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Suspiraban lo mismo, los dos

Y hoy, son parte de una lluvia lejos.

Benjamín corre mucho más rápido que nosotros tres. Su sed de venganza le da una fuerza descomunal. Una fuerza que logra superarlos a todos. Benjamín no espera, ataca a los vampiros pertenecientes al clan de los Vulturis como si se tratasen de moscas.

Pensaba que yo era poderosa, pero el poder que tenía Benjamín es insuperable. Puede controlar el viento, la tierra, el fuego y el mar. Todos los elementos trabajan al deseo de él.

Ni siquiera sé los nombres de los vampiros que Benjamín mata. Ni siquiera logró divisar sus rostros. Benjamín los quema con rapidez, hasta que una bruma negra llega a nuestro campo de visión.

—Alec... —susurró mientras mis pies empiezan a retroceder con miedo. Si aquella bruma negra llega a mi me quedo indefensa—. Stefan, Vladimir —digo sin alzar la voz. Se que ellos están atentos a mi.

A los segundos los nombrados se posicionan a mi lado.     

—Debemos retroceder —señaló, pero niegan con su cabeza—. No tenemos el poder para enfrentar a Alec.

—Nosotros no, pero él sí. —Vladimir apunta con unos de sus dedos a la tormenta que se avecinaba desde el oriente.

El viento golpea nuestros rostros de la misma forma que lo haría un golpe por parte de Emmet. Mi cuerpo retrocede ante la fuerza de la tormenta, pero a la vez lo hace la bruma negra de Alec.

Benjamín tiene el poder de acabar con la dinastía completa.

—Es nuestro turno —señala Stefan tomando una de mis manos. No rechazo el tacto, ni trato de soltarme de su agarre. Me dejo arrastrar entre el bosque al séquito en busca de los vampiros de Italia.

Y antes de que nuestros cuerpos dejarán de correr entre los árboles, logró divisar la figura del temible Alec. El hermano de Jane, está acompañado por Félix. Ambas figuras, una distinta a la otra, se paralizan cuando nos ven.

—Atrás... —ordeno a mis acompañantes—. Son míos. —Ellos no dudaron en obedecer.  

—No puedes sola —expresa Félix posicionado su cuerpo para atacar.

—Puedo, y lo haré.

Y mi boca no tarda en soltar mi poder. Observó cómo los cuerpos de ambos vampiros retroceden, cayendo por el suelo y rodando en él. No tuve que ordenar algo hacia los dos vampiros. Ellos sabían que hacer. Antes de que ellos fuesen capaces de levantarse, la figura de Vladimir y Stefan aparecen para separar sus cabezas de sus atontados cuerpos.    

Los vampiros de la guardia ni siquiera luchan. Matarlos resultó fácil.

Stefan lanza un encendedor hacia sus cuerpos. 

—Eres poderosa —señala Vladimir cuando nuestros ojos se posan en las llamas del fuego.

—Lo soy.

—Vamos por los peces grandes. —Stefan aparece delante de mí, tapando mi visión al fuego—. Los mataremos a todos —manifestó el vampiro de ojos rojos tomando mi rostro en sus manos.

Acerco mi rostro al de él.

Es extraño. A pesar de que no los conocía, me siento cómoda con ellos. Soy capaz de verme en ellos. Si aquellos Vulturis fuesen capaz de matar a mi hijo, de arrebatarme a Edward, sería exactamente igual al clan Rumano. Buscaría venganza ante cualquier cosa.

Son mis hermanos. Ellos me entienden de una forma que ni siquiera Edward es capaz. E incluso con su poder, no es capaz de entender mi rabia.

—Vamos —dictó tomando su mano para partir en busca de Cayo, Aro, y Marcos.

No te confundas, no sirve el rencor

Son espasmos después del adiós.

Encontramos a los Vulturis es fácil. El poder de Benjamín se manifiesta de una forma que jamás logré imaginar.

—Fue Cayo, quien mató a Tia.  

Las palabras de Stefan en mi oído logran entender el comportamiento del poderoso vampiro. El poder absoluto de Benjamín recae en él. 

Sonrío cuando veo la cabeza de Cayo rodar por la nieve. Y una risa sale de mi boca cuando veo el fuego arder el cuerpo de uno de los líderes del clan.

Marcos y Aro observan estupefactos aquel escenario.

—Bella Katherine, podemos dialogar. Estoy segura que tu adorado suegro te enseño. —La voz de Aro se manifiesta con una voz dulce, casi melodiosa.

—Me enseñó, pero no aprendí —admito dando los pasos que faltan para llegar a ellos. Ambos vampiros retroceden—. No tengan miedo, será rápido. 

No observo como Vladimir y Stefan se lanzan al cuerpo de Marco, simplemente escucho los crujidos. Al parecer es rápido, el vampiro ni siquiera opuso resistencia.

El líder del clan huye del lugar corriendo con rapidez. Mis pies no tardan en seguir su camino. Soy rápida, mas veloz que el gracias a mi condición de neófita. Al estar cerca de Aro, mi cuerpo se lanza con fuerza para derribarlo. 

Mis ojos no se despegan de los ojos atemorizados de Aro, pero solo pude disfrutar aquello por unos segundos. Un gran dolor atravesó mi cabeza, tirándome al suelo.

Es Jane, sé que es ella, pero no se quien es el que trata de separar mi cabeza de mi cuerpo. Duele, un suceso extraño; ya que los vampiros no logran sentir nada. Pero extrañamente es doloroso.

¿Moriré? ¿Así es como moriré? Y en mi cabeza solo llega un nombre; Edward, Edward...

El dolor desaparece. ¿Se acabó? ¿Mori?. Y por un momento logró pensar que estoy en el cielo.

—¡Arriba! Atácalo —el grito de Jasper me obliga a abrir mis ojos.

Mi figura se levanta con rapidez, y me sorprendo al observar el clan Cullen atacando a Jane y a Demetri. Él era quien trataba de separar mi cabeza de mi cuerpo.   

—¡Mátalo! —Y ese grito no provino de Jasper. Carlisle Cullen solo aquellas sorprendentes palabras. Mi cabeza gira en busca de obedecer la orden del padre de Edward.

Aro no alcanza a correr cuando mi boca suelta el grito. Mi poderoso poder lo derriba con facilidad. Sin el escudo de Bella, Aro no es nada para mi.

—No volverás a atormentar a más humanos o vampiros. Tu reinado ha acabado. —Mi mano agarra con fuerza el cabello negro de Aro, tratando de obligar que sus ojos se enfoquen en mi—. Prometí que perderían. Solo cumplo mi palabra.

Escucho pasos acercándose, y huelo a Jasper, Emmett y a Carlisle cerca de mi. 

—Es tiempo —declaró arrastrando al cuerpo de Aro en mis manos. Lanzó su figura con fuerza al medio de los hombres.  

—Carlisle, Carlisle, mi misericordioso amigo.

—No somos amigos. Somos enemigos —aclara Carlisle Cullen retirando su figura del lugar para dirigirse al lado de Esme. Ella lo espera al lado del fuego donde yace el cuerpo de Jane. 

Sonrió. No puedo evitar sonreír al ver como Jasper y Emmett sostienen con fuerza los brazos de Aro. Es mi turno; con una agilidad que desconozco mi cuerpo se posiciona encima de los hombros de Aro, y con fuerza separó la cabeza del líder principal del clan de los Vulturis de su cuerpo.

—Lánzalo —apunta Jasper el fuego.

Observó la cabeza de Aro en mis manos. Se ve tan diminuta, que dudo de todo el daño que logró causar. Casi me da pena.  

—Arde en el infierno. —Y lanzó la cabeza de Aro al momento que Emmett lanzaba la otra parte.   

—Ganamos. —La voz de Edward a mi lado logra que mi cuerpo salte de un susto. Un gesto humano que provoca que los demás se sorprendan—. Te lo dije, te ciegas. No estás atenta a tu alrededor. No escuchas, ni te percatas de lo que sucede.

Rio al recordar que son las mismas palabras que menciono semana atrás.

—Edward... —susurro acercando su cuerpo al suyo. Mis brazos rodean su figura con fuerza—. Oh Edward...  

—Todo estará bien. Nuestro hijo está a salvo —musita el gringo.

Me separo de su cuerpo para observar su rostro. Sus ojos dorados brillan, y su sonrisa se expande por su rostro. Nuestras bocas se unen ante la ansiedad de sentirnos una vez más.

Hemos ganado.

He ganado.

Mi hijo está a salvo.

Poder decir adiós

Es crecer.

Nota de la autora:

Lo siento mucho por la tardanza de los capítulos :( 

No era mi intención tardar tanto con el final de esta historia, bueno no es el final, en si, pero es el termino de la tormenta. Espero que les haya gustado los capítulos <3 

Nos leemos en el final y en el epilogo. 

Muchas gracias por sus votos y comentarios, especialmente a mi querida @man_of_war Gracias por todo <3  

Canción: Adiós - Gustavo Cerati.