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Mientras más pasan los años

Me contradigo cuando pienso

El tiempo no me mueve

Yo me muevo con el tiempo.

Tan solo dos días me quedan para descansar, y volvería al colegio para ver a mis niños, Las dos profesoras debieron reemplazarme. Se que debió ser un gran trabajo, es difícil enseñar a niños de diferentes edades en el mismo salón. Maria, es la profesora de los niños de cuatro a siete años, mientras Claudia es la de doce a quince años,  y yo de los ocho hasta los once años de edad. Es el método del colegio, especialmente el de zonas rurales.

Empecé a preparar mi clase dos días antes, cuando el sonido de mi celular me distrajo. Un número desconocido aparece en la pantalla.  

—¿Alo?

—Katherine, soy yo Felipe. —La voz de mi ex provoca que me quede congelada unos segundos. Es la primera vez que escucho su voz después de los dos años de nuestra separación—. Al parecer no tienes mi número guardado.

—Lo borre —confesé explicando mi sorpresa al escuchar su voz.

—Lo sabía —añade Felipe con una voz casi divertida, pero se nota la incomodidad—. ¿Cómo has estado?

—Bien —conteste con simpleza. Es difícil comentarle que estuve deprimida, que pensé en suicidarme dos veces, además de tener múltiples accidentes—, Trabajo en un colegio en zona rural en Gorbea.  

—Que bueno, me alegro mucho por ti —contesta Felipe—. Son unos niños afortunados. Deben tener a la mejor profesora.

—Lo intento —indiqué recostándome en el asiento del escritorio. ¿Tan difícil es hablar con alguien después de amarlo tanto?  —¿Tú como estas?

—Bien, trabajando en el mismo pero me ascendieron hace unos meses. —La noticia me hace realmente feliz.  Él se merecía cada cosa buena del mundo—. Y viaje a Escocia. —Su segunda noticia me deja un sabor agridulce. El viaje Escocia, era nuestro sueño desde que vimos la serie Outlander—. Deberías ir, es un lugar hermoso.  

—Lo intentare —añadí tratando de sonar alegre. Pero no pude. Su voz había removido cosas del pasado.  

—Te llamaba para contarte que voy a ser padre—. Su segunda noticia me asombra. Me quedé muda—. Y me casare, creí que sería prudente contarte. 

—Me alegro por ti, felicitaciones por esas dos noticias —contesté apretando mi mano libre en forma de puño clavando mis uñas en mi palma—. Te mereces toda la felicidad del mundo.

—Al igual que tu Kathy, espero que estés con alguien que merezca todo el amor que das.   

—Adiós Felipe, mándale saludos a tus padres de mi parte. — Y colgué. Sin esperar respuesta por parte de mi ex.  

—Katherine...—La voz de Edward interrumpe mis emociones y mis pensamientos. Quería llorar, pero su presencia cesa el sentimiento—. Lo siento.

—Gringo. —Gire mi cuerpo para observar el cuerpo de Edward al frente de la puerta de su habitación. Observando mis movimientos—. Creo que por primera vez debo preguntarte algo, ¿Aun la amas? —Necesito saber si estamos en la misma sintonía.

—Aun la amo —contesta el gringo dando un paso hacia adelante—. Se que tu no me amas, se que aun lo amas a él. Y se que te duele su llamada, su felicidad.

—Por favor, no hables de mis sentimientos como si los conocieras mejor que yo.     

—Porque lo hago. Leo cada pensamiento que pasa en tu mente —admite el gringo—. Aún amo a Bella, pero no de la misma intensidad de antes.

—¿No estás jugando conmigo? 

—No. —La dureza de las palabras de Edward y la rapidez de su respuesta me tranquilizan.  

—No me hagas lo mismo que a ella —insinuó—. Elijo estar contigo, con todo lo que conlleva esta relación. Ambos decidimos estar juntos, y ambos decidiremos el momento de separarnos.

—Lo prometo.  —Su escasa respuesta no me satisface.

—Dime que esto, lo de los dos, es real.

—Lo es.

—No te pido que me prometas un futuro, casamiento o niños...

—Sabes que no puedo procrear...

—Es una forma de decir gringo —interrumpo su oración así como él me interrumpe a mi—. No te pido nada, ni casa lujosa ni un auto deportivo o viajes el extranjero, solo que esto sea real. No una pérdida de tiempo.

—Esto no es una pérdida de tiempo —añade Edward acercando su cuerpo hacia a mi, para quedar agachado a la altura del asiento—. Tu no eres una perdida de tiempo.

—En realidad me gustas gringo, pero quisiera llorar al amor que he perdido.

—Estaré afuera.

Y lloré en silencio, sintiendo mis lágrimas caer por mis mejillas soltando la tristeza y la sorpresa de escuchar la voz de mi ex, y de oír sus noticias. El avanzo, y yo debo tomar la decisión de avanzar junto al gringo. A pesar de su extraña naturaleza, de su alterada familia y de su antiguo amor que lo persigue.

Lo acepto con todo lo malo y lo bueno.

—Entra...— Y en un abrir y cerrar de ojos sus labios están chocando con los míos exigiendo mi lengua. Y los besos de Edward se transforman en sanación a mi corazón partido.

Yo confió en el destino y en la marejada

Yo no creo en la iglesia pero creo en tu mirada

Tú eres el sol en mi cara

Cuando me levanta

Yo soy la vida que ya tengo

Tu eres la vida que me falta.

—¿El fue tu primera vez? —me pregunta el gringo en mi departamento, donde él con su familia me ayudan a construir nuevamente. Dios Gringo, está tu familia. Comente en mi mente sorprendida ante su pregunta. Pero él apunta con su dedo a su cabeza. ¿Acaso no puedes esperar que estemos solos? le pregunté en mi cabeza, pero el niega con su cabeza.

—Es de mala educación hablar en otro idioma, aunque sea mental —añade Emmet al momento que la imagen de otro hombre llega a mi mente al recordar la vez que perdí mi virginidad. 

—Edward quiere saber con cuantos hombres he estado en la cama, y la respuesta son tres. —Claudio, el primero un hombre mayor que me acosté a los diecinueve años para saber que era el sexo. Felipe el que considere el amor de mi vida, y Tomas el sureño paño de lágrimas.  Mi respuesta sincera provoca la risa estruendosa del grandote.

—El es virgen, ¿lo sabes? —interrumpe Rosalie con malicia en su voz.

—Pero con esta mujer no lo será más, y haremos una fiesta al momento que se convierta en hombre —comunique, pero al ver el rostro de Esme la vergüenza cae en mi rostro—. Lo siento Esme, Carlisle... esperaremos hasta el matrimonio.     

—No creo que suceda —expone el gringo, sorprendiéndonos a todos. Y todos los ojos cayeron en su cuerpo, el cual se encogió de hombros—. Es una bella mujer, cualquier hombre desearía estar con ella.

—En eso estamos de acuerdo —indica Rosalie volviendo a pintar la pared de mi habitación. E igualmente sorprendiéndonos a todos.

Nos sentamos en el suelo del piso flotante para comer juntos, en realidad para que comiera con tranquilidad. El living, y el comedor venían en camino desde Santiago por lo tanto debí comer en el suelo.

—Y ustedes que comen, ¿carne cruda? —pregunte al momento que me lleve una rebanada de pizza a la boca.

—Solo sangre —contesta Carlisle con cordialidad.

—¿De vírgenes? ¿Es por eso que no estoy en peligro? ¿Mi perversión me salvó de una muerte segura?  — A pesar de la severidad en mi tono de voz los Cullen se rieron de mis palabras contagiándome. Los labios de Edward recaen en mi cabello para besarme dulcemente.  

—Nosotros nos denominamos como vegetarianos, y bebemos solo sangre animal —añade Carlisle aun con una sonrisa en su cara.

—¿No matan humanos?¿Ni siquiera los que se lo merecen? —pregunte sorprendida por ese detalle. Matar animales, dulces animales comparados con la maldad de algunos hombres.

—Me sorprende como hablas del asesinato como algo normal —escuche la voz oscura de Jasper Hale. Gire mi rostro en la búsqueda de sus ojos dorados, y su cabello rubio.

—Vivo en Chile, la violencia y asesinato es parte de mi vida —le aclaro encogiéndome de hombros.        

—Y no interesa, ¿convertirte en uno de nosotros? —La voz de la rubia Rosalie llama mi atención, logrando que saque mi mirada del cuerpo de Jasper para buscarla a ella.  

—No lo sé, creo que lo de juventud eterna siempre llama la atención —confesé sin sacar la mirada en ella—. Pero amo mi humanidad. Vivir como si fuera el ultimo día de mi existencia, creo que lo hace mas especial. —Y cri, cri, cri...no debí hablar de tal forma—. Lo siento, no es mi intención molestarlos.

—No lo haces querida —añade Esme con dulzura para tranquilizarme—. Pero debes entender, que ser lo que somos no le quita lo emocionante de vivir. Vale la pena la monotonía si estás al lado de la persona correcta. —Los ojos de la madre de Edward se dirigen a su esposo, quien la mira con devoción. Y reconozco esa mirada, y no en el gringo, sino en mi expareja. 

—Supongo que tiene razón —añadí sonriendo enternecida ante el amor de ellos—. Pero aun no entiendo, ¿Qué lo haces diferente a los humanos?  Aparte de sus dones.

—No podemos salir a la luz del sol —contesta Jasper con rapidez. 

—¿Te afecta la luz, el ajo, el agua bendita y las cruces? —pregunte alarmada buscando la mirada de mi gringo. Había usado miles de veces el ajo en la cocina. El niega con su cabeza.  

—Brillamos al sol, nuestra piel expones lo diferentes que somos con los humanos. —Y nuevamente Jasper me explica con paciencia sobre su naturaleza. Después de la primera vez que te bese, desapareciste, ¿fue por el sol o por el beso?     

—Por ambos —contesta Edward.  

—Oh por favor, es molesto que conversen entre ustedes —brama el grandote molesto por nuestra conversación mental. Que poco tolerante es tu hermano.

—Lo sé —coincide Edward. Y a los segundos escuchamos el bufido molesto de Emmett logrando sacar una sonrisa de complicidad entre ambos.

Y, dame la mano

Y vamos a darle la vuelta al mundo.

Ahora entiendo las salidas del gringo en medio de la noche. El salía alimentarse de los animales, por eso escuche en el colegio la muerte de animales de las granjas de los habitantes de Gorbea. Y en mi soledad busqué en la caja de recuerdos el anillo me trajo una gran alegría en su momento.

Mi anillo de compromiso opacado por el paso de los años, me manda imágenes de mi relación anterior. De los besos, los abrazos y las risas que compartí con Felipe. Pero las imágenes se mezclan con el presente, y en mi mente aparece Edward.

Recordé la vez que me salvo, la primera vez que lo vi. Y su belleza me encandiló como si viera el sol por primera vez. Dirigí mis dedos para tocar mis labios, donde el gringo me había dado un dulce beso de despedida para salir junto a su hermanos para cazar.

Mis pies se encaminaron solos. Sin esperar una orden de mi cabeza, me llevan a la cocina en busca del basurero con el anillo entre mis dedos. Levante la tapa con lentitud observando la poca basura que contenía.

No hay quien se atreva a dudar de ti y de mí. Ni quien controle este amor y este sufrir —empecé a cantar nuestra canción. La canción con la que me propuso noviazgo—. No hay quien nos diga lo que no hay que decir. Y si me gritan que hoy me debo ir. No hay quien me pare, yo sé que es de verdad. Sé que te asustan mis ganas de luchar, no dejaré que esto se acabe sin más. Sé que se puede, se puede amar. —Termine de cantar al momento que tire el anillo en el basurero—. Adiós Felipe. —Y cerré el basurero con fuerza.     

—Buenas noches preciosa —el susurro de Edward en mi oído en medio de la noche provoca que busque soñolienta su cuerpo frío.  

—Te quiero...—le susurré antes de quedarme profundamente dormida.

Un día decidí

Hacerle caso a la brisa

A irme resbalando detrás de tu camisa

No me convenció nadie

Me convenció tu sonrisa.

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Es que no lo sé, no me puedo aguantar.
Amo esta pareja 🙊
Siguiente capítulo se viene el sin respeto, sin interrupciones 😱
Nos leemos pronto ❤️
Gracias por todos sus votos y comentarios ❤️❤️🧡🧡

Canción: Calle 13- La vuelta al mundo