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𝓢𝓮𝓻 𝓭𝓮 𝓽𝓲



































»»———— ⸙͎ ⸙͎ ⸙͎ ⸙͎ ————-«






















Yo sé que estar conmigo nunca es fácil

Que mi voz es el derrumbe de tu mar.





La habitación estaba en penumbras, solo la bella luz de la luna entraba por la ventana iluminando la cuna vacía de Alexander. El silencio reinaba en la mansión, solo el sonido de los aullidos de los lobos lograba identificar. Pero también se presentaba la suave respiración de Tomás, el cual dormía en la habitación de Rosalie y Emmet.

A pesar de que no sentía la necesidad de sentarme, mi cuerpo se sentía cansado, especialmente mi mente. Después de salir de Brasil escapando de los Vulturi, Edward y su clan decidieron ir al lugar donde ocurrió la historia de amor entre el gringo y la maldita Bella Swan.

En mi mano sostenía mi antiguo celular, aquel que estaba apagado. Quise prenderlo, y llamar a mi mejor amigo. Darle una señal de mi, pero mis dedos no se movían. Se suponía que había muerto en Brasil, junto al gringo y el pequeño Alexander. Al menos esas eran las evidencias que el clan Cullen posicionaron en el volvo del gringo, el cual se desbarrancó en unas de las montañas de Río de Janeiro.

Estaba muerta. O eso lo catalogó la policía de Brasil.

—Rosalie y Emmett están a cuatro horas de llegar —puntualizó el gringo sentándose al lado de mi cuerpo.

—Bien —contesté sin sacar mi mirada de la pantalla negra de mi celular—. Rosalie está disfrutando a Alexander, mucho más que nosotros —murmuré.

—No podías viajar con nuestro hijo en el avión... no estás preparada para viajar con humanos —señaló el gringo sacando el celular de mis manos—. Rosalie no quiere quitarle al bebe. Fue necesario. Es un niño que recién ha cumplido una semana de salir de su madre. No podía viajar...

—¡Lo sé! —apunte alzando mi voz recuperando mi celular con violencia de las manos del gringo—. Sé lo que puedo hacer y lo que no, Pero no quiere decir que estoy bien con aquello. He tenido que dejar a mi hijo en las manos de Rosalie, él que apenas tiene una semana. Lo he tenido que apartar de mi, ¿lo entiendes?

—Rosalie lo cuidara, al igual que Emmett.

—Eso lo se gringo, pero es mi hijo. Soy yo quien debería protegerlo. Tu y yo —indiqué apretando el celular con fuerza logrando que el aparato se quebrara debajo de mis dedos—. Hemos cometido error tras error. Escapar de los Vulturis, dejar a Bella viva, traer a Tomás aquí. ¡Aquí! Donde empezó tu historia de amor con esa...perra.

—Katherine...

—Estoy enojada gringo, contigo, conmigo, con esa perra Swan, con Rosalie, con los Vulturis...Quiero matarla. A ella y a esa realeza vampírica.

—Estamos reuniendo amigos para que no lleguemos a eso. El plan de Carlisle puede funcionar. —La mano del gringo busco las mías con desesperación. Él sabía que estaba perdiendo el control. A pesar de haber cazado prácticamente todos los animales de América central en nuestro viaje para llegar a Estados Unidos, algo dentro de mi me pedía mas.

—Traer a Tomás anestesiado fue un buen plan, pero no funcionara siempre. Despertara en cualquier momento, y será un problema. ¿Debemos transformarlo? Los Vulturis encontrarán otro delito —pregunte alterada el problema de que el padre y el hijo fueran humanos.

—Buscaremos la forma. Esconderemos a Tomás con Alexander...los Vulturi y Swan quieren algo con nosotros. Aro encontró la forma de que nosotros ingresemos a la guardia.

El que mi pequeño hijo no fuese el problema principal me aliviaba, pero no por completo. Edward me informó del posible plan de Aro. El líder del clan de los Vulturi buscaban algún problema, y en su búsqueda de encontrar la solución obtenían guardias para su clan. Y en el clan Cullen había dos poderes que él no poseía.

—Se que Carlisle quiere que todo sea pacifico, pero si ellos quieren guerra la encontraran. No buscaré clemencia. Lucharé por ti, no dejaré que ellos te lleven, ¿lo entiendes? —musite con hostilidad en mi voz. La rabia, y el enojo aparecían cada vez al imaginar a Edward lejos de mi.

—Eres poderosa, tendremos aquella ventaja —recalcó el gringo mi poder, el que cada vez era más agresivo. El que botó un centenar de árboles en unas de las islas de América central. Y el que debilitaba a cualquiera que estuviera cerca.

Si, era un buen poder.

—¿Crees que nos equivocamos al venir a Forks? —me preguntó al gringo a pesar de que conocía aquella respuesta.

—Sabes todas las respuestas a tus preguntas.

—Pero me gusta escuchar tu voz —expresó el gringo subiendo sus manos para agarrar con suavidad mi barbilla. Sus ojos dorados penetraron con fuerza. Su mirada me quemaba, al igual que su mano en mi rostro—. Quieres volver a Brasil.

Negué con mi cabeza.

—Cualquier país está bien, si tu estas en él —conteste en voz baja—. Se que necesitamos la ayuda de los lobos para...salir bien de esto. Pero, ¿estás seguro que aceptaran ayudarnos? No tienen ninguna obligación.

—Esperaba que tu belleza ayudará a que acepten. —Tan solo tuve que esperar un segundo para que una sonrisa divertida se posara en el rostro del gringo. La rabia y el odio desapareció con aquellas palabras.

—Hiciste un chiste, gringo...estoy orgullosa de ti —confesé emocionada por su primera broma.

—Estoy feliz —señaló Edward Cullen alzando su mano para acariciar mi mejilla, pero a pesar de su dulce voz y su suave caricia, no pude sonreír. No había motivo para sonreír. Una guerra se aproximaba a su familia. Una guerra de la que nadie estaba preparado—. Estoy orgulloso de ti, y de la familia que estamos creando. Ninguna batalla podrá quitarme aquello.

—¿No tienes miedo? —le pregunté interesada en su respuesta. Yo moría de miedo cada vez que Alice tenía alguna visión.

—No. Tu y el bebe me dan una fuerza que jamás había sentido. Podría derrotar ejércitos de humanos, vampiros, y lobos. Tengo la fuerza —señaló el gringo apoyando su rostro en el mío—. Soy fuerte gracias a ti.

—Ay gringo, son lindas tus palabras, pero la batalla...

—Cásate conmigo.

Y no, aquello no era una broma. Lo confirmaba el anillo que saco de una pequeña caja.

--Era de mi madre --susurro al momento que mi miraba bajaba para observar aquel hermoso anillo. Alce mi mirada nuevamente para identifica alguna risa, o algo pero su mirada era firme, al igual que el tono de su voz. Sus ojos dorados brillaban en la oscuridad, esperando que una respuesta saliera de mi boca. Pero me quedé muda. No esperaba esa pregunta en medio de la noche, después de nuestra llegada a Forks. Quise decirle que no era el momento de pensar en una boda, que debíamos concentrarnos para luchar, pero en mi boca salió algo totalmente distinto.

—Si.

Los labios del gringo no dejaron que otra palabra saliera de mi boca. Aquel intenso beso me hizo olvidar el nombre de los Vulturi y de Bella Swan. Su lengua danzaba junto a la mía en un perfecto baile. Al igual que sus manos se movían por mi cuerpo rasgando la ropa que vestía mi figura.

Las manos del gringo me acomodaron en el suave colchón de su cama. Mi espalda desnuda tocó las delicadas sábanas de Edward, al momento que su intimidad penetraba mi cavidad.

Un vaivén exquisito que lideró el gringo me obligó a gemir alto, olvidando que alrededor estaban los dueños de la mansión. Su intimidad entrando una vez dentro de mí, mientras su boca succionaba mi pezón derecho. El gringo, aquel virgen e inocente vampiro. Aquel que carecía experiencia sexual me llevaba al cielo cada vez que el entraba en mi.

Lo amaba profundamente, que aquel acto era lo único que teníamos para demostrar por completo nuestra devoción. Cuando él entraba a mi, me sentía completa.

Aquel virgen vampiro, se convirtió en el mismísimo dios del sexo.








Y entiende, por favor, yo te lo pido

Que sin tus manos, este cuerpo está de más.








—No confían en nosotros —murmuró el gringo traduciendo los pensamientos de los licántropos—. No nos ayudarán.

No pude evitar soltar un bufido. Estaba molesta e impaciente. Comunicarse así con los lobos era un problema que atrasaba nuestros planes. No era mejor que hablar por Whatsapp.

Estábamos en el límite del tratado, según las palabras del gringo. Un tratado que los ayudó a vivir en paz entre vampiros y licántropos durante su estadía en Forks, pero su tratado dependía de un hilo, ante la transformación de Bella.

—Jacob quiere luchar con nosotros, por Bella... en realidad quiere luchar conmigo. —Edward abrió nuevamente su hermosa boca para dictar aquellas horribles palabras por parte de unos lobos.

Al parecer Bella era importante para los lobos.

—¿Él sabe que ella tomó la decisión sola? —Observe como Edward asintió con su cabeza, pero sin despegar su mirada de los lobos.

—Sam, no aceptara el trato. No expondrá a su manada ante nosotros, ni por un bebe que no conoce —señaló Edward ladeando su cabeza para buscar mi mirada. Estaba listo para detenerme si es que mi cuerpo saltaba para atacar a los lobos.

No haría tal estupidez. El gringo alzó una de sus cejas. Primero atacaría con mi poder. Edward sonrió al escucharme.

—Gracias Sam por escucharnos, agradezco el tiempo que nos han concedido —expresó Carlisle Cullen con cordialidad. Los lobos gruñeron, no supe si aquello era algo positivo o negativo.

—¿Pregunta cuándo nos iremos? No quieren una guerra aquí en sus tierras. —El gringo nuevamente alzó su voz—. Si hay una guerra, ellos mataran a vampiros. No existen buenos y malos para ellos. Mataran a todos por igual.

—En unos días. No se preocupen, la guerra si es que habrá una, no se llevará a cabo aquí —manifestó mi suegro con seguridad. Pero aquella seguridad era mentira. Aunque no sabíamos en qué lugar pasaría exactamente la guerra, había una posibilidad que fuera en Forks. Alice solo vio nieve al momento de la llegada de los Vulturi. Y hay nieve en todos los países en invierno.

—Vamos...—susurró Edward Cullen a su padre—. No quieren saber más de nosotros.

La mano del gringo tomó la mía con fuerza para alejarme del grupo de licántropo con rapidez.

Ay gringo, que poca confianza tienes en mi. No los atacare, debemos esperar a Emmett para ganar. Lo sé.

Una risa salió de la boca del gringo sin poder contenerse, pero su risa se acabo tan rápido como llego.

—Jacob —dictó aquel nombre con hostilidad.

Su mano soltó la mía para cubrir mi cuerpo con el suyo. No lograba ver quién era Jacob, pero al parecer no era del agrado del gringo. Carlisle, Jasper y Alice, se quedaron unos pasos atrás de nosotros, alarmados ante la conversación que iba a ocurrir.

—¿Cambiaste a Bella por ella? —Su primera pregunta hirió mi orgullo. Aunque no era la pregunta, era el tono de voz que empleo.

—No cambie a nadie Jacob. No es así como sucedieron las cosas.

—Te ves tan...feliz, mientras Bella sufre.

—Bella eligió su destino. Jamás quise, jamás fue mi intención convertirla, debes saberlo Jacob. Solo Bella es culpable del dolor que tienes —señaló Edward sin dejar de cubrir mi cuerpo con el suyo—. Y del dolor de Charlie.

—Quiso convertirse por ti...

—Espera. Ella lo hizo por sí sola. No pensó en Edward, ni en ti, ni en su padre. —Alce mi voz dando un paso al lado para ver al fin el cuerpo de Jacob. Y me lleve una gran sorpresa. Era atractivo, aquel lobo tenía una piel morena, unos grandes músculos que haría que cualquier deportista envidiaría su figura—. No se quien eres, ni quien eras para Bella, pero ella tomo su decisión consiente del dolor que causaría. Y no le importo. Su deseo fue mucho más importante que los demás. Nadie la obligó, y nadie deseo que ella se convirtiera. Aquel era su sueño, no de Edward ni de su familia.

—No puedo creerlo...—murmuró el chico moreno bajando su mirada a la hierba—. No puedo creer nada de lo que dicen. ¡Bella no es mala! —El grito de Jacob provocó que el gringo nuevamente cubriera mi cuerpo con el suyo.

—Cálmate Jacob, no quiero problemas.

—Mientes, cada palabra que sale de tu boca es una vil mentira —bramo Jacob con hostilidad en su voz.

—No quiero problemas, pero si llegas a tocar a mi prometida...te juro que no vivirás otro día. —Aquella amenaza me sorprendió. El gringo no era de amenazar, pero supe por su tono de voz que lo cumpliría.

—Edward, vamos... —susurré al momento que una extraña sensación de paz me invade. Jasper expandía su poder al ver si lograba calmar al lobo. Agarré la parte de atrás de la camisa del gringo para alejarlo de allí.

Nuestros pasos se alejaron, mientras los de Jacob se quedaron ahí, en aquel solitario prado.

—¿Se iba a convertir en un perro rabioso? ¿Le saldría espuma por la boca? —pregunté. Pero esa vez Edward no respondió. Fue Jasper quien soltó una risa ante mi comentario.

—Algo así. Su condición los hace volátiles ante cualquier situación. No logran controlar sus emociones, específicamente las de ira. Son un peligro ante los humanos también, pero con los años de practica logran ser...

—Unos perros de casa.

Jasper, Alice y Carlisle rieron ante mis palabras.

—Tu humor es parecido al de Rosalie —señaló el líder del clan Cullen. Quien estaba al lado de mi cuerpo, caminando cerca de nosotros—. También los señala como perros.

—No esperaría menos de la rubia.

—Vamos, debemos preparar la defensa de una batalla —señaló Jasper Hale tomando la mano de su pequeña esposa.

—Y una boda —añadió Alice. Logrando que todos sonriéramos he incluido el malhumorado vampiro que tenía de prometido.    








Yo esta guerra

Ya la perdí.

Y si es preciso

Te doy la luna y vuelve

Para que entiendas

Que soy de ti.








Enfrentar a Tomás fue más difícil de lo que pensé. Aunque el poder de Jasper ayudó, no pudo evitar que el padre biológico de mi hijo me hiciera sentir culpable ante toda la situación. La que no era la idea para criar a un hijo.

Logró que sintiera culpabilidad ante el amor entre el gringo y yo. Y dudé por unos segundos, dudé de mi relación con Edward Cullen.

Si Edward no hubiera vuelto, nada de esto estaría sucediendo. No existirían mentiras, ni guerras.

—Él es... el amor de mi vida. Y si debo luchar contra ti, con bella Swan, con los licántropos, contra el mismo Papa, lo haré sin dudar. Nadie, ni nada evitará que ame a aquel hombre.

—Aquel amor te llevará a la muerte –puntualizó Tomás levantando su dedo para apuntar al gringo. Edward se mantenía detrás de mí, solo unos pasos separaban su torso de mi espalda—. El te llevara a la muerte. ¿Vale la pena?

—¡Si! —contesté alzando mi voz—. Vale cada dolor, cada mentira y cada guerra. No me apartare de su lado, diga lo que digas. Así que no gastes más saliva.

La mano del gringo rodeo mi cuerpo para apoyar su palma en mi vientre, atento ante cualquier movimiento. Y lo entendía. El corazón acelerado de Tomás me estaba provocando una sed, que dolía.

—Toma. —El gringo levantó su voz al momento que sus manos lanzaban las llaves de su auto. El padre biológico de mi hijo no dudó en agarrar lo que Edward lanzó. Al ver las llaves comprendió.

Tomás desapareció por la puerta de la mansión con rapidez, o con toda la rapidez que su condición humana le permitía.

—Debo seguirlo —señaló al gringo al momento que el auto partía a toda velocidad.

—Irá al centro de Forks, no podemos.

—Claro que podemos, puedo controlarme —apunte con seguridad en mi voz—. Solo verlo de lejos. Debo asegurarme de que esté bien.

Edward Cullen accedió a mi petición regañadientes al momento que su mano agarraba a la mía para llevarme con velocidad vampírica detrás del auto que manejaba Tomás. El gringo tenía razón, Tomás detuvo el automóvil en el parque de Forks, allí donde el cartel de la ciudad adornaba el lugar.

Entre los árboles observé cómo su cuerpo se tiraba al suelo, escuché sus sollozos.

—Aún tenía esperanza de que sucedería algo entre ustedes —murmuró el gringo a mi oído—. Le has roto el corazón, y la cordura con la información de la existencia de los vampiros.

Calle. No tenía palabras.

Observamos en silencio el cuerpo de Tomás, hasta que una mujer se acercó para ayudarlo. El aún estaba en el suelo.

—Oh mierda...—añadió el gringo con sorpresa al momento que la mujer levantaba el cuerpo de Tomás.

—¿Qué?¿Qué sucedió? —pregunte alterada. Edward nunca se sorprendía—. ¿Qué? ¿Qué paso? —Pero Edward no hablaba. Observé como los ojos del gringo se abrían por la sorpresa—. Mierda gringo ¿Qué sucede?

—Es Leah... ella se imprimió—expresó Edward como si aquello resolviera mis preguntas.

—¡¿Qué mierda es eso?!

—Recuperara el amor y la cordura. —Y una extraña sonrisa se posó en el rostro del gringo. Fue lo único que necesité para saber que aquella extraña palabra era algo bueno—. Vamos, él va a estar bien.

—¿Seguro? —pregunté girando mi cabeza para observar el cuerpo de Tomás levantado, hablando con aquella bella chica. La que sonreía ampliamente.

—Seguro.

Y nos alejamos con Edward sintiendo un alivio en mi inerte corazón.











Sálvame del ruido y del silencio

Que no me queda nada si te vas.













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¡Hola nuevamente bellas! ❤️Me he sentido inspirada últimamente con este fic, espero terminarlo el mes de Septiembre.

¿Qué les pareció la imprimación de Leah? Odie que no le dieran ni un poco de amor en los libros.  Espero que les haya gustado el capitulo, las cosas están en un poco en calma antes de la batalla.

Muchas gracias por todos sus votos y comentarios ❤️❤️

Nos leemos pronto. 🥰








Canción: Ser de ti - Silvana Estrada.

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