pudo evitar leer lo que decían de ella en internet.
Al inicio no era tanto, algunos comentarios en donde les parecía increíble que Lana y Seren estuvieron viviendo juntas todo ese tiempo y nadie se dio cuenta; pero mientras más buscaba, peor se ponía. Empezó a salir gente que juraba y perjuraba que conoció a Seren en persona. Algunos la describían físicamente de una forma nefasta. Hombres, sobre todo.
«Es bonita, pero está algo gorda. Igual tiene buenas tetas, eso la salva un poco»
Otros escribían pestes de ella, que fue mala, que fue maleducada, que se negó a una foto. Eso era falso, las pocas veces que la reconocieron, ella explicó de forma amable que no se sentía cómoda con las fotos, pero conversó con todas esas personas, e incluso se quedó más tiempo para poder enviar algunos saludos en audios que le pedían.
«Cómo vas a ser así de desagradecida con tus fans? Cómo les niegas una foto? Seren me decepcionó»
«Eso les pasa por idealizar a un pixel, los streamers no son sus amigos, por eso se decepcionan»
«Seren no sería capaz de hacer eso, si fuese así, me pondría mal de haber seguido a una persona así por tanto tiempo, además, por qué nos escondieron su relación tanto tiempo? No confían en nosotros?»
Seren negó con la cabeza, en el hipotético caso de que fuera así, ellos no tendrían derecho a reclamar algo que se trataba solo de su privacidad.
«Slana es real, YO LO SABÍA»
«Entonces estuvieron juntas todo este tiempo?»
«¡Y viven juntas!»
«ESCUCHARON LOS BESITOS????»
Uno en específico, prometió que tenía una foto suya que le tomó a escondidas, y por una cantidad de likes y que lo siguieran, la publicaría.
La chica suspiró cansada, viendo como un poco de su privacidad se iba a la basura, porque de pronto todos sabían sobre su vida, todos tenían la verdad absoluta. Le envió el link del perfil a Leonardo sin ningún tipo de mensaje adjunto. Confiaba en que sabría qué hacer con él.
No comprendía por qué de pronto le estaban haciendo eso. Todo por un mísero segundo de atención.
Por un momento, giró a ver el móvil que había silenciado en cuanto llegó a su habitación. Miles de llamadas perdidas de Leonardo, varios mensajes de Lana y Asher, y otros amigos que no alcanzó a ver porque otra llamada de su agente llegó. Colgó y apagó el teléfono. No necesitaba ver nada más.
Estaba agotada mentalmente. Tenía poco más de una hora leyendo todo lo que estaban escribiendo. Odiaba ser el centro de atención, odiaba que la gente, que no la conocía de nada, opinara cómo debería comportarse o incluso cómo verse. Eso no debía ser el tema de conversación de nadie.
Sus ojos escocían, no solo por la rabia, sino porque no fue capaz de dejar de ver la pantalla. Alguna que otra lágrima traicionera cayó por sus mejillas, pero se las limpió con brusquedad, ninguna de esas personas se merecían sus lágrimas.
Lana tocó la puerta de su habitación por primera vez, en vista de que ya no le llegaban sus mensajes. No contestó a la primera llamada, pero bastó con escuchar su voz decir: —Hermana, estoy aquí contigo. Déjame acompañarte, no te cierres, por favor —dijo, con una voz más suave.
Seren se puso de pie de inmediato y abrió la puerta, mirando esos grandes ojos color verde que brillaban más que una esmeralda en la mina más oscura. Lana ladeó un poco la cabeza y esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos, porque se perdieron en la preocupación que emanaba su mirada.
Sabía que a Seren le afectaba ser el centro de atención, había lidiado con eso desde siempre, porque si no era fácil ser una figura pública, siendo mujer, se duplicaba. La gente, pensaba que podía opinar de su vida y su físico, que ni siquiera sabían a ciencia cierta cómo era de verdad. Vio como su mejor amiga tenía los ojos cristalizados y algo hinchados, como si hubiese estado luchando por no llorar.
Seren sabía que su mejor amiga no tenía la culpa de aquella mala coincidencia, pero no podía evitar encerrarse cuando algo le pasaba, fue siempre su mecanismo de defensa cuando algo sucedía en su casa.
Así es como se sentía segura.
—Estoy bien, Lana. Solo quería decirte que sé que no es tu culpa, si es lo que piensas. Solo fue un error y...
Lana se lanzó a abrazarla y poco después, ella correspondió. Porque además de ella misma, no había lugar en donde no se sintiera segura que en sus brazos.
Y dejó de sostener la coraza dura que había intentado mantener. Por fin lloró aferrada a la única persona que había estado con ella todos esos años.
—Lo vamos a resolver juntas, esas cosas que están diciendo no son ciertas, estuve en cada momento y soy testigo. Las dos sabemos que no es verdad. Te dije una y mil veces que la única que tiene el poder de revertir esto, eres tú. —La señaló—. Y si tú no quieres mostrar tu rostro en internet, así será. Leonardo ya se está encargando de toda esa gente que está inventando cosas. Lo llamé y le expliqué la situación. Todo va a estar bien, ¿sí?
—Solo quiero que dejen de hablar de mí. No estoy acostumbrada a esto, Lana. Odio que hablen de mí, de mi físico, que mientan. Odio las mentiras —se quejó. Luego sorbió la nariz y apoyó su rostro en el hombro de su amiga. —Quiero que se callen. ¿Ves por qué no quiero prender la cámara en directo? Les voy a dar razones para hablar. No soy tan fuerte.
—Eres fuerte, hermana. Nadie más que tú, podría tener ese pedazo de comunidad, que además es respetuosa. Tus seguidores, Seren, mírame —pidió la rubia. Seren tardó en hacer caso, pero finalmente se separó y Lana tomó su rostro entre sus manos para que la viera a los ojos. —Nadie más que tú, podría tener una comunidad como la tuya, ¿sabes lo que están haciendo en este momento? Están fingiendo que nada está pasando... —Lana le sonrió y una lágrima cayó por su mejilla, su amiga pasó su mano por su mejilla para secarla. —Están hablando sobre Ace of Cups y los Serenísimos, ahora mismo decidieron hacer una integración, decidieron presentarse y hablar sobre sus cosas favoritas del fandom y básicamente están ignorando cada comentario que venga del exterior. Por otro lado, los animadores e ilustradores, están haciendo contenido sobre el equipo, y los streamers están ayudando con darles más exposición. Asher lleva en stream una hora reaccionando a videos y memes de Ace of Cups, distrayendo a la gente del tema. Empezó su transmisión diciendo que va a banear a cualquiera que hable del tema. Todos están fingiendo que nada pasó. Sé lo que estuviste viendo, porque te conozco. Estuviste en el lado malo del internet, pero créeme que los Píxeles están haciendo todo lo contrario. Sé también que esto no va a cambiar lo que pasó, y si lo que necesitas es que salgamos a decir algo en directo, aunque no debería importarles en lo más mínimo si vivimos juntas, o si realmente fuéramos algo más que mejores amigas, lo puedo hacer. —Lana soltó el rostro de Seren y presionó sus dos manos. —Podemos hacerlo.
—No viste los comentarios, Lana. Se estaban riendo de mí y comentando cosas que...
—¡Que se jodan! Es gente que no te conoce de verdad. Ellos podrán comentar todo lo que quieran, pero tú sabes quién eres. Eres Serena Altamirano, y sí, eres una streamer increíble, pero como persona, lo eres aún más. Nadie que conozcas ha podido decir una cosa grave de ti, porque claro que no eres perfecta, y te equivocas como todos. Pero sabes reconocer cuando estás mal, buscas el bien para los que te rodean, eres leal y responsable, no solo con tu trabajo, sino con los sentimientos de los demás. Pero por, sobre todo, eres la persona más valiente y perseverante que conozco. Hermana, jamás te rindes, y por favor, nunca lo hagas —dijo tomando sus hombros para sacudirla un poco.
Seren tragó saliva y lo único que atinó a hacer, fue asentir. No sabía si le creía, pero quiso hacerlo. Quiso convencerse de que internet olvidaría aquel suceso al día siguiente.
Pero no fue así. Seren despertó la mañana siguiente, temprano, como de costumbre, pero le costó menos de un minuto bloquear el teléfono y ponerlo pantalla abajo sobre su mesa de noche al notar que seguían hablando del tema. Incluso llegó a ver que Seren y Lana eran tendencia en Twitter desde ayer mientras los píxeles, en efecto, fingían demencia. Al menos logró que el tipo que prometía subir una foto suya, se detuviera y confesara que era mentira. Leonardo tuvo algo que ver con eso, Lana le comentó la noche anterior que le había enviado un correo oficial de parte de la agencia, y eso le bastó para que eliminara su cuenta por miedo a las represalias (represalias que él se imaginó, porque el correo fue realmente bastante tranquilo).
Alguien tocó la puerta una vez, pero antes de que Seren pudiera decir algo, se abrió. Una cabeza rubia se asomó con una pequeña sonrisa.
—Buenos días... ¿Quieres desayunar? —preguntó con un tono inocente. No sabía cómo estaba el humor de su amiga, así que prefería no meterse con ella.
—Quiero meter mi cabeza en el inodoro y tirar de la cadena.
Lana pestañeó un poco y asintió con los ojos un poco abiertos y las cejas alzadas.
—Sip, yo también quiero desayunar panqueques. Los voy a preparar y te avisaré cuando estén listos. Ve a ducharte.
—Si entro a ese baño, meteré la cabeza en el inodoro.
—O no... ¿Verdad? Mejor no te bañes, ¿quién necesita una ducha? Nop, no es necesario. Voy a... —Señaló la puerta y retrocedió de espaldas a la pared, chocando con ella. —Voy a preparar los panqueques.
Seren no se movió en absoluto, y en completo silencio, Lana salió por fin y cerró la puerta despacio.
Un suspiro profundo se oyó en la habitación, luego tomó una almohada para ponerla sobre su rostro y gritó para desahogarse.
Pero se dio cuenta que, en realidad, Lana tenía razón. Tenía que ducharse y salir de su miseria, sino se mantendría así.
Además, ella no tenía la culpa de nada.
Así que, con mucho pesar, se puso de pie y arrastró los pies hasta el baño. Tomó una larga ducha con agua caliente y dejó que sus pensamientos se fueran al poner la música a todo volumen. Mirrorball de Taylor Swift fue su primera elección y cantó fuerte mientras echaba acondicionador sobre sus rizos. Luego sonó This is why we can't have nice things, también de Taylor Swift.
La voz de su segunda rubia favorita logró que saliera con mejor humor de la ducha.
Se dirigió hacia el vestidor, pasando por el espejo, y le sacó el dedo medio a su reflejo, rodando los ojos cuando giró a la derecha para pensar qué se iba a poner. Luego tomó su camiseta favorita de Star Wars y unos pantalones cortos de pijama, porque si algo iba a hacer Seren ese día, era sentarse en el sofá como si fuese una planta, y si le salían raíces, mejor. No prendería directo, no hablaría con nadie y dedicaría su día a ser miserable.
—Ey, ahí estás —dijo Lana, feliz de verla levantada, pero luego arrugó la frente. —¿Seren? ¿Por qué tu cabello está mojado?
La rizada alzó la vista, prestándole atención. Su amiga le miraba la cabeza.
—No metí la cabeza al inodoro, Lana, me bañé —contestó, rodando los ojos.
—¡Ah! ¡Menos mal! —añadió, entrándole la risa. —Vente. Comamos panqueques. Voy a suponer que no vas a hacer directo hoy...
—Supones bien —interrumpió sentándose junto a ella.
—Ok. —Asintió. —Tengo una reunión con Leonardo por la tarde, pero estoy libre antes de eso, ¿qué te parece si pasamos la mañana viendo unas buenas películas de comedia romántica que solo nos hacen pensar que solo somos dos chicas?
A Seren le tomó unos segundos aceptar, pero lo hizo. Pensó que, si su cerebro no quería producir serotonina por su parte, ella lo forzaría a hacerlo.
Como resultado, vieron, más o menos, dos películas, y los tres primeros capítulos de una serie que pintaba ser de esas en donde terminarían enojadas con la protagonista por no quedarse con quien ellas habían elegido como su verdadero amor.
—No pueden poner a Taylor Swift de fondo en esa escena y luego hacer de cuentas que no pasó. Me rehúso —dijo Lana, muy enojada.
—No lo sé. A mí me gusta el otro.
—Qué raro, eligiendo al que tiene ojos azules, ¿no estarás repitiendo un patrón?
—Y tú al de cabello negro, ¿no? —atacó, alzando una ceja.
Lana resopló.
—No sé de qué estás hablando.
—Sí, sí, tú finge demencia. Nos veremos las caras en unos meses.
Seren no veía el futuro en esta vida, pero algo sabía.
—Me tengo que alistar, en unos minutos vendrá el taxi para llevarme donde Leonardo, ¿me acompañas?
—No pienso dejar esta casa por el resto de mi vida.
—Ok, Shrek. Puedes quedarte en tu pantano —dijo, pasando por encima de las piernas de Seren y susurró: —De todos modos, ya viene el burro.
—¿Qué?
Pero no obtuvo respuesta.
Cuando vio la hora, notó que eran casi las tres de la tarde. A esa hora estaría por terminar directo, o pensando si quedarse un rato más. Le dio tristeza no poder hacer lo que le gustaba.
Minutos después, la rubia volvió vestida como si fuese a un desfile de modas y no a una reunión con su agente.
—¿Segura que no quieres venir? —cuestionó Lana echándole un ojo a su reloj.
—Ve tú, no quiero hablar con nadie. No te preocupes por mí. De verdad.
Seren se acomodó en el mismo sofá donde durmió cerca de Asher aquella noche.
—Sí, es que ya me preocupé por ti... —susurró jugando con sus dedos.
La rizada giró a verla, analizando la pequeña sonrisa que estaba ocultando ese pequeño demonio disfrazado de oveja que tenía como mejor amiga.
—¿Qué hiciste? Habla.
—No quería dejarte sola y ha estado preguntando por ti...
—Lana, ¿qué hiciste?
El timbre sonó y ambas se miraron. La rubia unió los labios en una sola línea y caminó hacia la puerta, pero la más alta se puso de pie para señalarla en forma de advertencia.
—¡Alto! ¡No abras esa puerta! —advirtió—. ¿Quién es?
—¡Asher! —Lana interrumpió, abriendo la puerta de todos modos. Y así recibió al chico, agitando las manos, como si estuviera espolvoreando un poco de brillitos sobre él, pero se detuvo a mirarlo con la cabeza ladeada —¿Volviste a pintarte el cabello?
—¡Hola! Sí. Ayer volví al blanco, odiaba el gris. Nunca lo quise, pero no sé decir que no y la estilista me alborotó con promesas a las que no supe negarme. Ya se me estaba yendo el color, de todos modos.
Seren estaba en pijama, ya despeinada y en silencio, observándolos. Nadie le advirtió que tendrían visitas.
La llamada del teléfono de Lana le avisó que ya debía irse.
—Ok, Vad me está esperando afuera para llevarme a la oficina, ¿estás segura que no quieres ir?
Seren resopló fastidiada, Lana comprendió que realmente no quería ir. Asher giró a ver a Lana, luego volvió a mirar a Seren y jugó con sus dedos.
—Yo... no sabía que no sabías que venía. Lana dijo que...
—¡No puedes quedarte sola y ya que no quieres venir conmigo, he tenido que tomar una decisión inteligente! Se me hace tarde y no quiero a Leonardo llorando en mis mensajes de nuevo. ¡Adiós!
Y así como así, un silencio se instaló en la habitación. Pero el suspiro cansado de la chica sonó más fuerte gracias a ello. Se volvió a sentar en el sillón en donde había estado las últimas seis horas de su vida.
—Perdona, Asher, siéntate. No creas que estoy molesta porque has venido. De hecho, lo agradezco. Solo que Lana me avisó en este mismo momento y me tomó por sorpresa.
Aquello pareció tranquilizar al peliblanco y asintió suave antes de acercarse para sentarse en el sofá del costado, lugar que suele ser ocupado por Lana.
—Es que Lana me dijo que irían a la reunión con Leonardo, entonces Vad ofreció conducir, así no tenías que hacerlo tú... Yo subí a avisarles que ya estábamos aquí porque nadie contestaba las llamadas.
Seren se rio en silencio al pensar en la tremenda emboscada que Lana había preparado. Si no funcionaba el que fuese con ella, funcionaría la opción en donde se quedaba con Asher. Y en cualquiera de las dos, aseguraba tener un conductor que la llevara a la oficina.
—Pequeña rata rubia astuta. La odio —dijo ella con una sonrisilla en su rostro, y eso le dio más confianza a Asher para hablar.
—Hoy hablé con los Serenísimos —anunció él. Ella miró al techo resignada, pero volvió a mirarlo para prestarle atención. —Les gustaría tener una reunión para presentarse de forma oficial. Algunos no se conocen todavía, y estaría bien que nos presentemos todos. Así podríamos conocer un poco más cuáles son sus ideas y qué tan dispuestos están a participar.
Seren se afianzó un poco más a la manta que cubría su cuerpo y asintió despacito.
—Sí, podemos hacer esa reunión en un par de días. Ahora no, la realidad es que quiero hablar con la menor cantidad de gente posible.
Asher unió los labios y asintió.
—¿Quieres hablar de ello?
—No. Lo que quiero es gritarles a unos cuántos que se vayan a la mierda. Pero gracias por la intención—. Asher sonrió de lado al verla, y aquello provocó un pequeño remolino en su estómago. —¿Qué pasa?
—Suena gracioso oírte decir palabras malsonantes porque no sueles hacerlo. Solo lo haces a través de Aurora.
Seren lo miró frunciendo un poco el entrecejo.
—¿Y qué? ¿Te doy gracia?
—No. Pero suena adorable. Te oigo decir «mierda» y veo pequeñas hadas y pajaritos volando alrededor de ti, como si fueras una princesa de Disney cantando.
—¿Sí? ¿Y qué ves si te digo que te jodas? —cuestionó ella, entrecerrando los ojos.
—Encantador.
Asher se rio y un cojín voló por el aire, cayendo justo en su cabeza, eso lo hizo reír más. Pero la risa resonó en toda la habitación, y aquello hizo que Seren riera también. Era contagioso.
—Imbécil —dijo ella, lanzándole otro cojín, esta vez sin intentar ocultar la sonrisa sincera que él había colocado en su rostro por primera vez desde la tarde anterior.
—¿Sabes? Creo que tengo una idea —anunció Asher poniéndose de pie. Ella se tensó al ver que caminaba hacia ella y estiró la mano.
—¿Qué haces?
—Voy a necesitar que te levantes y te cambies.
—Quieres que te prepare otro té, ¿verdad? Sabía que en el fondo te gustó —dijo ella, pero Asher no quitó su mano, incluso la acercó más para que ella la tomara.
—Prefiero morirme —respondió él rápido, aquello provocó un quejido de ofensa de parte de Seren. —No, vamos a ir un lugar. ¿Confías en mí?
—Para nada —contestó ella, y aquello provocó esta vez un quejido de ofensa de parte de él. Sin embargo, tomó su mano y se puso de pie.
—¿Quieres gritar? Vas a gritar —dijo él, mirándola a los ojos sin soltarle la mano. —Ve. Vístete.
Estaban bastante cerca cuando se lo dijo.
Seren, sin parpadear una sola vez, tragó saliva y asintió saliendo de ahí sin decir nada más.
De nuevo en el vestidor, se cuestionó por qué le había hecho caso. Se suponía que plantaría sus raíces en ese sofá, no estaba en sus planes hacer algo y mucho menos salir.
Sin embargo, no podía decirle que no a esos ojos que la miraban como si fuese lo más hermoso que había visto en la vida.
—¡Basta! —se dijo a sí misma, tratando de enfocarse en buscar algo para ponerse. Al final se decidió por algo cómodo, porque en realidad, no sabía a dónde iba. Tomó una camiseta negra algo desgastada que decía The amazing Spiderman, junto a una imagen del mismo hombre araña en su típica posición de superhéroe. Unos jeans de un azul claro y tomó sus converse negras en forma de bota. Además, por si hacía frío de noche, una sudadera roja que dejaría en el auto por si acaso.
No quería maquillarse, pero al pasar por el espejo al que le había mostrado el dedo del medio por la mañana, notó que tenía un aspecto terrible.
«Me veo como muerta» pensó.
Así que luego de lavarse la cara, se puso bloqueador e hizo la rutina más fácil de maquillaje de todas. Máscara, delineado, y un poco de labial en varias partes de su rostro, además de un poco de iluminador.
Luego de darle un beso al labial por cubrir tantas partes de su cara, lo guardó en su bolso y le dio un último vistazo a su aspecto antes de salir.
Para no tener ganas, se veía bastante bien.
Tomó su perfume favorito y lo roció por su cuello y muñecas, luego tomó un poco de aire.
«Qué bien huelo» pensó. Y ese mismo pensamiento pasó por la mente de Asher cuando ella apareció en la sala en donde él estaba sentado.
—Sabía que venías, tu perfume llegó antes que tú —comentó él con una sonrisa. —Estás muy guapa.
—Ya sé, ¿verdad? Es lo que pensaba. Y eso que no quería salir.
—Es que siempre lo estás, no necesitas querer salir para serlo.
Asher se veía muy a gusto con lo que dijo, Seren se quería lanzar al suelo como todas esas veces frente a Lana. Pero no podía. Tenía que comportarse y fingir que esas cosas no le afectaban.
Ella aclaró la garganta.
—Gracias, ¿a dónde dijiste que íbamos?
—No te dije —contestó—. Ni lo haré. Te diré por dónde ir, tú manejas.
Seren sonrió y rodó los ojos tomando las llaves del auto y su móvil.
—Ah sí, olvidé que ir contigo y con Lana es lo mismo. ¿Algún día aprenderán a manejar?
—¿Y perder la oportunidad de que tú y Vad me lleven como un rey a donde quiera? No, gracias —mencionó abriendo la puerta como si fuese su casa—. Vamos, Jaime. Es hora de manejar.
Seren contuvo la sonrisa un segundo, pero finalmente lo hizo cuando lo vio caminar como si llevara una faldita de princesa. Ella les dio la vuelta a sus llaves un par de veces mientras lo seguía fuera de su hogar.
No entendía cómo se estaba dejando llevar por él, pero muy en el fondo, sí confiaba.
Ya en el auto, Seren se despidió del vigilante de la zona, que, con un saludo militar, correspondió el saludo de la muchacha. Y ahí se acordó de algo.
—Asher, dame un segundo —pidió mirándolo, él solo asintió y la muchacha salió del auto sin cerrar la puerta del todo. —¡Don Antonio! —dijo en un tono un poco más bajo. —Recuerdo que me contó que su hija ingresó a la universidad, ¿todavía está ahorrando para esa computadora?
—¡Buenas tardes, Serena! Sí, mi Sofi ha estado trabajando para conseguirla. Su mamá y yo estuvimos conversando sobre la posibilidad de ayudarla con eso para que se concentre solo en el estudio, ya tiene demasiado con ayudarnos cuidando a los niños...
Seren solía conversar con el vigilante de la zona cada vez que podía. El señor y su familia venían de Galí como ella, ambos se emocionaron cuando se enteraron de eso.
—Por eso le hablaba, por cosas del trabajo, tendré que cambiar mi computadora, así que me gustaría regalársela. También tengo algunas consolas de videojuegos para sus niños, sé que les hará ilusión. ¿Le parece bien?
Don Antonio, que aún no se acostumbraba a los regalos que Seren les daba de vez en cuando, solo sonrió emocionado mientras alguna lágrima caía por su mejilla, porque él sabía lo mucho que se esforzaba por darle a su familia la vida que merecían. Todas esas horas sin dormir se veían recompensadas con personas como Seren. Que de vez en cuando, sobre todo en invierno, salía por las noches para dejarle algo caliente para beber.
—Muchas gracias, Serena. Que Dios te bendiga. De verdad.
Ella sonrió en grande. Y tomó su brazo para presionarlo un poco, luego asintió.
—A usted también, Don Antonio. Le avisaré en cuanto tenga todo listo para enviarlo a su casa, espero que a Sofi y a los niños les guste.
—Lo harán, créeme que sí.
Ambos asintieron y ella dio la vuelta para entrar su auto otra vez, luego de saludar con la mano, finalmente condujo hacia la salida.
—Listo. ¿Pones música? —preguntó Seren, entregándole su teléfono, como si aquello que Asher oyó, no hubiese pasado. Se dio cuenta que Seren bajó la voz, no necesariamente para que no escuchara, pero sí para que fuese una conversación privada.
Una conversación que sí escuchó. El corazón de Asher latió un poco más fuerte desde ese momento, porque de algún modo, aunque parecía imposible, Seren le gustó un poco más.
«¿Cómo puedes ser tan buena persona? ¿Tú quieres que yo me enamore de ti?» Pensó él. Porque ayudar a alguien no debía ser algo impresionante, sin embargo; Seren podía estar pasando por el peor momento de todos, y aun así se tomaba un descanso para verificar si los demás a su alrededor estaban bien.
Espera a ver qué hizo con todo el dinero que ganó en el torneo que le ganó a Ryu, Asher.
—Uhm, sí, voy. —Si Seren no quería hablar de ello, no tocaría el tema. Pero ¿qué hacía con ese corazón que no dejaba de latir a mil por hora? —¿Qué quieres escuchar?
—No sé, Asher, ese es tu trabajo como copiloto.
Una sonrisa apareció en el rostro del chico cuando vio esa canción en las más recientes y no dudó en ponerla.
Ocean Eyes de Billie Eilish.
Seren tomó aire, viéndolo de reojo, y sonrió de lado cuando vio que él estaba sonriendo también.
—Buena canción, ¿eh?
—¿A dónde voy, Asher?
—Ve derecho, yo te aviso cuando girar.
—¿Todo derecho? ¿Qué quieres? ¿Salir de la ciudad? —comentó ella entre risas, ya sabes, como una broma.
—Sí —respondió él, ya sabes, como la cosa más seria que dijo en su vida. —Nos vamos de aquí. No te preocupes, ya le avisé a Lana, así no le da algo si llega a casa y no te encuentra por ningún lado. Aunque lo dudo, me respondió diciendo que irá con Vad donde Melinda. ¿Qué es eso?
Seren alzó una ceja.
—¿Vad aceptó acompañarla a hacerse las uñas?
Asher sonrió, apoyando la cabeza en el respaldar del asiento.
—Mi niño es un hombre enamorado —dijo junto a un suspiro, tocando su pecho cerca del corazón. —La va a seguir a donde sea.
—Pues su plan de tomar distancia no está funcionando.
—Ese plan caducó hace unas semanas cuando la vio después de la fiesta de Alex con una camiseta de Star Wars y un llavero de Darth Vader en sus manos.
—¿La camiseta que llevaba yo hoy?
Asher asintió.
—¿Mi camiseta y mis llaves del auto?
Él se echó a reír.
—Sí, bueno, adivina por quién conoció él a Star Wars. Exacto, de mí. Y lo utilizó para ligar contigo en la fiesta de SLR. Traidor —dijo negando. Seren tragó saliva y volvió a poner los ojos en el camino. —¿Seren?
No lo veía del todo, pero sintió el repentino nerviosismo cuando lo vio jugar con sus dedos mientras intentaba formular una palabra sin lograrlo totalmente.
—¿Uhm?
—Gira a la derecha después de la siguiente calle.
—Oh... Ok.
Lo miró de reojo de nuevo, pero él no dijo nada más.
Ambos en silencio, acompañados solo de la música que de vez en cuando iba añadiendo a la cola de reproducción.
Y Can't take my eyes off you empezó a sonar.
—Ahora a la izquierda y luego a la derecha.
—Tienes muy buena memoria de las calles para ser alguien que no maneja... —Un silencio apareció en el auto, incluso con la música que estaba algo alta.
—He pasado mucho tiempo como copiloto.
—¿Por qué no quieres aprender a manejar realmente?
—No es que no quiera, es que nadie se ha ofrecido.
Seren parpadeó.
—¿Y por qué no se lo pides a Vader?
—Vader y mi padre son las dos razones por las cuales no le pido a nadie que me enseñe a manejar.
—Yo te puedo enseñar si quieres. Polo me enseñó cuando llegué a Altagracia, no quiero presumir, pero soy muy buena en ello.
—Si no me vas a gritar por pisar mal el embrague, entonces sí.
—Jamás te gritaría, Asher —respondió Seren, sarcástica, poniendo la mano en el corazón, escondiendo una risilla.
Y así, entre música y algunas direcciones, llegaron a un lugar muy apartado de la ciudad. Luego de estacionarse cerca de un gran portón, Asher bajó del auto con una sonrisa, observando el lugar. Le sacó una bella sonrisa que Seren no pudo evitar fotografiar en su cabeza, porque mientras el viento movía su cabello a su antojo, ella solo podía ver cómo el sol que empezaba a ocultarse, se reflejaba en sus ojos.
—Llegamos.
—¿Dónde estamos? ¿Qué vamos a hacer?
—Vamos a gritar —dijo Asher, extendiéndole una mano.
Seren alzó una ceja, pero no dudó en tomarla cuando él le sonrió.
BUENAAAAAAAASSSSSSSSSSS
HE VUELTO
FELIZ CUMPLEAÑOS, MARA
BAI
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