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𝓛𝓪 𝓷𝓪𝓿𝓮 𝓭𝓮𝓵 𝓸𝓵𝓿𝓲𝓭𝓸

























»»———— ⸙͎ ⸙͎ ⸙͎ ⸙͎ ————-««

















Espera

Aún la nave del olvido no ha partido

No condenemos al naufragio lo vivido

Por nuestro ayer, por nuestro amor, yo te lo pido

Espera.





Enero

Llegó el sol, la playa, la ropa escasa, pero especialmente llegó mi dolor. No recuerdo mucho que hice ese día, pero la imagen del rostro del gringo al momento que llegue a su mansión, supe en ese instante que todo cambiaría.

—Edward, llegue—anunció al momento que abro la puerta de la mansión Cullen con mi llave propia— El cumpleaños de Diego ha salido perfecto —notifico cuando cierro la puerta para subir a la habitación del gringo—. ¿Estás aquí gringo? —preguntó extrañada al no recibir respuesta por parte de Edward—¿Qué sucede? —preguntó sorprendida al ver su rostro descompuesto con su celular roto en sus manos—. !Edward! —grito su nombre al ver que el gringo no me responde—. ¿Sucedió algo con tu familia?

—Bella...—murmuró el gringo el nombre de su ex sin quitar su mirada del celular roto.

—¿Bella? —pregunto extrañada agachándome al frente de él para buscar sus ojos—. ¿Qué sucede con ella?  

—Ella...está muerta —señaló el gringo lentamente. 

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—Ella...se mato —contestó incrédulo de sus propias palabras—. Se suicidó.

—Oh gringo.... —Levanté mi mano para acariciar con suavidad su mejilla, pero al tocar su rostro el gringo corre su cara—. Lo lamento —me disculpo tratando de que su gesto no me doliera.  

—¿Qué haré ahora? Ella no está —musita el gringo levantándose de la cama. Empezó a caminar en círculo.  

—Podemos ir a su funeral, estoy de vacaciones y puedo acompañarte —me ofrezco amablemente acompañarlo a su dolor—. Tengo ahorros para comprar un boleto.

—¿Qué? —preguntó el gringo distraído.

—Puedo acompañarte.

—Ella se mato por mi —musito el gringo frunciendo su ceño—. ¿Qué fue lo que hice?

—Gringo, tranquilo. —Quise acercarme a su cuerpo, pero el nuevamente da un paso atrás alejándose de mí—. No creo que haya sido por ti, hay tantas otras cosas que afectan a las mujeres. —Mi comentario llamó la atención.

—Ella me amaba —admite el gringo—. Yo era el centro de su universo.

—Gringo —bramó sorprendida por sus palabras—. No eres el centro del universo de nadie. Solo el tuyo.

—No lo entiendes —indicó Edward—. Ella me eligió, no se acostaba con cualquiera.      

—No creo que esas palabras sean dirigidas a mi, ¿cierto? Porque cuando tenía mis piernas abiertas para ti, no escuche queja alguna —puntualizó frunciendo mis brazos delante de mi cuerpo.  Mi amabilidad se estaba esfumando. 

—Lo siento Katherine, no debí acceder a esta relación sin estar seguro. —El gringo detiene su andar para enfrentar mi mirada.

—¿Seguro de que?

—De que puedo vivir en un mundo sin Bella.

—¿Qué? —pregunto confundida—. ¿Y yo qué? ¿No existo acaso?

—Katherine...—Es el turno del gringo de acercarse, y mi momento de alejarme de su cuerpo—. Ella se suicido por mi...

—No me hables del suicidio, como si no supiera lo que significa —bramo—. Lo lamento por sus padres, perder una hija es el peor de los dolores. Pero no me hables del suicidio como si no supiera el dolor.

—Pensé que la había olvidado —susurro el gringo tratando de acercarse a mí nuevamente, pero con rapidez me alejaba de él—. Pero duele, aquí... donde está muerto. Duele...—apunta Edward dónde estaría su corazón bombeando.            

—La elegiste a ella.

—Mereces una vida normal, no tenemos futuro.

Y logro sentir como un cuchillo atraviesa mi corazón, rasgando, rompiéndolo en mil pedazos. Llevo mi mano al lugar de mi torso donde está mi corazón por el dolor. Un dolor físico como respuesta a las palabras del gringo.

—¿Y yo? ¿Qué signifique todo este tiempo? 

—Un deleite. Mi momento en el paraíso —contestó el gringo. Edward con un rápido movimiento tomó mi rostro entre sus manos. Su voz era dulce cuando contesto mi pregunta.

—Oh pues muchas gracias, ¿eso quieres que te diga? —preguntó con ironía al momento que tomó sus manos para alejarlas de mi rostro. Edward obedece mi movimiento. 

—Perdóname por hacerte daño.  No se que hacer, ella murió y tu estas aquí...

—No te rogare para que te quedes—interrumpo con rapidez su oración—. No le he rogado a ningún hombre, y tú no serás el primero.  Vete a Forks, a Europa o al mismo infierno.

—Eso haré.





Espera un poco, un poquito más

Para llevarte mi felicidad

Espera un poco, un poquito más

Me moriría si te vas.





Estúpida, estúpida y estúpida. Fue lo que me repetía en mi mente al momento que bajaba por las escaleras con rapidez. Pero al momento que llegaba abajo el cuerpo del gringo me esperaba.

—Katherine —musita Edward mi nombre con lastima—. Perdóname.

—Vete al demonio gringo —bramo tratando de golpear su torso pero él detiene mi actuar agarrando mis manos..   

—Espero que algún día me perdones...

—¿Serías capaz de perdonarte a ti mismo? —musito con hostilidad. Soltando el veneno que estaba creciendo en mi interior.  

—Dejare esta mansión a tu nombre —confesó Edward sosteniendo mis muñecas con sus manos—. Lo conversé con mis padres...

—¿Qué? No, no necesito nada tuyo —apuntó tratando de soltarme, pero el gringo no cede su agarre—. Tengo mi dinero para comprarme mis propias cosas.   

—Es la casa de tus sueños. —Y al escucharlo el nudo de mi garganta desea salir, logrando soltar unas lágrimas. Estabas tú dentro de ese sueño gringo, ahora no tiene sentido.

—No necesito un premio de consuelo.

—Esta casa siempre debió ser tuya...

—Basta gringo, no quiero nada tuyo —insisto nuevamente—. Será como si nunca hubieses existido.     

Y cómo esas palabras tuvieran alguna fuerza. Edward Cullen me suelta rápidamente mis muñecas para dejarme partir.  Al subir al auto que el gringo me regalo navidad. Mi nerviosismo esta a flor de piel las llaves no quisieron realizar el contacto para prender el motor del automóvil.

—Prende, prende —le suplique a mi auto—. Por favor...—Y mi llanto aparece en mi ojos sin pedir algún permiso. Las lágrimas cayeron con rapidez nublando la visión.   

—Espera un poco —clama el gringo en algún lugar.  A causa de mi visión borrosa no logré identificar de dónde venía su voz. Quise cerrar el auto, pero el gringo era mucho más rápido que mis torpes movimientos.

—Por favor Edward, no me humilles más —le suplico al momento que el aire entra al auto.

—Solo espera un poco más —clama nuevamente el gringo sentándose en el asiento de copiloto—. Aunque no lo creas, te quiero. Quiero todo de ti. Tu cuerpo, tu mente, tu olor, tus senos, los lunares de tu espalda y la mancha roja que está en tu nalga derecha, pero no puedo vivir con esta culpa. Ella...era el amor de mi vida.

—Por favor gringo, no quiero escuchar más —señaló secando mis lágrimas con la palma de mi mano—. La amas a ella, esta bien. Lo puedo respetar, solo sal de este maldito auto —gritó lo último al ver que nuevamente el auto no quería partir.     

—Necesito que me entiendas.

—¿Para qué? ¿Para sentirte mejor contigo mismo?   —bramo gritando mi rostro para ver sus ojos dorados—. ¿Por qué te haría tal favor? No te lo mereces, eres un maldito mentiroso. Me mentiste, me ablandaste, me sedujiste !¿Para Que?! Te metiste en los rincones de mi mente, y de mi cuerpo...¿y para qué? Para irte, para dejarme, para llevarte todo lo que te he entregado.

—No lo planee...

—No, pero vaya que lo disfrutaste.

—Quiero morir.

—Pues hazme el favor, y hazlo pronto —señale con hostilidad en mi voz—. Vete de una vez al funeral de ella, y matate para reunirte con Bella.





Espera

Aún me quedan alegrías para darte

Tengo mil noches de amor que regalarte

Te doy mi vida a cambio de quedarte.








—¿Te dejo? ¿Por ir detrás de su ex? —preguntó Diego. Luego de llorar por dos días en mi habitación. La llamada de Diego llega para rescatarme del infierno.  

—Ósea está muerta, pero creo que su culpa no le permitía estar conmigo —le aclaré limpiando mis lagrimas que me empezaron a caer nuevamente al hablar de Edward. 

—¿Se mató por él? —me preguntó nuevamente Diego para entender mi situación. 

—Eso creo —contestó dudosa. No logro creer que una mujer se quitará la vida por un hombre. 

—Oh mierda, ¿tan grande la tiene? 

—Diego, no es gracioso ...no estoy bien —murmuró sin poder evitar soltar una risa—.  Lo Alenté que se fuera a reunir con su ex. Prácticamente le dije que se matara —confesé pasando mi mano desocupada por mi rostro. Me sentía culpable por mi acción, por mis palabras, por mi lado vengativo. 

—Eres vengativa querida, no esperaba menos de ti —admite Diego soltando un suspiro. 

—¿Qué hago? Lo quiero, no quiero que esté muerto —apunte con sinceridad. Lo quería tanto que me dolía su elección. 

—Ve por él...

—¿Qué? —interrumpo su oración sorprendida.

—Ve por él, no hay ex. No existe competencia —precisa Diego—. Lo amas. Es el amor de tu vida, y lo sabes. Ve por él.    

—No puedo... —Ni siquiera quería admitir que lo amaba. Ni siquiera pude decírselo.

—¿Por qué? Estas de vacaciones, tienes tus ahorros  y yo cuidaré de tu departamento. Es ahora o nunca —clama Diego.  

Y con la idea rondando en mi cabeza de Diego empiezo a guardar las cosas en mi bolso con rapidez. Debía detenerlo. Debía irme a Forks y detenerlo de su estupidez. Alentada por mi. Por mi odio, por mi sed de venganza. Con el notebook prendido empecé a buscar los pasajes a Estados Unidos a Seattle, el lugar más cercano a Forks, y compre el pasaje sin importar el valor ocupando todo el dinero que tenía guardado en mi cuenta.

¿Han escuchado una canción que describe exactamente la situación que están viviendo? Esta canción que escucho en mi playlist de Spotify camino al aeropuerto lograra que no tome aquel vuelo a Forks.

¿Aquel acto que estaba a horas de realizar indicaba lo valiente o lo estúpida que seré en la materia del amor? ¿Valía la pena gastar mis ahorros en un vampiro que me había mentido en su naturaleza, en su pasado y en sus sentimientos?

Pero lo amaba, de una manera extraña. Me había enamorado una segunda vez en un hombre o no hombre que salió corriendo a los brazos de su ex novia muerta. Creo que aquella era la prueba de desistir en este viaje, pero si tal vez, solo tal vez haya una esperanza.

Al final esta prueba era para demostrar a quien amaba más... a Edward, o, a mí.

Pero en el aeropuerto observando aquella pantalla que indica el horario mi mente empezó a trabajar con rapidez. Los pro y los contra. Debía tomar aquel vuelo para buscar a un hombre que no me había elegido. que prefirió a una muerta, que a mi.

Dios, ¿Qué estoy haciendo?.

No.

No.

Él decidió y yo también. No tiene sentido. Nosotros no tuvimos sentido.

—Buenas noches señora, ¿en que la puedo ayudar? —Mi pies me habían dirigido al mesón de ayuda al cliente.

—Buenas noches, quisiera pedir el reembolso de mi viaje...





Espera

No entendería mi mañana si te fueras

Y hasta te admito que tu amor me lo mintieras

Te adoraría aunque tú no me quisieras.











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Y este era el final original de mi historia. Un paréntesis en la vida de Edward Cullen, como dice el su momento en el paraíso. Pero con su apoyo la historia se empezó a llenar de ideas para esta pareja que aun tiene otro camino que recorrer. Así que paciencia que Katherine y el gringo vuelven pronto. Aunque me tomare un tiempecito para ver a donde va la historia, por el momento estará como completa.

Gracias, y mil gracias por su apoyo. Especialmente a @man_of_war Gracias por tu apoyo amiga.


Y muchas gracias por el apoyo esta historia llego a las 1.000 visualizaciones.














Canción: Macha y el bloque depresivo - La nave del olvido.

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