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Capítulo 26




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—Leroy... —Expresé, asustada e intimidada.

El chico llevaba mi cuello aprisionado con su brazo, obligándome a caminar a su paso. Le sonríe a una maestra que se encuentra fuera de su salón, yo me obligo a sonreír cuando siento la mirada de Leroy sobre mí.

Era la hora del lunch, apenas me estaba dirigiendo a la cafetería cuando el chico me interceptó antes de poder llegar, me obligó a caminar con él a quien sabe dónde.

—Leroy, ¿A dónde vamos? Podríamos meternos en proble...

—No vuelvas a decir mi nombre.

No dije nada. En los posteriores minutos, nadie volvió a decir nada.

Se detuvo en el salón número 206, quitó el brazo de mis hombros y abrió la puerta, tomándome del brazo para meterme dentro, no había nadie. Él encendió la luz y caminó a una de las sillas, mirándome desde ahí.

—¿Por...?

—Ven aquí, rarita —Dijo, pero no me moví y eso lo molestó —¡Que vengas aquí, maldita! —Tuve que caminar a él —Siéntate ahí y no te muevas... —Señaló una silla que estaba en una esquina, no quería, pero tenía que hacerlo porque no quería saber qué haría si se molestaba.

Tenía que estar alerta, Leroy nunca había sido bueno conmigo y con prácticamente nadie, él único que se salvaba de malos tratos de parte de él era Jungkook. Cuando Leroy estaba cerca de mí, nunca pasaban cosas buenas.

Lo vi sacar una cámara de su mochila y la encendió. De repente, la puerta se abrió, dejándome ver como entraban otro par de chicos, entre ellos Jay, todos eran chicos y eso me hizo sentir en peligro.

—Tranquila, no vamos a abusar de ti o algo, capaz que contraemos alguna enfermedad... —Se mofó uno de los chicos.

—Cállate —Ordenó Leroy, acercándose con la cámara en las manos —Vamos a tomarte un par de fotos y haremos algo divertido con ellas, ¿qué piensas?

—No, por favor, no... —Supliqué, viéndolo levantar la cámara para apuntar el lente a mí, como siempre, no le importó lo que yo dijera. Supe que ya estaba grabando cuando me pidió saludar a la cámara.

Los demás estaban tomando fotos con sus celulares.

—¡Hay que subir esto a Instagram! —Jay se sentó a mi lado y me obligó a pegarme a su costado, los demás se rieron —Graba de cerca —Le dijo a Leroy, tomando mi mentón con una de sus manos, volteó mi rostro, dejando al descubierto para la cámara, mi cicatriz —Mira eso, es asqueroso...

—¿Cómo mierda vives con eso? —Se quejó uno de los chicos que no conocía, las risas volvieron.

—Oigan... ¿creen que podamos vender algunas fotos y videos, ya saben, a esas páginas? —Alzó sugerentemente las cejas, mi cuerpo se puso frío.

—No creo, si Jeon se entera... —Empezó diciendo Leroy.

—No se va a enterar... —Le dijo Jay —Ponte de pie y quítate el suéter —Esta vez se dirigió a mí.

Negué con la cabeza, sintiendo las ganas de llorar. Tenía miedo.

—Ponte de pie —Volvió a decir Leroy.

Apreté mis manos sobre mi regazo, a punto de ponerme de pie, cuando la puerta se abrió de repente, dejándome ver a uno de los mejores amigos de Jungkook.

—¿Qué mierda creen que están haciendo? —Bramó, caminando hasta Leroy, obligándolo a bajar la cámara, me miró unos segundos y después observó a todos los que estaban en el salón —Están acabados...

—Solo bromeábamos.

—¿Solo bromeaban? —Todos volteamos a ver a la entrada cuando esa voz sonó.

Jungkook...

Estaba de pie, en el marco de la puerta, con las manos a los costados, la respiración agitada, como si hubiera corrido. Nos miraba con furia, me observó mientras entraba al salón, se puso delante de uno de los chicos.

—Sí, como antes, tuvimos una idea, pensamos en subir videos a...

—Antes no hacíamos esto... —Le dijo Jungkook, tosco.

—Bueno, no. Escucha, pensamos subir videos a páginas porn...

—Voy a matarte —Le dijo el asiático.

Todos guardaron silencio.

Volteó a verme, su expresión era de furia pura, caminó con pasos pesados hasta Leroy, Jungkook le arrebató la cámara de las manos y comenzó a revisarla, bajo la atenta mirada de todos.

—¿Qué haces, Jeon?

—Denme sus celulares... —Les dijo, estirando la mano hacia los demás, ninguno se movió y eso lo enfureció aún más —¡Denme los putos celulares!

Todos se apresuraron en entregar lo exigido, Jungkook los agarró uno por uno, tomándose su tiempo con cada uno.

—¿Por qué lo haces? —Jay preguntó, aun a mi lado.

Jungkook volteó a verlo, observándome un segundo, antes de devolver la mirada a lo que hacía.

—Porque puedo, levántate de ahí.

—Jk...

—¿Quieres que lo repita? Levántate.

Algunos minutos después, devolvió los celulares y la cámara.

—No entiendo... —Comentó Leroy, cuando Jungkook le lanzó la cámara en las manos —¿Por qué los borraste? Antes hubieras estado de acuerdo con subirlas a esa...

—Te equivocas. Una cosa es molestarla y burlarse, y otra muy distinta obligarla a quitarse la ropa y subir esos videos a una página pornográfica en donde cualquier asqueroso pueda verla —Enervó, los ojos más oscuros de lo normal.

—¿Quién iba a querer verla de todas formas? —Bromeó Jay.

—Cierra la boca, Jay... —Habló el mejor amigo de Jungkook, quien ahora recordaba como Andrew. Jungkook se colocó aún más serio de lo normal, poniéndose de pie en un salto.

—Aaah, ahora entiendo —Ironizó Leroy, con una sonrisa extraña en el rostro, caminó hasta Jungkook —¿Ahora estas de su lado por... esto? —Señaló la cicatriz en el rostro de Jungkook —¿Es eso? Porque el otro día te vi con ella y sus amiguitos en un parque, ¿son amigos ahora? ¿por eso te niegas a reírte de ella como antes?

Jungkook se mantuvo callado y eso hizo reír a Leroy.

—¡Es gracioso! Porque antes solías ser tú quien nos enviaba a molestarla, eras tú quien se encargaba de ponerla de esa forma —Me señaló, yo seguía temblando —¿Y ahora es tu amiga? No me hagas reír, ¡un abusador no puede hacerse amigo del abusado! Sería una tontería y mucho más si ella lo acepta.

Jeon dejó de mirarlo unos segundos, después de unos minutos, llevó una de sus manos a los hombros de Leroy para acercarlo a él.

—Si dices algo sobre lo que pasó aquí a alguien más, tú estarás en su lugar y no voy a tener piedad contigo —Le susurró, dejando a Leroy sin palabras —Así que espero que esas bocas sucias se mantengan cerradas —Llevó su mirada a los demás chicos, a la par que soltaba a Leroy, como si le quemara tocarlo —Váyanse.

Los tipos no se lo pensaron mucho para salir huyendo del salón, dejándonos solos a Andrew, Jungkook y yo.

—¿Estas bien, Alyn? —Andrew fue el primero en hablar, acercándose a mí. Jungkook solo miraba de lejos —¿Te tocaron...? —Preguntó el chico, levantándome de la silla, acomodó mi ropa y acomodó mi cabello, tomando mis manos entre las suyas —¿No te hicieron nada?

Pero no lo conocía de prácticamente nada, me incomodó tanta atención y toqueteo, seguía sintiéndome tensa y nerviosa.

—Déjala... —Jungkook caminó a nosotros y cuando estuvo a un lado de su amigo, alejó las manos de él de las mías.

—Uy, ya está bien. Solo le preguntaba si se encontraba bien, no pensaba quitarte a tu amiga —Se burló de Jungkook.

—Déjate de tonterías y sal de aquí —Tenía el ceño fruncido. El otro chico me miró, sonriéndome, antes de salir, dejándome ahora sola con Jungkook, quien no parecía nada feliz —¿Acaso eres tonta? —Me cuestionó, cuando estuvimos solos, con la puerta cerrada, tenía una expresión de enfado en el rostro.

—¿Q-qué...?

—Sabes que Leroy es una escoria, ¿por qué aceptas venir con él a solas a un salón?

—No tenía elección.

—La tenías, pudiste negarte —Bufó, caminando por todo el lugar —¿Qué hubiera pasado si yo no me hubiera dado cuenta, ibas a dejar que te grabaran así?

—Yo no quería —Le dije.

—Por supuesto que no. Sabes que puedes defenderte, ¿no? —Volteó a verme.

—Es gracioso que tú lo digas...

Lo vi apretar la mandíbula.

—Yo nunca hubiera hecho eso —Aclaró, bruscamente.

Me encogí de hombros y cuando hice eso, él pasó su lengua por el interior de su mejilla.

—Deberías volver a la cafetería —No había emoción en su voz.

Decidí que no quería decir nada, así que de esa forma me dirigí a la puerta, antes de poder salir, volvió a hablarme.

—¿Estas bien?

—Sí...

Salí del salón.

La verdad era que seguía temblando, pero no quería decirle. En verdad había estado muy asustada cuando estuve sola con esos chicos. Supe que había sido salvada cuando vi al mejor amigo de Jungkook, y cuando lo vi a él, no supe que sentir.

¿En verdad él no hubiera hecho lo mismo, si no fuéramos "amigos", él no hubiera impedido todo esto?

No podía asegurarlo porque la realidad era que no tenía idea, sabía bien que Jeon Jungkook había sido el causante de que muchos hoy en día me molestaran o fueran malos conmigo, él era la persona que había inducido a todos a esto, entonces, ¿era capaz de arruinar mi vida escolar por años, pero no era capaz de obligarme a desnudarme delante de una cámara?, no voy a mentir; nunca recibí golpes de él, jamás me tocó de una manera que pudiera hacerme heridas o sufrir, nunca me obligó a hacer cosas que atentaran contra mi vida o seguridad, nunca intentó nada con mi cuerpo, no podía negar eso, pero, si alguien más lo hubiera hecho en ese tiempo, ¿lo habría detenido como ahora? No podía saberlo.

No podía saberlo y el hecho de no poder responder con seguridad esa pregunta, hería mi corazón, me hería porque no era capaz de saber hasta qué punto era capaz de herirme.






El autobús se detuvo justo delante del buzón, desplegó el signo de "alto" y las puertas se abrieron, tomé mi mochila y me levanté de mi asiento, mirando como las pocas personas que bajaban en mi parada, pasaban por el pasillo estrecho, cuando ellos ya habían bajado, fue mi turno de bajar.

—Que tengas un buen día, Alyn —Me dijo la conductora.

—Igualme... —No pude seguir hablando porque sentí un ardor en una de mis piernas, después en mis manos.

Estaba en el suelo. Alguien me había puesto el pie para hacerme caer en medio del pasillo, se escucharon un par de risas en el fondo.

—¡Oigan, silencio! —Gritó la mujer, mientras me ayudaba a ponerme de pie, sentí la piel de mi rostro ponerse caliente —Esta bien, no te preocupes.

Intenté contener mi vergüenza y, sin voltear a ver a nadie, bajé del autobús. El transporte arrancó y yo caminé a casa, tratando de olvidarme de mi escena, sería complicado porque Jungkook iba en el autobús, aunque para él ya debía ser normal verme en apuros.





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—Como sea... —Pronuncié, bajando del transporte, devolví mi mirada a la mujer cuando me volvió a hablar.

—No era la manera de hacerlo, hijo —Dijo ella.

—Nos vemos —Contesté. Las puertas volvieron a cerrarse y se alejó.

Saqué las llaves de casa y la inserté para que la puerta se abriera, justo después de girarla.

—¡Estoy en casa! —Grité, no tenía idea de si había alguien en casa.

No recibí respuesta, supuse que nadie estaba, quité mis zapatos, dejándolos en alguna parte de la sala y caminé descalzo hasta la cocina, en donde busqué un vaso de agua, mientras bebía, noté que había una hoja sobre el mesón de la cocina.

Con el vaso en la mano, tomé la nota.

"Me dieron horas extras en el trabajo, me pagaran más así que me quedaré, tu papá llegara a las seis, procura sacar la comida antes para que no esté tan fría. Te dejé fruta picada por si tienes hambre antes.

Con amor, omma".

Dejé la nota en donde la había encontrado y subí a mi habitación. Después bajaría para comerme esa fruta.

Me cambié de ropa, me dolía el codo ya que, entre el forcejeo, me había golpeado con el respaldar de un asiento, justo en el codo.





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Diciembre había llegado. Mamá ya había arreglado la casa con adornos, la mayoría de las casas empezaban a hacerlo, yo solo estaba feliz porque tendríamos unas cuantas semanas de vacaciones antes de pasar al siguiente semestre.

—Vayan a cambiarse de ropa... —El maestro de deportes les dijo a sus alumnos, todos se pusieron de pie y vi como entraban a los baños para poder cambiarse.

Yo pedí permiso para ir al baño. Nuevamente nos habían traído a la clase de deportes por falta de presencia de nuestro maestro, no me importaba, aunque hubiera preferido que nos llevaran a artes, ahí era más interesante.

Después de hacer mis necesidades, salí del baño, dirigiéndome a donde estaba antes.

—¡Oye, Jk! —Correteó un chico, pasó un brazo por encima de mi hombro, fruncí el ceño cuando me llegó un olor desagradable, joder, incluso me rozó el codo que me dolía —¿Crees que te dejen venir a mi casa?, ya sabes, Sebastian consiguió otra caja.

—No sé... —Alejé su brazo de mi cuerpo y seguí mi camino.

Iba acomodando mi ropa, quería irme a casa, me dolía la cabeza, odiaba la clase de deportes, no porque fuera malo, sino porque era estúpidamente aburrida. Un nuevo latigazo de dolor en mi codo me hizo jadear cuando una persona tocó esa zona.

—Fue mi culpa, lo siento —Bajé la cabeza, encontrándome con un par de ojos oscuros.

Ella, cuando notó que se trataba de mí, dio un paso lejos. En una de sus manos traía un papel, no la había visto en la primera clase, pensé que no venía el día de hoy, pero ahora estaba frente a mí, llegando tarde.

Me lanzó una sonrisa apretada y se alejó para caminar al maestro, yo me fui a sentar a mi lugar. La vi conversar con el hombre, entregarle el papel y, minutos después, estaba caminando a su amiga, quien la esperaba como si fuera la cura a todo.

—Jeon... —Un chico de cabellos de zanahoria, me llamó, iba en una de mis clases, pero ni siquiera recordaba su nombre —¿Vas a planear otra broma?

Con su jodida, deformada y peluda barbilla me señaló a las dos chicas que estaban a unos metros de nosotros, específicamente a Anderson.

Lo miré de nuevo.

—¿Te importa? —El malnacido tartamudeó.

—Bro, conmigo no es el problema, solo preguntaba...

—Pues lo será si no te callas —Bramé, entre dientes y dejé de prestarle atención.

Los alumnos de deportes terminaron de cambiarse, el maestro les dijo que podían tomar balones, incluido nosotros, quienes no éramos parte de su clase, muchos corrieron como idiotas para poder agarrar algún balón. Yo, sin apuros, me acerqué a la bola de adolescentes y tomé una de entre tantos.

—¡Nosotras la tomamos primero! —Chilló alguien, provocando una enorme molestia en mí.

Todos volteamos a ver la escena en donde una Celestine peleaba con un grupo de chicas, una de ellas sostenía un balón de voleibol entre las manos, la de cabellos rubios les gritaba y a su lado estaba una Anderson, observando todo, con las mejillas rojas.

—¿Tienes pruebas? Este balón estaba solo... —Le contestó una de las otras chicas. La que tenía el balón en las manos.

—¡Literalmente se la quitaste de las manos a Alyn! —Bramó Celestine, señalando a su mejor amiga.

—No sé qué está pasando allá, pero dejen de estar gritando —Alzó la voz el maestro.

—No hay pruebas de eso... —Comentó otra chica, dirigiéndose a Celestine.

—No es mi culpa que Alyn sea tan lenta, no me sorprende, por algo debe tener eso en la cara —Todo el grupito estalló en carcajadas, no había nada gracioso en lo que había dicho.

Anderson no dijo nada, solo miraba en silencio.

Un tirón en mi estómago me molestó, un tirón que me provocó apretar la mandíbula y caminar hasta ellas.

Joder, ¿por qué me tenía que meter en estas cosas?


—Dáselo... —Llegué diciendo.

—Tú no te metas, Jk —Se quejó la chica, alcé una de mis cejas.

—¿No vas a hacerlo?

No dijo nada.

—Bien —Me acerqué a ella y la miré desde abajo, acercando mis labios a su oreja, solo tuve que susurrar un par de cosas que la hizo temblar y no de gusto, cuando me alejé de ella, me observó a los ojos, intimidada —¿Quieren esta? —Me devolví a las otras dos, mostrándoles mi balón.

No tardé en sentir la mirada de casi todos los presentes en mí, el miedo comenzó a invadirme así que, sin esperar a que ellas respondieran, me dispuse a caminar hasta ir a la red más lejana que pude encontrar libre.

Ambas chicas estuvieron conmigo, a pesar de las miradas que sentía en la nuca, intenté no prestar atención, tenía que hacerlo, por eso puse todo de mí para concentrarme en Celestine, quien intentaba ganarme como diera lugar. Anderson estaba sentada en el suelo, observando la competencia, no había querido jugar porque, según ella, no podía hacerlo.

—¿Quieres perder por tercera vez, eh? —Me burlé de la rubia, quien estaba jadeante a unos pasos de mí. Me mostró su dedo medio, miré a su mejor amiga —Anderson, ven.

—Ya te dije que no quiero.

Dios...

—Que vengas —Repetí, ella, hastiada, se puso de pie y caminó, con molestia, hasta estar al lado de su amiga —Toma el balón y acércate —Quise sonreír con gusto cuando hizo lo que le dije, pero sabía que, si se daba cuenta, me iba a mandar a la mierda.

Se puso frente a mí y yo me acerqué un poco a ella. Mi mejilla estaba cerca de la suya, señalé la canasta.

—Alinéate con ella, podría ser más fácil así.

Su cuerpo tembló, supongo que ante el pensamiento de fallar. Le di espacio y la vi repetir los mismos movimientos que antes hacíamos nosotros, la vi pegar ese saltito y lanzar la pelota.

No lo logró y se quejó.

—¡Oh vamos! ¿Es en serio, Alyn? —Su amiga jadeó, indignada.

—¡Lo estoy intentando! —Alzó la voz, irritada y hasta apenada.

—De acuerdo... —Le hice señas para que se acercara a mí, ella, insegura, lo hizo. La obligué a colocarse delante de mí. Me agaché a su altura y con mis manos sobre las suyas, verifiqué que el balón estuviera centrado con la red —Hazlo de nuevo, no la muevas.

—Trataré —Susurró.

Me alejé. La vimos prepararse y después lanzó la pelota, golpeo la orilla de la red y, después de dar una vuelta, entró, encestando.

—¡Lo logré! —Chilló, dándose la vuelta para mirarme.

Mi cuerpo se tensó cuando la vi corretear a mí, tomándome de las manos y dando saltitos a mi alrededor, chillando, emocionada. Se estaba riendo y parecía loca, tanto que terminó por contagiarme, mis manos, de manera inconsciente, apretaron las suyas, dejándome llevar un poco por su emoción desbordante, queriendo ser absorbido por ella.

Dejó de saltar, dejando de reír. Se quedó mirándome, con esa sonrisa gigante en la cara y ese brillo en la mirada, eso me alertó al instante, y, aun así, permanecí cerca.

Sabía que debía alejarme porque nos estaban viendo, debía alejarme porque no me gustaba esto, pero mis pies estaban pegados al suelo. No se sentía incorrecto, se sentía... se sentía bien. Se sentía como si una parte de mí perteneciera a todo esto.

No me di cuenta cuándo dejé de reír, debió de darse cuenta de mi cambio de humor porque sus ojos, como siempre, evitaron cruzarse con los míos, como si de repente me odiara.

¿Por qué no podía mirarme a los ojos? debía sentirse incómoda conmigo todavía.

Y yo, yo no pude apartarme. No era por nada en especial, no se trataba de nada romántico, solo... solo que ella se sintió como un lugar seguro. Ella tenía esa clase de brillo en la mirada que me hacía sentir como si yo no tuviera que ser alguien más, como si fuera suficiente con lo que en verdad era, como si quisiera decirme que yo no necesitaba cambiar para encajar. Me sentía bien estando cerca y eso me dejó un aleteo de terror en el centro del pecho, como una taquicardia.



***

—Entonces te sientes bien estando cerca de ella, pero no puedes estar cerca de ella cuando están los demás —Concluyó ella, analizando lo que yo había dicho antes.

—Así es...

—Entonces no te sientes bien con ella... —Me dijo, yo guardé silencio —Jungkook, vamos a ver, tienes dos caminos aquí, dos opciones. Llegará un punto en donde tendrás que elegir entre los dos y solo puedes tomar una, una de ellas te hace mal y la otra te podría hacer bien, pero te niegas a aceptarlo y ambos sabemos por qué. Eres inteligente... 

Miró la hora en su reloj.

 —Ya acabó nuestra hora, esta vez te dejaré una tarea que tienes que cumplir durante la semana, quiero que escribas cinco cosas que te hagan bien de Anderson y cinco que te hagan mal de ella, lo mismo con tu "reputación" en la escuela. Pero trata de ser realista.

Sara se puso de pie, la imité, estreché su mano y después de que me diera otra cita, me fui.







Pasaron un par de días, hoy era once de diciembre, quedaba nada para las vacaciones de invierno. Era lunes, era temprano, había llegado más antes a la escuela, la cafetería estaba un poco desierta hoy, un par de personas me saludaron. Vi a Anderson salir de los baños, a unos metros. Su cabello se veía desordenado.

—¿Te peleaste con alguien de camino a la escuela o por qué ese look alocado? —Le hablé cuando caminé detrás de ella, volteó a verme, sorprendida.

—¿Qué? No —Peinó con sus manos su cabellera, intentando darles mejor forma. Intentó irse, pero la seguí.

¿Por qué la seguía?

—Parece como si acabaras de despertar —Dije.

—Mi alarma no sonó, pensé que llegaría tarde —Comentó, sonreí, no me vio porque iba a unos pasos más adelante que yo.

—Bro... —Me saludó un moreno, interponiéndose en mi camino, provocando que me detenga y deje de seguir a Anderson —¿Vienes con nosotros? Nos están esperando.


Cosas malas.

1. Fumar.

Miré por encima de su hombro, viendo a Anderson subir por las escaleras, en dirección a nuestra primera clase. 

Mordí mi labio, sintiendo la necesidad en la boca del estómago, comenzaba a ser una necesidad irme con este tipo a los jodidos baños y fumarme con ellos un cigarro, me tranquilizaba.

—Yo... yo no puedo, después —Pasé por su lado, antes de que me arrepintiera, hui a la primera clase.

Anderson se acomodaba en su lugar, con tranquilidad, hasta que me vio.

—Pensé que ibas a irte con el chico —Me susurró.

—Pensaste mal... —Imité su tono, pasando por su costado, viéndola sonreír.


Cosas buenas

1. No fumar.



La clase fue aburrida, por un segundo pensé que hubiera sido mejor saltarme la clase. Bufando con todas las ganas del mundo, escribí en una hoja de mi libreta, "Cosas buenas que provoca Anderson en mí", me sentí idiota escribiendo eso. Miré a mis costados, supervisando que nadie haya visto.

Fue raro ver a todos ponerse de pie, colgando sus mochilas en sus hombros, ni siquiera me había dado cuenta de la hora.

—Que tengan un buen día, chicos —Dijo el maestro, algunos se despidieron, otros solo salieron sin decir nada.

—Nos vemos mañana, señor Robert —Se despidió Anderson, mientras caminaba a la salida. Guardé con rapidez mis cosas, colgué mi mochila y fui tras ella.

—¿Quieres caerle bien al maestro para que te ayude con el examen final? —Le pregunté cuando estuvimos fuera del salón, ella me observó desde su altura.

—Claro que no, a eso se le llama educación —Su tono fue como si yo no fuera capaz de comprenderlo —Te vendría bien aprender un poco de eso, y poner atención también porque el examen está a la vuelta de la esquina, la semana que viene, de hecho. Estuviste distraído toda la clase...

Mordí mis labios, sin dejar de verla... ah, o sea que estuvo viéndome.

—Lo que me faltaba, tú, diciéndome qué hacer —Me mofé en su cara, recostando mi espalda a la pared.

No contestó nada, solo se quedó viéndome en silencio. Sus ojos oscuros escudriñaban mi persona, pero, casi como siempre, no manteniendo mi mirada por mucho tiempo. Me sentí inquieto con tanta atención y silencio.

—Tengo que ir a mi siguiente clase...

No compartíamos la segunda clase.

—Bueno, no te estoy deteniendo —Llevé la mirada al pasillo lleno de gente, todos concentrados en llegar a su clase o en hablar con sus amigos, algunos no les interesaban llegar a su clase.

—Tú también deberías ir y llegar temprano —Escuché que dijo, volví a mirarla y rodeé los ojos.

—No me digas qué hacer, bichito —Recalqué su apodo, solo para molestarla, sonreí cuando logré mi cometido.

—Nos vemos por ahí —Y la observé irse, perdiéndose entre la multitud de estudiantes apurados y otros con los huevos bien grandes como para querer ir a clases.

Acomodé mi mochila en mi espalda y me dirigí a mi siguiente clase, diciéndome que debía apuntar otra cosa buena a la lista de Anderson.



╔═══════☆♡☆═══════╗



—Guárdatelo, Celestine Boyd... —Solté, tajante y sin ganas de pelear.

La rubia me lanzó la mirada que normalmente me daba, claro que poco me importaba, la verdad.

—Me da asco comer contigo aquí —Enervó, yo bufé —Apestas todo el lu...

—Tu mejor amiga me invitó —La interrumpí.

—¿Ah sí? —Su tono fue de advertencia, parecía que iba a decirme más cosas, pero como que recapacitó porque se quedó callada.

—¿Qué? —La reté.

Y antes de que pudiera decirme algo o insultarme, su mejor amiga entró a la plática, Celestine y yo hicimos silencio, como si hubiéramos hecho un pacto silencioso que consistía en odiarnos en silencio cuando Anderson estuviera presente, no siempre servía, pero bueno, era para hacer la convivencia más amena para todos.

—No van a creerlo, me dejaron tomar dos rebanadas de pizza... —Expresó, emocionada, tomando asiento frente a mí, dejando su plato de comida sobre la mesa.

—Genial, tenía hambre —Hablé, tomando una de sus rebanadas.

—¡Oye! —Se quejó, haciendo un puchero cuando me vio masticar descuidadamente frente a su cara.

De pronto me di cuenta lo que estaba haciendo, fui más consciente de eso cuando noté que varias personas nos estaban mirando, había miradas acusadoras y desaprobatorias, la mayoría iban dirigidas a mí. Me escudriñaban y murmuraban cosas que no comprendía, pero me hacía una idea de lo que decían.

Sentí mi expresión tensarse, así como todo mi cuerpo, apenas pude seguir masticando la comida, no quería moverme, sentía que, si lo volvía a hacer, todos iban a lanzarse sobre mí. El corazón me latía rápido, lo podía escuchar en mis orejas, las palmas de mis manos comenzaron a sudar, fue mala idea tragar lo que tenía en la boca porque pronto sentí náuseas, fuertes náuseas.

 Tener la mirada de todos sobre mí, sentía cada mirada, cada murmullo dirigido a mi persona, comenzaba a faltarme el aire, sentía que no podía respirar con normalidad, como si pudiera morirme justo en este instante, probablemente podría morir por asfixia.

Probablemente se volvió notorio mi estado porque Anderson, quien seguía hablando, sin darse cuenta de nada, de repente me miró con el ceño fruncido, noté que sus labios volvieron a moverse, pero no era capaz de entender lo que decía. Necesitaba salir de ahí, necesitaba salir de ahí antes de que muriera ahogado. Antes de desmayarme...

—L-lo siento... —Susurré, poniéndome de pie de manera torpe, salí casi corriendo a los baños.

Apenas logré llegar al baño, me metí a un cubículo, dejándome caer de rodillas frente al inodoro y dejando que mi estómago se vaciara por completo, jamás en mi vida había vomitado tan fuerte. Fue asqueroso...

Ese día me fui antes a casa, no volví a ver a Anderson después de eso, pero sé que se preguntaba, así como todos, qué rayos había sucedido conmigo.

Sara dijo que parecía haber sufrido un ataque de pánico, cuando dijo eso, en lo único en lo que pude ser capaz de pensar fue en que jamás podría ser quién era antes, que este error que había cometido iba a marcar por siempre mi vida y a mí. Sentí resentimiento, volví a sentir resentimiento por todos, por mí, por Ji Eun. Detesté cada minuto y segundo que pasé con ella, odié todo, pero lo que más detesté fue a mí mismo, por haberme permitido sufrir de esa manera, por no haber salido antes cuando pude, por amar a alguien sin medida.

Me dolió en el alma mirarme en el espejo y seguir viendo esa cicatriz y saber que realmente nunca volvería a ser quien era antes de todo esto, que siempre iba a estar estancado en este agonizante error que me mataba cada vez un poco más.






7u7

Más y más de estos dos, para el momento en el que estoy poniendo el cap en wattpad, ya tengo los capítulos faltantes, corregidos, solo para irlos subiendo poco a poco. Finalmente podré escribir en donde me quedé, avisaré cuando empiecen a ser capítulos completamente nuevos, escritos desde cero. 

En otros temas, ¿Qué piensan de este capítulo? ¿Qué piensan del nuevo y extraño comportamiento de Jungkook? ¿las cosas han cambiado? ¿Qué piensan?

Ya no puedo esperar a subir los demás.

Como siempre, gracias por leer y esperar. Dejen sus opiniones aquí.

Nos leemos pronto.

(NOTA ESCRITA ACTUALMENTE) Hola, pues nada, ya tengo a una actriz que pueda representar a Alyn. Dos personas me hablaron de ella, pero no estaba segura, estaba sienod quisquillosa porque normalmente soy así con mis personajes principales femeninas, en fin, pero... creo que esta chica queda con Alyn. 

Les presento a Derya Pina  Rak (no estoy segura de si su nombre se escribe así) como nuestra Alyn Anderson Pierce. Tengo que decir que la actriz tiene muchas pequitas, Alyn puede tener ciertas, pero no así como la chica, sin embargo, pueden imaginar a Alyn de esa forma, si así lo desean.

Y, así como ven, es la cicatriz en su rostro (la edite yo JAJAJJAJA) 

También, me complace decir que Piwkenyeyu ha ganado el primer lugar de una categoría de los premios Saturn Awards. *C emociona*fue muy hermoso cuando nos dijeron...

 


Gracias por leer, volveré pronto, quizás.

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