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Capítulo 24





❊ADVERTENCIA: ESTE CAPÍTULO CONTIENE MENCIÓN DE ABUSO SEXUAL. SI ERES SENSIBLE AL TEMA, SALTARTE LA PARTE CON LETRA CURSIVA.❊
















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Cuando todo parecía haber mejorado, cuando todo parecía ir de la mejor manera posible, cuando todo estaba así, siempre venía algo o alguien a recordarte que realmente no era de esa forma.

Siempre algo venía a recordarte que nada había cambiado solo por tener unos buenos días.

Estaba cerrando mi mochila, a un costado de la entrada de los baños de chicas, me preparaba para ir a mi tercera clase, aún tenía unos cuantos minutos para llegar a tiempo. Me coloco la mochila sobre mi espalda e intento dirigirme a mi tercera clase, pero siento como alguien me empuja hacia los casilleros a unos pasos de mí.


—¿Cómo estas, rarita? —Reconozco esa voz de manera inmediata. Siento como su cuerpo se pega al mío, de manera disimulada porque la gente sigue pasando a nuestro costado, cualquiera pensaría que solo es un chico despidiéndose de su novia, por eso nadie reacciona.

Siento su mano escabullirse por debajo de mi cabello suelto, hasta que llega a mi nuca, en donde pellizca, sé que no debo emitir ningún sonido o reacción, no es la primera vez que hace esto, por eso sé que no debo hacer. Él se ríe cuando se da cuenta que sé de lo que trata esto.

—Eres muy inteligente.

—Leroy, por favor, dej... ¡auch! —No pude evitar quejarme ante el fuerte pellizco que dejó en mi piel, lo vi tomar mi mano con fuerza, la está comenzando a apretar de una manera muy agresiva.

—Si vuelves a quejarte, te juro que te romperé la muñeca, ¿entiendes? —Advirtió.

Apreté los labios, intentando impedir cualquier sonido de queja de mi parte. Mi frente comenzó a humedecerse y mi cuerpo comenzó a temblar, el agarre en mi mano empezó a apretarse, soporté el dolor porque sabía que era capaz de herirme.

Pero era humana y no podía soportar un dolor así sin emitir sonido alguno, por eso, terminé haciéndolo, sin poder evitarlo. Mis ojos se abrieron más de lo normal cuando vi sus intenciones de herirme más.


—Vayan a sus clases ya... —Una maestra se nos acercó, Leroy soltó mi mano con rapidez, yo respiraba acelerada. Él se fue, no sin antes susurrarme que después nos veríamos.

Quería llorar, en verdad tenía muchas ganas de hacerlo, tenía semanas que no pasaba nada de esto y realmente creí que todo había acabado, comenzaba a ilusionarme con tener una vida escolar normal, pero aquí estábamos de nuevo, en mi realidad, no había terminado, no iba a terminar, jamás...

Recosté mi frente a los casilleros y aguanté las lágrimas, no podía llorar.

No llores, no llores, no llores, no llores...

Cuando logré retener el sentimiento de querer llorar, me dirigí a mi siguiente clase, como si nada hubiera pasado. Todos fingían que nada pasaba, que nada ocurría conmigo, a veces había personas que se daban cuenta, me miraban como si quisieran ayudar, pero nunca lo hacían, no hacían nada y entonces se convertían en cómplices, porque era más fácil así, había perdido cierta esperanza en las personas.

Yo había perdido la esperanza en mí misma...

Nadie quería estar en esta situación, nadie quería ser señalado, comprendía eso, en verdad lo hacía porque conocía ese temor a ser molestado, maltratado y señalado, el temor de la crueldad humana. Comprendía que esas personas solo buscaban protegerse a sí mismas, buscaban su propia protección, puede que yo hubiera hecho lo mismo; poner primero mi seguridad.


Nuestra maestra de español no había venido, a mi clase nos habían traído a la clase de artes con honores, con Miss Lindsey, la maestra de artes, una mujer de cabello rubio, lacio y largo, de ojos grandes y azules, mejillas siempre rojas y caderas anchas, muy bonita, era joven y muy agradable. Me sonrió y saludó cuando me vio llegar, diciéndome dónde sentarme. En la clase de Artes con Honores Avanzado, no había muchos alumnos, debían ser unos diez, o quince alumnos, por eso nos habían traído para acá.

—Hola Alyn, ¿cómo estás? —Me dijo la miss.

—Muy bien —Le sonreí, me había sentado en una de las mesas del centro, me dispuse a sacar mi libreta y computadora. No había casi nadie sentado cerca de mí, más que una chica que estaba sola, a unas sillas de mí, estaba concentrada en su computadora.

Debía ser parte de la clase de artes porque nunca la había visto antes en alguna de mis clases.

—Jeong-Gog... —Escuché a la maestra decir, levanté la mirada y me encontré con Jungkook, de pie, en el umbral de la puerta, se veía muy guapo hoy. Hoy su cicatriz se veía un poco roja, como irritada.

Jeong-Gug... —Le corrigió el chico.

Era tan precioso.

—Mi culpa, soy mala para pronunciarlo —Se disculpó la mayor, el menor solo caminó tranquilamente hasta sentarse a una silla de la mía, lo miré acomodarse, dejar su mochila a un lado de su silla y después sacar su computadora. Recostó su espalda en la silla y me miró, me sonrió pícaramente, colocando sus codos sobre la mesa, descansando su mentón en sus manos.

—¿Todo bien, bichito?

—Sí, ¿por qué la pregunta? —Lo contemplé, insegura de lo que estaba por decir.

—Estas como medio rojita... —Se dedicó a escanear mi rostro, luciendo divertido, me sentí incómoda al instante, pareció darse cuenta porque volvió a hablar —Esta maestra sigue llamándome de cualquier otro nombre, menos el mío. Comienzo a creer que lo hace a propósito...

—No creo que lo haga a propósito, ella es muy amable, no digas eso —Le reprendí, con el ceño fruncido.

—Como sea... —Se cruzó de brazos, volviendo su atención a la pantalla de su Chromebook.

¿Qué le sucedía hoy?

Lo escudriñé, seguramente estaba de buen humor o algo. Con el pasar de los minutos, más alumnos, tanto de mi clase de Spanish, como de artes, comenzaron a llegar. Nuestra mesa comenzó a llenarse un poco, vi a Miss Lindsey acercarse a aquella chica que estaba sola, le pidió ver su computadora, escribió algo ahí y después se la enseñó a la joven, pareció leerlo y pronto ella se estaba levantando con sus cosas para irse a una mesa distinta, eso llamó mi atención, pero no pude seguir viendo porque sentí como alguien jalaba esa silla que me separaba de Jungkook.

Era una chica, y no despegaba la mirada de Jungkook.


—¿Puedo sentarme aquí? —Preguntó ella.

—S...

—No —Respondió Jungkook, se puso de pie, y se sentó en la silla a lado de mí y señaló el lugar que antes ocupaba él —Siéntate ahí.















★彡[ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ.




Eran las once de la noche. Su padre al volante y ella a mi lado, en los asientos traseros.

Aun no sé cómo es que acabé aquí. Las calles estaban casi por completo a oscuras, de no ser por los posters de luz y las luces del carro, aun había vehículos circulando a esta hora. Anderson tenía su pijama puesto, su padre también y, prácticamente yo también.

Estaba a fuera de casa, disfrutando del aire fresco de la noche, cuando me percaté del carro de los Anderson, cuando ellos me vieron fuera de casa, se detuvieron a verificar que todo estuviera bien, el señor Cedric me invitó a ir con ellos a unas "compras nocturnas", como le llamó él, no sé cómo, pero terminé aceptando.

Henos aquí.

Walmart es la tienda que está abierta a esta hora, nos detenemos en el estacionamiento, bajamos del carro y caminamos a la entrada, en silencio. A pesar que es algo tarde, aún hay unas cuantas personas comprando, nosotros nos dirigimos al área de carnes, en donde el señor Cedric se pasea, buscando lo que sea que se le ocurrió comprar a esta hora. Yo me alejo, yendo al área de comida chatarra, me doy cuenta que cierta fémina me sigue, en silencio, como si no quisiera que me diera cuenta de su presencia a mis espaldas.


—Ya te vi... —Le digo, sin despegar la mirada de las bolsas de frituras.

¿Por qué se siente tan raro?

—¿Jamás habías hecho compras nocturnas? —Me pregunta una vez que se coloca a mi lado, mirándome desde su altura.

Esta noche, de alguna manera, luce incluso más pequeña que de costumbre.

Jag-eun (pequeña).

Sonrío para mí mismo y niego.

—Nunca —Digo, volteando a verla, lleva una coleta toda mal hecha —Presiento que ustedes lo hacen muy a menudo.

—Sí, lo hacemos desde que tengo memoria, es como una manía o tradición entre nosotros —Me explica, sonriendo.

Y una vez más su madre aparece en mi mente. ¿En verdad había muerto? Era la única respuesta coherente que tenía, porque en caso de que la mujer los haya abandonado, ¿no sería raro que tuvieran fotos de ella en su casa? Comenzaba a creer que en verdad sí había fallecido.

La observo de nuevo, está entretenida buscando algo entre las bolsas de papas fritas.

Si su madre en verdad murió, eso quiere decir que la perdieron cuando Anderson seguía siendo muy pequeña, todas las fotos en donde sale la mujer, Anderson no debe pasar los cuatro años.

¿Habrá muerto por una enfermedad terminal? 


—¿Anderson? —La llamo, al instante me mira.

—¿sí?

—¿Tu ma...?

—Encontré lo que necesitaba para la receta de mañana... —El señor Cedric aparece, me mira —Puedes venir mañana a comer con nosotros, si lo deseas.

—Lo tendré en cuenta, gracias —Inclino un poco la cabeza.

—Vamos, hay que llevarte a casa... ¿agarraron algo para ustedes? Puedes tomar lo que quieras, Jungkook, yo invito.

Agradezco de nuevo, tomando una bolsa de frituras. Anderson me copia.

—¿Volverás a acompañarnos a nuestras compras nocturnas? —Me pregunta el mayor, cuando ya ha pagado y nos dirigimos al auto.

—Tal vez... —Digo y él solo se ríe.

Bichito ingresa a los asientos traseros, después le sigo yo, cuando estamos dentro, la observo ya con el cinturón puesto.

—He notado que le tienes un amor especial a los cinturones de seguridad —Le comento, cerrando la puerta.

—Todos deberían tenerlo —Dice ella, su padre se sienta en el asiento de conductor, colocándose el cinturón, a los minutos arranca el motor —Póntelo —Exige mi compañera cuando ya hemos avanzado unos metros.

—Ya, tranquila... —Me reí, colocando la cosa, cuando hace click, la miro —¿Feliz?

Rueda los ojos y deja de mirarme para observar el camino oscuro. Yo, sonriendo, hago lo mismo en mi lado.

El camino es silencioso, de no ser por la radio.

—Listo, muchacho. Sano y salvo... —Expresó el hombre cuando estamos delante de mi casa —Si mañana deseas ir a comer a casa, mándale un mensaje a Alyn para que venga por ti.

Este señor era demasiado amable conmigo, si supiera la manera en la que traté a su hija por varios años, no creo que fuera capaz de tenerme en un mismo espacio que él.

—Gracias —Murmuré, volteé a ver a Anderson, quien me miraba en silencio, me quedé callado, sin saber cómo despedirme.

Me di cuenta que tenía un lunar arriba de la ceja derecha.

—¿Piensas quedarte ahí? —Me sobresalté por la voz del hombre. Incliné un poco mi cabeza, antes de abrir la puerta y salir, me agaché un poco para mirar por la ventana.

—Gracias por invitarme y por traerme de vuelta.

—No fue nada. Hace feliz a unas cuantas personas —Sonrió y yo fruncí el ceño, confundido. Miré a Anderson.

—Nos vemos luego —Sonreí.

—Adiós...

Cuando estuve dentro de casa, me encontré a omma sentada en la sala, al darse cuenta de que estoy en casa, corretea hasta estar cerca de mí, tomando mi brazo.

—¿Cómo estuvo? —Preguntó —¿Te divertiste?

—Ma, solo fuimos a comprar a Walmart, no fue gran cosa —Hablé, caminando a uno de los sofás, me dejé caer ahí, bajo su atenta mirada.

—Pero te divertiste, ¿no?

La miré.

—Repito, no fue la gran cosa... 

La escuché suspirar.

—Nada tiene que ser gran cosa para hacer feliz a alguien —Aseguró, caminando a las escaleras, antes, se detuvo y me miró —Ni para enamorarse —Me guiñó un ojo y subió por las escaleras.

¿Qué...?

—¡Tienes que mejorar en el idioma! —Grité, para que me escuchara.

—¡Y tú tienes que lavarte los ojos y, de paso, el cerebro! —Contestó desde el segundo piso —¡Y vete a dormir ya! —Bramó, me puse de pie de un salto y me fui a mi habitación también, antes de que omma... arruinara la noche.


















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—Y hazme el favor de actuar como lo que eres —Sentenció, mientras ambos caminábamos a la entrada de la casa de unos de sus tantos amigos.

Iba a un paso detrás de ella.

Fruncí mi ceño ante su anterior petición.

—¿A qué te refieres? —La vi voltear a verme, tenía ese sentimiento de superioridad en los ojos.

—Quiere decir que te comportes como un hombre, Jeon... —Masculló y abrió la puerta con la llave de repuesto que estaba debajo de una piedra.

Eun me había traído con ella a una fiesta de sus amigos cercanos, el convivio era en una casa. Nada más poner un pie dentro de la casa, me golpeo un olor fuerte a alcohol, combinado con un humo extraño y olores que eran desconocidos para mí. Seguí a mi novia por entre la gente, la casa parecía que iba a estallar, por fuera parecía que solo era un convivio entre pocas personas, pero cuando abrías la puerta te dabas cuenta que no era así.

Los cuerpos se movían con fuerza, al ritmo de la música, yo luchaba por seguirle el paso a mi chica y no perderme en el camino, la noto detenerse frente a unos sofás que están un poco al fondo, en ellos hay un par de personas sentadas, personas que no conozco de nada.


—¡Hola! ¿tiene mucho que están esperando? —Eun les grita para poder ser escuchada por los que parecen ser esos amigos cercanos de los que me habló en todo el camino a la fiesta.

—¡No mucho! ¿Quién es el niño? ¿¡estas de niñera y no nos dijiste!? —Preguntó un chico, todos estallaron en carcajadas.

—¡No, idiota! ¡es Jungkook...! —Le contestó mi novia, con una sonrisa en la cara.

Los presentes parecieron recordarme de algo, aunque no podía ser por habernos visto antes porque esta era la primera vez que nos conocíamos, ellos le lanzaron una sonrisa bastante extraña a mi novia.

—¡Ya entiendo, tomen asiento, pediré unas bebidas para ustedes! —Expresó el mismo chico de antes, se puso de pie y se perdió en el mar de gente.

—¡Tienes dieciséis, ¿verdad? —Me habló una de las chicas, la observé. Tenía el cabello teñido de rojo chillón, los labios casi del mismo tono y ojos verdes, tenía puesta una blusa que le parecía apretar los pechos, haciéndolos ver enormes. Nada que me aturdiera como mi novia.

—En unos meses... —Contesté, con simpleza.

—¿Has bebido alguna vez, ya habías estado en fiestas así?

Yo miré a Eun, no sabía si decir algo sobre eso, no después de lo que me había dicho antes de entrar. La verdad es que nunca había bebido alcohol ni mucho menos había estado en fiestas como éstas, la realidad es que antes de Ji Eun yo nunca imaginé estar dentro de un lugar como este, al menos no tan pronto.

Eun me miró sin decir nada, supe que podía ser sincero.

—Esta es mi primera vez —Alcé la voz.

—Conseguiste un pizarrón en blanco para rallarlo a tu antojo, ¿verdad? —Se río la pelirroja, mirando a mi novia.

Eun se encogió de hombros y cuando llegó el chico con las bebidas, tomó una y la bebió hasta dejarla a la mitad.

—Pues, Jk... —Comenzó diciendo la pelirroja, mientras tomaba una de las bebidas entre sus manos —Esta noche aprenderás lo que es vivir al máximo. Bebe... —Me tendió el vaso, la realidad era que yo no quería hacerlo.

—No, yo...

—¿Eres un cobarde? —Se burló el chico.

—No, pero...

—Entonces tómalo.

Me sentía atrapado.

—Hazlo —Pronunció mi novia, con ese tono de voz que yo conocía como advertencia.

Mierda.

Tomé el vaso de plástico, lleno de un líquido amarillento, lo olfateé y el olor era fuerte, no era para nada agradable. Bebí un sorbo, lo tragué y sentí un ardor en la garganta, tenía un sabor a mierda.

¿Cómo jodidos eran capaces de tomar esta mierda?

—Eso es, no seas un marica y bébelo todo, ¿bien? —Tajó el tipo, mientras bebía de su vaso, como si fuera agua.

El tiempo transcurrió rápido, mínimo habrán pasado dos horas desde que habíamos llegado. Había tomado ya cinco vasos por obligación y ya no tenía control de mi cuerpo, quizás desde el segundo vaso. Me sentía terriblemente mareado, creo que tenía ganas de vomitar, tenía un dolor de estómago horrible, o quizás era el dolor de garganta, puede que me haya quemado la garganta con ese jodido líquido de mierda.

Los tres adultos a mi alrededor hablaban y reían sin parar, no era capaz de captar las palabras, todo me daba vueltas, la música me aturdía aún más, así que constantemente cerraba los ojos para disipar la sensación, pero eso era aún peor porque sentía que giraba.

Abrí los ojos cuando sentí un olor fuerte a mi alrededor. Los amigos de Eun se pasaban algún tipo de cigarro entre ellos, mientras reían de una manera que me hacía quejarme. Jadeé por el olor, tapando mi nariz, la pelirroja me miró y se sentó a mi lado.


—Oh, ¿esto? Es otra cosa que te hace vivir al máximo. ¿Quieres probar? Estoy segura de que va a encantarte —Me lo puso delante de mis labios, desvié la cabeza para un costado —De acuerdo, tú te lo pierdes...

Observé como se lo entregaba al chico. Eun estaba sentada a lado de él, se reían, quise decirle algo cuando vi cómo se acercaba al chico y se sentaba a horcajadas sobre el regazo del idiota, se comenzaron a besar como animales, la pelirroja me tapó la vista.

—Eres muy guapo, ¿te lo han dicho? —Habló, yo intentaba ver a los otros dos que estaban a sus espaldas. El masculino apretaba los pechos de mi jodida novia, sin dejar de besarla, mientras que la fémina saltaba sobre el regazo de él —¡Oye! —Mi mirada volvió a la chica frente a mí —Dije que eres guapo.

—Mhm... —Me quejé. Quería que se callara, que se alejara.

Pronto sentí su mano posarse sobre mi rodilla, subiéndola poco a poco por mi muslo.

—D-déjame... —Me quejé, tratando de empujarla lejos de mí, pero ni siquiera era capaz de atinarle a tocar su cuerpo. Su mano llegó a mi entrepierna, en donde comenzó a acariciar de manera brusca, provocándome un quejido de dolor.

La chica no dejó de hacerlo a pesar de que le decía que se detuviera, no lo hizo. Miré a mi costado y la vi, vi a mi novia con su falda hasta sus caderas, el chico le besaba el cuello y ella no se alejaba, no se alejaba.

Quería ponerme de pie y sacarnos de aquí, sabía que estabamos en peligro, pero mi cuerpo estaba entumido y esta chica no dejaba de tocarme.

Entonces, sollocé cuando mi ansiedad creció, los mareos empeoraron, dejándome a merced de cualquiera. La chica se alejó en algún momento que no recuerdo, debí de quedarme dormido porque cuando volví a abrir los ojos, estaba solo. Había menos personas en la sala, algunas seguían bailando en medio, pero no había rastro de mi pareja ni sus amigos, estaba solo.

Me senté mejor en el sofá, aún estaba mareado, pero me las arreglé para llamar a la primera persona que se me vino a la mente.

Me quedé donde mismo, esperando en el mismo lugar por varios minutos o horas, no estoy seguro, hasta que sentí como alguien sacudía mis hombros, levanté la cabeza para mirar el rostro preocupado de Namjoon.


—Maldita sea, Kook... —Escuché que dijo, observó mi cuerpo para cerciorarse de que estaba bien —¿Qué mierda te han hecho? —Cuestionó, sentí sus manos ir a mi entrepierna, luché, no quería que me tocara, no quería que nadie me tocara, no quería, no quería. 

Luché con todas mis fuerzas, tratando de alejarlo, con una de sus manos sostuvo mis muñecas, no pude evitarlo y comencé a llorar, él se encargó de subir el cierre y abotonar mi pantalón, ni siquiera me había dado cuenta que estaba abajo.

Me ayudó a ponerme de pie y a salir del lugar.

—Ji Eun... —Sollocé cuando estuvimos fuera de la casa, la busqué con la mirada, esperando verla por la vereda, pero las calles estaban solas, no sabía qué horas eran.

—Jungkookie, mírame, oye, mírame... —Nam sostuvo mi mentón e intentó hacer que lo mirara, apenas podía centrar mi vista a un solo punto —Tengo que subirte al carro, ayúdame, por favor.

Negué con la cabeza, terco.

—E-ella está... Eun está... —Murmuré, tratando de darme la vuelta para volver dentro y sacarla de ahí, necesitaba que la ayudara, ella no había sido capaz de dejarme ahí, no era capaz de dejarme ahí solo.

Me sostuvo del brazo y me jaloneó hasta su lado, de manera brusca para hacerme mirarlo a la cara.

—¿¡Quieres saber si sigue ahí dentro!? ¡ella te dejó ahí, a tu suerte! ¡se fue, Kook, abre los ojos, estabas con el pantalo... por dios! —Gritó, histérico. Yo volví a negar con la cabeza, los ojos se me llenaron de lágrimas, el corazón se me hizo pequeño, trastabillé y lloré.

Lloré porque no quería creer que todo eso era cierto, pero lo era, estábamos solo mi amigo y yo, sin mi novia. Me había dejado solo, había dejado que me hicieran daño... no estaba seguro de nada.

Y las imágenes de mi novia, besándose con otro chico, me golpearon la mente. Volví a llorar con más fuerza, Nam me metió al carro. Recordé a la pelirroja, tenía imágenes borrosas viéndola bajar el cierre de mi pantalón para tocar mi entrepierna, yo le rogaba que me dejara, sollozando hasta quedar inconsciente.

¿Había sido abusado, en verdad me había pasado esto? De repente me sentí extremadamente sucio, me sentía asqueado, tuve ganas de vomitar.

Lloré más.

Había sido tocado sin mi permiso, mientras a un costado de mí, mi novia se besaba con alguien más, sin interesarle lo asustado que estaba yo.

Nunca le interesó nada. Solo fui un accesorio más en su persona.

Solo eso.




—¿Y por qué dices que seguiste con ella al día siguiente? —Sara me saca de mis recuerdos.

—Pensé que la amaba, que estaba dispuesto a soportarlo todo porque ella también lo hacía, eso para mí era suficiente para soportarlo —Repetí, mirando un punto fijo del suelo. Ya no estaba seguro de eso, ya no estaba seguro de que eso fuera amor. De que lo que sentí fue amor.

—¿Seguiste pensando eso incluso después de verla besándose con alguien más, contigo a lado?

—Le perdoné eso, ella aseguró no recordarlo, dijo que fue por el alcohol y las sustancias que habían ingerido —Sonreí, con sarcasmo —Le creí...

—¿En verdad la amabas? —Cuestionó —¿En verdad crees que sabías lo que era amor?

¿Que si lo sabía? Era claro que no. Después de todos estos meses, ya no tenía claro que era lo que sabía y que cosas no. ¿Amor, en verdad existía o lo habíamos inventado? Pensé que sabía muchas cosas, pero estaba equivocado, no sabía nada.

Quizás todo este tiempo me había equivocado y el amor no existía. No lo hacía.
















Terminé de lavar mis manos y las sacudí en el aire porque tenía pereza de sacar un maldito pedazo de papel para secarme las manos. Levanté la mirada y observé mi reflejo, claro que me arrepentí al instante de hacerlo cuando mis ojos se detuvieron en la cicatriz, seguía sintiendo, al mirarme, que esa persona no era yo, que esos ojos eran inseguros, tristes, había desesperanza. A veces podía notar aflicción en la expresión de la persona que me mira, había algo más que con frecuencia olvidaba que era. La cicatriz en esa piel suave... no era yo porque ya no me sentía yo.

No conocía a la persona que me observaba del otro lado del espejo. No podía reconocerlo, pero estaba seguro de que lo odiaba.

Pasé mis manos por mis pantalones, otra forma de terminar de secar mis manos, después salí de los baños.

Estábamos en el gimnasio grande, ya estábamos por irnos a casa, así que, para hacer tiempo, había ido al baño. Todos ya tenían sus mochilas puestas, esperando de pie, cerca de la puerta. En silencio, tomé la mía y la colgué en uno de mis hombros. Observé al idiota de Leroy parlotear con los idiotas de sus amigos, se estaban riendo, mirando un punto en especial, no valía la pena mirarlos, no lo hubiera seguido haciendo de no darme cuenta de que aquello a lo que miraban era nada más ni nada menos que Anderson.

Noto que Leroy les dice algo a la bola de idiotas que tiene por amigos y se aleja de ellos, caminando en dirección de Anderson, por su espalda, ella no se da cuenta porque está concentrada hablando con Celestine, ambas están de espaldas a Leroy. El idiota llevó una de sus manos a los cabellos de la fémina y tira de ellos, provocando que la chica finalmente se dé cuenta de su presencia y se asuste, la veo voltear a ver quién es.

Maldito...

Cuando ella se da cuenta de quién es, su expresión cambia. Él le hace una seña de que debe guardar silencio, ella deja de mirarlo para volver a prestar atención a su amiga, quien está ajena a toda la situación. Soy testigo del maltrato silencioso que le provoca Leroy a Anderson, jala su cabello, pellizca sus brazos, la empuja disimuladamente y también le susurra cosas sobre su nuca. Nunca había visto que Leroy hiciera esto, no era la clase de cosa que yo le pedía hacer en el pasado, pero supongo que él había modificado las cosas...

La imagen del pequeño cachorro en medio de la calle, golpea mi mente.

Soy consciente de las personas a nuestro alrededor, pero no soy capaz de detener mis pasos. No puedo detenerme, en mi mente solo se encuentran los ojos asustados de ese animalito inocente, esos ojitos rogándome por ayuda.

No puedo detenerme...

En un abrir y cerrar de ojos, estoy frente a ellos, tomando de la mochila al chico, llevándolo hasta la pared y estampando su cuerpo en ella, es más bajo que yo, por eso él tiene que levantar la mirada para mirarme a los ojos.


—¿Qué mier...?

—¿Qué mierda crees que haces? —Escupo, sintiendo un fuego subirme por la garganta.

—Nada... —Contesta, como si en verdad no estuviera haciendo nada. Vuelvo a estampar su cuerpo en la pared, haciendo un sonido seco que se escucha por todo el gimnasio, eso atrae la atención de todos los que están a nuestro alrededor, sé que es cuestión de tiempo para que el maestro se dé cuenta de la escena.

—Voy a preguntarte de nuevo, ¿Qué crees que estás haciendo? —Repito, entre dientes.

—Estaba jugando con la ra...

—¿Quién te crees que eres? —Le escudriño los ojos.

Sus ojos tiemblan.

—Si vuelvo a verte cerca, te prometo que voy a ponerte en su lugar y va a encantarte —Le susurro.

—¿Qué pasa contigo? —Pregunta él —¿Desde cuándo te molesta tanto que lo haga? No entiendo cuál es tu problema cuando tú eras el que me pedía hacerlo antes —Y arde porque no es mentira lo que dice, pero eso no me impide volver a empujarlo contra la pared, sacándole un jadeo de dolor.

—¡Oigan! ¿Qué sucede ahí? —Logro escuchar la voz del maestro de deportes así que suelto al chico y doy un paso atrás porque no quiero volver a meterme en problemas.

—Jungkook... —Alguien susurra a mi costado, volteo y me encuentro con los ojos confusos y asustados de Anderson.

La observo unos segundos antes de pasar por su lado y salir del gimnasio justo cuando la campana suena, indicándonos que ya podemos irnos, sé que todos se preguntan qué jodidos sucede conmigo.


¿Qué mierda me sucede?

























Es agridulce este cap. Pasamos un buen rato al inicio. Hubo muchas escenas tristes y duras, como Alyn siendo agredida por Leroy. 

¿Qué piensan de eso?

Mejorando un poquito la situación, vemos a Jungkook salir de compras nocturnas con los Anderson, ¿Creen que le gusto ir con ellos? 

Y, finalmente, la escena de la fiesta, el recuerdo de Jungkook... fue un poco triste y doloroso corregir esa parte. Vemos la manera tan sencilla en la que Jungkook es manejado por los amigos de Ji Eun y ella misma, lo que mas me duele es el abuso que cometen con él... :/

¿Qué piensan de su reacción a todo ese momento, él cómo la siguió buscando, diciendo que también estaba en peligro, por qué creen que haya reaccionado de esa forma? ¿Se esperaban que algo así le hubiera pasado a él, qué otras cosas creen que habrá pasado Jungkook?

¿Creen que es valido que después de todo eso, haya llegado a la conclusión de que quizás el amor no existe? 

Y, dejando para el final un momento muy importante en la historia, tenemos la primera vez, en años, que Jungkook se entromete en un momento de abuso con Alyn para detenerlo, ¿esperaban que lo hiciera? ¿Qué piensan de eso? ¿Qué le sucede?

Déjenme sus opiniones aquí.

Gracias por leer.

Maratón 06/07

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