14 || Una emergencia familiar
Era insólito.
Seren no había empezado su transmisión, pero no solo no avisó, sino que desapareció de internet por varias horas.
Nadie comprendía nada, ¿desde cuándo dejaba un día sin hacer directo? ¿desde cuándo no avisaba?
Ella, por el otro lado de la Ciudad del Rey, manejaba un poco nerviosa por el encuentro que estaba por tener.
A ver, mejor volvamos a lo que sucedió en la mañana, justo antes de aquella llamada que lo cambió todo.
Santiago Altamirano volvió a la vida de Seren en forma de caja junto a una carta que no decía mucho más que un «De: Tutu». Ella estaba sorprendida, confundida y nerviosa. No abrió el paquete que aún sostenía en sus manos temblorosas, pero el solo pensar en su hermano y todo el tiempo que había perdido su rastro...
—Serena, te estoy hablando —dijo Lana, llamando su atención. Seren alzó la vista por primera vez desde que tuvo el objeto entre sus manos. —¿Qué pasa?
Lana no sabía mucho más que lo que Seren había contado. Que su hermano desapareció, que no supo más de él. Para ella también era una sorpresa.
—N-no, no sé qué hace, no entiendo por qué después de años aparece así con esta caja, sabiendo mi dirección, ¿cómo sabe eso? ¿Cómo sabe dónde vivo? ¡¿Qué es esto?! —cuestionó desesperándose. Dejó la caja sobre la mesa y pasó sus dedos sobre su cuero cabelludo con un poco más de fuerza de lo normal. Lana llegó a abrazarla antes de que se derrumbara en el suelo. La rizada empezó a llorar y por fin le devolvió el abrazo.
—Yo tampoco lo entiendo, hermana, pero creo que podríamos encontrar una respuesta aquí dentro, ¿no te parece? Sé que lo de tu hermano es un tema delicado, pero también sé que podemos hacer esto juntas si no quieres hacerlo sola, ¿quieres eso? ¿Necesitas mi ayuda? —preguntó. Contuvo a su mejor amiga acariciando su cabello hasta que se calmó. Seren no dijo una sola palabra, pero asintió. —Ven, siéntate. Te voy a ayudar.
Lana abrió la caja con la mirada atenta de Seren, que luego de secarse las pocas lágrimas que le quedaban, estaba más tranquila.
La caja en cuestión, contenía un pequeño peluche de Snorlax y un grupo de cartas unidas por una liga.
—No puede ser —susurró Seren, tomó el peluche entre sus manos y sonrió un poco, dejando que las lágrimas volvieran a caer. —Tuviste a Snorlax todo el tiempo —dijo en el mismo tono.
Volvemos a lo mismo, para quien no sepa, Snorlax es un Pokémon de la primera generación.
—¡Ay! ¡Qué bonito es!
—Era mío. Santiago y yo solíamos ver Pokémon juntos, mi padre nos prohibió ver la serie, pero Tutu siempre encontraba la manera de poder convencer a mi mamá para que nos dejara cuando él no estaba. Una vez en diciembre, papá nos castigó porque nos encontró viendo Pokémon, nos dijo que teníamos prohibido verlo, y que no le hicimos caso, por lo tanto, no tendríamos regalo de Navidad. Mi hermano había estado ahorrando para comprarse una patineta, pero cuando me vio llorando de forma desconsolada, decidió ir a una tienda gigante donde vendían solo objetos de colección, juguetes y ropa asiática, y me compró este peluche. Me despertó luego de la cena de vísperas, y me lo dio. Yo tenía siete años cuando me dieron el mejor regalo del mundo. Luego de un par de años nos enteramos que le habían vendido un peluche pirata, prometiendo que era original. Lo estafaron —comentó Seren con una risilla, luego sorbió la nariz y se limpió las lágrimas. Lana la escuchaba con atención también con una sonrisa. —Pero no nos importó, porque no importaba de dónde venía, sino de quién. En mi fiesta de quince pude por fin darle un regalo. Allá en Galí es muy típico que toda la familia le regalara dinero a la quinceañera, entonces ese mes fui millonaria. Encontré un peluche de Ditto del mismo tamaño que este Snorlax, y como era una persona adinerada, se lo regalé.
—Y, ¿cómo llegó este peluche a sus manos? ¿no era el tuyo?
—Lo creí perdido poco después de que él se fuera de casa, pero al parecer se lo llevó. Yo tengo a Ditto en mi estudio, supongo que... ¿se llevó el mío como un recuerdo? No tengo idea.
—Bueno, tienes unas cartas aquí, puedes leerlas y tal vez encontrar alguna respuesta —comentó dejando las cartas frente a Seren.
No quería, no sabía qué podría encontrar al leer aquellas cartas, no se atrevía.
Pero tenía que hacerlo si quería tener respuestas.
—Es que...
—Mira, están enumeradas.
—Típico de Santiago —dijo Seren rodando los ojos. Luego se echó a reír. Porque, aunque no sabía qué esperar de todo ello, aún quedaba aquel brillo. Aquella pequeña felicidad de saber que su hermano había regresado.
Seren tomó la primera carta sin pensarlo mucho y la abrió.
«Nene,
Sé que tienes dudas, y que probablemente podía haber hecho esto en persona, pero ya que las demás cartas son del pasado, quería que este primer mensaje llegue en el mismo formato.
Ya sé lo que vas a decir, típico de Santiago.
Hoy te hago llegar todas las cartas que te escribí, pero jamás llegaron a ti. Las recuperé en mi último viaje a casa.
He vuelto y espero que podamos conversar.
Te dejo mi número provisional. Me estoy quedando en casa de los abuelos hasta establecerme.
Te quiere,
Tutu».
—¿Lo vas a llamar? —cuestionó Lana, después de leer la carta que su mejor amiga le pasó. La rizada lo pensó un poco, pero al final asintió más segura.
—Mejor le voy a escribir para encontrarnos.
Y un par de horas después, Seren manejaba para encontrarse con su hermano mayor, con quien no había intercambiado una sola palabra en doce años.
Asher
«Holaaa» 15:13
«Estás bien?» 15:13
Seren(a)
«Holi. ¡Todo bien!» 15:17
Seren bufó mientras esperaba que el semáforo cambiara de color. Estaba nerviosa, no necesitaba el tráfico que los autos estaban causando en ese momento.
Asher
«Ah, es que vi que no estabas en stream y los pixelones andan preguntando por ti» 15:17
Seren(a)
«Sí... Una emergencia familiar. Estoy conduciendo. Te escribo más tarde, gracias por preguntar :)» 15:17
Asher
«Espero que no sea nada grave, que vaya todo bien!» 15:17
Seren(a)
«No, no te preocupes. Llegó alguien de visita.» 15:17
La bocina del auto de atrás la espantó, le estaba llamando la atención para que avanzara. Seren jamás se distraía con el teléfono. Sabía perfectamente que era un peligro, así que evitaba usar el móvil todo lo posible.
—Necesito música —susurró ella, así que espero el siguiente semáforo en rojo para elegir una lista de reproducción que no la dejara pensar mucho.
Lo primero que sonó, fue Nonsense de Sabrina Carpenter.
Bajó un poco la ventana, intentando que le diera un poco de aire, pero lo único que la atacó, fue una corriente de aire caliente, porque estaban a la mitad de julio.
—¡¡Odio el verano!! —se quejó, alzando un poco más la voz. De todos modos, nadie la estaba escuchando.
Que ella supiera.
Le faltaba poco menos de diez cuadras para llegar, y mientras más se acercaba, más nerviosa le ponía la idea de volver a ver a sus familiares.
No sabía a quién podía encontrarse, pero las preguntas saldrían a la luz. Con suerte estarían demasiado ocupados con Santiago, así no le preguntarían tantas cosas a ella.
Seren soñaba con un mundo irreal. Porque lo primero que sucedió cuando llegó a esa casa luego de estacionarse, fue su prima Cecilia tocando la ventana.
—¡No me lo puedo creer! ¡Mami, te has dignado a dar señales de vida!
Cecilia era una de sus primas mayores, la primera nieta y la persona más entrometida del planeta.
Ambas tenían características parecidas, compartían los rizos y los ojos, pero Cecilia era pelirroja y tenía la piel más clara.
Seren tomó aire y rezó al cielo por más paciencia antes de abrir la puerta de su auto.
—Hola, Ceci, ¿qué tal estás? —preguntó tomando su móvil para salir del auto e inmediatamente cerró la puerta.
Si uno de sus sobrinos llegaba al auto, pedirían subirse y dar una vuelta, y Seren no tenía muchas ganas de tener a cinco pequeños monstruos toqueteando su auto recién lavado.
Los amaba, pero sabía que también podían sacarle canas verdes si se lo proponían.
Ambas caminaron hasta la puerta que estaba medio abierta, Seren pasó, pero fue detenida porque su prima aclaró la garganta.
—¿Y mi abrazo? ¿No me vas a saludar? —cuestionó. La pelirroja sonrió estirando los brazos, Seren la miró y sonrió de lado para acercarse a ella. —Uy, estás más rellenita que la vez pasada que nos vimos, ¿no?
—Me encanta comenzar una visita familiar con personas comentando sobre mi peso, Cecilia. ¿Dónde está mi hermano? Necesito hablar con él y apuesto que dos o tres familiares más comentarán algo sobre mi cuerpo, así que aceleremos el trámite.
Seren no era grosera jamás, pero estaba cansada de solo escuchar cosas así de parte de su familia.
Cecilia alzó una ceja y soltó un «já» poco inaudible antes de encoger los hombros.
—No sé, búscalo tú. A ver si te aguanta ese carácter que llevas. No se te puede decir nada.
Y se fue.
Seren rodó los ojos. Porque las personas adultas pensaban que tenían el derecho de ser maleducadas, y si alguien más joven exigía respeto, entonces era un irrespetuoso.
Nene
«Santiago, ya llegué. ¿Dónde estás? Ya me peleé con Cecilia. Ven aquí o voy a iniciar una revolución familiar». 15:26
—Lo veo y no lo creo —dijo una voz que Seren reconoció de inmediato. Sonrió en grande cuando vio al gran señor recostado en la puerta de la sala.
La única persona que Seren realmente quería ver.
—Mírate, más joven que ayer.
—Como el vino, Nene. Así es tu abuelo —respondió mostrando su perfecta falsa dentadura. —A la cuenta de tres quiero un abrazo y un saludo un poco más efusivo que el que acabo de recibir. Porque tienes cara de haberte encontrado con Cecilia antes que conmigo.
—¿Cómo adivinaste?
—Santiago dijo que venías y Cecilia acaba de tirar la puerta de su cuarto —dedujo rápido. Seren se echó a reír y corrió a abrazar a su abuelo. Que era un poco más alto que ella, pero de todos modos se había encogido con el tiempo.
Los Altamirano eran reconocidos por su altura, Seren heredó aquello de su abuelo y de su padre, muy pocas personas bajaban de un metro setenta, incluso los niños.
—¿Cómo estás, Polo?
Su abuelo, Apolonio Altamirano, era llamado Polo solo por sus nietos, principalmente porque a ningún niño le salía decir Apolonio cuando apenas sabían hablar.
—Cansado, Nene, ojalá este año sea el último. Estaría bien reunirme con mi señora —contestó él. Ambos caminaron hasta los sofás de la sala y se sentaron uno al lado del otro. Seren ladeó el labio y suspiró apoyando su cabeza sobre el hombro de su abuelo.
—¿Es egoísta de mi parte cruzar los dedos y desear que no sea así? Eres mi persona favorita. ¿Cómo te vas a ir?
—Cuando haya muerto, llórame tan solo mientras escuches la campana triste...
—Anunciadora al mundo de mi fuga del mundo vil hacia el gusano infame —completó Seren susurrando. Polo sonrió de inmediato.
—Y no evoques, si lees esta rima, la mano que la escribe, pues te quiero tanto que hasta tu olvido prefiriera a saber que te amarga mi memoria. La sonata setenta y uno de Shakespeare, mi Mina lo recitaba para mí.
Guillermina, la abuela de Seren, falleció unos años atrás. Cuando los dos pensaban en viajar a Galí para visitar a su hijo. Ella sufrió de un paro cardiaco fulminante que dejó a todos impactados por lo rápido que había sido.
—Bonito poema, ¿me estás diciendo entonces que no llore?
—Puedes llorar, pero después. Ahora estoy aquí, para mala suerte de muchos —bromeó empujándola un poco con el codo. ¿Cómo va todo con tu trabajo de internet?
Polo era el único de la familia que sabía del trabajo de streamer de Seren, pero como no entendía bien qué hacía, solo escuchaba lo que ella decía y la felicitaba cuando parecía ser algo bueno. Siempre la apoyó con seguir sus sueños, al igual que su abuela. Polo y Mina fueron siempre las dos personas que la animaron a seguir sus sueños, aunque no entendían bien de qué trataban.
«Mientras no estés lavando dinero, yo estoy feliz por ti. Pero si lo haces, invítame un poco» decía Polo.
—Mi trabajo de internet está muy bien, me he anotado para participar en un torneo que dura algunas semanas.
—¿Eso es bueno? Porque tu rostro no me dice que lo sea. O la princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa? —cuestionó Polo, Seren sonrió. Estaba citando el inicio de otra poesía, esta vez de Ruben Darío.
Su abuelo aplicaba esa frase justo del mismo modo en el que Lana lo hacía con su juego de decir lo que la otra estaba pensando.
Sus personas favoritas la conocían bien.
—Ya sabes, lo de siempre cuando llego aquí. Cecilia hablando de mi peso, ahora estoy feliz de solo haberme encontrado con ella. No sé dónde están los demás, ni prefiero saberlo si van a hablar así también.
Polo rodó los ojos y negó con la cabeza.
—Del cuerpo ajeno no se opina, he educado a hijos maleducados. Es culpa mía y de los muertos, como dice Borges: Son mi padre, su padre y sus mayores. Mi mamá Laura crió así a Isabel, y así lo hizo ella con Cecilia.
Mucho antes de que naciera incluso el padre de Seren, quien mandaba en la casa era la mamá de Polo, Laura. La matriarca era quien criaba a sus nietas y quien le transmitió todo su conocimiento.
De cómo una señorita debía comportarse, qué hacer y qué no. Cómo verse y cómo no.
Isabel, la tía abuela de Seren, continuó con su designio cuando ella falleció.
—Es una cadena de malas opiniones —respondió Seren soltando una risilla, y su abuelo alzó un poco las comisuras de sus labios. Le gustaba la buena actitud y el humor con el que su nieta tomaba las cosas. —¿Sabes qué me gusta de ti, Polo? Sigues respondiendo todo con poesía, como yo con canciones cuando alguien me dice una palabra, automáticamente necesito cantarla. No se te acaban las referencias.
Polo encogió los hombros y tomó el pañuelo de su bolsillo para limpiarse la boca. Era anciano y la saliva caía a veces por los costados de sus labios, pero también era coqueto, y jamás dejaba que lo vieran así.
Una de las razones por la cual se rehusaba a usar un bastón.
—La poesía es la expresión de ideas y sentimientos más íntima de una persona, Nene, si la poesía no existe, entonces yo tampoco existo.
—Yo existo —acotó una persona que estaba de pie detrás de ellos. Seren se tensó al escucharlo.
Se oía como él hace doce años, pero más grave, más cansado. Ella pensó haber olvidado cómo sonaba, pero escucharlo decir esas dos palabras le recordó todo.
La única parte feliz de su niñez.
—Santiago... —dijo ella, colocándose de rodillas en el sillón para verlo de frente.
Era igual a la imagen que ella tenía en su mente. Después de preguntarse mucho cómo se vería su hermano con treinta años. El cabello recogido medio hacia atrás, ya no lo tenía largo y desordenado. Observó cómo su hermano por fin conoció lo que era un peine. Sus rizos se veían mucho más definidos que antes, al igual que sus ojeras. Tenía barba, a diferencia de antes, aunque se veía recién cortada. Santiago era la versión de Seren en hombre, se parecían mucho.
—Hola, Nene.
Santiago sonrió y estiró su brazos para ella. Seren miró a su abuelo, que solo la animó con un movimiento de cabeza. Eso fue lo único que faltó para que la rizada diera la vuelta y corriera a abrazar a su hermano mayor.
Después de doce años de silencio y ausencia, por fin podía hacerle esa pregunta que por mucho tiempo se hizo.
—¿Por qué te fuiste? —susurró ella entre los brazos de su hermano. Santiago cerró los ojos y contuvo las lágrimas, cosa que Seren no logró, estaba empapando la camisa de su hermano. —No puedes ser realmente tú.
La voz temblorosa de su hermana provocó que por fin las lágrimas salieran también de él, ambos se separaron un poco, ella tomó su rostro entre sus manos para examinarlo, incluso presionó un poco sus mejillas, haciendo una cara graciosa, ella sonrió.
—Sí soy yo —afirmó él, aún con las mejillas presionadas. Seren lo soltó después de eso y tomó un paso hacia atrás para dejarlo hablar. —Perdóname, Nene. Hay tanto que decir y explicar, realmente no sé por dónde empezar. Así que diré lo primero que tengo en mente. Me fui de casa porque necesitaba libertad, yo jamás quise dejarte sola, pero no podía vivir un día más en esa casa. Esperé a que tuvieras la mayoría de edad para volver y buscarte, las cartas no me dejan mentir, pero al parecer el viejo las retuvo y jamás llegaron a tus manos.
—Pero te busqué, Santiago, cuando supe que vivías en Alemania, llegué hasta tu paradero y pregunté por ti. Me dijeron que no existía ningún Santiago Altamirano.
—¿Viajaste hasta allá? —cuestionó él, bastante sorprendido. Seren asintió de inmediato.
—No... No me enteré de eso.
Santiago miró a su alrededor, Polo seguía sentado ahí. Ambos intercambiaron miradas y el abuelo se puso de pie con su típico quejido.
—Yo me voy por un café, o en su defecto a molestar a Cecilia por ser mala con mi Nene, sigan hablando. Pónganse cómodos y no digan nada secreto, las paredes son delgadas y las orejas de esta familia muy grandes.
Polo agitó la mano con desdén y pasó por en medio de los dos para ir a la cocina. Los hermanos se miraron y sonrieron. Al final decidieron dirigirse al lugar menos transitado de la casa. El pequeño jardín de Mina. Aquel estaba detrás de la casa y tenía dos sillas tumbonas para tomar el sol.
Una vez sentados ahí, pudieron hablar más tranquilos.
—Nene, me avergüenza decir esto, pero... Anduve en malos pasos hace unos años. Te puedo contar todo, pero después, no quiero hablar de ello en un momento como este. Solo quiero que sepas que todo está saldado y olvidado. El caso es que... Yo supongo que cuando fuiste a buscarme, esa gente me estaba protegiendo de los otros.
—Te estaban ocultando —asumió Seren. Santiago solo asintió.
—¿Dijiste tu nombre?
Ella negó mirándolo.
—Solo pregunté por ti, no me dieron tiempo de nada.
Santiago asintió.
—¿Debo saber algo?
—No ahora, no creo que sea un buena tema de conversación para dos hermanos que vuelven a verse.
—Al contrario, creo que cualquier tema es un buen tema de conversación para dos hermanos que vuelven a verse. Quiero saber qué estuviste haciendo, qué haces, qué vas a hacer, me gustaría contarte también qué he hecho yo...
—Lo sé, Nene, ¿crees que no voy a reconocer la voz de mi hermanita en el canal de la streamer más famosa del mundo? Te veo siempre. Jamás te perdí el rastro. Solo estaba escondido por... Bueno, ya sabes. No quería exponerte.
Seren suspiró y apoyó su rostro sobre sus manos.
—No puedo creer que estés aquí, que estemos aquí conversando, se siente irreal.
Santiago asintió bajando un poco la cabeza.
—Perdóname. Ya te lo dije, pero lo repito. Jamás quise dejarte sola, lo único que pensaba cada día, era volver y buscarte. Darte una buena vida, lejos de ellos... Me alegra mucho que pudieras salir también.
Ella rio bajito.
—Me costó, trabajé mucho en mis vacaciones de verano, papá pensaba que ahorraba para una computadora nueva. Él no quería que yo trabajara, pero al final logré convencerlo porque él no quería comprarme una, y la necesitaba para estudiar. No mentía, en realidad. En ese tiempo no hacía streams, pero ya tenía amigas de internet y jugábamos mucho. Mi computadora estaba hecha un asco. Aquello ayudó un poco con mi mentira... Él tampoco quería que vaya a la universidad. Dijo que eso era para personas con aspiraciones en la vida. En cuanto tuve la mayoría de edad y mi boleto de avión, me despedí de mamá. Ella me llevó al aeropuerto y nos despedimos. Polo y Mina me esperaban aquí, ellos me ayudaron los primeros años mientras estudiaba y pude independizarme. Cuando él se enteró, quiso hacer un escándalo, vino hasta aquí a buscarme, pero no pudo hacer mucho más porque ya había cumplido los dieciocho. Polo se enfrentó a él, me defendió y me prometió que jamás volvería allá si yo no lo quería. Polo me liberó.
—Polo siempre fue nuestro defensor, ¿eh? A mí también me ayudó cuando me fui de casa. Estuve muy poco tiempo aquí, no me comporté tan bien con ellos. Sentía que querían mandonearme al igual que el viejo, Polo y Mina fueron muy pacientes conmigo. Me llamaban todo el tiempo para saber cómo estaba, no lo valoré en ese momento, pero ahora lo hago. Ahora he vuelto para retomar lo que quería hacer. No te conté, pero hace un par de años me gradué como ingeniero, ahora tengo un socio. Tenemos una empresa de videojuegos, estamos empezando, pero... No sé, siento que vamos en buen camino.
El rostro de Seren brilló. Le hacía ilusión que su hermano haya encontrado su camino, y mucho más porque era uno que iba de la mano con el suyo.
—¿Videojuegos? ¿En serio? Los quiero jugar.
Santiago le sonrió.
—Serás la primera en probarlos y tienes que opinar como lo haces con todo, con la verdad.
—Jamás diría algo bueno de alguien si no lo pienso, soy una persona muy crítica, Tutu, incluso si es alguien que yo quiero.
—Siempre lo fuiste, me alegra que eso no haya cambiado con el tiempo.
—Como dijo Bad Bunny, ahora soy peor —acotó. Ambos se echaron a reír. Por lo que dijo y porque se lo había mencionado a Polo minutos antes, su abuelo hacía referencias a poesía, Seren a la música. —¿Vas a quedarte aquí?
—Sí, poco menos de un mes. Mi socio me ofreció compartir su apartamento, así podríamos utilizar el lugar como nuestra pequeña oficina hasta que todo esto crezca, pero debo esperar a que su roomie antiguo deje el lugar.
—Entonces, ¿es oficial? ¿Te quedas en Altagracia?
Santiago sonrió asintiendo. Seren chilló y saltó a abrazarlo.
—Tengo que presentarte a mis amigos, a Lana, a Leonardo, los vas a amar, ya verás. Además también podrías hablar con él para...
—¿Leonardo? ¿Es tu novio?
Seren lo soltó y se echó a reír, palmeando su propia pierna cuando escuchó aquella pregunta.
—¡No! No es mi novio, no tengo uno, en realidad. Leonardo es mi agente. Él conoce a mucha gente del medio, puedo presentártelo, si tu socio está metido en este mundo, debe conocerlo. Podrían llegar a algún trato, si sus juegos son buenos, que no lo dudo, podemos conseguir que todos mis amigos los prueben en directo.
—Wow, Nene, eso es un montón. ¿Estás segura?
Seren alzó una ceja, y esta vez palmeó la pierna de su hermano.
—¿Estás tonto? ¿Por qué no ayudaría a mi hermano?
—No me quiero aprovechar, es eso.
—No te estás aprovechando si la propuesta nace de mí. Quiero verte feliz, Tutu. Quiero compartir contigo todo lo que he logrado.
Su hermano sonrió un poco, pero poco a poco la sonrisa se volvió más grande y la abrazó.
—Haz crecido un montón, no sabes lo feliz que estoy de verte. Estoy muy orgulloso de ti, gracias por dejarme ser parte de este momento. Incluso si fuese solo como espectador.
—¿Eres un pixelón? —cuestionó ella. Santiago alzó una ceja confundido.
—¿Un qué?
Seren se echó a reír.
—Así llama un amigo a mis suscriptores.
—Uhm, ¿un amigo? —preguntó alzando la otra ceja también. Seren rodó los ojos.
—Santiago, tú también no, por favor. Tengo suficiente con Lana. Asher es mi amigo.
—Ah... Asher, lo he visto. —Santiago contuvo la respiración y la soltó junto a una sonrisilla. —Ya me acordé de él. La gente quiere que tú y él sean noviecitos, ¿no?
Seren parpadeó un par de veces y se tapó el rostro con las manos.
—Dime por favor que no estuviste husmeando en internet, y que solo lo viste en algún comentario, o algo así.
—Oh, no. Claro que no. No he visto nada en internet, si eso es lo que quieres escuchar. El problema es que es un poco inevitable que siguiendo solo a ocho personas en Twitter, lo único que me sale es contenido es sobre ti... Wolfeys, se llaman, ¿no?
—Santiago, di una sola palabra más, y los que te buscaban en Alemania van a ser tu menor problema.
Su hermano se echó a reír y poco después ella se unió.
Los hermanos Altamirano sintieron por un momento que todo había vuelto a ser como antes.
Un sueño cumplido.
Muchas palabras todavía por aclarar, anécdotas por compartir, sueños, algunos almuerzos y festividades perdidas.
Ya las recuperarían, tenían tiempo para hacerlo.
por motivos científicos, Santiago se vería más o menos así:
HOLAAAAAAA A A A. A A A A A A A A A
HE VUELTO
IBA A DECIR EN EL MISMO MES, PERO YA ES AGOSTO AKJAKAJ
HAPPY AUGUST!!!!
weno, hoy tenemos un poquito más de la familia de seren y cómo fue su relación con santiago uwu
espero que les haya gustado <333
creo que no tengo nada más que decir,
solo que...
ya estoy escribiendo el siguiente
CREO QUE SE ME FUE EL BLOQUEO PERO NO LO QUIERO DECIR MUY FUERTE PARA QUE NO VUELVA DE NUEVO KAHAKHAHAA
BUENO
ME VOY
TKM
ADIÓS
BAAAAAAAI <3
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