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𝓔𝓵 𝓪𝓶𝓸𝓻 𝓮𝓼 𝓾𝓷 𝓬𝓪𝓶𝓹𝓸 𝓭𝓮 𝓫𝓪𝓽𝓪𝓵𝓵𝓪

































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Sin promesas, sin demandas

El amor es un campo de batalla.








Una sed en mi garganta me despertó de golpe. El dolor era insoportable, Quemaba, era un calor que lograba sentir en todo mi cuerpo. Necesitaba algo. Agua, alcohol, bebida o jugo. No lograba entender que necesitaba mi cuerpo, pero debía apagar el fuego de mi garganta.

—Debes cazar. —Una bella voz me sacó de mis pensamientos obligándome a buscar el autor de aquellas palabras.

—¿Edward? —pregunté confundida al notar que el cuerpo de mi novio estaba en la pared de la habitación. Su figura brillaba por la luz del sol que entraba en la habitación.

—Si —contestó sin moverse de la pared.

No entendía su postura, ni su rostro.

—¿Qué sucede? —pregunte, y aquella voz se presentó nuevamente. Pero el gringo no abrió su boca.

—Esa es tu voz. —No recordaba mi voz de esa forma.

¿Tan largo fue mi sueño que cambió el tono de mi timbre de voz?

—Tu voz ha cambiado, como todo lo demás —sentenció el gringo moviendo su cuerpo a la cama, donde reposaba. Su movimiento era lento, cauto, como si él fuera el cazador y yo la presa—. Lo siento. Debí hacerlo.

—¿De qué hablas? —pregunte, pero ahora la bella voz desapareció. Un dolor atravesó mi garganta confundiendo mi cabeza. ¿Me resfrié?

—Te converti.

Oh.

Levanté mi mano para que los rayos del sol tocaran mi piel. Al instante que levanté mi mano, ella empezó a brillar, de la misma forma que lo hacía Edward.

Oh mierda, no estaba bromeando.

—Lo siento. No puedo perderte —señaló el gringo sentándose en la cama con un movimiento lento—. Me asuste. Me paralice de miedo ante la idea de que no estes aqui conmigo. Mi egoísmo me obligó a actuar...

—¿Nuestro hijo? —pregunté interrumpiendo sus palabras ante la llegada de un olor familiar.

—Está bien. Rosalie y Esme lo cuidan —contestó buscando mis manos para entrelazarla, pero con un movimiento rápido lo golpe. Mi mano se estalló en su rostro, pero no fue una simple cachetada. Su cuerpo voló unos metros de mi.

—Oh dios mío...—susurré observando mis manos. Estaba sorprendida de la fuerza que había salido de ellos.

No pude evitar soltar una risa.

—Katherine...—El gringo empleó aquel tono de voz que miles de veces me sedujo, pero ahora tuvo otro efecto. Salte de rabia para buscar golpearlo nuevamente.

—¿QUÉ DEMONIOS HICISTE? —grité llevando el puño de mi mano a su estómago. Él sostuvo el golpe con sus manos.

—Lo siento, lo siento...—Repetía constantemente con una velocidad sobrehumana. En la que en ese momento era capaz de escuchar y entender—. Quisiera revertirlo, quise hacerlo, pero era tarde.

Mis manos se fueron a su cuello para apretarlo fuertemente. Estaba furiosa, quería matarlo y quería luchar. Algo dentro de mí me obligaba a batallar.

—Amor...—el susurro del gringo con esa palabra, y que su cuerpo dejó de luchar contra el mío, apaciguó la rabia.

—Gringo, ¿qué hiciste? —Fue mi turno de murmurar inaudible para el oído humano—. No era el momento para convertirme. No lo era. Quería amamantar, quería ser madre. —Y lloré por primera vez sin lágrimas. Mi cabeza se posó en el cuello del gringo, buscando algún refugio para el dolor. Y una extraña calidez logré sentir cuando mi cuerpo tocó el suyo.

Raro. No había nada de frío en su cuerpo.

—Lo eres, lo serás —añadió el gringo llevando sus manos a mi cabello. Sus dedos acariciaron mi melena con suavidad—. Ven, sígueme. Debemos cazar.

—Quiero ver a mi hijo —refute su idea con rapidez.

—No. Debes cazar primero.

El gringo posó sus manos en mis hombros para alejar mi cuerpo. Su tacto se sentía cálido, abrigado, caliente...que extraño.

—Ahora tenemos la misma temperatura corporal —explicó Edward escuchando mis palabras mentales.

Y una duda surgió en mi mente.

Acerque mi boca a los labios del gringo, quise hacerlo lentamente, pero ya no era capaz de controlar mi cuerpo. Mis labios chocaron con los de Edward Cullen con fuerza. Esperaba que el dolor se presentará ante aquel movimiento, pero no sucedió. El beso con el gringo fue suave. Sus labios se amoldaron a los míos a la perfección.

El gringo siguió aquel beso con fervor. Nuestras boca se movieron con urgencia, con anhelo y desesperación. No se cuanto tiempo estuvimos besándonos, ya que no tenía la necesidad de respirar, besé al gringo todo el tiempo que mi cuerpo me obligó.

Aleje mi boca del gringo al querer que el beso se convirtiera en algo más. Mis manos se dirigieron a su camiseta, rasgandola con tan solo el minimo de mi esfuerzo.

Estaba maravillada por mi fuerza, y por el abdomen de Edward.

—No aquí.

—¿No?

—No querrás perturbar la paz de nuestro hijo.

El gringo no espero una respuesta de mi parte, me agarró de mis manos y me guió fuera de la habitación. Nuestro cuerpo salió por la ventana con un gran salto.

Con asombro observé mis pies tocando la arena de la playa. Mi mirada empezó a subir al vestido que tenía puesto. Era un vestido ceñido a mi cuerpo.

¿Di a luz con un vestido así? No sé porque no lograba recordar con nitidez el nacimiento de Alexander, ni nada de lo que sucedió antes de mi llegada a Brasil. ¿Por qué aún estaba en Brasil?

—Estás en Brasil. —El gringo se acercó a mi cuerpo—. Rosalie cambió tu ropa, y logras recordar todo a medida que pasen las horas.

—Me siento...extraña —confesé observando alrededor. Era capaz de ver todo y escuchar todo. Los murmullos de los Cullen dentro de la casa, la respiración y el corazón de mi hijo—. Casi salvaje.

—Ven, muestrame tu salvajismo.

La sonrisa torcida del gringo me informo la perversión de sus palabras..






¿Me interpongo en tu camino?

¿O soy lo mejor que has tenido?

Créeme, créeme

No puedo decirte por qué

Pero estoy atrapado por tu amor

Y estoy encadenado a tu lado.





Hacer el amor con el gringo convertida en vampira, era un nivel superior. Era llegar al mismo cielo, sentarme al lado de Dios, conversar y reír junto a él.

Sabía que estuvimos un largo tiempo entre el vaivén de su virilidad dentro de mi. Pero en mi mente sucedió todo tan rápido, tan intenso, como todo lo que pasaba alrededor.

La luna brillaba en la desnudez del gringo, seduciendo que mis manos no se despegarán del cuerpo de Edward.

—Debemos cazar. Debes cazar —murmuró el gringo mientras acariciaba mi cabello.

Mi cabeza reposaba en su torso, llevando mis dedos a los oblicuos de su cuerpo. Ambos estábamos desnudos con nuestras ropas rasgadas.

—No me siento cansada. Y se que lo hicimos por un largo tiempo.

—Cuatro horas para ser exacto.

—Todo un récord —musité sin poder evitar soltar una risa, pero aquel sonido duró tan solo unos segundos—. No me siento bien Edward, no me siento yo. Hay algo salvaje dentro de mi.

—Es solo una etapa.

—¿Y si no puedo controlarme? ¿Y si mato a personas inocentes? —pregunte levantando mi cara para observar su rostro—. Y si mato a mi propio...—No pude decir aquello.

—No lo harás. Yo estoy aquí...nada sucederá. Lo harás bien. —Su rostro estaba calmado. Pero podría haber estado mintiendo para calmar mis nervios—. No miento. Eras una gran mujer, y serás una gran vampira.

—Golpee, y te mordí —señale las marcas que estaban en su cuellos. Las cuales empezaban a desaparecer.

—No me quejo —indico el gringo con aquella sonrisa torcida, aquella que alteraba mis hormonas. Aunque ahora no eran las hormonas que se alteraban, era mi espíritu salvaje.

Aquel espíritu feroz me poseyó nuevamente.

—Debes cazar —señaló el gringo al percatarse de mis intenciones.

—Puedo cazarte a ti...—murmuré en busca de sus labios.

Lo bese con hambre. Como si sus labios no hubieran tocados los míos por años. Lo bese, o lo devore con toda la desesperación que sentía mi cuerpo. Y lo rasguñe cuando entro en mi. Mis uñas se clavaron en su espalda cuando me senté a horcajadas de él. Él gimió de dolor, y yo de placer.

El vaivén de mi cadera empezó con lentitud, disfrutando de su cuerpo debajo del mío. Tenía el poder.

Oh, dios. Me sentía poderosa. Pero no del sentimiento de una heroína. Era como si la bondad se hubiera esfumado en mi cuerpo, y solo quedará lujuria.

Lujuria por el hombre que estaba debajo de mi. El que gemía en cada movimiento que realizaba, y que me observaba con deseo.

—Te amo...—susurre.

No escuché la respuesta del gringo, ni siquiera me importó cuando sentí que el éxtasis empezaba a envolver a mi cuerpo.

Los pájaros volaron cuando mi grito de placer salió con fuerza de mi boca.








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Edward Cullen no tuvo que ayudarme a cazar. Aquel instinto que tenía para sacar comida del refrigerador, lo tuve para saltar encima en el puma que estaba en la selva. Recorrimos varias islas que estaban alrededor de nosotros. Pero sabíamos que no sería suficiente para una estadía larga.

Debíamos despedirnos de Brasil.

Mi amado Brasil.

—¿Alexander será bueno para el fútbol? Ya que nació aquí —añadí de la nada al momento que el gringo llegaba con mi ropa en las manos. Mojadas, pero enteras.

—Será bueno para muchas cosas —puntualizó Edward con una gran sonrisa en su rostro. Estaba feliz. Porsupuesto que lo estaba despues de horas de sexo, ¿quien no lo estaria?

—No es por eso...bueno sí, pero también es por saber que no me odias.

—Jamás te odiaría —señala alzando mi voz asustada por sus pensamientos—. Te amo —le recalque.

—No debí transformarte —comento pasando el vestido por la cabeza. Él se encargó de vestirme—. Me equivoque. Te quite algo sin permiso, por mi egoísmo. Cometí un error, y no me cansaré de buscar tu perdón.

—No puedes cansarte. —El gringo soltó una risa.

—Sabes a lo que me refiero. —Asentí con mi cabeza. Sabía a lo que se refería.

—Te equivocaste, no era el momento. Pero...creo que es un alivio para ti no tener que contenerte. Jamás imagine lo que te contenias al estar conmigo. —Él se encogió de hombros

—Años de práctica.

—No lo podré sostener —murmuré bajando mi mirada a mis manos.

—Lo harás. Estaré contigo.

El viaje de vuelta a la casa de verano de los Cullen fue lento. A pesar de la velocidad al nadar, todo transcurrió lento.

— No respires —ordenó el gringo antes de entrar.

Tenía miedo. De cometer el error que el gringo había provocado con su imprudente acción.

En sus brazos. En medio del sexo lo había perdonado, pero en camino al ver a mi hijo por primera vez me cuestioné si lo perdone muy pronto.

Al abrir la puerta de la casa, la imagen de los Cullen llegó a mis ojos. Esme, junto a Carlisle sentados en el sillón. Alice al lado de Jasper, abrazados, y Rosalie en medio del salón junto a Emmett. Y Alexander en los brazos de la rubia dormido plácidamente.

Esperen, ¿en qué momento llegó Alice?

—Al momento que te mordí — contestó el gringo.

—Es de mala educación hablar en otro idioma, aunque sea mental. —La voz de Emmet repitió aquellas palabras que dictó en el pasado.

Oh, lo recordé.

—Lo harás a medida que pasen las horas.

—Espero que su hijo no obtenga esa mala educación. —Las palabras del esposo de Rosalie aliviaron mis nervios. Reí a carcajadas.

—Bienvenida a la familia nuevamente —me saludo Esme levantándose del sillón. Su cálido abrazo fue reconfortante. Al igual que de Carlisle, Jasper y Alice.

—Lo vi muy tarde, no pude intervenir —señaló la pequeña Alice separando su cuerpo del mío en el abrazo. Solo me encogí de hombros.

—No es tu culpa

—Es la mía —aclaró el gringo. Asentí con mi cabeza.

—Creaste un niño hermoso. —La voz de Rosalie llamó mi atención. La rubia dio un paso hacia adelante, hacia a mi cuerpo, pero yo di un paso atrás.

Tenía miedo.

—Tranquila, lo harás bien —añadió la Rubia dando los pasos siguientes.

Los Cullen se posicionan cerca de mí, en caso he de suponer de intervenir. Edward se colocó a mi lado, pasándome unos guantes.

Mi hijo sentirá el frío en mis manos.

Alce mis manos ambas en la misma altura, para que la rubia me entregara a mi hijo. Aquel bebe que tuve meses en mi vientre.

—Es tan pequeño...—susurre al sentir su cuerpo en mis manos—. y tan liviano. —Era el peso de una pluma.

Alexander dormía con tranquilidad. Su pequeño torso subía y bajaba con normalidad al inhalar y exhalar. Y su corazón latía con rapidez. Su pequeño corazón.

—¿Está todo bien? ¿Con el?

—Está perfectamente de salud —contestó Carlisle con su pasiva y tranquilizadora voz—. Has tenido un niño sano.

—¿Con que se alimenta?

—Una leche especial. La mejor de la industria —contestó nuevamente Carlisle—. Me he preocupado de él.

—Deben ayudarme —murmuré, pero aquella petición iba directamente a la rubia—. No podré hacerlo sola.

—No estás sola. —Esme. fue el turno de la madre del gringo hablar—. Somos familia. El tendrá a sus padres, tíos y abuelos para que se preocupen de él.

—Eso es bueno...—murmure sin quitarle la vista al rostro de mi hijo. Su boquita se transformó en una pequeña sonrisa.

—Duerme con tu ropa. Sabe quien eres —añadió el gringo a mi lado.

Quise llorar.

—Bienvenido al mundo Alexander Cullen. Espero que salgas bueno para el fútbol...

Los miembros de la familia rieron por mi chiste.








Dolor de corazón a dolor de corazón

Estamos de pie.


Los días pasaron, y la presencia de Tomas llegaría a Brasil. Aún no sabíamos el plan que diríamos en el futuro, cuando él se percate que ni el gringo ni yo envejecemos. Ni siquiera lo habíamos pensado para nuestro hijo. Sería un trabajo difícil. Pero aún nos quedaban años para emplear algún plan.

Debía sentarme derecha, simular que respiro, colocarme lentillas verdes, y un estómago falso. Se suponía que acababa de dar a luz, no podía verme como una modelo de revista.

Pero aunque tuviera el estómago falso, me veía bien, o al menos era la imagen que me entregaba el espejo.

—Emmett fue por él —susurró el gringo detrás de mí. Sus manos me envolvieron para posicionarla en mi vientre falso.

—¿Crees que sospeche?

—Si se queda muchos días, creo que sí —contestó Edward, apoyando su barbilla en mi hombro derecho—. Estas salvaje. Y se nota en tu mirada.

Observe la imagen que daba el espejo. A pesar de tener lentillas, mi mirada era agresiva.

—¿Alice nos avisará si algo va mal? —El gringo asintió con su cabeza.

Me sentía indefensa cuando Alice partía del lado de nosotros, pero Jasper se desesperaba por el olor del bebe.

Alexander dormía plácidamente en nuestra habitación. Su cuerpo diminuto estaba en nuestra cama. Podía soportar acomodarme a su lado para verlo dormir, pero al momento que lloraba, o empezaba a moverse me alejaba de él. Edward se encargó de él, en casi todo. Yo era una mera espectadora.

—Pronto podrás hacer todo, solo debes practicar controlar la fuerza y la rapidez —agregó el gringo—. Has sido muy fuerte, has soportado el olor mejor que Jasper

—Es mi hijo, es distinto —señale—. Podría matar a toda la humanidad, pero no a mi hijo.

—No digas eso, con esa mirada y esas palabras te ves como la villana de una película.

—No soy una villana, soy una vampira. —Saqué los dientes afilados que habían crecido en mi boca. Los dos dientes, que me ayudaban a succionar la sangre de los animales.

—Podríamos salir...—murmuró el gringo besando mi cuello lentamente. Un gemido se escapó de mi boca.

—No podemos.

Al gringo no le importo mi respuesta, y no le importó que el yate de Emmett había llegado con Tomas. Giro mi cuerpo con rapidez para juntar su boca junto a la mía. Nos besamos lentamente, disfrutando de nuestro tacto.

Inhale el aroma del padre de mi hijo cuando llego al salón, pero no alzó su voz. El gringo separó su boca de la mía, pero fue un movimiento brusco.

—Oh, no —murmuró el gringo con su rostro asombrado.

—¿Qué sucede? —pregunte alarmada.

—Es Bella. Nos encontró. —Y su cuerpo desaparece de la habitación para dirigirse al salón. Escuche la voz del gringo dirigiéndose a su familia.

—Preparense Bella Swan sabe donde estamos. —Y el cuerpo de Tomas cae al suelo con un fuerte sonido.

Gire mi rostro para observarme en el espejo. Me saque el estómago falso con un movimiento brusco, y observe mi mirada. Más salvaje, y feroz que de costumbre.

Después le agradecería al gringo en convertirme en vampiro, porque fue el momento justo para ser la asesina de Bella Swan.










Sin promesas, sin demandas

El amor es un campo de batalla.




























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😥Solo puedo pedir perdón. Se que me desaparecí un mes de esta historia, pero he estado enfocada en mi libro, el cual ya esta disponible por Wattpad.

⚔️A los que aman la ficción historia, los invito a leer Thrall. Pronto será publicado por Amazon.

Ahora que he acabado con la publicidad para Thrall, debo repetir las disculpas. El capitulo siguiente esta terminado, y debo decir que solo quedan unos pocos capítulos de Piuchen. 😞

Me he divertido con esta historia, tanto, que es un relajo en mi escritura. No me despediré aun, porque no es el momento.
Pero como siempre debo terminar con una pregunta...¿Asesina o no asesina?¿Heroína o villana? Los leo! ❤️❤️❤️❤️





Canción: Love is a Battlefield de Pat Benetar.

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